Ignacio de Loyola: volver a Jesús, 500 años después, con Juan de la Cruz
Ignacio pensó que la Iglesia en conjunto había perdido la humanidad de Jesús… y quiso volver a ella , sabiendo que todo el resto de temas resultan accesorios para el cristianismo. Sólo Jesús, su historia pobre, su llamada al seguimiento, su persona.
El papa Francisco está siguiendo a Francisco de Asís (también centrado en la humanidad de Jesús), pero, al mismo tiempo, quiere volver a Ignacio, a su “ejercicio” personal de encuentro con Jesús. Así lo indican estas reflexiones, dentro del “año de Ignacio” (medio milenio después de su encuentro con Jesús, entre Pamplona y Loyola: 1521). Como segunda parte presentaré una comparación entre Ignacio y Juan de la Cruz, en su forma de entender y aplicar el Amor de Jesús.
| X. Pikaza Ibarrondo
1. IGNACIO, VOLVER A LA HISTORIA DE JESÚS
Ignacio fue un hombre de mundo: un señor de tierra vasca, guerrero, caballero, convertido, fundador universal, uno de los creadores de la Edad Moderna. Se dejó encontrar por Jesús y quiso caminar a su lado, en libertad. Por eso, sus “Ejercicios espirituales” (tras la primera semana de ajustes) son un ejercicio de encuentro radical con Jesús, a solas con el Evangelio.
Ignacio de Loyola ha ofrecido (en su libro de los Ejercicios Espirituales, en torno al 1530. el más poderoso e influyente de todos los retablos espirituales (literarios, meditativos) de la vida de Jesús para los tiempos modernos. Su tratamiento de la vida de Jesús es radicalmente bíblico y moderno… La iglesia actual, con Francisco papa jesuita, experto en Ignacio, Papa necesita volver a la historia de Jesús, con urgencia, con radicalidad… Todo lo demás son añadiduras.
Estos son los 51 momentos de su “historia de Jesús” a la que tenemos que volver… Es evidente que algunos de los temas de sus meditaciones se pueden y deben actualizar, ajustándolos mejor a la crítica histórica de la Biblia: Pero sería difícil hacer un esquema mejor de las tres semanas de Jesús…, es decir, de los momentos de su historia, con nacimiento, vida pública, pasión y pascua…
Nacimiento (Ejercicios 262-274): 1. Anunciación. 2. Visitación. 3. Nacimiento. 4. Pastores 5. Circuncisión 6. Magos 7. Purificación 8. Huida Egipto 9. Vuelta de Egipto 10. Vida oculta 11. Niño en templo 12. Bautismo 13. Tentación
Vida Pública (Ejercicios 275-287). 14. Llamada apóstoles 15. Caná de Galilea 16. Expulsión Templo: Jn 2 17. Sermón Monte18. Tempestad calmada19. Andar sobre mar20. Envío apóstoles 21. Conversión Magdalena l:Lc 7 22. Multiplic. Panes 23. Transfiguración 24. Resurrección Lázaro 25. Cena Betania: (Mt 26). 26. Ramos
Pasión (Ejercicios 288-298) 27. Predica. Templo 28. Última Cena 29. Cena-Huerto 30. De Huerto a Anás 31. De Anás a Caifás 32. De Caifás a Pilato 33. Juicio Herodes 34. Vuelta a Pilato 35. De Pilato a Cruz 36. Cruz 37. De Cruz a Sepulcro
Pascua (299-312) 1. Apar. Madre (apócrifa) 2. Ángel pascua (Mc 16) 3. Apar. mujeres (Mt 28) 4. Apar. Pedro (Lc 24, 33) 5. Emaús (Lc 24) 6. Jn 20: Disc. sin Tomás 7. Jn 20: Tomás 8. Jn 21: pesca final 9. Mt 28, 16-20 Misión 10. 1Cor 15, 7: 500 hermanos 11. 1Cor 15: Santiago 12. José de Arimatea (apócrifa) 13. San Pablo 14. Ascensión (Hech 1)
He querido recordar los temas de oración y encuentro con Jesús de Ignacio de Loyola, un hombre de Dios, de uno de los creadores no sólo de la nueva iglesia católica, sino del cristianismo y del pensamiento occidental moderno. Fue un precursor del racionalismo, de la organización eficaz, de la unidad de la empresa misionera de la Iglesia.
Pero fue, al mismo tiempo, un hombre de visiones y experiencias interiores, en contacto personal con el Dios que le hablaba por dentro, sin necesidad de visiones exteriores. Este Ignacio de la experiencia sigue siendo para nosotros un guía y maestro, no para hacer sin más lo que él hizo, sino para buscar al Dios de Jesús como él le buscó. Peregrino fue ignacio, peregrinos seguimos siendo nosotros
(Los textos que cito están tomados San Ignacio de Loyola, Obras completas, BAC, Madrid 1992; hay un desarrollo más extenso de esta vertiente espiritual de Ignacio en mi libro Enquiridion Trinitatis, Sec. Trinitario, Salamanca 2005, y, sobre todo, en Diccionario de Pensadores Cristianos, Verbo Divino, Estella 2011. Imagen 1: Herido en Pamplona. 2: Llega a Loyola. Libro sobre Juan de la Cruz).
IGNACIO Y JUAN DE LA CRUZ, TESTIGOS FUNDAMENTALES DEL DIOS DE JESÚS
Era tiempo de recrear el cristianismo, y lo hicieron, de formas distintas y complementarias, dos hombres que habían surgido del dolor y de un impulso superior de gracia, Ignacio de Loyola y Juan de la Cruz. Ambos realizaron su misión a partir de una experiencia personal, y a partir de ella abrieron caminos que aún seguimos recorriendo muchos.
Ignacio, militar de media nobleza, herido en el sitio Pamplona (1521), quiso hacerse soldado de Jesús, aplicando con sus compañeros un proceso de iniciación apostólica llamado Ejercicios Espirituales, con el que acabó asentándose en Roma, para crear, en el centro de la iglesia (1540), una sociedad llamada Compañía de Jesús, para reforma y revitalización católica. Su impulso y estilo misionero han marcado desde entonces la vida del catolicismo.
Juan de Yepes, llamado también de la Cruz (= SJC), pobre de solemnidad, apresado en un convento de Toledo (1577/78), descubrió al Jesús amado y salió a buscarle, formulando su experiencia en treinta canciones, que él mismo explicó y comentó, tras fugarse de la cárcel, a discípulos y amigos, especialmente mujeres, trazando así un tipo de guía (Declaración) que tituló Ejercicio de Amor. No quiso reformar la Iglesia, sino iniciar en ella un proyecto de amor, desde una zona, en apariencia marginal, de Andalucía.
Los Ejercicios de Ignacio, con su estrategia de seguimiento de Jesús y su organización casi militar, tuvieron un éxito fulgurante y fueron llevados desde Roma a todo el mundo, de la mano de los enviados de su Compañía (SJ), marcando hasta hoy la Contra-Reforma católica. Por el contrario, el Ejercicio de amor de Juan de Yepes, centrado en la experiencia de unión con el Amado, quedó casi oculto en comunidades de monjas, que lo copiaron y extendieron de forma generosa, aunque en privado, por miedo a inquisidores, hasta París y Flandes, donde se publicó primero (en francés: París 1622; en castellano: Bruselas 1627).
Los Ejercicios de Ignacio se extendieron de un modo abierto, promoviendo una visión universal de Jesús Capitán, en línea de meditación de sus misterios y compromiso apostólico. Por el contrario, el Ejercicio de Juan de Yepes se centró en el misterio único de Jesús Amado, y fue comunicando de un modo silencioso, entre grupos de iniciados (sobre todo religiosas), bajo un aire de sospecha, con riesgo de ser condenado, de manera que sólo apareció como plenamente ortodoxo, en unión con otros libros, en apariencia más ascéticos (Subida, Noche, Llama), cuando SJC, fue beatificado como penitente extremo el mismo año en que M. de Molinos publicó, también en Roma, su Guía Espiritual (1675), un libro que sería pronto condenada (y su autor encarcelado hasta su muerte, el año 1696, sin poder escaparse como hizo SJC).
A pesar de todo, el Ejercicio de Amor, que recibiría el nombre de Cántico Espiritual(edición de Madrid, 1630) se fue extendiendo a modo de guía espiritual de minorías, como obra de menor calado, hasta que la misma hondura de su experiencia y mensaje hizo que se entendiera y expandiera más tarde, ya en el siglo XX, como itinerario supremo de vida, en la Iglesia y fuera de ella, situándose en el centro de la conciencia y misión cristiana, con los Ejercicios espirituales de Ignacio, los dos testimonios y métodos de vida cristiana más significativos del catolicismo. Por eso he querido volver a comentarlo, en un momento en que el ciclo jesuítico de los Ejerciciosempieza a matizarse.
Es importante unir ambos testimonios, el camino de los Ejercicios espirituales Ignacio (centrado en la vida de Jesús herido y humillado, a pesar de sus ecos marciales) y el Ejercicio de Amor del Cántico Espiritual de SJC, como experiencia y palabra base del evangelio, en este tiempo de crisis, a los quinientos años de la “conversión” de Ignacio (2021).
Ignacio había presentado a Jesús más bien como “sumo y verdadero Capitán”(Ejercicios espirituales, 139). SJC le llama siempre Amado. Ambos títulos (Capitán y Amado) marcan la experiencia cristiana de la modernidad. Sin duda, el Amado del Ejercicio de Juan es el mismo Capitán de los Ejercicios Ignacio, pero ofrece una experiencia distinta de amor universal (¡mi Amado, las montañas…!), y puede ofrecerse hoy como ejemplo y texto base de la reforma y recreación universal del cristianismo (año 2021), en línea de evangelio.
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