La monja de la mochila que veló a Francisco: Una historia ‘bergogliana’
La monja Geneviève Jeanningros despidiéndose del papa Francisco (Vatican Media)
Sor Genevieve Jeanningros, religiosa que atiende a las trans de la costa del Lacio
La marea de personas que desfilaban ante el féretro depositado a los pies del impresionante y recién restaurado baldaquino de Bernini (por primera vez en 250 años) apenas se paraba ante el cuerpo del Papa para no interrumpir el paso. Pero, de pronto, una figura se salió de aquella corriente humana y se recogió en oración durante un largo instante ante el difunto
Se trataba de Genevieve Jeanningros, una religiosa de 81 años, perteneciente a la congregación de las Hermanitas de Jesús y vieja amiga de Francisco, quien la llamaba cariñosamente la enfant terrible
Poco después de que esta mañana se abriesen las puertas de la basílica de San Pedro para acoger los restos mortales del papa Francisco y dar paso a las 72 horas de velatorio público previo al funeral de este próximo sábado, 26 de abril, una riada de cardenales, obispos y eclesiásticos comenzaron al desfilar ante el sencillo féretro de madera.
En sillas dispuestas alrededor del amplio perímetro delimitado para la exposición del cuerpo del difunto pontífice, vigilado por miembros de la Guardia Suiza, se sentaban distintas autoridades llegadas para rendir tributo, miembros de la curia, religiosos y otras personalidades y miembros del equipo que atendía a Jorge Mario Bergoglio en los últimos tiempos.
La marea de personas que desfilaban ante el féretro depositado a los pies del impresionante y recién restaurado baldaquino de Bernini (por primera vez en 250 años) apenas se paraba ante el cuerpo del Papa para no interrumpir el paso. Pero, de pronto, una figura se salió de aquella corriente humana y se recogió en oración durante un largo instante ante el difunto
Se trataba de Genevieve Jeanningros, una religiosa de 81 años, perteneciente a la congregación de las Hermanitas de Jesús y vieja amiga de Francisco, quien la llamaba cariñosamente la enfant terrible.
Sor Genevieve, con su mochila a la espalda, oró ajena al ajetreo que seguía a su lado. Había conocido al Papa hacía años, cuando comenzó frecuentar las audiencias generales de los miércoles en la plaza de San Pedro llevándose consigo a algunas de las personas trans a las que atendía desde hace 56 años en la costa de la región del Lacio.
Al igual que esta mañana en la basílica, frente al féretro que acogía el cuerpo sin vida de su amigo, tampoco la religiosa pasó desapercibida en aquellas audiencias y tanto ella como sus ‘parroquia‘, entre la que había homosexuales y transexuales que ejercían la prostitución en las zonas más degradas de la Ciudad Eterna, fueron atendidas y saludadas por Francisco.
Entre aquellas personas estaban Claudia, Marcella y muchas otras que cada miércoles hacían el viaje desde la costa para ver y oír a Francisco. Un día pudieron incluso tocarlo. Poco después, una de ellas fue asesinada. “Se había hecho una foto con el Papa, y yo se la llevé y él rezó por ella“, contó en su día.
El papa Francisco saludando a Sor Geneviève Jeanningros en junio de 2024 (Vatican Media)
E incluso logró que Francisco les devolviese la visita y el 31 de julio de 2024 visitó el parque de atracciones de Ostia para encontrarse con los feriantes, que también peregrinaban con ella cada miércoles rumbo a la plaza de San Pedro.
Oggi, 31 luglio, il #Papa è giunto a Ostia alle 15 per far visita a suor Geneviève Jeanningros, Piccola Sorella di Gesù, e alla comunità dei giostrai e circensi del Luna Park di Ostia Lido. Francesco ha benedetto una statua della Madonna protettrice dello Spettacolo Viaggiante pic.twitter.com/9YNLLuuPa3
— Vatican News (@vaticannews_it) July 31, 2024
Y esta mañana -también miércoles- la monja de la mochila, los feriantes, los transexuales y los descartados por los que Bergoglio sentía predilección, se saltó el protocolo y fue a darle el último adiós al viejo amigo. Todo un gesto muy en la línea del Papa de los gestos, de esa pastoral tan ‘bergogliana‘.
Fuente Religión Digital
Su compromiso la vincula activamente al colectivo LGTBIQ+. No solo los ha llevado ante el papa, sino que también ha alzado la voz en su nombre. “Nadie debe ser desechado”, afirmó en una entrevista con medios vaticanos. Y este miércoles, al saltarse el protocolo en San Pedro, volvió a recordarlo: la fe no entiende de jerarquías cuando se trata de amor, lealtad y memoria.
El Pontífice veía en ella una extensión de su mensaje de misericordia. “Lo aman tanto porque por primera vez sienten que la Iglesia les tiende la mano”, explicaba la religiosa, que nunca buscó protagonismo, sino justicia para los suyos. Su figura representa esa parte de la Iglesia que actúa en silencio, lejos de los focos y los altares, pero más cerca del Evangelio que nunca.
Más allá de su labor social, Sor Geneviève carga con una historia de dolor que la une a las heridas de Argentina. Es sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas francesas secuestradas y asesinadas por el régimen militar argentino en 1977. Su historia forma parte de una memoria colectiva que Francisco nunca quiso silenciar. De hecho, el papa apoyó la apertura de los archivos del Vaticano sobre la represión en Argentina, algo que ella agradeció como un acto de reparación.
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Las mujeres trans con las que Francisco compartió mesa: “Me dijo que no perdiera la fe, porque todos somos iguales ante los ojos de Dios”

El 11 de marzo de 2020, Don Andrea, un sacerdote en Torvaianica, Italia, se asomó a la calle y encontró una larga cola de personas que necesitaban ayuda. Muchas de ellas eran mujeres transexuales que se prostituían y enfrentaban grandes dificultades debido al cierre de las parroquias por la pandemia. Sin clientes, se encontraban sin dinero para comida ni medicinas. Andrea Conocchia, un cura que se dedicaba a ayudar a los más desfavorecidos, no había tenido contacto previo con mujeres trans. Para ayudarlas, contactó al limosnero del Vaticano, el cardenal Konrad Krajewski, quien rápidamente envió asistencia con dinero y alimentos.
Tres de estas mujeres trans, las colombianas Yuliana y Diana, y la uruguaya Marcela, compartieron su historia en la parroquia Beata Virgen Inmaculada. Huyendo de la violencia y la discriminación en Latinoamérica, establecieron una amistad con el papa Francisco, a quien conocieron durante tres años y lamentaron profundamente su muerte. Marcela recordó que cuando le confesó haber perdido la fe, Francisco le respondió que no debía permitir que eso sucediera, porque todos somos iguales ante los ojos de Dios.
La parroquia, con el apoyo del Vaticano, brindó ayuda a todas las personas que lo necesitaban. Las mujeres trans, al recibir apoyo, decidieron agradecer personalmente al Papa y escribieron cartas detallando sus historias. A través de una monja que conocía a Francisco, el Papa respondió de inmediato, expresando su deseo de ayudar a todas las mujeres en lugar de solo a cuatro. Esta monja, Geneviève, quien ha dedicado su vida a ayudar a los necesitados, fue fundamental en este proceso.
El limosnero quedó sorprendido por la atención que recibió este gesto, considerando que era parte del trabajo ordinario de la Iglesia durante un momento de crisis. Según el Movimiento Identidad Transexual, se estima que en Italia hay entre 7.000 y 8.000 migrantes trans en situación de prostitución, principalmente latinoamericanas.
El Vaticano ya apoyaba refugios para mujeres trans en Argentina, pero la experiencia en Roma comenzó en ese momento. Desde entonces, las mujeres han tenido encuentros regulares con Francisco, siempre en un ambiente de cariño y alegría. Sin embargo, expresan preocupaciones sobre el futuro, esperando que su legado continúe con el próximo Papa.
De izquierda a derecha, el padre Andrea, Minerva, Yuliana y Marcela, en un patio de la parroquia Beata Virgen Inmaculada de Torvajanica, este jueves. Massimiliano Minocri
Francisco se involucró silenciosamente en la vida de estas mujeres. Tenía en su oficina la foto de Naomi Cabral, una transexual argentina asesinada, recordando las dificultades que enfrentan muchas de ellas. Marcela mencionó que algunas de sus amigas ya no están, y compartió la triste historia de Lili, otra compañera que fue asesinada en circunstancias brutales.
El sábado, un grupo especial de migrantes y personas trans recibirán el féretro del Papa en la Basílica de Santa María la Mayor, donde él eligió ser sepultado. La despedida que él deseaba. Además, las mujeres trans de Torvaianica celebrarán una misa en honor a su amigo Francisco junto a Don Andrea.
Fuente Agencias/El País (Daniel Verdú)/Cristianos Gays
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