Fuentes cercanas a la Casa Blanca aseguran que la hija y el yerno de Donald Trump fueron los responsables de que el presidente no firmara la orden ejecutiva contra el colectivo LGTB.
El pasado 2 de febrero contábamos que los activistas LGTB y los demócratas estaban muy preocupados por los rumores que circulaban insistentemente por Washington que apuntaban a que Donald Trump estaba a punto de firmar una orden ejecutiva que tiraría por tierra todos los avances en derechos civiles conseguidos por el colectivo durante el mandato de Obama. La orden en cuestión permitiría a los organismos federales (y a otros que reciben dinero del estado) discriminar a las personas LGTB escudándose en la ya muy manida “libertad religiosa“.
La Casa Blanca no tardó mucho en salir a decir que no, que esa ley no se iba a firmar; que era una propuesta que rondaba por los despachos junto a otras cientos de propuestas pero que firmarla no entraba en sus planes inmediatos. Es decir, que por ahora no pero que ya veremos en el futuro…
Según parece, ha sido la hija de Donald Trump, Ivanka, junto a su marido Jared Kushner (al que Trump nombró asesor presidencial) los que han liderado una pequeña campaña interna para evitar que el presidente firmara la orden; según fuentes muy cercanas a Trump han confirmado a POLITICO.
De hecho ahora la Casa Blanca de Trump no sólo niega que esa ley hubiera estado a punto de firmarse (pero no niegan que se pueda firmar en un futuro), sino que además no tienen problema alguno en alardear de que Trump prometió durante la campaña que protegería a los ciudadanos LGTB, y que Trump fue el primer candidato republicano en hablar del colectivo en sus actos electorales, que hasta tuvo a un gay hablando en uno de sus mítins y cogió -al revés- una bandera… Que todo eso tendría más peso si su vicepresidente no fuera el homófobo reconocido Mike Pence que, por cierto, ha salido también a defender a Trump.
En una entrevista a la cadena ABC, el vicepresidente que firmó la ley de Libertad Religiosa de Indiana cuando era gobernador de ese estado y que quería retirar los fondos de campañas contra el VIH para dárselos a los que practican “terapias de conversión” ha dicho que “Creo que durante la campaña el Presidente Trump dejó claro que la discriminación no tendría sitio en nuestra administración. Fue el primer nominado Republicano en mencionar a la comunidad LGTBQ en la Convención Nacional Republicana y fue aplaudido por ello. Y yo estaba allí aplaudiendo con él.”
Lo que sí parece que tendrá espacio en la Casa Blanca será el dinero de las congregaciones religiosas y organizaciones que no pagan impuestos, porque el nuevo gobierno está dispuesto a eliminar la Enmienda Johnson, que prohíbe que ese tipo de grupos donen dinero o apoyen a candidatos.
Pues justamente parece que uno de los grandes problemas internos de Trump parece ser la enemistad entre Mike Pence y su yerno, Jared Kushner. Pence es el cristiano evangélico que firmó la ley de Libertad Religiosa de Indiana y Kushner es un empresario judío con mucha relación con los círculos socialmente progresistas de Nueva York. Como señala la fuente que han consultado en POLITICO: “Hay algunos en la familia de Trump que tienen opiniones sobre estas cosas. Ahí es dónde se tomará la decisión definitivamente.”
El problema es que mientras el colectivo LGTB no está seguro de qué va a pasar, los ultraconservadores cada vez se sienten más poderosos. Cuando la Casa Blanca niega que la orden ejecutiva sea una prioridad pero no niega que se vaya a firmar, los de la derecha más religiosa se vienen arriba. Tony Perkins, el CEO del Family Research Council ha dicho que está convencido de que en algún momento se acabará legalizando la Libertad Religiosa: “Estoy convencido de que tienen en cuenta la libertad religiosa, y estoy seguro de que tomarán cartas en el asunto. Estoy hablando con gente de la administración Trump, y sé que entiende lo importante que es“.
Para esta gente es tan importante poder discriminarnos, porque el problema real es que con la normativa instaurada por Obama las organizaciones que promueven la discriminación a personas LGTB no pueden recibir fondos federales.
Fuente: POLITICO, vía EstoyBailando
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