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Una Iglesia con piedras, agua y purificaciones, pero sin amor

Domingo, 20 de enero de 2019
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bodascana-asombro400Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

ALGUNAS NOTAS PREVIAS.

o El Evangelio (la tradición de San Juan) data de finales del siglo I, pasado el año 90. Es, por tanto, una tradición tardía y tiene una teología, una cristología muy desarrollada y delicada.

o Si ningún evangelio es una biografía (vida) de Jesús, el de Juan lo es menos. Naturalmente que tiene elementos históricos, pero están elaborados como una sinfonía en la que se combinan diversos elementos para componer un “todo” espléndido.

o Quizás hemos perdido la sensibilidad literaria (simbólica y poética), por lo que nos cuesta mucho trabajo adentrarnos en relatos como el que hemos escuchado hoy: las bodas de Caná.

01. UNA BODA.

Posiblemente una boda es de los momentos más felices e importantes de la vida. Los que os habéis casado tenéis experiencia de ello: La boda es encuentro, amor, alegría, fiesta, ilusión, esperanzas…

Quizás por esto la boda es figura de los tiempos mesiánicos. El banquete de bodas es un signo muy utilizado por Jesús: el Reino de Dios es como un banquete de bodas al que estamos invitados todos. (Mt 22,1-14).

Las relaciones entre Dios y su pueblo (la humanidad), son unas relaciones de amor.

En una boda se supone que hay amor, familias, encuentro, ilusión, esperanzas. Es lo que

Dios tiene y siente por el ser humano.

El amor humano es el mejor símbolo que encontramos para expresar lo que Dios siente por nosotros, un Dios que nos quiere, un Dios Padre que nos mira siempre con ternura, por duro que se haya vuelto nuestro corazón.

02. VINO.

Quizás porque Israel y Jesús eran mediterráneos, vieron en el vino (y en el trigo-pan) signo de abundancia y alegría. Esto está muy presente en la Biblia y también en la cultura popular.

El vino es un tema muy empleado por Jesús -Yo soy la vid- para hablar de la nueva situación del Reino: a vino nuevo, odres nuevos, (Mt 9,17).

La vida de Jesús transcurrirá entre comidas y encuentros, banquetes y bodas, multiplicación de los panes, etc.

No es muy complicado entender que el cristianismo es alimento y vida en todos los sentidos de la palabra

03. UNA BODA SIN VINO.

El relato que hemos escuchado es una boda en la que se han quedado sin vino. Es decir, se ha terminado la alegría y el amor y se han quedado en el más puro legalismo del agua, de los ritos de purificación, pero sin vida y sin amor.

Dios se había hecho ilusiones con su pueblo, con la humanidad, pero perdimos el amor y nos quedamos con los “papeles” en la mano, como tantos matrimonios. La religión se ha convertido en papel mojado: en agua.

04. SOLAMENTE TIENEN SEIS TINAJAS DE PIEDRA Y AGUA.

o Seis: número que significa imperfección (frente al 7 que es la plenitud.)

o Tinajas de piedra: que son una alusión a la ley de piedra del Sinaí.

o Agua es el puro rito vacío, sin contenido.

Llama la atención la sobreabundancia de vino: 6 tinajas de unos cien litros cada una, que cuando pasen a ser vino serán la alegría desbordante del encuentro, que Jesús sellará en el Calvario.

Israel se quedó sin vino, sin amor, con tinajas de piedra y con ley.

¿No será el caso del momento eclesiástico en que vivimos?

No estamos en un momento especialmente amable, festivo, alegre, optimista.

¡Qué lejos nos queda ya la ilusión del Vaticano II! ¿No estamos en un momento legalista, donde el rito es más importante que la fiesta y el Derecho rige más que el Evangelio? ¿No habremos vuelto a la situación judaizante de la antigua alianza? ¿Por qué -si no- quienes tienen poder en la Iglesia se enfrentan y oponen a la bondad y modos de amor de Francisco?

Dios quiere, ama, y es siempre fiel al pueblo, al ser humano.

El Dios de Jesús no es legalista, ni hace pasar a todo el mundo por ventanilla.

Dios no nos manda, nos quiere.

¿No será el momento de volver al amor inicial?

05. NUEVO VINO. (NUEVA ALIANZA): EL MAESTRESALA Y LOS SIRVIENTES.

El segundo vino es mejor. La Alianza de JesuCristo es plenitud y Evangelio. El Sinaí y el Derecho Canónico dejan paso al Evangelio de JesuCristo.

¿No tenemos siempre la tendencia judaizante, legalista -en el fondo miedosa- de volver una y otra vez al cumplimiento de la ley.

La vida es a veces dura y con muchos problemas, pero la vida en Cristo (ser cristiano) es una liberación y una paz interior, una felicidad.

06. ¿NO HABÍA INVITADOS EN AQUELLA BODA?

05Una cosa llama la atención: ¿en esta boda no hay convidados?

Al menos no se hace mención a los invitados

Lo que sí hay soy sirvientes y un maestresala.

El maestresala es el celoso guardián de la institución y mantenedor del orden público de la fiesta ni se entera de que faltaba el vino y después de dónde venía el nuevo y mejor vino.

Tiene alguna semejanza con el relato de los magos (Mateo): ni Herodes ni los “ilustrados” del Templo saben dónde está el rey de los judía. Ahora, el guardián del orden público de la boda, tampoco.

Curiosamente los servidores (diáconos) sí saben de dónde viene el vino nuevo. Y es que la comunidad eclesial se construye con el servicio (Jn 13), “si alguno me sirve, que me siga, (Jn 12,26). Los apóstoles (servidores) son los que reparten el pan en la multiplicación de los panes, (Jn 6,10-13)

¿Y si mirásemos al mundo eclesiástico? ¿Nuestro cristianismo no se habrá quedado también exhausto, sin vida? Ya casi, como el maestresala, ni sabemos de dónde nos viene la alegría y la serenidad.

La alegría y viveza del cristianismo (y de la Iglesia) no vendrá por la mayor rigidez de la ley, sino que la evangelización vendrá por el amor y el servicio.

07 LA MADRE DEL SEÑOR, LA MUJER, LA IGLESIA Y LA HORA

Este evangelista nos ofrece un mosaico de luces que resultan de gran hondura e iluminación cristiana.

LA MADRE

Resulta llamativo cómo este evangelio de Juan solamente menciona en dos ocasiones a la madre del Señor (sin decir nunca que se llamaba María) . Las dos ocasiones son:

o En las bodas de Caná

o El Calvario: la cruz, (Jn 19,25)

MUJER

En los dos momentos Jesús llama a su madre ¿un tanto fríamente?: “mujer”:

o Mujer, no ha llegado mi hora.

o Mujer, ahí tienes a tu hijo, (Jn 19,26).

Es evidente la alusión al Génesis, a Eva: su nombre será mujer por ser la madre de los vivientes, (Gn 2,23). La madre de Jesús es la madre de la iglesia naciente.

LA IGLESIA

Igualmente resulta llamativo que la iglesia (la comunidad cristiana) está naciendo: inmediatamente antes de Caná Jesús había llamado a Juan, Andrés, Santiago, Simón Pedro, Natanael y Felipe. En la cruz está la iglesia naciente representada por la madre del Señor y el Discípulo Amado (todos somos discípulos amados)

AGUA Y SANGRE

Otro universo simbólico es que en los dos momentos hay agua y vino: sangre: vida y espíritu. En Caná surge una nueva alianza, un nuevo vino. Del costado de Cristo en la cruz mana agua y sangre.

Se podría decir que San Juan termina su evangelio del mismo modo que lo comienza. En Caná hay agua y vino (espíritu). Cuando Jesús muere, de su costado brota agua y sangre, (Jn 19,31-37). Es el nacimiento de la Iglesia.

LA HORA

Finalmente, en Caná: todavía no ha llegado mi hora. Poco antes de llegar a la cruz: Jesús, sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, (Jn 13,1).

Los símbolos tienen valor por lo que apuntan, no por lo que son. El estilo del evangelio de Juan es un universo simbólico.

Puede que en un primer momento nos preguntemos si estás cosas sucedieron al pie de la letra, menos nos preguntemos por la moralina o moraleja que contienen. Los símbolos no son históricos, son reflejo de la verdad.

Sintámonos discípulos amados y desde ese momento en que nos sintamos queridos como el Discípulo amado.

HAGAMOS LO QUE ÉL NOS DIGA Y
DESDE AQUELLA HORA EL DISCÍPULO LA ACOGIÓ EN SU CASA.

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“Lenguaje de gestos”, 2º Tiempo ordinario – C (Juan 2,1-11)

Domingo, 17 de enero de 2016
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2-TO-C-300x283El evangelista Juan no dice que Jesús hizo «milagros» o «prodigios». Él los llama «signos» porque son gestos que apuntan hacia algo más profundo de lo que pueden ver nuestros ojos. En concreto, los signos que Jesús realiza, orientan hacia su persona y nos descubren su fuerza salvadora.

Lo sucedido en Caná de Galilea es el comienzo de todos los signos. El prototipo de los que Jesús irá llevando a cabo a lo largo de su vida. En esa «transformación del agua en vino» se nos propone la clave para captar el tipo de transformación salvadora que opera Jesús y el que, en su nombre, han de ofrecer sus seguidores.

Todo ocurre en el marco de una boda, la fiesta humana por excelencia, el símbolo más expresivo del amor, la mejor imagen de la tradición bíblica para evocar la comunión definitiva de Dios con el ser humano. La salvación de Jesucristo ha de ser vivida y ofrecida por sus seguidores como una fiesta que da plenitud a las fiestas humanas cuando estas quedan vacías, «sin vino» y sin capacidad de llenar nuestro deseo de felicidad total.

El relato sugiere algo más. El agua solo puede ser saboreada como vino cuando, siguiendo las palabras de Jesús, es «sacada» de seis grandes tinajas de piedra, utilizadas por los judíos para sus purificaciones. La religión de la ley escrita en tablas de piedra está exhausta; no hay agua capaz de purificar al ser humano. Esa religión ha de ser liberada por el amor y la vida que comunica Jesús.

No se puede evangelizar de cualquier manera. Para comunicar la fuerza transformadora de Jesús no bastan las palabras, son necesarios los gestos. Evangelizar no es solo hablar, predicar o enseñar; menos aún, juzgar, amenazar o condenar. Es necesario actualizar, con fidelidad creativa, los signos que Jesús hacía para introducir la alegría de Dios haciendo más dichosa la vida dura de aquellos campesinos.

A muchos contemporáneos la palabra de la Iglesia los deja indiferentes. Nuestras celebraciones los aburren. Necesitan conocer más signos cercanos y amistosos por parte de la Iglesia para descubrir en los cristianos la capacidad de Jesús para aliviar el sufrimiento y la dureza de la vida.

¿Quién querrá escuchar hoy lo que ya no se presenta como noticia gozosa, especialmente si se hace invocando el evangelio con tono autoritario y amenazador? Jesucristo es esperado por muchos como una fuerza y un estímulo para existir, y un camino para vivir de manera más sensata y gozosa. Si solo conocen una «religión aguada» y no pueden saborear algo de la alegría festiva que Jesús contagiaba, muchos seguirán alejándose.

José Antonio Pagola

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“En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos”. Domingo 17 de enero de 2016. 2º domingo del Tiemp

Domingo, 17 de enero de 2016
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10-ordinario2 (C) cerezoDe Koinonia:

Isaías 62, 1-5:La alegría que encuentra el esposo con su esposa.
Salmo responsorial: 95. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
1Corintios 12, 4-11: El mismo y único Espíritu reparte a cada uno como a él le parece.
Juan 2, 1-11: En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos.

 En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: “No les queda vino.”

Jesús le contestó: “Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.”

Su madre dijo a los sirvientes: “Haced lo que él diga.”

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.

Jesús les dijo: “Llenad las tinajas de agua.”

Y las llenaron hasta arriba.

Entonces les mandó: “Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.”

Ellos se lo llevaron.

El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.”

Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

La vida de Jesús se desarrolló dentro de la normalidad propia del ambiente cultural y la religiosidad de un judío del primer siglo de nuestra era. Los discípulos descubren a Jesús como un hombre normal, en un ambiente normal y sin ningún tipo de manifestaciones espectaculares o extraordinarias. Esta realidad de una vida normal en Jesús, hace que entre los discípulos y él no haya ningún tipo de distanciamiento, antes por el contrario, una vida verdaderamente humana como la de Jesús, hace que su experiencia del Dios sea más creíble y mucho más accesible a la conciencia y a la vida de los que le escuchan y le siguen. La actitud de Jesús, sin ningún tipo de pretensión, va revelando una nueva imagen y un nuevo concepto de Dios. Dios ha dejado de ser ese ser extraño y lejano, que atemoriza al ser humano, y toma la característica del Dios original de Israel, el Dios que camina con su pueblo.

Para la lógica del Evangelio de Juan, el Banquete es un tema fundamental en la teología del evangelio de Juan. La teología del banquete se abre con la misión de Jesús en Caná de Galilea, y se cierra con la última Cena, fundamento de la Eucaristía. El Banquete es por tanto un signo mesiánico, donde se anuncia la llegada del Reino y se presenta a Jesús, Soberano del Reino. Es un símbolo fundamental que explica en la cotidianidad la presencia del Reino en medio de la historia.

Las bodas de Caná están en el imaginario de los primeros cristianos y de todo la Iglesia a lo largo de la historia, por ese hecho inolvidable: en lo mejor de la boda, el vino se acaba. ¿Cómo es posible que no se haya previsto esta parte en la fiesta? La acción de Jesús de Nazaret frente a la falta de vino, hará que este relato de las bodas de Caná, quede inmortalizado en la simbología cristiana.

El milagro de las bodas en Caná de Galilea, no es simplemente por la falta de vino. El asunto es otro: el relato tiene que ser entendido en perspectiva de Reino, en dinámica de tiempo mesiánico. El texto indica, que había allí en un lugar de la casa, unas tinajas de piedra vacías, seis en total. El texto hace énfasis en que están vacías. Son tinajas destinadas para contener el agua de la purificación ritual de los creyentes judíos. Pero están secas. Este símbolo, indica la sequedad en que se encuentra el modelo religioso judío. En la visión de los cristianos primeros, que acabaron separándose del judaísmo, la ley judía, antes que ayudar, terminó dificultando la relación de Dios con su pueblo. Les resultaba una ley vacía, sin sentido, que sólo generaba cargas y no posibilitaba la libertad y la alegría. Las tinajas, destinadas a la purificación, eran un símbolo que dominaba la ley antigua. Ese modelo de ley creaba con Dios una relación difícil y frágil, mediatizada por ritos fríos y carentes de sentidos.

No se dice sin embargo que las tinajas estuvieran con agua. Son llenadas cuando Jesús lo ordena. Al estar llenas, las tinajas que no prestaban ya ningún servicio, más bien estorbaban en la vida normal de la gente, permiten una nueva manifestación del proyecto de Jesús: el agua está convertida en vino. ¿Qué nos indica ese signo? La ritualidad, el legalismo, la norma fría y vacía, es trasformada en vino, símbolo de la alegría, del gozo mesiánico, de la fiesta de la llegada del tiempo nuevo del Reino de Dios. Tenemos que acabar en nuestra vida y en la vida comunitaria, con los sistemas religiosos deshumanizantes, para lograr entrar en la dinámica liberadora, incluyente y festiva que Jesús inauguró.

¿Complicada esta interpretación? Efectivamente, es complicada, con la complicación que brota de un texto sofisticado, muy elaborado, con toda una trastienda de alusiones veladas y crípticos mensajes. Leer, proclamar, comentar el evangelio de Juan como si se tratara de una simple y llana historieta de unas bodas, en las que además Jesús funda el sacramento del matrimonio, sin más complicaciones… resultaría una lectura fácil y cómoda, pero sería profundamente carente de veracidad. Aunque sea más laborioso y menos grato, es mejor tratar a nuestros oyentes como adultos, y no ahorrarles la complejidad de unos textos que interpretados directamente a la letra nos llevarían solamente por caminos de fundamentalismo.
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Dom 17. 1. 16. Terapia del Vino: las Bodas de Caná

Domingo, 17 de enero de 2016
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 2 tiempo ordinario. Ciclo c. Bodas de Caná. No hay más salud ni curación que aprender a querernos: ¡Más vino hace falta! ¡Más gozo y más misericordia, como quiso Jesús, como sigue queriendo el Papa Francisco!

Ciertamente, la fiesta cananea ( Bodas de Caná) es un tiempo bueno para sentir a Dios, pero el Dios de Caná de Galilea no está sólo en la referencia religiosa externa (más misas sin pan abundante, más rezos sin solidaridad), sino en la fiesta de la vida, en el pan y el vino para todos, empezando por los pobres… pero pan con amor, comida y fiesta de bodas.

Dios está donde los hombres y mujeres se aman, se atreven a iniciar la travesía de la vida en intimidad solidaria, en bodas íntimas, pero abiertas en solidaridad universal, a todos los hombres. Allí, en las bodas de Caná, puede recordarse sin medio y sin mentira al Dios de Jesús.

image001No se trata sólo de hacer banquetes, no sino de ser banquete de comida y amor, de vino para todos y de novios que celebran su intimidad amorosa, una mesa íntima de Dios (novios), una mesa redonda como el mundo: abrir un espacio y tiempo de bodas sobre el universo de Dios, sobre el ancho suelo de la tierra, con Jesús como invitado (enseñándonos a transformar el agua en vino), con María como animadora.

Esto es ser cristianos, esto es ser ministros del Reino de Dios sobre la tierra. Así ha querido verlo el evangelio de Juan. Desde este fondo quiero comentar para los que sigan el texto de la misa de este día

Texto.

El reino de Dios se vincula desde antiguo con banquete y bodas, como ha destacado una tradición profética desarrollada por Oseas y culminada en la Biblia en el Cantar de los Cantaras. La vida es ante todo comida y amor. No basta el pan, hace falta el vino. Una vida sin amor y gozo (vino y bodas) se seca, se destruye, en la guerra infinita de la pura violencia, del hambre y la lucha de todos contra todos. El evangelio de Juan ha recreado el tema de forma simbólica y narrativa en el relato de las Bodas de Caná, uno de los textos más bellos de la historia de la humanidad:

Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. También fueron invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltó vino. Entonces la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tiene que ver esto con nosotros, mujer? Aún no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que él os diga. Había allí seis tinajas de piedra para agua, dispuestas para el rito de purificación de los judíos; en cada una de ellas cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad de agua estas tinajas. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora un poco y presentadlo al encargado del banquete. Y se lo presentaron. El mayordomo probó el agua cambiada en vino, sin saber de dónde le habían sacado; los sirvientes sí que lo sabían, pues habían sacado el agua. Llamó al esposo y le dijo: “Todo el mundo pone al principio el vino mejor, y cuando todos han bebido bastante, se sirve un vino inferior; pero tú has dejado el mejor vino para el final”. Éste fue el principio de las señales milagrosas que hizo Jesús. Lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Después de esto, Jesús bajó a Cafarnaúm y con él su madre, sus hermanos y sus discípulos. Y permanecieron allí solamente algunos días (Jn 2, 1-12).

PRINCIPIO DEL TEXTO. PRESENTACIÓN.

Este pasaje es un relato mesiánico, que marca el sentido de todo el evangelio de Juan, el sentido de la vida cristiana como fiesta de bodas, es decir, como fiesta de familia.

1. Principio del texto

El tercer día (Jn 2, 1)

alude posiblemente al tiempo de la culminación profética o pascual, momento en que se cumplen las promesas y puede realizarse el misterio de Dios (cf. Mt 16, 21; 17, 23 par). De esa forma anuncia Jn la importancia de aquello que llega, situándolo en el contexto de la manifestación mesiánica. Ha llegado el tiempo de las bodas: que todos los hombres y mujeres puedan “casarse” en libertad, con buen vino… Si hay hambre en el mundo, si hay gente oprimida en amor… es culpa nuestra (de egoísmos, de poderes malos): Dios quiere la fiesta.

Había una boda en Caná de Galilea:

El evangelio de Juan ha situado esta escena en Caná de Galilea, una población de Galilea, que también se cita en Jn 4, 46 y que en Jn 21, 2 aparece como patria de Natanael. En el libro de Josué aparece por tres veces un lugar llamado Caná, pero no sabemos si alude a la ciudad/lugar de nuestra “narración”. Actualmente, los arqueólogos discuten sobre el lugar donde pude haber estado la ciudad en tiempo de Jesús y hay, por lo menos, dos hipótesis. La más probable es la que identifica la vieja Caná con la actual Kefr’ Kenna, a unos nueve kilómetros de Nazaret. Es un lugar querido donde humos hemos ido a ver las huellas profundas de Jesús, bebiendo del vino de sus viñas. Leer más…

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Las bodas de Caná. Domingo 2º del Tiempo Ordinario. Ciclo C.

Domingo, 17 de enero de 2016
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canc3a1-3Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Cuando llegan a Caná, los peregrinos tienen dos focos de interés: la iglesia, en la que bastantes parejas acostumbran renovar su compromiso matrimonial; y la tienda en la que se vende vino del lugar. La boda y el vino son los dos grandes símbolos del evangelio de este domingo.

Un comienzo sorprendente

Si recordamos lo que ha contado hasta ahora el cuarto evangelio, el relato de la boda de Caná resulta sorprendente. Juan ha comenzado con un Prólogo solemne, misterioso, sobre la Palabra hecha carne. Sin decir nada sobre el nacimiento y la infancia de Jesús, lo sitúa junto a Juan Bautista, donde consigue sus primeros discípulos. ¿Qué hará entonces? No se va al desierto a ser tentado por Satanás, como dicen los otros evangelistas. Tampoco marcha a Galilea a predicar la buena noticia. Lo primero que hace Jesús en su vida pública es aceptar la invitación a una boda.

¿Qué pretende Juan con este comienzo sorprendente? Quiere que nos preguntemos desde el primer momento a qué ha venido Jesús. ¿A curar unos cuantos enfermos? ¿A enseñar una doctrina sublime? ¿A morir por nosotros, como un héroe que se sacrifica por su pueblo? Jesús vino a todo eso y a mucho más. Con él comienza la boda definitiva entre Dios y su pueblo, que se celebra con un vino nuevo, maravilloso, superior a cualquier otro.

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: “No les queda vino.” Jesús le contestó: “Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.” Su madre dijo a los sirvientes: “Haced lo que él diga.”

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: “Llenad las tinajas de agua.” Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: “Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.” Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes si lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.”

Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

El simbolismo de la boda: 1ª lectura (Is 62,1-5)

            Para los autores bíblicos, el matrimonio es la mejor imagen para simbolizar la relación de Dios con su pueblo. Precisamente porque no es perfecto, porque se pasa del entusiasmo al cansancio, porque se dan momentos buenos y malos, entrega total y mentiras, el matrimonio refleja muy bien la relación de Dios con Israel. Una relación tan plagada de traiciones por parte del pueblo que terminó con el divorcio y el repudio por parte de Dios (simbolizado por la destrucción de Jerusalén y la deportación a Babilonia). Pero el Dios del Antiguo Testamento podía permitirse el lujo de volver a casarse con la repudiada. Es lo que promete en un texto de Isaías:

“El que te hizo te tomará por esposa:

su nombre es Señor de los ejércitos.

Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor;

como a esposa de juventud, repudiada –dice tu Dios–.

La primera lectura de hoy, tomada también del libro de Isaías, recoge este tema en la segunda parte.

Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha. Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi favorita», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.

         Para el evangelista, la presencia de Jesús en una boda simboliza la boda definitiva entre Dios e Israel, la que abre una nueva etapa de amor y fidelidad inquebrantables.

El simbolismo del vino

            En el libro de Isaías hay un texto que habría venido como anillo al dedo de primera lectura:

“El Señor de los ejércitos prepara para todos los pueblos en este monte

un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera;

manjares enjundiosos, vinos generosos”.

            Este es el vino bueno que trae Jesús, mucho mejor que el antiguo. Además, este banquete no se celebra en un pueblecito de Galilea, con pocos invitados. Es un banquete para todos los pueblos. Con ello se amplía la visión. Boda y banquete simbolizan lo que Jesús viene a traer e Israel y a la humanidad: una nueva relación con Dios, marcada por la alegría y la felicidad.

El primer signo de Jesús, gracias a María  

A Juan no le gustan los milagros. No le agrada la gente como Tomás, que exige pruebas para creer. Por eso cuenta muy pocos milagros, y los llama “signos”, para subrayar su aspecto simbólico: Jesús trae la alegría de la nueva relación con Dios (boda de Caná), es el pan de vida (multiplicación de los panes), la luz del mundo (ciego de nacimiento), la resurrección y la vida (Lázaro).

            Pero lo importante de este primer signo es que Jesús lo realiza a disgusto, poniendo excusas de tipo teológico (“todavía no ha llegado mi hora”). Si lo hace es porque lo fuerza su madre, a la que le traen sin cuidado los planes de Dios y la hora de Jesús cuando está en juego que unas personas lo pasen mal. Jesús dijo que “el hombre no está hecho para observar el sábado”; María parece decirle que él no ha venido para observar estrictamente su hora. En realidad no le dice nada. Está convencida de que terminará haciendo lo que ella quiere.

Juan es el único evangelista que pone a María al pie de la cruz, el único que menciona las palabras de Jesús: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”, “Ahí tienes a tu madre”. De ese modo, Juan abre y cierra la vida pública de Jesús con la figura de María. Cuando pensamos en lo que hace en la boda de Caná, debemos reconocer que Jesús nos dejó en buenas manos.

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“Gestos”, por Gema Juan OCD

Martes, 25 de noviembre de 2014
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15542382458_2463432fbe_mLeído en su blog Juntos Andemos:

«Gestos sencillos y concretos». Eso pedía, recientemente, el Papa Francisco a los cristianos. Y eso le hemos visto hacer a él repetidamente. Además de las grandes propuestas que ha lanzado y de los pasos significativos que ha dado, Francisco ha tenido muchos gestos, sencillos y concretos, y ha recordado que aportan significado y realidad, que inspiran y generan creatividad. Los gestos abren muchas puertas para construir la hermandad que Jesús quería.

En el estado de Tamil Nadu (India), algunos católicos de casta alta levantaron un muro en el cementerio, para que sus muertos estuvieran separados de los difuntos «intocables». Un día, dos obispos católicos demolieron una parte del muro.

El muro se reconstruyó, pero los obispos sembraron compasión y solidaridad, y despertaron una esperanza, cosas más fuertes que todos los muros que existen.

En una pequeña ciudad francesa, una mujer joven, monja, escribía que buscaba la compañía de las hermanas que peor le caían, para «desempeñar con esas almas heridas el oficio del buen samaritano. Una palabra, una sonrisa amable bastan muchas veces para alegrar un alma triste». Era Teresa del niño Jesús.

Su gesto no acabó con las segregaciones que continuamente se generan. Pero sembró una posibilidad al alcance de todas las personas, para desmantelar barreras y rechazos con los próximos.

En un pequeño pueblo de Soria, un grupo de origen rumano se estableció e intentó abrirse camino con ganado vacuno. Trabajaban rústicamente, como les permitían sus precarios recursos económicos. Un reputado perito decidió cederles, repetidamente, sus ingresos extraordinarios.

El trabajo sigue siendo duro, pero un hombre acomodado se incomodó para compartir y crece, a la sombra de un gesto, el árbol de la fraternidad.

En un campo de concentración nazi, una mujer apresada decidió no añadir ni un átomo de odio a la locura del exterminio. Su gesto fuer orar, convencida de que «se puede orar en todas partes, [también] en un barracón» y elegir «estar presente en medio de los que sufren». Visitaba a los bebés del campo y tranquilizaba a sus madres, sonreía, estrechaba una mano, escuchaba… convencida de que el amor no ha de fijarse en razas, nacionalidades o filiaciones políticas. Se llamaba Etty Hillesum.

No detuvo el exterminio, ni siquiera para sí misma. Pero su gesto alienta continuamente caminos de reconciliación y el recuerdo de que la vida «es una sucesión de milagros interiores» que deben convertirse en amor compartido.

INDIA-WEATHER-RAIN-MONSOONA un convento de frailes carmelitas descalzos acudían habitualmente algunos necesitados y acostumbraba a ir una anciana muy pobre. En cierta ocasión, que no acudió la mujer… el prior de la casa mandó ir a buscarla, por si la necesidad le impedía ir a pedir.

El mismo prior se encontró con varios hermanos enfermos en su casa y sin dinero para poder socorrerles. Entonces mandó empeñar un cáliz para poder dar lo necesario a los enfermos.

Sigue habiendo pobres y necesidades, pero el gesto de un fraile menudo, que se llamaba Juan de la Cruz, reveló al Padre de toda bondad que cuida a sus hijos y renovó la memoria de que nada tiene más valor que el ser humano. Ningún sábado, ninguna cosa sagrada es más valiosa que una persona.

No lejos en el tiempo ni en el espacio del prior descalzo, una monja carmelita se preguntaba qué podría hacer ella para ayudar en un mundo que veía desgarrarse violentamente. Y se dijo «haré ese poquito que es en mí». Con un gesto sencillo, con una decisión pequeña y compartida, se puso en marcha.

Se llamaba Teresa de Ahumada y de aquel gesto iba a nacer un pequeño espacio de oración y fraternidad que acabaría por convertirse en una familia universal.

Ese es el poder de los gestos. Siembran una semilla, la más pequeña y después, como recordó Jesús, «cuando crece, se hace mayor que cualquier hortaliza y echa ramas tan grandes que las aves del cielo pueden anidar en ellas».

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Música de ser

Sábado, 22 de noviembre de 2014
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En el día de Santa Cecilia, patrona de todos los músicos, aprendamos a descubrir nuestra propia música.

Del blog À Corps… Â Coeur:

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 Captar  a los seres en sus gestos, su compostura, su presencia

– la calidad de su presencia –

en el timbre de su voz

más que en sus intenciones.

En pocas palabras, su música de ser.

*

Georges Haldas, en “El corazón de todos”

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***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , , , , , ,

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