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“¿Qué es lo que falta para una iglesia sin discriminación en razón del sexo? “, por Consuelo Vélez

Viernes, 26 de abril de 2024
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De su blog Fe y Vida:

“Si más mujeres fueran conscientes de su dignidad bautismal, se podría erradicar el clericalismo”

”Comienza a ser políticamente “correcto” que haya mujeres en todos los lugares. Sin embargo, afirmar tanto que a la iglesia le falta la participación de las mujeres puede esconder una afirmación más necesaria: a las mujeres les falta más conciencia de su dignidad personal y bautismal. Y, me parece que aquí, también hay mucho por trabajar”

“¿Qué pasa entonces con las mujeres en la iglesia que consideran “normal”, “mejor”, “voluntad divina”, “no necesario” o no sé que otra razón, ser excluidas en razón del sexo de algunas instancias eclesiales?”

“Algunas responderán que Jesús se encarnó en un varón. Eso es innegable. Pero ¿eso hace que el sexo masculino pueda tener privilegios? Si así fuera, no parecería que Dios respaldara la igualdad fundamental de todos los seres humanos, creados a su imagen y semejanza”

Continuamente escuchamos que a la Iglesia le hace falta la presencia de las mujeres. Pero, al mismo tiempo se dice, que son ellas las que más acuden a la Iglesia, las que realizan muchas actividades pastorales e, incluso, las que más cultivan la espiritualidad y el compromiso social. Se preguntaría uno, entonces, si en verdad a la iglesia le falta la participación de las mujeres.

La respuesta que se da es que falta en los niveles de liderazgo y dirección. Es verdad que, en esos niveles, no solo falta, sino que está ausente casi absolutamente. Por eso el papa Francisco está nombrando a más mujeres en puestos de cierta relevancia en la curia romana y, en otras instancias, se está comenzando a buscar que haya más mujeres en todos los eventos, reuniones, comités, etc., que se propongan.

Comienza a ser políticamente “correcto” que haya mujeres en todos los lugares. Sin embargo, afirmar tanto que a la iglesia le falta la participación de las mujeres puede esconder una afirmación más necesaria: a las mujeres les falta más conciencia de su dignidad personal y bautismal. Y, me parece que aquí, también hay mucho por trabajar. Veamos qué quiere decir lo que acabo de afirmar.

A nivel social, los derechos humanos ponen a mujeres y varones en igualdad de condiciones y la lucha es constante porque eso se reconozca y se cumpla. ¿Qué pasa entonces con las mujeres en la iglesia que consideran “normal”, “mejor”, “voluntad divina”, “no necesario” o no sé que otra razón, ser excluidas en razón del sexo de algunas instancias eclesiales?¿qué pasa con tantas mujeres en la iglesia que sabiendo que por el bautismo tienen la dignidad fundamental de su ser cristiano, no les inquieta, no les molesta, no les duele, el no poder ser mediación de la presencia de Cristo en el servicio sacramental?

Las preguntas podrían multiplicarse: ¿qué pasa con tantas mujeres que defienden el seguir hablando en masculino aduciendo que ellas se sienten incluidas? ¿no se dan cuenta que, si solo se privilegia lo masculino en el lenguaje, lo femenino es invisibilizado? ¿qué pasa con tantas mujeres en la Iglesia que siguen fomentando el clericalismo porque consideran que lo masculino si es mediación divina para orientarlas en su espiritualidad? ¿qué pasa con tantas religiosas que consideran que no hace falta estudiar teología porque creen que eso es para los llamados al presbiterado sin darse cuenta que la labor evangelizadora supone un desarrollo intelectual adecuado a la tarea que llevan entre manos? ¿qué pasa con tantas mujeres en la iglesia que huyen de cualquier pensamiento feminista y les parece que luchar por los derechos de las mujeres les hace perder la aceptación en los círculos eclesiales que frecuentan? ¿qué pasa con tantas mujeres que no se preguntan porque solo tenemos imágenes masculinas de Dios, si varón y mujer han sido creados a imagen y semejanza de Dios?

Algunas responderán que Jesús se encarnó en un varón. Eso es innegable. Pero ¿eso hace que el sexo masculino pueda tener privilegios? Si así fuera, no parecería que Dios respaldara la igualdad fundamental de todos los seres humanos, creados a su imagen y semejanza. Por supuesto la encarnación supuso limitarse a un sexo, a una cultura, a un tiempo, a una lengua, a unas costumbres, a un momento histórico. Pero nada de todas las otras características de la encarnación las aducimos como imprescindibles para hoy ser mediación de Dios. Solamente el sexo masculino perdura en las mentes, imaginarios y decisiones.

Es más urgente trabajar por transformar la conciencia de las propias mujeres para que se valoren como imagen de Dios y no acepten ninguna discriminación en razón del sexo

En definitiva, en la medida que haya más participación de las mujeres en la Iglesia, se irá cambiando el rostro masculino y clerical y los valores e imaginarios se irán transformando poco a poco. Pero es más urgente trabajar por transformar la conciencia de las propias mujeres para que se valoren como imagen de Dios y no acepten ninguna discriminación en razón del sexo. Por supuesto ni todas podemos hacer todo, ni todas se sienten llamadas a todo, pero lo que no se puede aceptar es que sigan existiendo discriminaciones en razón del sexo que pongan un límite al ser mujer en la realización de su ser personal, de su ser bautismal, de su protagonismo y compromiso con la misión evangelizadora de la Iglesia, desde todos los lugares y responsabilidades que todos los miembros de la iglesia están llamados a realizar y, a las que muchas mujeres se sienten llamadas.

Lo que acabo de decir puede parecer obvio para algunos, innecesario para otros, demasiado reivindicativo para unos cuantos, desconcertante para quienes tienen la convicción profunda que las mujeres aportamos aquello que los hombres no tienen y viceversa, pero, en la medida que se desvanece la organización patriarcal y clerical, más claridad tenemos sobre nuestro propio ser y más nos urge que las cosas sean como siempre debieron ser. Si más mujeres fueran conscientes de su propia dignidad bautismal, sería más fácil erradicar el clericalismo y, posiblemente, más rápido la iglesia de Jesús podría dar testimonio de este texto tan conocido de Pablo en la carta a los Gálatas: “no hay judío, ni griego, esclavo ni libre, varón ni mujer porque todos somos uno en Cristo Jesús” (3, 28).

Cristianismo (Iglesias), Iglesia Adventista del Séptimo Día, Iglesia Católica , , ,

“Las mujeres siguen a Jesús: memoria y conflicto”, por Carme Soto Varela

Miércoles, 24 de abril de 2024
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IMG_4037El camino sinodal ha puesto en evidencia el malestar de las mujeres tanto por su ausencia en los espacios de liderazgo y toma de decisiones como por el clericalismo y machismo que muchas veces se sufre dentro de los grupos y comunidades en las que se participa”

“Las mujeres somos mayoría en la Iglesia y si embargo seguimos teniendo que pedir ser escuchadas, justificar la legitimidad de nuestro pensamiento teológico o que se reconozca nuestra adultez en la fe sin paternalismo ni sospechas”

“Ya no basta con apelar a la paciencia, a la humildad o a la entrega. Es tiempo de cambiar estructuras y procedimientos, pero también la mirada y el corazón. Es tiempo de posibilitar espacios inclusivos donde varones y mujeres nos reconozcamos mutuamente autoridad en el anuncio de Buena Noticia, nos respetemos en igualdad y nos impulsemos mutuamente en el compromiso y en la fe. Es tiempo de escuchar una vez más a Magdalena anunciar: He visto al Señor y me ha dicho esto (Jn 20, 18)”

Al comienzo de la Semana Santa quizá no esté de más recordar el lugar de las mujeres en los acontecimientos que celebramos estos días y a partir de ellos preguntarnos por el horizonte de seguimiento al que hoy las mujeres creyentes podemos aspirar. En esa encrucijada entre la pregunta y el recuerdo está la legitimación de los anhelos de muchas mujeres de encontrar en la Iglesia un lugar propio, inclusivo y liberador y de un reconocimiento pleno de su palabra y de su experiencia espiritual.

El camino sinodal ha puesto en evidencia el malestar de las mujeres tanto por su ausencia en los espacios de liderazgo y toma de decisiones como por el clericalismo y machismo que muchas veces se sufre dentro de los grupos y comunidades en las que se participa. Las mujeres somos mayoría en la Iglesia y si embargo seguimos teniendo que pedir ser escuchadas, justificar la legitimidad de nuestro pensamiento teológico o que se reconozca nuestra adultez en la fe sin paternalismo ni sospechas. Se van dando pasos, sin duda, pero todavía queda mucho camino por recorrer y muchos cambios que implementar para que la Iglesia sea de verdad esa comunidad inclusiva que Jesús proclamó.

Una memoria conflictiva

María Magdalena es quizá un ejemplo paradigmático de cómo el horizonte del discipulado de las mujeres se fue resignificado para que encajara en las expectativas y valores que las sociedades tradicionalmente han asignado al sexo femenino colaborando en su silenciamiento y a su lugar secundario en la Iglesia.

En la memoria colectiva cristiana sigue arraigada, a pesar de los estudios serios y contrastados que se han hecho sobre su figura, la idea de su identidad pecadora y redimida por su amor a Cristo. Las relecturas que se han ido haciendo de ella a lo largo de los siglos en el arte, la literatura, el cine o las reflexiones religiosas la han perpetuado como un modelo de la fragilidad y dependencia femenina.

Un modelo con el que cada vez se identifican menos las mujeres. Como nos recuerda Carmen Bernabé: “Desde en el último tercio del siglo XX, la memoria de María Magdalena discípula de primera hora, apóstol, enviada con autoridad ha sido reivindicada como ejemplo, inspiración y modelo de autoridad por teólogas feministas y grupos de mujeres que encuentran en ella la fuerza y legitimidad para empoderarse en situaciones muy difíciles, para reivindicar una mayoría de edad en la Iglesia y una participación igual a los varones en los órganos de decisión de la vida comunitaria “ (Qué se sabe de… María Magdalena, 2020, 216).

Ella alienta así el testimonio y la audacia de muchas mujeres que nos reconocemos en su impotencia, en su silenciamiento, pero también en la confianza y en su adhesión a la persona de Jesús, que la mantuvo en la certeza de la esperanza, la capacitó para reconocerlo resucitado y la fortaleció en la difícil y arriesgada misión de ser portadora del primer anuncio del kerigma a pesar de muchos obstáculos.

Pero no las creyeron…(Lc 24, 8)

El evangelio de Lucas nos transmite con claridad la dificultad que la primera comunidad de Jesús tuvo en creer el testimonio de las mujeres sobre su encuentro con Jesús resucitado. Siglo tras siglo las mujeres seguimos experimentando como se cuestiona nuestra palabra y de nuestra experiencia. No se duda de nuestra fe ni de nuestra necesaria implicación eclesial, pero se sigue sosteniendo en la teología y a tradición un techo de cristal para nuestros carismas y dones.

La “negra sombra” de los abusos dentro y también fuera de la Iglesia planea en la vida de las mujeres como una niebla mucho más densa. El testimonio de muchas mujeres victimas de abusos sexuales, de autoridad y de conciencia, muchas mas veces de las esperables, son puestos entre paréntesis porque se considera que, siendo adultas, hay libre consentimiento. No falta,tampoco, quien sigue pensando que la seducción es un arma de mujer, descargando así de culpabilidad a quien agrede.

Las mujeres en nuestras parroquias, asociaciones, comunidades… nos seguimos encontrando con situaciones cotidianas que evidencian multitud de micromachismos que, casi imperceptiblemente, nos relegan a un lugar segundario, nos silencian o nos obligan a escuchar explicaciones o reflexiones en tono paternalista como si nuestra condición natural fuese la ignorancia (mansplaining).

Estas experiencias no son anecdóticas y tienen nombres propios, sufrimiento y cansancio. Ya no basta con apelar a la paciencia, a la humildad o a la entrega. Es tiempo de cambiar estructuras y procedimientos, pero también la mirada y el corazón. Es tiempo de posibilitar espacios inclusivos donde varones y mujeres nos reconozcamos mutuamente autoridad en el anuncio de Buena Noticia, nos respetemos en igualdad y nos impulsemos mutuamente en el compromiso y en la fe. Es tiempo de escuchar una vez más a Magdalena anunciar: He visto al Señor y me ha dicho esto (Jn 20, 18).

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“¿Y dónde quedó la “salvación de las almas?”, por Consuelo Vélez.

Viernes, 19 de abril de 2024
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IMG_3969De su blog Fe y Vida:

Un lector de una revista misionera me escribió una carta manifestando su preocupación porque él ve que la Iglesia (con obispos incluidos) se ha convertido en una ONG que se dedica a programas sociales y a negociaciones de paz pero que no cumple su tarea fundamental que debería ser “la salvación de las almas. Incluso se pregunta si el crecimiento de otros grupos cristianos se debe a la falta de una pastoral que hable de la fe y se ocupe de lo espiritual y no de lo terrenal.

Todas estas preocupaciones son legítimas y no es fácil abordar estos temas cuando de entrada se percibe que se está hablando desde dos horizontes diferentes, dos antropologías diferentes, dos teologías diferentes, dos pastorales diferentes, dos espiritualidades diferentes. Pero, intentaré hacer algunas reflexiones, sin ánimo de convencer a nadie sino de explicitar, un poco más, el horizonte desde el que, a partir de Vaticano II, se mueve la iglesia, la teología, la pastoral, la espiritualidad.

Comencemos con la antropología. La visión griega es dualista y esta visión fue asumida por el cristianismo porque la fe se expresa en las categorías de cada tiempo y esas eran las categorías del imperio cuando el cristianismo comenzó a expandirse. Desde esos presupuestos, el ser humano se concibió como un compuesto de cuerpo-alma y al morir se separaban esos dos elementos, destruyéndose el cuerpo y salvándose o condenándose el alma. Además, esa visión se prestó para separar lo material de lo espiritual, con el agravante de que lo material es lo malo y lo espiritual es lo bueno. Por esto se veía positivo castigar el cuerpo y mortificarlo para salvar al alma, única realidad que importaba. Ahora bien, inclusive con esta visión dualista, todos los místicos y muchos cristianos han entendido que la salvación del alma se consigue con la práctica de la caridad. Amar al prójimo, realizar obras de misericordia, preocuparse por dar de comer al hambriento y de beber al sediento, es lo que ha dado origen a la variedad de carismas que se organizan en comunidades religiosas -masculinas y femeninas- y que, hasta el día de hoy, siguiendo la inspiración carismática de la comunidad, hacen obras de caridad y de servicio a los más necesitados. A través de estas obras, evangelizan, primero que todo con el testimonio y, en segundo lugar, con la palabra explícita.

Pero gracias al desarrollo de las ciencias, entre ellas la antropología, cada vez se consolida más una visión de un ser humano integral donde la dimensión espiritual no está separada de la corporal, sino que ambas constituyen al ser humano. La corporeidad es más que lo biológico, en el sentido de que es la posibilidad de expresión de la persona y de esa sed de infinito y de trascendencia que tiene todo ser humano (lo espiritual) que no tiene otra forma de vivirse más que en la corporeidad, en el aquí y ahora de nuestra historia. Además, esa es la comprensión semita propia de la Sagrada Escritura, con lo cual, la Iglesia ha ido asumiendo esa mejor comprensión del ser humano y tiene claro que hay que salvar al ser humano “entero”, es decir, con toda su realidad social, económica, política, cultural.

Con Vaticano II se enriqueció la teología y la pastoral porque se entendió que Dios se revela en este mundo y es ahí donde hay que concretar la fe, el compromiso, el amor cristiano. La teología actual sigue mostrando cómo fe y obras -como lo dice la carta de Santiago (2, 17)- son inseparables. Por su parte, la pastoral ha comprendido la urgencia de responder a todo el ser humano porque comunicar la fe no es “adoctrinar” a las personas con las ideas religiosas sino ayudar a que cada persona descubra la presencia de Dios en su historia, en sus luchas y realizaciones, en su vida cotidiana.

La espiritualidad cristiana debe basarse en las palabras y obras de Jesús de Nazaret, consignadas en los evangelios, correctamente interpretados con la exégesis bíblica. El Jesús anunciador del Reino solo trae “buenas noticias: “El Espíritu del Señor está sobre mí, me ha ungido, para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del señor” (Lc 4, 18-19). No habla de almas, de cielos, de huida del mundo. Habla de la vida plena a la que están llamados todos los hijos e hijas de Dios, vida plena que supone la integralidad de lo que el ser humano es.

Conviene recordar que, en las curaciones que Jesús realiza, el acento está en lo que significa la enfermedad en ese contexto: se creía que era castigo de Dios por algún pecado de la propia persona o de sus padres y por eso debería excluirse a los enfermos de la comunidad. Jesús rompe esa concepción y al curarlos, los incluye a la comunidad, realizando con sus obras el amor efectivo de Dios hacia los seres humanos. Dios no castiga, no condena, no separa. Dios acude en su ayuda, rompe todas las exclusiones, supera todas las barreras, hace visible su misericordia infinita hacia toda su creación.

Sería suficiente recordar el texto de Mateo 25, 31-46 -texto que está escrito en un género literario apocalíptico en el que se usan expresiones como juicio final, premio y castigo, etc., dando la clave profunda del amor que Dios nos invita a vivir por nuestra fe: “cada vez que hiciste algo a uno de estos hermanos míos, más pequeños, a mí me lo hiciste”. Encontrar a Jesús, amarlo y servirlo es reconocerlo en “todo” ser humano, amándolo y sirviéndolo, comenzando por los más necesitados.

Podríamos seguir anotando aquí la multitud de citas bíblicas donde Jesús hace presente a Dios en medio de su pueblo con gestos de servicio, de acogida, de misericordia, de romper barreras de exclusión como el acercarse a hablar con mujeres, con publicanos, con leprosos (todos aquellos que según la ley judía podían hacer impuro al que hablara con ellos) mostrando con sus actos que, efectivamente, Él vino “a dar vida y vida en abundancia (Jn 10,10). Jesús sigue la línea de los profetas que denuncian el culto vacío y llaman al pueblo a vivir “la justicia y el derecho, único culto que Dios desea: “Detesto vuestras fiestas y holocaustos … no quiero oír la salmodia de tus arpas. Que fluya, sí, el juicio como agua y la justicia como arroyo perenne” (Am 5, 21-14).

Mal harían los cristianos si no trabajan por la salvación del ser humano en todas sus dimensiones porque esto es lo que Dios quiere. Mal harían los obispos colombianos si no trabajan por la paz y la justicia porque esto es lo que Dios quiere. Por supuesto, la evangelización explícita, no ha de faltar, pero, aunque la evangelización no se hiciera con palabras, las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí” (Jn 10,25) y, los cristianos podrían decir “las obras que hacemos son las que dan testimonio de la fe que profesamos”. Nuestra fe es una fe “encarnada” y, por tanto, solo haciendo obras de misericordia estamos trabajando por la salvación de las almas y, en la comprensión actual, por la salvación del ser humano.

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¿Qué belleza salvará el mundo? Templos y mercaderes

Viernes, 15 de marzo de 2024
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IMG_3083El lector que lo desee puede saltar este párrafo introductorio, simplemente biográfico. Nací a menos de un cuarto de hora, andando, de la Sagrada Familia, ideada y comenzada por Gaudí. De pequeños íbamos a jugar allí y los domingos de Ramos acudíamos a la bendición de palmones. Mi familia participó en las campañas de donativos para ese templo expiatorio que sólo se podía construir con limosnas o dones anónimos, pequeños y, obviamente, voluntarios. Gaudí quiso que los retablos, las catequesis para los obreros y los vecinos, se viesen y se entendiesen desde fuera; dentro, la luz, la belleza, el misterio. Todo era bello. Ha tardado tiempo en levantarse y aún no está acabada. Debe ser así. En 1982 obtuve plaza de funcionario (esto viene a cuento de algo posterior), ahora pensionista. Durante veinte años he enseñado Ética social y empresarial en una facultad universitaria y por lo mismo he publicado (hemos) centenares de páginas sobre estos temas. Reconozco que Caritas in veritate, la encíclica de 2009, modeló mucho mi pensamiento actual sobre el tema de la sociedad civil. Fue enriquecedor conceptual y anímicamente. Somos sociedad civil, ahí jugamos nuestra partida. Antes fueron Ecclesiam suam, Populorum progressio y Sollicitudo rei socialis.

En el Idiota de Dostoievski, un personaje ateo, Hipólito, pregunta con chanza al príncipe Myskin sobre la belleza que salvará al mundo. El príncipe idiota no responde, sostiene con ternura la mano de un moribundo. Es el amor a los diferentes el que salva el mundo. Dios salva en esa forma y nos la ha señalado. Esa es la belleza que salva el mundo, parece responder Myskin. La frase a veces se ha reducido. No es una afirmación, “la belleza salvará”, sino una pregunta “¿qué belleza salvará?”. La respuesta es el silencioso amor al prójimo. La belleza salva, como la verdad y la bondad. Amar y servir.

Todo esto viene a cuento de la posible e indeseable mercantilización de nuestros templos, de las iglesias. Estamos avisados, pues nos lo advirtió el Señor: “no convirtáis en mercado la casa de mi Padre” (Jn 2: 16) con una referencia al profeta Zacarías (14:21, las traducciones difieren entre mercaderes e idólatras). Seguimos equivocándonos en eso. Las iglesias forman parte del entramado de la sociedad civil, no juegan en el terreno ni del mercado ni de los poderes públicos. Ni sólo están en el mercado ni son un apéndice administrativo. Nos cuesta mucho entender que no hay sólo dos espacios: mercado y Estado, sino tres. Nos cuesta más actuar, ser y estar en el terreno de la sociedad civil, de la iniciativa social, pero ¡es el nuestro!, además de la polis y de la plaza del mercado. En el caso de las instituciones de iniciativa social de la iglesia, de la que tan rica ha sido nuestra sociedad civil catalana (o la italiana septentrional, como mostró R. Putnam en su Capital social; otros autores también han usado el concepto en un sentido distinto; ahora eso no importa) sucede algo que hay que ver a tiempo: no debemos reducirnos ni a la lógica mercantil, ni a la lógica estatal-administrativa. No tengo ninguna alegría cuando cuentan que un colegio de una pequeña ciudad comarcal pasa a ser escuela pública estatal y sus maestros y profesores pasan a ser funcionarios. Las escuelas de las escolapias o de los escolapios, por poner unos nombres muy de la tierra, habría otros, que tanto han estructurado nuestro país, han sido y son esenciales, si quieren jugar en el terreno propio, el de la sociedad civil. Nos descapitalizamos del capital social, luego perderemos, ya lo estamos malbaratando, el capital simbólico. Un empobrecimiento anunciado.

No podemos cobrar por entrar en los templos. Si quien allí acude lo hacer para rezar, alabar o hacer reverencia a Dios nuestro Señor, entonces lo que tenemos que ofrecer es un espacio con puertas abiertas, acoger y bendecir los que traspasan el umbral y el atrio. ¡Ojalá nuestras iglesias fueran siempre casas de puertas abiertas, sin peajes, siempre, para todos! En todo caso gratuidad para quien llega, sin preguntar, gratuidad y agradecimiento para quien recibe en la tienda del encuentro, en la morada, en la shekinah.

En lugar de gratuidad, cobramos. Estamos en esa “pendiente resbaladiza”, la del padre de la mentira. Si para ver la belleza, porque se ha hecho una inversión, faltaría más, cobramos, hemos empezado a caernos. El pequeño logo de la entidad de crédito ya está allí, agazapado, mirando nuestra ingenuidad. Habéis caído en la trampa mercantil, os había mercantilizado y habéis hecho una vez más del espacio de la gratuidad, un espacio del intercambio interesado. Nos lo habían dicho, pero finalmente hemos sucumbido. El lector “realista”, quizá sólo un cínico pragmático, con sonrisa velada y un tanto displicente, nos mira ahora y nos dice: tal iglesia o tal otra, en tal catedral o en tal otra cobran, ¿no íbamos a hacerlo nosotros también? El realismo tomista es otra cosa. Es el de L’atttesa della povera gente de Giorgio La Pira en 1950. Ése es el realismo tomista, no el “realismo” financiero-capitalista. Hasta hace unos años muchas iglesias estaban cerradas, la gente se acostumbró a no ir allí. Vino el papa Bergoglio, dio un toque y se abrieron más tiempo. ¿Qué nos está pasando?

El enemigo de natura humana es muy amigo de la mentira. Hay que mantener los templos. Es cierto, en Francia los anteriores al siglo XIX los mantiene la República, son cuestión de Estado como hemos visto en Notre Dame de París: al frente de la reconstrucción el Estado puso a un general, el presidente se interesó, los arzobispos sucesivos han ido colaborando. Nuestra Constitución, en su artículo 16, defiende la libertad de creencias y de expresión de las mismas, la libertad religiosa (16.1), pero como los poderes públicos son incapaces de proteger y desarrollar por ellos mismos ese derecho, constitucionalmente incompetentes para cumplir con ese derecho fundamental, confían a las iglesias y confesiones su ejercicio. El Estado es aconfesional (Constitución 16.3), no laicista, pero tampoco reconoce una determinada confesión como la mejor, la propia. El Estado español (por supuesto, la Generalitat es Estado) no es confesional. Ésa es la razón de que una parte pequeña de nuestros impuestos pueda ir a atender esa necesidad: el ejercicio de la libertad religiosa. Esa y no otra es la razón. La publicidad eclesiástica es ambigua y, por tanto, mendaz. No pagamos nuestros impuestos para obras sociales católicas, por necesarias o beneméritas que sean; no subvencionamos escuelas, colegios o universidades, comedores populares, residencias u hospitales. Ni un duro, ni un euro, de lo que pudiéramos aportar los ciudadanos va ahí, sino sólo a lo que en los siglos XIX y XX con los gobiernos liberales y hasta la segunda República se llamó “presupuesto de culto y clero”. Nuestra posible aportación sirve para que el Estado recaudador traspase a las diócesis, ahora de forma centralizada en la conferencia episcopal, una cantidad global. Pero el Estado no financia a la Iglesia católica, ni a ninguna otra confesión. No puede, sencillamente no puede hacerlo legalmente. De igual forma, no puede no apoyar la realización efectiva de la libertad religiosa y por eso las administraciones públicas (central, autonómica como el Govern de Catalunya, municipal, provincial…) colaboran con las iglesias y confesiones en atender un derecho fundamental de quienes quieren servirse de él o desean que esté protegido. Esta casilla tiene sus orígenes en el acuerdo del 3 de enero de 1979 entre la Santa Sede y el Estado español, a través del cual se establece un sistema de colaboración para sostener a la Iglesia católica a través de una asignación tributaria. Mediante la disposición adicional 18ª de la ley 42/2006 del 28 de diciembre, de los presupuestos generales del Estado para el año 2007, se estableció el nuevo sistema que sigue vigente desde entonces y por el cual la Iglesia dejó de recibir fondos a cargo de los presupuestos y, a partir de ese momento, los contribuyentes podían pueden elegir la casilla de actividades de interés social, la casilla para el sostenimiento de la Iglesia en España o ambas. En 2020 (ejercicio de 2019) 1/3 de los contribuyentes marcó la casilla, un segundo tercio (1/3) marcó las dos casillas o sólo la de “actividades de interés social” y otro tercio (1/3) dejó ambas en blanco.

En otros países la forma es parecida y en otros no existe tal trasferencia. Por ejemplo, en Italia sí existe algo parecido; en Estados Unidos no lo permite la primera enmienda de su constitución (1791); el caso de Alemania es muy distinto: allí la República federal es la agencia recaudadora de un impuesto eclesiástico, ése sí puede recibir ese nombre, que es mucho más alto en porcentaje que el nuestro y sirve para dotar muchos servicios. El Kirchensteuer llega al 9%. Nuestro 0,7% quedó definitivamente (¿?) establecido por “gracia” (no sé si por justicia: antes el Ministerio se llamaba de Gracia y Justicia) de un gobierno socialista; el Estado seguía comprando el silencio de la Iglesia, todos los gobiernos lo hacen casi siempre: es mejor una Iglesia dócil. En España simplemente el Estado destina una parte de su recaudación, según la voluntad expresada por cada ciudadano, a garantizar un derecho fundamental y lo confía a las iglesias o confesiones. Con la “crucecita”, quienes la ponemos (algunos ponemos las dos) no financiamos ninguna obra de la Iglesia católica, ninguna, sino el culto religioso. Por supuesto, las religiosas y los religiosos no reciben ni un céntimo para sus obras educativas, sociales o asistenciales. Tampoco otras instituciones católicas. Con la “crucecita” decimos al Estado que deseamos que una parte de la recaudación se destine a ese derecho fundamental, no a otra a cosa. Por eso la publicidad eclesiástica, la de la “crucecita”, es errónea y cargada de equívocos. Algún día explotará esa bomba.

No financiamos a la Iglesia ni la conservación de su patrimonio, algo que puede tener otras vías legítimas, claro. Sumen lo que gasta una diócesis en mantenimiento de templos para el culto, en casas rectorales, seminarios o palacios y asimilados, en salarios para sus empleados, prelados, mosenes y seglares contratados para servicios de culto, por ejemplo, sacristanes, no cirujanos de un hospital católico o profesores de una universidad de la Iglesia, y curiosamente será, detraído lo que sea necesario para servicios generales, lo mismo que el Estado aporta a cada diócesis. El presupuesto “de culto y clero”. Eso fue lo que intentó y logró la Santa sede al negociar con el Estado español los acuerdos de enero de 1979, al mismo tiempo, ni antes ni después, en que se estaba “negociando” en la sede de la soberanía popular la Constitución de diciembre de 1978. Eso fue, nada más.

En algunas iglesias ahora se ha descubierto, ¿con qué regulación contable y fiscal?, que los que accedan allá pueden (o deben) pagar, pueden hacer un donativo. Eso es una nueva fábrica de anticlericalismo, siempre más fuerte donde la Iglesia es más fuerte, poderosa, propietaria, gana dineros. Donde la Iglesia está con el pueblo el anticlericalismo es más débil o inexistente. El mapa existe. Desde los tiempos de las cuatro guerras inciviles de los siglos XIX y XX se pude seguir la huella en el mapa de España. La fábrica la estamos poniendo nosotros: nos descapitalizamos y nos arruinamos.

Pues bien, si alguien quiere acceder a nuestras iglesias, ¿debe pagar? Creo que seríamos nosotros quienes deberíamos agradecerle por venir, es decir, acogerle son sencillez evangélica y con misericordia. No podemos poner trabas en un camino hacia Dios, el de la belleza, que cada uno debe poder recorrer cómo y cuándo quiera, sin pagar. La belleza no es propiedad eclesiástica. Las bellas catedrales, las iglesias bellas, si son de alguien es del pueblo. No podemos poner tasas para entrar en ellas. Si ponemos trabas, prostituimos la tienda del encuentro y la convertimos en cueva de mercaderes. El príncipe idiota lo sabía bien. La ternura y la belleza salvan. El dinero, no. 

[Imagen de Freepik]

Fuente Cristianismo y Justicia

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“¿Se metió el diablo a la Iglesia? ”, por Consuelo Vélez.

Martes, 12 de marzo de 2024
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IMG_2764De su blog Fe y Vida:

“Dios no se va de la historia, pero tal vez ya no encuentra cabida en el corazón de esa iglesia que culpa al diablo de sus propios males”

“No es verdad que el diablo se metió en la Iglesia y por eso está como está. Lo que es verdad es la falta de coraje para emprender las acciones necesarias para transformar la mediocridad, el atraso y tantas otras realidades que afectan a la iglesia”

“Los jóvenes no encuentran una iglesia que los acompañe en sus búsquedas, sino que los quiere meter a sus estructuras, a sus grupos de siempre, a lo que siempre fue así. No faltarán jóvenes que entren por ese camino, pero cada vez son muchos menos”

“Podríamos seguir poniendo ejemplos para al menos preguntarnos si el diablo se metió a la iglesia o la iglesia no acaba de cambiar su horizonte y se mete de una vez por todas en el devenir del mundo, para comprenderlo, entenderlo, acompañarlo, curarlo, aceptarlo, participar de sus discernimientos y contribuir con su visión de defensa, siempre y en todo momento, de los últimos de cada tiempo presente”

Tocar el tema del diablo es complicado porque la tradición eclesial lo ha personificado, tomando al pie de la letra lo que aparece en la Biblia y se habla de él como si fuera realmente un ser superior que se enfrena con Dios y continuamente ataca su obra. Los estudios bíblicos actuales aclaran muy bien lo que significa esa figura llamada diablo, distinta de demonios, pero en todos los casos, no se le atribuye una entidad personal sino una figura que representa el mal o las fuerzas del anti reino, mostrando cómo es posible la existencia del mal en el mundo y, muchas veces, ¡de demasiado mal!

Por eso en el lenguaje coloquial es válido nombrar al diablo y tener expresiones como “el diablo se metió en la Iglesia” cuando vemos que hay muchas cosas mal. Inclusive el papa Francisco habla del diablo. Pero si no hacemos la debida aclaración, podemos echarle la culpa a ese ser figurado y evadir nuestra responsabilidad. No es verdad que el diablo se metió en la Iglesia y por eso está como está. Lo que es verdad es la falta de coraje para emprender las acciones necesarias para transformar la mediocridad, el atraso y tantas otras realidades que afectan a la iglesia.

Veamos algunos ejemplos. No es verdad que el diablo se metió a la Iglesia y por eso los jóvenes están cada vez más alejados de ella. Es verdad que nuestros lenguajes, rituales, visiones, mediaciones, explicaciones, narrativas, etc., están tan caducos que los jóvenes no logran entender de qué hablamos y qué queremos decir. La juventud no es tan escéptica como creemos, ni le faltan ideales. Muchos jóvenes siguen buscando sentido a sus vidas y persiguen sueños. Pero no encuentran una iglesia que los acompañe en sus búsquedas, sino que los quiere meter a sus estructuras, a sus grupos de siempre, a lo que siempre fue así. No faltarán jóvenes que entren por ese camino, pero cada vez son muchos menos.

No es verdad que el diablo se metió a la Iglesia y por eso las mujeres se están alejando cada vez más de ella. Cuando las jóvenes van a la Iglesia no encuentran una iglesia experta en feminismo, género, derechos para las mujeres, violencia contra la mujer, etc. Y no es verdad que las mujeres se están perdiendo por esas “ideologías”, como las llama la Iglesia. Es todo lo contrario: están logrando los espacios que siempre se les negaron y la dignidad que no se les ha respetado. Pero la iglesia no se deja enseñar de ellas, sino que cree que puede enseñarles a mantenerse en los estereotipos culturales que pesan sobre ellas y así se salvarán ellas y las familias de las que, parece, son las responsables de sus descalabros.

No es verdad que el diablo se metió a la Iglesia y por eso los movimientos sociales rechazan muchas veces el estamento eclesial y ya no son los dóciles líderes que se refugian en las enseñanzas de la Iglesia. Es verdad que los movimientos sociales crecen y conquistan derechos y, muchas veces, defienden más la dignidad de las personas y los pueblos y hablan más del bien común y la solidaridad y los derechos humanos que las instancias eclesiales. Y, en muchos países casi siempre los sectores de iglesia están del lado de los gobiernos más individualistas, más capitalistas, más egoístas. Pero pareciera que con tal de que ofrezcan que van a ir en contra del aborto, es suficiente para no denunciar todas sus otras políticas de muerte contra los pobres, manteniéndose en bastante complicidad por su silencio en la compleja realidad socio política actual.

No es verdad que el diablo se metió a la Iglesia y por eso se están destruyendo las familias. Es verdad que ahora no existe exclusivamente el modelo de familia patriarcal que se mantenía hasta el final a costa de una mujer sumisa y una sociedad que no admitía ponerla en cuestión. Pero hoy en día es evidente la variedad de familias que existen y los caminos tan distintos que emprenden los seres humanos para establecer relaciones y aceptar que, muchas veces, “el para siempre” es imposible. Pero eso no significa que no se puedan emprender nuevos caminos. Sin embargo, la Iglesia propone bendecir el caminar de los seres humanos en sus múltiples maneras de vivir el encuentro y los que debieran ser testigos del amor, se rehúsan a aceptarloporque creen que las bendiciones son propiedad del clero y no gracia infinita de Dios.

Y podríamos seguir poniendo ejemplos para al menos preguntarnos si el diablo se metió a la iglesia o la iglesia no acaba de cambiar su horizonte y se mete de una vez por todas en el devenir del mundo, para comprenderlo, entenderlo, acompañarlo, curarlo, aceptarlo, participar de sus discernimientos y contribuir con su visión de defensa, siempre y en todo momento, de los últimos de cada tiempo presente.

Por supuesto hay también muchos ejemplos de sectores de iglesia comprometidos con la realidad tal y como ella es y que se juegan la vida con su compromiso frente a realidades concretas. Muchos sectores de iglesia que ya no hablan de diablos y demonios sino de corresponsabilidad y discernimiento. Pero duele pensar como todavía hay esos sectores de Iglesia, a los que nos referíamos antes, que son mayoritariamente la cara visible de la Iglesia y frente a los cuales la gente hoy se retira más y más. Es urgente dejar de poner los problemas en entidades figurativas o ajenas a la iglesia y asumir que el mal lo originamos los seres humanos, desde nuestra libertad y en la Iglesia la presencia del mal no es culpa del diablo que se entró a ella sino de nuestras resistencias, miedos y excusas para secundar al Espíritu de Dios que aletea en este presente -porque Dios no se va de la historia- pero tal vez ya no encuentra cabida en el corazón de esa iglesia que culpa al diablo de sus propios males.

(Foto tomada de: https://www.padrerafa.com/jesus-fue-tentado-por-el-diablo)

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“¿Cuándo llegaremos a celebrar que no existe más la exclusión en razón del sexo?”, por Consuelo Vélez

Viernes, 8 de marzo de 2024
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IMG_3481De su blog Fe y Vida:

 8-M en la sociedad y en la Iglesia: todo lo que queda por hacer

“Todavía hay demasiados feminicidios. Mucha violencia contra ellas de muchos tipos. Hay también espacios laborales, educativos y, especialmente, en los niveles de decisión, a los que las mujeres llegan con mucha dificultad”

Ya no se considera el tema de los ministerios ordenados (temática que salió en la consulta al Pueblo de Dios) y, sobre el diaconado, dicen que se va a tratar, pero sería un “milagro” (aunque esperamos ocurra) que se permitiera para las mujeres, ya que, una porción de los participantes del sínodo considera que atender a esta petición supondría “una peligrosa confusión antropológica”

Lo que necesitamos no es que ellas “aporten” lo que falta, sino que repensemos cómo construir un mundo y sus estructuras donde mujeres y varones sean protagonistas

Otro año para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Sería bueno poder decir que vamos a “celebrar” el que ya se erradicó la estructura patriarcal de las sociedades y las iglesias y no hay espacios de opresión para las mujeres en razón de su sexo. Pero todavía falta mucho para que este día sea de celebración.

Aún es necesario seguir trabajando por la transformación de nuestro mundo en relación a su manera de concebir, entender, describir e incluir a las mujeres. Todavía hay demasiados feminicidios. Mucha violencia contra ellas de muchos tipos. Hay también espacios laborales, educativos y, especialmente, en los niveles de decisión, a los que las mujeres llegan con mucha dificultad. Los trabajos domésticos y de cuidado siguen estando a cargo, mayormente, de las mujeres. La remuneración salarial, por el mismo trabajo que los varones, sigue siendo más bajo para las mujeres. Y así, podríamos enumerar muchas otras situaciones, por las que bajar la guardia o dejar de insistir en esta urgente transformación, no puede hacerse.

Además, si miramos al interior de la iglesia, la situación tampoco ha mejorado demasiado. En el documento final del sínodo (fruto de la reunión sinodal presencial del pasado mes de octubre) ya no se considera el tema de los ministerios ordenados(temática que salió en la consulta al Pueblo de Dios) y, sobre el diaconado, dicen que se va a tratar, pero sería un “milagro” (aunque esperamos ocurra) que se permitiera para las mujeres, ya que, una porción de los participantes del sínodo considera que atender a esta petición supondría “una peligrosa confusión antropológica”, “alineándose con el espíritu del tiempo”, es decir, prestar atención a los signos de los tiempos, es negativo para algunos. Y aunque haya más mujeres en puestos eclesiales y se siga repitiendo que las mujeres son las que sostienen la iglesia y realizan muchas actividades eclesiales, no parece que su presencia fuera tan importante en los niveles de decisión, donde los ministros ordenados solo las “invitan” para escucharlas, sin que eso se traduzca en reformas estructurales de fondo.

Porque todavía falta mucho, es válido y necesario que grupos como “La revuelta de las mujeres en la Iglesia”, en España, estén saliendo durante esta semana a manifestarse en las puertas de las Iglesias de muchas ciudades españolas y que otros grupos alrededor del mundo, realicen actividades, cada vez con más conciencia, de que no es un día para regalar flores y chocolates a las mujeres, sino para entender esta causa y solidarizarse con ella.

Pero quiero detenerme en un aspecto que me parece interesante considerar. Continuamente escuchamos decir que es muy importante el “aporte de la mujer” en aquellos espacios donde históricamente no ha estado. El papa Francisco así lo ha expresado desde el inicio de su pontificado: “es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia porque el ‘genio femenino’ es necesario en todas las expresiones de la vida social” (Evangelii Gaudium n. 104).

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Es decir, se echa en falta el “aporte” o la “contribución” de las mujeres a una realidad que ya está dada y ha funcionado por siglos así, una realidad construida por los varones a lo que ahora se le va a añadir esa parte femenina que, se dice, tienen las mujeres. Por una parte, entendemos que expresarlo así pretende mostrar que, en verdad, las mujeres han estado ausentes y, en muchos espacios faltan actitudes como el cuidado, la sensibilidad, la intuición, el servicio, la generosidad, la delicadeza, etc., que la sociedad patriarcal atribuye a las mujeres pero que, en este momento histórico, bien sabemos que esas actitudes son propias del género humano, de varones y mujeres, y mejor aún, que las mujeres tienen muchas otras actitudes que se han atribuido a los varones y que son de todo el género humano: inteligencia, racionalidad, visión, claridad, fortaleza, empeño, coraje, constancia, etc.

Y, es por lo anterior, que viene el otro aspecto que queremos comentar. Sería mucho mejor decir que hace falta que cambiemos de paradigma, dándonos cuenta que la realidad se ha construido sin las mujeres, sin todas las características que ellas tienen -iguales que las de los varones- porque sistemáticamente se les ha excluido e invisibilizado. Lo que necesitamos no es que ellas “aporten” lo que falta, sino que repensemos cómo construir un mundo y sus estructuras donde mujeres y varones sean protagonistas, donde todas las personas se sientan incluidas, donde se valore todo lo que cada ser humano es y se eche en falta que las mujeres no estén presentes en todas las instancias.

En conclusión, esperemos que en este 8 de marzo, sigamos creciendo en claridad, conciencia y exigencia de un mundo donde la inclusión sea una realidad -en plenitud- no a nivel de “aportes” o “contribuciones, para que podamos celebrar que se ha erradicado el sexismo en nuestras sociedades y, especialmente, en nuestras iglesias haya un testimonio visible de que a las mujeres no se les excluye de ninguna participación porque ellas al igual que los varones “han sido creadas a imagen y semejanza de Dios” (Gn 1, 27), es decir, sin ninguna exclusión en razón de su sexo.

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La Revuelta de Mujeres vuelve a las calles: 26 diócesis acogen actos por el 8-M

Miércoles, 28 de febrero de 2024
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Desde que diera sus primeros pasos en 2020, la iniciativa vive “un proceso imparable

El próximo domingo 3 de marzo a las 12:00 horas, la Revuelta de Mujeres en la Iglesia de Madrid, bajo el lema de este año, “Memoria y Esperanza”, volverá a concentrarse frente a la catedral de la Almudena para seguir alzando la voz contra la discriminación y el silencio al que la Iglesia católica las tiene sometidas por el hecho de ser mujeres

En el acto de la Revuelta se hará un llamamiento, a través de metáforas visuales, a la memoria para visibilizar y reparar a las víctimas de abusos en la Iglesia y a la esperanza en la construcción de una nueva Iglesia sinodal

El próximo domingo 3 de marzo a las 12:00 horas, la Revuelta de Mujeres en la Iglesia de Madrid, bajo el lema de este año, “Memoria y Esperanza”, volverá a concentrarse frente a la catedral de la Almudena para seguir alzando la voz contra la discriminación y el silencio al que la Iglesia católica las tiene sometidas por el hecho de ser mujeres.

En el acto de la Revuelta se hará un llamamiento, a través de metáforas visuales, a la memoriapara visibilizar y reparar a las víctimas de abusos en la Iglesia y a la esperanzaen la construcción de una nuevaIglesia sinodal. Para las mujeres que forman parte del movimiento, esto representa “el Pueblo en marcha que ha de anunciar el evangelio de Jesús y responder a la humanidad de hoy, donde se establezcan unas relaciones horizontales frente a la asimetría de poder actual y donde prime la circularidad sobre la verticalidad jerárquica”.

Los actos reivindicativos de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia se llevarán a cabo en los 26 territorios donde ya han estallado Revueltas: Alicante, Asturias, Badajoz, Barcelona-Alcem la Veu, Bilbao-Gure Hitza, Burgos, Cabra, Ciutadella-Alcem al Veu, Cádiz, Cantabria, Córdoba, Galicia-Mulleres Cristiás Galegas-Exeria, Guipúzcoa-Emakumen Aldarria, Gran Canaria, Granada, La Rioja, Madrid, Málaga, Menorca-Alcem al Veu, Navarra, Salamanca, Sevilla, Valencia-Alcem la Veu, Vitoria, Vigo y Zaragoza.

Desde que la Revuelta diera sus primeros pasos en marzo de 2020, de estar presente en cinco ciudades, se ha extendido por 19 territorios más en un proceso imparable. Referentes las unas de las otras aseguran que “experimentan un aliento común y los frutos que produce la inteligencia colectiva y la sororidad”, respetando sus idiosincrasias y aprendiendo mutuamente. “Las mujeres feministas creyentes alzamos nuestro pensamiento, nuestra experiencia de fe en Jesús, su proyecto de vida y nuestro compromiso con la Iglesia y el mundo para gritar, hasta que la igualdad se haga costumbre en la Iglesia”, reclaman.

La Revuelta llega hasta el Vaticano

Durante el pasado año y haciendo camino sinodal, ese peregrinaje conjunto de toda la Comunidad, la Revuelta de Mujeres en la Iglesia ha continuado profundizando en el estudio y reflexión-acción al servicio de la 1ª fase de la XVI Asamblea del Sínodode la Sinodalidad. Las mujeres han pedido “una Iglesia pobre que vuelva a Jesús al Evangelio donde las mujeres ocupen cualquier espacio en plena igualdad y sin discriminación alguna por razón de sexo y de orientación sexual”. También, “han urgido a la reforma de los órganos de participación para que de consultivos pasen a ser decisorios y una necesaria renovación de la teología, a través de la incorporación de la teología feminista”.

Además, el pasado mes de octubre, una representación de la Revuelta viajó hasta Roma y junto a otras mujeres del Catholic Women’s Council, procedentes de los cinco continentes, se reunieron con tres de las 81 mujeres elegidas por el papa Francisco para participar, por primera vez en la historia, en el Sínodo de los Obispos. La hermana japonesa Filo Hirota, la hermana Carolina de Iraq y la delegada suiza, Helena Jeppesen-Spuler, recogieron varias aportaciones que surgieron en esas mesas redondas en relación con la equidad, liderazgo y ministerio de las mujeres en la Iglesia. Además, y especialmente, se insistió en el fin de la violencia contra las mujeres en la Iglesia.

Fuente Religión Digital

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“La ideología eclesiástica”, por Guillermo Jesús Kowalski.

Viernes, 9 de febrero de 2024
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IMG_2686De su blog Poliedro y periferia:

Evangelii Gaudium advierte del riesgo de separar la realidad de la idea, refugiándose en la palabrería, la imagen, el sofisma. Si la realidad es superior a la idea, nuestros proyectos no pueden ser solo formales manipulaciones de la realidad.

La idea, en Tomás de Aquino o Pascal, es deudora de la realidad, percibida con el “corazón” que ama, “intus legere” y que capta que «todo está relacionado, conectado» (LS 16; 117; 138), se integra a un poliedro de sentido.

Jesús no se fija en nuestra ideología, que tener siempre la tenemos, sino que su Amor va más allá y hace de nosotros, un pueblo de hermanos.

Pero la Esperanza cristiana está en aquel que, al resucitar, ha vencido a la ideología religiosa que lo condenó. Aquel que, con la fuerza de su Espíritu, teje día a día su Reino de Misericordia entre las guerras de este mundo. Que nos envía profetas, que todos los días nos anuncian desde distintos lugares y culturas, el Evangelio del amor y la compasión, para cambiar el mundo.

El Papa pedía en la misa de Reyes: “Ideologías eclesiásticas, ¡no!”, ellas alientan la división en la Iglesia y quitan a Jesús del centro

El Evangelio no es una idea o una ideología, es un anuncio que te toca y te cambia el corazón. Pero si te refugias en una ideología estás haciendo del Evangelio un partido político, un club de personas” … “el Evangelio no es una ideología” que crea “agotadoras polarizaciones” “En la Iglesia todo debe conformarse a las necesidades del anuncio del Evangelio; no a las opiniones de conservadores o progresistas”, insistió, “sino a que Jesús llegue a la vida de las personas. Por lo tanto, toda elección, uso, estructura y tradición deben ser evaluados en la medida en que favorezcan el anuncio de Cristo”. (Papa Francisco)

La ideología no es solo cuando se identifica el evangelio con la derecha, la izquierda, los conservadores o los progresistas, encontrando algunas afinidades, se renuncia a ser una instancia crítica que vaya más allá de la mera identificación política.

También la Iglesia puede vivir una reducción ideológica cuando ella misma se erige en poder, en un sistema de ideas para someter otros seres humanos…en nombre de “Dios”. Es el origen de todos los fundamentalismos. Las ideologías siempre son una justificación de ciertos intereses para poder influenciar y hacerse con el poder. El que no tenga una “que tire la primera piedra” (L. Gera). El tema es ser conscientes de esta forma limitada de abordar la realidad y no reducir el Misterio de Dios a ellas, sino redimirlas desde una comprensión evangélica más amplia.

Para Evangelii Gaudium, el programa de Francisco, la ideologización del cristianismo deriva del clericalismo. Una “ideología” hegemónica para gobernar la Iglesia, un discurso parcial e interesado del Evangelio, concentrado en formas secundarias y desconectado de la raíz …” para justificar la estructura de poder de un clero carrerista y autorreferencial.

Va más allá de ser conservador o progresista. De lo que se trata es de tener el poder y defenestrar al mejor estilo “Maquiavelo”, al que intente ponerlo en duda (inquisición, cruzadas, expulsión, quema de disidentes, “abandono al brazo secular”, soporte de colonialismos, excomuniones… y ahora la persecución mediática del Papa Francisco y sus reformas).

De lo que se trata en la ideología clerical, es de “mandar en nombre de Dios”. El camino contrario a Jesús, que no vino a ser servido sino a servir, que fue víctima de los poderosos civiles y religiosos de este mundo y les insistió a sus apóstoles en la última cena que “entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande deberá ser vuestro servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20)

Por eso, esta ideología interpreta la evangelización como proselitismo, no como contagio de “una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos (Lc 2,10). De lo que se trata es de convencer con miedos y condenas para domesticar, homogenizar …y así reproducir el sistema. Son sacralizados objetos, gustos, vestimentas y modos de vida del clero, como el celibato obligatorio que ha sido erigido como algo más importante incluso que el sacramento del Orden Sagrado. Nada de cercanía con el pueblo, sino “desde arriba”, con sacralizaciones absurdas…que terminan en pandemias de abusos y pederastias.

El reduccionismo dogmático de la pretendida “pureza doctrinal”, piedra filosofal del clericalismo, es como el casamiento entre parientes, endogámico, genera malformaciones, asfixia. Diferente del amor del Dios hecho hombre, que es expansivo, poliédrico, dialogal, una identidad abierta, humilde, respetuosa, inclusiva. Los dogmas, que son pocos, son solo una señal hacia el misterio, no su encorsetamiento con el lenguaje de una época y  de un grupo.

La perspectiva de la ideología clerical no es buscar el Reino de Dios y su Justicia, sino afirmar en este mundo la institución eclesiástica como exigente aduana del Cielo regida por una “casta sagrada”. Anula el interés por hacer un mundo mejor, la tensión hacia los cielos nuevos y tierra nueva” (Ap.21). Nada de compromiso con el sufrimiento personal y estructural de este mundo. Sólo hay que “acatar, rezar y sostener el culto” sumisamente, para tranquilizar la conciencia. El juicio final descripto por Jesús en Mt 25, donde el acento está puesto en el amor samaritano, es reemplazado por misticismos desencarnados, por “sentirse bien con uno mismo” en la lógica narcisista actual, donde el otro es un obstáculo.

En la ideología eclesiástica predomina la preocupación obsesiva por la institución. Es sabido que todo movimiento social requiere institucionalidad para la profundización y continuidad del mensaje que abraza. Pero en el caso de la ideologización de la institución eclesiástica, su cultura organizacional, siempre deudora de una época y una elite, predomina sobre el mensaje y la vida que ha de transmitir a lo largo de la historia e interpretando “los signos de los tiempos”.

Cambia el foco del Evangelio, que ya no se dirige a los que tienen hambre y se les da de comer… ya no son los bienaventurados por sufrir la injusticia y luchar por ella, ya no es el Reino de Dios y su Justicia sino el reino de los clérigos y sus privilegios, que siempre nos embarcan en cruzadas contra los “enemigos de la fe”.

Pero la Esperanza cristiana está en aquel que, al resucitar, ha vencido a la ideología religiosa que lo condenó. Aquel que, con la fuerza de su Espíritu, teje día a día su Reino de Misericordia entre las guerras de este mundo. Que nos envía profetas, que todos los días nos anuncian desde distintos lugares y culturas, el Evangelio del amor y la compasión, para cambiar el mundo.

Puedo entregar mi cuerpo a las llamas, pero si no tengo amor… (1 Cor 13) El amor, no la idea del amor, redime, construye, cura, perdona, da sentido, capacita para ver lo que nadie ve…Como Jesús, que ve “algo grande” en el enfermo, en el pecador, en la viuda que lo toca entre la multitud, en Zaqueo, en el centurión…todos amados, comprendidos. Él no se fija en nuestra ideología, que tener siempre la tenemos, sino que su Amor va más allá y hace de nosotros, un pueblo de hermanos.

La ideología impide ver a las personas como totalidad y finalidad, sus necesidades profundas, sus aficiones, su verdad. Como decía Mafalda “amo a la humanidad, lo que me molestan son las personas. Puede que a las individualistas no le interesen los pobres o que las colectivistas hagan de los pobres solo una bandera para revoluciones que terminan empeorando su situación. Como cita la película Napoleón de Ridley Scott: El pueblo entra en la revolución por la miseria …y termina en la miseria por la revolución”.

Ese desinterés por la persona concreta, hace que la gente se vaya de la iglesia, hay un instinto que les dice que por ahí no es. Es una de las principales causas de la apostasía de las masas. Las personas sienten que la institución no tiene interés verdadero por ellas, sino por “imponerles ideas” y controlarlas.

Evangelii gaudium advierte del riesgo de separar la realidad de la idea, refugiándose en la palabrería, la imagen, el sofisma. Si la realidad es superior a la idea, nuestros proyectos no pueden ser solo formales manipulaciones de la realidad. La idea, en Tomás de Aquino o Pascal, es deudora de la realidad, percibida con el “corazón” que ama, “intus legere” y que capta que «Todo está relacionado», «todo está conectado» (LS 16; 117; 138), se integra a un poliedro de sentido.

poliedroyperiferia@gmail.com

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La Epifanía muestra que no hay excepciones

Lunes, 8 de enero de 2024
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IMG_2264La Adoración de los Magos, por  Edward Burne-Jones (1904)

La “Epifanía”, como se llama la fiesta litúrgica de hoy, suele definirse como revelación, manifestación, realización. En las narraciones de la infancia de los evangelios, la Epifanía marca la importancia del hecho de que las naciones no judías, representadas por los Magos, reconozcan la presencia de Cristo como Redentor. La primera lectura y el pasaje del evangelio de hoy enfatizan esa dimensión de esta fiesta.

Pero la segunda lectura, de Efesios 3, enfatiza que también se revela un misterio más específico: “que los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio”. Desde esta perspectiva, esta fiesta nos recuerda que Dios ha venido al mundo para redimir no sólo a quienes se consideran elegidos, sino a quienes tradicionalmente fueron excluidos por quienes se consideran elegidos.

¿Suena familiar? Sí,

El año 2023 fue un año en el que esa lección comenzó a volverse más tangible y real en la Iglesia Católica, a medida que los líderes, en particular el Papa Francisco, enseñaron con la palabra y el ejemplo que las personas LGBTQ+ son “miembros del mismo cuerpo” que otros en nuestra comunidad de fe. A finales de año, The National Catholic Reporter editorializó que el año pasado se produjo un “movimiento extraordinario, aunque tentativo” con respecto a “cómo la Iglesia Católica incluye y ministra a sus miembros LGBTQ. En los últimos 12 meses han sucedido cosas que alguna vez habrían parecido obra de un novelista desconectado de la realidad”. (Para obtener más evidencia de este hecho, basta con mirar la lista de los diez mejores eventos católicos LGBTQ de 2023 de Bondings 2.0).

La última frase de la cita del editorial de NCR resonó en mis oídos cuando leí la línea de la lectura de Efesios de hoy, que hablaba de cómo una nueva comprensión del amor de Dios “no se dio a conocer a personas de otras generaciones como se ha revelado ahora”. Eso literalmente hizo que un escalofrío recorriera mi columna vertebral, al darme cuenta de lo increíblemente bendecido que soy (y todos nosotros) de vivir en una época en la que podemos ver que tales gracias se vuelven reales. Y estoy agradecido a todos nuestros antepasados que esperaron y trabajaron para que se produjera un año como el 2023.

La noticia culminante de un año tan maravilloso llegó justo antes de finales de diciembre, cuando el Vaticano anunció que los sacerdotes tenían permiso para bendecir a parejas del mismo sexo. Fiducia Supplicans, la declaración que concedió tal permiso, en realidad no se centró en las parejas del mismo sexo, sino en qué son las bendiciones en general y cómo deben administrarse. Aunque este documento provino del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF), tenía las huellas del Papa Francisco por todas partes, especialmente el mensaje que ha estado enseñando desde que se convirtió en pontífice: que el amor de Dios es paratodos, todos, todos”, y que los ministros de la iglesia no deben negar a nadie el cuidado pastoral.

En efecto, lo que el Papa Francisco y el DDF han estado haciendo es mostrar lo que describe la carta a los Efesios: “la mayordomía de la gracia de Dios” fue dada a los líderes de la iglesia, no para protegerla y atesorarla, sino que fue dada para el “beneficio” de la gente.” En otras palabras, los líderes de la iglesia no deberían preocuparse por preservar las ideas e ideales de la iglesia, sino por compartir extravagantemente el amor de Dios de manera tangible y significativa con todas las personas, sin excepciones. La mejor manera de compartir ese amor es dando bendiciones a cualquiera que tenga suficiente hambre como para solicitarlo a la iglesia.

Así que hoy, mientras acercas las estatuas de los Reyes Magos de tu Belén al pesebre, tómate un momento para recordar que la fiesta de hoy no se trata sólo de nuestros viajes hacia Jesús, sino del viaje de Dios hacia todas las personas del mundo, especialmente aquellos que tienen tradicionalmente ha sido excluido.

—Francis DeBernardo, Ministerio New Ways, 7 de enero de

Fuente New Ways Ministry

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“Jesús bautiza con Espíritu Santo”. Bautismo del Señor – B (Marcos 1,7-11)

Domingo, 7 de enero de 2024
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El Bautista representa como pocos el esfuerzo de los hombres y mujeres de todos los tiempos por purificarse, reorientar su existencia y comenzar una vida más digna. Este es su mensaje: «Hagamos penitencia, volvamos al buen camino, pongamos orden en nuestra vida». Esto es también lo que escuchamos más de una vez en el fondo de la conciencia: «Tengo que cambiar, debo ser mejor, he de actuar de manera más digna».

Esta voluntad de purificación es noble e indispensable, pero no basta. Nos esforzamos por corregir errores, tratamos de cumplir con nuestro deber con más responsabilidad, intentamos hacer mejor las cosas, pero nada realmente nuevo se despierta en nosotros, nada apasionante. Pronto el paso del tiempo nos devuelve a la mediocridad de siempre. El mismo Bautista reconoce el límite de su esfuerzo: «Yo os bautizo solo con agua; alguien más fuerte os bautizará con Espíritu y fuego».

El bautismo de Jesús encierra un mensaje nuevo que supera radicalmente al Bautista. Los evangelistas han cuidado con esmero la escena. El cielo, que permanecía cerrado e impenetrable, se abre para mostrar su secreto. Al abrirse, no descarga la ira divina que anunciaba el Bautista, sino que regala el amor de Dios, el Espíritu, que se posa pacíficamente sobre Jesús. Del cielo se escucha una voz: «Tú eres mi Hijo amado».

El mensaje es claro: con Cristo, el cielo ha quedado abierto; de Dios solo brota amor y paz; podemos vivir con confianza. A pesar de nuestros errores y nuestra mediocridad insoportable, también para nosotros «el cielo ha quedado abierto». También nosotros podemos escuchar con Jesús la voz de Dios: «Tú eres para mí un hijo amado, una hija amada». En adelante podemos afrontar la vida no como una «historia sucia» que hemos de purificar constantemente, sino como el regalo de la «dignidad de hijos de Dios», que hemos de cuidar con gozo y agradecimiento.

Para quien vive de esta fe, la vida está llena de momentos de gracia: el nacimiento de un hijo, el contacto con una persona buena, la experiencia de un amor limpio… que ponen en nuestra vida una luz y un calor nuevos. De pronto nos parece ver «el cielo abierto». Algo nuevo comienza en nosotros; nos sentimos vivos; se despierta lo mejor que hay en nuestro corazón. Lo que tal vez habíamos soñado secretamente se nos regala ahora de forma inesperada: un inicio nuevo, una purificación diferente, un «bautismo de Espíritu». Detrás de esas experiencias está Dios amándonos como Padre. Está su Amor y su Espíritu «dador de vida».

José Antonio Pagola

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“Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”. Bautismo del Señor. Domingo 07 de enero de 2023. Domingo primero ordinario-

Domingo, 7 de enero de 2024
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09-navidada5-cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 42,1-4.6-7: Mirad mi siervo, a quien prefiero.
Salmo responsorial: 28: El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Hechos de los apóstoles 10, 34-38: Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo.
Marcos 1,7-11: Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.

 Hoy, como comunidad de creyentes, celebramos el bautismo de Jesús y, junto con él, nuestro bautismo. Así pues, las lecturas de este día nos ofrecen tres elementos que identifican el verdadero bautismo en el Señor.

Un primer elemento lo encontramos en el texto de Isaías, quien nos habla de la actitud del siervo de Dios; éste ha sido llamado y asistido por el Espíritu para llevar a cabo una especial misión en el pueblo de Israel: hacer presente con su vida la actitud misma de Dios para con la humanidad; es decir, evidenciar que Dios instaura su justicia y su luz por medio de la debilidad del ser humano. Por tanto, la tarea de todo bautizado es testimoniar que Dios está actuando en su vida; signo de ello es su manera de existir en medio de la comunidad; debe ser una existencia que promueva la solidaridad y la justicia con los más débiles, pues en ellos Dios actúa y salva; en ellos se hace presente la liberación querida por Dios.

El segundo elemento está presente en el relato de los Hechos de los Apóstoles. La intención central de este relato es afirmar que el mensaje de salvación, vivido y anunciado por Jesús de Nazaret, es para todos sin excepción. La única exigencia para ser partícipe de la obra de Dios es iniciar un proceso de cambio (respetar a Dios y practicar la justicia), que consiste en abrirse a Dios y abandonar toda clase de egoísmo para poder ir, en total libertad, al encuentro del otro, pues es en el otro donde se manifiesta Dios. A ejemplo de Jesús, todo bautizado tiene el deber de pasar por la vida “haciendo el bien”; tiene la tarea constante de cambiar, de despojarse de todo interés egoísta para poder así ser testigo de la salvación.

El evangelio de Mateo desarrolla el tercer elemento que identifica el verdadero bautismo: La obediencia a la voluntad del Padre. “La justicia plena” a la que se refiere Jesús en el diálogo con Juan el Bautista manifiesta la íntima relación existente entre el Hijo de Dios y el proyecto del Padre. Esto significa que el bautismo es la plenitud de la justicia de Dios, ya que las actitudes y comportamientos de Jesús tienen como fin hacer la voluntad de Dios. Esta obediencia y apertura a la acción de Dios afirma su condición de hijo; es hijo porque obedece y se identifica con el Padre. Esta identidad de Jesús con el Padre (ser Hijo de Dios) se corrobora en los sucesos que acompañan el bautismo: El cielo se abre, desciende el Espíritu y una voz comunica que Jesús es Hijo predilecto de Dios. Es «hijo» a la manera del siervo sufriente de Isaías (Is 42,1): hijo obediente que se encarna en la historia y participa completamente de la realidad humana. El bautismo, en consecuencia, provoca y muestra la actitud de toda persona abierta a la divinidad y voluntad de Dios; y hace asumir, como modo normal de vida, el llamado a ser hijos de Dios, identificándonos en todo con el Padre y procurando, con nuestro actuar, hacer presente la justicia y el amor de Dios. Por desgracia, en la actualidad el bautismo se ha limitado al mero rito religioso, desligándolo de la vida y la experiencia de fe de la persona creyente. Se ha olvidado que el bautismo es el hecho fundamental del ser cristiano, pues evoca la vida, la muerte y la resurrección de Cristo y la participación de todo cristiano en este misterio. El bautismo viene a significar en síntesis, y teniendo en cuenta los elementos descritos anteriormente, la entrega generosa a Dios y a los hermanos a ejemplo del mismo Cristo. Leer más…

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Pikaza

Domingo, 7 de enero de 2024
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Fiesta del Bautismo de Jesús.

Domingo, 7 de enero de 2024
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icono-bautismo-de-jesusDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Ayer celebramos la fiesta de la Epifanía, con Jesús niño de menos de dos años, y de repente lo vemos ya adulto, en el momento del bautismo. De los años intermedios, si prescindimos de la visita al templo que cuenta Lucas, no se dice nada.

            Esta ausencia de datos resulta especialmente dura en el bautismo de Jesús. ¿Por qué decide ir al Jordán? ¿Cómo se enteró de lo que hacía y decía Juan Bautista? ¿Por qué le interesa tanto? Ningún evangelista lo dice. El relato de Marcos, el más antiguo, cuenta el bautismo con muy pocas palabras. Y ni siquiera se centra en el bautismo, sino en lo que ocurre inmediatamente después de él.

            En aquel tiempo, proclamaba Juan:

            ̶  Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.

            Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:

            ̶  Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.

               Marcos destaca dos elementos esenciales: el Espíritu y la voz del cielo.

             La venida del Espíritu tiene especial importancia, porque entre algunos rabinos existía la idea de que el Espíritu había dejado de comunicarse después de Esdras (siglo V a.C.). Ahora, al venir sobre Jesús, se inaugura una etapa nueva en la historia de las relaciones de Dios con la humanidad.

         La voz del cielo. A un oyente judío, las palabras «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» le recuerdan dos textos con sentido muy distinto. El Sal 2,7: «Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy», e Isaías 42,1: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero». El primer texto habla del rey, que en el momento de su entronización recibía el título de hijo de Dios por su especial relación con él. El segundo se refiere a un personaje que salva al pueblo a través del sufrimiento y con enorme paciencia. Marcos quiere evocarnos las dos ideas: dignidad de Jesús y salvación a través del sufrimiento. En este sentido, es importante advertir que la vida pública de Jesús comienza con el testimonio de la voz del cielo («Tú eres mi hijo amado, mi predilecto») y se cierra con el testimonio del centurión junto a la cruz: «Realmente, este hombre era hijo de Dios» (Marcos 15,39).

El programa futuro de Jesús (42,1-4.6-7)

         Las palabras del cielo no sólo hablan de la dignidad de Jesús, le trazan también un programa. Es lo que indica la primera lectura de este domingo, tomada del libro de Isaías.

Así dice el Señor: 

Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.

            El programa indica, ante todo, lo que no hará: gritar, clamar, vocear, que equivale a amenazar y condenar; quebrar la caña cascada y apagar el pabilo vacilante, símbolos de seres peligrosos o débiles, que es preferible eliminar (basta pensar en Leví, el recaudador de impuestos, la mujer sorprendida en adulterio, la prostituta…).

            Dice luego lo que hará: promover e implantar el derecho, o, dicho de otra forma, abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión; estas imágenes se refieren probablemente a la actividad del rey persa Ciro, del que espera el profeta la liberación de los pueblos sometidos por Babilonia; aplicadas a Jesús tienen un sentido distinto, más global y profundo, que incluye la liberación espiritual y personal.

            El programa incluye también cómo se comportará: «no vacilará ni se quebrará». Su misión no será sencilla ni bien acogida por todos. Abundarán las críticas y las condenas, sobre todo por parte de las autoridades religiosas judías (escribas, fariseos, sumos sacerdotes). Pero en todo momento se mantendrá firme, hasta la muerte.

Misión cumplida: pasó haciendo el bien (Hechos de los Apóstoles 10,34-38)

            Pedro, dirigiéndose al centurión Cornelio y a su familia, resume en estas pocas palabras la actividad de Jesús.

Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»

            Un buen ejemplo para vivir nuestro bautismo.

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Domingo del Bautismo del Señor. 07 de enero, 2024

Domingo, 7 de enero de 2024
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Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán”.

(Mc 1, 7-11)

El Niño que estaba ayer en pañales y recibía la visita de los Magos es hoy el que se pone a la fila de los pecadores como uno más. El Dios desconcertante. El Dios que aparece donde menos le iríamos a buscar (¡en un establo!) y se escapa de todos nuestros templos y palacios.

Ese es el Dios que nos muestra Jesús. El Dios que rompe nuestros esquemas. Nosotros querríamos que se manifestara con su fuerza. Le invocamos como Dios Omnipotente, Señor de los Ejércitos, pero él viene a que le bauticemos.

Se pone en la fila sin anticipos ni privilegios. Como uno más, como el más corriente. Sin escolta, sin anunciar su llegada, sin tratos especiales.

Pero, ¿no te das cuenta, Dios Omnipotente, Señor del Cielo y de la Tierra, que así no impresionas a nadie? Déjate asesorar por nosotros. Te falta “marketing”, te falta “puesta en escena”. Hay que cuidar la imagen y medir las palabras. También sería bueno que elijas mejor a las personas con las que te rodeas. Busca a personas influyentes. Rodéate de gente con buena imagen…

¡No hay quien pueda Contigo! Sigues tercamente empeñado en ir por tus caminos y hacer las cosas a tu manera. ¿Qué esconden la vulnerabilidad y la pobreza? ¿Por qué vienes a que te bauticemos en lugar de bautizarnos tú a nosotros? ¿Qué haces tú en la fila de los pecadores?

Así es nuestro Dios encarnado en Jesús. Viene a “necesitarnos”. Primero en la fragilidad de un recién nacido. Ahora como uno más que desea ser bautizado. Vienes a necesitarnos, nosotros querríamos que vinieras a solucionarnos la vida.

Oración

Trinidad Santa, ayúdanos a descubrirte allí donde tú quieras manifestarte. En la cola del autobús, entre quienes cruzan la calle o jugando con los niños del parque. Que como Juan Bautista sepamos reconocerte allí donde hayas querido manifestarte.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El verdadero Jesús no puede ser concebido sin Espíritu.

Domingo, 7 de enero de 2024
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bautismo-jesusDOMINGO 1º (B) BAUTISMO DE JESÚS

Mc 1,6-11

Estamos en el primer domingo del “tiempo ordinario”. Celebramos hoy una de las tres manifestaciones de Jesús que estuvieron durante los primeros siglos integradas en la fiesta de la Epifanía. Las dos lecturas nos preparan para entender el evangelio. Para Marcos, es el comienzo. El relato es la clave para comprender todo su evangelio. Hay pocas dudas sobre la historicidad de hecho. Lo narran los tres sinópticos, y Jn más contundente, lo da por supuesto.

El bautismo de Jesús es el primer dato que se puede constatar históricamente por fuentes extra bíblicas. Es un relato que ningún cristiano se hubiera atrevido a inventar, porque compromete el altísimo concepto que tuvieron de su maestro. Si no hubiera tenido importancia, seguramente se les hubiera olvidado. De ahí la necesidad de dejar clara, en todos los relatos, la diferencia entre Jesús y Juan.

El mensaje teológico que se quiere trasmitir con este relato es muy importante. No fue un acto de humildad ni una comedia ante los demás, sino una búsqueda de su identidad que manifestó durante toda su vida. Para aceptar este punto de vista tenemos que admitir que fue verdadero hombre. Esto no es fácil, a pesar de que un concilio lo definió como dogma de fe. Un hombre al que hicieron tantas “judiadas” y murió como murió, nos obliga a aceptar que fue un hombre.

Los humanos no podemos aceptar racionalmente que una realidad sea, a la vez, dos cosas contradictorias entre sí. Desde nuestra racionalidad, no podemos pensar en un ser que es a la vez, hombre y Dios, porque tenemos una idea equivocada de los que es Dios. Como no podemos pensar en una bola de billar que sea a la vez, blanca y negra. El listo de turno nos puede decir que podemos poner la mitad de pigmento blanco y la mitad negro; pero entonces resultaría una bola gris…

A través de la historia, nos hemos visto “obligados” a pensar a Jesús como hombre, olvidándonos de lo divino o pensarlo como Dios, olvidándonos de lo humano. En una palabra, parece que no podemos hacer cristología sin caer en la herejía. Lo mismo que no podemos hacer teología sin hacernos un ídolo. Tenemos dos salidas: a) aceptar las formulaciones sin entender ni palabra. b) aparcar la razón y buscar la vivencia para superar la contradicción: Lo divino y lo humano ni se mezclan ni se excluyen. En Jesús está la plenitud humana y la plenitud divina.

Si aceptamos que Jesús es un ser humano, tendremos que admitir una trayectoria humana como la de cualquier hombre. No fue un extraterrestre, sino que tuvo que desarrollarse para alcanzar plenitud. Desde esta perspectiva, podemos entender lo que sería para Jesús descubrir al Bautista. Hacia trescientos años que no había profetas en Israel; es natural que se sintiera atraído por esta figura y que intentara aprender de él. El hecho de que se bautizara, nos lleva más allá de un encuentro fortuito. Jesús aceptó la predicación de Juan y se comprome­tió con ella.

Lo importante no es que narren lo que pasó, sino cómo nos lo dicen. La liturgia de hoy lo pone bien de manifiesto. Las tres lecturas nos hablan del Espíritu. El evangelio, para hablar del Espíritu, emplea una imagen sensible, como paloma. No significa que vio una paloma que bajaba sobre él como normalmente se entiende. Oseas 8,1, dice: Como un águila cae el mal sobre la casa de Israel. Quiere decir que el Espíritu cayó sobre Jesús como un ave se lanza en picado desde lo alto. La misma Biblia dice que el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas.

El Espíritu transforma a Jesús, y le capacita para llevar a cabo la difícil tarea que le esperaba. En el AT se ungía al rey para que el Espíritu lo capacitara para su misión. Están hablando del nuevo nacimiento del agua y del Espíritu. Lo que Jesús pide más tarde a Nicodemo lo había vivido él. “Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es Espíritu”. No se puede concebir a Jesús sin el Espíritu. Porque nacer de la carne es menos importante que nacer del Espíritu, lo que celebramos hoy es más importante que lo que hemos celebrado en Navidad.

No debemos pensar en fenómenos aparatosos. La manera de narrar el hecho puede ser una trampa. Ni Espíritu visible, ni voz audible, ni cielo rasgado. Todos estos fenómenos no son más que imágenes para comunicarnos verdades teológicas. El Espíritu actúa siempre de la misma manera, silenciosamente, desde dentro, sin ruidos, sin aspavientos, sin violentar la naturaleza porque actúa siempre de acuerdo con ella. “No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha humeante no la apagará“. (Isaías)

Aunque no tenemos datos suficientes para poder adentrarnos en la psicología de Jesús, los evangelios no dejan ninguna duda sobre la relación de Jesús con Dios. Fue una relación que desbordó todo lo conocido. Se atreve a llamarle “Abba” (papá). Hace su voluntad: Le escucha siempre. El mensaje de Jesús se reduce a manifestar su experien­cia de Dios. El único objetivo de su misión fue que nosotros lleguemos a esa misma experiencia. Toda relación de Jesús con Dios era con un Dios que es Espíritu. En el diálogo con la Samaritana lo dejó claro. Dios es Espíritu.

Tú eres mi Hijo amado. La experiencia de ser amado es la base del verdadero amor. Solo a través de la contemplación, el Hombre Jesús descubrió quién era Dios para él. Lucas, dice: “y mientras oraba…” El descubrimiento de esa presencia nace sencillamente de su concien­cia de hombre. Dios como creador está en la base de todo ser. Yo soy yo, porque soy de Dios. Todo lo que tengo de positivo me lo está dando Él. Mi verdadero ser es el mismo ser de Dios.

El cielo rasgado recuerda a Isaías: “¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!”. El cielo se había cerrado. Hacía siglos que Dios no hablaba a través de sus profetas; ahora se abre. La comunicación entre el cielo y la tierra queda abierta para siempre por medio del ser humano que se siente identificado con Dios. Mc está trasmitiendo el descubrimiento de la vocación de Jesús y su conciencia de enviado del Padre.

Pedro dice: Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos. Dios también está contigo, solo falta que tú respondas como respondió él. La más importante tarea de tu vida es desplegar tus posibilidades de ser. Si despliegas solamente tus posibilidades biológicas, habrás desarrollado solo una parte de ti. Eres también Espíritu y si quieres alcanzar tu plenitud, tienes que desplegar el Espíritu.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Creerle a Jesús.

Domingo, 7 de enero de 2024
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Mc 1, 6-11

«Éste es mi hijo, el amado, mi predilecto»

Jesús “descubrió” a Abbá. Es el primero que se atrevió a mirar a los ojos del Dios Altísimo y Todopoderoso y decir, sonriendo: “papá”. Y nos encantaría poder hacer la crónica de este descubrimiento: de cómo el espíritu de Abbá fue rompiendo sus odres viejos, cómo se le fue quedando estrecha la antigua Ley, cómo fue creciendo su sentimiento filial o se fue desarrollando su compromiso de proclamarle… pero no es posible, y sólo podemos aspirar a conjeturas que de alguna forma afianzan nuestra fe.

Por ejemplo, es razonable pensar que Jesús sintió la llamada de Dios en un momento determinado de su vida, abandonó Nazaret y se dirigió al encuentro de Juan. Es posible que allí permaneciese un tiempo como su discípulo, y también es posible que aquel ambiente de oración y penitencia propiciase que Jesús se empapase de tal modo del espíritu de Dios, que tomase la decisión de dedicar la vida a proclamar su Reino.

Lo que sí sabemos es que el bautismo de Jesús es un suceso histórico (porque a sus discípulos no les interesaba nada presentar a Jesús siendo bautizado por Juan), aunque los cuatro evangelistas tienen buen cuidado de adobarlo con una fuerte interpretación teológica en forma de teofanía. El resultado es que en los textos del bautismo podemos distinguir dos relatos complementarios: lo que vieron los ojos (Jesús es bautizado por Juan), y lo que la fe entendió después de la experiencia pascual (ese hombre que parecía uno más en la cola de bautizandos, es el hijo predilecto de Dios).

Marcos quiere empezar su evangelio con una profesión de fe que nos allane el camino para entender el mensaje que encierra: “Ése al que veis siendo bautizado por Juan, que se va a lanzar a los caminos a proclamar la buena Noticia, que va a enfrentarse a los santos y los sabios de Israel, que va a subir a Jerusalén y romper definitivamente con todos los estamentos de poder, y que va a ser crucificado por ello… ése es el Hijo amado lleno del espíritu de Dios”.

El propio Marcos narra otra teofanía similar, y con el mismo propósito, justo antes de la subida de Jesús a Jerusalén donde va a ser crucificado: «Éste es mi hijo muy amado, escuchadle» … Marcos quiere dejar claro que, a pesar de su aparente fracaso posterior, cuando Jesús nos habla de Dios debemos escucharle, porque quien nos lo cuenta es el Hijo. Pero no vale de nada creer “en” Jesús si luego no nos creemos lo que nos dice; no vale de nada admitir su divinidad o aceptar que es el hijo predilecto de Dios… si no vivimos con sus criterios y con sus valores.

No cuesta demasiado creer “en” Jesús, pero nos cuesta mucho creerle “a” Jesús cuando nos habla de Abbá, o cuando nos dice cosas tan chocantes como que debemos ir por el mundo proclamando el evangelio… Sentimos la tentación de quedarnos sólo con lo que nos parece razonable; creerle en lo que cuadra con nuestros criterios (que son los del mundo) e ignorarle en el resto…

¡Escuchadle!

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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El bautismo es un proceso en espiral.

Domingo, 7 de enero de 2024
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bautismo1Mc 1, 7-11

 El bautismo es un proceso. Hay un momento especial para su ritual en el seno de la comunidad cristiana. Pero la conciencia de nuestra identidad profunda sólo va llegando lenta y profundamente.

Puede que llegue lentamente porque es demasiado grande para ser asimilado con rapidez. Como un bálsamo, se desliza por la piel de nuestra alma, impregnando cada poro, hidratando la sequedad de nuestro interior, tan cansado de buscar fuera lo que habita dentro.

Es el agua que abre nuestra alma a la Ruah, el agua que limpia el polvo de nuestro ojo interior, para que seamos capaces de comprender, poco a poco quiénes somos en verdad.

Decimos que trabaja en espiral porque como cualquier relación, tiene sus diferentes estaciones: un día de invierno puede ir seguido de una experiencia de primavera durante un periodo de tiempo, y luego volver al invierno. Depende de nuestra realidad personal y social, y de las emociones y cambios vitales que experimentemos: nuestro dolor personal y social, la injusticia que vivamos o veamos, la alegría que siempre en algún rincón del alma experimentamos o la renovación en la que estamos inmersas la mayoría de personas que despertamos a una consciencia más global.

Entrar en el dinamismo espiral de la Ruah es entrar en un espacio y refugio seguro. Ella entiende de procesos y espirales, y si permanecemos quietas, en silencio expectante del que nos habla el Evangelio, ella hace su trabajo.

Es en este movimiento del Espíritu en nosotrxs y a través de nosotrxs donde el bautismo, recibido ritualmente una vez, adquiere de nuevo su significado: “Tú eres mi hijo, en ti encuentro placer”. Y la rueda de la vida comienza a rodar de nuevo, dejando atrás la ira, el dolor y la soledad, y ofreciendo el agua, el sentido y el amor necesarios, como aire para respirar de nuevo, para sanar heridas, para ver el futuro con luz.

Una de esas respiraciones profundas en la Ruah, llena de nuevo aire fresco para mí, ocurrió hace unos años en Wicklow, Irlanda. Una pequeña comunidad de hermanas dominicas ofrece un programa sabático integrado sobre “la Nueva Historia“. Se trata de una inmersión de 10 semanas en el estudio y la experiencia del comienzo de todo tipo de vida en sus diferentes formas; de la vida interior y exterior, a través de las lentes de la ciencia actual y de diversas espiritualidades, especialmente la espiritualidad celta.

El lugar se llama An Tairseach que significa “Umbral” en gaélico. Alberga un centro de ecología y espiritualidad cuya misión es “crecer en la conciencia de que la Tierra es nuestro propio hogar y el hogar de todos los seres vivos.

Y sucedió que la experiencia, generosamente proporcionada por una beca de las hermanas, fue para mí el umbral de un nuevo bautismo.

Estaba llegando al límite de mi aguante con el modelo patriarcal-clerical, cuya presencia sigue dominando nuestra iglesia en España. Necesitaba crear un espacio dentro de mí y a mi alrededor que estuviera a salvo de sus tantas veces tóxicos tentáculos.

Y aunque es cierto que la fuerza viene de dentro, ayuda si puedes sumergirte un tiempo en las profundas y cálidas aguas del bautismo.

Esas hermanas dominicas y su programa fueron para mí las manos, la mente y el corazón de la Ruah.

Experimenté personalmente y en comunidad una entrada, a través de su umbral, a una comprensión más profunda de todo: la ciencia, la mística, yo misma.

Ahora, unos años más tarde, experimento que los dones de “llegar a ser” -sacerdotes, profetas y pastores- que se nos otorgaron en nuestro primer bautismo ritual, han adquirido un nuevo significado:

– Veo mi sacerdocio como una profunda llamada a consagrar todo lo que tocan mis manos y mi mente y mi corazón: el planeta dentro del universo en sus múltiples facetas; el aire, el agua, la propia tierra, las montañas, los bosques, los animales; y sobre todo las personas que sufren -especialmente las que están en una consciente búsqueda de sentido-, que es el tipo de pobreza e injusticia al que me siento llamada a enfrentar:

La pobreza de no encontrar lugares, comunidades donde poder estar, donde poder alimentarme de alimento fresco, sano que conduce a una espiritualidad y compromiso más creativo, menos estandarizado.

– Ser profetas es un reto asombroso para las personas de hoy de todas las edades. Estamos en un umbral como civilización, y está surgiendo un nuevo paradigma. Somos la comadrona de nuevas formas de vivir, por tanto de pensar y de rezar y de relacionarnos con todos y con todo.

Esto ya no es nuevo para nadie; lo que es nuevo para mí es que, tras haber sido tocada por una nueva comprensión, mi llamada a ser profética da un giro en la espiral de la vida, un giro del que no hay vuelta atrás. Y eso significa un cambio de actitud sobre quién soy y qué hago con la energía de mi mente, mi creatividad, mis votos religiosos, o para tantos laicos, vuestro compromiso a vivir los consejos evangélicos, como María de Nazaret, laica comprometida con su experiencia interior que le conduce a gestar Vida.

O cómo el hecho de compartir todo lo que soy y tengo está adquiriendo una dimensión que nunca sospeché que experimentaría: colaborar con el planeta, mucho más allá de la culpa represiva de no ser nunca lo bastante pobre. Compartir con personas indígenas, sobre todo con mujeres, para que sigan en sus tierras defendiendo y cultivando su patrimonio -estilo de vida que tiene muchas de las respuestas que los occidentales buscamos- como el respeto a la tierra, la protección de los cultivos originales, el respeto infinito a las personas, sin paternalismos…

– Ese ser reyes/pastores desde una invitación al amor incondicional – no a abstenerse del amor, sino a participar en una vida de dar amor, creatividad, compasión y pasión para cuidar y sanar la Tierra y sus habitantes, así como no dejar de compartir el evangelio después de estudiar con gran responsabilidad las actualizaciones que lxs exégetas actuales nos ofrecen, y después de orarlas ofrecerlas preparadas con mimo como el mejor de los guisos cocinados a fuego lento, con ingredientes ecológicos.

Sí, me gusta ver el desarrollo de las experiencias que este nuevo bautismo ha encendido en mí. Y me atrevo a decir que, como consecuencia, muchas personas se han sentido tocadas por él.

Gracias, hermanas, cuidadoras de la Tierra, por vuestras nuevas formas de consagrar la vida, de ser profetas y excelentes pastoras cuyos pastos son tan verdes como los de Irlanda.

Y a nosotrxs que deseamos comprender el Bautismo, “nos invito” a preguntarnos en un espacio oracional ¿te sientes bautizadx? ¿qué te falta? ¿cómo lo vives? ¿hay en tu vida reciente alguna experiencia que si la miras desde esa lente que ofrecemos, puedas decir: “Ajá, ahí en esa situación, aquella tarde, en aquel lugar, yo reviví mi Bautismo, porque me sentí amada, consagrada, enviada al desierto a seguir evolucionando en mi comprensión y vivencia de esa gran experiencia fundante, que como en espiral vuelve y se aleja, vuelve y nos envuelve”.

Tal vez ahora comprendamos mejor que Marcos nos diga que el cielo se rasgó para ya jamás poder cerrarse, algo así ocurre en nuestra vida cuando descubrimos que somos la Hija Amada en quien Dios tiene puesto su deleite y su confianza. Una experiencia que no se puede silenciar o guardar.

Si puedes,  no dejes de compartirla porque pertenece al patrimonio y matrimonio cristiano universal y es lo que le falta a la iglesia. Los sermones en general aburridos, dormitivos y alejados son fruto de la ausencia de la experiencia de toda la diversidad que constituye la comunidad cristiana.

No desvaloricemos nuestro primer Bautismo, revivido, renovado cientos de veces a lo largo de la vida y que es la transversal que mantiene viva la comunidad, si lo comunicamos.

Magda Bennásar Oliver, sfcc

espiritualidadcym@gmail.com

Fuente Fe Adulta

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Ver lo que somos

Domingo, 7 de enero de 2024
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IMG_2143Fiesta del Bautismo de Jesús

07 enero 2024

Mc 1, 7-11

En el marco de la religión teísta, la mejor noticia que un ser humano puede escuchar es la de ser proclamado por Dios mismo como “su hijo amado”. Recuerdo que, cuando mi marco era ese, podía orar durante días, centrando toda mi atención en esa expresión, que dejaba reverberar dentro de mí: “tú eres mi hijo amado”, en la convicción de que esas palabras estaban definiendo mi identidad más profunda. Porque, en tal marco, ¿podría haber algo que superara esa afirmación?

Al superar el teísmo, no he perdido nada de aquella vivencia. No solo no he perdido, sino que, en mi experiencia personal, sé que todo se ha enriquecido. Lo único que ha cambiado ha sido el paradigma o, si se prefiere, el mapa mental con el que leo la realidad.

Si antes me veía “hijo amado de Dios”, ahora veo que la divinidad no es algo o alguien separado, sino justamente Eso -plenitud de vida y de amor- que nos constituye en nuestra verdadera identidad.

No somos un yo amado por Dios -aunque nuestra mente tienda a leerlo de ese modo-, sino la misma divinidad expresándose o experimentándose en un ser humano particular.

El Maestro Eckhart, uno de los más grandes místicos de la tradición cristiana, distinguía entre “Deus” (Dios) y “Deitas” (Deidad). El primero es el dios pensado, “personal”, aquel a quien el fiel se dirige, a quien le habla, a quien ora, en quien confía… Pero tal dios no puede sino poseer muchos rasgos antropomórficos ya que, en cierto modo, está siendo creado a imagen de quien se dirige a él. Por el contrario, el término Deitas” hace referencia a Eso que no puede ser pensado: El único Dios verdadero -decía Margarita Porete, otra mística, contemporánea del Mestro Eckhart- es aquel del que nada puede pensarse”. Eso que no puede ser pensado, porque no es objeto, es justamente lo que somos, el Fondo último de todo lo que es. Y lo “vemos”, nos vemos, al acallar la mente.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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liberador El diluvio, el mar Rojo, el Jordán: espléndidas catequesis sobre el Éxodo liberador

Domingo, 7 de enero de 2024
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Bautismo_CDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. Relatos de revelación

        En Navidad y Epifanía hemos celebrado la presencia de Dios en nuestra historia por medio de Jesús. Hoy, la fiesta del Bautismo del Señor, es también un relato de Revelación.

Tanto el Bautismo de Jesús como la Transfiguración, (Mc 9,2) son relatos de Revelación. Ambos relatos (Bautismo y Transfiguración) tienen elementos comunes tomados del AT: el cielo, la nube, la voz que surge, los cielos se abren. Y -sobre todo- se nos dice de Jesús que: “Este es mi hijo amado, escuchadle”.

        San Marcos no narra el nacimiento de Jesús. La inserción de Jesús en la humanidad la presenta Marcos con el relato de bautismo de Jesús en el río Jordán, asumiendo la condición de pecado de la humanidad. El que no tenía ni era pecado, descendió con nuestro pecado a las aguas bautismales del Jordán.

        Por otra parte, tanto el Bautismo de Jesús como la Transfiguración son la experiencia, el camino que aquellos primeros cristianos hicieron de que Dios nos habla en la persona de Jesús, es la Palabra: Cristo es mi hijo amado, escuchadle.

        Aquellos primeros discípulos de Jesús llegaron a ver y creer en que en Jesús hombre como todos, era la expresión, la Palabra de Dios. Y le escucharon: Este es mi hijo muy amado, escuchadle…

02.- Jesús descendió a las aguas abismales (Jordán – Nuevo Éxodo).

        El río Jordán es  una evocación, un recuerdo del Éxodo.

Los relatos bíblicos que emplean el simbolismo del agua son como catequesis bautismales. Podemos evocar para nosotros:

  • En las aguas bautismales del diluvio queda sepultado el pecado de la humanidad. (Gn 7)
  • En la aguas del mar Rojo que sepultados los carros de combate de la opresión del faraón, que inicia el éxodo de la libertad. (Ex 1-12).
  • Cuando Jesús desciende al río Jordán queda sepultado el pecado de la humanidad pecado y comienza una nueva vida, un Éxodo hacia la libertad. (Mc 1)
  • El agua de la samaritana (Jn 4) nos ofrece ya el agua que salta hasta la vida eterna.
  • En la tradición de San Juan del costado de Jesús crucificado brota agua y sangre (agua y nueva vida en el Espíritu>): es el bautismo en la Iglesia naciente representada por la madre del Señor y el Discípulo Amado. (Jn 19,34).

Con Jesús comienza un nuevo y definitivo Éxodo de libertad.

La vida es un Éxodo, siempre caminando hacia la libertad, hacia la felicidad. Tendremos cansancios como los israelitas se cansaban de caminar en la vida:

Los hijos de Israel (caminando cansados por el desierto) decían:

Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud. (Exodo 16,2)

A veces se oye decir que en tiempos de la dictadura vivíamos mejor, o que en aquellos años pasados de la Iglesia vivíamos más seguros.

Podremos tener cansancios y retrocesos en la vida, pero no renunciemos a caminar, a seguir hacia adelante, a vivir en  Éxodo (salida) hacia la libertad.

Nos hará bien recordar aquella canción de Labordeta:

Habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad

03.- Los cielos se rasgaron y desciende la bondad de Dios.

        El cielo era el “lugar” de Dios, pero estaba cerrado a los seres humanos. Con JesuCristo se abren los cielos, Dios se acerca al ser humano y se inicia un nuevo Éxodo de la esclavitud de Egipto a la libertad; comienza la vuelta a la casa “lugar” del Padre, su casa está abierta definitivamente para la humanidad.

De hecho Dios nunca dio un portazo a la humanidad.

        Es lo que significa el “rasgarse los cielos” es la misma expresión que utiliza el evangelista san Marcos cuando a la hora de la muerte de Jesús dice que el velo del templo se rasgó. La redención de Cristo “rasga el velo del templo” (Mc 15,38 / Mt 27,51).

Las alianzas religiosas de los templos quedan abolidas, rasgadas. Estamos ya en una amistad (una nueva Alianza) sellada definitivamente por JesuCristo.

04.- Este es mi Hijo amado.

        Los hijos son expresión de sus padres. Los hijos tienen parecido con sus padres, parecidos físicos, modos de ser, modos de vivir.

Cristo también “se parece”, “es” como su Padre. Los cristianos vemos y experimentamos a Dios en Jesús.

        La experiencia que Jesús tiene de Dios y que Dios tiene de Jesús es amable: Este es mi Hijo amado.

        Por tanto el “adn” de Jesús y de Dios es el amor. Somos hermanos del hijo amado de Dios.

        Dios nos ama incondicionalmente. Dios no nos quiere porque nosotros  “creemos” que somos buenos o listos, o rectos, Dios nos ama porque Él es bueno.

No mires un revuelvas el pasado, viejas cuestiones, antiguos -o nuevos- pecados. “Me has curado y me has hecho revivir y volviste la espalda a todos mis pecados”, (Cántico de Isaías 38).

        El Dios de Jesús se hace notar por su amor: “De Ti procede el perdón, y así infundes respeto”. (Salmo 129,4).

        El mal y el pecado de la humanidad, el nuestro, quedó sepultado en las aguas bautismales del Jordán.

05.- Escuchadle.

El relato del Bautismo como el de la Transfiguración terminan con la exhortación: Este es mi Hijo amado y añade: escuchadle. (Mc 9,7).

El bautismo no es un mero rito al comienzo de la vida. Para bautizarse hay que escuchar a Cristo.[1] A lo mejor no estamos realmente bautizados hasta que no escuchamos a Cristo y lo que Cristo nos dice de Dios es que Dios le ama y nos ama.

Este es el Hijo amado, escuchadle

[1] En la vida pastoral si no hay escucha de la Palabra y fe, no hay bautismo. Como aquel eunuco de los HH: primero escucha la palabra y luego pide el Bautismo. (HH 8,35-36)

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¿Es la Iglesia una “familia”?

Viernes, 10 de noviembre de 2023
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unnamedTravis LaCouter

La publicación de hoy es parte de la serie de reflexiones teológicas de Bondings 2.0 sobre cuestiones LGBTQ+ y el Sínodo sobre la Sinodalidad, que se publicará cuando la Asamblea General del Sínodo se reúna en el Vaticano este mes. Para conocer toda la cobertura del Sínodo de Bondings 2.0, incluidos los informes de Roma, haga clic aquí.

La publicación de hoy es de Travis LaCouter, quien actualmente es investigador postdoctoral en KU Leuven, donde su investigación se centra en la disidencia y la contestación normativa en la Iglesia Católica Romana. Tiene títulos de Oxford y Holy Cross, y sus escritos se pueden encontrar en Commonweal, U.S. Catholic Magazine y Los Angeles Review of Books.

A principios de este mes, durante el retiro previo al Sínodo del Vaticano, el P. Timothy Radcliffe, OP, ofreció una serie de reflexiones espirituales sobre temas como “autoridad”, “esperanza” y “amistad”. Todas las reflexiones de Radcliffe (que están reunidas aquí) son característicamente humanas, desafiantes y teológicamente ricas, y ayudan a iluminar la “espiritualidad para la sinodalidad”, que es sin duda un aspecto esencial del camino actual de la Iglesia.

En su segunda reflexión, el P. Radcliffe adoptó la imagen de “la Iglesia como nuestro hogar”, o como una especie de “familia”. “Cada criatura viviente necesita un hogar para prosperar”, dijo Radcliffe, “un lugar en el que seamos aceptados y desafiados“. Las familias inevitablemente deben sortear desacuerdos, dijo Radcliffe, pero en última instancia, “el hogar es el lugar donde somos conocidos, amados y seguros […]”. Se puede encontrar un lenguaje similar en todos los documentos del Sínodo (por ejemplo, ver el Documento de Trabajo, §29, 68, etc.) y en comentarios relevantes de la prensa católica. Pero vale la pena cuestionar nuestro uso de este lenguaje, por muy intuitivo que parezca al principio.

Por supuesto, el lenguaje de la iglesia como familia no es nuevo ni exclusivo de la Iglesia católica. En su obra clásica de 1980, Metaphors We Live By, George Lakoff y Mark Johnson sostienen que dependemos de las metáforas para estructurar nuestra experiencia cotidiana de la realidad: “Una discusión es como una guerra”, “El tiempo es dinero”, “El cuerpo es un templo”: estos y otros atajos metafóricos nos ayudan a comprimir, combinar y cotejar ideas para que no tengamos que empezar a pensar desde cero cada vez que abrimos la boca. En un estudio posterior, Lakoff argumentó que la metáfora de la familia en particular es crucial para la forma en que concebimos nuestras divisiones políticas fundamentales (con los conservadores atraídos por los arquetipos del “padre estricto” y los liberales prefiriendo un ideal de “padre protector”).

Pero las metáforas también pueden ser peligrosas porque limitan nuestra imaginación sobre lo que es posible y ocultan aspectos importantes de las cosas a las que se refieren. Así, Lakoff y Johnson advierten que “operar sólo en términos de un conjunto consistente de metáforas es ocultar muchos aspectos de la realidad”. Esta advertencia parece aplicarse al lenguaje de la Iglesia sobre sí misma como “hogar” o “familia”. Esto se debe a que, decididamente, la Iglesia no siempre es un lugar donde somos “conocidos, amados y seguros”, ni tampoco lo es la familia.

El estatus y la dignidad de las personas LGBTQ ha sido un tema recurrente en las reuniones sinodales de todo el mundo; de modo que tal vez las experiencias de esas personas puedan ayudar a sugerir algunas de las deficiencias de estas metáforas de “familia” y “hogar”. Para empezar, como muestran más de una década de datos de encuestas, los jóvenes LGBTQ están significativamente sobrerrepresentados entre los jóvenes sin hogar. Además, según un estudio de 2012 del Instituto Williams, las razones más frecuentes que dieron los jóvenes LGBTQ cuando se les pidió que explicaran su falta de vivienda tenían que ver con haber sido obligados a abandonar sus hogares o tener que huir de ellos como resultado del “rechazo familiar”. (que podría incluir abuso físico, emocional o sexual, así como negligencia financiera o emocional). Y un informe de 2014 de la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias (SAMHSA) encontró que los adultos jóvenes LGBTQ que previamente habían enfrentado el rechazo familiar tenían muchas más probabilidades de intentar suicidarse, contraer el VIH y lidiar con el abuso de sustancias en el futuro.

El objetivo de esta sombría letanía es sugerir que las metáforas de “hogar” y “familia” no pueden ser invocadas inocentemente por una Iglesia que busca dar la bienvenida a las personas LGBTQ. El hogar puede ser un lugar de profundo daño y las familias pueden sufrir heridas como nadie más. Trágicamente, hoy en día muchas personas queer todavía deben encontrar su sentido de aceptación y seguridad más allá del hogar, en lugar de dentro de él. ¿Qué puede ser la Iglesia para esas personas? Es de esperar que parezca algo radicalmente diferente de lo que sus familias pudieron proporcionar.

Como mínimo, si quiere ser como una familia de una manera que modele y represente el amor de Dios en el mundo, entonces la Iglesia tendrá que empezar por reconocer el daño que ha infligido a aquellos a quienes ha expulsado, y trabajar para transformar ese daño en curación. En el informe SAMHSA citado anteriormente, una madre que no acepta a una niña gay dice lo siguiente:

“Cuando apoyo la cabeza en la almohada por la noche, pienso en mi hija y solo espero que esté a salvo. No sé dónde está. No he sabido nada de ella desde que la eché de casa cuando me dijo que era lesbiana. No sabía qué hacer. Ojalá hubiera actuado de otra manera. Daría cualquier cosa por poder cambiar eso ahora”.

¿Puede una Iglesia sinodal hacer la misma confesión?

En última instancia, el problema no es sólo que “la Iglesia actual no parece ser un hogar seguro” para muchos, como reconoció Radcliffe en su reflexión. Es que la idea de “hogar” o “familia” todavía no logra captar el tipo de comunidad que la Iglesia está verdaderamente llamada a ser. Como argumentó recientemente Nicolete Burbach en este blog, lo que la Iglesia debería lograr no es simplemente una “inclusión” queer sino más bien una “liberación”: liberación del sistema de sanciones y “castigos sociales” que distingue entre formas de vida aceptables e inaceptables. La experiencia de muchos jóvenes queer es que la familia es el lugar donde se sienten por primera vez tales sanciones y castigos. Por lo tanto, la Iglesia debe ser capaz de imaginarse a sí misma en términos que vayan más allá de la dicotomía “padre estricto” versus “padre permisivo”; de lo contrario, en realidad no somos más que facciones conservadoras y liberales que luchan por el control de la estructura de poder eclesial.

Sin embargo, si somos una comunidad escatológica que camina junta por gracia hacia un fin que ninguno de nosotros comprende ni controla completamente, entonces nuestra fe no puede reducirse, al final, a ninguna metáfora adecuada. El Sínodo es una oportunidad para renovar esta fe peregrina. Pero para hacerlo debemos negarnos a comprometer las posibilidades trascendentes de nuestra esperanza en Aquel que “hace nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21:5), incluso rehaciendo la Iglesia en algo nuevo y más liberador que nuestras limitadas experiencias del hogar y la familia. .

—Travis LaCouter, 27 de octubre de 2023

Fuente New Ways Ministry

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