El esplendor de lo ínfimo.
Dios es la Inocencia,
Sin por qué:
Él es.
¡Excesiva desnudez de los almendros blancos,
Locura de la azucena de los campos!
El efímero deslumbramiento infinito
Y da testimonio de su fuego escondido.
¿Pero quién puede sostener
El esplendor de lo ínfimo?
Qué la admiración nos deslumbre a nosotros mismos
Entonces nada se marchita, ni la rosa ni la infancia.
Es la inalterable sonrisa de la Eternidad
Reflejada en la incandescencia de una transparencia pura.
Vida extasiada,
fluyendo en la alegría del don que es.
Alabanza de gracia
Diafanía del Verbo de toda belleza.
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© Eric de Rus, El canto del fuego, Atlantica, 2009
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