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Francisco de Asís, vestido de Evangelio

Lunes, 4 de octubre de 2021
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En la fiesta del cristiano por excelencia, Francisco, el Poverello de Asís… Siguiendo su ejemplo, se nos invita a despojarnos  de todo lo superfluo y revestirnos con la desnudez del Evangelio:

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Francisco, hijo de un rico comerciante de Asís, nació en 1181 (o 1182). Disuadido de sus ideales de gloria caballeresca a raíz de las experiencias decisivas de su encuentro con los leprosos y de la oración ante el crucifijo en la iglesia de San Damián, Francisco abandonó su familia y comenzó una vida evangélica de penitencia. Con los numerosos compañeros que muy pronto se unieron a él, comprendió que estaba llamado a vivir el Evangelio sine glossa, como fraternidad de menores a ejemplo de Jesús y de sus discípulos. Al año siguiente a la aprobación de la Regla y vida de los hermanos menores en  1223 por el papa Honorio III, Francisco recibió los estigmas del Crucificado, sello de la conformidad con su único Señor y Maestro. Cuando murió, en 1226, Francisco era un hombre extenuado por la fatiga y por las enfermedades y, al mismo tiempo, un hombre reconciliado con el sufrimiento, consigo mismo y con toda criatura. Fue canonizado en 1228 y es patrono de Italia y de los ecologistas.

***

“Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua,
la cual es muy humilde, preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad…”

*

San Francisco de Asís.
Cántico de las Criaturas

 

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Su vida estuvo enteramente caracterizada -hasta el momento de la conversión- por la búsqueda de un modelo que pudiera educar y plasmar su natural propensión al canto.

Lo encontró de repente en el Señor Jesús, en la belleza de su vida narrada por el Evangelio y, en particular, en el luminoso canto nuevo de su muerte en la cruz.

Dejó que la pasión marcara cada uno de sus pasos y afinara de manera progresiva todas las fibras de su persona con la humanidad del Hijo de Dios, que se entregó por completo a sí mismo por nosotros.

Francisco oró así: «Te ruego, oh Señor, que la ardiente y dulce fuerza de tu amor arrebate mi mente de todas las cosas que hay bajo el cielo, para que muera yo de amor por tu amor, como tú te dignaste morir por amor a mi amor» (oración Absorbeat).

Su camino estuvo siempre acompañado por confirmaciones y consuelos. Su predicación y su ministerio tocaron el corazón de las personas y suscitaron decisiones de conversión y de reconciliación.

Su manera de seguir radicalmente al Señor se volvió, cada vez más, casa hospitalaria para otros muchos hermanos y hermanas, que encontraron en su itinerario personal una modalidad radical y actual de interpretar y vivir el Evangelio de la nueva estación histórica que avanzaba. Sin embargo, en el tiempo del monte Alverna, parece apagarse el canto fluente.

En esta estación encuentra Francisco la prueba más terrible: las fatigas originadas por un movimiento que se institucionaliza -que pierde en intensidad evangélica y llega incluso a dudar sobre la posibilidad de que sea integralmente practicable su estilo de vida- repercuten en su misma fe.

La pregunta sobre la verdad de sus intuiciones más profundas y la duda sobre el origen divino de su proyecto de vida resuenan en un silencio opresor en el que Dios no parece hablarle ya, a pesar de haberlo buscado con tanta tenacidad.

Francisco experimenta el abandono de Dios y se retira de los hermanos para no mostrar su semblante, que ha perdido la serenidad habitual. El canto nuevo, por consiguiente, no le fue dado en un momento de paz y consolación, sino en un momento en el que -como dice el salmista- «fallan los cimientos» (Sal 11,3) y todas las seguridades parecen hundidas

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C. M. Martini – R. Cantalamessa,
La cruz como raíz de la perfecta alegría,
Verbo Divino, Estella 2002, pp. 15-16).

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Leer también: Francisco de Asís, signo del futuro”, por José Arregi.

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“Francisco de Asís, en quien el ser humano resultó bien”, por Leonardo Boff

Lunes, 4 de octubre de 2021
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san-francisco-de-asc3ads-y-el-hermano-leproso6Considerando el panorama mundial, la violencia bélica en varias naciones con terribles matanzas de seres humanos, o la violencia de estudiantes que, enardecidos, invaden una escuela y abaten a tiros a decenas de compañeros, por no hablar de las torturas y de los abusos que se cometen contra inocentes, nos surge espontánea la pregunta: ¿el ser humano ha resultado bien? ¿No somos una excrecencia del proceso evolutivo?

Nos cuesta identificar figuras ejemplares que nos desmientan esta tétrica impresión. Pero gracias a Dios existen, como un Don Helder Câmara, una Hermana Dulce, la Hermana Teresa de Calcuta, un Chico Mendes, un José Mujica, ex-presidente de Uruguay, un Gandhi, un Dalai Lama y un Papa Francisco, entre otras.

Pero quiero detenerme en una figura seminal en la que la humanidad resultó bien de un modo convincente: San Francisco de Asís. Uno de los legados más fecundos del “Sol de Asís” como lo llama Dante, actualizado hoy por Francisco de Roma, es la predicación de la paz, tan urgente en los días actuales. El primer saludo que dirigía a los que encontraba por los caminos era “Paz y Bien”, que corresponde al Shalom bíblico. La paz que ansiaba no se restringía a las relaciones interpersonales y sociales. Buscaba una paz perenne con todos los elementos de la naturaleza, tratándolos con el tierno nombre de hermanos y hermanas.

Su primer biógrafo Tomás de Celano testimonia maravillosamente el sentimiento fraterno que lo invadía:

«Se llenaba de inefable gozo todas las veces que miraba el sol, contemplaba la luna y dirigía su vista hacia las estrellas y el firmamento. Cuando se encontraba con las flores, les predicaba como si estuviesen dotadas de inteligencia y las invitaba a alabar a Dios. Lo hacía con tiernísima y conmovedora candidez: exhortaba a la gratitud a los trigales y los viñedos, a las corrientes de los ríos, a la belleza de las huertas, a la tierra, al fuego, al aire y al viento».

Esta actitud de reverencia y de ternura lo llevaba a recoger las babosas de los caminos para que no las pisasen. Durante el invierno daba miel a las abejas para que no muriesen de escasez y de frío. Pedía a los hermanos que no cortasen los árboles por la raíz con la esperanza de que pudiesen rebrotar. Hasta las malas hierbas debían tener un lugar reservado en los huertos, para que pudiesen sobrevivir, pues «ellas también anuncian al hermosísimo Padre de todos los seres».

Sólo puede vivir esta intimidad con todas las cosas quien ha escuchado su resonancia simbólica dentro del alma, uniendo la ecología ambiental con la ecología profunda. Jamás se situaba por encima de las cosas sino a su mismo nivel como quien convive verdaderamente como hermano y hermana, descubriendo los lazos de parentesco que unen a todos.

El universo franciscano y ecológico nunca es inerte. Todas las cosas están animadas y personalizadas. Descubrió por intuición lo que sabemos actualmente por vía científica (a través de Crick y Dawson, que descifraron el ADN): que todos los vivientes somos parientes, primos, hermanos y hermanas, pues todos tenemos el mismo código genético de base.

De esta actitud nació una paz imperturbable, sin miedos y sin amenazas. San Francisco realizó plenamente la espléndida definición que la Carta de la Tierra encontró para la paz: «Es la plenitud creada por relaciones correctas consigo mismo, con las demás personas, con otras culturas, otras vidas, con la Tierra y con el Todo mayor del cual somos parte» (n.16 f).

El Papa Francisco parece estar realizando las condiciones para la paz, fundada en la compasión por los que sufren, por la valiente denuncia del sistema que produce miseria y hambre, y por la permanente búsqueda de la justicia social que deja atrás la filantropía para dar lugar a los cambios estructurales.

La suprema expresión de la paz, hecha de convivencia fraterna y cálida acogida de todas las personas y cosas está simbolizada por el conocido relato de la perfecta alegría, donde, a través de un artificio de la imaginación, Francisco presenta todo tipo de injurias y violencias contra dos cofrades, uno de ellos él mismo. Aunque habían sido reconocidos como cofrades, fueron vilipendiados moralmente y rechazados como gente de mala fama.

En este relato de la perfecta alegría, que encuentra paralelos en la tradición budista, Francisco va paso a paso, desmontando los mecanismos que generan la cultura de la violencia.

La verdadera alegría no está en la autoestima, ni en la necesidad de reconocimiento, ni en hacer milagros y hablar lenguas. En su lugar coloca los fundamentos de la cultura de la paz: el amor, la capacidad de soportar las contradicciones, el perdón y la reconciliación más allá de cualquier reclamación, retribución o exigencia previa. Vivida esta actitud irrumpe la paz, la paz del corazón, inalterable, capaz de convivir jovialmente con las más duras oposiciones, paz como fruto de un completo despojamiento. ¿No son estas las primicias de un Reino de justicia, de paz y de amor que tanto deseamos?

Esta visión de la paz de San Francisco representa otro modo de estar-en-el-mundo junto con las cosas, una alternativa al modo de ser de la modernidad y de la posmodernidad, asentado sobre el estar-sobre-las-cosas, dominándolas y usándolas de forma irrespetuosa para el enriquecimiento y el disfrute sin el menor sentido de sobriedad.

El descubrimiento de la hermandad cósmica nos infundirá un espíritu de respeto y nos devolverá la claridad y la inocencia infantil de la edad adulta, importantes para que salgamos bien de la crisis.

Leonardo Boff escribió Francisco de Asís: ternura y vigor, 6ª edición, Sal Terrae, 1995.

Traducción de MJ Gavito MiIano

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Clara de Asís, la Dama pobre…

Miércoles, 11 de agosto de 2021
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Clara de Asís, mujer fuerte, fundadora de las Damas Pobres (Clarisas), espejo en el que Francisco de Asís se reflejaba como un igual… Que nos acompañe hoy en su fiesta y nos enseñe a vivir  siendo más humanos, con una mirada compasiva abierta al hermano sufriente…

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(Helena Bonham Carter en la película Francesco, de Liliana Cavani)

Clara nació en Asís el año 1193 (o 1194). Hija de noble familia, fue educada por su madre en la fe cristiana, pero al escuchar y ver a su conciudadano Francisco en la nueva vida evangélica que éste había emprendido  comprendió que quería llevar la misma forma de seguimiento de Jesús. Con su hermana, que la seguirá quince días después de su huida del palacio, vive en el monasterio de San Damián, situado fuera de los muros de Asís, «según la forma del santo Evangelio», obteniendo de los papas el singular «privilegio de la pobreza». Fueron muchas las compañeras que la imitaron. Juntas constituyeron la primera comunidad de «Hermanas pobres», para las cuales, y ya en sus últimos años, escribió Clara -primera mujer que lo hizo en la historia de la Iglesia- una Regla. Esta fue aprobada por Inocencio IV en 1254, pocos días antes de la muerte de Clara. Se conserva el Proceso de su canonización, que tuvo lugar en 1255. Es un documento de excepcional valor para conocer la experiencia de la «plantita de Francisco».

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Tanto para Clara como para Francisco, el primado se lo lleva el señorío de Dios sobre toda la vida y todas las cosas; la centralidad de toda la vida, la voluntad y la acción está constituida por Cristo; la dinámica de la vida de penitencia o de conversión sólo la da y sólo hemos de buscarla en el Espíritu Santo; pero esto es más que suficiente para definir la contemplación auténticamente cristiana […].

Clara no hace coincidir nunca contemplación y clausura, la contemplación como conocimiento amoroso de Cristo y un hecho material como la clausura. Tanto para Clara como para Francisco (es cierto, no obstante, que los acentos de Clara son femeninos), la contemplación es asiduidad con la palabra leída en las sagradas Escrituras, aunque también escuchada y recibida por los hermanos como comida y alimento de la fe y del alma; la contemplación es oración continua atendiendo al Señor y a todas las criaturas.

Es propio y específico de Clara haber dado a la contemplación una dimensión propiamente evangélica: no era para ella una actividad extraordinaria, reservada a una élite, a los privilegiados de la cultura, sino una actitud cotidiana en el ámbito de la humilde realidad de las cosas, de las labores cotidianas. La contemplación, para Clara, es vida en Cristo, es sacrificio vivo y espiritual ofrecido al Señor. Es significativo que la única referencia que hace Clara a la página del encuentro de Jesús con María y Marta [cf. Lc 10,38-42), que se había convertido en su tiempo en un lugar clásico para afirmar el primado de la vida contemplativa sobre la activa, determina lo único necesario de este culto de la vida a Dios [cf. Rom 12,1) y no entrevé ninguna oposición entre acción y contemplación.

La contemplación, por tanto, para Clara y Francisco, no es sólo conocer a Dios, sino también ver a los hombres y a las criaturas como los ve Dios. Clara llama a Inés «alegría de los ángeles » [Carta tercera 3, 11) y registra de un modo nuevo las cosas de Dios, las criaturas de las que siempre ve brotar una alabanza, una acción de gracias al Dios altísimo y creador

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E. Bianchi,
La contenplazione in Francesco e Chiara d’Assisi,
Magnano 1995

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Mons. Leonardo Steiner: “La economía ya no es humana, es del mercado, y el mercado no tiene corazón”

Martes, 16 de marzo de 2021
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Economia_de_FranciscoDel blog de  Luis Miguel Modino, Misionero en Brasil:

Asís debe ser entendido “como un lugar que muestra que podemos corregir los caminos que estamos tomando”, y Francisco y Clara deben ser vistos “como un ejemplo de fraternidad que supera la economía de la desigualdad y la injusticia”

En Querida Amazonía, “el Papa Francisco nos ofrece un nuevo horizonte para la economía en la Amazonía”, presentándonos la “economía como cuidado de la casa común”

Con la Economía de Francisco y Clara, estamos ante un proceso que “confía a los jóvenes el protagonismo de una necesaria y urgente transformación en los paradigmas de la humanidad”

La Economía de Francisco y Clara es una llamada del Papa Francisco a repensar el sistema económico actual, a cambiar la economía actual y a dar un alma a la economía del mañana. Esto tiene repercusiones en todos los rincones del Planeta, también en la Amazonía. Es por ello que este sábado, 27 de febrero, fue convocado el 1er Encuentro Regional de la Amazonía Legal para reflexionar sobre este tema.

Estamos ante una economía de muerte, según Eduardo Brasileiro, que presentó la economía de Francisco y Clara como “un vínculo entre instituciones, que conecta puntos de lucha, de resistencia, de alternativas para este mundo”. Según el sociólogo, existe “la necesidad de buscar, de integrar todo lo que se propone en los diferentes ámbitos, en las prácticas, la necesidad de buscar lugares de inspiración”. Estamos ante la oportunidad de buscar nuevos modelos de economía, de educación, de búsqueda de tierra, techo y trabajo, realizados desde una perspectiva integral.

Según Brasileiro, Asís debe ser entendido “como un lugar que muestra que podemos corregir los caminos que estamos tomando, y Francisco y Clara deben ser vistos “como un ejemplo de fraternidad que supera la economía de la desigualdad y la injusticia. Al llevar la economía de Francisco y Clara a la Amazonía, Eduardo, que forma parte de la Articulación Brasileña, insiste en hacerlo a partir de los pueblos, la ciudadanía y la florestanía“. Propone un cambio de lógica, “una lógica de laeconomía solidaria frente a la lógica del mercado, del capital financiero”, dando algunos ejemplos que demuestran que esto es posible.

Esto nos tiene que llevar a superar la necropolítica y asumir una política que cambie la sociabilidad, para asumir el modelo de distribución del que habla el Papa Francisco, que hoy está marcado por la desigualdad que perjudica a la madre Tierra y a los más pobres. También se nos desafía a asumir que somos interdependientes y terradependientes. Eduardo también reflexionó sobre la espiritualidad económica, sobre una economía centrada en la vida, afirmando que la economía tiene que empezar en el reparto del pan“.

Monseñor Leonardo Steiner, arzobispo de Manaos, comenzó afirmando la necesidad de “recuperar la economía de los pueblos originarios, que no es de lucro sino de relación, porque es compartir, es cuidar. El reto es una economía al servicio de todos, una economía que tiene que ver con la fraternidad. Según el Arzobispo de Manaus, “vivimos hoy una injusticia económica, la desestructuración de las relaciones por causa de la economía“, afirmando que nos encontramos en una “verdadera desfraternidad”.  Hizo un llamamiento a “permanecer en la escucha de la realidad desde el sentido de ser persona”, subrayando que “estamos hablando de una economía de personas, no de objetos, estamos hablando de imagen y semejanza de Dios”.

Hablar de economía, según el arzobispo de Manaos, es hablar de ser casa, que es lo que abriga, lo que es necesario para el cuidado y el cultivo de nuestra casa común”, que no entiende como una estructura, sino “las relaciones que se establecen con todos los seres”. Monseñor Leonardo analizó la etimología de la palabra economía, insistiendo en la dimensión de los individuos que conviven y en las relaciones que se ocupan de la distribución, no sólo de las cosas, sino también del cuidado de las diferentes cuestiones que forman parte de la vida. Según el arzobispo, la economía expresa un modo de ser nosotros“, que nos lleva a cuidar la totalidad de las personas y su mundo.

chiara16ok_1867668_297667Francisco y Clara en el filme Francesco de Liliana Cavani, 1989.

Según Monseñor Steiner, el Papa Francisco pretende mostrar el valor de la economía en la deseconomía en la que vivimos, superando el modo en que hoy entendemos la economía como mercado, como lucro, insistiendo en la necesidad de volver al modo de ser del hombre, que es cuidar. Para el arzobispo de Manaus, “hablar de economía significa pensar en nosotros mismos, en nuestra humanidad, para no volvernos inhumanos, una cuestión importante hoy en día, cuando la economía ya no es humana, es del mercado, y el mercado no tiene corazón.

El Arzobispo de Manaos, que es franciscano, reflexionó sobre la forma de entender la vida de Francisco y Clara, que guiaron su vida por la gratuidad, que no indica intercambio, ni cálculo. En relación con la Amazonía, reflexionó sobre la codicia que existe sobre todo lo que contiene, destacando que “todo esto le quita la gratuidad a la Amazonía y a los pueblos originarios”. Según Monseñor Steiner, de la gratuidad nace la fraternidad, realizando una igualdad que no es pura nivelación y uniformidad. “En Francisco y Clara todo es hermano y hermana, permaneciendo dentro de la diferencia de su ser”, afirmó el arzobispo.

Monseñor Leonardo se preguntaba por qué hay tantos pobres en el mundo de hoy, y él mismo respondía que “porque no hay misericordia, porque la economía ya no es economía en su sentido etimológico”. El arzobispo afirmó que la fuerza histórica del cristianismo no proviene del poder, sino de la autoridad del no poder, del amor, de los pobres. En este sentido, se preguntó si no estamos traicionando el Evangelio en lo que respecta a la cuestión económica, “porque hemos elegido el poder y la fuerza como autoridad, y no el cuidado“.

Al hablar de Querida Amazonía, Monseñor Leonardo dijo que en ella “el Papa Francisco nos ofrece un nuevo horizonte para la economía en la Amazonía“, presentándonos la economía como cuidado de la casa común. Según él, “los cuatro sueños son cuatro dimensiones que nos ofrecen la totalidad de la forma de ser de los que viven en la Amazonía”, lo que nos ayuda a darnos cuenta de la importancia de todo y de todos. Cada una de las dimensiones está mostrando la totalidad, lo que somos como personas y la casa que nos permite ser personas. En la Amazonía somos cautivados por la admiración y el cuidado, insistiendo en que hasta que no cambiemos a la admiración y el cuidado, sólo veremos el beneficio“.

Por eso es necesario dejar de lado la dominación, la destrucción, el beneficio, el mercado, la esclavitud, la expulsión y la muerte. La economía basada en el mercado no ve la belleza de la Amazonía y de la gente que la habita, “es una economía que mata”, subraya Monseñor Leonardo Steiner, yla economía que tenemos hoy en relación con la Amazonía mata, perdimos la totalidad, vamos perdiendo todo, perdemos nuestra morada, nuestra casa, estamos entrando en el desierto”. Querida Amazonía, según él, “puede ayudarnos a despertar y a darnos cuenta de la urgente necesidad de cambiar nuestra concepción de la economía, algo que ya aparece en Laudato Si’, donde nos invita a no dominar sino a responsabilizarnos, más aún teniendo en cuenta que somos destructores.

Al hablar de los posibles caminos para el fortalecimiento de esta nueva economía en la Amazonía, Márcia Oliveira partió de la importancia de la propuesta del Papa Francisco que busca una economía más justa, más sostenible, asegurando una preeminencia para las poblaciones excluidas“. Según la socióloga, el tema tiene sus raíces en la Sagrada Escritura, algo que es recogido por el Vaticano II y retomado por el Papa Francisco en Laudato Si, quien hace la propuesta de “ecología integral como proyecto de sociedad pensado desde la casa común“, teniendo como referencia los conceptos de sobriedad, sencillez y buen vivir, algo que lleva a repensar los paradigmas de la sociedad capitalista y proponer nuevos modelos“.

En la Amazonía, todo esto fue asumido y puesto en práctica en el Sínodo para la Amazonía, estableciendo en el proceso sinodal, una forma de “pensar la Iglesia desde una ecología integral. Marcia Oliveira, perita en el Sínodo, destacó la importancia del momento de la escucha, que alcanzó oficialmente a 87 mil personas. Todo ello fue recogido en el Documento Final del Sínodo, donde se afirma que “es necesario buscar modelos económicos alternativos, más sostenibles, respetuosos con la naturaleza, con un ‘sólido sustento espiritual'”. También en Querida Amazonía, donde el Papa Francisco afirma que liberar a los demás de la esclavitud implica ciertamente cuidar su entorno y defenderlo“, destacando cómo “el Señor, que nos cuida primero, nos enseña a cuidar a nuestros hermanos y al medio ambiente que nos regala cada día”.

Articulacao_Brasileira_Economia_de_Francisco_e_ClaraEstamos, con la Economía de Francisco y Clara, según Márcia Oliveria, ante un proceso que confía a los jóvenes el protagonismo de una necesaria y urgente transformación en los paradigmas de la humanidad. Se trata de una verdadera revolución, no de una simple reforma. Según la socióloga, “el Papa Francisco confía a los jóvenes la tarea de cambiar radicalmente el rumbo de la humanidad”. También destacó el trabajo que Caritas Brasileira ha realizado en el campo de la Economía Solidaria y la Convivencia con la Amazonía, elementos que apuntan caminos para la Economía de Francisco y Clara”.

En estos nuevos caminos, Luis Fernando Novoa Garzón abordó la necesidad de aprender de los pueblos tradicionales lo que es la reciprocidad con otros seres. Esto es algo que, según el profesor de la Universidad Federal de Rondônia, “se traduce en la vida cotidiana en un entendimiento permanente. Insistió en la importancia de conocer la mitología de los pueblos originarios, algo que ayuda a comprender que existe un vínculo común entre todos los seres.

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Ilia Delio, teóloga: “¿Cómo le dice el Papa al mundo lo que debe hacer, cuando encabeza una institución basada en el patriarcado?”

Viernes, 13 de noviembre de 2020
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“La evaporación de la religión o una religión de evolución”

El 3 de octubre, fiesta del transitus de San Francisco de Asís, el Papa Francisco firmó su nueva encíclica, Fratelli tutti, sobre el orden social y la hermandad universal

Como en su encíclica anterior, el Papa llama la atención sobre los problemas del mundo, la disparidad radical entre ricos y pobres, la cultura de consumo, el individualismo desenfrenado, el exceso de riqueza…

Pero sin una revisión teológica significativa y sin desmantelar el patriarcado de la iglesia institucional, el Papa está hablando con algunos amigos cercanos mientras el resto del mundo hace fila para el iPhone más nuevo

El mundo cambiará cuando cambien las personas humanas, cuando el ser humano sea empoderado por la chispa del amor interior, cuando la religión no sea asfixiante sino fuente de novedad y creatividad

(Espiritualidad Integradora Cristiana).- El 3 de octubre, fiesta del transitus de San Francisco de Asís, el Papa Francisco firmó su nueva encíclica, Fratelli Tutti , sobre el orden social y la hermandad universal. Como en su encíclica anterior ” Laudato Si ‘ , sobre el cuidado de nuestra casa común “, el Papa llama la atención sobre los problemas del mundo, la disparidad radical entre ricos y pobres, la cultura de consumo inflada que está afectando el calentamiento global y el individualismo desenfrenado, asociado con el exceso de riqueza. La encíclica tiene como objetivo promover un movimiento universal hacia la fraternidad y la amistad social basada en el amor compasivo, siguiendo la parábola del buen samaritano ( Lucas 10: 29-37 ).

¿Quién podría argumentar contra los valientes esfuerzos de un líder mundial que intenta restaurar el sentido de bondad moral y justicia en el mundo? De hecho, mi propósito no es desmentir al Papa, cuyo corazón parece estar en el lugar correcto; sino llamar la atención sobre el problema más profundo que subyace a los problemas del mundo, a saber, la evaporación de la religión.

En este sentido, la encíclica del Papa es alarmante. Jesús de Nazaret amonestó a sus discípulos a no sacar la astilla del ojo de su hermano sin antes quitar la viga de su propio ojo (Mateo 7: 3-5). Esta advertencia se refleja a la luz del consejo del Papa al mundo.

Santa Clara de Asís, quien fue la compañera espiritual de Francisco de Asís y conocida como la piedra más fuerte de todo el movimiento franciscano, escribió a sus hermanas: “Debemos ser espejos y ejemplos unos para otros para que podamos ser espejos y ejemplos para el mundo.”

Si predicamos los ideales evangélicos de Jesús, primero debemos estar dispuestos a ponerlos en práctica. Después de todo, si queremos que el mundo supere su adicción al poder, al dinero y al progreso, entonces debemos estar dispuestos a desvincularnos nosotros de estas cosas, porque ¿dónde sino encontrará el mundo su imagen?

Francisco de Asís era consciente de que para vivir una vida llena de Dios tendría que someterse a una conversión de corazón. Todas las grandes religiones del mundo promueven algún tipo de autodisciplina para reflejar la divinidad. Cada religión, a su manera, se da cuenta de que no cambiamos el mundo, nos cambiamos a nosotros mismos y la forma en que vemos el mundo. Una vida cambiada cambia el mundo. Ésta es la esencia de Francisco de Asís.

una-pareja-gay-polaca-viaja-al-vaticano-para-desplegar-una-bandera-gigante-del-orgullo-frente-al-papa-francisco-pidiendo-ayuda-0El Papa aboga por grandes ideas que no llegan a imponer políticas públicas: justicia, comunidad, compasión y, lo mejor de todo, sororidad y fraternidad. La ironía de su mensaje es que la Iglesia Católica Romana es la institución más homofóbica del mundo de hoy. Con un llamado a la solidaridad humana y a la fraternidad, el Papa busca establecer la equidad en el mundo, describiendo una visión de hermandad universal donde “todas las personas son mis hermanos y hermanas, y … el mundo realmente pertenece a todos”.

Sin una revisión teológica significativa y sin desmantelar el patriarcado de la iglesia institucional, el Papa está hablando con algunos amigos cercanos mientras el resto del mundo hace fila para comprar el último modelo del iPhone.

¿Cómo le damos sentido a esto en una iglesia que no considera a las mujeres como iguales? ¿Una iglesia que no permitirá la ordenación de mujeres o incluso la capacidad de las mujeres para predicar? ¿Una iglesia que insiste en mandar sobre los derechos del cuerpo de la mujer? ¿Una iglesia que excluye a las personas LGBTQ de la plena aceptación y no permite que las personas divorciadas y vueltas a casar participen en la liturgia?

joac-y-hoac-ante-el-dia-de-la-mujer-trabajadora_560x280¿Cómo le dice el Papa al mundo lo que debe hacer cuando encabeza una institución basada en el patriarcado, la jerarquía y las diferencias ontológicas?

Algunos de los mejores estudios críticos sobre el racismo hoy apuntan a la Iglesia Católica como la fuente misma del problema del racismo, los primeros cristianos distinguiéndose de los judíos como los puros y los salvados. ¿Cómo busca el Papa establecer un mundo de equidad cuando la doctrina teológica está arraigada en una metafísica de la sustancia, donde la masculinidad es ontológicamente superior a la feminidad y serblanco es salvífico?

Según un artículo reciente de Forbes , el Vaticano no es un modelo de fraternidad; más bien, está atrapado en luchas de poder, incluidas diferencias ideológicas, abuso financiero y una crisis de pedofilia clerical no resuelta que ha redefinido la justicia como una reprimenda o pérdida del trabajo sin enjuiciamiento penal.

El Vaticano está impregnado de secretismo y clericalismo y parece que no hay esfuerzos reales para limpiar las telarañas que asfixian a la institución. Si bien Francisco lamenta los problemas del mundo, no reconoce que, en muchas áreas, incluida la atención médica y la educación, la vida global ha mejorado . La tasa general de pobreza ha disminuido en los últimos 10 años y, aunque queda un largo camino por recorrer para equilibrar un nivel standard globalde vida, los esfuerzos para lograrlo no están del todo ausentes.

El hecho es que la tecnología ha acelerado la tasa de evolución en los últimos 30 años, y los países donde la tecnología ha crecido significativamente también han visto una reducción de la pobreza y mejoras en la educación y la atención médica. China es un ejemplo de ello; también lo es la India .

El hecho de que la tecnología informática haya cambiado el panorama mundial tan rápidamente merece consideración. Margaret Wertheim señala que el ciberespacio comenzó a llenar un vacío a mediados del siglo XX. Comenzamos a estudiar la materia, a aprender sobre física cuántica e inventamos formas de extender la inteligencia humana.

Vaticano-reformas_2272882722_14949607_667x375Es interesante notar que el Vaticano II y el nacimiento del mundo cibernético son eventos contemporáneos; sin embargo, el Vaticano II nunca se implementó lo suficiente como para lograr un cambio real en la iglesia. Los cibernéticos, por otro lado, engendraron una nueva filosofía de transhumanismo y una nueva cultura de trascendencia humana. A todos los efectos prácticos, la tecnología suplantó a la religión en el siglo XX.

Estamos en una marcación rápida tecnológica pero no sabemos hacia dónde vamos, si vamos juntos o si debemos avanzar en absoluto. El ritmo de la evolución tecnológica está superando la capacidad de reflexión humana y de elecciones críticas, y la velocidad del progreso es impresionante. El Papa quiere la fraternidad universal, pero la comunidad humana quiere una nueva vida.

La novedad y la creatividad marcan la trascendencia humana. Siguiendo la tesis del fallecido historiador canadiense David Noble, la creatividad es la marca de la divinización. Llegar a ser como Dios es trascendernos a nosotros mismos, inventar, crear, ir más allá de lo que somos para convertirnos en lo que no somos. Esto es tan cierto en América del Norte como en Cochabamba o en Sudán.

Desafortunadamente, Occidente ha estampado su huella gigante sobre la faz del globo y quiere que el mundo siga su máxima: Dios está en la máquina y ya no en las iglesias. El resto del mundo lo sigue porque el Dios de la religión institucional es demasiado blanco, masculino, viejo y prácticamente muerto.

La tecnología impulsa los mercados hoy en día y frenar la economía neoliberal es replantear la tecnología a lo largo de líneas religiosas y éticas. Hacerlo requiere mucho más que proponer una ética del bien común o reorganizar las ideas de Tomás de Aquino para satisfacer las necesidades del mundo.

Necesitamos una metafísica que involucre adecuadamente a un mundo de proceso y cambio. Necesitamos una teología que se sienta cómoda en la evolución, como preguntó Teilhard de Chardin : “¿Quién dará a la evolución su propio Dios?”

Sin una revisión teológica significativa y sin desmantelar el patriarcado de la iglesia institucional, el Papa está hablando con algunos amigos cercanos mientras el resto del mundo hace fila para el iPhone más nuevo. La pandemia es un espejo de la disfunción global, como reconoce el Papa, pero también muestra un mundo privado de un Dios creíble y una fe vitalizadora, tan innovadora y creativa como la última tecnología.

Papa-Francisco5Sospecho que Francisco le está hablando al mundo porque nadie lo escucha en casa, o tal vez porque tiene miedo de hablar con sus propios hermanos, miedo de desmantelar el culto a un sacerdocio patriarcal y abrir las puertas de la iglesia a una comunidad real, en la que las mujeres gocen de plenos derechos y libertad.

El mundo pide algún tipo de dirección, un Dios creíble, una vitalidad de fe que no frene el crecimiento y el progreso. El mundo cambiará cuando cambien las personas humanas, cuando el ser humano sea empoderado por la chispa del amor interior, cuando la religión no sea asfixiante sino fuente de novedad y creatividad. Necesitamos una nueva religión de la Tierra, escribió Teilhard de Chardin, una religión de evolución, un Dios que se sienta en casa con lo incompleto, el caos y la complejidad. Estoy esperando que el Papa aborde esta preocupación.

Ilia Delio, miembro de las Hermanas Franciscanas de Washington, DC,  es catedrática de Teología en la Universidad de Villanova. Es autora de 22 libros, incluido Making All Things New: Catholicity, Cosmology and Consciousness (Orbis Books 2015), y editora general de la serie Catholicity in an Evolving Universe .

Traducción: Magdalena Bennásar y Carmen Notario

Publicado en National Catholic Reporter

Espiritualidad, General, Iglesia Católica , , , , , , , , ,

Francisco de Asís, vestido de Evangelio

Lunes, 5 de octubre de 2020
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Ayer, coincidiendo con domingo, se celebraba la fiesta del cristiano por excelencia, Francisco, el Poverello de Asís… Siguiendo su ejemplo, se nos invita a despojarnos  de todo lo superfluo y revestirnos con la desnudez del Evangelio:

S.Francesco'StripBenedetto

Francisco, hijo de un rico comerciante de Asís, nació en 1181 (o 1182). Disuadido de sus ideales de gloria caballeresca a raíz de las experiencias decisivas de su encuentro con los leprosos y de la oración ante el crucifijo en la iglesia de San Damián, Francisco abandonó su familia y comenzó una vida evangélica de penitencia. Con los numerosos compañeros que muy pronto se unieron a él, comprendió que estaba llamado a vivir el Evangelio sine glossa, como fraternidad de menores a ejemplo de Jesús y de sus discípulos. Al año siguiente a la aprobación de la Regla y vida de los hermanos menores en  1223 por el papa Honorio III, Francisco recibió los estigmas del Crucificado, sello de la conformidad con su único Señor y Maestro. Cuando murió, en 1226, Francisco era un hombre extenuado por la fatiga y por las enfermedades y, al mismo tiempo, un hombre reconciliado con el sufrimiento, consigo mismo y con toda criatura. Fue canonizado en 1228 y es patrono de Italia y de los ecologistas.

***

“Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua,
la cual es muy humilde, preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad…”

*

San Francisco de Asís.
Cántico de las Criaturas

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***

Su vida estuvo enteramente caracterizada -hasta el momento de la conversión- por la búsqueda de un modelo que pudiera educar y plasmar su natural propensión al canto.

Lo encontró de repente en el Señor Jesús, en la belleza de su vida narrada por el Evangelio y, en particular, en el luminoso canto nuevo de su muerte en la cruz.

Dejó que la pasión marcara cada uno de sus pasos y afinara de manera progresiva todas las fibras de su persona con la humanidad del Hijo de Dios, que se entregó por completo a sí mismo por nosotros.

Francisco oró así: «Te ruego, oh Señor, que la ardiente y dulce fuerza de tu amor arrebate mi mente de todas las cosas que hay bajo el cielo, para que muera yo de amor por tu amor, como tú te dignaste morir por amor a mi amor» (oración Absorbeat).

Su camino estuvo siempre acompañado por confirmaciones y consuelos. Su predicación y su ministerio tocaron el corazón de las personas y suscitaron decisiones de conversión y de reconciliación.

Su manera de seguir radicalmente al Señor se volvió, cada vez más, casa hospitalaria para otros muchos hermanos y hermanas, que encontraron en su itinerario personal una modalidad radical y actual de interpretar y vivir el Evangelio de la nueva estación histórica que avanzaba. Sin embargo, en el tiempo del monte Alverna, parece apagarse el canto fluente.

En esta estación encuentra Francisco la prueba más terrible: las fatigas originadas por un movimiento que se institucionaliza -que pierde en intensidad evangélica y llega incluso a dudar sobre la posibilidad de que sea integralmente practicable su estilo de vida- repercuten en su misma fe.

La pregunta sobre la verdad de sus intuiciones más profundas y la duda sobre el origen divino de su proyecto de vida resuenan en un silencio opresor en el que Dios no parece hablarle ya, a pesar de haberlo buscado con tanta tenacidad.

Francisco experimenta el abandono de Dios y se retira de los hermanos para no mostrar su semblante, que ha perdido la serenidad habitual. El canto nuevo, por consiguiente, no le fue dado en un momento de paz y consolación, sino en un momento en el que -como dice el salmista- «fallan los cimientos» (Sal 11,3) y todas las seguridades parecen hundidas

*

C. M. Martini – R. Cantalamessa,
La cruz como raíz de la perfecta alegría,
Verbo Divino, Estella 2002, pp. 15-16).

***

Leer también: “Francisco de Asís, en quien el ser humano resultó bien”, por Leonardo Boff

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“De vuestro hermano Francisco ”, por José Arregi.

Lunes, 5 de octubre de 2020
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22Mensaje del Poverello de Asís para hoy 

A todas las mujeres y hombres del mundo, mis hermanos: Paz y bien.

Era un luminoso atardecer de otoño, el 3 de octubre de 1226, en la Porciúncula, al pie de mi querido Asís. Me dolían terriblemente los ojos, hasta el punto de no poder soportar la luz ni consolarme con los colores del cielo y del valle de Umbría, mi cielo y mi valle. Me dolían el bazo, el hígado y el estómago. Pero aun más me dolían todos los menores del campo y de los burgos, los campesinos pobres y mis hermanos leprosos, con los que quise convivir fuera de los muros de Asís. Y me dolía la Iglesia, estancada en el pasado, instalada en palacios, amiga de los señores, atada al poder, impulsora de cruzadas. Nunca la quise juzgar ni criticar, ni a ella ni a nadie, pero con toda mi alma deseaba otra Iglesia, al estilo del movimiento itinerante de Jesús.

Me dolían sobre todo mis propios hermanos, que se habían alejado de nuestro primer sueño, cuando queríamos ser simplemente los hermanos menores con los menores de la sociedad cambiante de aquel siglo XIII. Yo había soñado una fraternidad de hombres y de mujeres, yendo de aldea en aldea, sin casas de piedra ni morada fija ni propiedad ni privilegio, mensajera de la paz. Pero los hermanos aumentaron muy pronto y se convirtieron en Orden clerical, se volvieron mayores en la sociedad y en la Iglesia. Fue para mí un golpe mortal, pero no me enfrenté –no sé si hice bien, pero fue mi opción–, los quise aun más, y me retiré al monte Alverna con el hermano León y otros soñadores de la primera hora para vivir como ermitaño. Y acabé de despojarme del todo por dentro y por fuera, hasta ser pobre del todo, y libre de todo. Descubrí la verdadera alegría, la plenitud en el total vacío. Recuperé la paz que nada me podría quitar.

Los hermanos no me entendían, pero me querían y reverenciaban hasta el exceso como su “padre Francisco”, y sobre un asnillo me bajaron de mi eremitorio en la montaña para hacerme cuidar. El médico me dijo: “Vas a morir”. Tenía 45 años. El saberlo me llenó de pena, porque amaba la vida. Y lloré. Pero había aprendido que cada forma de vida nace de la muerte, y que cada muerte es paso a la Vida en formas nuevas, y que todos los vivientes son uno en la Vida. De modo que le dije a la muerte: “Bienvenida, hermana. Despójame de todo y hermáname con todo”. Y pedí que me pusieran desnudo sobre la tierra desnuda. Y, apagada mi conciencia individual, pasé al Todo Otro y no-Otro, me fundí en la Conciencia Universal o en el Alma de toda vida, llamadlo como queráis. Yo lo llamaba “Dios omnipotente”, pero lo contemplaba y adoraba con inmensa ternura en el hombre Jesús pobre y humilde, amigo de los últimos.

Perdonad que me haya extendido con el relato de mi tránsito de esta vida a la Vida, del tiempo al Presente, del fragmento al Todo. No quería hablaros tanto de mí, sino solamente dirigiros una palabra de aviso y de ánimo en este momento crítico de esta especie humana que llamáis Homo Sapiens, la época más crítica de toda su historia, larga o brevísima según se mire. Nunca el clamor de la Tierra y de los pobres –el mismo clamor– fue tan desgarrador debido a la codicia humana. Tened compasión.

También el tiempo que me tocó vivir a mí fue de enormes cambios, de transición del mundo antiguo al mundo moderno. Pero hoy os halláis inmersos en una verdadera mutación, que nadie pudo imaginar hasta hace bien poco: eso que llamáis inteligencia artificial y tecnología genética pueden mejorar a la humanidad de manera decisiva o convertirla en más esclava que nunca. En vuestras manos está. Despertad, hermanos.

Yo no podía soportar que se pisara a un gusano ni que se arrancara una flor, aunque bien sé ahora que también entonces matábamos sin cesar para vivir. Y pensábamos ingenuamente que el ser humano es el centro y el fin de toda la creación. Me felicito de que ya no penséis así, pero me duele en el alma ver cómo el ser humano se ha convertido en el peor enemigo de la hermana Madre Tierra. Solo la fraterno-sororidad os salvará.

La institución eclesial me sigue doliendo incluso más que en mi tiempo, pues soy más consciente de cuán lejos se halla de lo que soñó Jesús y de lo que el mundo reclama de ella: ser profecía de otra humanidad necesaria y posible. Solo si desmonta su estructura clerical y sus alianzas con el poder lo logrará.

A nadie puedo juzgar, pero a todos os ruego: sed hermanos, vivid en paz.

Vuestro pequeñuelo hermano, el poverello.

José Arregi

Espiritualidad ,

El perdón siempre espera “… Se abrazaron y se besaron mutuamente”

Domingo, 13 de septiembre de 2020
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Después de haber compuesto el bienaventurado Francisco las predichas alabanzas de los creaturas que llamó Cántico del hermano sol, aconteció que se produjo una grave discordia entre el 0bispo y el podestá de la ciudad de Asís. El obispo excomulgó al podestá, y éste mandó pregonar que ninguno tratara de vender ni de comprar nada al Obispo, ni de celebrar ningún contrato con él.

El bienaventurado Francisco, que oyó esto estando muy enfermo, tuvo gran compasión de ellos, y más todavía porque nadie trataba de restablecer la paz, Y dijo a sus compañeros:  “Es para nosotros, siervos de Dios, profunda vergüenza que el obispo y el podestá se odien mutuamente y que ninguno intente crear la paz entre ellos”. Y al instante, y con esta ocasión, compuso y añadió estos versos a las alabanzas sobredichas:

“Loado seas, mi Señor,

por aquellos que perdonan por tu amor

y soportan enfermedad y tribulación.

Bienaventurados aquellos que las sufren en paz,

pues por ti, Altísimo, coronados serán”.

Llamó luego a uno de sus compañeros y le dijo: “Vete al podestá y dile de mi parte que tenga a bien presentarse en el obispado con los magnates de la ciudad y con cuantos ciudadanos pueda llevar”.

Cuando salio el hermano con el recado, dijo a otros dos compañeros: “Id y cantad ante el obispo, el podestá y cuantos estén con ellos el Cántico del hermano sol. Confío en que el Señor humillará los corazones de los desavenidos, y volverán a amarse y a tener amistad como antes”.

Reunidos todos en la plaza del claustro episcopal, se adelantaron los dos hermanos y uno de ellos dijo: “El bienaventurado Francisco ha compuesto durante su enfermedad unas alabanzas del Señor por sus creaturas en loor del mismo Señor y para edificación del prójimo. Él mismo os pide que os dignéis escucharlas con devoci6n”. Y se pusieron a cantarlas.

Inmediatamente, el podestá se levantó y, con las manos y los brazos cruzados, las escuchó con la mayor devoción, como si fueran palabras del evangelio, y las siguió atentamente, derramando muchas lágrimas. Tenía mucha fe y devoción en el bienaventurado Francisco.

Acabado el cántico de las alabanzas, dijo el podestá en presencia de todos: “Os digo de veras que no solo perdono al obispo, a quien quiero y debo tener como mi Señor, sino que, aunque alguno hubiera matado a un hermano o hijo mío, le perdonaría igualmente”. Y, diciendo esto, se arrojó a los pies del obispo y dijo: “Señor, os digo que estoy dispuesto a daros completa satisfacción, como mejor os agradare, por amor a nuestro Señor Jesucristo y a su siervo el bienaventurado Francisco”.

El obispo, a su vez, levantando con sus manos al podestá, le dijo: “Por mi cargo debo ser humilde, pero mi natural es propenso, pronto a la ira: perdóname”. Y, con sorprendente afabilidad y amor, se abrazaron y se besaron mutuamente”

*

Espejo de perfección“, X,101,
en san Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos de la época,
Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1978, 773-774.

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***

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús:

-“Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?

Jesús le contesta:

-“No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.” El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.

Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: “Págame lo que me debes.” El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.” Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido.

Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.”

*

Mateo 18, 21-35

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Clara de Asís, la Dama pobre…

Martes, 11 de agosto de 2020
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Clara de Asís, mujer fuerte, fundadora de las Damas Pobres (Clarisas), espejo en el que Francisco de Asís se reflejaba como un igual… Que nos acompañe hoy en su fiesta y nos enseñe a vivir  siendo más humanos, con una mirada compasiva abierta al hermano sufriente…

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(Helena Bonham Carter en la película Francesco, de Liliana Cavani)

Clara nació en Asís el año 1193 (o 1194). Hija de noble familia, fue educada por su madre en la fe cristiana, pero al escuchar y ver a su conciudadano Francisco en la nueva vida evangélica que éste había emprendido  comprendió que quería llevar la misma forma de seguimiento de Jesús. Con su hermana, que la seguirá quince días después de su huida del palacio, vive en el monasterio de San Damián, situado fuera de los muros de Asís, «según la forma del santo Evangelio», obteniendo de los papas el singular «privilegio de la pobreza». Fueron muchas las compañeras que la imitaron. Juntas constituyeron la primera comunidad de «Hermanas pobres», para las cuales, y ya en sus últimos años, escribió Clara -primera mujer que lo hizo en la historia de la Iglesia- una Regla. Esta fue aprobada por Inocencio IV en 1254, pocos días antes de la muerte de Clara. Se conserva el Proceso de su canonización, que tuvo lugar en 1255. Es un documento de excepcional valor para conocer la experiencia de la «plantita de Francisco».

*

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Tanto para Clara como para Francisco, el primado se lo lleva el señorío de Dios sobre toda la vida y todas las cosas; la centralidad de toda la vida, la voluntad y la acción está constituida por Cristo; la dinámica de la vida de penitencia o de conversión sólo la da y sólo hemos de buscarla en el Espíritu Santo; pero esto es más que suficiente para definir la contemplación auténticamente cristiana […].

Clara no hace coincidir nunca contemplación y clausura, la contemplación como conocimiento amoroso de Cristo y un hecho material como la clausura. Tanto para Clara como para Francisco (es cierto, no obstante, que los acentos de Clara son femeninos), la contemplación es asiduidad con la palabra leída en las sagradas Escrituras, aunque también escuchada y recibida por los hermanos como comida y alimento de la fe y del alma; la contemplación es oración continua atendiendo al Señor y a todas las criaturas.

Es propio y específico de Clara haber dado a la contemplación una dimensión propiamente evangélica: no era para ella una actividad extraordinaria, reservada a una élite, a los privilegiados de la cultura, sino una actitud cotidiana en el ámbito de la humilde realidad de las cosas, de las labores cotidianas. La contemplación, para Clara, es vida en Cristo, es sacrificio vivo y espiritual ofrecido al Señor. Es significativo que la única referencia que hace Clara a la página del encuentro de Jesús con María y Marta [cf. Lc 10,38-42), que se había convertido en su tiempo en un lugar clásico para afirmar el primado de la vida contemplativa sobre la activa, determina lo único necesario de este culto de la vida a Dios [cf. Rom 12,1) y no entrevé ninguna oposición entre acción y contemplación.

La contemplación, por tanto, para Clara y Francisco, no es sólo conocer a Dios, sino también ver a los hombres y a las criaturas como los ve Dios. Clara llama a Inés «alegría de los ángeles » [Carta tercera 3, 11) y registra de un modo nuevo las cosas de Dios, las criaturas de las que siempre ve brotar una alabanza, una acción de gracias al Dios altísimo y creador

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E. Bianchi,
La contenplazione in Francesco e Chiara d’Assisi,
Magnano 1995

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Francisco y “El Diablo Cojuelo”

Martes, 26 de mayo de 2020
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San-Francisco-cantico-criaturas_2174192631_14063171_660x371San Francisco: El cántico de las criaturas

El mundo necesita el ejemplo de San Francisco

Tachar de enemigo del alma a la mujer por mujer, antes o después de identificarla con la “carne”, es aberrante capitulo aparte de la teología moral, necesitado de redención, cultura y decencia

El cuerpo –la “carne”– es morada preferida de Dios

La historia, las leyendas, la ascética y la mística, la devoción popular, el “sensus fidelium”, el sentido común, los santos evangelios y la misma Iglesia  “oficial”, aúnan sus fuerzas y su teología, y siguen  declarando santo por  antonomasia  a un tal Francisco, nacido en Asís, – Italia- el año 1182…

Según se refiere, al nacer y ser bautizado, su madre le puso de nombre Juan  Pedro Bernardone. Ausente su padre  por razones de trabajo –se dedicaba  al comercio de tejidos-, al llegar al hogar y ver a su hijo, le cambió  el nombre por el de Francisco –diminutivo de “El Franco”- , en agradecimiento a los buenos resultados  que en tal país conseguía  con su mercadeo. (“Franco” significa “libre”).

La historia sigue refiriendo que en su juventud, Francisco se entusiasmó soberanamente  con cuanto tenía alguna relación con las guerras, como con las declaradas  entre Asís y Perugia  y, sobre todo,  por la que alcanzó categoría de “cruzada” de Apulia-  entre la iniciada por  el noble don Gutierre III de Brienne, para conquistar para sí y los suyos el señorío pontificio…

En estas lindas, nobles y juveniles atracciones y actividades, en su “vida y milagros” se narra  la escena de su conversión, apareciéndosele Dios en  persona en un sueño, mandándole reparar  la iglesia-templo  de san Damián  que amenazaba ruina. Francisco tomó al pie de la letra la  misión divina, pero prestamente percibió  que su vocación  no habría de detenerse en la restauración de las piedras de un templo material, sino en las de la Iglesia universal -doctrinas y comportamientos, sobre todo jerárquicos- , cada día más alejados y contrapuestos  con los principios cristianos.

La restauración  de la Iglesia universal habría de ser aspiración y meta de su vocación…Y es que, en sus tiempos, al igual que en los anteriores y en los posteriores, la Iglesia, especialmente en cuanto se relacionara con la pobreza  apenas, si tenía y tiene semejanza  con la descrita por y en  los santos evangelios….

Pobre-pobre –“de aquí en adelante solo tendré un Padre, que es el del cielo”– porteador de un bastón  y una túnica, con un grupo de amigos  de sus antiguas andanzas, se echó a andar por los caminos de Dios, predicando y ejerciendo la pobreza,  con sus palabra y sus testimonios de vida, sin evitar hacerlo en castillos feudales y sin dejar  a un lado los mansiones episcopales  en las que obispos, arzobispos y cardenales  “predicaban” y vivían  con idéntica o superior  ostentación y aún vicios, haciéndolo además con hipócrita tranquilidad de conciencia  y hasta “en el nombre de Dios”. Bien pronto, el pueblo-pueblo conectó con el “nuevo” estilo alegre de Francisco, a quien piadosa  y convencidamente motejaron  de “Trovador de Dios” y de “Segundo Cristo”.

San-Francisco-Asis-predicando-pajaros_2213788644_14414880_667x375San Francisco de Asís predicando a los pájaros y las flores

Y precisamente en este contexto popular  es en el que se agiganta y y canoniza  la imagen de Francisco, redescubriendo para sí y para los demás  que el mundo-todo el mundo-  era, y es,  la casa que el mismo Dios  les preparó a quienes han de habitar en su obra creada  ejerciendo su oficio  y su profesión, por naturaleza sagrados, aunque  no lo parezca, y tal término siga siendo acaparado y limitado  por las campanas,  candelarios, olores a incienso,  ornamentos sagrados, mitras y báculos, privilegios  y regímenes de  señoríos feudales con inclusión de los pontificios… 

“El mundo es la casa de Dios”; “Mi monasterio es  el mundo”; “ A Dios se le descubre en todos los rincones del mundo”; “En todas las personas y en toda la obra creada, se le rinde a  Dios el culto verdadero”. La ecología es teología. Es catequesis. Es mandamiento de Dios y de la Iglesia. Es “Credo” y “Gloria in excelsis”. Es misa y misión, que dejan de serlo  si no están presentes las demás personas, plantas, animales y aún las piedras.

El cántico de las criaturas, de san Francisco  es letanía y liturgia. El hermano  sol, la luna, el agua, el fuego  la madre tierra, el hermano lobo de Gubio… son invocaciones y expresiones de Dios. Quien abraza al mundo abraza a la vez a Dios. Este arde y se hace presente en cada arbusto,   en cada gota de agua, en el canto –“pìo, pío…¡- del pájaro, y hasta en los aullidos de las fieras. Todos estos sonidos  son palabras de Dios…

El mundo actual precisa  con urgencia de la presencia  y ejemplos de multitud de Franciscos. El papa actual los capitanea  con las letanías de “El canto de las criaturas” de su homónimo. Santa Clara –también de Asís o de Francisco-,  les acompaña en tan maternal ministerio.

imagesLo de que los enemigos del alma  son “el mundo, el demonio y la carne”, del clásico ordenamiento catequístico, demanda fórmulas y explicaciones mucho más serias, profundas, congruentes y ortodoxas. El “mundo” , por mundo –de por sí, bueno, limpio, cara y casa de Dios y de sus criaturas,- jamás será enemigo ni del alma ni del cuerpo. Tampoco lo será el diablo,  a no ser, que, como en griego también significa “desunión” y literariamente se apellide “El Cojuelo”,  se dedique de por vida a tan desdichada tarea de enfrentarnos entre unos y unos.  Tachar de enemigo del alma a la mujer por mujer, antes o después de identificarla con la “carne”, es aberrante  capitulo aparte de la teología moral, necesitado de redención, cultura y decencia.  El cuerpo –la “carne”-  es morada preferida de Dios.

Fuente Religión Digital

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Espiritualidad franciscana

Viernes, 3 de abril de 2020
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Del blog Nova Bella:

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“Poco a poco San Francisco fue descubriendo una realidad que aún no se había atrevido a mirar cara a cara: la del hombre naturalmente frágil, limitado y necesitado de solidaridad, especialmente en el sufrimiento, la enfermedad, la marginación y la pobreza. Comenzó de inmediato a prodigar sus cuidados a los leprosos y a convivir con ellos, aun a costa de sufrir la incomprensión y persecución familiar y el rechazo de sus conciudadanos…

*

Julio Herranz Miguelañez, ofm

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Francisco de Asís, vestido de Evangelio

Viernes, 4 de octubre de 2019
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En la fiesta del cristiano por excelencia, Francisco, el Poverello de Asís… Siguiendo su ejemplo, se nos invita a despojarnos  de todo lo superfluo y revestirnos con la desnudez del Evangelio:

S.Francesco'StripBenedetto

Francisco, hijo de un rico comerciante de Asís, nació en 1181 (o 1182). Disuadido de sus ideales de gloria caballeresca a raíz de las experiencias decisivas de su encuentro con los leprosos y de la oración ante el crucifijo en la iglesia de San Damián, Francisco abandonó su familia y comenzó una vida evangélica de penitencia. Con los numerosos compañeros que muy pronto se unieron a él, comprendió que estaba llamado a vivir el Evangelio sine glossa, como fraternidad de menores a ejemplo de Jesús y de sus discípulos. Al año siguiente a la aprobación de la Regla y vida de los hermanos menores en  1223 por el papa Honorio III, Francisco recibió los estigmas del Crucificado, sello de la conformidad con su único Señor y Maestro. Cuando murió, en 1226, Francisco era un hombre extenuado por la fatiga y por las enfermedades y, al mismo tiempo, un hombre reconciliado con el sufrimiento, consigo mismo y con toda criatura. Fue canonizado en 1228 y es patrono de Italia y de los ecologistas.

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“Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua,
la cual es muy humilde, preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad…”

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San Francisco de Asís.
Cántico de las Criaturas

lumic3a8redepaques

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Su vida estuvo enteramente caracterizada -hasta el momento de la conversión- por la búsqueda de un modelo que pudiera educar y plasmar su natural propensión al canto.

Lo encontró de repente en el Señor Jesús, en la belleza de su vida narrada por el Evangelio y, en particular, en el luminoso canto nuevo de su muerte en la cruz.

Dejó que la pasión marcara cada uno de sus pasos y afinara de manera progresiva todas las fibras de su persona con la humanidad del Hijo de Dios, que se entregó por completo a sí mismo por nosotros.

Francisco oró así: «Te ruego, oh Señor, que la ardiente y dulce fuerza de tu amor arrebate mi mente de todas las cosas que hay bajo el cielo, para que muera yo de amor por tu amor, como tú te dignaste morir por amor a mi amor» (oración Absorbeat).

Su camino estuvo siempre acompañado por confirmaciones y consuelos. Su predicación y su ministerio tocaron el corazón de las personas y suscitaron decisiones de conversión y de reconciliación.

Su manera de seguir radicalmente al Señor se volvió, cada vez más, casa hospitalaria para otros muchos hermanos y hermanas, que encontraron en su itinerario personal una modalidad radical y actual de interpretar y vivir el Evangelio de la nueva estación histórica que avanzaba. Sin embargo, en el tiempo del monte Alverna, parece apagarse el canto fluente.

En esta estación encuentra Francisco la prueba más terrible: las fatigas originadas por un movimiento que se institucionaliza -que pierde en intensidad evangélica y llega incluso a dudar sobre la posibilidad de que sea integralmente practicable su estilo de vida- repercuten en su misma fe.

La pregunta sobre la verdad de sus intuiciones más profundas y la duda sobre el origen divino de su proyecto de vida resuenan en un silencio opresor en el que Dios no parece hablarle ya, a pesar de haberlo buscado con tanta tenacidad.

Francisco experimenta el abandono de Dios y se retira de los hermanos para no mostrar su semblante, que ha perdido la serenidad habitual. El canto nuevo, por consiguiente, no le fue dado en un momento de paz y consolación, sino en un momento en el que -como dice el salmista- «fallan los cimientos» (Sal 11,3) y todas las seguridades parecen hundidas

*

C. M. Martini – R. Cantalamessa,
La cruz como raíz de la perfecta alegría,
Verbo Divino, Estella 2002, pp. 15-16).

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Leer también: “Francisco de Asís, en quien el ser humano resultó bien”, por Leonardo Boff

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“De vuestro hermano Francisco ”, por José Arregi.

Viernes, 4 de octubre de 2019
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22Mensaje del Poverello de Asís para hoy 

A todas las mujeres y hombres del mundo, mis hermanos: Paz y bien.

Era un luminoso atardecer de otoño, el 3 de octubre de 1226, en la Porciúncula, al pie de mi querido Asís. Me dolían terriblemente los ojos, hasta el punto de no poder soportar la luz ni consolarme con los colores del cielo y del valle de Umbría, mi cielo y mi valle. Me dolían el bazo, el hígado y el estómago. Pero aun más me dolían todos los menores del campo y de los burgos, los campesinos pobres y mis hermanos leprosos, con los que quise convivir fuera de los muros de Asís. Y me dolía la Iglesia, estancada en el pasado, instalada en palacios, amiga de los señores, atada al poder, impulsora de cruzadas. Nunca la quise juzgar ni criticar, ni a ella ni a nadie, pero con toda mi alma deseaba otra Iglesia, al estilo del movimiento itinerante de Jesús.

Me dolían sobre todo mis propios hermanos, que se habían alejado de nuestro primer sueño, cuando queríamos ser simplemente los hermanos menores con los menores de la sociedad cambiante de aquel siglo XIII. Yo había soñado una fraternidad de hombres y de mujeres, yendo de aldea en aldea, sin casas de piedra ni morada fija ni propiedad ni privilegio, mensajera de la paz. Pero los hermanos aumentaron muy pronto y se convirtieron en Orden clerical, se volvieron mayores en la sociedad y en la Iglesia. Fue para mí un golpe mortal, pero no me enfrenté –no sé si hice bien, pero fue mi opción–, los quise aun más, y me retiré al monte Alverna con el hermano León y otros soñadores de la primera hora para vivir como ermitaño. Y acabé de despojarme del todo por dentro y por fuera, hasta ser pobre del todo, y libre de todo. Descubrí la verdadera alegría, la plenitud en el total vacío. Recuperé la paz que nada me podría quitar.

Los hermanos no me entendían, pero me querían y reverenciaban hasta el exceso como su “padre Francisco”, y sobre un asnillo me bajaron de mi eremitorio en la montaña para hacerme cuidar. El médico me dijo: “Vas a morir”. Tenía 45 años. El saberlo me llenó de pena, porque amaba la vida. Y lloré. Pero había aprendido que cada forma de vida nace de la muerte, y que cada muerte es paso a la Vida en formas nuevas, y que todos los vivientes son uno en la Vida. De modo que le dije a la muerte: “Bienvenida, hermana. Despójame de todo y hermáname con todo”. Y pedí que me pusieran desnudo sobre la tierra desnuda. Y, apagada mi conciencia individual, pasé al Todo Otro y no-Otro, me fundí en la Conciencia Universal o en el Alma de toda vida, llamadlo como queráis. Yo lo llamaba “Dios omnipotente”, pero lo contemplaba y adoraba con inmensa ternura en el hombre Jesús pobre y humilde, amigo de los últimos.

Perdonad que me haya extendido con el relato de mi tránsito de esta vida a la Vida, del tiempo al Presente, del fragmento al Todo. No quería hablaros tanto de mí, sino solamente dirigiros una palabra de aviso y de ánimo en este momento crítico de esta especie humana que llamáis Homo Sapiens, la época más crítica de toda su historia, larga o brevísima según se mire. Nunca el clamor de la Tierra y de los pobres –el mismo clamor– fue tan desgarrador debido a la codicia humana. Tened compasión.

También el tiempo que me tocó vivir a mí fue de enormes cambios, de transición del mundo antiguo al mundo moderno. Pero hoy os halláis inmersos en una verdadera mutación, que nadie pudo imaginar hasta hace bien poco: eso que llamáis inteligencia artificial y tecnología genética pueden mejorar a la humanidad de manera decisiva o convertirla en más esclava que nunca. En vuestras manos está. Despertad, hermanos.

Yo no podía soportar que se pisara a un gusano ni que se arrancara una flor, aunque bien sé ahora que también entonces matábamos sin cesar para vivir. Y pensábamos ingenuamente que el ser humano es el centro y el fin de toda la creación. Me felicito de que ya no penséis así, pero me duele en el alma ver cómo el ser humano se ha convertido en el peor enemigo de la hermana Madre Tierra. Solo la fraterno-sororidad os salvará.

La institución eclesial me sigue doliendo incluso más que en mi tiempo, pues soy más consciente de cuán lejos se halla de lo que soñó Jesús y de lo que el mundo reclama de ella: ser profecía de otra humanidad necesaria y posible. Solo si desmonta su estructura clerical y sus alianzas con el poder lo logrará.

A nadie puedo juzgar, pero a todos os ruego: sed hermanos, vivid en paz.

Vuestro pequeñuelo hermano, el poverello.

José Arregi

 

Espiritualidad ,

Clara de Asís, la Dama pobre…

Sábado, 10 de agosto de 2019
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Mañana es su fiesta pero al ser domingo, la recordamos hoy…

Clara de Asís, mujer fuerte, fundadora de las Damas Pobres (Clarisas), espejo en el que Francisco de Asís se reflejaba como un igual… Que nos acompañe hoy en su fiesta y nos enseñe a vivir  siendo más humanos, con una mirada compasiva abierta al hermano sufriente…

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(Helena Bonham Carter en la película Francesco, de Liliana Cavani)

Clara nació en Asís el año 1193 (o 1194). Hija de noble familia, fue educada por su madre en la fe cristiana, pero al escuchar y ver a su conciudadano Francisco en la nueva vida evangélica que éste había emprendido  comprendió que quería llevar la misma forma de seguimiento de Jesús. Con su hermana, que la seguirá quince días después de su huida del palacio, vive en el monasterio de San Damián, situado fuera de los muros de Asís, «según la forma del santo Evangelio», obteniendo de los papas el singular «privilegio de la pobreza». Fueron muchas las compañeras que la imitaron. Juntas constituyeron la primera comunidad de «Hermanas pobres», para las cuales, y ya en sus últimos años, escribió Clara -primera mujer que lo hizo en la historia de la Iglesia- una Regla. Esta fue aprobada por Inocencio IV en 1254, pocos días antes de la muerte de Clara. Se conserva el Proceso de su canonización, que tuvo lugar en 1255. Es un documento de excepcional valor para conocer la experiencia de la «plantita de Francisco».

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Tanto para Clara como para Francisco, el primado se lo lleva el señorío de Dios sobre toda la vida y todas las cosas; la centralidad de toda la vida, la voluntad y la acción está constituida por Cristo; la dinámica de la vida de penitencia o de conversión sólo la da y sólo hemos de buscarla en el Espíritu Santo; pero esto es más que suficiente para definir la contemplación auténticamente cristiana […].

Clara no hace coincidir nunca contemplación y clausura, la contemplación como conocimiento amoroso de Cristo y un hecho material como la clausura. Tanto para Clara como para Francisco (es cierto, no obstante, que los acentos de Clara son femeninos), la contemplación es asiduidad con la palabra leída en las sagradas Escrituras, aunque también escuchada y recibida por los hermanos como comida y alimento de la fe y del alma; la contemplación es oración continua atendiendo al Señor y a todas las criaturas.

Es propio y específico de Clara haber dado a la contemplación una dimensión propiamente evangélica: no era para ella una actividad extraordinaria, reservada a una élite, a los privilegiados de la cultura, sino una actitud cotidiana en el ámbito de la humilde realidad de las cosas, de las labores cotidianas. La contemplación, para Clara, es vida en Cristo, es sacrificio vivo y espiritual ofrecido al Señor. Es significativo que la única referencia que hace Clara a la página del encuentro de Jesús con María y Marta [cf. Lc 10,38-42), que se había convertido en su tiempo en un lugar clásico para afirmar el primado de la vida contemplativa sobre la activa, determina lo único necesario de este culto de la vida a Dios [cf. Rom 12,1) y no entrevé ninguna oposición entre acción y contemplación.

La contemplación, por tanto, para Clara y Francisco, no es sólo conocer a Dios, sino también ver a los hombres y a las criaturas como los ve Dios. Clara llama a Inés «alegría de los ángeles » [Carta tercera 3, 11) y registra de un modo nuevo las cosas de Dios, las criaturas de las que siempre ve brotar una alabanza, una acción de gracias al Dios altísimo y creador

*

E. Bianchi,
La contenplazione in Francesco e Chiara d’Assisi,
Magnano 1995

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Francisco de Asís, vestido de Evangelio

Jueves, 4 de octubre de 2018
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En la fiesta del cristiano por excelencia, Francisco, el Poverello de Asís… Siguiendo su ejemplo, se nos invita a despojarnos  de todo lo superfluo y revestirnos con la desnudez del Evangelio:

S.Francesco'StripBenedetto

Francisco, hijo de un rico comerciante de Asís, nació en 1181 (o 1182). Disuadido de sus ideales de gloria caballeresca a raíz de las experiencias decisivas de su encuentro con los leprosos y de la oración ante el crucifijo en la iglesia de San Damián, Francisco abandonó su familia y comenzó una vida evangélica de penitencia. Con los numerosos compañeros que muy pronto se unieron a él, comprendió que estaba llamado a vivir el Evangelio sine glossa, como fraternidad de menores a ejemplo de Jesús y de sus discípulos. Al año siguiente a la aprobación de la Regla y vida de los hermanos menores en  1223 por el papa Honorio III, Francisco recibió los estigmas del Crucificado, sello de la conformidad con su único Señor y Maestro. Cuando murió, en 1226, Francisco era un hombre extenuado por la fatiga y por las enfermedades y, al mismo tiempo, un hombre reconciliado con el sufrimiento, consigo mismo y con toda criatura. Fue canonizado en 1228 y es patrono de Italia y de los ecologistas.

***

“Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua,
la cual es muy humilde, preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad…”

*

San Francisco de Asís.
Cántico de las Criaturas

lumic3a8redepaques

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Su vida estuvo enteramente caracterizada -hasta el momento de la conversión- por la búsqueda de un modelo que pudiera educar y plasmar su natural propensión al canto.

Lo encontró de repente en el Señor Jesús, en la belleza de su vida narrada por el Evangelio y, en particular, en el luminoso canto nuevo de su muerte en la cruz.

Dejó que la pasión marcara cada uno de sus pasos y afinara de manera progresiva todas las fibras de su persona con la humanidad del Hijo de Dios, que se entregó por completo a sí mismo por nosotros.

Francisco oró así: «Te ruego, oh Señor, que la ardiente y dulce fuerza de tu amor arrebate mi mente de todas las cosas que hay bajo el cielo, para que muera yo de amor por tu amor, como tú te dignaste morir por amor a mi amor» (oración Absorbeat).

Su camino estuvo siempre acompañado por confirmaciones y consuelos. Su predicación y su ministerio tocaron el corazón de las personas y suscitaron decisiones de conversión y de reconciliación.

Su manera de seguir radicalmente al Señor se volvió, cada vez más, casa hospitalaria para otros muchos hermanos y hermanas, que encontraron en su itinerario personal una modalidad radical y actual de interpretar y vivir el Evangelio de la nueva estación histórica que avanzaba. Sin embargo, en el tiempo del monte Alverna, parece apagarse el canto fluente.

En esta estación encuentra Francisco la prueba más terrible: las fatigas originadas por un movimiento que se institucionaliza -que pierde en intensidad evangélica y llega incluso a dudar sobre la posibilidad de que sea integralmente practicable su estilo de vida- repercuten en su misma fe.

La pregunta sobre la verdad de sus intuiciones más profundas y la duda sobre el origen divino de su proyecto de vida resuenan en un silencio opresor en el que Dios no parece hablarle ya, a pesar de haberlo buscado con tanta tenacidad.

Francisco experimenta el abandono de Dios y se retira de los hermanos para no mostrar su semblante, que ha perdido la serenidad habitual. El canto nuevo, por consiguiente, no le fue dado en un momento de paz y consolación, sino en un momento en el que -como dice el salmista- «fallan los cimientos» (Sal 11,3) y todas las seguridades parecen hundidas

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C. M. Martini – R. Cantalamessa,
La cruz como raíz de la perfecta alegría,
Verbo Divino, Estella 2002, pp. 15-16).

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Leer también: “Francisco de Asís, en quien el ser humano resultó bien”, por Leonardo Boff

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“Francisco de Asís, signo del futuro”, por José Arregi.

Jueves, 4 de octubre de 2018
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san-francisco-de-asc3ads-y-el-hermano-leproso6El próximo día 4 es la fiesta de Francisco de Asís, el bendito Poverello. Lo celebraré. Me gustaría que también tú, quien quiera que seas, te acuerdes de él y lo mires de cerca. Te hará bien. Su figura nos devuelve la fe en lo mejor que llevamos como frágil tesoro, la fe en nuestra pobre arcilla, en la humanidad, en la Tierra, en la santa materia, en el poder de la bondad para transformar el mundo.

Todo lo que fue y enseñó se resume en una palabra: hermano. O hermana, pues estoy seguro de que el género (el masculino, el femenino y todas sus variantes y gamas, con permiso de nuestros obispos) no era para él exclusivo ni excluyente. Llamaba hermanas a todas las personas, a todas las criaturas. Las sentía y las hacía ser hermanas. Hay que ser muy humilde para ser tan hermano, tan humano, y poner perdón donde hay ofensa, amor donde hay odio, verdadera alegría donde hay tristeza. Hay que ser muy pobre de sí y creer en sí mismo para poder hacerlo.

Francisco lo hizo. Todos sus sueños juveniles y medievales de grandeza, riqueza y dominio se le fueron desvaneciendo a medida que miraba los ojos y el cuerpo desnudo de Jesús, tan crucificado y luminoso, en la penumbra de la ermita de San Damián a las afueras de Asís. Y a medida que miraba el rostro y el cuerpo llagados de los leprosos, los más humillados de la sociedad de la época. “Al principio me resultaba muy amargo verlos –escribe en su testamento–, pero tuve compasión de ellos, y lo que me era amargo se me volvió dulzura de alma y de cuerpo”. La mirada y el gusto se le fueron transformando. Jesús le llevó a los leprosos, y los leprosos le llevaron a Jesús. Y así se encontró a sí mismo. Y, libre de sí, pudo hacerse hermano de todos.

Fue hace 800 años. En una época crucial, un cambio de época en la historia de Europa, cuando la sociedad feudal de señores y vasallos tocaba a su fin, cuando en los burgos o ciudades medievales emergían y empezaban a imponerse los mercaderes burgueses como nueva clase de señores, Francisco optó por los más pequeños y sometidos. Rompió con su padre mercader y escogió ser de la clase de los menores, vivir con ellos y como ellos. Hasta al ladrón y al asesino los llamaba hermanos, convencido como estaba de que la violencia de los pobres tiene su origen principal en la violencia institucional que padecen, y de que solo la revolución de la fraternidad y de la ternura podrán vencer la violencia de unos y de otros. De eso nos habla aquella florecilla en la que Francisco amansa al “hermano lobo”, que no mataba sino porque nadie le daba de comer.

En una época en que la institución eclesial –clerical, dogmática, autoritaria– se hallaba corrompida por las riquezas, enredada en conflictos de poder con ejército propio incluido, obsesionada en eliminar todas las herejías y a todos los herejes, obstinada en sus cruzadas contra los pérfidos sarracenos, soñó una Iglesia fraterna-sororal, más allá de la vieja división, hoy todavía tan vigente, entre clérigos y laicos. Una Iglesia humilde, pobre y humana, hermana. Una Iglesia que no condena a nadie y que proclama la misericordia por encima de todos los dogmas y leyes.

Profesaba profunda veneración al clero, sobre todo a los sacerdotes más pobres e ignorantes, por el poder sobrenatural que habían recibido de perdonar los pecados y de hacer presente a Jesús en el pan y el vino. Así se lo habían enseñado, y él lo creía. Pero algo le decía que no. Y de hecho no quiso ser sacerdote, y no se trababa en el fondo de un gesto de humildad, sino de rechazo inconsciente -¿o tal vez consciente?– de aquel modelo de Iglesia que aún sigue en pie. Ni quiso ser monje, bien instalado en un monasterio, muy por encima de la gente pequeña. Quiso ser “hermano menor” de todos.

Tampoco quiso, por eso mismo, fundar una nueva Orden, sino una fraternidad de hermanos (¡y de hermanas!) menores con los menores de la sociedad, caminando por los campos y aldeas, como Jesús, sin conventos y sin propiedad alguna, sin dominio sobre nadie, trovadores de la paz. A aquel movimiento innovador se apuntaron multitudes, y todos admiraban y amaban al Poverello, pero solo un puñado le siguió de verdad. Los demás se convirtieron en Orden clerical poderosa, volvieron al pasado.

Pero Francisco, hermano menor humilde y bueno, sigue ahí señalando el futuro.

José Arregi

Fuente DEIA

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Clara de Asís, la Dama pobre…

Sábado, 11 de agosto de 2018
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Clara de Asís, mujer fuerte, fundadora de las Damas Pobres (Clarisas), espejo en el que Francisco de Asís se reflejaba como un igual… Que nos acompañe hoy en su fiesta y nos enseñe a vivir  siendo más humanos, con una mirada compasiva abierta al hermano sufriente…,

san-francesco-liliana-cavani-1989-01

(Helena Bonham Carter en la película Francesco, de Liliana Cavani)

Clara nació en Asís el año 1193 (o 1194). Hija de noble familia, fue educada por su madre en la fe cristiana, pero al escuchar y ver a su conciudadano Francisco en la nueva vida evangélica que éste había emprendido  comprendió que quería llevar la misma forma de seguimiento de Jesús. Con su hermana, que la seguirá quince días después de su huida del palacio, vive en el monasterio de San Damián, situado fuera de los muros de Asís, «según la forma del santo Evangelio», obteniendo de los papas el singular «privilegio de la pobreza». Fueron muchas las compañeras que la imitaron. Juntas constituyeron la primera comunidad de «Hermanas pobres», para las cuales, y ya en sus últimos años, escribió Clara -primera mujer que lo hizo en la historia de la Iglesia- una Regla. Esta fue aprobada por Inocencio IV en 1254, pocos días antes de la muerte de Clara. Se conserva el Proceso de su canonización, que tuvo lugar en 1255. Es un documento de excepcional valor para conocer la experiencia de la «plantita de Francisco».

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Tanto para Clara como para Francisco, el primado se lo lleva el señorío de Dios sobre toda la vida y todas las cosas; la centralidad de toda la vida, la voluntad y la acción está constituida por Cristo; la dinámica de la vida de penitencia o de conversión sólo la da y sólo hemos de buscarla en el Espíritu Santo; pero esto es más que suficiente para definir la contemplación auténticamente cristiana […].

Clara no hace coincidir nunca contemplación y clausura, la contemplación como conocimiento amoroso de Cristo y un hecho material como la clausura. Tanto para Clara como para Francisco (es cierto, no obstante, que los acentos de Clara son femeninos), la contemplación es asiduidad con la palabra leída en las sagradas Escrituras, aunque también escuchada y recibida por los hermanos como comida y alimento de la fe y del alma; la contemplación es oración continua atendiendo al Señor y a todas las criaturas.

Es propio y específico de Clara haber dado a la contemplación una dimensión propiamente evangélica: no era para ella una actividad extraordinaria, reservada a una élite, a los privilegiados de la cultura, sino una actitud cotidiana en el ámbito de la humilde realidad de las cosas, de las labores cotidianas. La contemplación, para Clara, es vida en Cristo, es sacrificio vivo y espiritual ofrecido al Señor. Es significativo que la única referencia que hace Clara a la página del encuentro de Jesús con María y Marta [cf. Lc 10,38-42), que se había convertido en su tiempo en un lugar clásico para afirmar el primado de la vida contemplativa sobre la activa, determina lo único necesario de este culto de la vida a Dios [cf. Rom 12,1) y no entrevé ninguna oposición entre acción y contemplación.

La contemplación, por tanto, para Clara y Francisco, no es sólo conocer a Dios, sino también ver a los hombres y a las criaturas como los ve Dios. Clara llama a Inés «alegría de los ángeles » [Carta tercera 3, 11) y registra de un modo nuevo las cosas de Dios, las criaturas de las que siempre ve brotar una alabanza, una acción de gracias al Dios altísimo y creador

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E. Bianchi,
La contenplazione in Francesco e Chiara d’Assisi,
Magnano 1995

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Francisco de Asís, vestido de Evangelio

Miércoles, 4 de octubre de 2017
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En la Fiesta de san Francisco de Asís siguiendo su ejemplo, se nos invita a despojarnos  de todo lo superfluo y revestirnos con la desnudez del Evangelio:

S.Francesco'StripBenedetto

Su vida estuvo enteramente caracterizada -hasta el momento de la conversión- por la búsqueda de un modelo que pudiera educar y plasmar su natural propensión al canto.

Lo encontró de repente en el Señor Jesús, en la belleza de su vida narrada por el Evangelio y, en particular, en el luminoso canto nuevo de su muerte en la cruz.

Dejó que la pasión marcara cada uno de sus pasos y afinara de manera progresiva todas las fibras de su persona con la humanidad del Hijo de Dios, que se entregó por completo a sí mismo por nosotros.

Francisco oró así: «Te ruego, oh Señor, que la ardiente y dulce fuerza de tu amor arrebate mi mente de todas las cosas que hay bajo el cielo, para que muera yo de amor por tu amor, como tú te dignaste morir por amor a mi amor» (oración Absorbeat).

Su camino estuvo siempre acompañado por confirmaciones y consuelos. Su predicación y su ministerio tocaron el corazón de las personas y suscitaron decisiones de conversión y de reconciliación.

Su manera de seguir radicalmente al Señor se volvió, cada vez más, casa hospitalaria para otros muchos hermanos y hermanas, que encontraron en su itinerario personal una modalidad radical y actual de interpretar y vivir el Evangelio de la nueva estación histórica que avanzaba. Sin embargo, en el tiempo del monte Alverna, parece apagarse el canto fluente.

En esta estación encuentra Francisco la prueba más terrible: las fatigas originadas por un movimiento que se institucionaliza -que pierde en intensidad evangélica y llega incluso a dudar sobre la posibilidad de que sea integralmente practicable su estilo de vida- repercuten en su misma fe.

La pregunta sobre la verdad de sus intuiciones más profundas y la duda sobre el origen divino de su proyecto de vida resuenan en un silencio opresor en el que Dios no parece hablarle ya, a pesar de haberlo buscado con tanta tenacidad.

Francisco experimenta el abandono de Dios y se retira de los hermanos para no mostrar su semblante, que ha perdido la serenidad habitual. El canto nuevo, por consiguiente, no le fue dado en un momento de paz y consolación, sino en un momento en el que -como dice el salmista- «fallan los cimientos» (Sal 11,3) y todas las seguridades parecen hundidas

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C. M. Martini – R. Cantalamessa,
La cruz como raíz de la perfecta alegría,
Verbo Divino, Estella 2002, pp. 15-16).

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Leer también: “Francisco de Asís, en quien el ser humano resultó bien”, por Leonardo Boff

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El perdón siempre espera “… Se abrazaron y se besaron mutuamente”

Domingo, 17 de septiembre de 2017
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Después de haber compuesto el bienaventurado Francisco las predichas alabanzas de los creaturas que llamó Cántico del hermano sol, aconteció que se produjo una grave discordia entre el 0bispo y el podestá de la ciudad de Asís. El obispo excomulgó al podestá, y éste mandó pregonar que ninguno tratara de vender ni de comprar nada al Obispo, ni de celebrar ningún contrato con él.

El bienaventurado Francisco, que oyó esto estando muy enfermo, tuvo gran compasión de ellos, y más todavía porque nadie trataba de restablecer la paz, Y dijo a sus compañeros:  “Es para nosotros, siervos de Dios, profunda vergüenza que el obispo y el podestá se odien mutuamente y que ninguno intente crear la paz entre ellos”. Y al instante, y con esta ocasión, compuso y añadió estos versos a las alabanzas sobredichas:

“Loado seas, mi Señor,

por aquellos que perdonan por tu amor

y soportan enfermedad y tribulación.

Bienaventurados aquellos que las sufren en paz,

pues por ti, Altísimo, coronados serán”.

Llamó luego a uno de sus compañeros y le dijo: “Vete al podestá y dile de mi parte que tenga a bien presentarse en el obispado con los magnates de la ciudad y con cuantos ciudadanos pueda llevar”.

Cuando salio el hermano con el recado, dijo a otros dos compañeros: “Id y cantad ante el obispo, el podestá y cuantos estén con ellos el Cántico del hermano sol. Confío en que el Señor humillará los corazones de los desavenidos, y volverán a amarse y a tener amistad como antes”.

Reunidos todos en la plaza del claustro episcopal, se adelantaron los dos hermanos y uno de ellos dijo: “El bienaventurado Francisco ha compuesto durante su enfermedad unas alabanzas del Señor por sus creaturas en loor del mismo Señor y para edificación del prójimo. Él mismo os pide que os dignéis escucharlas con devoci6n”. Y se pusieron a cantarlas.

Inmediatamente, el podestá se levantó y, con las manos y los brazos cruzados, las escuchó con la mayor devoción, como si fueran palabras del evangelio, y las siguió atentamente, derramando muchas lágrimas. Tenía mucha fe y devoción en el bienaventurado Francisco.

Acabado el cántico de las alabanzas, dijo el podestá en presencia de todos: “Os digo de veras que no solo perdono al obispo, a quien quiero y debo tener como mi Señor, sino que, aunque alguno hubiera matado a un hermano o hijo mío, le perdonaría igualmente”. Y, diciendo esto, se arrojó a los pies del obispo y dijo: “Señor, os digo que estoy dispuesto a daros completa satisfacción, como mejor os agradare, por amor a nuestro Señor Jesucristo y a su siervo el bienaventurado Francisco”.

El obispo, a su vez, levantando con sus manos al podestá, le dijo: “Por mi cargo debo ser humilde, pero mi natural es propenso, pronto a la ira: perdóname”. Y, con sorprendente afabilidad y amor, se abrazaron y se besaron mutuamente”

*

Espejo de perfección“, X,101,
en san Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos de la época,
Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1978, 773-774.

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***

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús:

-“Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?

Jesús le contesta:

-“No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.” El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: “Págame lo que me debes.” El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.” Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.”

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Mateo 18, 21-35

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Clara de Asís, la Dama pobre…

Viernes, 11 de agosto de 2017
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Clara de Asís, mujer fuerte, fundadora de las Damas Pobres (Clarisas), espejo en el que Francisco de Asís se reflejaba como un igual… Que nos acompañe hoy en su fiesta y nos enseñe a vivir  siendo más humanos, con una mirada compasiva abierta al hermano sufriente…,

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(Helena Bonham Carter en la película Francesco, de Liliana Cavani)

Tanto para Clara como para Francisco, el primado se lo lleva el señorío de Dios sobre toda la vida y todas las cosas; la centralidad de toda la vida, la voluntad y la acción está constituida por Cristo; la dinámica de la vida de penitencia o de conversión sólo la da y sólo hemos de buscarla en el Espíritu Santo; pero esto es más que suficiente para definir la contemplación auténticamente cristiana […].

Clara no hace coincidir nunca contemplación y clausura, la contemplación como conocimiento amoroso de Cristo y un hecho material como la clausura. Tanto para Clara como para Francisco (es cierto, no obstante, que los acentos de Clara son femeninos), la contemplación es asiduidad con la palabra leída en las sagradas Escrituras, aunque también escuchada y recibida por los hermanos como comida y alimento de la fe y del alma; la contemplación es oración continua atendiendo al Señor y a todas las criaturas.

Es propio y específico de Clara haber dado a la contemplación una dimensión propiamente evangélica: no era para ella una actividad extraordinaria, reservada a una élite, a los privilegiados de la cultura, sino una actitud cotidiana en el ámbito de la humilde realidad de las cosas, de las labores cotidianas. La contemplación, para Clara, es vida en Cristo, es sacrificio vivo y espiritual ofrecido al Señor. Es significativo que la única referencia que hace Clara a la página del encuentro de Jesús con María y Marta [cf. Lc 10,38-42), que se había convertido en su tiempo en un lugar clásico para afirmar el primado de la vida contemplativa sobre la activa, determina lo único necesario de este culto de la vida a Dios [cf. Rom 12,1) y no entrevé ninguna oposición entre acción y contemplación.

La contemplación, por tanto, para Clara y Francisco, no es sólo conocer a Dios, sino también ver a los hombres y a las criaturas como los ve Dios. Clara llama a Inés «alegría de los ángeles » [Carta tercera 3, 11) y registra de un modo nuevo las cosas de Dios, las criaturas de las que siempre ve brotar una alabanza, una acción de gracias al Dios altísimo y creador

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E. Bianchi,
La contenplazione in Francesco e Chiara d’Assisi,
Magnano 1995

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