Demandan a un grupo de cristianos por repartir propaganda anti LGTB en el orgullo de Toronto
Demandan a un grupo de cristianos que se infiltraron disfrazados como «zombis gays» en el desfile del Orgullo de Toronto para repartir octavillas en las que alertaban contra «los peligros de las prácticas homosexuales».
Por un valor de 104 millones de dólares, un abogado de Toronto, Douglas Elliott, ha presentado una demanda colectiva contra Bill Whatcott, líder del grupo de cristianos que se infiltraron disfrazados de «zombis gays» en el Orgullo de Toronto para repartir propaganda LGTB.
Durante mucho tiempo, Whatcott se ha dado a conocer como un fuerte opositor contra los derechos de la comunidad LGTB, los derechos reproductivos y otras causas, motivo por el que el demandante solicita la prohibición expresa del juez para que no se pueda colar en otros eventos del Orgullo, así como una orden para revelar sus registros financieros como fuente de sus acciones contra el colectivo LGTB. «Él dice que no tienen nada de dinero. Por lo que queremos averiguar quién está pagando por esto. ¿Quién está extendiendo los cheques? (…). Esta es la única manera de hacer frente a las expresiones de odio. No se ha hecho antes, pero no estoy muy satisfecho con lo que ha estado ocurriendo hasta ahora», declara Elliott.
Whatcott y sus acólitos cristianos se vistieron con unas mallas de color verde para unirse al desfile del Orgullo en Toronto, el pasado mes de julio, y hacerse pasar por unos «zombis gays» de una supuesta asociación de consumidores de cannabis. A simple vista parecía que estaban repartiendo preservativos gratis, aunque lo que estaban haciendo era divulgar extractos de la Biblia que revelan «los peligros físicos y espirituales de las prácticas homosexuales», así como imágenes de pacientes de Sida.
«Gay zombies» – Foto: Uso permitido
«Si intentas repartir un folleto del evangelio, te insultan y te escupen en la cara. Pero dales una mierda que parezca un condón y les falta tiempo para quitártelo de las manos. Repartí 3000 en 20 minutos», explica Whatcott, quien tuvo que abonar 100 dólares para registrar a la «Asociación de Zombis Gays Consumidores de Cannabis» y obtener la autorización para participar en el desfile del Orgullo. Según él «los pobres homosexuales » están enfadados con Dios, no con él, «deberían haberme dado la bienvenida a su desfile como un portavoz de la verdad que tanto necesitan (…). Creo que mis flyers son la literatura más útil, amorosa y saludable que los homosexuales del desfile del orgullo podrían tener (…). Si realmente iban a aceptar la diversidad, tendrían que aceptarme a mí».
En octubre de 2011, Whatcott se presentó ante la Corte suprema de Canadá defendiendo su derecho a repartir propaganda contra los homosexuales en los campus universitarios. El tribunal dictó que aunque los pasajes de la Biblia y sus principios puedan ser muy razonables para discursos en público, no lo serían tanto las manifestaciones extremas de palabras que conllevan el «odio» y la «difamación». Es una pena que en aquella época no hubieran publicado todavía el estudio de la Universidad de Ginebra, The journal of sexual medicine, que afirma que las personas que manifiestan actitudes homofóbicas, muestran una predisposición inconsciente hacia la propaganda homosexual. Debe ser por aquello que dicen de que los polos opuestos se atraen.
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