El obispo anglicano irlandés Michael Burrows, apoya el matrimonio igualitario
Foto: Facebook///Faith in Marriage Equality
Los derechos LGTB son “el gran asunto de justicia de nuestro tiempo”. Así de claro se ha mostrado el obispo de Cashel y Ossory, una de las doce diócesis de la Iglesia anglicana de Irlanda. Michael Burrows se ha comprometido a apoyar la campaña del sí en el referéndum sobre el matrimonio igualitario que se tendrá lugar el próximo 22 de mayo.
Burrows, uno de los miembros más progresistas de la Iglesia de Irlanda, se suma a su compañero el obispo de Cork, Cloyne y Ross, Paul Colton, que ya en 2014 se pronunció explícitamente a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. Dos años antes, los dos prelados habían votado en contra de una moción del Sínodo de la Iglesia de Irlanda que, a pesar de ello, fue aprobada y ratificó la posición contraria a este derecho de la confesión anglicana (la segunda del país por número de fieles).
Ahora, Burrows ha dado también el paso de apoyar sin ambages la igualdad LGTB. “Creo desde hace tiempo que las iglesias deberían tomarse muy en serio la trayectoria de las leyes sobre derechos humanos”, declaró. El matrimonio entre personas del mismo sexo es “un desarrollo lógico y oportuno en el avance de las reformas legales y la igualdad”, añadió. El obispo calificó la lucha por los derechos LGTB como “el gran asunto de justicia de nuestro tiempo” y lo comparó con la abolición de la esclavitud o la emancipación de las mujeres: “He llegado a creer que los derechos de las personas homosexuales se han convertido, con mucha propiedad, en el gran problema de justicia de nuestro tiempo, al igual que la abolición de la esclavitud y la emancipación de las mujeres en el pasado. Yo no puedo votar en contra de esta propuesta porque estoy en contra de la homofobia”, indica.
Opina además que “las iglesias deben tomar la trayectoria de las normas de derechos humanos muy en serio”. “La tradición cristiana afirma la igualdad fundamental y la dignidad de todas las personas, ya sean heterosexuales u homosexuales. Los líderes religiosos no deben marginar o excluir a las personas que son homosexuales sino que deben promover la igualdad y la inclusión“.
El referéndum del 22 de mayo dirimirá si se reforma la Constitución irlandesa para que se permita unirse en matrimonio a las parejas del mismo sexo. Los expertos están alertando de que los partidarios de que no se permita el matrimonio entre personas del mismo sexo, con la jerarquía católica a la cabeza, siguen sustentando su oposición en un argumento de gran fuerza emocional entre sus bases: los niños deben tener un padre y una madre. Pero esa cuestión no se dirime en el referéndum, y de hecho queda ya zanjada con la aprobación de la Ley para la Infancia y las Relaciones Familiares. Un argumento basado en una falsedad que no obstante parece estar dando sus frutos y que hace prever una movilización masiva de los detractores de los derechos LGTB, a pesar de ser minoritarios en las encuestas. La postura favorable a esos derechos, que se basa en la bondad de la igualdad, cuenta con la simpatía de la mayoría de la población, pero no parece tener la fuerza emocional necesaria para que esa simpatía se materialice en votos.
Los mismos expertos recuerdan la campaña de los contrarios al derecho al divorcio cuando se convocó el referéndum en 1995. Se basó en unas imágenes que mostraban a un niño que rebotaba de su padre a su madre, hasta que el padre desaparecía y el niño quedaba con un mano tendida en espera de la figura paterna. El divorcio, según sus detractores, suponía el abandono de los hijos. Las encuestas mostraban que los partidarios del derecho al divorcio doblaban en número a los detractores. Sin embargo el referéndum se ganó por un escueto 50,2% de votos favorables frente a 49,72% de votos contrarios. La movilización de la minoría que se oponía al divorcio, fuertemente motivada emocionalmente, fue masiva, la de los partidarios, no.
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