La Casa Blanca niega (a medias) que Trump prepare una gran ley antiLGTB
La Casa Blanca asegura que Donald Trump no ha dado la espalda al colectivo LGBT y desmiente los rumores sobre la posibilidad de que estuviera desarrollando un borrador para derogar, parcial o totalmente, la Ley de Igualdad en lo que respecta a la orientación de género y la identidad sexual. ¿Por qué será que no les creemos?
El equipo de Donald Trump asegura que la supuesta orden ejecutiva LGTBfóbica no es una prioridad ni está sobre la mesa, pero no la descartan. Mientras, siguen apoyando la FADA, que legalizaría la “libertad religiosa”.
Varias fuentes parecían confirmar que el gobierno de Donald Trump está trabajando en una orden ejecutiva antiLGTB que iba a dejar a la comunidad tremendamente indefensa y que iba a tirar por tierra todos los derechos que se han conseguido hasta hoy (bajo el mandato de Obama) en Estados Unidos.
La supuesta orden ejecutiva sería, básicamente, una de las famosas leyes de “libertad religiosa“. Estas leyes son las que legalizan la discriminación a personas LGTB en base a las creencias religiosas: si alguien cree que tu orientación sexual, tu género o tu matrimonio contradice sus creencias tiene derecho a negarte un servicio. No es casualidad que el vicepresidente, Mike Pence, fuera uno de los mayores defensores de este tipo de leyes cuando era gobernador de Indiana; de hecho llegó a aprobar la suya y fue duramente contestada. En ese momento te dijimos que lo de Indiana era muy importante, y por desgracia resulta que teníamos razón.
Según las fuentes anónimas que han hecho saltar la liebre, la orden que legalizará la discriminación a personas LGTB (vamos a dejar de hablar de “libertad religiosa” esto es LGTBfobia institucionalizada como la de Rusia) incluiría los siguientes casos:
- Permitiría la discriminación a personas LGTB en los servicios sociales, con lo que se aceptaría que se utilice dinero público para ir en contra del colectivo.
- Las agencias de adopción podrían negarse a atender a padres LGTB, incluso aquellas financiadas con dinero público.
- Se eliminaría las protecciones anti-discriminatorias en los puestos de trabajo, lo que hará que sea legal despedir a alguien (incluso un empleado público) en base a su orientación sexual o su identidad de género.
- Los empleados públicos podrían negarse atender a alguien si sus creencias religiosas afirman que el matrimonio es únicamente entre un hombre y una mujer. Como fue el caso de Kim Davis.
- Se establecería la noción de que el género es una característica de nacimiento inmutable.
Efectivamente: la supuesta orden ejecutiva se atrevería a negar de cuajo la existencia de las personas trans.
Evidentemente la noticia de que Trump estaba planeando firmar esta orden hizo que la red ardiera y desde la Human Rights Campaign aseguraron que el simple rumor era “profundamente preocupante“. En palabras de su vicepresidenta, JoDee Winterhof: “Ya sabemos que el presidente tiene en su punto de mira a las comunidades marginadas y en riesgo para su supuesta ganancia política. Mientras el presidente y su equipo planean sus próximos pasos, queremos dejar clara una cosa: no vamos a ceder ni un milímetro a la hora de defender la igualdad, ya sea de un ataque frontal o de uno bajo el disfraz de la religión. Mike Pence debería saber dónde se mete mejor que nadie dado su historial en Indiana.”
Durante la campaña electoral Trump se mostró premeditadamente ambiguo con respecto a los derechos del colectivo LGTB. Sus defensores no se cansaron de sacar vídeos de Hilary Clinton o Barack Obama diciendo, años atrás, que estaban en contra del matrimonio igualitario; pero olvidaban reconocer que mientras los candidatos demócratas habían cambiado su parecer Trump no sólo admitía seguir estándolo sino que muchos miembros importantes del partido republicano estaban deseando ir un paso más allá. Dominic Holden, de BuzzFeed, publicó en su Twitter que había confirmado que varios senadores republicanos planeaban presentar una ley, la First Amendment Defense Act (FADA), que no es otra cosa que una ley de “libertad religiosa”.
La única diferencia entre la supuesta orden ejecutiva y la FADA es que ésta sería una ley que tendría que aprobarse en el Congreso, cosa que no sería muy complicada. Trump sí ha dejado claro que está a favor de la FADA y su elegido para ser el nuevo Fiscal General no sólo la apoya sino que la ha defendido en los tribunales más de una vez.
El decreto firmado por Barack Obama en 2014 ampliaba la protección en la contratación federal, que ya prohibía la discriminación basada en la orientación sexual, para incluir también la identidad de género, exigiendo además que todas las empresas vinculadas laboralmente con el gobierno federal cumplieran igualmente con esta normativa. Una medida que afectó favorablemente a unos 28 millones de trabajadores, una quinta parte de la mano de obra estadounidense, distribuidos en alrededor de 24.000 empresas. Sin embargo, también recibe fuertes críticas de los líderes religiosos, incluyendo numerosos aliados del propio Obama, al no ofrecer ninguna exención para organizaciones religiosas como Catholic Charities USA, que reciben subvenciones federales, en lo que habría sido una licencia para la discriminación, tal y como defendieron muchos activistas y grupos en defensa de los derechos del colectivo LGBT.
“El gobierno de Trump ha demostrado que está dispuesto a ir en contra de los valores centrales de libertad e igualdad de los estadounidenses, y es preocupante escuchar que las personas LGBT pueden convertirse también en su objetivo”, advierte James Esseks, director del programa LGBT de la American Civil Liberties Union, que asegura que cualquier intento de la Administración Trump en rescindir o debilitar la Ley de Igualdad de Obama podría considerarse un pretexto para “autorizar la discriminación” hacia cualquier persona homosexual, bisexual o transexual. Hace unos días, cuando le preguntaron si el gobierno planeaba legislar contra la comunidad LGTB, dijo que no tenía ni idea de cuál era la intención del presidente.
Y ahora, ¿qué dicen los miembros del colectivo LGTB que forman el “Gays for Trump” o aquellos que nos dicen por Twitter que “es que Hilary tampoco era tan buena.”?
Fuente: LGBT Nation, vía EstoyBailando/Universogay
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