“Interioridad e intimismo “, por Jesús Espeja
De su blog La Iglesia se hace diálogo:
“Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho. Jesús les dijo: vamos a un sitio tranquilo porque eran tantos los que iban y venían que no tenían tiempo ni para comer. Se fueron al otro lago del lago pero al desembarcar Jesús vio una multitud, le dio lástima de ellos porque andaban como ovejas sin pastor y se puso a enseñarle con calma” ( evangelio)
Cuenta el evangelista Marcos que Jesús llamó a los que quiso para que estuvieran con él y enviarlos proclamar el Evangelio por las aldeas de Galilea. Los discípulos salieron a cumplir su misión, fueron bien acogidos por la gente, y volvieron a Jesús para contarle sus éxitos. Pero Jesús se dio cuenta que no debían olvidar algo importante: reunirse de nuevo con él y procesar sus actividades en un lugar silencioso y retirado, pues eran muchos los que iban y venían y apenas les quedaba tiempo para comer”. Sin embargo cuando ya están en el retiro deseado, Jesús ve a la gente, se compadece y otra vez se entrega con amor a la misión.
Al evangelista le interesa destacar el significado que tal relato puede tener para los primeros cristianos. El seguimiento de Jesucristo conlleva dos dimensiones inseparablemente unidas. Primera, “estar con Jesús”; en esa intimidad nace la confianza, caen los miedos y brota el coraje de futuro; sin ese clima de interioridad y contemplación no hay seguimiento. Pero en la espiritualidad cristiana no se confunde interioridad con intimismo, porque el encuentro auténtico con el Dios revelado en Jesucristo, nos lleva sin remedio, motivados por la compasión a preocuparnos de ayudar a quienes lo necesitan. Estar con Jesús y ser enviados son aspectos inseparables de la única experiencia que llamamos fe cristiana.
Es importante distinguir entre interioridad e intimismo. Interioridad se refiere a ese ámbito de opciones, pensamientos y afectos de una persona, que no está en principio abierto al dominio público; lo vivimos en la intimidad y sin ese ámbito no podemos respirar. Intimismo en cambio evoca cerrazón en uno mismo, incomunicación asfixiante. Cuando en nuestra cultura la superficialidad se impone y la manipulación mediática nos zarandea, cada vez es más urgente cultivar la interioridad personal y la intimidad para ser nosotros mismos y relacionarnos saludablemente con los otros Pero el intimismo como cerrazón en nuestro “ego” aislándonos de los demás o aceptando solo a quienes son de nuestro grupo, es enfermedad que nos deshumaniza.
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