Ben-Hur y la homoerotización encubierta en las películas de romanos
Para evitar el rechazo de su protagonista, Charlton Heston, el director del conocido film decidió ocultarle que estaba interpretando a un personaje que vivía una historia de amor gay.
“El único modo de justificar varias horas de odio entre dos muchachos era establecer, sin decirlo con palabras, una relación íntima entre ellos cuando eran niños”.
Judá Ben-Hur y Messala, los dos protagonistas de la más grande película de romanos de la historia, habían sido amantes. Así lo ha confirmado el guionista de Ben-Hur, William Wyler.
Algunas de las escenas que se viven entre los dos personajes –sobre todo las del reencuentro- podrían interpretarse como escenas de amor, aunque con esto siempre se ha jugado a la ambigüedad.
Fue esta ambigüedad y el miedo –al final la previsión se cumplió- al rechazo por parte de Charlton Heston, quien interpretó a Judá Ben-Hur, por lo que el director del film decidió ocultarle que realmente estaba interpretando a un personaje gay, o al menos escenas de amor homosexual. Durante el rodaje, Heston fue el único que desconocía esto.
De hecho, cuando en un documental emitido en 1995 se habló de las connotaciones homoeróticas de la película, Heston entró en cólera.
Al parecer no le sentó nada bien que el escritor y guionista Gore Vidal contara que escribió la película con la deliberada intención de dar a entender, eso sí, para quien quisiera entenderlo, que la rivalidad entre los dos protagonistas nacía en realidad de una pasión de juventud.
“El único modo de justificar varias horas de odio entre dos muchachos era establecer, sin decirlo con palabras, una relación íntima entre ellos cuando eran niños. Y luego cuando Messala quiere continuar donde lo habían dejado, Ben-Hur le rechaza”.
El hecho de que, al contrario que Heston, Stephen Boyd, que interpretó a Messala sí supiera que estaba encarnando a un homosexual hizo, según Vidal, que exprimiera su interpretación al máximo. “Tiene miradas que resultan evidentes”, explicaba el escritor. Parece ser que a Boyd le hacía mucha gracia formar parte de ese secreto, y al resto del equipo también.
El historiador cinematográfico Michael G. Cornelius, editor de un estudio sobre el peplum (cine de romanos), describe este tipo de subtextos como un código que solo aparece en las obras de arte más elevadas. “Lo que convierte a Ben-Hur en una propuesta única es que su subtexto aparece presentado en el diálogo, lo cual permite una consideración sincera por parte del espectador. En la mayoría de peplums, el subtexto homoerótico es visual, lo cual es un recurso más obvio, pero también más fácilmente desechable”, explica Cornelius.
Al final de la película, el fervor y la pasión con la que Messala y Ben-Hur compiten durante la carrera de cuadrigas (con Messala dando latigazos a diestro y siniestro) adquieren connotaciones mucho más físicas si observamos esos embistes desde el otro lado de la acera.
“Lo que distingue realmente al peplum es que el tema central de estas películas es la forma masculina”, continúa Cornelius. Y añade que “es el cuerpo masculino lo que aparece en el escaparate. Otros géneros están interesados en la exploración de la masculinidad (artes marciales, acción), pero el cine de romanos se ha elevado como un estudio de lo masculino y, en particular, de la forma masculina.
Pocas películas presentan el cuerpo del hombre de este modo. Los peplums contemplan su función, su propósito, su estética. No fue hasta la era moderna de los peplums (de los años 80 en adelante) que los cineastas empezaron a cubrir el cuerpo masculino. Este es un movimiento, en mi opinión, que deriva directamente de la homoerotización del género en el pasado”, cuenta.
“Aparte de representar el cénit de la masculinidad, estos héroes también reflejan nociones de justicia, comunidad e inclusión. Representan una sociedad progresista e inclusiva. Crean comunidades a las que los homosexuales sienten que podrían pertenecer. Y esto genera una impresión positiva y poderosa”.
Ben-Hur, la película más cara de la historia en su momento, acabó ganando la cifra récord de once Oscar, incluido el de mejor actor para Charlton Heston. Se convirtió en la segunda película más exitosa de la historia, solo por detrás de Lo que el viento se llevó. Hoy sigue siendo un clásico del cine de Semana Santa.
Fuente Cáscara amarga
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