Obsesión enfermiza por los gays
“Supone reducir el hombre a la condición de semental y la mujer a la de hembra reproductora”
(Ramón Baltar).- El papa en la rueda de prensa que dió a los periodistas que cubrieron su visita a Armenia ha reconocido sin ambages que la ICAR tiene que pedir perdir perdón a los homosexuales por el gran daño que les lleva hecho. A ver si se enteran los obispos que emponzoñan el ambiente con sus fétidas soflamas homófobas.
De obsesión enfermiza se puede calificar la atención que cierta iglesia docente presta a los asuntos del interfeminio, profanando la intimidad de las alcobas. Basados en el principio de que el instinto sexual se ordena sólo a la continuidad de la especie, declaran ilícitas todas las modalidades de retracto de colindantes que no apunten a la sala de partos.
Aberración intelectual que adobada con algunos textos bíblicos les sirve para condenar como abominables los machihembrados entre individuos del mismos sexo.
No hace falta disponer de un nutrido arsenal de letras ni divinas ni humanas para desarmar una a una esta sarta de afirmaciones sin fundamento, bastan las meras luces naturales y el hábito de gastarlas para descubrir dónde asoma su gran quiebra: supone reducir el hombre a la condición de semental y la mujer a la de hembra reproductora.
Tiene gracia descalificante que los defensores de la superioridad del espíritu sobre el cuerpo, tengan el cuajo de rebajar a los hijos de Dios al papel de simples soportes de ADN.
El anuncio de petición de perdón a los homosexuales tendría que aparejar una revisión de la enseñanaza católica sobre el particular. Proclamar su dignidad como personas pero imponiéndoles castidad perpetua, suena a cinismo y crueldad: Si sus inclinaciones eróticas no son de suyo condenables, tampoco lo serán sus realizaciones; condenarlas a vivir sin amor carnal equivale a cegar una de las pocas fuentes de la felicidad.
Con más ajuste de acciones a discurso, que ahí está la madre del cordero. La negativa del Vaticano a dar el placet al embajador que proponía Francia, gay publicado, constituye un contramensaje y desautoriza a Francisco.
Fuente Religión Digital
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