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El Cardenal Rouco Varela se despide de la diócesis de Madrid arremetiendo de nuevo contra el matrimonio igualitario.

Martes, 14 de octubre de 2014
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rouco_varelaRouco Varela ha llamado a proteger el “derecho a la vida desde que es concebido en el vientre de su madre” y el matrimonio “como una comunidad indisoluble de vida y de amor fecundo en el fruto precioso de los hijos”.

Miles de fieles despiden al cardenal en La Almudena, con notables ausencias políticas y episcopales

Rouco se despide: “No debemos retroceder en nuestra misión de ser testigos valientes de Jesucristo”

No hubo representantes del Gobierno ni de la cúpula episcopal: faltaron Camino y Carrasco Rouco

El Cardenal Arzobispo Emérito de Madrid Antonio María Rouco Varela se ha despedido este sábado de los diocesanos madrileños con una Eucaristía en la Catedral de la Almudena, ha informado el Arzobispado en un comunicado. En su homilía, el religioso gallego ha destacado que el 22 de octubre se cumplirán 21 años de su labor de obispo en Madrid. “Venía de Santiago de Compostela, en donde había ejercido el ministerio episcopal durante 18 años”, ha recordado, apuntando que “quería responder en Madrid a la llamada del Señor en aquel momento crítico de la historia contemporánea de la Iglesia y del mundo”.

Rouco Varela ha llamado a proteger el “derecho a la vida desde que es concebido en el vientre de su madre” y el matrimonio “como una comunidad indisoluble de vida y de amor fecundo en el fruto precioso de los hijos, y ha agradecido la labor de los misioneros y en especial de Cáritas Diocesana por ayudar a aliviar “la pobreza y el dolor de muchos necesitados espiritual y materialmente”.

rouco-en-la-misa-de-despedidaEntre las autoridades que han estado presentes en su despedida se encuentran el presidente regional, Ignacio González; el presidente del Consejo de Estado, José Manuel Romay Beccaria; el presidente de la Asamblea de Madrid, Ignacio Echevarría; la alcaldesa de la capital, Ana Botella; el exalcalde y exministro Alberto Ruiz Gallardón; los consejeros regionales Javier Rodríguez y Pablo Cavero, así como diversos concejales de distrito y delegados de Área en el Ayuntamiento de Madrid.

La eucaristía ha sido concelebrada por el Nuncio de Su Santidad en España, Renzo Fratini; el Arzobispo Castrense, Juan del Río; el Nuncio Apostólico en Kazajistán, Miguel Maury; el Obispo de Astorga, Camilo Lorenzo; y los Obispos Auxiliares de Madrid, Fidel Herráez, César Franco y Juan Antonio Martínez Camino; y los vicarios Generales de las diócesis de la Provincia Eclesiástica de Madrid, además de cientos de presbíteros diocesanos.

Leemos en Religión Digital:

(Jesús Bastante).- Despedida y cierre. El cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, vivió este mediodía un baño de multitudes, por parte del pueblo y del clero, durante su despedida oficial de la que ha sido su diócesis durante los últimos veinte años. Varios miles de personas llenaban la catedral de La Almudena desde al menos una hora antes de la “Misa estacional en acción de gracias” por el ministerio del obispo gallego.

No faltaba nadie. O casi nadie, pues no hubo representación del Gobierno, y apenas del Episcopado español Sólo el nuncio Fratini, el arzobispo castrense, el obispo de Astorga y dos de sus tres auxiliares (Fidel y César Franco). No se merecía tal vacio el purpurado en su despedida.

Más de quinientos sacerdotes, el seminario en pleno, autoridades civiles, políticas (encabezadas por el presidente de la Comunidad, Ignacio González y el presidente del Consejo de Estado, José Manuel Romay Beccaría) y militares, y también los “ex”: se juntaron los tres más famosos de la Villa: el hasta hace un mes ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón; la todavía alcaldesa, Ana Botella, y el arzobispo dimisionado, Rouco Varela), y representantes de todos los movimientos y casi todas las congregaciones religiosas con presencia en Madrid. Y una decena de bancos reservados para la “Casa del cardenal”: empleados, familiares y personalidades cercanas al purpurado.

Hasta una pantalla gigante en la plaza de Oriente para seguir una ceremonia que no fue anunciada hasta última hora, pero que arrancaba quince minutos antes de su inicio oficial con el volteo de campanas. Como en las grandes ocasiones.

A esa misma hora entraba por la puerta de Bailén el cardenal Rouco Varela. Entre los aplausos de los que aún no habían entrado. Un nutrido componente policial no fue necesario. En esta ocasión no hubo Femen ni protestas de desahuciados. Era el día de Rouco Varela.

Todos merecen una despedida digna, y la de hoy lo fue. Revestida de la solemnidad y el protocolo propios de la jornada, y del modelo de Iglesia defendida, a capa y espada, por el cardenal que el próximo 25 de octubre dejará su sitio, en esta misma catedral, a Carlos Osoro Sierra. Leer más…

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Rouco se encastilla en el palacio episcopal

Domingo, 14 de septiembre de 2014
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1373458714689RoucodetdnEsta es la iglesia que nos repugna…

Va a seguir viviendo en la misma planta que ocupaba hasta ahora

Osoro se irá temporalmente a una residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados

En la diócesis madrileña la decisión de Rouco se considera de “mal gusto” y, en Roma, “como un gesto prepotente” del vicepapa español

(José M. Vidal).- No se resigna a perder su puesto ni su palacio de arzobispo de Madrid. El cardenal Antonio María Rouco Varela se encastilla y, en una decisión sin precedentes, que está suscitando sorpresa e indignación en el propio Vaticano, ha decidido seguir viviendo en el palacio episcopal de la calle San Justo de Madrid. En el mismo piso del palacio en el que ha vivido hasta ahora: la planta noble del edificio, ubicada en el segundo piso. Así se lo comunicó a sus vicarios en una reciente reunión que mantuvo recientemente con ellos.

Tal y como les explicó en ese encuentro, el cardenal ha decidido quedarse en su residencia habitual y acondicionar el primer piso (justo por debajo del suyo) como vivienda del nuevo titular de la archidiócesis, Carlos Osoro. Rouco continuaría, pues, ocupando la zona noble del palacio. El segundo piso es el más vistoso, tiene varias galerías y la escalera noble conduce directamente hasta él.

La única concesión que está dispuesto a hacer al nuevo arzobispo es no salir a la calle por la escalera central, para lo cual habilitó una salida a la calle de la Pasa (en la parte trasera del palacio) a través del apartamento de uno de los obispos auxiliares.

El primer piso, en el que, hasta ahora, sólo había salones, acaba de ser acondicionado como vivienda por orden de Rouco, para ponerla a disposición del nuevo arzobispo. A diferencia del segundo piso o planta noble, el primero tiene ventanas con enormes rejas a escasa distancia de la acera de la calle y no dispone de balcones ni de galerías. Hasta por fuera se nota perfectamente, con sólo verlo, que el ‘jefe’ es el que vive en la segunda planta.

Dicen en los ambientes clericales madrileños que Rouco quiere escenificar, con esta inesperada decisión, que sigue mandando (en segundo plano, pero sin retirarse del todo) en la archidiócesis. Colocándose, incluso físicamente, por encima del nuevo titular de Madrid y sin abandonar su residencia de siempre. Otros aseguran que siente que tiene derecho a seguir en su casa de siempre y a no moverse de ella. Por los servicios prestados.

En cualquier caso, la decisión de Rouco está levantando ampollas tanto en Madrid como en Roma. Entre otras cosas, porque se trata de algo inédito en la historia reciente de la Iglesia española. El único caso con cierto paralelismo es el del ya fallecido cardenal García Gasco, que siguió viviendo en el palacio episcopal de Valencia unos cuatro o cinco meses después del nombramiento de su sucesor en la sede levantina, precisamente monseñor Osoro. Pero, pasado ese tiempo, se trasladó a vivir a otra residencia.

rouco_vaderEn la diócesis madrileña la decisión de Rouco se considera de “mal gusto” y, en Roma, “como un gesto prepotente” del vicepapa español. De mal gusto, porque todos los obispos dimisionarios dejan la residencia episcopal, para no dar la impresión de tutelar a su sucesor y dejarle absoluta libertad y el campo libre. Muchos se van incluso a sus lugares de origen o a otras diócesis. Y, cuando quieren seguir viviendo en la sede que rigieron, piden permiso y cuentan con la anuencia del nuevo titular.

“Quedarse en el palacio, en su vivienda de siempre es un hecho inédito y sin precedentes, que demuestra cómo se las gasta el cardenal, que no se resigna a perder el poder y ceder el paso a su sucesor designado por Roma. Además, una vez tomada la decisión se la planteó a Don Carlos Osoro, sabiendo que éste, por respeto y por la vieja relación que los une, no podía negárselo”, cuentan dos de los vicarios que asistieron a la reunión donde Rouco oficializó la decisión.

En esa misma reunión, el todavía cardenal de Madrid también comunicó a sus vicarios que había pedido a Osoro poder seguir disponiendo de su coche, de su chófer, de una secretaria y de las dos monjas que lo cuidan. “Y Don Carlos, muy amablemente, accedió a todo; se ha portado muy bien conmigo“, les confió Rouco.

En Roma, por su parte, creen que el gesto de Rouco “le retrata” y “deja en evidencia su forma de ser y de ejercer el pontificado al estilo principesco, que tanto disgusta al Papa Francisco”. Las fuentes romanas aseguran que lo que esperan es que “de aquí a la toma de posesión de monseñor Osoro, el cardenal Rouco reflexione y no se encastille en el palacio episcopal, como hacían algunos prelados en la Edad Media”.

En efecto, en la Edad Media e incluso en el Renacimiento, solía suceder que un obispo, arropado por el cabildo, se encastillase y no dejase entrar en la sede al sucesor nombrado por el Papa. Así pasó, por ejemplo, en Santiago de Compostela con Berenguel de Landoria.

El segundo hijo de los condes de Rodez, una de las cortes más importantes de la época, es nombrado arzobispo de Compostela, el 15 de julio de 1317, a los 55 años. Once meses después del nombramiento, emprende camino hacia Santiago para hacerse cargo de su sede arzobispal. Pero el obispo y el cabildo compostelano se encastillan contra él.

Berenguel trató de entrar en el burgo cuatro veces, de las cuales 3 fue rechazado en emboscadas. Entonces urdió un plan de ataque, en su castillo de Padrón, aliándose con otros nobles. En 1318, entró victorioso en la ciudad, que le dedicó una torre de la catedral santiaguesa, la Berenguela, utilizada primero como torre vigía y después como campanario.

Como dice un vicario, “la vieja Iglesia de Rouco se encastilla, y, con este gesto, el cardenal echa tierra sobre sí mismo, porque lo lógico y lo habitual es que abandone el palacio e, incluso, la diócesis, como hizo, por ejemplo, el cardenal Amigo, que abandonó Sevilla y se trasladó a vivir a Madrid, y como hacen la mayoría de los prelados”.

Y añade el clérigo madrileño: Sin pretenderlo, Rouco le pone en bandeja a Osoro el gesto de abandonar el palacio, como hizo el Papa, e irse a vivir a otro lugar menos ostentoso, como el seminario o alguna residencia sacerdotal”

Con las Hermanitas de los Ancianos Desamparados

De hecho, fuentes valencianas, aseguran que el arzobispo electo de Madrid, Carlos Osoro, estaría pensando en tomar esa decisión. El nuevo prelado madrileño se despide de los valencianos el día 28 de septiembre y acompañará a su sucesor, el cardenal Cañizares, en su toma de posesión el día 4 de octubre. Desde el 28 de septiembre empezará a trasladar sus libros y sus efectos personales a Madrid.

Al menos de momento y provisionalmente, monseñor Osoro se instalará en la casa-residencia de ancianos de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de la calle Lagasca, 17, muy cerca del parque del Retiro. Después de su toma de posesión, tendrá que decidir si fija su residencia oficial en el piso de abajo del palacio de Rouco o se se instala en el seminario o en otra residencia de la Iglesia madrileña. Y Rouco seguirá ocupando él solito el palacio episcopal.

Osoro también tendrá que decidir la suerte de los tres obispos auxiliares de Rouco. Según la praxis eclesial habitual, el Vaticano debería buscar acomodo rápido a los tres prelados. Fidel Herráez, el fiel servidor y mano derecha del cardenal Rouco durante décadas, es probable que vaya de arzobispo a Burgos.

César Franco podría ser nombrado obispo de Segovia. Pero lo más complicado es buscarle acomodo al ex secretario general del episcopado, monseñor Martínez Camino que, en los próximos meses, se dedicará a viajar y a dar ejercicios espirituales. Lo que todo el mundillo clerical madrileño tiene claro es que monseñor Osoro no se dejará tutelar y ocupará todo el espacio, sin necesidad de obispo auxiliares y, mucho menos, de la sombra de Rouco.

Fuente Religión Digital

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“No me pueden despedir así. Mi hoja de servicios a la Iglesia merece otra cosa”

Martes, 5 de agosto de 2014
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1352461232696Rouco Varela detallednLa última jugada de Rouco

(José Manuel Vidal,  Religión Digital).-

Indignado e incómodo, el cardenal Rouco Varela no daba crédito a lo que estaba pasando. En su fuero interno pensaba: “No me pueden despedir así. Mi hoja de servicios a la Iglesia merece otra cosa. Tuvo que hacer gala de todo su autocontrol ante el Nuncio, aunque en su mente martilleaba sin cesar una idea: Roma estaba cometiendo una gran injusticia con él. En el fondo y en la forma.

Un sudor frío comenzó a recorrer su frente. Y eso que la tarde del 26 de julio hacía un calor de muerte en la calle Pío XII de Madrid, sede de la Nunciatura de la Santa Sede. En el interior del despacho del Nuncio Fratini, sin embargo, el ambiente era apacible. Los gruesos muros del palacete no dejan pasar el calor y el jardín que lo rodea lo mantiene fresco incluso en el fragor del verano madrileño.

Rouco no acababa de creérselo. Y, además, se sentía humillado. El día 25 había estado en Compostela, presenciando en primera fila, como eclesiástico de mayor rango, la primera ofrenda del nuevo Rey, Felipe VI, al Apóstol. Allí, todo el mundo sabía que estaba de salida, pero seguía conservando su aura de poder. En todos los corrillos clericales compostelanos se hablaba de él y de su “secreto” para permanecer en el puesto de arzobispo de Madrid tres años después de haber cumplido los 75 y con un Papa que no es de su cuerda.

Agasajado cordialmente por unos, temido por otros, el cardenal se fue esa misma noche con su sobrino, monseñor Carrasco Rouco, a pernoctar al obispado de Lugo. Y allí recibió, al día siguiente, la llamada del Nuncio de Su Santidad:Eminencia, tengo que verlo mañana sin falta en la sede de Nunciatura. Tengo que darle una noticia en persona”. Ni Rouco preguntó de qué se trataba ni el Nuncio se lo adelantó.

Durante el viaje de Lugo a Madrid no paró de darle vueltas a la llamada del Nuncio. ¿Qué cosa tan importante tendría que comunicarle monseñor Fratini, para hacerle regresar a Madrid a toda prisa? Y repasó asuntos eclesiásticos graves. Podía ser algún caso de pederastia apunto de estallar. O el traslado urgente de algún obispo. O que el representante papal quisiese saber su opinión sobre el caso Pujol. O que Roma quisiese conocer su parecer sobre el sucesor del cardenal Sistach en Barcelona. O que hubiesen llegado al Vaticano rumores sobre el calamitoso estado de las cuentas del arzobispado de Madrid…

Ni por asomo se puso en la tesitura de que el Nuncio le fuese a comunicar que el Papa aceptaba su renuncia. Primero, porque no suele ser el procedimiento habitual. Normalmente, cuando un cardenalazo pasa a la reserva, Roma le comunica con mucha antelación el día en que se va a hacer pública la aceptación de su renuncia, así como el nombre de su sucesor. Esa era la praxis, al menos hasta ahora. Pero ya se sabe que, con Francisco, las cosas han cambiado tanto en tan poco tiempo…

cardenal-Rouco-Varela-manifestacion-matrimonio_EDIIMA20130311_0230_4Y como no se lo esperaba, salió de Nunciatura todavía más dolido. Como un basilisco. Y así sigue: tremendamente herido y enfadado con el mundo. Los que le han visto estos días aseguran que “casi llora por las esquinas” y que, en privado, no hace más que lamentarse. Repite al que quiere oírle casi lo mismo que le dijo al Nuncio: Con lo bien que estoy de salud, puedo seguir. Hace una semana que estuve en Roma y nadie me dijo nada. Y, ahora, me lo sueltan a través del Nuncio. Con Benedicto XVI no habría pasado”.

En su entorno, que cada vez presenta más grietas, aseguran que “cuando se lo dijo el Nuncio, se pilló un rebote monumental y, ahora, está afectadísimo. No quiere irse. No acepta la idea de tener que dejar el cargo y pasar a ser emérito“. Su enfado es tal que, a algunos llegó a decirles que, venga quien venga, él se va a quedar en Madrid. Más aún, amenaza con permanecer en el propio palacio de San Justo, residencia de los arzobispos madrileños: “Haremos un piso abajo para el que venga y yo me quedaré arriba, en mi casa de siempre”.

Para demostrar que está en buena forma y que la archidiócesis sigue funcionando a pleno rendimiento, el cardenal ha llenado de grandes actos su agenda hasta octubre: el 6 de agosto preside, en Compostela, la conmemoración del 25 aniversario de la JMJ de 1989; del 18 al 21 de septiembre Madrid acoge las II Jornadas Sociales Católicas Europeas; el 27 de septiembre la beatificación de monseñor Álvaro del Portillo, sucesor de Escrivá de Balaguer al frente del Opus Dei; y hasta tiene programado ya para el día 7 de octubre el comienzo de la visita pastoral a la vicaría V de la diócesis madrileña.

Pero no por ésas. De ahí que su indignación se acreciente, cuando se para a pensar en la forma en que le comunicaron la aceptación de la renuncia: haciéndolo regresar a toda prisa de su tierra y por boca de un hombre que, hasta ahora, había sido una especie de subalterno para él. El emperador humillado. El vicepapa español despedido por un simple nuncio, al que siempre tuvo controlado y mantuvo sin mando real en el episcopado.

Hombre de poder, acostumbrado a dirigir los hilos de la política eclesiástica española durante más de dos décadas, Rouco se siente, por vez primera, impotente y sin apenas capacidad de maniobra. Pero fiel a sí mismo, no ha parado de buscar explicaciones a la llamada del Nuncio. De entrada, está tan enfadado con monseñor Fratini que hasta le echa la culpa de que el Papa le haya aceptado la renuncia así, de repente y sin previo aviso.

Por otra parte, su indignación subió de tono, cuando la noticia se filtró a los medios y el miércoles 30 de julio, tan sólo tres días después de que se lo comunicase el Nuncio, el diario La Razón publicaba el siguiente titular: El Papa acepta la renuncia de Rouco Varela al frente de Madrid.

Le dolía especialmente que fuese ese diario, por ser el periódico “de cabecera” del cardenal Cañizares, su eventual sucesor. En su entorno más próximo se apresuraron a atribuir al prefecto del Culto la maniobra de la filtración de la noticia. Para quemarlo como eventual sucesor. Pero Rouco no terminó de creérselo. Conoce muy bien al ministro de la liturgia del Papa (desde los tiempos en que eran íntimos amigos) y sabe que no maneja los tiempos ni los medios ni quiere echar más leña al fuego de la sucesión. Le basta con esperar desde la distancia romana. Leer más…

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