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Entradas Etiquetadas ‘Interioridad’

Ecuanimidad

Viernes, 8 de noviembre de 2024

Del blog Pays de Zabulon:

Por zabulon el 7 de octubre de 2024

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Titán de Philip Timmermans

Imperturbable Titán ...

Cuando te veas obligado por las circunstancias a sentirte confuso e indefenso, vuelve  a ti mismo  cuanto antes, y no pierdas la medida más de lo necesario. Serás tanto más dueño de tu armonía interior cuanto más frecuentemente regreses a ella“.

*

Marco Aurelio

***

Con un comentario original sobre esta cita de Marc-Arrèle de Gianni Bergandi:

Muchos de los consejos que se dan en los libros sapienciales de la Biblia apuntan en esta dirección. Y en definitiva, respecto a los rumores y temores fundados o irracionales sobre el fin de los tiempos, ésta es también la instrucción de Jesús a sus discípulos: no os dejéis turbar, seguid haciendo lo que tenéis que hacer.

De ahí la elección de esta imagen que representa a un titán, imperturbable, que continúa con su tarea de mantener el universo entre el cielo y la tierra. En la mitología griega, los Titanes son hijos de Urano, dios del cielo (en su noche estrellada que muestra la inmensidad del mundo) y de la tierra (Gaia), diosa de la tierra. Gigantes con una fuerza impresionante, reconocen como soberano a Cronos, el más joven de ellos y el dios dueño del tiempo. La leyenda griega afirma que los hombres aparecieron durante el reinado de Cronos y que vivían entonces una existencia feliz y pacífica sin necesidad de trabajar, muy parecida a la descripción del Edén en el Génesis.

Sobre la foto : Titan, 1957, escultura de Philip Timmermans.

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Hacia una Epifanía interior

Sábado, 5 de octubre de 2024
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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La imagen de los Reyes Magosque encontramos en las primeras páginas del Nuevo Testamento puede servirnos como una metáfora guía. Esos peregrinos arquetípicos se embarcaron, al igual que nosotros ahora, en la búsqueda sagrada de una epifanía. Y nosotros, como todos los peregrinos, debemos caminar simultáneamente en dos direcciones: el exterior y el interior.

Dos direcciones que son una sola en Cristo. Porque en Cristo no hay nada espiritual al margen de lo material, ningún movimiento hacia Dios que no sea a la vez un movimiento hacia los demás. Los contemplativos no se contentan con examinar los Evangelios con la distancia crítica de un extraño, sino que rumian desde lo más profundo de sus corazones, donde esa misma estrella de los Reyes Magos podría guiarlos a una epifanía interior de Cristo. Por eso, los Evangelios que leemos, la peregrinación en la que nos embarcamos, no conducen, en última instancia, a un lugar, sino a una persona.

Nos referimos al carácter único del cristianismo entre las religiones monoteístas del mundo. En su centro no hay un lugar sagrado, ni un libro sagrado, ni un símbolo venerado, sino una persona encarnada, un corazón humano, el de Jesús de Nazaret, cuyo espíritu mora e impregna todo y en el que todas las cosas están reconciliadas y unificadas (Col 1,20). En Cristo, todos los modos de comprender nuestra separación de Dios y de los demás se presentan como ilusorios.

El nombre que los Evangelios dan a la realización histórica de esta unidad es el “reino de Dios“, entendido más bien no como un lugar o una promesa futura, sino como una realidad presente constituida por una nueva visión de las relaciones humanas enraizada en el ministerio, y más aún en la persona del propio Jesús, Así, pues, el reino es tanto una realidad interior (Mt 5,3) como algo históricamente tangible (Mt 25, 1-46). Esta unión de lo espiritual y lo tangible refleja una mística cristiana única arraigada en la encarnación”.

*

Vincent Pizzuto

Contemplar a Cristo

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“Activemos el parón veraniego”, por Gabriel María Otalora

Viernes, 16 de agosto de 2024
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IMG_6351De su blog Punto de Encuentro:

No hace tanto que el verano era sinónimo de recogida de la cosecha, más  que tiempo de descanso. Siguiendo el curso escolar (de septiembre a agosto), la estación veraniega resulta propicia para un sano parón y para hacer recuento de nuestra propia cosecha.

Lo mejor de todo es que mientras nosotros descansamos, Dios no descansa en su amor. Dormimos mientras Dios vela por nosotros. Qué paz interior cuando siento estas realidades. El Espíritu no descansa y vela siempre, no solo por mí; lo hace por todos y por todas, grandes y pequeños, buenos y no tan buenos. En vacaciones, Dios sigue de guardia sin desmayar en su amor incondicional. Esta es nuestra fe que azuza al compromiso para ser instrumentos de paz y descanso para otros.

 Estamos en un tiempo propicio para la introspección, acostumbrados como estamos a vivir “hacia fuera”, hiper estimulados más que nunca desde que la tecnología nos acerca a casi todo con un sencillo clic en el móvil. En este sentido, tiempos de descanso como el verano, pueden actuar como un cuchillo: que sirve para cortar el pan o para cortarnos un dedo. Depende de cada cual estimularse todavía más de fuera hacia dentro, o respirar espiritualmente desde un ejercicio de interioridad.

Nuestra cultura propicia la intrafobia o incapacidad -¿miedo?- para dialogar con las capas menos superficiales de nuestro interior, algo necesario para encontrarse con la esencia íntima personal; tememos a nuestras propias reacciones, aunque puedan ser sorprendentemente liberadoras. Miedo a las emociones por no haber practicado la introspección; o pereza por recuperar actitudes de oración, en el caso cristiano. Las causas pueden ser numerosas, lo importante no es detenerse ahí sino repensar la vida desde adentro, día a día, no desde fuera. A pesar de la cultura líquida, se constata una sed cada vez mayor de interioridad ante tanta insatisfacción. Y se vuelve la mirada a la atracción de los valores espirituales, sobre todo el potencial que el amor tiene como fundamento humano esencial.

Está de moda la meditación, bastante más que la oración. Hemos dejado de creer en su valor de relación amorosa, transformadora. Esa sed de autenticidad desde el corazón humano, ha propiciado muchas experiencias que buscan llegar al interior, como ocurre con la oración, donde la vulnerabilidad aceptada se convierta en creatividad; porqué no, si nos aceptamos en el amor que Dios nos tiene para impulsarnos hacia la mística del compromiso.

Leo en el último número de la revista franciscana Arantzazu una reflexión de Orla Hasson, experta en liderazgo, sobre la meditación. Ella nos dice que “una oracioncita de mañana y noche no es suficiente para centrarme en tiempos inciertos”. Y de seguido, recuerda el consejo del neurocientífico Andrew Newberg sobre los beneficios de sentarte a observar y conectar con una imagen de Dios amorosa y generosa. Según él, esta introspección puede reducir los niveles de ansiedad y depresión, así como aumentar niveles de seguridad y amor en las personas.

Más adelante, Hasson confiesa que la contemplación ignaciana “siempre es mi preferida” y propone 12 minutos al día de introspección. Lo importante es escribir, apuntar y “digerir descubrimientos y avances” en nuestras actitudes y conductas.

El problema pues, no es solo que la ciencia no piensa, como dijo Martin Heidegger. Tan peligroso como esa tecnocracia bien visible, es la superficialidad engañosa que nos convierte en adolescentes perpetuos.

Feliz agosto a todos y todas.

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Cristo es la Transparencia

Martes, 6 de agosto de 2024
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Dios mismo vino sobre la tierra como un pobre,
como un humilde.
Vino a través de Cristo Jesús.
Dios permanecería lejos de nosotros si
Cristo no fuera la transparencia.
Desde el comienzo Cristo estaba en Dios.
Desde el nacimiento de la humanidad,
era palabra viva.
Vino sobre la tierra para hacer accesible
la confianza de la fe.
Resucitado, hace su morada en nosotros,
nos habita por el Espíritu Santo.
Y descubrimos que el amor de Cristo se expresa ante todo
por su perdón y por su presencia continua dentro de nosotros.

*

“15 días con el Hermano Roger de Taizé “
escrito por Sofía Laplane
Editorial Ciudad Nueva

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En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago y subió al monte para orar.

Mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente.

En esto aparecieron conversando con él dos hombres. Eran Moisés y Elías,  que, resplandecientes de gloria, hablaban del éxodo que Jesús había de consumar en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros, aunque estaban cargados de sueño, se mantuvieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos que estaban con él.

Cuando éstos se retiraban, Pedro dijo a Jesús:

Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Vamos a hacer tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Pedro no sabía lo que decía. Mientras estaba hablando, vino una nube y los cubrió, y se asustaron al entrar en la nube. De la nube salió una voz que decía:

Este es mi Hijo elegido; escuchadlo.

Mientras sonaba la voz, Jesús se quedó solo. Ellos guardaron silencio y no contaron a nadie por entonces nada de lo que habían visto.

*

Lucas 9,28b-36

***

Si supiéramos reconocer el don de Dios, si supiéramos experimentar estupor, como el pastor Moisés, ante todas las zarzas que arden en los bordes de nuestros caminos, comprenderíamos entonces que la transfiguración del Señor -la nuestra- empieza con un cierto cambio de nuestra mirada. Fue la mirada de los apóstoles la que fue transfigurada; el Señor permanece el mismo.

La cotidianidad de nuestra vida, trivial y extraordinaria, debería revelar entonces su deslumbrante profundidad. El mundo entero es una zarza ardiente, todo ser humano -sea cual sea la impresión que suscita en nosotros- es esta profundidad de Dios.

Todo acontecimiento lleva en él un rayo de su luz. Nosotros, que hemos aprendido a mirar hoy tantas cosas, ¿hemos aprendido los datos elementales de nuestro oficio de hombres? Se vive, en efecto, a la medida del amor, pero se ama a la medida de lo que se ve. Ahora, en la transfiguración, nuestra visión participa en el misterio, de ahí que el amor esté en condiciones de brotar de nuestros corazones como fuego que arde sin consumir, y así puede enseñarnos a vivir.

Debemos pasar de la somnolencia de la que habla el evangelio a la auténtica vela, a la vigilancia del corazón. Cuando despertemos se nos dará la alegría inagotable de la cruz. Al ver, por fin, en la fe, al hombre en Dios y a Dios en el hombre -Cristo- nos volveremos capaces de amar y el amor saldrá victorioso sobre toda muerte.

El Señor se transfiguró orando; también nosotros seremos transfigurados únicamente en la oración. Sin una oración continua, nuestra vida queda desfigurada. Ser transfigurados es aprender a ver la realidad, es decir, a nuestro Dios, a Cristo, con los ojos abiertos de par en par. Ciertamente, en este mundo de locos, siempre tendremos necesidad de cerrar los ojos y los oídos para recuperar un cierto silencio. Es necesario, es como una especie de ejercicio para la vida espiritual. Sin embargo, la vida, la que brota, la vida del Dios vivo, es contemplarlo con los ojos abiertos. Él está en el hombre, nosotros estamos en él. Toda la creación es la zarza ardiente de su parusía. Si nosotros «esperásemos con amor su venida» (2 Tim 4,8), daríamos un impulso muy diferente a nuestro servicio en este mundo .

*

J. Corbon,
La alegría del Padre, Magnano 1997

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Durante el verano, vuestras hermanas y hermanos de Cristianos Gays rezan contigo y por tí. De hecho, nuestro deseo es vivir nuestra vida cotidiana, iluminados interiomente por medio de Jesucristo. Queremos estar cerca de los que pasan las pruebas.

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El Misterio de la Vida

Sábado, 27 de julio de 2024
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03.07.2024

«El Ser es cuidado, atención, ternura… Y tú también, en el misterio de tu ser más verdadero, más allá de toda unidad y dualidad, tú también eres ESO… “En Él vivimos, nos movemos y existimos”» (José Arregi).

Es complicado hablar de Dios, del Misterio de Dios, del misterio que nos habita y del que formamos parte. Porque todo lo que podamos hablar de Dios es mera aproximación, intuiciones expresadas con lenguaje humano, virtudes que sublimamos para comunicar qué es lo más importante de nuestra vida. Y, al final, las palabras resultarán preciosas, pero no nos habremos acercado ni un milímetro a la realidad de Dios, del Misterio que nos circunda y nos constituye.

No obstante, además del lenguaje corporal (tan importante en la relación entre los seres humanos), las personas nos comunicamos por medio del lenguaje. De ahí la necesidad de establecer ideas que manifiesten lo inexplicable. Los teólogos y filósofos de las distintas religiones, culturas e ideologías, han intentado acercarse a esta Realidad, al Ser por excelencia, a Quien nos une y plenifica.

Los más sabios, es decir, quienes no creen que sus palabras y certidumbres sean dogmas de fe (muy al contrario, se mantienen siempre en búsqueda permanente), prefieren, al final, callar y quedar en silencio ante lo Indefinible. Más que las palabras o los razonamientos, siendo unas y otros necesarios para una cierta comprensión de Dios, lo que más nos puede acercar a su Misterio es la experiencia mística, empapada de espiritualidad encarnada. Nada queda fuera del acercamiento a la Fuente, que no deja de crear manantiales de agua viva en nuestro interior.

San Agustín llega a decir en un texto memorable: «La verdad estaba en mí, más íntima a mí que lo más interior de mí mismo». Y Jesús también nos dice que «el reinado de Dios está dentro de vosotros». La verdad, el reinado… una Presencia que no está en la estratosfera, como se creía hace siglos, sino dentro de cada uno/a de nosotros/as.

Por eso es importante ahondar en el corazón, en nuestro interior, hacer silencio, buscar momentos de soledad para abismarnos en el buen Padre y Madre Dios que nos habita. Y no es una tarea nada fácil en las sociedades que vivimos y con el ritmo de vida que llevamos. Cada uno/a deberemos buscar los momentos, los lugares, las técnicas y estrategias para entrar en el Infinito oculto en nuestro espíritu.

Pero, junto con esta búsqueda interior, no hay que olvidar, ni dejar de lado al Dios presente también en los demás. Jesús dice que al verle a él, al conocerle y comprobar cómo actúa, veremos y experimentaremos los sentimientos de su Abbá. Y Jesús no se olvidó de la oración, de la inmersión total en el misterio de su yo y en el Misterio del Otro. Pero no podía desligarlo de su entrega y servicio a la causa del Reinado de Dios, de su misericordia y amor por la humanidad, especialmente por los más olvidados y desfavorecidos.

Ahí es donde se prueba de verdad si la espiritualidad está encarnada o no, si es etérea, sin ningún vínculo con la ética y la solidaridad, o comprende y abraza a toda la persona, si impregna la mística con la que vive, se relaciona, comparte, se alegra y sufre con los demás…

Serán pues dichosos quienes descubran esta epifanía del Misterio, que es la Fuente de la vida, la Claridad de cada nuevo día, la máxima Apertura al hondón personal, a la Transparencia de cada persona.

«Felices quienes ahondan y se dejan llenar por el asombroso misterio de la vida».

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Benito de Nursia

Jueves, 11 de julio de 2024
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Benito (Nursia, c. 480 – Montecassino, c. 547) fue el fundador del monacato occidental. Cautivado e impulsado por el Espíritu, abrazó en su edad juvenil un período de absoluta soledad en una cueva de Subiaco; su fama le atrajo algunos discípulos, para los que organizó la vida cenobítica. Primero, en pequeńos monasterios y, después, en el célebre cenobio de Montecassino.

Su Regla reasume sabiamente la tradición monástica oriental y la adapta con discreción al mundo latino. Esta ‘escuela de servicio al Señor‘ se construye en torno a la lectura amorosa de la Palabra de Dios (Lectio Divina), a la liturgia de alabanza desarrollada de manera coral y al trabajo realizado en un clima de caridad fraterna, de humilde y obediente servicio.

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San Benito, Francisco de Zurbaran. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.

El Padre corta todos los sarmientos unidos a mí que no dan fruto y poda los que dan fruto, para que den más fruto.

Vosotros ya estáis limpios, gracias a las palabras que os he comunicado.

Permaneced unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros. Ningún sarmiento puede producir fruto por sí mismo, sin estar unido a la vid, y lo mismo os ocurrirá a vosotros, si no estáis unidos a mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto; porque sin mí no podéis hacer nada.

El que no permanece unido a mí, es arrojado fuera, como los sarmientos que se secan y son amontonados y arrojados al fuego para ser quemados.

Si permanecéis unidos a mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo tendréis.

Mi Padre recibe gloria cuando producís fruto en abundancia, y os manifestáis así como discípulos míos.

*

Juan 15,1-8

***

“Y el Señor, que busca su obrero entre la muchedumbre del pueblo al que dirige esta llamada, dice de nuevo: “¿Quién es el hombre que quiere la vida y desea ver días felices?(Sal 33,13). Si tú, al oírlo, respondes ‘yo’, Dios te dice: “Si quieres poseer la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal, y que tus labios no hablen con falsedad. Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela” (Sal 33,14-15). Y si hacéis esto, pondré mis ojos sobre vosotros, y mis oídos oirán vuestras preces, y antes de que me invoquéis os diré: “Aquí estoy”. ¿Qué cosa más dulce para nosotros, carísimos hermanos, que esta voz del Señor, que nos invita? Ved cómo el Señor nos muestra piadosamente el camino de la vida. Ciñamos, pues, nuestra cintura con la fe y la práctica de las buenas obras, y sigamos sus caminos guiados por el Evangelio, para merecer ver en su Reino a Aquel que nos llamó”

*

Benito,
Regla, prólogo 14-21.

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Sí, la Iglesia y el mundo, por diferentes pero convergentes razones, necesitan que San Benito salga de la comunidad eclesial y social y se rodee de su recinto de soledad y silencio, y desde allí nos haga escuchar el encantador acento de su sosegada oración, desde allí casi nos alabe y acaricie y nos llame a sus claustros, para ofrecernos el cuadro de un taller “del servicio divino”, de una pequeña sociedad ideal, donde finalmente reina el amor, la obediencia, la inocencia, la libertad de las cosas y el arte deusarlas bien, la prepondeancia del espíritu, de la paz. En una palabra, el Evangelio.

Que san Benito vuelva para ayudarnos a recuperar la vida personal; esa vida personal por la que hoy sentimos tanto ansia y afán y que el desarrollo de la vida moderna, a la que se debe el deseo exagerado de ser nosotros mismos, lo sofoca en tanto que lo despierta, lo decepciona al mismo tiempo que lo hace consciente.

Corría el hombre en un tiempo, en los siglos remotos, al silencio del claustro, como corría a ellos Benito de Nursia, para encontrarse a sí mismo. Hoy, no es la carencia de la convivencia social lo que impulsa al mismo refugio, sino la exuberancia. La excitación, el estruendo, la ansiedad, la exterioridad, la multitud amenazan la interioridad del hombre. Le falta el silencio con su genuina palabra interior, le falta el orden, le falta la oración, le falta la paz, le falta él mismo. Para recuperar el dominio y el gozo espiritual de nosotros mismos, tenemos necesidad de  volver a asomarnos al claustro benedictino.

Y una vez recuperado el hombre para sí mismo en la vida monástica, es recuperado para la Iglesia. El monje tiene un puesto de privilegio en el Cuerpo Místico de Cristo, una función tanto más providencial y urgente como nunca.

*

Pablo VI
Discurso después de la Consagración de la Basílica de Monte Casino el día 24 de octubre de 1964.

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“El monasterio interior”, por Gabriel María Otalora

Sábado, 6 de julio de 2024
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IMG_5678De su blog Punto de Encuentro:

| Gabriel Mª Otalora

En tradiciones y épocas muy distintas, hombres y mujeres han buscado lugares donde encontrarse a sí mismos. Desde luego que no pasamos por el mejor momento en esto de la interioridad espiritual. Aun así, junto al materialismo que nos ahoga hacia fuera, se van implantando semillas de introspección que buscan la recuperación de paradigmas éticos universales. Son esfuerzos éticos sembradores pugnando por desafiar al estruendo que mantiene la esencia humana en la superficialidad. Nosotros, los cristianos, también estamos atrapados en la vorágine de lo inmediato aunque, como decía, se vislumbran caminos de espiritualidad que nos acompañan en la ya difícil espiritualidad de mínimos (exigencia ética), y no digamos en la espiritualidad desde Cristo (como una oferta más radical), atrapados en el consumismo que se expande con demasiada facilidad.

Dicha reacción todavía débil ante semejante ahogamiento interior nos desafía a recuperar un proyecto de vida espiritual, personal, pero conectado en comunidad para que el camino se realice de manera compartida y solidaria, en crecimiento mutuo. Dándole vueltas a esto, me encuentro con la experiencia del Monasterio Wi-Fi creado por un grupo de monjas amigas en su pretensión de facilitar la oración también a través de este medio. La experiencia inicial reunió en el encuentro celebrado en Roma a mil personas. Lo llamaron ´Primer Capítulo General del Monasterio de Wi-Fi´ centrado en la vida espiritual. Año a año, dichas reuniones se han consolidado hasta congregarse 3.600 personas venidas de toda Italia.

¿Fue casualidad que sean mujeres? Las iniciadoras de este movimiento responden que, “después de todo, ¿no es María quien nos invita a seguir a Jesús?” Con el tiempo nacieron una veintena de “monasterios locales” en Italia donde todas esas personas se reúnen una vez al mes para meditar sobre el tema abordado en el Capítulo general anual y proponer iniciativas.

El monasterio tradicional es un lugar de espiritualidad en soledad y, a la vez, unión en comunidad. Es un espacio exteriormente visible y palpable que sin embargo oculta un interior íntimo de difícil acceso. Esta experiencia on line incardinada en el día a día va más allá de la espiritualidad que transforma los espacios sociales y mentales, al incluir también los espacios simbólicos, esos que nos facilitan una relación fluida entre el espacio exterior y el interior de cada cual, pero siempre en referencia a otro. No puede ser un monólogo, sino diálogo con el Tú. El monasterio interior, pues, es un espacio de oración y al vez de de actitud práctica que despliega todo el potencial humano que atesoramos. Cada una de estas aproximaciones discurre por caminos, contextos y épocas diversas hasta el tiempo contemporáneo, donde seguimos buscando nuevos espacios en construcción desde los que realizarnos espiritualmente más allá del materialismo decadente que nos desborda.

Mientras la monumentalidad y la simbología exterior del monasterio tradicional remiten a la arquitectura interior, la iniciativa de monasterio virtual en medio de la cotidianeidad abre otra ventana a lo esencial. Ahora se nos brinda esta vía para localizarse cada uno interiormente gracias a las nuevas tecnologías que proponen pasar del interior del monasterio físico como posibilidad siempre, a otro espacio simbólico de acceso a lo esencial. Y lo esencial, en cristiano, pasa por hacernos comunidad enraizada en Cristo tejiendo un vínculo relacional con Él para, de esta manera, tejernos en amor a los demás; la necesidad existencial de comunicarnos espiritualmente alcanza a la oración como sinónimo de comunicación con Alguien que me ama porque no estoy solo, ni las leyes de la naturaleza son ajenas a mi existencia y al sentido vital.

Orar, tan infravalorado hoy, es la palanca que me facilita la reconciliación con el Otro y me impulsa al perdón amoroso a quien me aborrece. No nos bastamos a nosotros mismos; necesitamos sentirnos vulnerables en esta alteridad para no actuar con soberbia. Todo esto es algo que la comunicación virtual puede potenciar sin salirnos de lo cotidiano, como lo están proponiendo estas monjas impulsadoras del monasterio interior, desde lo virtual, como una experiencia novedosa de soledad acompañada sin dejar de ser sal del mundo. Solamente desde la razón, no es posible acceder a nuestro mejor Yo. Busquemos y encontraremos, también a través de internet. El medio facilita el fin.

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Zambullirnos en nuestro propio vacío.

Viernes, 14 de junio de 2024
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“El tramo final en el camino hacia la santidad en Cristo consiste, pues, en abandonarse por entero, confiada y gozosamente, a la aparente locura de la cruz. “La palabra de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en vías de salvación -para nosotros- es fuerza de Dios” (1 Corintios 1,18). Esta locura, la necedad de renunciar a toda preocupación por nosotros mismos tanto en el orden material como en el espiritual, para poder confiarnos a Cristo, equivale a una especie de muerte de nuestro yo temporal. Es un acto de total abandono, pero es también un salto definitivo hacia el gozo.

La capacidad de realizar este acto, de abandonarnos, de zambullirnos en nuestro propio vacío y encontrar allí la libertad de Cristo en toda su plenitud, es algo inasequible a todos nuestros esfuerzos y planes meramente humanos. No podemos lograrlo relajándonos ni esforzándonos, pensando o dejando de pensar, actuando o dejando de actuar. La única respuesta es una fe perfecta, una esperanza exultante, transformada por un amor absolutamente espiritual a Cristo que es puro don suyo, pero que nosotros podemos disponernos a recibirlo con fortaleza, humildad, paciencia y, sobre todo, con simple fidelidad a su voluntad en todas las circunstancias de nuestra vida ordinaria”.

*

Thomas Merton
Vida y santidad

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Encontrar a Dios.

Jueves, 11 de abril de 2024
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Si vas al fin del mundo, encontrarás la huella de Dios;

si vas al fondo de ti mismo, encontrarás a Dios”.

*

 Madeleine Delbrêl

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“Pájaros sin bandada”, por Dolores Aleixandre

Jueves, 16 de noviembre de 2023
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IMG_1094De su blog Un grano de mostaza:

Muchos no aciertan a conectarse con su propia dirección interior

“Una tarde, a finales de Agosto, cuando las aves habían comenzado su emigración, vi a una de ellas completamente sola. Había perdido a su bandada. Con todo, seguía su viaje en el cielo solitario. Llevaba la dirección en su interior. ¿Tendría yo alguna dirección en mi interior?”.

 Se lo pregunta  Theodor Kallifatides en su libro Otra vida por vivir  y me resulta un tema  inquietante en un mundo en el que tanta gente se siente  sin bandada y no acierta a conectarse con su dirección interior. Es evidente que no abundan las “bandadas fiables”  y basta fijarse en la facilidad con la que los partidos políticos abandonan a los “pájaros” que no les resultan ya rentables. O en la decepción de las mujeres afganas que, al cumplirse dos años de la llegada de los talibanes, se sienten dejadas a su suerte por el resto de la comunidad global.

 Pero en vez de situarnos desde la perspectiva del pájaro-abandonado, vamos a hacerlo desde la realidad de nuestra pertenencia a distintas bandadas  sociales o eclesiales y preguntarnos por nuestra reacción cuando “se despista” y se separa algún pájaro de nuestra misma especie. Mirando hacia la Iglesia,  ahí está la incansable búsqueda por parte  de Francisco de promover encuentros con Patriarcas, Metropolitas, Archimandritas o como quiera que se llamen – disculpen mi incultura ecuménica…- los jefes de Iglesias que han dejado de pertenecer a la bandada católica. Cuánta sabiduría en ejercicio, cuántos pasos de aproximación, cuántos gestos de respeto y de humildad.

Y aunque me cueste reconocerlo, no siempre es ese el estilo de comportamiento de la bandada-vida-religiosa hacia los pájaros y pájaras que se separan de ella y con frecuencia se gestionan fatal las salidas. Si cualquier vocación  es siempre una aventura abierta al viento de lo imprevisto y algunos deciden volar por libre, nadie debería juzgar su opción como “descarrilada” sino tratar de cuidarlos en esos momentos  difíciles.

Creo que si yo estuviera en situación de pájaro-recién-separado, agradecería mucho que mi antigua  bandada no se desentendiera de mí,  sino que siguiera ofreciéndome discretamente apoyo y amistad fiel mientras iba encontrando mi propia dirección interior.

(Vida Nueva, Septiembre 2023)

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Espacio interior

Sábado, 7 de octubre de 2023
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Del blog Nova Bella:

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“A través de todos los seres se exiende un espacio:

el espacio interior del mundo”.

*

Rilke

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El fuego en mi interior.

Sábado, 19 de agosto de 2023
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Del blog Nova Bella:

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Centrar en tus ojos mi mirada,
Cantar contigo al alba

*

Alex Ubago

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Cristo es la Transparencia

Domingo, 6 de agosto de 2023
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Del mismo modo que el episodio de la transfiguración prepara en el evangelio a los apóstoles para entrar en la comprensión del misterio de la pasión-muerte de Jesús, así también en la Iglesia, casi con el mismo propósito, se celebra la fiesta de la Transfiguración cuarenta días antes de la correspondiente a la Exaltación de la Cruz. La fiesta de la Transfiguración ya aparece desde el siglo V en el calendario de la liturgia oriental para recordar la subida de Jesús al monte Tabor con Pedro, Santiago y Juan, testigos privilegiados de su gloria. El episodio está atestiguado de manera concorde por los evangelios sinópticos. La fiesta se difundió rápidamente también en la Iglesia romana, pero no fue introducida oficialmente hasta el año 1457, con ocasión de una victoria obtenida contra los turcos. 

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Dios mismo vino sobre la tierra como un pobre,
como un humilde.
Vino a través de Cristo Jesús.
Dios permanecería lejos de nosotros si
Cristo no fuera la transparencia.
Desde el comienzo Cristo estaba en Dios.
Desde el nacimiento de la humanidad,
era palabra viva.
Vino sobre la tierra para hacer accesible
la confianza de la fe.
Resucitado, hace su morada en nosotros,
nos habita por el Espíritu Santo.
Y descubrimos que el amor de Cristo se expresa ante todo
por su perdón y por su presencia continua dentro de nosotros.

*

“15 días con el Hermano Roger de Taizé “
escrito por Sofía Laplane
Editorial Ciudad Nueva

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En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:

“Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.” Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:

“Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.”

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:

“Levantaos, no temáis.”

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:

“No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.”

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Mateo 17,1-9

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Si supiéramos reconocer el don de Dios, si supiéramos experimentar estupor, como el pastor Moisés, ante todas las zarzas que arden en los bordes de nuestros caminos, comprenderíamos entonces que la transfiguración del Señor -la nuestra- empieza con un cierto cambio de nuestra mirada. Fue la mirada de los apóstoles la que fue transfigurada; el Señor permanece el mismo.

La cotidianidad de nuestra vida, trivial y extraordinaria, debería revelar entonces su deslumbrante profundidad. El mundo entero es una zarza ardiente, todo ser humano -sea cual sea la impresión que suscita en nosotros- es esta profundidad de Dios.

Todo acontecimiento lleva en él un rayo de su luz. Nosotros, que hemos aprendido a mirar hoy tantas cosas, ¿hemos aprendido los datos elementales de nuestro oficio de hombres? Se vive, en efecto, a la medida del amor, pero se ama a la medida de lo que se ve. Ahora, en la transfiguración, nuestra visión participa en el misterio, de ahí que el amor esté en condiciones de brotar de nuestros corazones como fuego que arde sin consumir, y así puede enseñarnos a vivir.

Debemos pasar de la somnolencia de la que habla el evangelio a la auténtica vela, a la vigilancia del corazón. Cuando despertemos se nos dará la alegría inagotable de la cruz. Al ver, por fin, en la fe, al hombre en Dios y a Dios en el hombre -Cristo- nos volveremos capaces de amar y el amor saldrá victorioso sobre toda muerte.

El Señor se transfiguró orando; también nosotros seremos transfigurados únicamente en la oración. Sin una oración continua, nuestra vida queda desfigurada. Ser transfigurados es aprender a ver la realidad, es decir, a nuestro Dios, a Cristo, con los ojos abiertos de par en par. Ciertamente, en este mundo de locos, siempre tendremos necesidad de cerrar los ojos y los oídos para recuperar un cierto silencio. Es necesario, es como una especie de ejercicio para la vida espiritual. Sin embargo, la vida, la que brota, la vida del Dios vivo, es contemplarlo con los ojos abiertos. Él está en el hombre, nosotros estamos en él. Toda la creación es la zarza ardiente de su parusía. Si nosotros «esperásemos con amor su venida» (2 Tim 4,8), daríamos un impulso muy diferente a nuestro servicio en este mundo .

*

J. Corbon,
La alegría del Padre, Magnano 1997

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Durante el verano, vuestras hermanas y hermanos de Cristianos Gays rezan contigo y por tí. De hecho, nuestro deseo es vivir nuestra vida cotidiana, iluminados interiomente por medio de Jesucristo. Queremos estar cerca de los que pasan las pruebas.

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“La Libertad empieza dentro”, por Pedro Miguel Lamet

Viernes, 4 de agosto de 2023
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IMG_0055Leído en su blog:

El escalón básico para ser libre es tener acceso a la alimentación, la habitación, la salud, la cultura, la relación humana…

Tenía razón el padre Baltasar Gracián, que sufrió los sinsabores de la persecución por sus ideas, al decir que “no hay señorío mayor que la libertad de corazón”

Al cabo de los años he descubierto que libertad es responder a lo más hondo de mí mismo, al horizonte que llevo inscrito en mi interiorLa verdadera religión hace hombres libres y quita los miedos. Permite leer de otra manera el universoEs cierto que tenemos que vivir en el mundo de la manifestación, de la apariencia, que es temporal y cambiante, pero basta con contemplar ese no sé qué que hay detrás, algo no tornadizo que llevo dentro para ser libre en cualquier estado o condición.

Ante las próximas elecciones me pregunto una vez más: ¿Qué es libertad? ¿Poder elegir lo que quiero? ¿Poder expresarme, reunirme, votar, realizarme sin restricciones?

No voy a entrar en disquisiciones filosóficas sobre el término. Me interesa la vida. Por ejemplo, el escalón básico para ser libre es tener acceso a la alimentación, la habitación, la salud, la cultura, la relación humana. En este sentido, hay un tercio de la humanidad que no disfruta de las condiciones esenciales de la libertad.

Pero, cuando tienes un plato para comer, un lecho para descansar y un libro para leer, ¿eres libre?

Cuando el adolescente pide libertad, generalmente habla de poder “hacer lo que le dé la gana”. Este tipo de libertad, si se ejerce, suele acabar con el deterioro de la persona.

Personalmente tuve experiencias muy duras respecto a la libertad de expresión que me fue coartada en varias ocasiones de mi vida. En mi caso la palabra ha sido un sacramento de liberación. Tenía razón el padre Baltasar Gracián, que sufrió los sinsabores de la persecución por sus ideas, al decir que “no hay señorío mayor que la libertad de corazón”. O cuando Shakespeare confesaba a través de uno de sus personajes que “me pueden encerrar en una nuez, pero soy dueño de los espacios infinitos”.

En aquellos tiempos difíciles para la lírica y la libertad de expresión, especialmente en la Iglesia, felizmente superados con el papa Francisco, la creación literaria ha supuesto para mí nada más y nada menos que respirar nuevos aires de libertad, trasladarme a otros mundos abiertos, y recuperar de alguna manera los horizontes del mar de mi infancia, es decir la capacidad de ver y sentir a Dios en la vida, contemplándose en el espejo de su universo.

Pero hay un paso más. Al cabo de los años he descubierto que libertad es responder a lo más hondo de mí mismo, al horizonte que llevo inscrito en mi interior. La percepción mística (no hay que asustarse del término) es directa, no es un pensamiento, está más allá del pensamiento. A veces aparece entre dos respiraciones, al escuchar una música, al leer un poema, al contemplar un árbol. Es como si captaras el ser en el Ser. No por mucho razonar se encuentra la verdad y la libertad interior. Así sucede, por ejemplo, en los momentos claves de la vida: cuando te enamoras, te nace un hijo, en un momento de gran alegría o dolor.

No depende de que seas joven o viejo, guapo o feo, sano o enfermo: siempre eres.

La verdadera religión hace hombres libres y quita los miedos. Permite leer de otra manera el universo: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré”. La verdadera religión no es una moral, ni un puñado de dogmas, sino una actitud por la que te sientes parte de un Todo. ¡Cuántos oprimidos por el sentimiento de culpa, de raza, de género, de nación, de normas absurdas, de mil sectas!

Es cierto que tenemos que vivir en el mundo de la manifestación, de la apariencia, que es temporal y cambiante, pero basta con contemplar ese no sé qué que hay detrás, algo no tornadizo que llevo dentro para ser libre en cualquier estado o condición.

Eso no quita que haya que luchar por la libertad exterior, sobre todo contra la explotación de los más esclavizados de nuestro mundo.

Pero la verdadera libertad empieza siempre dentro, y esa nada ni nadie te la puede arrebatar, es el agua de la Samaritana que quita la sed y supera incluso la muerte, que “salta a la vida eterna”.

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Alumbrar belleza

Miércoles, 2 de agosto de 2023
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Del blog de Miguel Ángel Mesa, Otro mundo es posible:

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Decía Jorge Luis Borges: «Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso».

Para que una persona pueda emprender una búsqueda interior, o dejarse deslumbrar por lo insólito en su existencia, antes debe tener unas mínimas condiciones de vida dignas. No se puede contemplar con el estómago vacío, con frío o con la terrible preocupación de no tener un trabajo que me permita conseguir los bienes necesarios para mi familia.

Entonces sí que se puede compartir la frase que dijo Jesús en el desierto: «No solo de pan vive el hombre y la mujer». Porque los seres humanos también nos alimentamos de belleza. Pan y belleza deben ir juntos. Pan y rosas, para alimentar y embellecer mi propia vida y la de los demás.

La belleza es también un deseo al que no se puede renunciar nunca, sino que debemos continuar siempre buscándolo sin descanso.

La belleza se muestra normalmente desde el exterior del ser que la ofrece: un rostro hermoso, un cuerpo esbelto, un campo de amapolas, la cima de una montaña, el mar en calma, la luna llena en la noche, la pintura que nos impacta, la escultura que nos conmueve, la música que nos transporta con sus notas, el poema que nos acerca a lo inefable…

Pero también está la belleza interior de los seres y las cosas. Mirar por un microscopio es entrar en un universo visual inaudito; detenernos en el interior del cuerpo humano, de cada célula, de cada víscera, de los ojos o el cerebro es una experiencia irrepetible; los corales y otros minerales ofrecen en su interior unos paisajes siderales incomparables…

En el interior también residen los mejores sentimientos, las más bellas virtudes, las opciones más desinteresadas: la caricia del padre a su hija o la de una amante a su amado; la sonrisa que alivia tantos desconsuelos; el compromiso diario por levantar de las cunetas de la vida a los marginados y excluidos; el cariño que se ofrece al cuidar, sanar o educar de tantos profesionales que viven cotidianamente su vocación…

También están quienes se esfuerzan por rebuscar la belleza en lo oculto de personas que, aparentemente ofrecen una imagen que es todo lo contrario: pordioseros, psicópatas, drogadictos, marginados, miembros de bandas juveniles, dementes, asesinos, violadores…

Todos los seres vivos e inertes tenemos los mismos elementos químicos que surgieron de la primera explosión inicial del universo. Todos formamos una gran familia. Entre esos elementos que nos componen y nos unen, está también la belleza, el aliento vital, la necesidad de comunión y fraternidad.

Por mucho que el polvo del camino, los dolores y sufrimientos de la vida, los golpes mortales que a veces recibimos, hagan mella en nosotros y destrocen nuestra psique, o si el consumismo y el egoísmo nos desplazan de nuestro más verdadero centro, siempre quedan rasgos, huellas, ecos de nuestra belleza inicial, que tendremos que rescatar para poder alcanzar todo nuestro potencial interior, espiritual, relacional como seres humanos.

No dejemos que la rutina y las costumbres nos oculten el asombro inaudito de la belleza, dentro de nosotros, en los demás, en todo lo que nos rodea y deslumbra.

«Felices quienes alumbran para dar a luz tanta belleza, quienes esparcen granos de belleza en los surcos de su vida, quienes descubren la belleza que hay en quien se siente falto de ella».

*

Miguel Ángel Mesa

Espiritualidad para tiempos de crisis,
Coed. Desclée y RD

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Hacia dentro

Martes, 20 de junio de 2023
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Del blog Nova Bella:

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Nadie puede aconsejarte y ayudarte,

nadie.

Solo hay un camino,

ve hacia adentro.

*

Rainer Maria Rilke

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Panópica: Alpargatas, helicóptero, avioneta, avión, nave… Submarino…

Miércoles, 31 de mayo de 2023
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contorno-ojos-3-980x570    La palabra “panóptica” está formada por tres términos griegos: “pan” que quiere decir “todo“; “opsis” que significa “vista” y “tikos” que nos indica “relativo a…” Es decir, una visión de totalidad. Desde un punto se ve todo: interior como exterior. En otras palabras: El panopticismo es un rasgo característico que conforma la organización humana contemporánea, construida por tres elementos definitorios: vigilancia, control y corrección. La perversión del mundo informatizado se mueve entre el optimismo frente a la posibilidad de verlo todo, y el control de la información y de la vigilancia permanente. Esto me lleva a poder considerar que el ser humano panóptico es aquél que tiene la capacidad de poder verse por dentro y por fuera desde un solo punto: la interioridad o la exterioridad, la intimidad o la extimidad.

  Tengamos en cuenta que la totalidad es más que la suma de las partes Así, ninguna pieza es la totalidad aunque necesaria. Y hablar solo de una pieza como si fuese la totalidad es un puro reduccionismo. Además, explicación muy actual y más en aras de la ciencia (en minúscula). Es decir, cuando la ciencia o su método se convierte en ideología: Una pieza explica el todo.

     Nuestro simpático y sencillo “ego” (psicoanalítico), que es la sola antorcha que tenemos para situarnos en nuestro m2 para vivir y convivir, necesita esta mirada panóptica. Por eso, el cuodlibeto es comprender que siempre debe mirar el horizonte con los pies en el suelo junto con el principio de realidad. Saber dónde pone estos pies y qué horizonte mira con el corazón.

  De ahí la metáfora del título: Mirar sólo desde las alpargatas o zapatos o descalzo que es una mirada real pero muy limitada a causa del horizonte que puede contemplar. O desde una avioneta que puede sobrevolar por territorios sin poder aterrizar en cualquier sitio y tiene un horizonte largo, pero no concreto. O bajar y subir como puede hacerse con el helicóptero, es decir, pisar y mirar un horizonte concreto y al subir y volar uno más ancho. Pero tanto en uno como en el otro caso, no tienen la visión panóptica como puede tenerla un avión o más un satélite o nave espacial…. o también una visión profunda como dan los submarinos, como el que acaba de zambullir a Aurelio a 230 metros.

     El ser humano, desde su ego consciente, debe poder trabajar y elaborar con esfuerzos mentales para contemplar su microcosmos como su macrocosmos. Necesita una visión panóptica para ser consciente en que coordenadas se encuentra, fruto de la creación evolutiva humana, pero también de contemplarse sin coordenadas. Y esto es vivir desde su sensitividad la totalidad del cosmos en plena evolución.

    Ciertamente, toda esta panóptica, que a nivel de edificio se contempla en las grandes cárceles que es la torre de vigía, no la tolera ningún sistema de dominación sea el que sea: político, religioso, financiero o lo que se nos impone. La inteligencia artificial como la robótica son el punto de partida de donde está emergiendo el transhumanismo, pero  generador, y no creador, el cual  se escapa de las manos de los técnicos y puede convertirse en un monstruo. Esto no quita que las herramientas puedan ser empleadas con otra finalidad u horizonte. Y un buen uso da esperanza y confianza del Ser Humano en los Seres Humanos.

   Es necesario trabajar, hablar, comunicar, dialogar y realizar una nueva panóptica. Hemos superado momentos crísicos como el industrial, el político. Ahora vivimos otro y necesitamos siempre pisar el suelo con seguridad. Precisamos un nuevo horizonte, buscado, y no impuesto versus un pensamiento único que contiene ya una nueva forma de esclavitud. ¿Desde dónde miramos? No olvidemos que la paz universal (mesopotámica, egipcia, griega, romana, medieval, cristiandad) siempre ha sido y es fruto de represión y opresión humanas como lo son la paz actual de “panamericana, rusa, china, japonesa, europea o financiera”.

   Necesitamos un nuevo relato no de salvación ni liberación ni de felicidad sino de un proceso de madurez integral. Es decir, dónde se tenga en cuenta tanto el piano como el pianista que no se pueden separar si queremos música. Y todo sistema de dominación quiere convertir en robot en nombre de las nuevas ciencias a toda persona que toque un instrumento musical, que es erradicar la subjetividad.

   Y entonces, más que nunca, el consejo que nos dan todos los libros de la sabiduría: Busca ser libre para ser tú mismo. Necesitamos el silencio, la reflexión, el pensar, el autoauscultarse, el dialogar….brevemente: IR CONTRA CORRIENTE con el propio pensamiento, no primario sino secundario que nos lleva a la dignidad de todo ser humano. Es necesario elaborar el concepto de dignidad, fundamento de los derechos humanos universales, no ideológicos.

    Y recordando a Einstein (1879-1955): “Es más fácil desmenuzar un átomo que una creencia”. Dura empresa, pero muy humana: UN NUEVO SISTEMA DE CREENCIA DINÁMICO o EPISTEMOLOGÍA AXIOLOGICA, soportado con la tecno.ciencia y una pluralidad de visiones panópticas. Un buen trabajo del Ego en y desde su m2.

Jaume PATUEL PUIG
pedapsicogogo

Fuente: Remitido por el autor, a quién agradecemos su generosidad.

 

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“Escucharse a sí mismo”, por José Ignacio González Faus

Miércoles, 24 de mayo de 2023
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Etty HillesumDe su blog Miradas Cristianas:

A propósitode Etty Hillesum

Sentada en el suelo, arrimada a la pared con las rodillas a la altura del rostro. Reclina la cara sobre esas rodillas, cierra los ojos y se escucha. Esa práctica se va convirtiendo en algo tan importante que, aunque escribe en holandés, recurre, para calificarla, a una palabra alemana muy expresiva: hineinhören: “escuchar hacia dentro”

El 27 de abril se inauguró en Ávila la cátedra “Etty Hillesum”, fundada entre la universidad javeriana de Bogotá y el Centro de Internacional de Estudios teresianos (Cites) de Ávila. Su objetivo es responder a las preguntas del ser humano desde la triple característica de Etty: vulnerabilidad, interioridad y alteridad. Y hace poco apareció también en castellano la traducción completa de su diario que hasta ahora circulaba reducido a la mitad, en más de veinte idiomas (Una vida conmocionada). Sorprende el influjo adquirido por aquella muchacha alocada y mártir, más allá de toda religión o confesión particular. Ello aconseja una mínima palabra sobre ella.

La versión completa del diario modifica algo la imagen anterior de Etty: impresiona, por ejemplo, su capacidad de introspección y de autocrítica.  Pero también aparece como más propensa a la neurosis: ella misma, con su intuición, escribe que no sabe si su obsesión por sintetizar las dualidades no provendrá del miedo a una esquizofrenia futura. Pueden resultar pesadas la segunda y cuarta libreta, por la obsesiva fijación de Etty en sí misma. Pero también ayudan a descubrir las infinitas complejidades del psiquismo humano…

Esta mayor negatividad vuelve más asombrosa la transformación de aquella muchacha. Pero no es cierta la versión apologética de una Etty transformada “por su encuentro con Dios”. Dios estará presente y muy vivo en la evolución de Etty y la irá transformando, a partir del décimo mes del diario. Pero antes, en los cuadernos anteriores, Dios es solo una vaga referencia, típica del lenguaje de una sociedad creyente y no laica. Y Etty hasta se permite escribir una vez, al comienzo, que no sabe si tiene algo de atea…

¿Cuál fue pues el factor que parece decisivo para la puesta en marcha de aquella transformación? Además de la lectura de Rilke, lo que ella misma llama (y se propone como tarea) “escucharse a sí misma”. En un momento del comienzo del diario se describe como sentada en el suelo, arrimada a la pared con las rodillas a la altura del rostro. Reclina la cara sobre esas rodillas, cierra los ojos y se escucha. Esa práctica se va convirtiendo en algo tan importante que, aunque escribe en holandés, recurre, para calificarla, a una palabra alemana muy expresiva: hineinhören:escuchar hacia dentro” (23 agosto, 4 y 5 septiembre, 12 diciembre de 1941, 20 febrero de 1942…).

Y lo que me gustaría comentar, confirmado con algo de experiencia propia es que, cuando se practica, esa forma de autoescucha acaba siendo real. Lo más profundo de nosotros va saliendo a la superficie y “nos habla”. Y se atisban posibles o reales motivaciones de nuestras conductas, que nuestro ego había procurado ignorar.

Etty fue descubriendo así lo peor y lo mejor de sí misma: las increíbles dimensiones de su ego, pero también las increíbles posibilidades positivas de su persona: tan increíbles que es en ellas donde descubre a Dios. Un Dios que no es el de la cosmología (que sirve para poco), ni tampoco exactamente el de la religión (casi siempre sutilmente modificado por nuestro ego), sino lo que cabría llamar el Dios de la interioridad.

Etty cumplió así, sin proponérselo, el viejo consejo de la sabiduría griega: “conócete a ti mismo” (inscrito en el templo de Apolo en Delfos y que algunos atribuyen a Sócrates). Y lo cumplió a unos niveles que aquella vieja sabiduría no pudo sospechar.

Nuestras relaciones humanas abundan, por lo general en consejos o recomendaciones de lo que a nosotros nos ha ido bien (y que hoy han degenerado en la mentira y la plaga de la publicidad que, además, genera pingües ingresos). Pues bien, sin ninguna autoridad por mi parte, me atrevo a dejar aquí esta sugerencia: escúchate a ti mismo, aprende a escucharte. Serás más crítico contigo, pero descubrirás también que lo más hondo y mejor de ti (cuando lo liberas de toda la hojarasca y las piedras que lo recubren) es de una calidad y una hondura que te puede devolver la fuerza y la esperanza en la vida, aunque no te ahorre sus malos ratos.

Quizás así encontrarás a Dios. Pero, aunque no lo encuentres explícitamente, si de veras te encuentras a ti mismo habrás hallado a Dios sin saberlo. Porque el detalle más sorprendente de ese “escuchar hacia dentro” de Etty es que eso no la encierra en sí misma, sino que le despierta el deseo de ser “bálsamo para tantas heridas”, solidaria hasta la muerte con su pueblo inmolado y “corazón pensante” para todos a quienes las urgencias inmediatas de su situación cautiva, les niegan tiempo para pensar.

 

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“Educar en la interioridad prójima”, por José Arregi

Martes, 11 de abril de 2023
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buen-samaritanoLeído en su blog Umbrales de luz:

“¿Educamos para el sosiego y la paz ?” Con estas palabras se abre este libro breve y denso, unas palabras incluidas entre dos signos de interrogación en negro y rodeadas de un espacio vacío en blanco. En ese hueco blanco de la interrogación queda el lector atrapado, suspendido, atento al silencioso vacío blanco. Y en calma. Ahí nos conducen estas páginas del amigo Txemi Santamaría.

El es teólogo, psicólogo y psicoterapeuta. Educador, en definitiva. Menciono los “títulos” del autor solo para subrayar la esencia y finalidad del libro, a saber: que aprendamos a adentrarnos en el vacío silencioso de la interrogación, y ahí descubramos lo que realmente somos o aquello que somos capaces de ser, y nos pongamos en camino al fondo de nosotros mismos y de todo, al vacío y la plenitud de nuestro ser, a la libertad de la projimidad, a la paz. Y así seamos todos teólogos, psicólogos, psicoterapeutas, educadores.

 ¿Quién es realmente teó-logo, “alguien que habla de Dios?” No el que conoce y ofrece las respuestas de un supuesto “Señor de lo alto” [en vasco “Jaun-goiko”, que significa “Dios”], sino el que convierte las respuestas que vienen de lejos en preguntas de prójimo: “¿Qué te pasa? ¿Qué te duele?”. Pues “Dios” no es sino el infinito signo de interrogación hecho de projimidad compasiva. Ya seamos “creyentes” o “incrédulos”,  todos podemos ser verdaderamente teólogos, interrogadores compasivos de cuanto es, transcendiendo en paz todas las respuestas y creencias.

¿Y quién es psicólogo, es decir, “conocedor de la mente o psique” humana (inteligencia, voluntad, sentimiento, misteriosa memoria)? No lo es, principalmente, el experto académico que mira y explica desde fuera, desde arriba, las sinuosas y confusas zonas de esta nuestra problemática naturaleza, sino el que, iluminado por la conciencia de las propias sombras, ha aprendido, en la escuela de la vida y de la compasión, a comprender con empatía las debilidades del otro, a convertir sus extravíos en indicaciones, a ser humilde prójimo del prójimo, a ser fiel compañero de viaje. Porque sólo conociéndonos a nosotros mismos en profundidad podremos comprender al prójimo, y viceversa, solo conociendo al prójimo podemos comprendernos.

¿Y quién es verdadero psicoterapeuta, es decir, “sanador del espíritu o de la psique humanos”? No quien tiene a mano recetas fáciles para todos los problemas, sino quien, poniéndose en el lugar del prójimo herido, sabe ver con ojos de bondad sus dolores e impotencias como propios, pues efectivamente lo son. Quien mira con ojos de misericordia las faltas y carencias del prójimo como heridas, no con ojos acusadores como culpas. No somos seres “culpables”, ni “inocentes”, sino seres incompletos, caminantes y errantes hacia el Todo en busca de unos ojos de misericordia. El ungüento de la compasión es la mejor medicina. La compasión nos hace buenos, sanos, plenos. El compasivo es sano, aun siendo inacabado y caminante. Y es sanador. ¿Quién no puede ser compasivo compañero de viaje, a pesar de sus sombras, a pesar de sus heridas, a pesar de sus límites y a pesar de sus impotencias?

He ahí la visión del mundo, del ser humano, de la vida, que encontramos en el fondo de este libro. Es una propuesta educativa inspirada en la mirada profunda y en la projimidad compasiva. La primera frase se abre con esta pregunta: “¿Educamos para el sosiego y la paz ?”. Obviamente, la educación no se limita. La familia en todas sus formas, la acción cultural, el trabajo, la política, los medios de comunicación, el ocio, las redes sociales… son espacios de educación. Estemos donde estemos y seamos lo que seamos, todos podemos y debemos ser educadores, al igual que “teólogos”, psicólogos y psicoterapeutas.

¿Y en qué consiste ser educador? En enseñar a vivir bien, es decir, en bondad y en bienaventuranza. Es nuestro ser verdadero hecho de projimidad feliz. Educar consiste en aprender y enseñar a crecer decreciendo, acompañar en el camino hacia esa naturaleza revolucionaria hecha de compasión y paz, de vacío y plenitud. De otro modo seremos devorados por nuestra necesidad de crecer, este ritmo de crecimiento incontenible y sin rumbo que nos arrastra. La velocidad de lo que llamamos “progreso” arruina la vida buena, el bienestar común. ¿Educamos para respirar, para ser hermanos y hermanas compasivas y felices, para vivir en la justicia de la paz o en la paz de la justicia?

La interioridad es la base de la educación integral. Pero el término interioridad resulta equívoco, en la medida en que sugiere dualismo y aislamiento. La interioridad no es intimismo cerrado, no es mera introspección. La interioridad no es búsqueda y ejercicio de una trascendencia más allá de la inmanencia. La interioridad no es aislamiento, no se opone a exterioridad, pues el “dentro” y el “fuera” no existen en sí, sino en nuestra manera de ver. La interioridad no es estatismo ni inacción, porque nada es estático e inactivo. La interioridad no se opone a materialidad y corporalidad, pues nada existe –ni sentimiento, ni inteligencia, ni voluntad, ni memoria ni Dios sin alguna forma de cuerpo o de materia; y a la inversa: no existe nada que en su fondo no sea energía, aliento, “alma”, potencialidad de ser, de vivir, de actuar. Eliminemos, pues, la contraposición interioridad-exterioridad, lo mismo que el dualismo materialidad-espiritualidad.

“La interioridad es espacio integrador”, dice Txemi Santamaría. La interioridad no es una parte o dimensión de lo que somos, sino la conciencia que une todas las partes y dimensiones de nuestro ser con todo lo que es. Es la experiencia del Todo. Es la conciencia de que somos uno con la Unidad, la Comunión, la Interrelación cósmica infinita – con la piedra, el agua, el aire, el árbol, el pájaro, todos los seres humanos; con las partículas atómicas, las galaxias gigantescas, el universo o multiverso infinito.

Somos uno con todo. Venimos del Todo a esta corta vida, en comunión con todos los demás vivientes. Nos dirigimos al Todo, en unión con el Aliento Vital de todo, a través del tránsito liberador o pascua que llamamos muerte Somos minúsculos pulmones de la pascua interminable de la vida.

Si todo cuanto es y nuestro propio ser lo observáramos y sintiéramos como uno con Todo…, si desarrolláramos una cosmología, una antropología, una psicología, una filosofía de la comunión universal –o una “teología” del Misterio de Bien y de Bienaventuranza, más allá del “Dios Señor de lo alto” metafísico separado, más allá de la religión–…, si aprendiéramos y enseñáramos a detenernos, a callar, a escuchar, a mirar, a admirar, a sentir, a conmovernos, como primer aprendizaje y asignatura en todos los currículos…, si implementáramos una pedagogía de la comunión universal, de la projimidad compasiva en todos los ámbitos vitales y sociales –la educación, la ciencia, la política, la economía, toda la cultura–…, si practicáramos personal y públicamente lo que Ken Wilber llama “espiritualidad integral”…, todo se transformaría. Se nos abriría el aliento. Viviríamos.

He ahí el gran reto de hoy, el más grave de todos los tiempos: o bien crecemos y educamos en esa interioridad hecha de projimidad o nos asfixiamos a nosotros mismos y los unos a los otros en la competición acelerada por el crecimiento. Sin duda, el Aliento infinito de Lo que Es seguirá animando aun sin nosotros. Pero en aquello que nos concierne a nosotros, depende también de nosotros.

Aizarna, 21 de marzo de 2023
(Prólogo a Txemi Santamaria, Isilasunean jolaska, IDTP, Bilbao 2022, pp. 11-14)

Fuente www.josearregi.com

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La cualidad humana profunda.

Miércoles, 5 de abril de 2023
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2C57F816-8187-409E-83C4-B6B6B751D02C  Hace unos días recibí esta propaganda de una agencia de viajes, prestigiosa: “La Semana Santa son días sagrados. Los días sagrados son para dedicarlos a uno mismo. Por eso son sagrados. Así pues, le ofrecemos estos viajes…. Acierta al decir que son días “sagrados y para “viajar” hacia la interioridad. Es un viaje actual y buscado por muchas personas y grupos de indagación interior, de paz. No en vano, un librero de Santiago de Compostela me dijo que había preparado una estampa para los peregrinos que ansiosos le preguntaban: “¿Cuándo falta por llegar?”Como respuesta les daba la estampita que lleva este pensamiento: No corras que a donde debes llegar es a ti mismo. Paradoja de los eslóganes: hacia fuera, lejos; o hacia adentro, cerca. Un oxímoron, que es conjugar  los dos.

      Sea como fuere, es necesario dedicar un tiempo al silencio exterior e interior. El ruido, las prisas, las inquietudes, el ahogamiento de las ansiedades, los momentos de desánimos o depresivos, el sufrimiento humano que se expresa en los pasos de la semana santa con un cariz sádico y masoquista e incluso perfilando una cierta patología como si la vida se redujera a dolor y sufrir sin ver ninguna salida o la incertidumbre del futuro o el gran miedo o tabú a la muerte. Necesitamos otro relato de la vida. La vida también es otra cosa: creación, alegría, gozo junto a las dificultades. Sí, semana santa de dolor, pero no sadomasoquista, y con un final de transformación, cambio interior, mirada nueva: nueva creación o nueva luz.

 La vida es un gran valor si se tiene en cuenta esa “cualidad humana profunda”. No una creencia o credulidad, sino una vivencia, sentida desde la sensitividad junto con la mente: Somos una Realidad que engloba, acocha nuestra corporeidad. Es cierto que actualmente existe una desaparición de las religiones en tanto que doctrina, creencias, rituales, pero al mismo tiempo todo un resurgimiento de religiosidad o espiritualidad o interioridad o madurez integral o ser conscientes de esa cualidad humana profunda, de la que no podemos ser ignorantes.

   Nos ayuda a comprenderlo, no a resolverlo, la nueva física cuántica en tanto que somos energía antes de nacer y después de morir: Morir y nacer son momentos biológicos, no de esencia. Es toda una mirada nueva que nos lleva a comprender de forma diferente a esta sociedad de conocimientos, cambios continuos, creación por la tecnociencia y otros factores. Una mirada que contempla ese fondo o profundidad de todo ser humano.

  Esta mirada queda oscurecida por ciertos poderes que bloquean la mente, los sentidos. Incluso desde nuestro interior. La encrucijada actual en un mundo en plena transformación, que no podemos escabullirnos porque lo necesitamos para vivir o sobrevivir, puede ahogar la mirada interior y no ver qué es todo ser humano: Un momento de este misterio de los mundos encajado en la corporeidad. Un Fondo o dimensión absoluta con una forma o dimensión relativa. Todo un proceso de maduración integral que es consciente de esa profunda cualidad humana.

   Es cierto que el ser humano es un lugar sagrado que requiere un tiempo sagrado y es necesario buscar días sagrados. Todo tiempo es sagrado. Es necesario dedicarle unos momentos, largos o cortos, para adentrarnos en nuestro interior y contemplar vitalmente esta cualidad humana profunda que nos hace más que humanos.

      Si nuestra Sociedad actual de conocimientos, cambios y creatividad, no considera esta dimensión nos encontraremos no en una transformación o metánoia de alegría, paz, serenidad, alegría y amor, sino en un cierre de paranoia de ahogamiento, embrutecidos por nuestro cierre egoísta. No en vano y afortunadamente, hay bastantes corrientes de esta búsqueda de la cualidad humana profunda, que tiene también otros nombres, que se perciben en todas partes. Y corriente que siempre ha existido, existe y existirá por seres humanos que han sido y son luz de esa gran Luz.

  En todas las religiones han surgido y surgen personas, como ahora surgen también fuera de las religiones, porque esta profundidad o cualidad humana profunda no es patrimonio de las doctrinas religiosas, sino patrimonio de toda la Humanidad.  Habría que citar ahora estas luces, pero no es necesario porque se conocen. Pero sí un pensamiento, que se encuentra en todo maestro/a: La verdad nos haré libres. Pero no una verdad cognitiva o formulada, sino “la verdad de nuestro interior” que sólo con el silencio sincero y profundo podemos contemplar que nos es dada, gratuita. Disfrutarla contemplándola.

   Una metáfora nos puede ayudar. Todo ser humano es como una bombilla que da luz, no la genera, la transmite. Por tanto, si la bombilla cree que genera la luz, habrá destrucción. Sin embargo, si la bombilla es consciente de que transmite la luz, habrá construcción. Entonces la bombilla es consciente de que esta calidad de la cualidad humana profunda le es dada y como luz tendrá una nueva mirada del ser humano, de la vida, de la tierra y del cosmos.

El viaje de estos días sagrados si se quiere puede favorecer la entrada en el interior de cada uno/a de nosotros.a.s. Nos encontramos en un mundo secularizado, transformación del mundo de las religiones, que también tiene su ALIENTO.

Jaume PATUEL PUIG (1935)

pedapsicogogo

(Remitido por el autor)

Espiritualidad

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