Un profesor despedido por ser gay recibirá una disculpa oficial 42 años después
En 1972, Jim Gaylord era un maestro de estudios sociales en la Escuela Secundaria Wilson de Tacoma. Tenía 35 años, estaba muy bien considerado por los estudiantes y por sus colegas y decían de él que era un soltero empedernido. Una noche, el subdirector del centro donde trabajaba apareció en el umbral de su casa en North End. Se escuchaban chismes en la escuela y el subdirector quería saber la verdad: ‘¿Gaylord, es usted homosexual?’. El profesor decidió que no podía vivir una mentira más y confirmó el rumor. Unos días después fue despedido. Gaylord, ahora de 76 años, nunca volvió a la enseñanza.
42 años después, este pasado miércoles la Junta Directiva Escolar de Distrito anunció que iba a otorgar una disculpa pública a Gaylord que se leerá este domingo durante la presentación de un acto benéfico de recogida de fondos estudiantil para una organización LGBT local, la Oasis Youth Center. “Sentí que el Sr. Gaylord merecía una disculpa“, aclaraba el presidente de la Junta Escolar de Tacoma, Kurt Millar, al The News Tribune.
En el evento, Miller no sólo le dará una disculpa formal a Gaylord, también hablará sobre cómo el ambiente es diferente en las escuelas públicas de Tacoma de hoy para los estudiantes y miembros del personal. En junio, el consejo escolar aprobó una política de no discriminación y de equidad para los estudiantes, con especial atención a la identidad de género y la orientación sexual. “Si eres LGBTQ, tienes el mismo derecho a recibir una educación y ya no puede ser objeto de discriminación”, explica Miller.
James Gaylord, natural de Iowa, se mudó a Seattle con su familia cuanto tenía 10 años. Estudió en la Universidad de Washington con una beca y, posteriormente, se tomó un año sabático a finales de 1960 para obtener un título de maestría en bibliotecología. Sabía que era gay desde la adolescencia pero lo mantuvo en secreto hasta 1970. En 1960, Gaylord obtuvo en la facultad en Wilson su primer trabajo como maestro. En 1972, daba clases sobre estudios sociales en la tercera edad. Era muy querido y respetado en la escuela como demuestra el hecho de que los los profesores y estudiantes declararon a su favor.
Gaylord tuvo cuidado de mantener su vida personal separada de la docente. Incluso sus amigos más cercanos en la facultad no sabían que era gay hasta que fue despedido. En 1972, un estudiante de Wilson que conocía a un amigo gay de Gaylord le preguntó al maestro sobre la atracción por otros chicos. “Por lo que recuerdo, era casi totalmente intrascendente“, dijo Gaylord. Ni siquiera reveló su orientación al muchacho.
Algún tiempo después, el joven intentó suicidarse. En una investigación abierta por la policía el joven relató que había hablado con Gaylord sobre sus inclinaciones sexuales. La policía fue a Wilson, el centro donde daba clases, y el subdirector llegó a Gaylord. “Pensé simplemente no decir nada o negarlo porque sería más productivo”, dijo Gaylord. “Pero ellos habían llegado tan lejos. No iban a darse por vencido. Así que le dije, sí, es cierto”. Unas semanas más tarde, el 21 de noviembre de 1972, Gaylord recibió una carta comunicándole que iba a ser despedido.
La misiva decía: “La causa específica para que su despido se haga efectivo es que ha admitido tener un status público que es incompatible con la conducta requerida a los maestros en este distrito. En concreto, que ha admitido ser homosexual públicamente“. Gaylord hizo un llamamiento a la Junta Escolar. “Los cinco habían celebrado una reunión secreta en la que decidieron despedirme“, recuerda el ex profesor, ‘pero sólo tres, el quórum, se presentaron en la audiencia y confirmaron el despido. Tuve una Navidad bastante desagradable. Mi vida se convirtió en un infierno“, asegura Gaylord.
La reacción de los padres, al principio, fue contra el profesor pero luego se convirtieron en su gran apoyo. Sin trabajo, con una hipoteca que pagar y sin tener a dónde ir, Gaylord decidió contraatacar. ‘Así que ¿por qué renunciar a mi asiento e irme a la parte trasera del autobús?. Yo siempre había apoyado los derechos y las libertades civiles, la igualdad ante la ley y la defensa de los propios derechos en mis clases’, recuerda Gaylord. El sindicato de maestros, al que pertenecía, apoyó su demanda. Gaylord quería reincorporarse a su puesto de trabajo y demandó al distrito escolar. Un hombre anónimo pronto se encontró con un perfil cada vez más público. “Tuve que renunciar a mi privacidad para recuperar mi trabajo“, dice. Los profesores y los estudiantes testificaron a su favor. Al igual que muchas personas también lo hicieron en su contra. Finalmente, el juez falló a favor del distrito escolar. Afirmaban que la homosexualidad básicamente era inmoral y el barrio estaba en su derecho de disparar contra Gaylord.
El caso finalmente llegó hasta la Corte Suprema del Estado de Washington. En enero de 1977 el tribunal dictaminó que una junta escolar puede despedir a un maestro si se confirma que su actitud perjudica su trabajo. Al parecer se tuvieron en cuenta las quejas de los estudiantes y miembros del personal sobre su capacidad para enseñar. Claro está que las quejas llegaron sólo después de que revelara que era gay.
La lectura de la decisión refleja la mentalidad de la década de 1970. Se citaba una enciclopedia católica y definiciones estereotipadas sobre la homosexualidad. “Se llegó a decidir que yo era, probablemente, un delincuente sexual porque no había negado mi sexualidad“, recuerda Gaylord. “A pesar de que ni siquiera se alegó que era un delincuente sexual en los tribunales inferiores“. El único testimonio y evidencia sobre la vida personal de Gaylord fue su admisión de que era gay. Dos jueces, James y Robert F. Dolliver Absolut, disintieron de la decisión del tribunal. En su opinión escrita, Dolliver declaró que “la homosexualidad no impide la competencia”. Más preocupante para los dos magistrados fueron las tácticas que la Junta Escolar utilizó para ‘acabar’ con Gaylord. El caso llegó hasta la Corte Suprema de EE.UU. que se negó a escucharlo pero Gaylord no se arrepiente. “Lo haría todo de nuevo”, dijo. “Había un montón de gente que pensaba que era una batalla perdida. Pero aún así fue un avance en la causa de la igualdad de derechos”.
La historia de Gaylord era la gran desconocida en el distrito escolar y en la comunidad gay de Tacoma. Parte de esa comunidad puede ahora salir del armario en sus primeros años de adolescencia y tienen el apoyo de Oasis, un centro de acogida en Tacoma para los jóvenes LGBT, gracias al sacrificio de personas como este humilde profesor.
Gaylord todavía vive en la misma casa de Tacoma desde hace 49 años. Colecciona y restaura viejas radios. Se jubiló como bibliotecario del condado de Pierce, una carrera que prefirió a la vida estresante como profesor. Aunque no busca una disculpa oficial, Gaylord asegura que será muy emotivo para él. “Esto ayuda a poner un final relativamente agradable en una situación desagradable”, dijo.
Fuente Ragap
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