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José María Aguirre Oraa: Pensar a Dios: Una exploración

Martes, 20 de septiembre de 2022
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0AE57D8E-7D3D-4A15-B36E-A177DB12EF54“La aventura filosófica es un camino sin fin, pero jamás en solitario”

“Una filosofía de la religión debe ser capaz de abrir la lógica de la razón misma a las dimensiones de la transcendencia, al Absoluto”

“Se trata de mostrar la posibilidad de un acceso a Dios a partir de los recursos propios del pensamiento. Aquí se juega, como ha sucedido siempre a lo largo de la historia humana, la credibilidad racional de la apertura a Dios”

“En estos tiempos de deconstrucción, de pensamiento postmoderno, de primacía de lo «científico», se hace más necesario que nunca justificar y consolidar esta perspectiva”

“El filósofo Jean Ladrière postula y fundamenta en sus abundantes escritos sobre la posibilidad de abrirse al sentido de la creatividad radical que opera en el cosmos y de todo lo que esta creatividad implica y de este modo abrirse al reconocimiento de la creación del Universo”

Una filosofía de la religión debe ser capaz de abrir la lógica de la razón misma a las dimensiones de la transcendencia, al Absoluto. Se trata de mostrar la posibilidad de un acceso a Dios a partir de los recursos propios del pensamiento. Aquí se juega, como ha sucedido siempre a lo largo de la historia humana, la credibilidad racional de la apertura a Dios. En estos tiempos de deconstrucción, de pensamiento postmoderno, de primacía de lo «científico», se hace más necesario que nunca justificar y consolidar esta perspectiva. Tras la crítica kantiana a las «pruebas cosmológicas» tradicionales, el camino de mostración del Absoluto se había consolidado en el imperativo moral del respeto absoluto al otro expuesto por Kant y profundizado por Fichte. Las exigencias del respeto absoluto del otro solamente pueden ser justificadas en última instancia por la «irrupción» o la «presencia» dentro de la dinámica de la razón de un Absoluto que fundamenta de manera radical esta exigencia del respeto absoluto. Esta perspectiva la desarrollaré en otro momento.

La vía cosmológica consiste en una línea de argumentación que busca una mostración del Absoluto a partir de las teorías explicativas del origen del mundo en línea de evolución. Estas teorías científicas o hipótesis científicas lo constituyen discusiones autónomas que tienen su lógica intrínseca físico-astronómica, su desarrollo no impuesto, pero también sus limitaciones categoriales y de significación.

Hay preguntas que van más allá del estricto campo de lo teórico-corroborable de las teorías científicas físicas y que no pueden ser respondidas con estos elementos científicos: ¿qué sentido tiene el Universo?, ¿tiene incluso algún sentido?, ¿se trata del desarrollo ciego y mecánico de una materia en evolución que surge y muere o hay un sentido, una finalidad en la creación? Ante cuestiones de este tipo la razón científica no puede responder satisfactoriamente con sus solos recursos a las demandas de la inquisición humana. Sin embargo, el pensamiento filosófico puede abrir nuevas vías de sentido, que no se juxtaponen artificialmente a las dinámicas intrínsecas del proceder científico, sino que buscan ahondar en estas mismas dinámicas.

En la historia del pensamiento, hay abundantes ensayos de pensadores que buscan fundamentar y justificar una posición teísta a partir del campo de las ciencias de la naturaleza o de las ciencias de la vida, a partir de los interrogantes abiertos y de los posibilidades inscritas en los nuevos conocimientos de estas ciencias. Pero, no se trata de «utilizar la ciencia» con fines apologéticos, sino de interrogar a la propia ciencia para desarrollar sus propios contenidos y sus exigencias de explicación global, más allá de sus conocimientos contrastados, es decir se trata de abrir la ciencia a las dimensiones de una reflexión más global y comprensiva.

Creatividad radical

El filósofo Jean Ladrière postula y fundamenta en sus abundantes escritos sobre esta temática que la razón científica comporta en sí misma, en su propia lógica interna, la posibilidad de abrirse al sentido de la creatividad radical que opera en el cosmos y de todo lo que esta creatividad implica y de este modo abrirse al reconocimiento de la creación del Universo. El «logos» interno que anima la ciencia comporta en sí, de modo constitutivo, la posibilidad de reconocer aquello de lo que este logos es una huella. A partir de esta visión de la ciencia, a partir de esta realidad de operatividad radical existe un relé filosófico que puede conducirnos a la idea de creatividad, idea que a su vez permite el paso a la idea de creación, que incluso postula la idea de la creación. Las resonancias kantianas con sus postulados de la razón son clarísimas. La lógica reflexiva es similar o se asemeja a la perspectiva de Kant.

La responsabilidad de la razón comporta el reconocimiento del sentido del universo como obra de creación, el reconocimiento de la inteligibilidad del mundo, de su armonía y de su verdad, no como afirmación de su propia gloria, de la «gloria de la vida», sino como manifestación, devenir visible, de una iniciativa que es del orden de un don. La realidad nos envía más allá de sí misma y, por tanto, aparece como habitada por un dinamismo constitutivo estructural que va en el sentido de una unión creciente con una subsistencia creadora.

Existe el presentimiento de una presencia personal que es, a la vez, Luz, Amor y Estallido, fuente de la inteligibilidad que existe en el mundo, de su armonía y de su belleza, fuente que es don, llamada, y promesa de sí misma en y por lo visible. Aquí aparece una consonancia posible, aunque no necesaria, entre la ciencia y la fe. La ciencia no proporciona por sí misma un acceso directo a la fe. La ligazón entre razón científica y fe cristiana no tiene una conexión lógicamente necesaria, ya que, en este caso comportaría un carácter necesario y constriñente que se impondría lógica y racionalmente. Esto no sucede así, lo sabemos muy bien. Sin embargo, la ciencia como tal nos hace ver la creatividad que opera incesantemente en el mundo.

A partir de esta visión de la ciencia, a partir de esta realidad de operatividad radical existe, podríamos llamarlo así, un relé filosófico que puede conducirnos a la idea de creatividad y que permite el paso a la idea de creación, o que incluso postula la idea de la creación. Las resonancias kantianas con sus postulados de la razón son clarísimas. La lógica reflexiva es similar o se asemeja a la perspectiva de Kant.

La ciencia deviene, por consiguiente, en su estricta lógica como una inmensa «parábola activa» de la creatividad universal operante en su seno. En este movimiento la especulación filosófica puede conducirnos al concepto de creación. La actualidad dinámica del cosmos manifiesta a la vez un campo de creatividad originario y manifestaciones concretas contingentes. La actualidad del acontecimiento-cosmos no puede ser pensada como actualidad en profundidad más que si está habitada por una creatividad subsistente, es decir habitada por una creatividad difusiva de sí misma. El esfuerzo especulativo consiste en interpretar el devenir universal, en su actualidad concreta, como término de una relación constituyente que le religa a una fuente subsistente, que aparecerá como pura creatividad. Aquí se abre una consonancia posible entre el esfuerzo especulativo y la fe cristiana.

Parece legítimo reconocer una afinidad positiva entre el pensamiento científico en su momento de comprehensión reflexiva y la experiencia religiosa, contemplada en su componente cognitivo. La posibilidad de la interacción entre ambos se encuentra sin duda en la co-participación de la religión y la ciencia en un mismo proceso fundamental, que es el propio movimiento de la existencia.

La ciencia tiene un primer momento que es el de una experiencia perceptiva y un segundo momento de encaminamiento de objetivación y de construcción de entidades articuladas. Pero, hay un tercer momento, el de la comprensión reflexiva, que vuelve sobre el recorrido efectuado acogiendo lo que anuncia. Esta comprensión que revela la profundidad del fenómeno es el paso a una comprensión que remonta de lo que se muestra hasta las condiciones de su manifestación, por tanto la entrada en esta regresión especulativa por la cual el pensamiento que busca la verdad intenta establecer una ligazón entre lo que se manifiesta y sus principios.

Al pronunciarse sobre la naturaleza de la transrealidad de donde puede venir, para la existencia, la respuesta a la espera de la salvación, la experiencia religiosa se compromete con un camino sostenido por la esperanza de que puede conducir a la existencia hasta lo Último. El pensamiento científico está llevado por la perspectiva de un acontecimiento que sería la manifestación total de lo verdadero, que sería, en relación a la búsqueda de un saber auténtico, efectivamente último. Para la conciencia religiosa, esto último del pensamiento puede y debe ser comprendido como refracción en la vida del espíritu de la presencia en ella de lo Último que evoca. «La afinidad entre la ciencia y la religión puede así ser pensada como una relación de analogía entre este camino que tiene como perspectiva lo último del saber y el camino que va al encuentro de lo último en la esperanza de la salvación. Esta analogía sugiere que el pensamiento científico, en lo más radical de su comprensión, comporta en él mismo el presentimiento de aquello que se efectúa en la experiencia religiosa y que él puede ser como un camino hacia el compromiso que presupone esta experiencia. En el pensamiento del mundo en su advenimiento existe ya, in actu exercito, el reconocimiento de la transrealidad del que él tiene su verdad»

Dios: proceso y realidad

Para esto Ladrière invoca también las reflexiones metafísicas de Whitehead y su concepción de Dios en perspectiva procesual. Uno de los aspectos más originales del pensamiento de Withehead es una concepción bastante extraña según la cual la naturaleza de Dios se divide en dos componentes, la naturaleza antecedente de Dios y la naturaleza consecuente de Dios. La naturaleza antecedente de Dios es la naturaleza de Dios considerada en ese aspecto de ella misma por la cual precede absolutamente al mundo y que el mundo hereda a cada instante. La naturaleza consecuente de Dios es la causa final última de todos los procesos de evolución del mundo, por tanto la causa final del mundo entero. Y este aspecto de Dios por el cual Dios recoge en él, como causa final y principio final de unificación, el mundo tal como él se hace, es a la vez aquello por lo que el mundo está como presentificado en Dios y aquello por lo que Dios está presente dentro de mundo. Hay una inmanencia del mundo en Dios y una inmanencia de Dios dentro del mundo.

Incluso hay una tercera naturaleza de Dios: la naturaleza «superjectiva» de Dios. La naturaleza superjectiva de Dios es Dios en tanto que habita el mundo y confiere un valor eterno positivo a todo lo que ha emergido en él, una versión que se asemeja al concepto teológico de Providencia. Por eso al final de su libro Process and Reality Withehead señala: «El principio de la relatividad universal no puede pararse en la naturaleza consecuente de Dios […] descubrimos el juicio de una ternura que no pierde nada de lo que puede ser salvado y también el juicio de una sabiduría que saca partido de todo lo que, en el mundo temporal, es puro naufragio». Para Whitehead «Dios no crea el mundo, hablando con propiedad, sino que lo salva o, más exactamente, él es el poeta del mundo, que le conduce con una paciencia tierna por su visión de verdad, de belleza y de bondad. Dios es el lugar supremo de actualidad y de realidad donde todo es salvado. Decir que el devenir del mundo es el devenir de Dios es decir que todo lo que sucede en el mundo, incluido lo que fracasa, incluido el sufrimiento y el mal, todo esto está retomado en Dios y se inscribe en una actualidad salvadora que transmuta en pura positividad todo lo que ha sucedido». En este sentido Dios es el gran compañero, el que sufre con, y el que comprende.

Por ello se puede decir que la transformación que se ha operado en la autocomprensión de la razón conduce a un estado de cosas en el que la racionalidad y la creencia se reconocen recíprocamente como dos dimensiones de la existencia, cada una con un orden propio, definido por una perspectiva específica. La racionalidad no es la conformidad del pensamiento a un modelo único (el de la ciencia de la naturaleza), que define un tipo de validez privilegiada, la racionalidad es una búsqueda, que responde a una vocación y es llevada por una esperanza.

La creencia, por su parte, no es una suerte de más allá inefable, sino exigencia de comprensión que acoge la ayuda que los instrumentos de la racionalidad pueden aportarle. «Reconociendo la vocación de la razón, la creencia cree poder interpretar, desde su punto de vista, la obra de la razón como una prolongación de la creación y el trabajo de investigación como una forma de alabanza. Y ella cree poder acoger en su propia esperanza, que es religiosa, la esperanza de la razón, que es la razón misma. El reconocimiento de las diferencias no es de ninguna manera la búsqueda de una síntesis, en el sentido de un discurso unificador. Pero ella puede perfectamente acompañarse con la creencia en una convergencia por venir. No es posible pensar la dinámica de la salvación sin pensar también que, de una manera que no nos es clara todavía, debe abrigar en sí misma la dinámica de la razón».

Por esta razón, Ladrière señala que, al realizarse, el discurso especulativo se sobrepasa y se destruye. Liberándose del discurso, la acción se descubre como la experiencia misma de la fe. Podemos pensar en la imagen de la marcha por el desierto, pero habitada por una presencia anterior que da a los peregrinos la fuerza de ir siempre más lejos. El aventurero del desierto jamás estará en reposo en la contemplación complacida de las verdades adquiridas. Estará siempre en marcha hacia nuevos territorios con la paciencia y el trabajo arduo de los que ansían la tierra prometida y avanzan con la esperanza de encontrarla o al menos de entreverla. Pero en esta marcha también existen oasis que permiten reposar y reparar las fuerzas para continuar la marcha. No todo es árido y seco. Y hay además otros aventureros que buscan el mismo fin y que hacen posible una marcha solidaria y compartida. La aventura filosófica es un camino sin fin, pero jamás en solitario.

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Fuente Religión Digital

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La múltiple influencia de Kierkegaard en la teología

Martes, 22 de marzo de 2022
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Fotografi efter blyantstegning udført ca. 1840 af N. C. KierkegaardBoceto inacabado de Søren Kierkegaard c. 1840 por su primo Niels Christian Kierkegaard.

Uno de mis filósofos de cabecera; os recomiendo la lectura de sus obras y la de la reciente biografía editada en español de las profesora de Filosofía Clare Carlisle El filósofo del corazón’ (Taurus), una nueva biografía sobre el danés que se adentra más en su vida personal y que abandona un tanto su imagen del hombre presa de la angustia y precursor del existencialismo para centrarse más en el carisma de este pensador que lo dejó todo por amor… a Dios y a la filosofía.

La intensa personalidad y la compleja obra de Kierkegaard ha sido ocasión de muchos despertares de autenticidad cristiana en grandes autores protestantes y católicos, y ha irradiado luz sobre una enorme cantidad de temas. 

Juan Luis Lorda·21 de diciembre de 2021·Tiempo de lectura: 7 minutos

Hay tres pensadores cristianos del XIX que fascinan a la teología del siglo XX: Newman, Dostoyevski y Kierkegaard. Curiosamente, llegan por cauces casi comunes a Alemania y Francia, y al conjunto del universo cristiano. Los tres tienen biografías, o partes de ellas, “dramáticas”. En Newman, su conversión. En Dostoyevski, su vida entera. En Kierkegaard (1813-1855), la segunda parte y sobre todo el final de su corta vida (1846-1855), cuando asume plenamente lo que considera su misión: hacer cristianos a los cristianos que no son cristianos.

Una vida dramática

Solo su (larga) estancia en la universidad tiene, en general, un tono despreocupado y juvenil, donde disfruta de la vida, de los amigos, de la cerveza y de la ópera (y de los cursos). Aunque siempre amenazado por la “melancolía” (depresión) y con la huella de una educación luterana seria y de la muerte de cinco hermanos.

El periodo de enamoramiento con Regina Olsen, bastante dramático también, da paso a la misión. Incluso el romper con ella es su forma de quemar las naves e iniciar su misión, en parte inspirado en Sócrates y en parte en Cristo. Como Sócrates, se siente llamado a interpelar con la ironía a sus conciudadanos daneses para que se den cuenta de que no son cristianos. Él se adelanta y quiere ser “cristiano” y trabajar por Cristo, y sabe que ese camino lleva a la cruz. Lo experimenta en las contradicciones y dificultades que padece hasta morir agotado física, psíquica y también económicamente.

Un conflicto de interpretaciones

Claro es que todo esto hace crecientemente intensa su vida y personalidad. Tenía mucha conciencia de ser “intenso”. Y esto, al mismo tiempo que nos admira, es una barrera para entenderlo, porque la mayoría no somos así. Además, lo puso difícil. Como parte del ejercicio de su ironía socrática (motivo de su tesis doctoral), escribió con distintos pseudónimos sus primeras obras. No es un mero juego, realmente quieren representar posiciones distintas, en las que él parece situarse perfectamente, pero la crítica no.

Su obra ha generado un “conflicto de las interpretaciones”. Atraídos por su oposición a Hegel, por su defensa a ultranza de la personalidad del “individuo” y por su concepto de “angustia” (existencial), se le considera inspirador del existencialismo de Heidegger y Sartre. Pero esto habría sorprendido y decepcionado a Kierkegaard. Porque, para Heidegger o Sartre, el existencialismo es asumir que no hay Dios y, por tanto, que hay que arreglárselas en la existencia sin esperar nada. Y para Kierkegaard es lo contrario: la verdadera realización de la existencia del individuo es cuando se pone delante de Dios, cuando supera el estadio estético (vivir buscando gustos) y el ético (intentar ser moral o decente por su cuenta) para reconocerse pecador y necesitado delante de Dios (estadio religioso). Así se encuentra a sí mismo (resuelve su angustia), así se hace individuo y así se hace cristiano.

Influencia en el personalismo 

En cambio, le habría emocionado saber que su defensa del individuo tuvo un efecto directo en los “filósofos del diálogo”. Para Ebner y después para Buber fue un revulsivo espiritual, una conversión intelectual y personal. Los dos lo reconocen explícitamente. Para Martin Buber fue también una gran inspiración de su pensamiento social, para oponerse a los totalitarismos fascista y comunista, que de alguna manera siguen a Hegel, donde el individuo pasa a ser solo una pieza o un momento de la construcción de la sociedad, que es el verdadero fin y sujeto de la política. Con Ebner, la influencia de Kierkegaard entra en el conjunto de fermentos personalistas que renuevan la moral católica y, con Buber, también en la antropología cristiana.

Por otra parte, sería injusto no reconocer aquí el papel que el converso e intelectual Theodor Haecker tuvo en la recepción de Kierkegaard en el ámbito de lengua alemana. Captó inmediatamente la fuerza de su mensaje, lo tradujo y lo introdujo. Por él, muchos pensadores de lengua alemana encontraron a Søren Kierkegaard. Y además, Haecker escribió notables ensayos sobre él, como La joroba de Kierkegaard.

La renovación del protestantismo 

Kierkegaard veía que los cristianos de Dinamarca estaban perfectamente acomodados y que se llamaban cristianos porque inscribían sus nombres en el registro civil, porque participaban esporádicamente en ceremonias y porque procuraban vivir con unos estándares de decencia pública. Todo era cristiano por inercia, pero sin ninguna tensión, sin ningún dramatismo, sin ninguna cruz. En otro tiempo aquella sociedad había sido transformada por el cristianismo, pero después todo iba al revés: El bienestar había transformado el cristianismo en una decoración inofensiva.

Precisamente esa crítica fue la que provocó el despertar de la conciencia de muchos teólogos protestantes, y especialmente de Karl Barth. La teología liberal protestante había hecho precisamente lo que Kierkegaard criticaba: limar todos los aspectos incómodos del cristianismo para que fuera aceptable a una sociedad acomodada, convertirlo en una vaga apertura a “lo divino” y en una inspiración de solidaridad (Schleiermacher) para personas que procuraban ser honrados ciudadanos.

Leyendo a Kierkegaard, Barth se dio cuenta de la disolución que esto entrañaba. No es la razón con la cultura de cada época la que debe juzgar la fe (porque la disuelve). Al contrario: es la fe, la revelación, la que va a juzgar a todas las épocas y todo lo humano, para convertirlos en cristianos. Es el famoso cambio de Barth entre la primera y la segunda edición de su comentario a la Carta a los Romanos. Aunque, más adelante, el Barth maduro no se sentiría tan cercano a Kierkegaard, en la medida en que aumentaba su conciencia eclesial. Kierkegaard, al final, resulta bastante individualista. Luego lo veremos.

El cristianismo de Kierkegaard

Entre la dificultad de interpretar a Kierkegaard y los tics intelectuales de las historias de la filosofía, se pueden encontrar presentaciones donde se omite que es cristiano o se menciona como un rasgo secundario, o incluso se le dibuja como un anticristiano, más o menos próximo a Nietzsche, por su crítica a la iglesia establecida.

Existe un pequeño libro de la editorial Aguilar (Mi punto de vista, 1988), con una traducción (probablemente del italiano) del poeta José Miguel Velloso. De paso hay que decir que la historia de las traducciones castellanas de Kierkegaard es “interminable”. Y es obligado mencionar a Unamuno, que quiso aprender danés para leerlo directamente y lo imitó todo lo que pudo. La traducción de Velloso (a pesar de su deuda italiana) tiene algunas ventajas: la primera, que se lee muy bien; la segunda, que reúne tres escritos claves de Kierkegaard donde declara cómo se siente cristiano y cómo entiende su misión. El más largo, Mi punto de vista, es de 1846 y fue editado póstumamente por su hermano (obispo de la iglesia de Dinamarca). Además, el breve texto Ese individuo, donde defiende que llegar a ser plenamente individuo es también llegar a ser cristiano. Después, muy breves también, Sobre mi labor como escritor (1849) y Mi posición como escritor religioso(1850). Estos escritos, firmados por él sin pseudónimo, no dejan lugar a dudas sobre la intensidad con la que Kierkegaard quería ser y dar testimonio cristiano. Son como su testamento intelectual.

Kierkegaard y Cristo 

Desde luego, Kierkegaard no es un cristiano convencional. Precisamente su misión era oponerse a convertir el cristianismo en una convención social. Había recibido una educación intensamente cristiana y piadosa de su padre, aunque a veces se exagera este punto. La guardó en el corazón toda la vida.

Lo más emocionante es que se puede observar una especie de identificación creciente con Cristo, sobre todo en su última época. En eso recuerda mucho a Dostoyevski. No solo admira la figura de Cristo y mueve su devoción, también se ve identificado con él cuando padece las incomprensiones a que le lleva su misión.

Consultando sobre esto a José García Martín, especialista español en Kierkegaard, me escribía: “Respecto a su adhesión a Cristo, he de decir que fue total y comprometida existencialmente a partir de su conversión espiritual, aunque sin llegar a un ‘martirio de sangre’, aunque sí que sacrificó su vida y fortuna. De hecho, la podemos considerar la figura más significativa y determinante en su vida y obra”.

Por cierto, que este autor tiene un notable ensayo sobre la recepción de Kierkegaard en América latina. Muchos artículos que se pueden encontrar online, y, entre ellos, una excelente Introducción a la lectura de Søren Kierkegaard.

Cornelio Fabro, los Diarios y la Ejercitación

Para acceder al alma de Kierkegaard están, ciertamente, esas obritas que hemos mencionado en Mi punto de vista. Y están sus Diarios. No disponemos en castellano más que de una selección.

En este terreno y en el de la interpretación general cristiana de Kierkegaard ha jugado un papel importantísimo el filósofo tomista Cornelio Fabro. Hizo una muy meritoria traducción italiana en muchos volúmenes, así como muchos estudios y una excelente introducción a los diarios, que ocupa un volumen entero de la edición italiana y da una panorámica clarividente de su vida y obra. Existe una interesante entrevista grabada, que se encuentra online. Fabro hizo también una edición italiana de su Ejercitación del cristianismo.

La ejercitación del cristianismo (1848) es una de las grandes obras cristianas de Kierkegaard. Fue publicada con el pseudónimo de Anticlímacus. Como hemos dicho, los pseudónimos en la obra de Kierkegaard suelen introducir cambios de perspectiva difíciles. Pero aquí usa el pseudónimo porque, por así decir, no se ve a la altura para hablar en nombre propio. En el prólogo aclara: “En este escrito […] la exigencia: ser cristiano, es forzada por el seudónimo hasta el más alto grado de idealidad […]. Ha de oírse la exigencia; y entiendo lo dicho como dicho solamente a mí mismo –que debería aprender no sólo a buscar amparo en la ‘gracia’, sino a confiarme en ella respecto del empleo que hago de la ‘gracia’”. Cito por el primer volumen de la meritoria traducción que hizo Guadarrama de varias de sus obras (1961).

Kierkegaard ecuménico 

Al observar estas menciones a la ‘gracia’, así como su crítica a la iglesia protestante establecida, algunos lo entendieron cercano al catolicismo.

La cuestión es compleja. Quizá sería mejor decir que Kierkegaard es un personaje “ecuménico”, no cuadra del todo con ninguno, aunque tiene un mensaje para todos, porque afecta a algunos aspectos auténticos y centrales del cristianismo: un apasionado amor a Cristo, una conciencia de la necesidad de Dios en el ser humano, y un anhelo de su salvación.

Kierkegaard no llegó a percibir la hermosura de la liturgia y su relación profunda con el ser de la Iglesia. Esa experiencia no pertenecía a su mundo. Él veía una iglesia establecida que se confundía con la sociedad tradicional danesa y cuyo centro más auténtico era la predicación.

Él se había preparado en la universidad para ser pastor; era la ilusión de su padre, y, en distintos momentos, lo deseó con fuerza y dio pasos. También le atrajo y ejerció de diversos modos la predicación, dejando un curioso y complejo legado de “sermones edificantes”. Pero pronto comprendió que su misión era mucho más solitaria y socrática cristiana. No era desde dentro del sistema, sino más bien desde fuera, desde donde él tenía que interpelar y morir por la causa.

Conclusión 

Una de las cosas que más sorprende en la inmensa bibliografía sobre Kierkegaard es la obra del filósofo americano Jon Stewart. Además, de varias monografías escritas por él, ha dirigido una amplísima serie de colaboraciones sobre la influencia de Kierkegaard en todos los aspectos del pensamiento, incluyendo la teología (3 volúmenes). Desde el punto de vista católico, hemos mencionado a Cornelio Fabro, y también se deben mencionar los clásicos ensayos de Régis Jolivet. En filosofía, Mariano Fazio tiene una Guía del pensamiento de Kierkegaard, que se puede consultar online, y la voz correspondiente en la enciclopedia online Philosohica. Y Sellés, un estudio sobre la antropología de Kierkegaard.

Por supuesto, hay muchísimo más. Kierkegaard es un autor que necesita introducciones para no perderse en los laberintos que él mismo montó y en los que han montado sus comentaristas. Sin olvidar nunca que Mi punto de vista, con sus ampliaciones, es realmente su punto de vista.

Fuente Omnes

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“El amor te da alas”, por Génesis Yélamo

Sábado, 17 de abril de 2021
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el-amor-te-da-alassss-300x300El amor es uno de mis temas favoritos. Hay muchas maneras de aproximarse al amor: puedes hacerlo a través de la ciencia, conocer cómo nuestro cuerpo reacciona o genera (esto es un buen dilema) ante el amor; de una manera psicológica y conocer cómo afecta nuestro comportamiento; desde una perspectiva sociológica, nos ayudaría a entender las relaciones y estructuras sociales que genera.

No es un tema “fácil” ni “irrelevante”, al contrario, lo encuentro fascinante, vasto, y con implicaciones directas a nuestra vida diaria.

Hoy vamos a aproximarnos a este misterio de la vida, desde una perspectiva filosófica. Hoy vamos a hablar del amor según Platón en su obra El Fedro.

 “Cuando un hombre apercibe las bellezas de este mundo y recuerda la belleza verdadera, su alma toma alas y desea volar”. (Fedro249d)

Para seguir el hilo de la conversación, nos basta con saber que para Platón, la realidad es dual, hay un mundo sensible [las cosas que vemos] y un mundo de Ideas [mundo perfecto que NO encontramos aquí], están separados, pero que convergen en el alma del ser humano. Esta alma es inmortal, y previamente a su vida “humana” ha estado en contacto directo con lo divino, con las Ideas, con el Uno, la Belleza (sí, con mayúsculas) pero al llegar al cuerpo, lo ha olvidado todo.

La Belleza, tiene imitaciones, modelos, destellos, sombras de sí misma en el mundo sensible por eso es inmanente, y a través de nuestra vista (de nuestros sentidos el más privilegiado) podemos reconocerla mientras pasan nuestros días.

Sólo basta una mirada para quedar cautivado por la Belleza que encontramos en una persona, esto hace de esta persona nuestro objeto de afecto y admiración.

Ser cautivado por la Belleza, vivir bajo el delirio que produce su contemplación es una fortuna divina por lo tanto estar enamorada es lo más deseable.

La Belleza, adapta formas y se dispone a brillar con todo su esplendor para recordarnos quienes somos, de dónde venimos y cuál es nuestro verdadero destino: amar.

“A esta afección, precioso joven, los hombres la llaman amor.” (Fedro 252b)

La frontera entre lo desconocido y lo conocido, es una línea fina de delirio y cordura. Produce atracción y dolor al mismo tiempo.

Atracción porque la mayor fuerza que pueda existir es el amor. Nos atrae a nuestro origen y nos impulsa a abandonarnos en el amor, porque no podemos controlarlo, está fuera de nuestro poder.

El amor nos lleva a un estado de delirio, de entusiasmo, poseídos por algo sobrenatural y divino que nos da alas, nos eleva.

Pero la Belleza no nos indica cómo amar, se limita a guiarnos con cantos de sirena hacia sí misma. Y nos sentimos como hijos de los dioses, semidioses, mitad humanos.

“Al final de su vida, sin alas aún, pero ya impacientes por tomarlas, sus almas abandonan sus cuerpos, de suerte que su delirio amoroso recibe una gran recompensa (…) sino que pasan una vida brillante y dichosa en eterna unión, y cuando obtienen alas, las obtienen juntos, a causa del amor que les ha unido sobre la tierra”.  (Fedro 256,d )

La vida que disfrutamos juntas en amor aquí en la tierra, es la mayor dicha y esperanza de una vida en el más allá: nuestro amor nos da alas para volar alto. Nuestro amor es nuestro mayor tesoro y recompensa.

El amor sella nuestro pasaporte para entrar a un mundo que antes solíamos conocer, y al final de nuestra vida corpórea nos regala esas alas prometidas junto a nuestra amada, es un ciclo de vida admirable y deseada por todos los amantes de la Verdad.

Dato curioso: Platón, era homosexual. Y el Fedro está dedicado a un gran amor: Dión. No hay constancia de que consumase su amor, así que...¡sería el primer amor platónico de la historia !

 Génesis Yélamo

 Estudiante de Filosofía en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, España. Creadora de contenido de @phantomoftheagora.

Fuente Lupa Protestante

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Adela Cortina: “O sacamos los arrestos éticos, o muchos quedarán en el camino”

Miércoles, 1 de abril de 2020
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corti2Asegura que la sociedad va a “cambiar radicalmente” después de esta crisis

 La filósofa y catedrática de Ética explica que hay que decidir si se quiere una sociedad unida en la que trabajen todos juntos para que la gente esté mejor, o una marcada por la separación y el ir “unos contra otros”

“No se trata de hacer una jugada corta”, sino de “construir el futuro”

“Tenemos que sacar todos nuestros arrestos éticos y morales y enfrentarnos al futuro con gallardía, porque si no mucha gente va a quedar sufriendo por el camino, y a eso no hay derecho”, advierte la filósofa y catedrática de Ética Adela Cortina ante la pandemia de coronavirus.

En una entrevista con EFE, Cortina (Valencia, 1947) asegura que la sociedad va a “cambiar radicalmente” después de esta crisis, que habrá “un antes y un después” y que para poder salir delante se va a necesitar toda “la capacidad moral y todo el “capital ético” de cada uno.

Plantearnos el futuro y decidir unidad o disgregación

La catedrática de Ética de la Universitat de València destaca que los seres humanos tienen ahora que plantearse el futuro y decidir qué quieren: si una sociedad unida en la que trabajen todos juntos para que la gente esté mejor, o una marcada por la separación y el ir “unos contra otros”.

“Si elegimos el conflicto, la polarización y la disgregación, se nos irá todo al traste y sufrirá todo el mundo, desde los más vulnerables, por supuesto, pero también los más poderosos”, afirma Cortina, que en 2008 ingresó en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Insiste en que la solidaridad, la justicia y las buenas decisiones “se cultivan”, y eso va conformando un “carácter” en los pueblos y las gentes

“Si nos damos cuenta de que lo importante es estar unidos, porque las personas lo merecen y porque tenemos que trabajar juntos, nos irá muchísimo mejor”, sostiene, e insiste en que todo depende de la libertad de elección de cada persona y asegura que “hay mucho margen de maniobra” por parte de todos.

Cultivar la solidaridad y las buenas costumbres cada día

Insiste en que la solidaridad, la justicia y las buenas decisiones “se cultivan”, y eso va conformando un “carácter” en los pueblos y las gentes. “Nunca es tarde para empezar”, asegura y precisa que el coronavirus ha dado lugar a “brotes de solidaridad”, pero hay que ver cómo se actúa cuando no haya una “amenaza constante”.

Nos estamos jugando mucho cada día, aunque solo nos acordamos de todas estas cuestiones en momentos de grandes amenazas, de grandes catástrofes o de grandes guerras: en esos momentos pensamos que habría que hacer las cosas mejor”, sostiene.

Cortina, Premio Nacional de Ensayo en 2014 por “¿Para qué sirve realmente la ética?”, reivindica que no hay que esperar a que haya una “desgracia rotunda” para darnos cuenta de que la humanidad “viviría mucho más feliz y mucho más contenta, y todos podrían salir adelante y seguir son sus planes de vida” si en cada ámbito de la vida social se trataran de alcanzar los fines por los que existen.

“A ver si aprendemos que, igual que el campo hay que cultivarlo día a día para que las plantas crezcan, nosotros también tenemos que cultivar las buenas costumbres, las buenas aspiraciones y hábitos y los grandes ideales en cada momento, no solamente cuando aparece una catástrofe aterradora”, afirma.

No hemos aprendido nada de la crisis de 2007

Destaca que siempre se dice que hay que convertir las crisis en oportunidades de crecimiento, pero se teme que de la crisis económica de 2007 “no hemos aprendido nada”. “Veo (tanto en la ciudadanía como en la política) las mismas actitudes de antes, el mismo jugar al día, a la baza más cercana, nunca pensar en el medio y largo plazo”, afirma la filósofa, que añade: “No se trata de hacer una jugada corta”, sino de “construir el futuro, que es algo muy amplio”, cada día.

Pero confía en que se aprenda de la crisis actual, por un motivo: “Después de la catástrofe vamos a vernos con tal cantidad de retos y de problemas por resolver que, como no lo hagamos con ese pensamiento del medio y largo plazo va a quedar muchísima gente por el camino, en la cuneta”.

Las empresas tienen que ser éticas en los ERTE

La también presidenta de la Fundación Etnor (Ética de los Negocios y las Organizaciones Empresariales) defiende asimismo que en estos momentos las empresas “tienen que ser éticas, por supuesto que sí”.

“Si hay empresas que aprovechan este momento para eliminar puestos de trabajo de una manera que no es en absoluto necesaria, eso es una inmoralidad impresionante, y una buena empresa no lo hace”, alerta.

Afirma que, en este momento, seguir con un puesto de trabajo es fundamentalísimo para la vida de las personas” y eso “una empresa ética lo tiene en cuenta“. Las que “despiden a gente sin ninguna necesidad” son “malas empresas”, añade.

Y concluye que lo mismo se puede aplicar a la política: “La que no se preocupa del bien común es una mala política, además de inmoral”.

Fuente Religión Digital

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“Ciencia, filosofía y fe”, por Martín Gelabert, OP.

Lunes, 6 de noviembre de 2017
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de-estambul-a-rumania-retratos-del-mundo-fotos-estambul-rumania-bruselas-roma-religion-gayLeído en su blog Nihil Obstat:

Hay personas que piensan que lo que dice la Biblia a propósito de la creación del mundo y del ser humano ha quedado totalmente superado por la ciencia. Si superado quiere decir que la ciencia explica las cosas con una perspectiva y un lenguaje muy distintos al de la Biblia, podemos estar de acuerdo: Dios, evidentemente, no ha creado el mundo en seis días. Pero si superado quiere decir que lo que dice la Biblia ha dejado de ser verdad, entonces no estoy de acuerdo, aunque reconozco que hay que explicar bien esa verdad bíblica. Lo que sí me parece que está superado es la alternativa entre creación y evolución. Tanto las ciencias naturales como la fe, hablan de lo mismo, aunque con perspectivas diferentes, ambas importantes para nosotros.

Las ciencias naturales quieren describir de la manera más exacta los datos y los hechos. Quieren analizar los componentes físicos, químicos, biológicos y neurológicos. Y descubren una serie de conexiones y de leyes que explican los distintos momentos de una evolución, que han conducido a la aparición de la vida y, finalmente, de los seres humanos. Pero con esto no han dicho todo lo que puede decirse sobre el mundo y sobre el hombre. Podemos explicar las funciones químicas del cuerpo humano y de su cerebro, y no por eso hemos comprendido al ser humano.

¿Por qué existe algo y no la nada, por qué hay evolución? ¿Por qué el universo está constituido de esta manera, por qué resulta inteligible? ¿Qué sentido tiene la vida humana? ¿Cómo debemos comportarnos con la naturaleza? ¿Hay algún límite para nuestro comportamiento? Todo ser humano, de un modo u otro, se plantea estas u otras preguntas parecidas. Y cuando trata de responderlas ya no está haciendo ciencia, sino filosofía. Cuando nos planteamos estas preguntas ya no buscamos explicaciones; buscamos comprendernos a nosotros mismos y buscamos comprender cómo debemos relacionarnos con la naturaleza y con los otros seres humanos.

Finalmente, las personas que creen en Dios, además de querer comprender el universo y la vida, se admiran ante tanta maravilla y dan gracias a Dios por su existencia. Porque entienden que, de un modo misterioso, Dios está en el origen de todo lo que existe. Y que la vida es un regalo que Dios nos ha hecho. Las personas que creen en Dios se maravillan ante los portentos que es capaz de realizar el ser humano en el campo del arte y de la técnica, pero también en el campo del amor al prójimo. Las personas religiosas se duelen también ante el sufrimiento que hay en el mundo y el dolor que provocamos los hombres. Este sentimiento de admiración y de gratitud nos abre a la responsabilidad y a la idea de que, detrás de tanta maravilla, está la mano de un Dios que no sólo es poderoso, sino esencialmente bueno.

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Percibo algo…

Martes, 2 de mayo de 2017
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Del blog Nova Bella:

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Dice un filósofo griego:

Percibo algo en mi que brilla en mi espíritu me doy cuenta de que es algo, pero qué es no lo puedo entender, pero me parece que si pudiera captarlo comprendería toda la verdad.

pensar

Contesta otro filósofo griego:

Anda, persíguelo, porque si lo pudieras captar tendrías la esencia de toda la bondad y la vida eterna

*

taniguchi_louvre

Où suis-je?

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“¿Filosofía inútil? ¿Por qué hay algo en lugar de nada?”, por Jaime Rubio Hancock

Viernes, 24 de marzo de 2017
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01-cosmos-consciousnessEl filósofo alemán Leibniz se preguntó en el siglo XVII por qué hay algo en lugar de nada. Es decir, ¿cuál es la causa de que el universo exista? ¿De dónde salen todas esas estrellas, planetas y nosotros mismos? ¿No sería más fácil y sencillo que no hubiera nada en absoluto? Al fin y al cabo, y como decía Woody Allen, “la nada eterna no está mal, si llevas la ropa adecuada”.

La respuesta de Leibniz era la usual en su época: hay algo porque Dios lo creó y Dios se creó a sí mismo. Aunque se trata de una explicación que deja el asunto relativamente zanjado, no es excesivamente popular hoy en día. No solo porque se intenten buscar explicaciones seculares a cómo es y cómo funciona el mundo, sino porque en realidad tampoco responde a la pregunta, ya que seguimos sin saber por qué Dios es como es y no de otra forma.

Damos un repaso rápido a otras respuestas a esta pregunta, no sin antes recordar al filósofo Sydney Morgenbesser, que la contestaba con un “si no hubiera nada, aún os seguiríais quejando”.

1. La ciencia no tiene, pero tendrá, la respuesta. Tal y como recoge Jim Holt en Why Does The World Exist (¿por qué existe el mundo?), el biólogo Richard Dawkins confía en que la ciencia podrá no solo explicar cómo es el mundo, sino también por qué.

Una de las teorías candidatas para aclarar cómo se pasó de la nada al Big Bang sería la de la fluctuación cuántica, que apunta que el vacío es inestable y permite la formación de pequeñas burbujas de espacio-tiempo que se forman de manera espontánea.

Aun así y como explica el físico Steven Weinberg al propio Holt, una respuesta de este tipo no acabaría de solucionar el problema: las leyes de la naturaleza podrían determinar que debe existir algo y que la nada no es posible. Pero aún quedaría por explicar por qué estas leyes son así y no de cualquier otra forma.

2. Somos un experimento. Hay un episodio de Los Simpson en el que Lisa funda sin querer una civilización en un diente que se le ha caído y que deja en un cuenco con Buzz Cola. Aunque parezca mentira, hay teorías que apuntan a posibilidades parecidas.

El físico de la Universidad de Stanford Andrei Linde explica en el libro de Holt que no hace falta mucho para crear un universo en un laboratorio: “Una cienmilésima de gramo de materia” bastaría para crear un pequeño vacío que diera lugar miles de millones de galaxias. Esta teoría de la inflación cósmica no solo podría explicar la expansión del universo, sino que apuntaría a la posibilidad de crear un cosmos en el laboratorio. “No podemos descartar que nuestro propio universo haya sido creado por alguien de otro universo”.

Por otro lado, está la teoría de que vivimos una simulación de realidad virtual, como sugiere el filósofo Nick Bostrom en un artículo publicado en 2003. Su argumento se basa en dos premisas: la primera, que la conciencia se puede simular por ordenador. La segunda, que civilizaciones futuras podrían tener acceso a una cantidad ingente de poder computacional. En tal caso, estas civilizaciones podrían programar simulaciones de mundos enteros. Bostrom apunta que un simple ordenador podría ejecutar millones de estas simulaciones. En tal caso, habría muchos más universos simulados que reales, por lo que sería más probable que vivamos en una simulación que en un mundo real.

Esto tampoco acaba de responder a la pregunta de por qué hay algo en lugar de nada: pongamos que vivimos una simulación creada por un estudiante de instituto para su trabajo de fin de curso; eso explicaría nuestro universo (totalmente), pero no el universo del estudiante.

3. Dios lo hizo. Hoy en día, las explicaciones que recurren a Dios se acogen con sospecha, pero eso no quiere decir que no las haya. John Leslie y Robert Lawrence Kuhn citan en su libro The Mystery of Existence (El misterio de la existencia) a filósofos contemporáneos como Alvin Platinga y Richard Swinburne, por ejemplo.

Uno de los argumentos a los que se suele recurrir para que la idea de Dios no resulte fácilmente descartable es el del “ajuste fino” (fine tuning) del universo. Según esta idea, las leyes físicas están tan afinadas que cambios muy pequeños harían imposible que surgiera la vida. Esta teoría se encuentra con algunas objeciones:

– El universo que tiene 13.700 millones de años y su parte observable tiene un diámetro de más de 90.000 millones de años luz. Entonces, ¿por qué es importante lo que ha ocurrido (que se sepa) en un solo planeta? ¿No es posible que la vida no sea más que una excepción poco importante?

– El hecho de que algo tenga pocas probabilidades de suceder no quiere decir que no se pueda explicar por leyes naturales. Es muy difícil que me toque la lotería, pero el hecho de que me toque se puede explicar recurriendo solo a las matemáticas.

– Además, del mismo modo que hay sorteos de lotería cada semana, también podría haber más universos. Hay cosmólogos que proponen esta posibilidad, basándose en la teoría de cuerdas o en la cosmología de los agujeros negros, por ejemplo. En filosofía, hay que mencionar el realismo modal de David Lewis, que sugiere que todos los mundos posibles existen. Es decir, si hay muchos universos, no sería tan raro que en al menos uno de ellos haya vida. A alguien le tiene que tocar.

4. Vivimos en el mejor de los mundos. Platón escribió en La República que el Bien es la razón de la existencia de todas las cosas conocidas. Para el filósofo John A. Leslie, esta afirmación podría ser literal. En su opinión, que el cosmos exista podría ser una necesidad ética, provocada por el hecho de que un universo bueno es mejor que la nada o, al menos, que nuestro universo es mejor que nada.

El hecho de que haya maldad en el mundo se explica porque “no todos los bienes pueden estar presentes a la vez”. Por ejemplo, no podríamos ser libres si solo pudiéramos actuar de forma correcta. Leslie también explica que hay maldad en el universo comparándolo con un museo: aunque el mejor cuadro del Louvre sea la Gioconda, el museo no sería mejor de lo que es si solo incluyera réplicas de este cuadro.

Este filósofo canadiense nacido en 1940 no acaba de explicar cómo se pasa de una necesidad ética a una realidad material, pero al menos no llega al extremo de Leibniz, que asegura que vivimos en el mejor de los mundos posibles. El mal es una ilusión, según el alemán: “Solo conocemos una parte muy pequeña de la eternidad”. Del mismo modo, una parte pequeña de un enorme cuadro apenas nos parecería una mancha.

5. Vivimos en el mundo más mediocre. Derek Parfit publicó en 1998 un detalladísimo ensayo en la London Review of Books en el que se preguntaba “¿Por qué hay algo? ¿Por qué esto?”.

Parfit explica que hay multitud de posibilidades cósmicas: podría existir un solo universo, o ninguno, o infinitos. Si el cosmos es de una forma determinada, quizás esta forma particular es la que puede explicar el universo. Parfit llama Selector a este criterio.

En su opinión, la posibilidad más sencilla sería que no hubiera ningún universo. Siguiendo a Leibniz, la nada no requiere explicaciones. Pero es obvio que hay algo; en caso contrario, Parfit lo habría tenido muy difícil para encontrar una revista que publicara su texto.

Quizás el Selector sea la plenitud: la segunda posibilidad que requiere menos explicaciones es que existan todos los mundos posibles. Hay que buscar razones muy concretas si solo existe un universo o si hay exactamente 58, pero si existen todos los lógicamente posibles, tampoco hay mucho que justificar.

Sin embargo, en su opinión, lo más probable es que nuestro universo sea uno de los que se puede regir por leyes relativamente simples. Y si el criterio es la simplicidad, justamente lo más sencillo es que ni siquiera haya Selector, es decir, que no haya un criterio concreto.

En estas circunstancias y como recoge Holt en su libro, lo más probable sería una posibilidad cósmica “sin ninguna característica en especial. En otras palabras, deberíamos esperar que el mundo fuera absolutamente mediocre”. El universo sería “una mezcla indiferente de bien y de mal, de belleza y fealdad, de orden y caos…”. Es decir, un universo que se parece mucho al nuestro.

6. El problema no tiene sentido. Ludwig Wittgenstein escribía en el Tractatus Logico-Philosophicus que “lo místico no es cómo es el mundo, sino que el mundo sea”, reconociendo que la pregunta de por qué hay algo en lugar de nada resulta, al menos, intrigante. Pero apenas unas líneas más abajo el filósofo concluye que “el enigma no existe”. Para el Wittgenstein del Tractatus, esta cuestión no es más que un pseudoproblema: hablar de por qué hay algo en lugar de nada no tiene sentido, es algo que excede los límites de nuestro lenguaje.

No es el único que cree innecesario debatir la existencia de las cosas. Henri Bergson consideraba que la idea de la nada absoluta era absurda: “No tiene más significado que un círculo cuadrado”. Se trata de “una pseudoidea, un espejismo conjurado por nuestra imaginación”.

El filósofo Adolf Grünbaum, nacido en 1923, también opina que estamos ante un falso problema. En su opinión y tal y como recogen Leslie y Kuhn en su libro, el universo ha de verse como un hecho natural. Ni siquiera tiene sentido hablar de lo que pasó antes del Big Bang ya que entonces no había tiempo. Es como preguntar qué hay al norte del Polo Norte. El cosmos, simplemente, es. Como decía Bertrand Russell, apostando por este hecho desnudo: “Diría que el universo simplemente está ahí, y eso es todo”.

Es una respuesta razonable. Sobre todo porque, si no la aceptamos, corremos el riesgo de no dejar de buscar. Como se explica en el blog de filosofía Reason and Meaning, no nos convence la idea de que el universo no tenga una causa o que sea su propia causa, pero cuando encontramos una posible explicación, nos preguntamos por qué esa explicación es la correcta y no otra, y si hay alguna explicación que, a su vez, la explique.

Al final, Morgenbesser tenía razón. Nunca estamos contentos.

Jaime Rubio Hancock

La Razón, vía Fe Adulta

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Experiencia

Sábado, 12 de noviembre de 2016
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Del blog Nova Bella:

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Donde el filósofo argumenta y el artista intuye,

el místico experimenta.

*

Evelyn Underhill

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Adela Cortina: “El ser humano no tiene precio, pero sí tiene dignidad”

Lunes, 24 de octubre de 2016
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corti2La filósofa valenciana se convierte en la primera mujer Doctora Honoris Causa en Deusto

“Me da mucho miedo que con la palabra sostenibilidad se estén ocultando actuaciones injustas”

(Jesús Bastante).- Este jueves, la catedrática de Ética y Filosofía Política Adela Cortina será investida Doctora Honoris Causa por la Universidad de Deusto. Se convertirá en la primera mujer distinguida con el título honorífico en la universidad de los jesuitas. En una entrevista con la revista “Bihotzez”, de Cáritas Bikzaia, la filósofa valenciana defiende la dignidad del ser humano y la urgencia de una nueva ética social.

El ser humano no tiene precio, porque no tiene un equivalente, y sí dignidad”, subrayó Cortina, quien, preguntada por la responsabilidad del mundo empresarial denunció que hay empresas inmorales, pero las hay mucho más morales y gente que trabaja en serio. Y que trabaja bien“.

A mí me da mucho miedo cuando se abandonan palabras tan claras como justicia y nos vamos a sostenibilidad, que me parece muy bien pero es mucho más difusa”, apunta la filósofa, que se pregunta “¿Qué quiere decir que una empresa es sostenible? ¿Qué quiere decir que una Sanidad es sostenible? ¿Qué quiere decir que una Economía es sostenible?.

“Hay que aclararlo muy bien para que no consista en decir que hay que recortar en lo que es necesario para las generaciones presentes y dejarlo a las generaciones futuras o a quien sea. Siempre me da mucho miedo que con la palabra sostenibilidad se estén ocultando actuaciones injustas”, constata.

Sobre el trabajo de Cáritas, Adela Cortina asegura tener “una opinión óptima”. “Una cosa que me alegra es poder decir que todo el mundo con que me encuentro tiene la misma que yo. Creo que Cáritas es una de las organizaciones solidarias más valoradas.

Es una organización solidaria enormemente valorada por la gente porque en tiempos como los que están corriendo hace todas estas tareas que son por una parte la asistencial, cuando no lo hacen los poderes públicos que deberían hacerlo; la tarea de empoderamiento de la gente, para que la gente pueda llevar adelante sus planes de vida; y la tarea de tratar con mucha lucidez indagar en el futuro; qué nuevas pobrezas hay, qué nuevas vulnerabilidades hay para intentar ayudar, acompañar y poner remedio“, culmina Adela Cortina.

¿Cómo le gustaría ver a Cáritas, por ejemplo, a 15 años vista? “Me gustaría verla siguiendo en esta tarea, junto a la denuncia, realizando todas estas tareas y habiendo descubierto que hay otras gentes vulnerables que se nos habían escapado, gentes en otra situación y que sin embargo necesitan ayuda y acompañamiento. Me gustará ver a Cáritas en esas tareas de asistencia, denuncia, empoderamiento, y esa creatividad y ese ingenio para ver el futuro y para saber crear aliados, muy importantes en la sociedad, porque hay que animar a empresa y poder político a meterse en estas tareas para que no haya excluidos, que creo que es la tarea de Cáritas”.

Fuente Religión Digital

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Críticas al filósofo Richard Swinburne por decir que la homosexualidad es una discapacidad

Miércoles, 5 de octubre de 2016
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swinburne-headshot-03_people_profileEl filósofo Richard Swinburne ha sido fuertemente criticado después de dar una conferencia en la que sostiene que la homosexualidad es una «discapacidad» y una «enfermedad incurable».

Profesor emérito de filosofía en la Universidad de Oxford, Richard Swinburne, fue invitado a dar la ponencia principal en una conferencia de la Sociedad de Filósofos Cristianos (SCP en sus siglas en inglés), el 23 de septiembre, en Springfiled (Illinois), con el título «Moral cristiana en el sexo, la familia y la vida», en la que se refiere a la homosexualidad como una discapacidad.

El filósofo argumenta que las relaciones homosexuales estaban «prohibidas» en la ética cristiana, lamentando que en la cultura contemporánea, el comportamiento homosexual se «presenta como una opción para los jóvenes» con los mismos valores que las relaciones heterosexuales. Según explica, tener una orientación homosexual es una discapacidad, porque «un homosexual no puede engendrar hijos a través de un acto de amor con una persona a la que se han comprometido para toda la vida (…). Sin embargo, si los homosexuales incurables de edad avanzada se abstuvieran de realizar actos homosexuales, tendrían una gran influencia en los jóvenes y con posibilidad de curarse; y los mayores estarían haciendo un gran servicio a los demás, un tipo de ayuda que contribuiría para que hacerlos santos a ellos mismos».

Pocas horas después de la ponencia de Swinburne, el presidente de la SCP, Michael Rea, publicaba una disculpa formal diciendo que quiere «expresar mi pesar por el daño causado por la reciente [conferencia] (…). Las opiniones expresadas en la ponencia del profesor Swinburne no son las de la propia SCP», agregando que «hemos estado a la altura» de los valores de la SCP sobre «la diversidad y la inclusión». Este enfrentamiento público ha causado un cierto revuelo en las redes sociales creando una gran confusión tanto por los puntos de vista de Swinburne como por la disculpa del director de la entidad que le había invitado a expresarse libremente.

«¿Invitar a uno de los filósofos más destacados en el mundo para hablar y luego desautorizar públicamente su defensa de la moral cristiana después, como si fuera malo o inapropiado que Richard Swinburne defienda la moral cristiana en una reunión de la Sociedad de Filósofos Cristianos es la política de la SCP?», publicaba un usuario, Christopher M.P. Tomaszewski, mientras que Christina Van Dyke, directora ejecutiva de la SCP y filósofo del Calvin College, defiende la disculpa diciendo que «nadie está tratando de quitarle a nadie la libertad de expresión o la libertad de expresar sus ideas en abierto», añadiendo que hablar de «tratar» o «curar» la homosexualidad ha causado «un daño incalculable a un gran número de personas que están en desventaja», queriendo decir que hablar en contra de ellos desde una posición privilegiada favorecía esa daño.

Otro filósofo, Edward J. Hackett, profesor de filosofía en la Universidad de Akron, manifesta que se siente ofendido al escuchar a Swinburne, quien también aclaró que, para él, la homosexualidad no es intrínsecamente mala de la misma manera que el adulterio es incorrecto. Según Hackett, su colega «trata sanitariamente ser gay de la misma forma que la frenología trata sanitariamente el racismo».

Rea también ha explicado que Swinburne le ha expresado que «no tenía la intención de criticarme por decir lo que hice, sino que simplemente ha lamentado que ciertas personas se hayan sentido heridas», añadiendo que sus puntos de vista sobre el tema eran sobradamente conocidos de antemano, ya que estaban publicados en la segunda edición de Revelation, un libro publicado en 2007. «Los temas que he discutido son muy importantes para los cristianos contemporáneos, y es importante que las opiniones de pensadores de ambos lados de los debates sean escuchados en un ambiente académico agradable, donde estamos abiertos a los argumentos de los demás (…). Es triste si esto no siempre es posible».

Fuente Universogay

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Dios judío, cristiano, musulmán…. Un Dios migrante

Sábado, 16 de julio de 2016
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Ayer comenté la experiencia de las migraciones, antiguas y nuevas, con ocasión del próximo Congreso de Aveiro, apelando de un modo especial a la Biblia.

Hoy quiero retomar ese motivo desde Dios a quien presento como Dios Migrante, no sólo porque camina con los hombres, sino porque él mismo es camino, en las tres grandes versiones del monoteísmo profético (dejo a un lado las religiones de Oriente)

La experiencia israelita de Dios (¡Yo soy!, Soy el que soy), está en la base de gran parte de las interpretaciones posteriores de Dios, como indican las reflexiones que ahora siguen. Por un lado, Dios no es judío, ni cristiano, ni musulmán: Es el que Es. Por otro lado, es Dios de los judíos, cristianos y musulmanes (y de todos los hombres).

imagewsPues bien, ese Dios israelita que dice “soy el que soy”, como si no caminara se ha vuelto caminante en nuestra historia… de manera que podemos afirmar que somos una migración de Dios. Se esa forma, su nombre se ha vuelto, como en el Éxodo de Egipto: Yo soy el que camino con vosotros.

El yo más profundo de los emigrantes que somos, eso es Dios, y así quiero contar con brevedad su historia en estas reflexiones, que se inscriben dentro del diálogo y discusión que vengo manteniendo en este blog sobre el tema de las migraciones, desde una perspectiva cristiana… que quisiera ser europea, aunque ya no está tan claro si Europa quiere ser un lugar de migraciones abierto al encuentro de los pueblos


Punto de partida.

Para los judíos, Yahvé (Soy el que Soy)se ha hecho Nombre de misterio, de manera que no lo pronuncian. Los gnósticos antiguos y modernos se sienten molestos con Yahvé, no aceptan su presencia liberadora, su opción por los pobres: prefieren un Dios de interioridad, separado de la historia, sin comprometido de justicia.

La filosofía ilustrada intepretó el ¡Yo soy! como ontología: expresión del Ser Supremo o de la Idea Fundante (de la mente que se dice a sí misma), separando así a Yahvé de nuestra historia de liberación humana. Los cristianos afirman que el Nombre de Yahvé se ha expresado plenamente, como misterio de liberación, por medio de Jesús, viniendo a presentarse al fin como Padre… Los musulmanes identifican al “Yo soy el que Soy” con Allah, de quien hablé con cierta extensión en un post anterior, que ha sido enriquecido por muchos participantes y en especial por Disidente y Fernando.

Las interpretaciones de esta palabra originaria (Yahvé: Yo-Soy) han sido y siguen siendo diferentes, definiendo de algún modo las más hondas visiones de Dios en occidente. Destacaremos las más importantes, para fijarnos al final en la cristiana. Evidentemente, ofrecemos una visión muy general del tema, que debería matizarse con muchísimo cuidado.

1. Judaísmo

Los judíos han destacado el valor de este Nombre, condensando en Yahvé su experiencia de misterio. Por un lado, han seguido vinculándolo al pueblo, como dice el Shema (Escucha, Israel, Yahvé, tu Dios es un Dios único….: Dt 6, 4-9), retomado por el doble mandamiento de Mc 12, 28-34 par.. Por otro, lo han sacralizado, de tal forma que procuran no escribirlo ya ni pronunciarlo, en signo de respeto religioso. Yahvé [D”S, G’’D, YHWH] es Dios en sí, en su absoluta plenitud y lejanía, separándolo así de su pueblo.

De esa manera, al separar el Nombre de Dios y dejarlo fuera de la “circulación” social y religiosa, los judíos posteriores han tenido que buscarle “sustitutos”. Por eso han dicho y siguen diciendo en su lugar palabras más o menos equivalentes (pero nunca iguales) como Adonai, Kyrios, Dominus o Señor (the Lord) y, sobre todo, Ha-Shem (El Nombre). Así expresan de algún modo la grandeza de Dios, pero sin expresarla. Estas palabras ya no actúan como “nombres” (no expresan lo que es Dios), sino como adjetivos que evocan de algún modo su grandeza. Los judíos han optado por divinizar de algún modo el Nombre (Yahvé), dejándolo así, distinto, separado, como expresión de absoluta transcendencia.

Como guardianes de la Lejanía divina, testigos de la separación inefable de su Dios, han querido mantenerse a lo largo de los siglos los judíos. Este es su tesoro, esta su grandeza: ellos conocen un Nombre que no puede pronunciarse, pero que les hace distintos y ricos sobre el mundo. Las traducciones cristianas de la Biblia han seguido la costumbre judía poniendo (y algunas lo hacen todavía) Señor o su equivalente allí donde la Biblia Hebrea dice Yahvé. Es buena esta reserva, si ayuda a descubrir y explicitar mejor el contenido misterioso del Dios personal de la historia israelita, pero quizá nos impide recordar que Yahvé es ante todo un Nombre propio de redención, signo de la presencia liberadora de Dios entre los humanos, como ha vuelto a descubrirlo el evangelio.

2. Gnosis

Los gnósticos (quizá de origen judío y cristiano) de los siglos II y III d. de C. han invertido esa visión del judaísmo, interpretando el nombre de Yahvé no como señal del más alto misterio, sino como expresión de un “dios opresor”, que mantiene a los humanos sometidos. Así tienden a identificar este Nombre con el principio divino del error y el egoísmo, es decir, con un Dios falso: Yahvé, Dios del AntiguoTestamento, sería en el fondo un demonio (=Satanás); sólo el Padre de Jesús o un Dios puramente espiritual es para ellos verdadero.

Por eso, allí donde en la Escritura israelita (Ex 3, 14) el Dios Yahvé proclama Yo soy (o sus equivalentes), algunos textos gnósticos hacen que se escuche la voz del “Verdadero Dios” (superior y contrario al Dios israelita) que le responde ¡Te equivocas, Samael, Dios ciego! . Así llaman a Yahvé con nombres despectivos, como Dios de vergüenza (Samaél), Dios ciego de lucha y egoísmo, Yavaot, Yaldabaot, Yaot, o salvador material que sólo se ocupa de las cosas externas, incapaz de iluminar a los humanos, ofreciéndoles una experiencia espiritual de superación del mundo. En esa línea, podemos añadir que la crítica del Dios israelita constituye el principio de todo antisemitismo religioso. Conforme a la visión de esta Gnosis el Dos judío sería seria egoísta, estaría vinculado sólo a un pueblo, como fuerza irracional que mata con violencia a los contrarios: a los egipcios en el Mar Rojo, a los cananeos en Palestina. Los gnósticos entienden el ¡Yo soy! de Jahvé en la línea de ¡Nosotros, los judíos, somos! como pueblo separado de los otros). Por eso, frente al ¡Yo soy! judío, materialistra y tribal, quieren situar el Absoluto de la divinidad universal.

Conforme a la visión gnóstica carece de sentido la encarnación cristiana: Dios no podría intorducirse de verdad en este mundo. Precisamente para defendere la encarnación han aceptado los cristianos el Antiguo Testamento, entendiendo el ¡Yo soy! de Dios no en forma egoísta, sino liberadora. De todas formas, debemos recordar con todos los auténticos judíos y cristianos que el ¡Yo soy! no puede interpretarse en la línea de una autoridad arrogante y egoísta, como expresión de un Señor que se afirma a sí mismo en contra (a costa) de los otros. Al contrario, nosotros sabemos que el Yahvé israelita sólo dice Yo soy para afirmar Yo estaré con vosotros, os libraré devuestras opresones. (“Sobre el origen del mundo” en J. M. Robinson (ed.), The Nag Hammadi Library in English, Brill, Leiden 1977, II, 5, 103, 5-19. Para lectura ulterior: F. García Bazán, Gnosis.La esencia del dualismo antiguo, Castañeda, Buenos Aires 1978; H. Ch. Puech, En torno a la Gnosis I-II, Taurus, Madrid 1982).

3. Islam. Religiones monoteístas

Los musulmanes han evitado en general la hondura del “Yo soy”, afirmando que Dios se ha expresado para siempre por Mahoma, de manera sencilla y segura, para todos los humanos, sin distinción de razas o culturas. El mensaje teológico ha sido siempre el mismo, desde Moisés hasta Jesús, pero los receptores no han sabido conservarlo limpio, lo han mezclado con palabras que no vienen de Dios, lo han adulterado. Por eso ha sido necesaria la profecía de Mahoma, como hemos puesto de relieve en otro post.:

La piedad no estriba en que volváis vuestro rostro
hacia el Oiente o hacia el Occidente (=rezar mirando a Jerusalén o la Meca)
-sino en crer en Dios y en el ültimo día,
-en los ángeles, en la Escritura y en los profetas,
-en dar de la hacienda, por mucho amor que se le tenga,
a los parientes, huérfanos, necesitados, viajeros, mendigos y esclavos,
en hacer la azalá (oración) y el azaque (=la limosna)… (Corán 2, 177).

Estos son los pilares de la fe musulmana. En ella quedan incluidas las Escrituras (las antiguas están contenidas en el único Corán, manifestación suprema de la Suprema Verdad de Dios) y los profetas (enviados de Dios, tal como culminan en el mismo Mahoma), con los ángeles que son signo del misterio. De esa forma, los musulmanes universalizan y simplifican de algún modo la confesión de fe judía o Sahadá, diciendo: La ilaha illa Allah: no hay más dios que Allah, no hay más divinidad que el Divino.

En esa línea, el Islam se encuentra cerca del judaísmo. No hay en el Islam teología intradivina: no puede haber especulación sobre Dios, pues Él sigue siendo un misterio; ha revelado su Libro/Palabra en el Corán, pero su esencia sigue estando escondida, de tal forma que resulta imposible decir que Jesucristo es su “Hijo”, como afirman los cristianos. Para el Islam la esencia de Dios sigue siendo misteriosa, incognoscible. Lógicamente, judíos y musulmanes se sienten vinculados en su teología más profunda, tanto en la visión del Dios trascendente (no trinitario), como en la visión de su revelación (por la ley de Moisés, por la profecía de Mahoma). Esta vinculación es tan honda que algunos llegan a sostener que judaísmo e Islam son variantes de una misma religión de fondo: afirman unos que el Islam es herejía (simplificadora, universalizadora) del judaísmo; añaden otros que el judaísmo es una herejía (concretización nacional) del Islam eterno. Pero los judíos siguen manteniendo en el fondo de su experiencia y recuerdo el “Yo soy” de Yahvé en la montaña sagrada, como secreto de libertad, mientras los musulmanes apelan al conjunto del Corán, evitan ese misterio del Nombre secreto, limitándose a decir que “no hay más dios que Allah”.

Esta Sahada o confesión de fe musulmana, proclamada desde todos los almuédanos y repetida sin cesar por los creyentes, resume la fe musulmana. Ella sola basta para expresar la sumisión religiosa y expresar que un hombre (o mujer) es musulmán. Dios ya no tiene un nombre especial (como el Yahvé de los israelitas), ni aparece vinculado de forma intradivina (trinitaria) a su mesías o revelador (como el Padre de Jesús para los cristianos). Pero debemos añadir que, siendo transcendente, Dios habla (revela su Corán/Libro eterno) a su profeta o enviado que es Mahoma. Esto es confesar la fe para un musulmán: someterse a Dios y aceptar su manifestación por medio de Mahoma

Es normal que judíos y musulmanes rechacen la encarnación de Dios en Jesús, viendo en ella una especie de recaída en el politeísmo pagano. Lógicamente, ellos rechazan también la Trinidad: piensan que Dios se ha revelado, pero no ha penetrado de verdad en el mundo, no se ha identificado con la persona y obra de Jesús de Nazaret. En ese sentido, Judíos y musulmanes parecen más humildes: piensan que Dios está arriba y que nunca podemos conocerle del todo. Por el contrario, los cristianos se atreven a definir a Dios como Padre de Jesús (Trinidad), arriesgándose a penetrar en su misterio, afirmando que en el origen y base de todo está el amor del Padre al Hijo en el Espíritu.

4. Filosofía

La filosofía occidental, fundada en la experiencia griega del Ser (vinculando así helenismo y judaísmo) ha interpretado el ¡Yo soy! (Soy el que Soy) israelita en perspectiva de trascendencia (Dios separado) y plenitud ontológica (el ser divino es lo absoluto). De esa forma, el Nombre de Dios pierde su referencia salvadora (su raíz israelita, su vinculación a Moisés) y viene a convertirse en expresión de la Realidad en sí, de eso que pudiéramos llamar la identidad ontológica.

Lógicamente, Yahvé deja de ser el Nombre propio de aquel con quien debemos dialogar de un modo personal, presencia liberadora, y viene a interpretarse como Ser en sí (=Aseidad ontologica). Al presentarse como Yahvé, Soy el que soy, Dios se vuelve Ser Supremo, Esencia pura y plena, el primero y más alto de todos los Conceptos. Decir Yahvé es decir Divinidad, como puede verse en San Anselmo: es el Ser más alto, la más perfecta realidad que puede ser pensada.

Gran parte de la crítica moderna anti-teísta ha combatido al Dios de la filosofía, que aparece como Gran Ser (ontología original) y/o como Concepto Supremo (idea perfecta). Este es el Dios separado de la historia (no es salvador), impasible (no sufre con el sufrimiento de su pueblo), autosuficiente (no se vincula a los humanos). Contra ese Dios en sí (Yo soy ontológico o ideológico), contra ese Señor autosuficiente donde que se vinculan (e identifican) un tipo de Ser del pensamiento griego y un Yo soy israelita vaciado de su fuerza salvadora, se dirige gran parte de la crítica religiosa de la modernidad.

Gnosis antigua y filosofía moderna se vinculan de algún modo: ambas vacían al Dios israelita (a su Yo soy) de la experiencia y fuerza de la historia. La gnosis criticaba a Yahvé porque no acepta su revelación en la historia y porque quiere elaborar una visión religiosa partiendo de una sabiduría intimita, propia de los iniciados sabios. La filosofía moderna ha rechazado a Yahvé porque ha querido vincular a Dios con el Ser de su pensamiento y de sus obras (con el Todo del Mundo) o con el propio pensamiento, olvidando también el sufrimiento de los pobres.

Pues bien, en contra de eso, después de treinta siglos de dolor y esperanza, judíos y cristianos (unidos en esto y separados de los musulmanes) seguimos vinculados a la experiencia israelita de Yahvé, a quien vemos como Dios liberador. Yahvé no es para nosotros un simple signo de identidad ontológica o interioridad sagrada, sino el Nombre personal de aquel que se revela (despliega su presencia) liberando a los pobres y oprimidos de la tierra. No es alguien que se impone desde arriba, exigiendo sumisión (como parece buscar el Islam), sino Aquel que nos quiere y por querernos dice Yo soy, es decir, Estoy con vosotros en medio del camino de la vida. Sobre esta base seguimos vinculados judíos y cristianos, aunque luego interpretemos a Yahvé en perspectivas diferentes, como indicaremos en todo lo que sigue ((No podemos entrar en la gran polémica entre Dios judío y Dios filosófico. Siguen siendo significativos en este campo trabajos como los de H. Mühlen, El concepto de Dios, en Varios, Trinidad ¿mito o misterio?, Sec.Trinitario, Salamanca 1973, 153-179; E. Jüngel, Dios como misterio del mundo, Sígueme, Salamanca 1985.))

5. Cristianismo

Los cristianos interpretamos a Yahvé como presencia salvadora (liberadora) que se compromete en favor de todos los hebreos oprimidos. Seguimos, por eso, en la línea de la Biblia Israelita. Pero damos un paso más y añadimos que el mismo Yahvé, Nombre supremo del Dios liberador, se identifica con el Padre de Nuestro Señor. Jesucristo. Por eso, en un sentido, los cristianos seguimos vinculados a la revelación del Sinaí: nos situamos con Moisés ante la Zarza Ardiente, escuchamos su palabra de liberación, nos comprometemos a seguir su camino. Pero pensamos que eso resulta al fin insuficiente. Leer más…

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Michel Foucault, 30 años de la muerte de un genio gay

Martes, 19 de agosto de 2014
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p16nabgbqp6dl1bo5eog1ejrue20_58280Filósofo homosexual y revolucionario en las formas de entender el poder, el saber y las relaciones humanas. Fue defensor de la libertad sexual y una de las primeras víctimas del sida en Francia.

José Luis Villalobos. 05 Julio 2014

Historiador, teórico social y filósofo, Michel Foucault nació en Poitiers (Francia) en 1926. Fue profesor en varias universidades francesas y estadounidenses como catedrático de Historia de los sistemas de pensamiento. Su trabajo ha ejercido una influencia muy notable en las Ciencias Sociales y Humanidades.

Ya desde su juventud se interesó especialmente por la Historia, Filosofía, Psicología, Sociología y otras ciencias, centrando su carrera académica en estas disciplinas. Sus ámbitos de estudio fueron estudios críticos sobre instituciones sociales (como medicina, ciencias humanas o sistema de prisiones), siendo el más popular su Historia de la sexualidad humana.

Durante su estancia en la École Normale Supérieure sufrió una depresión a causa de la angustia por su homosexualidad, e incluso intentó suicidarse varias veces. Esto le llevó a su adicción alcohólica, que mantendría a lo largo de su vida. Por ello fue llevado a un psiquiatra, quien le ayudó a evitar los pensamientos suicidas. Foucault quedó fascinado por la psicología y acabó estudiando esta licenciatura poco después, al mismo tiempo que sus estudios de Filosofía e Historia.

Su pensamiento estuvo asociado al estructuralismo, rechazando las ideas posestructuralistas y postmodernistas, siendo influido, tal como él mismo señalaba, por Nietzsche y Heidegger. Mientras que, por otra parte, hizo crítica del pensamiento de Kant, Marx o Sigmund Freud, por poner algunos ejemplos.

En 1953 comenzó a impartir clases en la Universidad de Lille, pero tras un curso académico decidió abandonar Francia. Suecia, Polonia y Alemania fueron algunos de sus destinos. Estas estancias en el extranjero le ayudaron a expandir sus ideas y conocimientos.

En 1960 volvió a Francia para finalizar su doctorado y posteriormente asumió la docencia de Filosofía en la Universidad de Clermont-Ferrand. Fue aquí donde conoció al filósofo Daniel Defert, quien sería su pareja durante veinte años. De hecho, en 1965, cuando Defert fue enviado a Túnez (aún colonia francesa) para realizar el servicio militar, Foucault solicitó un puesto en la Universidad de Túnez.

Tras las revueltas estudiantiles de mayo del 68 fue el primer jefe del Departamento de Filosofía de la recién formada universidad experimental París VIII, en Vicennes. Fue formada por un gran número de jóvenes universitarios de izquierdas que recibieron críticas del gobierno por su ideario marxista.

Su permanencia aquí fue breve ya que en 1970 fue elegido para formar parte del cuerpo académico más prestigioso: el Colegio de Francia, ocupando la cátedra de Historia de los sistemas de pensamiento. Escribió Vigilar y castigar (1975) donde se preguntaba si el encarcelamiento es un castigo más humano que la tortura. La influencia de Foucault dentro de los intelectuales de izquierda es sumamente notable.

También emprendió su proyecto más ambicioso, comenzando a escribir los seis volúmenes sobre La historia de la sexualidad, que no pudo completar, sorprendiendo a gran parte de los académicos y lectores del mundo.

Es en esta década cuando Foucault comienza a pasar más tiempo en Estados Unidos, en especial en la Universidad de California en Berkeley. Aquí estableció contacto con la comunidad LGTB de california y donde, parece ser, contrajo el VIH. Como anécdota decir que fue aquí donde comenzó a tomar LSD, algo que más tarde afirmaría que fue la mejor experiencia de su vida.

Su pareja también contrajo esta enfermedad. Por ello, tras la muerte de Foucault, Defert comenzó a trabajar para concienciar sobre esta enfermedad. Actualmente es un histórico activista y presidente de AIDES, organización de sensibilización sobre el sida en Francia.

Conforme menguaba su salud en los últimos años de vida de Foucault, comenzaron a surgir muchas voces críticas hacia su pensamiento y las ideas que había establecido, acusándole de caer en contradicciones, algo a lo que el mismo Foucault respondió en una entrevista: “Cuando la gente dice, ‘Bueno, usted pensaba esto hace unos años y ahora dice otra cosa,’ mi respuesta es… [risas] ‘Bueno, ¿crees que he trabajado duro todos estos años para decir lo mismo y no ser cambiado?’“.

Foucault murió en la ciudad de París en 1984 a causa del sida. Fue la primera personalidad francesa popularmente conocida que fallecía a causa de esta enfermedad, que aún era desconocida para la mayor parte del público.

Fue un firme defensor de la sexualidad, más allá de la división homosexual-heterosexual. Foucault escribe, en el Uso de los Placeres, que los griegos no oponían, como dos elecciones diferentes, el deseo homosexual al deseo heterosexual. Era más importante, a la hora de juzgar la fortaleza moral de un hombre, si era temperante y dueño de sí mismo tanto con hombres como con mujeres: “Tener costumbres relajadas -explica Foucault- era no saber resistirse a las mujeres ni a los muchachos, sin que lo uno fuera más grave que lo otro”. Lo que hacía que un hombre deseara a una mujer o a un hombre era la atracción que la naturaleza le había implantado en su corazón hacia todo lo que fuera bello.

Afirmó que siempre ha habido homosexuales a lo largo de la Historia y se le atribuye la frase: “Debemos empeñarnos en devenir homosexuales y no obstinarnos en reconocer que lo somos“.

Fuente Cáscara Amarga

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Ilusión.

Sábado, 3 de mayo de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

illusion

Vivimos en la ilusión, en la apariencia de las cosas.

Pero existe una realidad.

Nosotros somos esta realidad.

Comprendiéndolo, comprendes que no eres nada,

y que siendo nada, tú eres todo.

Es tan simple como esto.

*

Kalou Rimpoché

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Filantropía.

Lunes, 3 de marzo de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

philanthropia

Estamos acostumbrados a ver la amistad puramente como un fenómeno de intimidad, donde los amigos abren sus corazones sin tener en cuenta el mundo y sus exigencias. Rousseau y no Lessing es el mejor defensor de este punto de vista que concuerda tan bien con la actitud básica del individuo moderno, que debido a su alienación por el mundo sólo puede revelarse sinceramente en privado y en la intimidad de los encuentros cara a cara. Así nos es difícil de comprender la importancia política de la amistad. Cuando, por ejemplo, leemos en Aristóteles que la philia, la amistad entre ciudadanos, es una de las condiciones fundamentales del bienestar común, tendemos a creer que habla solamente de la ausencia de facciones y de guerra civil en el seno de la ciudad. Pero para los griegos, la esencia de la amistad consistía en el discurso. Sostenían que sólo un “hablar juntos” constante unía a los ciudadanos en un pulimento. Con el diálogo se manifiesta la importancia política de la amistad, y de su propia humanidad. El diálogo (a diferencia de las conversaciones íntimas donde las almas individuales hablan de sí mismas), aunque esté tan impregnado del placer de la presencia del amigo, se preocupa de la gente común, que permanece “inhumano” en cierto sentido muy literal, mientras los hombres no discutan de eso constantemente. Porque el mundo (gente) no es humano por haber sido hecho por los hombres, y no se vuelve humano porque la voz humana resuene allí, sino solamente cuando se hace objeto de diálogo. Como quiera que las cosas del mundo (gente) nos afecten intensamente, que puedan emocionarnos y estimularnos profundamente, no se vuelven humanas para nosotros más que en el momento en el que podemos debatir de eso con nuestros semejantes. Todo lo que no puede hacerse objeto de diálogo puede muy bien ser sublime, horrible o misterioso, incluso encontrar una voz humana a través de la cual resonar en el mundo, pero esto no es verdaderamente humano. Humanizamos lo que pasa en el mundo y en nosotros hablando de ello, y, en este hablar, aprendemos a ser humanos. Los griegos llamaban a esta humanidad que se realiza en las conversaciones de la amistad, philanthropia, “amor del hombre”, porque ella se manifiesta en una disposición que comparte el hombre con otros hombres.

*
Hannah Arendt, Vies politiques, Gallimard

hannah-arendt

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Amigo.

Viernes, 31 de enero de 2014
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Del blog À Corps… à Coeur:

No es un amigo el que es  amigo de todos,

ni hasta, añadiría, el que es amigo de una multitud.

¡ La amistad supone demasiada confianza,

sinceridad, intimidad – y tiempo!

*

Aristóteles

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