Nuevo México se suma a la lista de territorios estadounidenses que prohíben las “terapias” reparadoras en menores
Nuevo México se ha convertido en el sexto estado de los Estados Unidos (sin contar a Washington D.C., la capital federal) en prohibir las peligrosas e inútiles “terapias reparadoras” en menores de edad. Susana Martinez, la gobernadora republicana, decidió sancionar la ley, aprobada por una legislatura de mayoría demócrata, incorporando así a este estado del suroeste de los Estados Unidos a la lista de territorios que han decidido proteger a los menores LGTB.
El proyecto de ley ya había recibido en febrero el visto bueno del Senado de Nuevo México, donde los demócratas gozan de una cómoca mayoría, por 32 votos a favor y 6 en contra. Un mes después, tras un debate de varias horas de duración, la Cámara de Representantes, en la que la mayoría demócrata es más ajustada, lo aprobó por 44 votos a favor y 23 en contra. Todos los representantes demócratas menos uno (Patricio Ruiloba) votaron a favor, al igual que hicieron 9 republicanos. La votación, de hecho, mostró la división que existe al respecto entre los representantes republicanos de áreas urbanas frente a los de áreas rurales. El texto había sido impulsado por dos jóvenes políticos demócratas, Jacob Candelaria (en el Senado) y G. Andres Romero (en la Cámara de Representantes). Jacob Candelaria es, por cierto, el primer hombre abiertamente gay en ser elegido miembro del Senado de Nuevo México (y la segunda persona LGTB, después de la exsenadora lesbiana Liz Stefanics).
Tras la aprobación de la legislatura, quedaba solo que la gobernadora republicana estampase su firma en la ley, el paso más complicado. Afortunadamente el perfil relativamente moderado de Susana Martinez en materia LGTB (aunque en su momento se opuso al matrimonio igualitario) y el hecho de que el proyecto se aprobase con cierto apoyo republicano hizo que la gobernadora no pusiera objeciones y no fuese necesaria una segunda ronda de votaciones para superar el veto.
El texto prohíbe el uso de las llamadas “terapias” reparadoras o de conversión en menores. También persigue toda publicidad o promoción de las mismas que las presente como un método útil para cambiar la orientación sexual o la identidad de género. Cualquier profesional sanitario (médico, psicólogo u otros) que lleve a cabo estas prácticas en menores o las publicite como efectivas se enfrentará a multas y a la pérdida de su licencia.
El uso de “terapias” reparadoras o de conversión en menores de edad ha sido ya prohibido en cinco estados norteamericanos, además de en la capital de los Estados Unidos. California fue el primero en hacerlo en 2012, no sin controversia. Le siguieron el también estado de Nueva Jersey (varios meses después), Washington D.C. (cuyo Consejo legislativo aprobó la norma por unanimidad en 2014) y los estados de Oregón, Illinois y Vermont, el año pasado. Hay además varias ciudades que haciendo uso de sus competencias locales han promulgado normas similares.
En Europa la pionera ha sido Malta, que aprobó una ley en este sentido el pasado diciembre. En España, el Consejo General de la Psicología, órgano coordinador y representativo de los Colegios Oficiales de Psicólogos de todo el país emitía hace pocas semanas un comunicado en el que recuerda que las intervenciones que prometen “curar” la homosexualidad carecen de fundamento. No es ninguna novedad, pero en estos momentos en los que la promoción de este tipo de intervenciones parece reverdecer en nuestro país (casos recientes como el de la “terapeuta” Elena Lorenzo o las charlas de Jokin de Irala o de Richard Cohen así parecen indicarlo) toda aclaración es bienvenida.
“No” rotundo de los especialistas a las “terapias” reparadoras
A nivel internacional, en marzo del año pasado tenía lugar un histórico pronunciamiento de la Asociación Mundial de Psiquiatría en a cambiar la orientación sexual de una persona, sino que resultan muy peligrosas (los riesgos incluyen depresión, ansiedad y comportamiento autodestructivo). Prácticas contra las que ya antes se habían pronunciado numerosas organizaciones profesionales.
Respecto al reto que suponen aquellas personas adultas que movidas por su fe religiosa conservadora acuden por voluntad propia a las consultas para cambiar su orientación sexual, ya desde hace años la Asociación Americana de Psicología recomienda ser “honestos” con ellos respecto a su eficacia, considerando que el objetivo en estos casos debe ser favorecer, sin imposiciones, la aceptación de la propia realidad. Posibles estrategias que sugería Judith Glasshold, la presidenta del comité que en 2009 revisó la evidencia disponible hasta esa fecha, eran insistir en determinados aspectos de la fe religiosa, como la esperanza y el perdón, frente a la condena de la homosexualidad, sugerir el acercamiento a confesiones religiosas que sí aceptan la realidad LGTB o, los casos más recalcitrantes, valorar la adopción del celibato como estilo de vida sin pretender cambiar la orientación.
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