Ser feliz y no perderse en el intento
Había puesto en mi facebook la “frase” que preside esta postal, porque ella merece ser pensada y discutida. Y así ha sido, como indican algunos comentarios del facebook. Si la lees, verás que hay en su fondo algunos temas que siguen abiertos:
— No es el cansancio en sí lo que importa, ni el esfuerzo solo… La vida no es pura ascesis, sino mística de amor, en felicidad ((Pero esa mística no existe sin un tipo de esfuerzo a favor de los otros, en la Vida)).
— No quiero sacrificios, dice Oseas y repite Jesús de Nazaret, sino “compasión”, es decir, felicidad compartida ((Pero esa felicidad tampoco existe sin don de sí, es decir, sin darse uno mismo, sin un tipo de sacrificio en amor por los demás)).
Éstas son algunas preguntas que plantea el tema, en un tiempo como el nuestro, enfermizamente ansioso de felicidad… y muy carente de ella. Enfermos estamos, porque morimos y matamos (destruimos) a los otros pero no somos felices, quizá porque matamos (no sabemos amar), quizá porque tampoco sabemos morir… Siga leyendo quien quiera terciar en el tema. Buen día, que seas feliz.
Tres preguntas esenciales
1. ¿Puede uno ser feliz por sí mismo, sin otros, como pensaba aquel poeta excelso (y egoísta) que decía: vivir quiero conmigo / gozar quiero del bien que debo al cielo / a solas, sin testigo / libre de amor, de celos / de odio de esperanza, de recelos? (Fray Luis de León).
(No, Fray Luis, no se puede ser feliz a solas, sin testigo, libre de amor… Ciertamente, hay una felicidad interior, hecha de equilibrio y superación del deseo, como quiere el el Buda/Feliz, iluminado por dentro… Pero es una felicidad que ha de irradiarse en forma de gozo abierto, de compasión cordial, de presencia…).
2. ¿Cómo ser feliz sin que haya otro de quién recibir felicidad, sin darla al mismo tiempo y compartirla con otros, más allá de la pura pareja, en un mundo hecho siempre de otros y otros…? ¿Se puede ser feliz sin estar en-amorado, en el sentido fuerte, y sin abrir esa experiencia en-amorada hacia los otros? Sobre esto meditó y escribió sus más hondos comentarios Ricardo de San Victor, monje del siglo XII, experto en amor de comunión.
(Tienes razón, hermano Ricardo. No hay felicidad sin amor mutuo y compartido, amar y ser amado, amando juntos a un tercero, es decir, a otros (el condilecto…), pues la felicidad de dos solos, cerrados en sí mismos (en sexo, caricia mirada sin fin) acaba perdiendo su savia…Todo amor se abre y quiere no sólo eternidad (futuro) sino efusión de vida compartida, como dos juntos que aman a un tercero, y así se van abriendo, en hijos, hermanos, amigos).
3. Y en tercer lugar ¿se puede ser feliz si sufren otros a mi lado, no sólo los amigos/amantes/familia, sino también los otros/otros que yo no conozco, pero que padecen o mueren de un hambre o injusticia, de la que yo soy de alguna forma responsable? ¿Se puede ser feliz cuando otros, mis hermanos, pasan hambre, quedan expulsados o encerrados en un tipo de cárcel… quizá incluso por mi culpa, como supo Jesús de Nazaret?
(Sí, Jesús, te doy gracias porque has comenzado tu mensaje y camino buscando, irradiando y compartiendo felicidad; porque has querido que los hombres y mujeres sean felices, porque nos has dado la “tabla” de la felicidad (bienaventuranzas…), porque has vivido y muerto por ellas, para que los demás sean felices (los pobres, los hambrientos, los perseguidos…), iniciando así el gran “maratón” de la felicidad mundial, que sigue y seguirá en marcha).
Un tema abierto. Importa no equivocarse en el camino de la felicidad.
El tema es mucho más complejo… pero estoy convencido de que parte de nuestra sociedad alienada y aburguesada, en el mal sentido de la palabra, no quiere ser feliz de verdad porque busca una forma equivocada de serlo:
— Busca en las ramas no en las raíces
— Quiere comprarla con dinero, no descubrirla en la vida, y regalarla, compartirla
Ciertamente, la felicidad es lo importante, no el esfuerzo en sí, ni el sacrificio sin más… pero la verdadera felicidad exige un tipo de negación de esfuerzo, de apertura y compañía… La felicidad es ante todo un don, una luz interior, una compañía
— Es la felicidad de la casa compartida, al fresco de la tarde, con tu esposo/esposa y con tus hijos, bajo la verde parra, junto a la higuera fecunda, en la paz de la aldea y de la tierra (éste es el ideal de gran parte del AT).
— Es la felicidad del que deja que la luz interior le alumbre, y contempla, baila y camina irradiando compasión, dejando todo, para que los demás puedan ser también felices (ésta es la imagen de Buda feliz).
— La felicidad es también la del hombre que muere en la cruz porque ha querido ofrecer felicidad a todos…, a los pobres y excluidos, iniciando sobre el mundo la gran protesta, la revolución de los que quieren ser felices… (Ésta es la imagen de Jesús, que culmina en la Ascensión, que es la fiesta de la felicidad universal).
Ciertamente, hay otros elementos importantes en la felicidad:
Está el dinero, como medio, un dinero para todos (es decir, para ser compartido en amor y confianza…)
Está el trabajo bien hecho, conseguir aquello que yo quiero, en las cosas sencillas/importantes de la vida
Está la salud aceptada, es decir, la aceptación de la vida, en un camino complejo y rico, donde la vida es don y como don ha de asumirse, compartirse, regalarse (aceptando la muerte en manos de la Vida).
Para seguir reflexionando
Ofrezco los comentarios del facebook de ayer. Gracias a todos los que habéis intervenido, especial a M. Cobo y a J. I. Calleja (Buen día Nacho, nos vemos un día). Tú también puedes seguir comentando. Buen día, y buen camino de felicidad.
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