Juventudes trans: militando el género en las escuelas
En septiembre de 2018, tres adolescentes de 16 y 17 años se reunieron con un objetivo común: crear el Movimiento de Juventudes Trans (MJT) para ofrecer acompañamiento y asesoría a jóvenes y adolescentes transgénero. A un año de ese primer encuentro, el sábado 28 de septiembre brindarán una charla abierta en el Conti sobre Identidades trans: nuevas miradas y conceptos en el marco del Festival Futuros. Hablamos con sus integrantes sobre sus vidas y militancias cotidianas.
Por Alejandra Zani
El Movimiento de Juventudes Trans de Argentina se cuestiona el adultocentrismo y se plantea nuevas preguntas: las de su propia generación. Sus integrantes tienen una certeza: las respuestas solo pueden ser colectivas. “Queremos visibilizar que las infancias y adolescencias trans existimos y que los traumas no sean requisito excluyente para ser trans”, explica a Presentes Feliciano (17 años), uno de los miembros fundadores del Movimiento. “Nuestro objetivo es que, para las juventudes trans, el tránsito por la escolaridad, las relaciones familiares y la interacción con la sociedad se den de la mejor manera posible”.
La iniciativa surgió entre tres amigos, Feliciano, Félix y Giovanni, por la falta de espacios orientados hacia jóvenes y adolescentes dentro de la comunidad trans, y hoy ya suma once integrantes. “Las organizaciones más conocidas siempre estaban formadas por personas de más de 25 años. En ellas nunca se nos dio realmente un espacio. Éramos una especie de ‘anexo juventud’ y quisimos crear un lugar que sintiéramos nuestro”, cuenta Gio (17 años). Al final, continúa, “las diferencias entre une adulte trans y une adolescente trans son similares a las que diferencian a un adulte cis de un adolescente cis”.
Diversidades en plural
Es por esto que, a la hora de nombrarse, decidieron hacerlo en plural. “Hablamos de juventudes porque nuestras experiencias son diversas. No somos un movimiento homogéneo y menospreciar lo que tenemos para decir por ser juventudes no es solo una falta de respeto, sino que reproduce un estereotipo de personas trans que les adultes plantean”, explica Nehuén (17 años). “Los medios siempre reproducen ciertos estereotipos de la comunidad trans adolescente, la de les jóvenes que odian su cuerpo y quieren cambiarlo, que quieren ser ‘lo otro’, y solo muestran felicidad cuando llegan a ese ‘cispassing’, es decir, cuando por fin pueden pasar como una persona cis. Toda la transición anterior es tristeza y dolor. Hablar de juventudes en plural es poner sobre la mesa la idea de que no todas las experiencias son iguales”.
A Nehuén lo convocaron del MJT porque no veían que las identidades trans no binarias estuvieran representadas en los colegios. “Ni en ningún lado. Yo me reafirmo, además de como una identidad no binaria, como una persona afrodescendiente y descendiente de mapuches. Esa identidad cultural es inseparable de mi identidad de género. Si personas de la comunidad no binaria me invitan a leer a Judith Butler, yo la leo, pero desde un punto de vista de adolescente negre y no binarie. En el MJT entendemos esta heterogeneidad, y a pesar de eso, compartimos un eje y ciertos principios”.
A mediados de este año, el crecimiento en las redes sociales y la visibilización que obtuvo el MJT en medios de comunicación fue tal que los pedidos de asesoramiento y las invitaciones para dar talleres, charlas y capacitaciones en escuelas se multiplicaron. Por este motivo, decidieron que era hora de ampliarse y convocaron a Agustina (18 años). “Cuando me propusieron que militara en el transactivismo me emocioné un montón porque desde el momento cero la aparición de las juventudes me parecía algo muy necesario en la comunidad trans. Por ese entonces, yo ya tenía encaminado el trámite del DNI y ya estaba en hormonas, así que no necesitaba asesoramiento legal, sino un espacio donde hubiera gente como yo, trans de 17 años”.
“Hay que recordar que las juventudes trans se vieron históricamente relegadas al silencio. Todavía hay mucha gente que tiene que vivir su transición en silencio, en discriminación y en sufrimiento por su propia familia o su propio colegio”, continúa Agustina. “Si habláramos de una juventud trans estaríamos dejando afuera a la cantidad tan grande de excepciones que hay a una vivencia digna de una juventud como la gente”.
Para ella, tampoco es posible hablar de la adultez trans como algo rígido. “Tengamos en cuenta que la expectativa de vida de una persona trans corta a los 35 años, y en el 80% de los casos, las mujeres trans son empujadas a la prostitución. Ni siquiera estamos seguras de si vamos a transitar nuestra adultez en su totalidad, no tenemos esa certeza, todavía, de que vamos a poder acceder y terminar una carrera, o acceder a un trabajo aun teniendo un título, porque todavía el ser trans “daña la imagen” de las empresas y prefieren no contratarnos independientemente de nuestra formación”.
El género en las aulas
Militar la identidad de género siendo adolescente implica, para Gio, bastante valentía. “Cuando empecé a sentirme como me sentía y a identificarme como me identifico, nada estaba claro y todo me daba vergüenza, sentía que no era merecedor de nada. Y más allá de lo sentimental, que es un montón, está también la valentía burocrática. Hay que tener mucha fuerza para enfrentarse al sistema y a cómo está reglamentado, a cambiarse el DNI, a “salir del clóset” en un colegio, a hacer horas de cola para esperar un turno para dentro de tres meses para ver a un endocrinólogue o cirujane”.
Cuando tenía 15 años, Gio tuvo Educación Sexual Integral -ESI- en una materia llamada Salud y Adolescencia, pero no cumplió con sus expectativas. “La explicación fue súper básica y biologicista. Pene, vagina, preservativo, pastillas anticonceptivas. Por suerte, la profesora era flexible y presentamos un proyecto sobre diversidad identitaria y sexual, pero esa iniciativa salió de nosotres. Lastimosamente, muches profesionales no tienen idea de cómo funciona un cuerpo trans, de nuestras experiencias, o de cómo nos afectan los métodos anticonceptivos durante los procesos de hormonización. Es como si en ese momento te dijeran ‘enterate de que sos parte de un experimento’ porque no hay data de personas con 80 años que se hayan hormonado toda la vida”.
«Tengo que reafirmarme constantemente en mis pronombres»
En el caso de Nehuén, recorrer espacios de militancia adolescentes siendo una identidad no binaria resulta “sumamente estresante”. “No hay una forma de identificar que una persona es no binaria y tengo que reafirmarme constantemente en mis pronombres, mi identidad, en cualquier tipo de espacio”, explica. “Además, la mía es una identidad reafirmada en el contexto argentino y latinoamericano, no es la misma identidad no binaria que la de una persona estadounidense y europea. Tenemos que entender desde dónde pararnos porque nuestras necesidades son otras y eso es lo que me gustaría que entendiera la comunidad no binaria argentina”.
“Yo tuve que armar una reunión con una empleada del INADI para enterarme de cosas como que en el colegio tenían que registrarme y respetar mi nombre aunque no hubiera cambiado mi DNI”, cuenta, por su parte, Agustina. Por eso considera que encontrar al Movimiento fue fundamental para difundir y dar herramientas a los demás adolescentes para llevar adelante una escolaridad común y corriente. “A diferencia de lo que se cree, militar la identidad de género dentro del ámbito de las juventudes y el secundario es bastante gratificante porque, lento pero seguro, se está viendo un cambio en la respuesta que tiene la sociedad ante la presencia o posible presencia de personas trans en un secundario y ya se nota a les maestres como a les alumnes con una voluntad mucho más grande de informarse”.
“Eso es bastante esperanzador aunque todavía estamos al tanto de situaciones en las que gente actúa, ya ni siquiera por desinformación, sino en contra de lo que establece la Ley de identidad de género, y me parece que si bien se está logrando una apertura frente a los derechos de personas trans, se está empezando a formar una resistencia de ciertas personas a respetar esta ley”, comenta Agustina. Y agrega: “Me impresiona, en 2019, ver gente dispuesta a comerse una denuncia solo para ver revocado el nombre de une alumne”.
Una cita en el Conti
El sábado 28 de septiembre, en el marco del Festival Futuros que se realiza durante todo el mes en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, el Movimiento de Juventudes Trans abrirá un espacio de encuentro y diálogo para abordar las diversas temáticas en torno a sus experiencias. “Vamos a repasar conceptos básicos, a discutir problemáticas y sobre todo generar un debate donde se puede llegar a una conclusión al respecto”, explica Feliciano.
El encuentro marcará una continuación con el ciclo sobre feminismos y cissexismo, abierto el 6 de septiembre durante la inauguración de la muestra colectiva Re-Existencia, y tendrá lugar a las 17 hs. “La propuesta es hacer un conversatorio completamente abierto a quienes quieran acercarse a tratar estas temáticas para allanar el camino a las generaciones trans por venir”, comenta Agustina.
“Vamos a hablar sobre nuevas masculinidades y sobre cómo abordar este tema que es tan difícil dentro del colectivo LGBT+ y de los feminismos, que nosotros creemos que no están separado, siempre fueron luchas muy compañeras, pero que de repente, ahora, con nuevas generaciones de la comunidad y de pibis feministas, se está generando una discusión bastante problemática acerca del separatismo”, enmarca Gio.
“La idea es preguntarnos cómo afecta eso a las personas trans, cómo juzgamos automáticamente lo que vemos con un rol asignado, un género asignado, cómo construir una transmasculinidad que realmente sea amigable, que no esté demonizada, no caracterizada como el enemigo, y qué hacer con todo esto”, continúa. “Nada de lo que vaya a suceder en el taller va a ser dar una respuesta, sino en plan debate, porque no tenemos una respuesta. La propuesta es pensarlo entre todes”.
Fuente Agencia Presentes
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