El ex arzobispo de Santiago de Chile, Francisco Javier Errázuriz dice que enviaba a sacerdotes a un centro para curar la homosexualidad
“Es mejor que no haya sacerdotes homosexuales”, dijo. El Movilh replicó que “lo mejor es que no existan curas abusadores abusadores, encubridores, pederastas, pedófilos, homofóbicos o misóginos”
El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) acusó hoy al ex arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, de “pretender usar a la homosexualidad como chivo expiatorio de los encubrimientos y abusos sexuales cometidos por sacerdotes, todo lo cual refleja su baja estatura moral”.
Lo anterior luego de que La Tercera diera a conocer hoy parte del interrogatorio al que fue sometido Errázuriz el pasado 28 de marzo por el fiscal Jorge Escobar, quien investiga los abusos sexuales perpetrados por curas y el encubrimiento de los altos jerarcas de la Iglesia Católica.
“Es mejor que no haya sacerdotes homosexuales. No está excluida una persona que domine totalmente su homosexualidad, pero la mayoría quiere tener la certeza de serlo y hacen actos de homosexualidad”, señaló Errázuriz al ser consultado sobre la supuesta incompatibilidad entre la orientación sexual diversa y el ejercicio sacerdotal.
En otra parte, Errázuriz reconoció incluso que en el pasado envió curas al Centro Terapéutico Alberione de Guadalajara, donde, a su juicio, se trataba “a sacerdotes en casos de alcoholismo que eran homosexuales y conductas indebidas (…) Eran medidas terapéuticas, son de sanación”.
El Movilh replicó que “lo mejor para la sociedad, y por cierto para la Iglesia, es que no existan curas abusadores, encubridores, pederastas, pedófilos, homofóbicos o misóginos. Ellos, y no la orientación sexual de las personas, son los responsables de delitos, de atropellos a los derechos humanos y de la decadencia en la cual se encuentra la Iglesia Católica”.
Para el vocero del Movilh, Óscar Rementería, resulta “alarmante el descaro homofóbico de Errázuriz, al pretender mezclar los abusos sexuales con la orientación sexual de las personas. Ello solo explicita su odio contra las personas LGBTI y, por sobretodo, sus inmorales estrategias para confundir a la opinión pública y responsabilizar a una orientación sexual natural de las personas con delitos que han dañado las vidas de miles”.
A juicio de Rementería, lo expuesto “es evidente cuando Errázuriz mezcla a la homosexualidad con “conductas indebidas” que debían, a su juicio, sanarse en el Centro Terapéutico Alberione. Pues bien, en primer lugar debe aclararse que toda terapia reparativa de la homosexualidades es considerada una tortura por la Organización Mundial de Salud. En segundo lugar, el mencionado Centro Terapéutico fue más bien un lugar para encubrir y brindar apoyo emocional a los curas pederastas, entre 1989 y 2001, según señaló en 2016 el propio cardenal mexicano Juan Sandoval Íñiguez, también conocido por su virulenta misoginia y homofobia”.
“En su desesperado, confuso y poco creíble declaración, Errázuriz no trepida en identificar culpables donde hay inocentes y sindicar como inocentes a los verdaderos abusadores. En otras palabras, su confusión intencional entre víctimas y victimarios explicita su motivaciones siniestras y perversas que contravienen la universidad de los derechos humanos”, puntualizó Rementería.
“No” rotundo de los especialistas a las “terapias” reparadoras.
“Terapias” reparadoras: no solo inútiles, también peligrosas
La comunidad médica mundial en su inmensa mayoría condena estas prácticas y lucha para que los gobiernos las prohíban. Precisamente en marzo de 2016 tenía lugar un histórico pronunciamiento de la Asociación Mundial de Psiquiatría en contra de las “terapias” reparadoras, intervenciones que no solo se han mostrado ineficaces para cambiar la orientación sexual de una persona, sino que resultan muy peligrosas. Prácticas contra las que ya antes se habían pronunciado numerosas organizaciones profesionales. La Asociación Americana de Psicología, por ejemplo, hizo ya en 2009 un llamamiento a los psicólogos para que las abandonasen definitivamente tras revisar la evidencia científica disponible y concluir que ya no resulta posible sostener que un paciente puede cambiar su orientación sexual a través de terapia, mientras que los daños potenciales de tales intervenciones pueden ser graves, incluyendo depresión y tendencias suicidas. Otras organizaciones que han alertado contra los riesgos de estas intervenciones son la Asociación Médica Británica, las más importantes organizaciones de psicoterapeutas del Reino Unido o, en España, el Colegio de Psicólogos de Madrid. Los testimonios de algunas de las personas atrapadas por las redes que promueven este tipo de prácticas (“ex-gais”) y que años después han conseguido liberarse son un buen ejemplo del daño que pueden llegar a sufrir.
En definitiva, la aplicación o recomendación de este tipo de prácticas van, hoy en día, en contra del conocimiento médico actual y de la lex artis que obliga a todo profesional sanitario.
Respecto al reto que suponen aquellas personas adultas que movidas por su fe religiosa conservadora acuden por voluntad propia a las consultas para cambiar su orientación sexual, ya desde hace años la Asociación Americana de Psicología recomienda ser “honestos” con ellos respecto a su eficacia, considerando que el objetivo en estos casos debe ser favorecer, sin imposiciones, la aceptación de la propia realidad. Posibles estrategias que sugería Judith Glasshold, la presidenta del comité que en 2009 revisó la evidencia disponible hasta esa fecha, eran insistir en determinados aspectos de la fe religiosa, como la esperanza y el perdón, frente a la condena de la homosexualidad, sugerir el acercamiento a confesiones religiosas que sí aceptan la realidad LGTB o, los casos más recalcitrantes, valorar la adopción del celibato como estilo de vida sin pretender cambiar la orientación.
Fuente MOVILH/Cristianos Gays
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