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“ El divino sentido del humor”, por Gabriel Mª Otalora

Jueves, 16 de junio de 2022
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0DA0D4EF-2F92-44E5-AD81-AFB05C37D336De su blog Punto de Encuentro:

Generalmente, nos cuesta imaginar a Jesús sonriendo, y más aun riéndose; o desplegando esa ironía mezcla de mesura seria y burla cariñosa. Echo en falta alguna exégesis sobre este importante tema al que no es ajeno el Antiguo Testamento. Y es una característica de los grandes santos, o lo que lo que es lo mismo, de modelos cristianos de vida.

El sentido del humor es pura inteligencia; lo es más en estos tiempos sombríos. Y si es bueno, viene de Dios; nada tiene que ver con la irreverencia. Muchas personas desconocen el estupendo mecanismo biológico del sentido del humor empezando porque cualquiera puede desarrollarlo si se lo propone, y terminando porque es un gran motor de la sonrisa. Es la capacidad que humana para desdramatizar y relajar las situaciones de la vida mirando las cosas desde un ángulo distinto al habitual para cuestionar la interpretación dominante de la realidad. En el fondo de una persona con sentido del humor anida un corazón con mucha inteligencia emocional capaz de moderar los efectos negativos del estrés.

Estamos ante una poderosa herramienta que potencia la capacidad de ser alegres y desbroza lo serio de lo tonto. Los que saben de estas cosas afirman que la esencia del humor es innata al ser humano y se encuentra en la capacidad de reírse de uno mismo, pero sin distorsionar su importancia, ya que también es posible ser buena gente y carecer por completo del sentido del humor. Eso sí, quien tenga esta carencia le costará relativizar los disgustos.

El sentido del humor está muy bien emparentado con la madurez y se puede desarrollar y educar pero también desvirtuarse e incluso perder. Por eso hay que cuidarlo y cultivarlo ya que es un verdadero sexto sentido a la hora de ver e interpretar la existencia cualquiera que sean las cartas que nos depare la vida. Nada, excepto el orgullo insano, puede impedir que cuando ocurre algo molesto y frustrante, logremos afrontarlo con sentido del  humor.

La gente que ama mucho sonríe fácilmente.

Si acumulamos sentimientos positivos y alegres, el buen humor se convierte en un modo de asumir la vida pues no es posible albergar, a la vez, un sentimiento positivo y otro negativo. Dependiendo a cuál alimentemos más, la dinámica de nuestras emociones será positiva o negativa. Podemos optar por dejarnos llevar por la desesperación, la rebeldía, la huida. O por encajar los problemas y asumirlos para superarlos.

La excelente novela de Umberto EcoEl nombre de la rosa”, basa su tesis en la cuestión inquietante de si Jesús rió alguna vez. Se podría resumir el fondo de l argumento con una frase de Amos Oz: Nunca he visto a un fanático con sentido del humor, ni a nadie con sentido del humor que sea un fanático. Uno de los protagonistas de la novela sostiene que Jesús jamás se permitió tal debilidad mientras que el investigador de una serie de asesinatos cree que el sentido del humor uno de los pilares que sustentan la bondad humana y por ello forma parte de la personalidad de Jesucristo.

Veamos algunos ejemplos: el libro de Job proclama que Dios llenará tu boca de sonrisas y de júbilo tus labios (Job 8, 20-21) y el Génesis nos regala una joya del humor de Dios cuando le promete a Abraham un hijo de Sara; a ella le sonó tan gracioso que se puso a reír al saberse tan anciana. Y dijo Yahvé a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara? Y remata la actitud de Sara nombrando al nasciturus “Isaac”, cuyo significado es “Aquel con el que Dios reirá” o “Él se alegrará”, ¿Por qué no hay homilías en torno a estos pasajes?

Los santos y santas tienen su refrán: un santo triste es un triste santo, atribuido a Teresa de Jesús quien también dijo que de “santos amargados, líbrame Señor”. Juan Bosco definía la santidad como estar siempre alegres. Juan XXIII comentó al ser nombrado Papa que “El Espíritu Santo me ha elegido a mí; se ve que quiere trabajar Él solo”. Y el Papa Francisco, un santo en vida, afirma con rotundidad que el sentido del humor es fundamental para poder respirar porque está conectado a la capacidad de disfrutar y entusiasmarse.

Felipe Neri fue llamado el santo de la alegría y san Lorenzo, cuando le martirizaban asándolo a fuego lento en la parrilla, para que abjurase de su fe, sacó fuerzas y valor para advertir a sus verdugos: “Por favor, denme la vuelta, que por este lado ya estoy hecho”. Tomás Moro, agotado por los tres duros meses de prisión, le dijo al verdugo: “Le ruego que me ayude a subir al patíbulo; para bajar, deje que ruede yo solo”. Es muy conocida su oración rogando el sentido del humor: “Señor, no permitas que me tome demasiado en serio, ni que me invada mi propio ego. Dame el sentido del humor, dame el don de saber reírme, a fin de que sepa traer un poco de alegría a la vida, haciendo partícipe a los otros. Amén”. Una estupenda oración que debiéramos hacerla nuestra… ¡Cuánto antes!

Espiritualidad ,

Humor de Dios

Jueves, 10 de junio de 2021
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Del blog Nova Bella:

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El aspecto humorístico del juego del amor divino consiste en que aquel a quien se busca es, a su vez, el mismo que busca.

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Meher Baba

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¿De mal humor?

Lunes, 27 de junio de 2016
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Del blog de Henri Nouwen:

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“¿Estamos condenados a ser víctimas pasivas de nuestros cambios de humor? ¿Hemos de limitarnos a decir ´Hoy tengo un día malo´ u ‘Hoy me siento fabulosamente’, y exigir a los demás que vivan de acuerdo con nuestros humores?

Aunque nuestros humores son muy difíciles de controlar, podemos superarlos poco a poco, viviendo una vida espiritual disciplinada. Lo cual nos ahorrará el ir mostrando nuestros humores.

Podemos ‘sentirnos’ sin ganas de levantarnos por la mañana, porque ‘sentimos’ que la vida no vale la pena ser vivida, que nadie nos quiere, que nuestro trabajo es una pesadez.

Pero si nos levantamos de todos modos, pasamos un rato leyendo el Evangelio, rezando un salmo y dando gracias a Dios por un nuevo día, es probable que nuestros humores pierdan su poder sobre nosotros. “

*

Henri Nouwen

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“Arévalo, Bertín, y los ‘chistes de mariquitas'”, por Ramón Martínez

Lunes, 15 de febrero de 2016
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arevalo_bertin_mariquitasComo siempre, un interesante artículo que el autor publica en Cáscara amarga:

Ese humor es una de las muchas formas de la violencia simbólica que padecemos a diario lesbianas, gais, bisexuales y transexuales.

Celebramos el Carnaval y esta semana, gracias a la conversación entre Arévalo y Bertín Osborne en el programa de este último en Televisión Española, quiero detenerme a reflexionar sobre el humor, y cómo en algunos momentos ofende, estigmatiza y contribuye a la perpetuación de la discriminación hacia las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales.

Con la celeridad que las caracteriza, las redes sociales afirmaron que el presentador había dicho en antena “se ha perdido el humor en este país porque ya no nos reímos con chistes de gangosos y mariquitas”. No fue así literalmente. En su conversación ambos humoristas se quejaban de que ya no era posible hacer chistes en torno a ambos estereotipos. Arévalo ponía, como ejemplo, la siguiente conversación:

– Te voy a contar un chiste. Un mariquita…
– Oye no te metas con los mariq…
– Yo no me estoy metiendo. El protagonista de este chiste es un chico afeminado;

y Bertín Osborne respondía con un lacónico sí, pero se ha perdido el sentido del humor en este país. No es oportuno detenerse en las diferencias entre orientación sexual y expresión de género, porque es muy posible que ninguno de los cómicos apreciaran la diferencia; pero sí creo que, en su ignorancia, nos ofrecen una pregunta interesante: ¿se ha perdido el sentido del humor en España?

El humor es como la energía: ni se pierde ni se destruye, sólo se transforma. Y es posible entender que dos humoristas propios de otra época se encuentren desorientados en esta que vivimos. Sucede además que lo que ha cambiado no es únicamente el sentido del humor; han cambiado muchas cosas más desde que Arévalo y Bertín salían en el 1, 2, 3 fingiendo que el primero trataba de seducir al segundo.

Treinta años después las personas no heterosexuales hemos alcanzado un estatus suficiente para que se escuche nuestra denuncia cuando se nos somete a procesos que, mediante un uso bien dirigido de la risa, nos convierten en personajes grotescos, despreciables y deshumanizados, perfectamente convertibles en víctimas de agresiones. Porque de eso trata la risa que tanto echan de menos Arévalo y Bertín. Su humor es una de las muchas formas de la violencia simbólica que padecemos a diario lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, y que son el sustento último de la violencia verbal y la violencia física.

Recuerdo haber escuchado hace unos meses al mismo Bertín Osborne vociferar en la Cadena Ser sobre sus seis tíos fusilados en Paracuellos. Intuyo que, aunque a él sigan haciéndole gracia los chistes de mariquitas, como cuando trataba de contárselos a un grupo de niños en televisión en 2010, no le resultaría igual de divertido que alguien contara un chiste tras otro sobre los fusilados del bando sublevado durante la Guerra Civil.

En cambio, las víctimas del otro bando fueron objeto durante años de constantes desprecios, y aún hoy siguen siéndolo. Y es aquí donde es posible hallar uno de los misterios de la risa, que esconde una relación de poder entre quien se ríe y quien resulta risible.

Arévalo y Bertín posiblemente no sean conscientes de que sí, el humor ha cambiado, porque poco a poco las relaciones de poder entre dominados y dominantes también han evolucionado. Y seguirán haciéndolo, si continuamos trabajando.

Las personas tradicionalmente risibles denunciamos ahora tener que soportar la violencia de la risa. Y por eso sigue siendo necesario difundir una ética de la risa, que recuerde que el humor a costa de las personas socialmente estigmatizadas por sus capacidades, su estado de salud, su etnia, su origen nacional, su orientación sexual e identidad de género y por supuesto su sexo es una forma de humor censurable, porque sostiene el sistema social que las estigmatiza.

Frente a ella es posible, en contrapartida, una risa subversiva, propia del Carnaval, que invierte el orden del mundo y permite a los dominados reírse a mandíbula batiente de quienes los domina, y exorcizar así buena parte de su estigma. Pero es necesario recordar también que la risa carnavalesca, cuando cuestiona el orden social, no hace sino reforzarlo, aceptándolo por bueno, porque lo emplea como referente, aun para invertirlo, salvo en los tiempos y contextos en que la risa subversiva es permitida.

Sigamos construyendo, evolucionando. Dejemos de emplear el humor para reforzar las relaciones sociales de poder o para cuestionarlas con la inversión, reforzándolas en negativo como normativas.

Levantemos una nueva risa al margen de las relaciones de poder, si es posible. Y prestemos poca atención a esos humoristas tristes, desfasados, que sólo sobreviven ya paniaguados, apesebrados, por los medios de comunicación en manos de la derecha.

Olvidemos a Bertín, olvidemos a Arévalo. Ellos, como su época, ya están muertos. Y de los muertos no está bien reírse.

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“Reirvindicar”: cómo hacer que el discurso activista llegue a más personas

Lunes, 14 de diciembre de 2015
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LaCondoneraMemeInteresante reflexión que hemos leído en Cáscara Amarga:

Quizá sea el momento de empezar a emplear el lenguaje que tan buenos resultados ha ofrecido en el Orgullo para hacer conscientes a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales de otras reivindicaciones.

La gente suele pensar que los activistas somos gente muy enfadada. Siempre andamos quejándonos por esto o por aquello, por una injusticia o la siguiente, y puede que sea esa la visión que ofrecemos tanto sobre nosotros como sobre el trabajo que hacemos. Salvo algunos casos considero que esa sensación la producimos de manera inconsciente, y es algo lógico: pasamos buena parte de nuestros días recopilando noticias e historias bastante dramáticas: asesinatos a personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, agresiones, cientos de discriminaciones por los más diversos motivos… Esta semana, sin ir más lejos, en una reunión de mi asociación conocimos casi en directo el caso de dos jóvenes insultados, agredidos y expulsados de un local de Madrid porque el camarero escuchó en su conversación referencias a su homosexualidad.

Sea por un motivo u otro, lo cierto es que esta visión que desprendemos los activistas de nosotros mismos acaba resultando contraproducente para la difusión de nuestro discurso. Nuestras reivindicaciones resultan tan serias, tan atemorizantes, que las personas no heterosexuales, que conviven a diario con los problemas que denunciamos, prefieren evitar recordarlos y prestan más atención a contenidos divertidos e irrelevantes, en línea con la percepción de intrascendencia y superficialidad que socialmente se tiene de la llamada “cultura gay“.

Realmente no es algo propio de nuestra subcultura sino común al momento histórico que vivimos. La desideologización, incluso en un momento de aparente mayor participación política, es hoy una constante. Queremos implicarnos, participar, pero falla la difusión de herramientas que permitan percibir las injusticias sociales. Por eso encontramos que se presentan como fundamentales reivindicaciones que pueden considerarse secundarias, o que se pretende dar solución a determinados problemas sociales, como los obstáculos para el acceso a la paternidad y maternidad, a través de mecanismos que reproducen los mismos esquemas sociales que producen esas dificultades y, además, la dominación sobre otras personas, como sucede con los intentos para que se regule el vientre de alquiler.

Lo paradójico es que nuestro movimiento LGTB se caracteriza en algunos momentos por su capacidad para transmitir su discurso de manera muy eficiente, mientras que en otros sus esfuerzos resultan casi improductivos. Buen ejemplo de lo primero es nuestro Orgullo, donde reivindicamos la libertad a través de la sonrisa. Lo serio es heterosexual, y nuestras demandas sociales llegan más lejos cuando empleamos el lenguaje subversivo de la felicidad. Si el Orgullo fuera menos “alegre”, si no presentara esa maravillosa forma de “carnavalada” que tanto molesta a algunos –a los de siempre- y que es el secreto de su éxito, nos encontraríamos con menor movilización en apoyo a nuestras reivindicaciones. Prueba de ello son las convocatorias que se realizan desde el activismo LGTB en otras situaciones, con toda la seriedad que requiere el lenguaje de la corrección política –heterosexual-, y donde tristemente nos damos cita unas pocas personas. Las de siempre, las más comprometidas.

Quizá sea el momento de empezar a emplear el lenguaje que tan buenos resultados ha ofrecido en el Orgullo para hacer conscientes a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales de otras reivindicaciones. Esta semana, por ejemplo, se ha viralizado la campaña de Arcópoli frente al VIH en que hemos sacado a la calle a La Condonera, una chulapa que como “La Violetera” de Sara Montiel y con videoclip incluido repartía preservativos por las calles de Madrid. Tras el éxito de la campaña la conclusión es evidente: es más sencillo que el mensaje llegue a su destino si se emplea el lenguaje que más seduce al destinatario. Los hombres gais, bisexuales y aquellos recogidos bajo el desetiquetador concepto de “hombres que tienen sexo con hombres” suponen la mitad de nuevos casos de VIH, e intuíamos que la relajación en la protección frente al virus que se ha producido entre los jóvenes se debía en buena parte a que no se empleaba un código que les resultara atractivo, que pudieran asumir como propio. Cuando los jóvenes son conscientes de que ya no se trata, en nuestro contexto, de un virus mortal, las campañas que transmiten un tono de mayor o menor desasosiego no pueden funcionar. Confían en que el tratamiento es cada vez más eficiente y, así, es preciso seguir concienciando sobre el uso del preservativo con otro lenguaje: uno alegre y desenfadado que, sin dejar de estar comprometido, traduzca el trabajo de anteriores generaciones de activistas a los jóvenes que comparten distintos posicionamientos de aquellos que produjeron ese activismo.

Aprovechar lo “superficial”, “intrascendente” y desenfadado del contexto en el que se mueven lesbianas, gais, transexuales y bisexuales es precisamente el camino más corto para entregarles un mensaje. Reivindicar deleitando, reirvindicar, puede ser, ahora, la mejor forma para llegar a muchas personas a las que aún debemos transmitir nuestro discurso.

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Estad alegres

Martes, 7 de julio de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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“Es a Mí sólo a quien me debéis traer sin reserva

vuestras lágrimas y tristezas.

Es necesario que estéis  siempre relajados,

distendidos, alegres y animados,

ante los demás. “

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19 de junio, Vivir por el Espíritu.

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La humildad de Jesús…

Miércoles, 20 de mayo de 2015
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En definitiva… una llamada a nuestra propia responsabilidad…

Del blog À Corps… À Coeur:

jesusgoogle

No tengo todas las respuestas

PRUEBA EN GOOGLE

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(Somos como chiquillos… no dejamos de pedirle… luego, Él hace lo que quiere, ese es su problema… y un poco el nuestro, algunas veces)

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El humor gayfriendly de Obama

Jueves, 30 de abril de 2015
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Obama-risaLa cena anual de corresponsales de la Casa Blanca es un show en el que el presidente se convierte en el anfitrión de ceremonias. Y en eso, a Barack Obama, no hay quien lo gane. En ella hizo gala de su talento natural para el humor con bromas y comentarios que provocaron la risa constante de los asistentes. Incluso tuvo tiempo para el ‘humor gay’ (si es que eso existe).

Obama hizo referencia a su buena relación con el vicepresidente, Joe Biden. “El hecho es que me siento más relajado que nunca. Esos masajes de hombros de Joe Biden son mágicos”, bromeaba. Pero el humor también sirve para denunciar las injusticias y la sinrazón que tanto abunda a ambos lados del Atlántico. El presidente se refirió a la ley ‘antigay’ del Estado de Indiana. Una ley que, apoyándose en la libertad religiosa, permitirá a los comercios vetar la entrada a homosexuales en sus locales. “Biden y yo nos hemos hecho tan cercanos que en algunos sitios de Indiana no nos servirán pizza nunca más”, dijo Obama en lo que se puede interpretar como una crítica a esta discriminación amparada por una ley en el país que gobierna.
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En otro orden de cosas, el mandatario también tuvo tiempo para reírse de sí mismo, lamentando que seis años después de alcanzar el poder la gente le sigue considerando “arrogante, distante y condescendiente”. “La gente es tan tonta… Por eso no me reúno con ellos”, ha sentenciado. También ha hecho referencia al paso de los años, reconociendo que parece “mucho más viejo”. “John Boehner ya ha invitado a Netanyahu a hablar en mi funeral”, ha bromeado, subrayando que mientras, su mujer Michelle “no ha envejecido ni un día“.

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“Trascendencia en clave menor: El humor (III)”, por Gema Juan OCD

Martes, 19 de agosto de 2014
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14655653442_33f77496cc_mLeído en su blog Juntos Andemos:

Cuando se observa lo que hacía reír a Teresa, se descubre una manera extraordinaria de vivir, de enfrentarse a las dificultades, de encajar los reveses. La risa desvela en ella una madurez espléndida. Porque para reparar en lo cómico es necesario no estar a la defensiva, quitarse el tono importancioso de encima y estar abierto a que las circunstancias descoloquen lo que parece ya fijado.

La percepción de lo cómico que puede haber en una situación desdramatiza y rompe el miedo. Es una idea que aparece, con frecuencia, en Fundaciones. El humor desmitifica, aleja de pensar que se posee toda la verdad en cualquier asunto, es decir, es un buen bastón para la humildad y, puede ser, como hemos visto, un gran liberador. Todo esto tiene mucho que ver con la espiritualidad que promueve Teresa.

No era amiga de «santos encapotados» y explicaba que «hay algunas personas que parece se les ha de ir la devoción si se descuidan un poco», o sea, que tienen que tener todo muy medido y compuesto para que «no se les vaya un poquito de gusto y devoción». También, con cierta sorna, escribía a Gracián que hay quien «pensará, si ha estrujado algunas lágrimas, que aquello es la oración».

La vida espiritual y la oración no son cosas para encerrarse en uno mismo, más bien justo al revés. El ceño fruncido, el gesto serio, la afectación, la poca alegría, el no poder burlarse de uno mismo, en el doble sentido de la palabra, reírse sanamente y así escapar del propio enjaulamiento… Todo eso no pertenece a una espiritualidad sana.

Para Teresa, el sentido del humor y la capacidad de reír están ligados a la santidad. Lo expresa muy claramente en un momento en el que se enfrenta a algo muy desagradable. Se han propagado calumnias contra el P. Gracián, a cuenta de su trato con algunas carmelitas. Primero dirá a María de San José que «son disparates; que lo mejor es reírse de ellos, y dejarlos decir».

Pero irá más lejos. Le disgusta que Gracián caiga en defenderse absurdamente, y escribirá: «Hacer caso de esos desatinos, ni ponerlos en plática; téngolo por mucha imperfección; sino reírse de ellos». Reírse es invertir el orden de las cosas. Cambiarlo, de modo que resulta un orden más liberador.

No deja de sorprender su humor ante graves dificultades. Cuando escribe al Rey, tras el secuestro de Juan de la Cruz y por causa de los malos modos que usa con las monjas, se referirá al fraile que anda tramando todo, diciendo: «Dicen le han hecho vicario provincial, y debe ser porque tiene más partes para hacer mártires que otros».

Y del nuncio Sega, que tantas y tan serias trabas estaba poniendo a la familia descalza, que empezaba a echar a andar, dirá: «Para personas perfectas, no podíamos desear cosa más a propósito que al señor nuncio, porque nos ha hecho merecer a todos».

El humor es también una forma de mirar y percibir el mundo. Esa mirada le hace decir: «¡Qué al revés anda el mundo!», al hablar de «honras y mayorías», es decir, del modo de entender el estatus quienes creen ser espirituales. Y escribe con mucha ironía: «Cosa es para reír, o para llorar… que no manda la Orden que no tengamos humildad».

También logra reírse del falso aplauso que a veces se da entre las gentes. Sabe que es engañoso, algo hueco y vacío de verdad. Ella ha logrado, poco a poco, una nueva postura: «Solía afligirme mucho de ver tanta ceguedad en estas alabanzas y ya me río como si viese hablar un loco».

Volverá a usar la ironía para evidenciar situaciones que piden cambio. Así, muestra la incoherencia de quienes inventan penitencias y luego no saben vivir bien en la vida ordinaria, de quienes justifican sus costumbres y «querrían que otros las canonizasen», o comenta en sus cartas que «no parece bien estos mocitos, descalzos y en mulas con sus sillas». Para paliar una contradicción y encaminar hacia la verdadera espiritualidad, mejor un poco de humor que de desprecio.

Su ironía no se convierte en sarcasmo. No quiere ofender, pero tampoco puede evitar que haya quien se resienta. Por ejemplo, cuando dice a sus hermanas que, aunque la Inquisición prohíba libros espirituales, «no os quitarán el paternóster y el avemaría», el censor se molestó mucho, tachó lo escrito y apuntó: «Parece que reprende a los inquisidores, que prohíben libros de oración».

En última instancia, como recomendaba en las Constituciones, procuraba no ser enojosa sino que hasta en las burlas, mantenía la discreción. Aunque, por el ejemplo, en el famoso Vejamen –el pequeño certamen espiritual que organizó–, al responder humorísticamente a las participaciones espirituales, alguno de sus amigos encajara muy mal la ironía.

La «trascendencia en clave menor» deja muchas puertas abiertas y queda para pensar por qué una mujer tan espiritual, maestra y mística, imprime a sus obras este tono, esta mirada especial con tanto humor. Por qué intercala historietas, algunas muy cómicas, en el relato de sus Fundaciones, o bromas y comentarios irónicos en medio de la gran historia de amistad que cuenta en sus libros. Teresa dice algo con todo ello, algo de Dios y de los seres humanos.

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“Trascendencia en clave menor: El humor (II)”, por Gema Juan OCD

Martes, 12 de agosto de 2014
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14464939468_ac796bfc5f_mLeído en su blog Juntos Andemos:

Teresa de Jesús era una mujer de gran receptividad. Su vida, sus escritos y sus amistades lo muestran claramente. Tenía gran sensibilidad para comprender y hacerse cargo de los demás, también para percibir su entorno, las posibilidades y las carencias.

Esa es una de las razones por las que el humor era uno de sus grandes aliados. Porque, como decía Carlyle, «la esencia del humor es la sensibilidad; la cálida y tierna simpatía por todos los tipos de existencia». Teresa invita a vivir con sensibilidad y simpatía. Y, de hecho, ella siempre ha procurado «dar contento adondequiera que estuviese» y «sentir con pena las penas» de los demás.

Esa empatía le permite bromear con su hermana y amiga María de San José, diciéndole: «¡Oh, qué vana estará ella ahora con ser medio provinciala!», en una ocasión en que María debe asumir ciertas responsabilidades, o con su hermano Lorenzo: «Riéndome estoy cómo él me envía confites, regalos y dineros, y yo cilicios». Sintoniza con lo que viven ambos y, al mismo tiempo, les deja caer un pequeño mensaje.

Por otra parte, el humor es liberador, permite invertir el orden de las cosas y dar la vuelta a situaciones adversas. Teresa lo utiliza para transformar cosas muy serias y convierte lo que puede ser una amenaza, en un aliado. Así lo hace ante la Inquisición, con la que sabía que podía tener serias dificultades por su condición de mujer espiritual, sus experiencias y sus actividades.

Contaba que le decían, con mucho miedo, que eran tiempos difíciles, «recios», y que podían acusarla a la Inquisición. Ella dirá: «A mí me cayó esto en gracia y me hizo reír, porque en este caso jamás yo temí, que sabía bien de mí que en cosa de la fe contra la menor ceremonia de la Iglesia que alguien viese yo iba, por ella o por cualquier verdad de la Sagrada Escritura me pondría yo a morir mil muertes. Y dije que de eso no temiesen».

Erasmo de Rotterdam explicaba en su Elogio de la locura que, en ocasiones, una necedad que no se puede desmontar con muchos y buenos argumentos, viene a deshacerse, se «desbarata en un instante», sencillamente, con la risa. Teresa lo sabía y a la hora de enseñar y corregir se apoyó en ella. Una risa cargada de lucidez y bondad, «risa redentora» la llamó Peter Berger.

A su querida María Bautista le dirá: «Yo le digo que me hace reír, como dice que otro día dirá lo que le parece de algunas cosas. ¡A usadas que tiene consejos que dar!». Y valora mucho que las hermanas del convento de la Encarnación escriben versos graciosos para sobrellevar las muchas dificultades que tenían. Se los envía a Gracián, y le escribe: «Para que vuestra paternidad se ría un poco, le envío esas coplas que enviaron de La Encarnación, que más es para llorar cómo está aquella casa; pasan las pobres entreteniéndose».

Se ríe de la simpleza de Ambrosio Mariano, para prevenirle: «En gracia me ha caído el decir vuestra reverencia que en viéndola la conocerá. ¡No somos tan fáciles de conocer las mujeres!». Y con tanto humor como amor reprende a su querido Gracián, en un momento en que él está muy desanimado: «No ande profetizando tanto con sus pensamientos».

Para reír es cuando escribe a María de San José: «Al padre fray Antonio de Jesús y al padre Mariano dé mis encomiendas, y que ya quiero procurar la perfección que ellos tienen de no escribirme». O cuando le habla de su salud: «Para mí ha sido mucho consuelo saber que tienen salud. Yo estoy como suelo, el brazo harto ruin y la cabeza también; no sé qué se rezan».

Esa risa o humor benigno se vuelve ironía en muchas ocasiones. Con ella, señala a los amigos cosas que han de revisar, es como un dedo que apunta pero sin herir. Le sirve, también, para crear complicidad, porque alude a situaciones y dificultades compartidas, como veremos más adelante.

Dirá al P. Mariano que nada de llamarla «reverenda y señora… parece que vuestra reverencia o yo nos hemos tornado calzados». Y le llama «doctor fray Mariano… vuestra merced reverencia», para que reaccione. Más fuerte –porque mayor amistad tiene– escribe a Gracián, cuando andaba tan cabizbajo: «Si con tan buena vida tiene ese cerro (acritud y pesimismo), ¿qué hubiera hecho con la que ha tenido fray Juan?» [que salía entonces de la cárcel].

La usa igualmente con sus hermanas. Por ejemplo, cuando toca el tema de no atarse en exceso al cuidado del cuerpo, dirá: «Algunas monjas no parece que venimos a otra cosa al monasterio sino a procurar no morirnos; cada una lo procura como puede».

Y, con todo, en el humor, como en tantas cosas buenas, es necesario tener mesura y discernimiento. «Aun en lo bueno hemos menester tasa y medida», escribía Teresa. Y por eso, mientras celebraba el buen humor de sus hermanas sevillanas, les avisaba que tuvieran cuidado al escribir a cierto clérigo: «Harto me huelgo que sea de ese humor. Con todo anden recatadas, que es tan perfecto que quizá lo que pensamos le hace devoción le escandalizará».

Con ingenio, pondrá motes divertidos a sus allegados. «Maestra de las ceremonias» llama a la criada de su hermano Lorenzo, o «Padre eterno» al muy querido jesuita Pablo Hernández. Humor e ironía se mezclan ahí, como en tantas ocasiones, creando el clima de amistad y confianza que tan querido era para Teresa.

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Sonreír.

Jueves, 12 de junio de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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Todo animal sabe llorar, gemir.

Sonreir, sólo el hombre lo sabe. Es la clave.

¡ No sonrías sólo cuando estés alegre! ¡

¡Tu sonrisa es  una sonrisa creadora!

No una sonrisa artificial, sino una sonrisa creadora.

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Diálogos con Ángel, Entrevista 35 con Gitta Mallasz (18 de febrero de 1944)

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Pasar el testigo.

Miércoles, 30 de abril de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

passation-de-serviceRecuerda …

Que si una pequeñez hace sufrir

Una pequeñez también da placer …

Que puedes ser sembrador de optimismo, de ánimo, de confianza …

Que tu buen humor puede alegrar la vida de los demás

Que puedes, en todo, decir una palabra amable …

Que tu sonrisa no sólo te adorna

Sino que embellece la existencia de los que te acercan …

Que tienes manos para dar

Y un corazón para perdonar …

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Thomas Merton

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Recordatorio

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