Fundación Triángulo logra paralizar la deportación a Nigeria de un ciudadano gay de Extremadura
Henry O., que vivía con su pareja en un pueblo extremeño desde hace ocho años, iba a ser deportado a su país, donde la homosexualidad se castiga con la pena de muerte
Tiene seis meses para regularizar su situación en España
La delegada del Gobierno de Madrid, Concepción Dancausa, ha paralizado la expulsión in extremis de un joven nigeriano gay que iba a ser deportado a su país de origen, donde la homosexualidad es delito y está castigada con la pena de muerte. Según han confirmado fuentes de la Delegación del Gobierno, Dancausa ha contado con el aval del director general de la Policía, Ignacio Cosidó, para paralizar el traslado del joven, que estaba previsto para ayer a las 7 de la mañana. El joven nigeriano, Henry, vivía junto a su pareja en un pueblo extremeño desde hacía 8 años y tenía una oferta laboral, pero al no tener papeles iba a ser deportado a Nigeria con otros ciudadanos que se encontraban en su misma situación irregular. La Fundación Triángulo se había movilizado para evitar la repatriación del joven a un país donde “la homofobia social pone en peligro” su vida.
Después del mal trago que ha tenido que pasar Henri Okorun los últimos días, su caso ha tenido un final feliz, al menos por el momento. Fundación Triángulo de Extremadura, en coordinación con la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y la Asociación de Derechos Humanos de Extremadura (ADHEX), conseguía que se paralizara su deportación a Nigeria (su país de origen), en el último momento, con la colaboración de varias administraciones. A pesar de que ya está arraigado en Extremadura, este ciudadano del municipio cacereño de Alcántara arrastra una situación administrativa “irregular”. El caso es que no ha podido contraer matrimonio con su pareja, como era el deseo de ambos, porque se le exige unos certificados que no puede solicitar (por los riesgos que le conllevaría salir de España y por la imposibilidad de volver a entrar a nuestro país de forma legal).
Concepción Dancausa, la delegada del Gobierno en Madrid, fue la acabó intercediendo ante el Ministerio del Interior para que anulara la orden de expulsión de Henri Okorun, por “razones sobrevenidas”. Sin embargo, parece que en la decisión pesaron las opiniones favorables a la paralización del presidente de la Junta de Extremadura, el socialista Guillermo Fernández Vara, y de la delegada del Gobierno en esta comunidad autónoma, Cristina Herrera. Okourun ha contado en todo momento con el apoyo de la Fundación Triángulo, además de CEAR y ADHEX, que también se han interesado por su situación. Su pareja y los vecinos de Alcántara, el municipio cacereño en el que Okourun reside y en el que está perfectamente integrado, también han vivido con angustia lo sucedido.
Las redes sociales también se han movilizado para exigir el cese de su expatriación a Nigeria, en primer lugar, y se han felicitado tras la paralización del expediente de expulsión. El coordinador de ALEAS-Izquierda Unida (agrupación LGTB de la formación) en Madrid, así como participante de la coalición Ahora Madrid, trasladaba en un tuit sus felicitaciones “a colectivos como @FTriangulo y activistas”. Con la etiqueta #HenriSeQueda, otras personas han mostrado su apoyo a Henri Okorun. El activista social Rafa González, por su parte, aseguraba que “Extremadura no puede tolerar una repatriación que llevará a la muerte a un ser humano por su orientación sexual”. El mismo usuario, en otro tuit, añadía que “una vez más, con unidad; ¡si se puede!”. No han faltado los agradecimientos varios a Fundación Triángulo, como por ejemplo: “Muy buen trabajo. Gracias compañeros de Triangulo Extremadura”, tuit firmado por Alexandre Munin.
El presidente de Fundación Triángulo, José María Núñez, ha señalado que si a Henri Okorun no se le ha concedido hasta el momento la consideración de arraigo “es por la negación del consulado español de apostillar los documentos de Fe de Vida y Antecedentes Penales imprescindible para poder desarrollar los procedimientos, bien de arraigo o de matrimonio, a través de los cuales podríamos dar salida a esta situación”.
Henry O. llegó a España en 2007 desde su país natal, Nigeria, donde incluso estudió en la universidad. Primero a Madrid, y desde hace tres años asentado en Alcántara (Cáceres), a donde se mudó para intentar buscar un empleo que de momento no llega. Es una persona con formación, pero desde que llegó a Cáceres sólo puede hacer pequeñas ‘chapuzas‘ sin retribución oficial. Dice su círculo más cercano de amistades que tenía una oferta para incorporarse al mercado laboral, pero todavía no la ha concretado.
Si lo hubiera hecho hubiera regularizado su situación y no habría sido detenido hace 48 horas ni dormido hace dos noches en la Comisaría de Cáceres, con un pie en el vuelo que partía esta madrugada del jueves de Barajas. Un avión especial repleto de compatriotas partió a las siete de la mañana.
Henry estaba en la lista oficial de deportados, aunque aún no llegue a entender a estas horas, ya en libertad, que ocho años después de vivir de forma ininterrumpida en España haya llegado a pasar en las últimas horas un auténtico calvario, que tiene de momento final feliz. La Delegación del Gobierno de Madrid ha paralizado la orden de expulsión, pero a la vez le da un periodo de seis meses para regularizar su situación y demostrar su arraigo en el país, como marca la Ley de Extranjería, bien a través de un contrato de trabajo o bien mediante un matrimonio.
Su pareja, Carlos Mateos, un jubilado madrileño que se trasladó con él a vivir a tierras extremeñas, comenzó desde hace meses a dar la voz de alarma sobre la situación de Henry, con quien tiene previsto casarse en breve. En el horizonte, el riesgo de la muerte, con la que se pena en buena parte de las regiones de Nigeria el ser homosexual y encima hacer alarde de ello, como confirma el presidente de la Fundación Triángulo de Extremadura, José María Núñez, que recibió el aviso de riesgo que padecía el nigeriano por parte de su pareja.
Lo primero que se hizo fue pedir a la embajada española en Nigeria un certificado de soltero de Henry, condición indispensable para poderse casar: “Nos dijeron que debía solicitarlo él mismo en persona allí pero claro, es imposible que Henry regrese a su país a por el documento habiendo reconocido públicamente su homosexualidad. Por el momento hemos intentado sin éxito que fuera otra persona”.
Henry hizo pública su condición de homosexual el pasado mes de enero en el programa ‘El Permiso’ de la televisión regional, Canal Extremadura. No fue de forma explícita, pero sí de una manera natural al comentar la rehabilitación de la vivienda de ambos. Lo hizo, quizás, sin pensar en las consecuencias
A finales de junio, la Delegación del Gobierno en Extremadura acogió un encuentro con los afectados y la Fundación Triángulo para intentar encontrar una solución. La deportación esperaba a la vuelta de la esquina: “Desde el primer momento comprobamos que se trataba de una persona con arraigo social en Alcántara, pero nosotros sólo nos podemos mover desde la legalidad y faltaba un certificado. Por suerte la delegada del Gobierno Concepción Dancausca paralizó la deportación durante seis meses”.
La penosa situación del colectivo LGTB en Nigeria
Nigeriay es uno de los 79 países o territorios del mundo que persigue la homosexualidad, según el informe de ILGA (Asociación Internacional de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales) del pasado mayo, y de hecho ha endurecido recientemente su tratamiento penal. Asimismo, dosmanzanas se ha hecho eco en diversas ocasiones de la escalada de violencia homófoba del estado africano y de la violación de derechos humanos por parte de sus autoridades judiciales, políticas y administrativas. La última noticia que recogimos ocurrió a principios de este año, cuando la policía islámica de Kato (una ciudad al norte de Nigeria) detenía a doce personas acusadas de participar en una “boda gay”. Los detenidos negaron los hechos, aduciendo que simplemente celebraban una fiesta de cumpleaños.
Anteriormente, en enero de 2014 una multitud de miles de personas rodeaba un tribunal islámico, donde se juzgaba a once hombres acusados de practicar la homosexualidad, exigiendo su ejecución inmediata. Meses después, cuatro de los detenidos, que confesaron los hechos probablemente bajo tortura, fueron condenados a recibir públicamente 15 latigazos y al pago de una multa o un año de prisión.
En febrero del mismo año, otra horda enfurecida asaltó los domicilios de doce homosexuales en la capital, Abuja, a quienes terminaron por arrancar de sus casas y golpearles incluso ante las puertas de la comisaría local. En las mismas fechas, en la localidad sureña de Port Harcourt, otros dos homosexuales fueron arrastrados fuera de su hogar y obligados a realizar actos sexuales ante una multitud agresiva.
Polémica alrededor de las deportaciones
El caso de Henri Okorun no es el único que ha generado ruido mediático y en las redes sociales. El pasado mes de abril, la reacción social acabó doblegando al gobierno de Rajoy, que permitió entrar en España a la mujer camerunesa perseguida por ser lesbiana. En el mismo mes, publicábamos que la justicia del Reino Unido denegaba el asilo a una activista nigeriana por no creer que fuera realmente lesbiana.
En 2013, Interior denegó el asilo a otra mujer lesbiana de Camerún y expulsó a una ciudadana de Panamá que había sufrido malos tratos en su país debido a su condición transexual, pese a contar con informes favorables al asilo tanto por parte del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados como de CEAR) pero nos tememos que ha habido muchos otros que ni siquiera han tenido eco mediático. Las razones para felicitarse, por tanto, son limitadas.
Fuente Dosmanzanas, Cáscara Amarga y El Mundo
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