El Intruso
(Koldo Chamorro, El Santo Christo ibérico)
El intruso.
Caminaba sobre el agua, llenaba las redes,
los pescadores abandonaban su oficio por seguirlo.
En una boda faltó el vino.
Él se hizo cargo:
centenares de litros,
un golpe de maestro viñador,
agua en vasos de piedra convirtiéndose en vino.
Es mejor, dijeron los invitados, sí, es mejor
el vino que surge sin pisar la uva,
el pan hecho sin grano ni horno, el pez que se mete en la barca de un salto.
Desencadenaba el gratis que pertenece a la gracia,
apasionada y violenta.
Venía de un bautismo en aguas del Jordán,
murió poco más allá
sobre un travesaño con forma de T
y, cuando un hierro le atravesó el costado,
brotó agua, como la incisión de un parto.
Murió convertido en fuente.
He aquí el intruso del mundo,
empapado de la grasa de todas las culpas,
perdiendo el color, pálido de frío, en un abril
o incluso en un marzo, más allá de ochocientos metros
sobre el nivel del mar jamás tocado.
Un gargarismo de aguas en el fondo de un pozo seco,
un carraspeo en la tubería de las arterias:
así diluvia su
resurrección”.
*
Erri De Luca
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