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Entradas Etiquetadas ‘Interioridad’

Tú, mi cueva

Martes, 21 de marzo de 2023
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Del blog Nova Bella:

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Si yo soy un monte

tú eres una cueva dentro de mí

lugar en el monte donde no hay monte

lugar dentro de mí donde no estoy.

*

Olga Tokarczuk

***

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Te descifro

Jueves, 12 de enero de 2023
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Del blog Nova Bella:

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Estabas desde siempre,

como un lenguaje escrito

en el fondo de mi

y te estoy descifrando.

*

Renata Durán

***

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Somos

Jueves, 10 de noviembre de 2022
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Del blog Nova Bella:

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Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre.

Ese algo es lo que somos

*

José Saramago

***

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Luz

Sábado, 24 de septiembre de 2022
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Del blog Nova Bella:

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Mi luz está dentro de mi

*

El Greco a Giulio Clovio

***

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Dentro de mi

Sábado, 3 de septiembre de 2022
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Del blog Nova Bella:

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En medio del invierno descubrí que había dentro de mi un verano invencible

*

Albert Camus

***

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Sangra

Sábado, 27 de agosto de 2022
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Del blog Nova Bella:

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Amar lo que nos duele,

lo que nos sangra bien dentro

*

Dulce Maria Loynaz

***

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“Más que ranas. Tres relatos ejemplares”, por Dolores Aleixandre

Viernes, 19 de agosto de 2022
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E1631278-1D8F-48AD-8AD3-B1E9038B54B0De su blog Un grano de mostaza:

Como las ranas, nos zambullimos en un ámbito en que tocamos el centro de nuestra existencia

30.06.2022

Reconozco mi particular afición por las ranas y quiero compartir aquí algunos relatos sobre ellas por si consigo aumentar el número de sus simpatizantes.

El primero está en los Cuentos Hasídicos de Martin Buber que, al presentar la figura de un famoso personaje judío del s. XVII, el Ba’al Sem Tov, incluye esta anécdota: después de la muerte de magid, sus discípulos se reunían y hablaban sobre sus costumbres. Uno de ellos dijo: ‘- ¿Sabéis por qué nuestro maestro iba al estanque todos los días antes de que amaneciera y permanecía allí un tiempo antes de volver a su casa? Lo hacía porque quería aprender el canto con el que las ranas alaban a Dios y decía que lleva largo tiempo aprender ese canto’.

Las ranas desempeñan un papel relevante en el salmo 105 que va recorriendo con una mirada descaradamente partidista y selectiva la historia de Israel y narra las maravillas que el Señor hizo con ellos, sin alusión alguna a las desastrosas respuestas recibidas por parte de su pueblo. Con siete poderosos imperativos, invita a alabarle por sus obras magnificas y, entre los motivos para esa alabanza, aparece un recurso ingenioso del que se valió el Señor para conseguir que se hartase el faraón y dejase salir al pueblo: “Hizo bullir a las ranas hasta en la alcoba del rey” (v. 30). No es una acción espectacular como la de abrir las aguas del mar, pero tiene el encanto naif de un plan minucioso para calcular cuántas ranas cantando de noche en la alcoba del faraón, conseguirían que al final se rindiera desesperado: “¡Que se vayan esos israelitas y sus ranas, a ver si puedo dormir en paz!”

El último relato pertenece el libro Una casa de palabra de Gustavo Martín Garzo: en una visita de san Juan de la Cruz a un convento de carmelitas, una hermana lega le preguntó ingenuamente por qué, cuando paseaba junto al estanque del jardín, las ranas que estaban sentadas en el borde se zambullían en el agua y se ocultaban. El santo le contestó sonriendo que porque ese era el lugar en el que se sentían más seguras y que así debía hacer también ella: zambullirse en ese centro, que era Dios, escondiendose en Él. Muchos años después, en una carta a la priora, enviaba a la hermana cocinera este mensaje: “Y a nuestra hermana Catalina, que se esconda y vaya a lo más hondo”.

Y por contestar a la pregunta que quizá algún lector/a se está haciendo de qué pintan las ranas en una revista de liturgia, mi respuesta es que, tanto en la oración personal como en la celebración litúrgica, nos zambullimos en un ámbito en el que tocamos el centro de nuestra existencia. Y vivimos después la experiencia de que, al volver de nuevo al borde del estanque, cantamos con más ganas la gloria de Aquel a quien debemos el ser y la voz de nuestro canto.

Fuente: Dolores Aleixandre RSCJ (Galilea 153, Junio 2022)

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Cristo es la Transparencia

Sábado, 6 de agosto de 2022
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nude-jeebus

 

Dios mismo vino sobre la tierra como un pobre,
como un humilde.
Vino a través de Cristo Jesús.
Dios permanecería lejos de nosotros si
Cristo no fuera la transparencia.
Desde el comienzo Cristo estaba en Dios.
Desde el nacimiento de la humanidad,
era palabra viva.
Vino sobre la tierra para hacer accesible
la confianza de la fe.
Resucitado, hace su morada en nosotros,
nos habita por el Espíritu Santo.
Y descubrimos que el amor de Cristo se expresa ante todo
por su perdón y por su presencia continua dentro de nosotros.

*

“15 días con el Hermano Roger de Taizé “
escrito por Sofía Laplane
Editorial Ciudad Nueva

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En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago y subió al monte para orar.

Mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente.

En esto aparecieron conversando con él dos hombres. Eran Moisés y Elías,  que, resplandecientes de gloria, hablaban del éxodo que Jesús había de consumar en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros, aunque estaban cargados de sueño, se mantuvieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos que estaban con él.

Cuando éstos se retiraban, Pedro dijo a Jesús:

Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Vamos a hacer tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Pedro no sabía lo que decía. Mientras estaba hablando, vino una nube y los cubrió, y se asustaron al entrar en la nube. De la nube salió una voz que decía:

Este es mi Hijo elegido; escuchadlo.

Mientras sonaba la voz, Jesús se quedó solo. Ellos guardaron silencio y no contaron a nadie por entonces nada de lo que habían visto.

*

Lucas 9,28b-36

***

Si supiéramos reconocer el don de Dios, si supiéramos experimentar estupor, como el pastor Moisés, ante todas las zarzas que arden en los bordes de nuestros caminos, comprenderíamos entonces que la transfiguración del Señor -la nuestra- empieza con un cierto cambio de nuestra mirada. Fue la mirada de los apóstoles la que fue transfigurada; el Señor permanece el mismo.

La cotidianidad de nuestra vida, trivial y extraordinaria, debería revelar entonces su deslumbrante profundidad. El mundo entero es una zarza ardiente, todo ser humano -sea cual sea la impresión que suscita en nosotros- es esta profundidad de Dios.

Todo acontecimiento lleva en él un rayo de su luz. Nosotros, que hemos aprendido a mirar hoy tantas cosas, ¿hemos aprendido los datos elementales de nuestro oficio de hombres? Se vive, en efecto, a la medida del amor, pero se ama a la medida de lo que se ve. Ahora, en la transfiguración, nuestra visión participa en el misterio, de ahí que el amor esté en condiciones de brotar de nuestros corazones como fuego que arde sin consumir, y así puede enseñarnos a vivir.

Debemos pasar de la somnolencia de la que habla el evangelio a la auténtica vela, a la vigilancia del corazón. Cuando despertemos se nos dará la alegría inagotable de la cruz. Al ver, por fin, en la fe, al hombre en Dios y a Dios en el hombre -Cristo- nos volveremos capaces de amar y el amor saldrá victorioso sobre toda muerte.

El Señor se transfiguró orando; también nosotros seremos transfigurados únicamente en la oración. Sin una oración continua, nuestra vida queda desfigurada. Ser transfigurados es aprender a ver la realidad, es decir, a nuestro Dios, a Cristo, con los ojos abiertos de par en par. Ciertamente, en este mundo de locos, siempre tendremos necesidad de cerrar los ojos y los oídos para recuperar un cierto silencio. Es necesario, es como una especie de ejercicio para la vida espiritual. Sin embargo, la vida, la que brota, la vida del Dios vivo, es contemplarlo con los ojos abiertos. Él está en el hombre, nosotros estamos en él. Toda la creación es la zarza ardiente de su parusía. Si nosotros «esperásemos con amor su venida» (2 Tim 4,8), daríamos un impulso muy diferente a nuestro servicio en este mundo .

*

J. Corbon,
La alegría del Padre, Magnano 1997

***

Durante el verano, vuestras hermanas y hermanos de Cristianos Gays rezan contigo y por tí. De hecho, nuestro deseo es vivir nuestra vida cotidiana, iluminados interiomente por medio de Jesucristo. Queremos estar cerca de los que pasan las pruebas.

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Dios Amor

Viernes, 24 de junio de 2022
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padres-e-hijos-3Inicialmente me costó encontrar el título: ¿cómo había que relacionar las dos palabras que lo componen? Tanto consciente como inconscientemente la relación entre ambas palabras puede generar reacciones no deseadas en los lectores. Con ambos términos no me refiero a religiosidad ni espiritualidad alguna. Es importante que la persona lectora se deje ir para ver estas dos palabras qué le hacen resonar en su interior, sin filtrar nada de la parte cognitiva. ¿Son dos realidades?, o ¿una tal vez? ¿Universales? Cada cultura tiene sus propias palabras. Vamos a ver, en primer lugar, su etimología o estudio del sentido verdadero. Es un asunto de desmenuzar las palabras.

La palabra “Dios” sin dudas reenvía de repente a un Ser Supremo o Superior, y puede resonar bien, regular o muy mal en cada uno de nosotros. Esta palabra, Dios, viene del latín y éste del griego y éste de la lengua más antigua, el indoeuropeo. En resumen: el significado original es “luz“. Y aquí la cosa cambia muchísimo. Esta “Luz”, que por tanto ilumina, no es una palabra sino una Realidad. Me atrevo a indicar un nivel de conciencia que permite ver y vivir las situaciones interiores que tienen como base toda la anatomía y la fisiología. Hoy lo ubican todo, no muy acertado, en el cerebro. Éste no puede existir aislado sino en el contexto no únicamente biológico sino también psicosocial que permite sintonizar tanto con la realidad interior como la exterior, que es la misma. Luz que resplandece en la macro y micro realidad. Ahora bien, sin olvidar que no hay más ciego que aquel que no quiere ver.

La palabra Amor nos permite en castellano realizar un juego etimológico forzado, pero no académico. La vocal “a” la podemos considerar como negación o privación: no. Y la segunda “mor” por la pronunciación puede sentirse como muerte (mor, mortis). Por tanto, amor es donde no está la muerte: a-mor. Donde no hay muerte, hay vida. Amor es vida. Y si vamos a la raíz más antigua, la indoeuropea “am”, significa “madre”. Y la madre da la vida. “Ha dado a luz” una forma de expresar el nacimiento de un ser humano. Y nos acercamos a un ámbito donde hay cariño, estimación, apego, entrega incondicional y otros valores fácticos. Dicho de otra forma, la palabra “amor” sintetiza una cantidad de emociones accionales. Emoción y cuerpo son dos palabras de la misma realidad humana: Corporeidad. Por tanto, diferenciar no es separar. Desafortunadamente, hay ciertas ciencias que lo hacen y así vamos. Es un problema muy serio que debe considerarse en la nueva sociedad del conocimiento, cambio y creatividad. La robotización o la mecanización no tienen emociones ni creatividad ni ven; sí un enorme cálculo matemático. La robótica, como la ciencia y técnica, no aman ni dan luz vital; no tienen valores humanos. Son como un cuchillo bien afilado, pero ¿en manos de quién está?

Dios: LUZ. Amor: VIDA. Por lo tanto, LUZ VITAL. Y el problema de palabras es que utilizamos la palabra amor, como he insinuado antes, con muchos sentidos distintos. Y ahí está la confusión. Nuestra lengua es pobre para expresar esta riqueza pneumapsicosomática. O dicho de otra forma “la energía vital dinamizando las emociones expresadas en la corporeidad”. Es decir, la totalización radical del ser humano. Esta gran “calidad humana profunda”, que es un dato antrópico, forma parte de la estructura humana. Los entendidos nos dice que el finlandés tiene unas cuarenta palabras para expresar los matices distintos de la nieve. Y un poeta sufí persa Ḥusayn ibn Manṣūr al-Ḥal·lāğ (858-922) utiliza unas sesenta palabras para expresar los matices distintos de amar. Y la lengua griega tiene tres palabras para expresar el amor: Eros, filia, ágape. Y en castellano, una: amor. Y aquí entramos en el gran ámbito del erotismo. Este instinto pulsional, a la vez genético y sin objeto específico, empuja, da energía: luz y vida. La palabra “amor” es una gran tapadera en muchos matices perversos, cuando es simple instinto.

Y si hay un ámbito donde es necesario “educar” mucho, es en este mundo psicoafectivo o sexualidad o sexuación. Y las experiencias de los demás no son válidas para el proceso de autorrealización. Este proceso es LUZ VITAL. Y la fuente o el manantial es el núcleo profundo de todo ser humano, que no tiene nombre, pero Es. Al nacer, fruto de la relación amorosa como ideal, que surge en el momento del deseo de querer “dar a luz vital” tanto en el padre como en la madre. Es necesario “educar o hacer emerger del interior” al reconocer a través de los diferentes niveles de conciencia de que la corporeidad es su expresión.

Dicho con una metáfora: La luz que la bombilla da no tiene la fuente en la bombilla misma, que puede creérselo (y entonces tenemos un narcisismo), sino que la energía le es dada. Y así tomar conciencia la bombilla de cuál es su hondura. Toda una gran trabajo de la hominización a la humanización o “humanizar la humanidad”. Como me decía un buen librero de Santiago de Compostela a la pregunta de los peregrinos: ¿Cuándo falta por llegar a Santiago? Les respondía, y ha hecho una postal: ¡No corras! que dónde debes llegar es a ti mismo. Es decir, hacerte consciente de la LUZ VITAL. La profundidad eres tú mismo/a.

Jaume PATUEL PUIG (1935)

Pedapsicogogo

Fuente Fe Adulta

Read

Espiritualidad , ,

Vida

Martes, 21 de junio de 2022
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Del blog Nova Bella:

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La vida interior de un ser humano

es un reino vasto

y diverso

*

Walter Tevis

***

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Viaje

Jueves, 4 de noviembre de 2021
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Del blog Nova Bella:

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“El viaje a la interioridad no es solo el principal,

es el único”

*

W.B.Yeats

***

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Cristo es la Transparencia

Viernes, 6 de agosto de 2021
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nude-jeebus

 

Dios mismo vino sobre la tierra como un pobre,
como un humilde.
Vino a través de Cristo Jesús.
Dios permanecería lejos de nosotros si
Cristo no fuera la transparencia.
Desde el comienzo Cristo estaba en Dios.
Desde el nacimiento de la humanidad,
era palabra viva.
Vino sobre la tierra para hacer accesible
la confianza de la fe.
Resucitado, hace su morada en nosotros,
nos habita por el Espíritu Santo.
Y descubrimos que el amor de Cristo se expresa ante todo
por su perdón y por su presencia continua dentro de nosotros.

*

“15 días con el Hermano Roger de Taizé “
escrito por Sofía Laplane
Editorial Ciudad Nueva

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En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago y subió al monte para orar.

Mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente.

En esto aparecieron conversando con él dos hombres. Eran Moisés y Elías,  que, resplandecientes de gloria, hablaban del éxodo que Jesús había de consumar en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros, aunque estaban cargados de sueño, se mantuvieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos que estaban con él.

Cuando éstos se retiraban, Pedro dijo a Jesús:

Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Vamos a hacer tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Pedro no sabía lo que decía. Mientras estaba hablando, vino una nube y los cubrió, y se asustaron al entrar en la nube. De la nube salió una voz que decía:

Este es mi Hijo elegido; escuchadlo.

Mientras sonaba la voz, Jesús se quedó solo. Ellos guardaron silencio y no contaron a nadie por entonces nada de lo que habían visto.

*

Lucas 9,28b-36

***

Si supiéramos reconocer el don de Dios, si supiéramos experimentar estupor, como el pastor Moisés, ante todas las zarzas que arden en los bordes de nuestros caminos, comprenderíamos entonces que la transfiguración del Señor -la nuestra- empieza con un cierto cambio de nuestra mirada. Fue la mirada de los apóstoles la que fue transfigurada; el Señor permanece el mismo.

La cotidianidad de nuestra vida, trivial y extraordinaria, debería revelar entonces su deslumbrante profundidad. El mundo entero es una zarza ardiente, todo ser humano -sea cual sea la impresión que suscita en nosotros- es esta profundidad de Dios.

Todo acontecimiento lleva en él un rayo de su luz. Nosotros, que hemos aprendido a mirar hoy tantas cosas, ¿hemos aprendido los datos elementales de nuestro oficio de hombres? Se vive, en efecto, a la medida del amor, pero se ama a la medida de lo que se ve. Ahora, en la transfiguración, nuestra visión participa en el misterio, de ahí que el amor esté en condiciones de brotar de nuestros corazones como fuego que arde sin consumir, y así puede enseñarnos a vivir.

Debemos pasar de la somnolencia de la que habla el evangelio a la auténtica vela, a la vigilancia del corazón. Cuando despertemos se nos dará la alegría inagotable de la cruz. Al ver, por fin, en la fe, al hombre en Dios y a Dios en el hombre -Cristo- nos volveremos capaces de amar y el amor saldrá victorioso sobre toda muerte.

El Señor se transfiguró orando; también nosotros seremos transfigurados únicamente en la oración. Sin una oración continua, nuestra vida queda desfigurada. Ser transfigurados es aprender a ver la realidad, es decir, a nuestro Dios, a Cristo, con los ojos abiertos de par en par. Ciertamente, en este mundo de locos, siempre tendremos necesidad de cerrar los ojos y los oídos para recuperar un cierto silencio. Es necesario, es como una especie de ejercicio para la vida espiritual. Sin embargo, la vida, la que brota, la vida del Dios vivo, es contemplarlo con los ojos abiertos. Él está en el hombre, nosotros estamos en él. Toda la creación es la zarza ardiente de su parusía. Si nosotros «esperásemos con amor su venida» (2 Tim 4,8), daríamos un impulso muy diferente a nuestro servicio en este mundo .

*

J. Corbon,
La alegría del Padre, Magnano 1997

***

Durante el verano, vuestras hermanas y hermanos de Cristianos Gays rezan contigo y por tí. De hecho, nuestro deseo es vivir nuestra vida cotidiana, iluminados interiomente por medio de Jesucristo. Queremos estar cerca de los que pasan las pruebas.

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La psicología transpersonal (PT).

Viernes, 18 de junio de 2021
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a_1sEl mundo psiquista es muy plural, afortunadamente. Hay cuatro fuerzas que destacan, fundamentalmente. La conductista, la psicoanalista, la humanista y ahora la transpersonal. Nos vienen a decir que el Ser Humano, que se puede medir y cuantificar a nivel científico, es mucho más que un número o algoritmo. El Ser Humano es, además, un valor de calidad y cualidad, no medible científicamente. El peligro es creerse que una corriente puede dar razón o explicación de todo el Ser Humano. Es como si un pétalo de la margarita, que no es ni toda la flor ni todo el jardín, se creyera que puede dar una razón o explicación de toda la flor o de todo el jardín o jardines. De este posicionamiento, que está muy extendido, se llama “reduccionismo”. Una pequeña parte cree explicar todo el conjunto. Esto tiene aplicación en muchos ámbitos actuales. Necesitamos emplear la capacidad crítica constructiva y transformadora en esta nueva globalización, que aún no tiene jurisdicción clara. De momento parece que la nueva estructura global está subordinada a la economía y la tecnología. Eso es asfixiante y letal para el desarrollo integral de todo Ser Humano.

Pues bien, el aparato psíquico humano, y hablo desde la visión freudiana, está basado en la dialéctica tensional entre el ello (el mundo del placer), el superego (el mundo cultural de normas y valores) y el ego (principio de realidad). Este intenta equilibrar teniendo en cuenta la fuerza de esta tensión, que es no únicamente normal sino necesaria para el proceso de maduración. Si se quiere profundizar en este punto puede ser útil esta metáfora: El ello es un caballo (ello) con una buena crinera (superego primario) que da pie a emerger un jinete (ego) que pueda domar la fuerza o energía salvaje o primaria del caballo pero dirigiéndose no por la crinera, que también es muy primaria, formada por las normas culturales que hemos aprendido al nacer en un lugar concreto, partiendo de la familia, sino que el jinete (el ego) pueda construir sus propias riendas(superego posterior) para guiar y conducir el caballo por donde el ego crea oportuno y de forma sana.

Ahora bien, el jinete debe autoescucharse. No es únicamente conducta y cognición, sino también afectos y emociones, pero en niveles diferentes. Uno es inconscientemente lejos de la conciencia del ego; o más cerca: el preconsciente o subconsciente que puede saber con una reflexión seria; y el consciente, que el ego ve y vive, es decir, que se da cuenta.

La PT ha tomado conciencia de que hay una dimensión incrustada en el ADN de todo Ser Humano que la podemos nombrar: la interioridad; otros lo llaman: espiritualidad. Antiguamente: religiosidad. Sea el nombre que sea, todo Ser Humano está envuelto por esta profundidad y debe ir tomando conciencia para disfrutar y vivir de una salud integral o total. De este aspecto habla la PT. No es necesario creer en “dioses ni en la otra vida “, sino vivirse uno mismo a fondo en esta vida. Como dice Agustín de Hipona (Argelia) (354-430): Cuánto más arriba llego, aún hay más altura; y cuanto más me adentro en mi interior, aún hay más profundidad. El ego o el jinete tiene que tomar conciencia. La PT, esta cuarta fuerza psiquista, incluye de forma clara y consciente, como he indicado, la interioridad o espiritualidad. Es un movimiento psiquista que se está extendiendo por doquier. A más de 20 países de Europa, también en Rusia, Estados Unidos, Israel y en nuestro país, en Cataluña.

El modelo vigente para la psicología clínica, que es bio.psiquic.social queda completado. Al inicio de todo están los campos magnéticos o energéticos, aquí la física cuántica es una gran aportación, que nos envuelven y la corporeidad queda dinamizada de tal forma que el ego se va expandiendo por niveles diferentes de conciencia, que todo el mundo pasa, desde el animista, mágico, mítico, racional, razonable, interior y de profundidad. No es cuestión de ideas o conceptos sino de experiencia. No es a base de creencias, que son muchas veces inhumanas, sino de vivencia propia que se convierte en altruista, de comprensión, de respeto a la dignidad de cualquier Ser Humano. Recuerdo la frase de André Malraux (1901-1972), un buen escritor francés: El siglo XXI será místico o no lo será.

La PT cultiva explícitamente esta dimensión de interioridad. Hemos de ser conscientes de que ciertas ideologías intentan sedarla, dormirla porque es peligrosa. Este nivel de conciencia es un despertar, un nuevo caminar para contemplar la vida de otra forma. Esto no encaja en un mundo consumista o capitalista donde todo tiene un precio, todo se mide. No hay calidad de vida interior: todo es materia. O el adoctrinamiento religioso en un “dios”, construido por hombres que lo imponen a todos, sino se cae en la herejía o en condena a muerte.

Las ideologías, sean del color que sean, son cuestionadas por la PT y lleva a ser consciente de ello. Como también a construir la propia personalidad cuando el ego o el jinete toma consciencia que no es propietario sino gestor de su vida. No es un micrófono sino un altavoz de su profundidad. Una vida relacional con red. De ahí la importancia de conocer LA SABIDURÍA de todas las culturas. Todo puede convertirse en camino dice Nisargadatta (1897-1981). Y como libro, indico el de Michael Whasburn: El ego y el fundamento dinámico. Una teoría transpersonal del desarrollo humano (1995).

Jaume PATUEL PUIG (1935)

Pedapsicogogo.

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Jaume Patuel Puig: La interioridad del ser humano.

Sábado, 24 de abril de 2021
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silencio-es-sinonimo-500x334Interior del ser humano. Si seguimos los tres términos. Primero: ser. Nos dicen los diccionarios tiene más de 14 significaciones. Parto de lo que existe y es fruto de evolución inorgánica como orgánica en el microcosmos y macrocosmos. El segundo: humano. Tiene pocas. Considero que a un ser vivo lo caracteriza el habla. El tercero: interior. Tiene más de doce significaciones. Parto de lo más adentro e íntimo o lo que se siente en profundidad.

Así pues, este “ser humano que es hablando” se da cuenta, gracias a la palabra, que tiene un doble acceso a la realidad. Además tiene la capacidad de silenciar uno para contemplar el otro y este lo lleva en su interior silencioso, a lo más íntimo del más íntimo. Sólo se realizará y madurará integralmente si tiene en cuenta estas dos dimensiones. Lo que acabo de decir en palabras, creo que con una metáfora puedo hacerlo más comprensivo. Imaginemos en una rama de un árbol que hay dos pájaros. Uno picotea  para comer y juega; el otro contempla la belleza de la naturaleza. En este cuadro lo vemos por partes, pero es un todo. Es decir, que ambos son necesarios, imprescindibles para la totalidad. Así es el ser humano, gracias a la palabra. La capacidad de hablar es un dato biológico; es dada, pertenece a la naturaleza. Y el contexto produce el idioma o lengua, este es cultural, producto del ser humano. Esta realidad de todo ser humano en ser consciente, según las etapas de la vida, le ayuda a ver que no todo es comer, dormir, trabajar, divertirse, hacer el amor y otros asuntos humanos, sino que hay también contemplar el exterior y el interior silenciosamente, sin preocupaciones y prisas. Y por esta indagación profunda del ser humano vivo constata que tiene una intimidad u hondura. Y se encuentra en ella, lo envuelve, lo abraza. Es un silencio hablando: Una cualidad que le hace vivir la Totalidad.

Podemos ver que la interioridad del ser humano es una dimensión de la existencia que hay que cultivar para desarrollar el proceso de crecimiento en camino de un ser humano maduro, completo, integral. Pero encanta y atrae más el pájaro que picotea,  come y juega, que es necesario, pero a la vez, está el otro, el  que contempla silenciosamente, aunque tan necesario como el otro. O también son las dos alas imprescindibles  para que el pájaro pueda volar.

Ahora bien, al escribir estas líneas soy muy consciente de que la dinámica enloquecida de la sociedad occidental, que es la nuestra, sólo tiene la preocupación de que el pájaro que pica y come pueda encontrar siempre de todo y más, si bien no es necesario. Le pone a su entorno tanto ruido: publicidad, miedos por la pandemia, informaciones tóxicas, limitaciones de movimiento mental y físico, como otros aspectos, que no quiere que se dé cuenta que tiene otra dimensión tan necesaria, además aparentemente inútil (por tanto, no rentable económicamente) a la que le tiene miedo. Ya que nace una visión diferente de la realidad que no favorece el consumismo ni la obediencia pasiva y es camino de autonomía.

Intentamos dar un paso más. No en vano, un libro matriz de la cultura occidental, la Biblia, dispone que el séptimo día sea para reposar. En ese momento, no había vacaciones ni de invierno o Navidad ni primavera o Semana Santa ni verano o de agosto. El ser humano, que tiene la palabra para hacer silencio, precisa  “reposo y calma”. Encontrarse consigo mismo. Tomar otro nivel de conciencia: Ser consciente de que es más profundo, de más interioridad o intimidad como el pájaro que contempla lo que es gratuidad, pero tan necesario como el pájaro que busca la comida.

Si el pájaro que consume sabe escaparse con sus circunloquios, hay, desgraciadamente, un fuerte autoengaño, además convencido de que es la totalidad o maduro; el otro que contempla se da cuenta de que sólo con el silencio, esté donde esté (montaña arriba, o caminar por las calles de las grandes ciudades), es el camino. Y me atrevo a indicar que la pandemia o sindèmia ha facilitado para muchos seres humanos el descubrir este pájaro contemplativo. Es cierto que el solo camino para vivirlo es el silencio. Una humanista de Barcelona (Catalunya), Teresa Guardans (1956), profesora e indagadora en el Centro de Estudios de Tradiciones de Sabiduría en Barcelona, nos da una herramienta. Acaba de publicar: SILENCIO (Ed. San Pablo, 2021). Un librito válido y  valiente para hacer Silencio en plena ciudad. Un auténtico desafío que vale la pena emprender.

La interioridad del ser humano es esta realidad tan imprescindible que lleva a evitar muchas molestias y disfunciones psíquicas o ciertos malestares emocionales. Un aspecto del C.19 ha hecho emerger a la población, según estadísticas oficiales, un 45% de cuadros de ansiedad como de depresiones. Malestar físico, ciertamente sí, pero ocasionado por un mundo emocional alterado y falta de interioridad, ciertamente también.

El artículo se publica cuando nos encontramos en Semana Santa. ¿Qué significa este bullicio y ruido cultural? El nuevo paradigma global nos afirma que la interioridad es una dimensión intrínseca de todo ser humano. Gratuita, sí y afortunadamente, pero necesaria a la vez. Es dada si se busca: Son los buscadores de la profundidad. ¿Lo eres?

Jaume Patuel Puig (1935)

Pedapsicogogo.

Fuente Fe Adulta

Espiritualidad , ,

Trabajar nuestro interior

Jueves, 5 de noviembre de 2020
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Del blog de Gabriel Mª Otalora Punto de encuentro:

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Jesús ora en los momentos difíciles, da gracias al Padre y le alaba por haber revelado los misterios del Reino a los pequeños; ora solicitando el perdón en la cruz para los que le crucificaron; reza en los momentos decisivos de la misión: en el bautismo, predicación, elección de los discípulos, transfiguración… Su oración contagia, despierta interés en los demás hasta el punto de que su ejemplo anima a sus amigos a pedirle que les enseñe a orar como Él porque vieron que tenía otra hondura y superaba los formulismos y las oraciones recitadas de memoria. Lo suyo era dirigirse abierto al Padre con palabras sencillas y emotivas en el lenguaje de todos los días.

Es Dios quien toma siempre la iniciativa del encuentro, el que nos busca, sobre todo después de la caída. Todo lo realmente conocido viene de experiencias personales íntimas, únicas e irrepetibles, en los acontecimientos diarios y a través del prójimo. Esta experiencia de Dios Amor nos invita al compromiso de ser gracia para otros.

Si nos abrimos al amor de Dios confiadamente, nos iluminará la existencia. Es la mejor oración de petición desde la actitud de acogida y esperanza para que nos llene de luz y de su fortaleza. Esta es nuestra lucha y nuestra misión, trabajar en nuestro interior la actitud adecuada para dar una respuesta de amor en nuestro interior y a nuestro alrededor.

Por todo ello, hoy prefiero poner voz a un gran hombre de Dios que ha hecho famosa una de las oraciones más bellas que conozco. Se trata del jesuita Pierre Teilhard de Chardin. Para quien la conozca, volver a rezar estos sentimientos le resultará reconfortante. Y para quien no la conozca… espero que sea un precioso descubrimiento:

Adora y confía.
No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su futuro más o menos sombrío.
Desea aquello que Dios desea.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado,
si Dios te considera plenamente realizado; a su gusto.
Entrégate confiado  ciegamente en este Dios
que te quiere para Él.
Y que llegará hasta ti, aunque no le veas nunca.
Piensa que te encuentras en sus manos,
tanto más fuertemente sostenido,
cuando más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz. Que nada te turbe.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni el cansancio psíquico. Ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro,
una dulce sonrisa, reflejo de aquello que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda: Todo aquello que te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas afligido, triste,
adora y confía.

*

Pierre Teilhard de Chardiin, sj

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***

El padre jesuita Pierre Teilhard de Chardin esperando esa transformación positiva de la humanidad que será generada por la fuerza del amor verdadero, dice:

“El día vendrá cuando después de manejar el espacio, los vientos, las mareas y la gravitación, podremos manejar las energías del amor. Y en ese día, por segunda vez en la historia del mundo, habremos descubierto el fuego.

Por eso… ora esta hermosa reflexión de Teilhard de Chardin sobre cómo afrontar nuestro día a día, con nuestros éxitos y fracasos, con nuestras luces y sombras, con nuestras virtudes y miserias.  Apertura y vaciamiento de uno mismo, contemplación, adoración y confianza…  No te agobies, simplemente sonríe a Aquél que no deja de sonreírte a ti.

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Vida (II)

Martes, 25 de agosto de 2020
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“Sé que no moriré,

pues estoy dentro de la vida

y tengo toda la vida

que brota dentro de mí.”

*

San Simeón el Nuevo Teólogo

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Cristo es la Transparencia

Jueves, 6 de agosto de 2020
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Dios mismo vino sobre la tierra como un pobre,
como un humilde.
Vino a través de Cristo Jesús.
Dios permanecería lejos de nosotros si
Cristo no fuera la transparencia.
Desde el comienzo Cristo estaba en Dios.
Desde el nacimiento de la humanidad,
era palabra viva.
Vino sobre la tierra para hacer accesible
la confianza de la fe.
Resucitado, hace su morada en nosotros,
nos habita por el Espíritu Santo.
Y descubrimos que el amor de Cristo se expresa ante todo
por su perdón y por su presencia continua dentro de nosotros.

*

“15 días con el Hermano Roger de Taizé “
escrito por Sofía Laplane
Editorial Ciudad Nueva

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En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:

“Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.” Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:

“Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.”

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:

“Levantaos, no temáis.”

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:

“No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.”

*

Mateo 17,1-9

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***

Si supiéramos reconocer el don de Dios, si supiéramos experimentar estupor, como el pastor Moisés, ante todas las zarzas que arden en los bordes de nuestros caminos, comprenderíamos entonces que la transfiguración del Señor -la nuestra- empieza con un cierto cambio de nuestra mirada. Fue la mirada de los apóstoles la que fue transfigurada; el Señor permanece el mismo.

La cotidianidad de nuestra vida, trivial y extraordinaria, debería revelar entonces su deslumbrante profundidad. El mundo entero es una zarza ardiente, todo ser humano -sea cual sea la impresión que suscita en nosotros- es esta profundidad de Dios.

Todo acontecimiento lleva en él un rayo de su luz. Nosotros, que hemos aprendido a mirar hoy tantas cosas, ¿hemos aprendido los datos elementales de nuestro oficio de hombres? Se vive, en efecto, a la medida del amor, pero se ama a la medida de lo que se ve. Ahora, en la transfiguración, nuestra visión participa en el misterio, de ahí que el amor esté en condiciones de brotar de nuestros corazones como fuego que arde sin consumir, y así puede enseñarnos a vivir.

Debemos pasar de la somnolencia de la que habla el evangelio a la auténtica vela, a la vigilancia del corazón. Cuando despertemos se nos dará la alegría inagotable de la cruz. Al ver, por fin, en la fe, al hombre en Dios y a Dios en el hombre -Cristo- nos volveremos capaces de amar y el amor saldrá victorioso sobre toda muerte.

El Señor se transfiguró orando; también nosotros seremos transfigurados únicamente en la oración. Sin una oración continua, nuestra vida queda desfigurada. Ser transfigurados es aprender a ver la realidad, es decir, a nuestro Dios, a Cristo, con los ojos abiertos de par en par. Ciertamente, en este mundo de locos, siempre tendremos necesidad de cerrar los ojos y los oídos para recuperar un cierto silencio. Es necesario, es como una especie de ejercicio para la vida espiritual. Sin embargo, la vida, la que brota, la vida del Dios vivo, es contemplarlo con los ojos abiertos. Él está en el hombre, nosotros estamos en él. Toda la creación es la zarza ardiente de su parusía. Si nosotros «esperásemos con amor su venida» (2 Tim 4,8), daríamos un impulso muy diferente a nuestro servicio en este mundo .

*

J. Corbon,
La alegría del Padre, Magnano 1997

***

Durante el verano, vuestras hermanas y hermanos de Cristianos Gays rezan contigo y por tí. De hecho, nuestro deseo es vivir nuestra vida cotidiana, iluminados interiomente por medio de Jesucristo. Queremos estar cerca de los que pasan las pruebas.

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Vivir en presencia.

Martes, 5 de mayo de 2020
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featuredImage-21166-psicoterratica-el-trauma-que-nos-produce-estar-lejos-de-la-naturaleza-992x558@LaVanguardia-WebEl tiempo junto con el espacio es una de las coordenadas que condicionan nuestra vida y sin embargo nos damos cuenta de lo relativo que es. El tiempo, nos pasa volando o parece que no se “mueve” dependiendo de lo ocupados, distraídos atareados que estemos.

No es que no tengamos tiempo, como estamos acostumbrados a decir, sino más bien que vivimos abocados hacia afuera sin notar lo que se cuece por dentro y cuando hay poca actividad hacia afuera, empezamos a vislumbrar que cuanto más trabajamos nuestro interior lo que exteriorizamos es de mejor calidad, más auténtico.

Estamos en el tiempo de Pascua, un tiempo que en general no sabemos cómo vivirlo porque se nos escapa lo atemporal. Nos cuesta entender los relatos de la Resurrección de Jesús y sus apariciones porque como el resto de los pasajes evangélicos no se narran desde lo histórico sino desde la experiencia.

Esa experiencia no es un privilegio de unos pocos: nace del deseo de encontrar la Vida dentro de nosotros y de darle espacio para que se expanda. Y tiempo…tiempo al silencio, tiempo para conectar con nuestro propio centro y ahí nace la certeza, se siente la presencia, la unidad con todo y con todos, una emoción difícil de describir, diferente para cada persona porque todos somos distintos, como los seguidores de Jesús, mujeres y hombres de su tiempo.

Una experiencia que no se puede “probar” pero que es personal y comunitaria. Personal porque somos únicos y diferentes como lo es toda la creación; ese es precisamente uno de los principios del Universo: LA DIVERSIDAD. La inimaginable expansión de la creación hace que aunque nos parezcamos cada cual sea único y diferente. Por eso también cada persona experimenta ese “encuentro” de forma personal y va ganando en profundidad a medida que vamos evolucionando.

Yo también soy única en el universo, como cualquier otra forma de vida. ¿Por qué compararme con otras personas? ¿Por qué deseo lo que tienen otros si  a mí se me llama a aportar desde lo que se me ha regalado?

Es a la vez una experiencia comunitaria. Es precisamente en el compartir las experiencias donde nuestra fe se fortalece y se confirma. La comunidad es el lugar de la presencia de Jesús resucitado en la que experimentamos el amor, la aceptación y donde sentimos esa fuerza que se expande en el universo de comunión. Somos seres interdependientes y nuestra tendencia natural es hacia la común unión, hacia la UNIDAD (segundo principio del Universo)

La vida es una y todos provenimos de esa vida única. Somos seres interdependientes unos de otros y constantemente nos posibilitamos el vivir en esa cadena sin fin. Existimos porque existen todos los otros elementos, no hemos venido de fuera, surgimos de la Tierra.

¿Cómo trabajo esa unificación en mí y en todo lo que me rodea?

El tercer principio es el de la INTERIORIDAD. Hasta ahora habíamos creído que sólo los humanos sabíamos dar hondura a nuestras vivencias a través de  nuestra dimensión espiritual. El mundo natural podía ser admirado y entendido como reflejo de la Creación de Dios, pero no habíamos captado esa dimensión sagrada de cada átomo, cada célula cada ser en su complejidad. Nos situábamos como seres superiores observando, estudiando la creación, cosificándola…

Todo es sagrado. Lo aprendemos ahora de nuestros hermanos y hermanas indígenas que han estado durante siglos en contacto con la tierra, respetándola, amándola, cuidándola como ella hace con nosotros.

Es verdad que nosotros tenemos la consciencia y eso nos hace no superiores sino responsables de las decisiones que tomamos, de lo que priorizamos…

Ya no hay diferencia entre sagrado y profano. El Universo camina hacia una evolución que es espiritual más allá de lo religioso.

Nos pueden dividir las ideologías pero no la búsqueda de sentido, de nuevos estilos de vida más acorde con el respeto mutuo, el respeto a la Tierra, el Misterio que nos envuelve.

Tenemos un tiempo maravilloso, este tiempo de Pascua en el que se nos invita a soñar con una vida nueva, renovada, invadida por la presencia del Resucitado en medio de nosotros.

Carmen Notario, sfcc

Fuente Fe Adulta

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Pablo D’Ors: “Jesús sabe que el mal no tiene verdadero poder sobre este mundo”

Sábado, 21 de marzo de 2020
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RESURRECCION_DE_LAZAROMensaje a los Amigos del Desierto a propósito de la pandemia del coronavirus

“A los buscadores espirituales se nos pide, en primera instancia, esta doble actitud. Primero llorar, luego mantener la calma”

“Los creyentes, los meditadores, todos los que quieran estar a la altura del desafío que supone esta pandemia, hemos de edificarnos sobre roca”

“Deberíamos saber que los infectados somos nosotros”

En el pasaje evangélico de la resurrección de Lázaro se presenta a Jesús de dos formas reveladoramente contrapuestas. Por una parte está el Jesús que, ante la noticia de la enfermedad de su amigo Lázaro, permanece aparentemente insensible -hasta el punto de dilatar su visita un par de días. El otro Jesús, por contrapartida, se echa a llorar hasta el sollozo cuando es informado de su enfermedad. Conmueve este Jesús que se deshace en lágrimas y sorprende, por el contrario, ese otro Jesús (naturalmente el mismo) que se mantiene entero ante una noticia tan grave. ¿Qué significa esto?

Por un lado, Jesús sabe que el mal no tiene verdadero poder sobre este mundo, sabe que su dominio es sólo relativo y temporal. De ahí que se mantenga tan sereno y ecuánime ante la desgracia de su buen amigo Lázaro. Sabe que, pase lo que pase, no será fatal.

Ahora bien, ante el desgarro de Marta y María -sus amigas, deshechas por la pérdida de su hermano-, y ante la generalizada desolación que reina en Betania, su lugar de descanso, Jesús responde con el llanto, abrumado por la terrible y sucia marea del mal, que termina por emponzoñarlo todo. Ese mal ha sido ya vencido por Dios -así lo dicta la fe cristiana-, pero sus secuelas siguen devastando al hombre. Jesús, Cristo, sabe mantenerse en calma, cual maestro, cuando el mal llama a su puerta; pero también sabe responder con un corazón apasionado cuando asiste al estrago de sus obras.

Ante la crisis mundial suscitada por la pandemia del coronavirus, a los cristianos -y a los buscadores espirituales en general- se nos pide, en primera instancia, esta doble actitud. Primero llorar, luego mantener la calma. No sólo mantener la calma, también es necesario llorar.

Llorar porque hemos metido el pie en la trampa y porque ahora sufrimos por los dolores del cepo. Llorar porque decimos que la vida es una trampa, convencidos de que hay que acostumbrarse a tener el pie en el cepo. Llorar, sin embargo, no es tan sencillo. Uno llora al principio. Luego se acostumbra y se cansa y, simplemente, deja de llorar. No hay que llorar tanto, nos decimos entonces. Esto no lleva a ninguna parte. Y nos sonamos los mocos y nos llenamos de ruido para olvidarnos de las lágrimas que siguen corriendo durante largo tiempo por dentro.

Llorar es lo más urgente y primordial, eso no conviene olvidarlo. Llorar es purificar. Hay que pasar por la purificación antes de llegar a la iluminación. Debemos llorar por quienes ya han muerto por este virus, por la muerte que quiere apoderarse de nosotros. Llorar por los que están infectados y por los que se infectarán. Por el egoísmo de quienes sólo piensan en salvarse ellos mismos y por la emoción que despierta ver a quienes aman a los demás. El cuerpo debe hacer su trabajo para que luego pueda entrar en juego el alma. El cuerpo debe expresar lo que el alma tiene dentro para poder dar paso a lo siguiente. El cuerpo es el primero que responde ante el mal; el alma sólo acude de verdad cuando recibe esta llamada. Todo lo demás es un altruismo peligroso. Porque la buena voluntad no basta, no tiene fuelle para sostener una situación que puede alargarse durante meses. Los creyentes, los meditadores, todos los que quieran estar a la altura del desafío que supone esta pandemia, hemos de edificarnos sobre roca.

“Nos sonamos los mocos y nos llenamos de ruido para olvidarnos de las lágrimas que siguen corriendo durante largo tiempo por dentro”

Segunda actitud: la calma. ¿Cómo se hace para mantener la calma? Hay un secreto: Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios (Jn. 11, 4), dice Jesús cuando es informado de la enfermedad de su amigo. Eso es fe: saber que todo lo que sucede y como sucede es para Su gloria. Esta es la confianza que se nos pide en esta situación: creer que todo cuanto sucede – bueno, malo o neutro- es en último término para bien. Ver lo que acontece no como una amenaza, sino como una ocasión para fortalecer el carácter y la relación con los otros y con Dios.

Esa confianza básica no se improvisa, se entrena con silencio y oración. Hoy -huelga decirlo- la fe está muy denostada. Se confunde con ingenuidad infantil o con una piedad obsoleta y sentimental. Casi nadie comprende ya el coraje de creer, el temple que implica confiar. Pocos entienden que la esperanza sea una virtud, la equivocan con un simple talante optimista o con una mera actitud positiva. Una virtud, sin embargo, es siempre fruto de un cultivo o de un entrenamiento. Esto implica una escucha, un descubrimiento, una disciplina, una perseverancia… Lo que debe en un adulto morir para que pueda nacer en él la verdadera esperanza es precisamente la piedad edulcorada y la devoción pueril. Pero no es fácil vivir sin emociones reconfortantes, como tampoco lo es seguir adelante sin agarrarnos a las ficticias promesas de la magia o las de los falsos profetas, cada vez más numerosos.

“Hoy la fe se confunde con ingenuidad infantil o con una piedad obsoleta y sentimental”

Lázaro es el amigo muerto que hay en nosotros, deberíamos saberlo. Deberíamos saber que los infectados somos nosotros. Sólo cuando descubrimos que este mal lo padecemos todos (y esa es la experiencia de la comunión, que sólo da el espíritu), sólo entonces drena el corazón. Ese corazón humano, tan ensuciado por años de errores, va purificándose en la medida en que sabemos que las heridas del mundo son las nuestras.

Esta pandemia nos da la oportunidad de dar un paso de gigantes en nuestra condición humana. En este tiempo de encerramiento domiciliario, decretado por las autoridades, se nos brinda la ocasión -siempre buscada, pocas veces encontrada- de sanar de raíz el corazón: de vaciarlo de estupidez, de vanidad, de ruido…, de sanarlo con meditación y buenas acciones. De darnos cuenta lentamente, como siempre va el Espíritu, de que esta vida es temporal y de que somos peregrinos. Quizá lo habíamos olvidado, quizá preferíamos no pensarlo. Presos por la agitación de estos primeros días, descolocados por la magnitud de la noticia, incrédulos, escépticos, preocupados, miedosos…, ahora ha llegado el momento de mirarnos por dentro para que todo vaya colocándose en su sitio. Cuando el corazón está en su sitio, todo lo demás se recoloca: los instintos -hasta entonces tiranos- dejan de exigir la primacía; la mente -finalmente desplazada- abandona los pensamientos obsesivos y estériles.

Primero, pues, has de separarte de los demás (quedarte en casa, como se te ha ordenado); luego de ti mismo (ponerle a Él en el centro, desatender los infinitos reclamos del ego, lleno siempre de miedo y preocupación); finalmente se te regala un corazón puro, en cuyo centro -¡oh sorpresa!- te encuentras con los demás y contigo mismo.

“Presos por la agitación de estos primeros días, descolocados por la magnitud de la noticia, incrédulos, escépticos, preocupados, miedosos…, ahora ha llegado el momento de mirarnos por dentro para que todo vaya colocándose en su sitio”

Fuente Religión Digital

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Vida espiritual

Sábado, 29 de febrero de 2020
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Estamos aún en los bajos fondos, en los sótanos de la vida espiritual: también nosotros, que algunas veces nos mostramos un tanto burócratas, debemos ascender a la planta superior. Subir a la planta superior significa en nuestro caso superar la frialdad de un derecho sin caridad, de un silogismo sin fantasía y sin inspiración, de un cálculo sin pasión. Significa superar la frialdad de un logos sin sophia, de un discurso sin sabiduría y sin corazón. Significa no contentarnos con el acopio de nuestras pequeñas virtudes humanas, como si éstas pudieran comprarnos el Reino de Dios, cuando sabemos que es el Señor quien nos da la fuerza para ser buenos y humildes. En efecto, el Señor no nos ama porque seamos buenos, sino que nos hace ser buenos porque nos ama… María, inquilina acostumbrada a la planta superior, nos alivia de un estilo pastoral «atareado», sin inspiración, de una experiencia de oración requerida sólo por el guión, sin sobresaltos de fantasía, sin emoción. Nos rescata del achatamiento de nuestra vida interior en el ámbito de las trivialidades, del afán de las cosas por hacer que nos impiden elevarnos a ti.

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A. Bello,
Cirenei della gioia,
Cinisello B. 1995, pp. 44ss

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 Foto Freepiks

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