Estas mitades que se buscan.
Del blog À Corps… À Coeur:
Y luego, está también esta historia que me contó David, un día. Los antiguos griegos, me había dicho, creían que antaño todo estaba conectado con todo, en el universo. Uno en una armonía absoluta. Inmovilidad. El silencio debía ser ensordecedor. Luego, un día – ¿Pero ya había unos días?-, esta armonía fue alterada y el universo se fragmentó en una explosión enorme. Todo se separó en dos. Desde entonces, el espacio está lleno de mitades aisladas, cada una de ellas buscando sin encontrarla la mitad que se le ajuste perfectamente. En millones de posibles encuentros, ocurre sólo una vez, por una increíble coincidencia que dos mitades complementarias se encuentran. Esto debe cumplirse en un tráfago salvaje, un momento de éxtasis, tan grande que el tiempo se detiene de nuevo. A veces, pienso que David y yo fuimos dos de estas mitades que se buscan.
Pero no sé si retuve bien la historia y si la búsqueda de la otra mitad está unida a la física o al deporte. Posiblemente esto es solamente en el amor. Pero entonces, sé ahora que el amor y la felicidad pueden también adquirirse por el entrenamiento. Descubrí que había que tener el valor de sufrir para alcanzar el momento en el que las dos mitades se reúnan. Si esto no ocurre, y en general no ocurre, sólo hay dolor. Y un pobre consuelo: En cualquier caso, nos sentimos vivir.
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H. M. van den Brink, in “Sur l’eau“, Folio
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