Gente de la calle.
Hay lugares donde sopla el Espíritu, pero hay un Espíritu que sopla en todos los lugares.
Hay personas a las que Dios toma y pone aparte. Hay otros a los que deja en medio de la gente, a los que «no retira del mundo».
Esta es la gente que tiene un trabajo ordinario, que tiene un hogar ordinario o son solteros ordinarios. Gente que tiene enfermedades ordinarias, con su pena ordinaria. Gente que tiene una casa ordinaria, que viste ropas ordinarias. Es la gente de la vida ordinaria.
La gente que se encuentra en cualquier calle. Aman la puerta que da a la calle, como sus hermanos invisibles al mundo aman la puerta que se cierra definitivamente tras ellos.
Nosotros, la gente de la calle, creemos con todas nuestras fuerzas que esta calle, que este mundo donde Dios nos ha puesto, es para nosotros el lugar de nuestra santidad.
Creemos que no carecemos de nada, porque, si algo de lo necesario nos faltara, Dios ya nos lo habría dado
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Madeleine Delbrêl
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