El Gobierno francés recula ante la presión de los ultraconservadores y aplaza el proyecto de Ley de la Familia, del que excluye la reproducción asistida para parejas de lesbianas.
Tan solo un día después de la concentración del movimiento homófobo Manif pour tous por las calles de París y Lyon, en protesta contra el reconocimiento de los derechos de las familias homoparentales, el ministro del Interior, Manuel Valls, era invitado por la cadena RTL. Interrogado sobre las protestas de los manifestantes, el ministro afirmaba que “la idea de que el Gobierno trabajaba en contra de las familias no tiene sentido”, desmintiendo que las teorías de género fueran a ser enseñadas en las escuelas y aclarando que “el Gobierno se opondrá a las enmiendas parlamentarias que introduzcan la PMA o la gestación subrogada en la Ley de la Familia”.
El jefe del grupo parlamentario socialista, Bruno Le Roux, rectificaba en cierto modo al ministro, estimando que el anuncio de cuál sería la actitud del Gobierno al respecto era “prematuro”, y asegurando que el grupo socialista “seguirá luchando para abrir nuevos derechos en nuestro país”. Respecto a la PMA, remitía a lo que resolviera el Comité Nacional de Ética. Estas declaraciones forzaron al primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, a confirmar lo declarado por el ministro del Interior respecto a la oposición del Gobierno a la ampliación de la PMA, a la vez que declaraba que la Ley de la Familia no se debatiría en el Parlamento este año debido a lo apretado de la agenda parlamentaria. Por su parte, el Comité Nacional de Ética informaba que su informe no estaría preparado hasta el 2015.
Cuenta Dosmanzanas que lo cierto es que la apertura de las técnicas de reproducción asistida a las parejas de lesbianas y mujeres solteras siempre fue un asunto controvertido dentro del seno del Partido Socialista. Inicialmente se previó introducirlo dentro del proyecto de ley de matrimonio igualitario, que también regulaba la adopción de las familias homoparentales, lo que ocasionó la protesta de un grupo de parlamentarios socialistas que se oponían a esta inclusión por razones éticas. Tanto el presidente François Hollande como el primer ministro Jean-Marc Ayrault también expresaron sus reticencias al respecto. Finalmente fue eliminado del proyecto de ley de matrimonio, en espera de un nuevo proyecto de ley sobre la familia que ya se anunciaba por entonces.
La ley francesa en vigor solo permite esas técnicas a parejas heterosexuales, que además deben acreditar la esterilidad de al menos uno de sus miembros. Asimismo impide la donación de óvulos o embriones por parte de terceros. Tanto las mujeres solteras como las parejas de lesbianas francesas que quieren hacer uso de las técnicas de reproducción asistida deben viajar a países donde está permitido, como Bélgica o España.
Según informaciones, el entorno del presidente Hollande siempre se ha mostrado contrario a la ampliación de la PMA, aunque alguno de sus ministros se declarara favorable. Por ello creyó imprescindible acudir al Comité Nacional de Ética para que elaborara un informe. En cuanto a la gestación subrogada, ya en marzo de 2013 declaraba categóricamente que “permanecerá prohibida en Francia mientras yo sea presidente de la República”.
Una de las ministras favorables a la ampliación de la PMA es la titular de la cartera de Familia, Dominique Bertinotti, que, aun reiterando su postura favorable, confirmaba la exclusión de este asunto de la futura Ley de Familia, aunque aventuraba que el tiempo para su debate podría llegar en “dos, tres o cinco años”.
Los miembros del movimiento homófobo Manif pour tous expresaban su satisfacción por la exclusión de la PMA de la Ley de la Familia y por la dilación sin fecha de la misma, atribuyéndose el mérito de haber doblegado al Gobierno. Los comentaristas políticos, por su parte, lo atribuyen a la necesidad expresada por el presidente Hollande de no dar excusas a la extrema derecha para “alterar la calle” en un año electoral. Según estas informaciones, François Hollande, Jean-Marc Ayrault y Bruno Le Roux habrían decidido enterrar el proyecto de ley hace días, teniendo previsto darlo a conocer cuando los ecos de las manifestaciones homófobas se acallaran. Al parecer, la indiscreción del ministro del Interior obligó a precipitar los acontecimientos.
Protestas en Europa contra leyes igualitarias para la comunidad LGBT
Es “la primera vez desde el final de la ocupación que se oye gritar ‘fuera los judíos’ en las calles de París”
La presión de la Francia más reaccionaria y ultra —que en las últimas tres semanas ha tomado repetidamente las calles para manifestar su rabia y su odio al Gobierno, al presidente, François Hollande, y al mundo en general— cosechó ayer una significativa victoria. El Ejecutivo francés anunció este lunes su decisión de retrasar la promulgación de la Ley de la Familia, anunciada para este año, hasta el siguiente ejercicio, en un intento de frenar las protestas católicas.
Tras la Marcha Pro-Vida del 19 de enero, y la llamada Jornada de la Ira, que reunió el 26 de enero en París a 17.000 personas para protestar por la presión fiscal —la marcha degeneró en consignas antisemitas, racistas y homófobas, y hubo disturbios y 250 detenciones—, este domingo fue el turno de más de 100.000 ciudadanos pacíficos, muchos de ellos niños, jóvenes y abuelos.
Ataviadas con los colores pastel de la Manif pour Tous, el movimiento tradicionalista que lideró la masiva oposición a la ya aprobada ley de matrimonio homosexual, las familias protestaron en París y Lyon contra la supuesta familifobia del Ejecutivo socialista. El queroseno de la protesta eran dos rumores, o más bien dos patrañas: la introducción de la teoría de género en la escuela para promover la homosexualidad de los alumnos, y los planes del Gobierno para legalizar los vientres de alquiler.
Lejos de calmarse, el delirio de una parte históricamente silenciosa de la sociedad francesa parece ir a peor. Estos indignados, herederos de la derecha antisemita y pétainista, han tomado el relevo de la dividida y desaparecida izquierda radical; y su creciente presencia en los medios y en las calles ha generado un ambiente en la quinta potencia económica mundial que cada vez recuerda más a los años treinta.
Bajo la mirada, a medias complaciente y a medias asustada de sus partidos de referencia, el exgaullista y hoy populista Unión por un Movimiento Popular (UMP) y el extremista y antisistema Frente Nacional (FN), esta heterogénea galaxia reaccionaria, formada por católicos más o menos fundamentalistas, cargos electos de ideología retrógrada, grupúsculos violentos, asociaciones de estudiantes racistas, seguidores del cómico Dieudonné —al que ayer Reino Unido prohibió la entrada en el país— e intelectuales negacionistas como Alain Soral, expresa sin filtros ni tabúes su anhelo de insurrección.
Se autodenominan “revolucionarios” y no dejan títere con cabeza. Un día exigen para Francia una ley del aborto como la que prepara el Gobierno español; otro día insultan al presidente Hollande y exigen su dimisión –el domingo le cantaban: “¿acaso, François, tu madre se llama Robert?”- otros intimidan a los homosexuales y a los inmigrantes.
El intelectual y senador Robert Badinter ha subrayado este domingo en Le Parisien que es “la primera vez desde el final de la ocupación que se oye gritar ‘fuera los judíos’ en las calles de París”, y ha lamentado la “débil reacción de los partidos republicanos” y la “degeneración del debate político”. El viernes, Hollande había alertado desde Oxford contra “los movimientos extremistas que no tienen fronteras e intentan crear un clima de odio”, y el ministro del Interior, Manuel Valls, redobló el domingo ese mensaje afirmando que está naciendo un “Tea Party a la francesa” que solo puede ser combatido desde la izquierda.
A medida que se acercan las municipales de marzo y las europeas de mayo, y en vista de que los sondeos no mejoran, Valls ha cambiado su discurso. Primero ha dejado atrás sus diatribas contra la comunidad gitana y la libre circulación de personas, esencia del proyecto europeo. Y ayer decidió retrasar la promulgación de la Ley de la Familia.
En paralelo, se van conociendo cada vez más detalles sobre el entramado económico e ideológico del Frente Nacional de Marine Le Pen, y ambos parecen bastante menos inocentes de lo que asegura su líder. Según el libro del periodista Frédéric Haziza Vol au-dessus d’un nid de fachos, Frédéric Chatillon, uno de los asesores favoritos de Le Pen, ex líder del grupo neonazi GUD y prestamista del FN, tiene lazos con el historiador negacionista Robert Faurisson y participa en cenas de homenaje a Hitler. Chatillon ha replicado pidiendo a la justicia que censure algunos pasajes del libro.
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