Comentarios desactivados en Jesús, maestro, ten compasión de nosotros
Los diez leprosos
Eran diez leprosos. Era
esa infinita legión
que sobrevive a la vera
de nuestra desatención.
Te esperan y nos espera
en ellos Tu compasión.
Hecha la cuenta sincera,
¿cuántos somos?, ¿cuántos son?
Leproso Tú y compañía,
carta de ciudadanía
nunca os acaban de dar.
¿Qué Francisco aún os besa?
¿Qué Clara os sienta a la mesa?
¿Qué Iglesia os hace de hogar?
*
Pedro Casaldáliga Vivamos de Esperanza
***
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
– “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.”
Al verlos, les dijo:
– “Id a presentaros a los sacerdotes.”
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.
Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo:
– “¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?”
Y le dijo:
– “Levántate, vete; tu fe te ha salvado.”
*
Lucas 17, 11-19
***
Existo como un pequeño fragmento en la realidad ilimitada del mundo. Sin embargo, soy más grande que el mundo, porque mi pensamiento puede alcanzar y rebasar todas las cosas; más aún, es capaz de buscar lo que no se encuentra en el universo, a saber: el significado del universo. Me han sido dados unos pocos años de vida: he nacido y moriré. Sin embargo, mi pensamiento es capaz de atravesar estos estrechos límites y se plantea el problema de lo que había antes y de lo que habrá después. Estoy condicionado por mil instintos interiores y estoy manipulado por mil cosas exteriores que me solicitan. Sin embargo, puedo decidir libremente entre una acción y otra, entre una persona y otra, entre un destino y otro. En mi único ser hay, por tanto, algo que me hace pequeño, efímero, esclavo, y hay algo que me nace grande, duradero, libre.
Existo como alguien que pide ser salvado. Tengo sed de verdad sobre mi origen, sobre mi naturaleza, sobre mi suerte última, pero sé que el riesgo del error me acecha. Tengo sed de una alegría sin fin, pero sé que cada día que pasa me acerca al sufrimiento y a la muerte, y esta perspectiva me entristece ya desde ahora. Tengo sed de vivir en justicia, pero sé que soy, poco o mucho, repetidamente injusto. La salvación que necesito es, por consiguiente, salvación del error, de la muerte, de la culpa.
Esta salvación me ha sido dada por la bondad de Dios, que envió al mundo a mi Salvador: Jesús de Nazaret, crucificado y resucitado, que hoy está vivo y es Señor. El Señor Jesús me salva alcanzándome allí donde me encuentro, con una gratuidad y una misericordia inesperadas. Ahora bien, no me salva como un objeto inerte; al contrario, me concede aceptar libremente la iniciativa del Padre, a través del acto de fe; me concede configurarme libremente en mi conducta a su ley de amor; me permite entregarme libremente a la alabanza, a la acción de gracias, a la imploración a través de la oración.
Comentarios desactivados en Desde zurcir calcetines en adelante, los actos ordinarios ayudan a construir el Reino de Dios
La reflexión de hoy es de la colaboradora de Bondings 2.0 Grace Doerfler, cuya biografía está disponible aquí.
Las lecturas litúrgicas de hoy para el Domingo 27 del Tiempo Ordinario se pueden encontrar aquí.
En el evangelio de hoy (Lucas 17:5-10), los Apóstoles le piden a Jesús más fe, y él responde que la fe del tamaño de una semilla de mostaza puede hacer maravillas.
“Si tuvieras fe del tamaño de un grano de mostaza, le dirías a esta morera: ‘Desarráigate y plántate en el mar’, y te obedecería”, les dice a sus discípulos.
En el pasado, he leído este comentario de Jesús como una especie de reprensión. Pero sentarme con este pasaje de las Escrituras me ha invitado a escuchar estas palabras de Jesús de una manera nueva, como palabras de consuelo. Tan pequeña o débil como podamos imaginar que es nuestra fe a veces, Jesús parece estar diciendo que lo que tenemos para ofrecer es suficiente. Y podemos confiar en que Dios está obrando en nuestras vidas, aumentando los frutos de nuestra fe en formas que no necesariamente podemos imaginar.
La segunda mitad del evangelio de hoy, la imagen de Jesús del siervo humilde y obediente parece a primera vista desconectada de la imagen de la semilla de mostaza. Jesús les dice a sus discípulos que no deben esperar una recompensa rápida por su fe, sino que comparan una vida de discipulado con un largo día lleno de deberes.
No es la imagen más glamorosa, quizás. Pero la espiritualidad de Dorothy Day, conocida por su hospitalidad radical, ofrece una clave para entender las dos mitades de este evangelio. En una meditación sobre la Navidad, escribió:
“Qué simplificación de la vida sería si nos forzáramos a ver que donde quiera que vayamos está Cristo, desgastando los calcetines que tenemos que zurcir, comiendo la comida que tenemos que cocinar, riendo con nosotros, callando con nosotros, durmiendo con nosotros.”
Para Dorothy, el discipulado era un deber, y ese deber era un deleite.
Su vida de servicio a las personas en situación de pobreza y falta de vivienda se basó en pequeños actos de amor: lavar los platos, lavar la ropa, hacer las camas para los invitados, orar por los necesitados.
El ejemplo de discipulado de Dorothy nos muestra que no necesariamente necesitamos un aumento de fe para hacer grandes cosas, como imaginan los apóstoles en el evangelio de hoy. Jesús les asegura a ellos, ya nosotros, que la fe que anima nuestra vida cotidiana es suficiente para que Dios trabaje con ella. La santidad existe en las tareas mundanas que constituyen gran parte de nuestras vidas. Dios magnifica nuestros esfuerzos en formas que no vemos o entendemos de inmediato, como una semilla de mostaza que brota para crecer.
Muchos católicos LGBTQ+ lamentan la exclusión de la comunidad, los sacramentos o el ministerio en función de sus identidades; muchos más lamentan las relaciones tensas con los miembros de la familia o la falta de libertad para expresarse por completo. Hay muchas heridas que necesitan curación.
Pero el evangelio de hoy, y su recordatorio del trabajo diario del discipulado, ofrece un vistazo de cómo podemos responder a estos desafíos. Santas son las formas en que nos cuidamos unos a otros, santas las formas en que alimentamos la fe de los demás. Cuando creamos una comunidad para aquellos que han sido excluidos durante mucho tiempo, ya sea por su estatus socioeconómico, estatus migratorio, discapacidad, raza, orientación sexual o identidad de género, plantamos una semilla. Por pequeños que parezcan nuestros esfuerzos, son precisamente la obra de construir el reino de Dios al que Jesús nos invita en el evangelio de hoy.
En el testimonio constante de nuestras vidas, desde el zurcido de los calcetines, estamos invitados a confiar en que Dios siempre está presente, “riendo con nosotros, callando con nosotros, durmiendo con nosotros”. Servir a Dios entre nosotros en todas las formas que Dios toma no es más que nuestro deber, como nos dice Jesús hoy y como nos recuerda Dorothy Day, pero es un deber que puede arrancar moreras y plantarlas en el mar. A medida que nos amamos y nos cuidamos unos a otros, en la fe de que a quien servimos es Cristo, Jesús promete que nuestra fe como la semilla de mostaza puede hacer más de lo que podemos imaginar.
¿De qué maneras pequeñas y ordinarias puedes, como persona o aliado LGBTQ+, ayudar a construir el reino de Dios? ¿Qué acciones pequeñas y ordinarias de otros han tenido un efecto positivo en usted? Deja un comentario en la sección de abajo.
—Grace Doerfler (ella/ella), New Ways Ministry, 2 de octubre de 2022
Hazme una cruz sencilla,
carpintero…
sin añadidos
ni ornamentos…
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto:
este equilibrio humano
de los dos mandamientos…
sencilla, sencilla…
hazme una cruz sencilla, carpintero.
*
Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza
siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero…
sólo romero.
Que no hagan callo las cosas
ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez,
una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Que no se acostumbre el pie
a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa,
ni la losa de los templos,
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos…
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
No sabiendo los oficios,
los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera…
Que no hagan callo las cosas
en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
***
León Felipe
***
En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:
– “Auméntanos la fe.”
El Señor contestó:
– “Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar.” Y os obedecería.
Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: “En seguida, ven y ponte a la mesa”? ¿No le diréis: ‘Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?
Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.””
*
Lucas 17, 5-10
***
Tener fe en Dios, en el Cristo-Dios, significa haber optado de manera definitiva por fiarse de Dios. Arquímedes buscaba el fulcro gracias al cual su palanca hubiera podido levantar el mundo. Ser creyentes es haber hecho de Dios el fulcro de nuestra propia vida, y el término «roca» que la Escritura aplica con tanta frecuencia a Dios -«Tú eres mi roca y mi baluarte»- se convierte en el fulcro que yo sé que no puede desaparecer. El Dios en quien confío no puede engañarnos ni puede decepcionarnos, pues no sería Dios; no puede dejar de amarnos, pues no nos habría creado. A todas las certezas que el Antiguo Testamento aducía para confirmar a Dios-nuestra-roca se añadía lo que Cristo había prometido al apóstol Pedro, al cambiar su nombre de Simón por Pedro: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Partiendo de esta idea de roca, la inteligencia no carece ni de argumentos ni de luz, porque la fe conduce a la luz. Jesucristo no es una invención de los hombres; los hombres no inventan cosas así o, más exactamente, si las inventan no duran mucho. Pensemos en los dos mil años transcurridos desde el nacimiento de Jesucristo, pensemos también en todas las mediocridades, debilidades, traiciones, que ha habido en la Iglesia… y veremos que habría debido desaparecer, como tantos otros imperios y organizaciones. Sin embargo, a través de algún santo, de algún acontecimiento o de alguna personalidad, la Iglesia vuelve a cobrar vida cada vez, se santifica de nuevo y el árbol que parecía muerto, a punto de ser cortado, vuelve a florecer con nueva vida.
*
Jacques Loew, La felicita di essere uomo. Conversazione con Dominique Xardel, Milán 1992, pp. 22ss
Comentarios desactivados en “Orar desde la duda”. 27 Tiempo ordinario – C (Lucas 17,5-10)
En el creyente pueden surgir dudas sobre un punto u otro del mensaje cristiano. La persona se pregunta cómo ha de entender una determinada afirmación bíblica o un aspecto concreto del dogma cristiano. Son cuestiones que están pidiendo una mayor clarificación.
Pero hay personas que experimentan una duda más radical, que afecta a la totalidad. Por una parte sienten que no pueden o no deben abandonar su religión, pero por otra no son capaces de pronunciar con sinceridad ese «sí» total que implica la fe.
El que se encuentra así suele experimentar, por lo general, un malestar interior que le impide abordar con paz y serenidad su situación. Puede sentirse también culpable. ¿Qué me ha podido pasar para llegar a esto? ¿Qué puedo hacer en estos momentos? Tal vez lo primero es abordar positivamente esta situación ante Dios.
La duda nos hace experimentar que no somos capaces de «poseer» la verdad. Ningún ser humano «posee» la verdad última de Dios. Aquí no sirven las certezas que manejamos en otros órdenes de la vida. Ante el misterio último de la existencia hemos de caminar con humildad y sinceridad.
La duda, por otra parte, pone a prueba mi libertad. Nadie puede responder en mi lugar. Soy yo el que me encuentro enfrentado a mi propia libertad y el que tengo que pronunciar un «sí» o un «no».
Por eso, la duda puede ser el mejor revulsivo para despertar de una fe infantil y superar un cristianismo convencional. Lo primero no es encontrar respuestas a mis interrogantes concretos, sino preguntarme qué orientación quiero dar a mi vida. ¿Deseo realmente encontrar la verdad? ¿Estoy dispuesto a dejarme interpelar por la verdad del Evangelio? ¿Prefiero vivir sin buscar verdad alguna?
La fe brota del corazón sincero que se detiene a escuchar a Dios. Como dice el teólogo catalán E. Vilanova, «la fe no está en nuestras afirmaciones o en nuestras dudas. Está más allá: en el corazón… que nadie, excepto Dios, conoce».
Lo importante es ver si nuestro corazón busca a Dios o más bien lo rehúye. A pesar de toda clase de interrogantes e incertidumbres, si de verdad buscamos a Dios, siempre podemos decir desde el fondo de nuestro corazón esa oración de los discípulos: «Señor, auméntanos la fe». El que ora así es ya creyente.
Comentarios desactivados en “¡Si tuvierais fe … !”. Domingo 02de octubre de 2022. 27º Ordinario
Leído en Koinonia:
Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4: El justo vivirá por su fe. Salmo responsorial: 94: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.” 2Timoteo 1, 6-8. 13-14: No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor. Lucas 17, 5-10: ¡Si tuvierais fe … !
Ofrecemos en primer lugar un comentario bíblico tradicional
El profeta Habacuc nos pone en el contexto del diálogo entre el profeta y Dios, donde el primero toma la iniciativa y pregunta a Dios por la raíz del mal y el sufrimiento que lo rodea. La injusticia, la violencia y la desigualdad parecen convertirse en la única forma de vivir de la sociedad en muchos momentos, no sólo de la historia del pueblo de Dios, sino también de la historia de la humanidad. La queja del profeta es clara: no hay justicia; se vive en una violación sistemática de los derechos básicos provocados por la anomia y la confusión de su tiempo. Sin embargo, la respuesta del Señor, ante la situación, no se hace esperar. El Dios de la historia y la creación hace un llamado al “justo” a la fidelidad y a la confianza. Dios se encuentra con el ser humano en la justicia, en la resistencia pacífica y en la esperanza del ser humano en él.
En la segunda carta a Timoteo el autor nos presenta de dónde procede el ser apóstoles del Señor: del plan divino de la salvación de Dios. Los creyentes hoy estamos exigidos a tomar conciencia que hemos recibido del Señor el don de la fe, de la fortaleza y de la caridad; por tanto, este don recibido demanda una respuesta oportuna. Ante la situación tan compleja, adversa y confusa de nuestra situación mundial, los carismas del Espíritu del resucitado se nos dan para dirigir a la comunidad humana con valentía y dar testimonio de la liberación y salvación del Señor. Dichos dones recibidos de la gracia de Dios, son también, tarea humana, y necesitan ser cultivados e incrementados constantemente para evitar caer en el absurdo y la desesperanza.
En el texto de Lucas vemos a los discípulos, conscientes de su poca fe, de su incapacidad para dar su adhesión plena a Jesús y a su mensaje. Por eso le piden que les aumente la fe. Jesús constata en realidad que tienen una fe más pequeña que un grano de mostaza, semilla del tamaño de una cabeza de alfiler. No dan ni siquiera el mínimo, pues con tan mínima cantidad de fe bastaría para hacer lo imposible: arrancar de cuajo con sólo una orden una morera y tirarla al mar. Este mínimo de fe es suficiente para poner a disposición del discípulo la potencia de Dios.
Miro a mi alrededor y pienso que algo no funciona. Tantos cristianos, tantos católicos, tantos colegios religiosos… Y me pregunto: ¿Cuántos creyentes? ¿Tienen fe los cristianos, los sacerdotes y religiosos, los obispos? ¿Tenemos fe? ¿O tenemos una serie de creencias, un largo y complicado credo que recitamos de memoria y que poco atañe a nuestras vidas?
Las palabras de Jesús siguen resonando hoy. “Si tuvierais fe como un grano de mostaza…” O lo que es igual: si siguierais mi camino, si vivierais según el Evangelio… tendríais la fuerza de Dios para cambiar el sistema.
Sigo mirando a mi alrededor y veo una Iglesia apegada a sus privilegios, que se codea con los poderes fácticos, que depende en muchos países económicamente del Estado, capaz de echarle un pulso al poder político y vencer, identificada con frecuencia con la derecha o el centro, defensora a ultranza de su estatuto de religión verdadera y prioritaria.
Me vuelvo al evangelio y releo sus páginas: “Vende todo lo que tienes y repártelo a los pobres, que Dios será tu riqueza, y anda sígueme a mí” (Lc 18,22). “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero este hombre no tiene dónde reclinar la cabeza” (Lc 9,58). “No andéis agobiados pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo pensando con qué os vais a vestir” (Lc 12,22). “Los reyes de las naciones las dominan y los que ejercen el poder se hacen llamar bienhechores. Pero vosotros nada de eso; al contrario, el más grande entre vosotros iguálese al más joven y el que dirige al que sirve” (Lc 22,25-26).
Pobres, libres, sin seguridades, sin poder, como Jesús. Sólo tiene fe quien se adhiere a este estilo de vida evangélico. Quien no, tiene creencias, que para casi nada sirven. Y así no se puede cambiar ni el sistema religioso ni siquiera el mundano.
Tal vez tengamos que reconocer que somos “siervos inútiles”, pues no andamos en el sistema de la fe, sino en el del cumplimiento de las obras de la ley, como los fariseos, que, al final, de su trabajo tienen que considerarse “siervos inútiles”, pero no “hijos de Dios” que es a lo que estamos llamados a ser, como ciudadanos del Reino que todos anhelamos.
El evangelio de hoy no está recogido en la serie «Un tal Jesús», pero en ella puede encontrarse varios episodios relacionados con el contenido de ese evangelio: https://radialistas.net/category/un-tal-jesus
Añadimos un comentario crítico.
La palabra «fe» es polisémica, tiene significados múltiples, que dependen del contexto de su uso. En el evangelio que hoy leemos, es claro que aparece como sinónimo de coraje, decisión, convicción de entrega… y «esa fe» es la que mueve montañas… o traslada moreras, no necesariamente con una eficacia «sobrenatural», sino a veces simplemente psicológica. Leer más…
Comentarios desactivados en Dom 2.10.22. Vivir es creer. El hombre, animal creyente
Del blog de Xabier Pikaza:
Los que preguntaban a Jesús querían creer él,recrear su vida y la vida de los otros, con el poder que Dios les confiaba, y que ellos descubrían en sí mismos pot medio de Jesús. Así pidieron, así podemos pedir y vivir también nosotros, ese domingo: Auméntanos la fe, haz que nuesta humanidad aumente y sea veradera, de manera que seamos simple y plnenamente humanos.
| X.Pikaza
Texto:
En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: “Auméntanos la fe.” El Señor contestó: “Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar.” Y os obedecería etc. (Lc 17, 5-10)
Sólo trataré de parte de la lectura. Lo que sigue exigiía un estudio más intenso sobre la gratuidad de la fe… No creemos para nada (para ganar cosa ninguna), sino para ser lo que somos, es decir, creyentes, seres de fe.Desarrollaré el tema en dos secciones.
(a) Una visión de la fe, según la Biblia (Cf. Gran Diccionario de la Biblia). Allí, en sus páginas centrales, desde Habacuc hasta Jesús y Pablo se dice que el hombre (el justo) vive de la fe.
(b) Ser hombre es creer. Sentido humano y religioso de la fe. Ciertamente, ser hombre justo es creer; el injusto (en sentido bíblico)no cree en los demás, ni en sí mismo, por eso es violento (adora un poder falso, se cuelga del dinero). En esa línea, si no tiene fe ninguna el hombre en cuanto tal se muere, termina de ser, se destruye a sí mismo.
(1) INTRODUCCIÓN. VISIÓN DE LA FE, SEGÚN LA BIBLIA
La Biblia es un libro de fe. Ciertamente, cuenta las historias del pueblo de Dios y expone argumentos de tipo sapiencial. Pero, en su raíz más honda, ella ofrece un testimonio de fe: una forma de vida que se funda en la fidelidad de Dios, que ofrece y mantiene su palabra, y en la fidelidad de los hombres que le responden.
(1) Antiguo Testamento
En la Biblia hebrea la fe se identifica en el fondo con la fidelidad (es decir, con la firmeza) y también con la verdad, entendida como emuna, en la línea de la firmeza y de la misericordia.
Básicamente, la fe pertenece a Dios, que es el fiel por excelencia, pues « guarda el pacto y la misericordia para con los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones» (Dt 7, 9).
Entendida así, la fe no es algo, que viene en un segundo momento, sino la misma realidad de Dios a quien se entiende no sólo como firme, sino también como misericordioso. En esa línea, el testimonio básico de la fidelidad bíblica lo ofrece la tradición reflejada en Ex 34, 6 donde Dios se presenta como « compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, es decir, en fidelidad» (cf. Jon 4, 2).
La fe del hombre es consecuencia de la fidelidad de Dios. No se trata de creer en cosas, sino de fiarse de Dios, de ponerse en sus manos. Entendida así, la fe constituye la actitud básica del israelita. En un sentido, ella puede identificarse con el amor del que habla el shema (Dt 6, 5: «amarás al Señor, tu Dios…»); en otro sentido, ella aparece como experiencia básica de confianza, en medio de la crisis constante de la vida.
En esta línea se sitúa la afirmación fundamental de Hab 2, 4 (primera lectura de este domingo), cuando afirma que «el justo vivirá por la fe». Justo es aquí el tzadik, el hombre que responde a la llamada de Dios; la vida del justo, así entendido, se identifica con la ‘emuna, la fidelidad de Dios. Frente a la justicia de los pueblos que identifican la verdad don su fuerza, emerge así la verdadera justicia israelita, que se expresa en forma de confianza en Dios. Así podemos decir, en resumen, que Dios es verdadero porque es fiel, porque mantiene su palabra y los hombres (en especial los israelitas) pueden fiarse de él.
(2) Nuevo Testamento. Fe de Jesús.
Toda la vida y mensaje de Jesús aparece como una expresión y cumplimiento de esa fe. Así lo ha condensado Mc 1, 14-15 cuando ofrece el mensaje de Dios (¡llega el reino!) y pide a los hombres que respondan. ¡creed en el evangelio!, es decir: acoged la buena noticia. La vida pública de Jesús, desde su bautismo hasta su muerte, es un ejercicio y despliegue de esta fe en Dios.
Por eso hay que hablar, en primer lugar, de Jesús (como creyente cf. Ap 14, 12), es decir, de la fe de Jesús en Dios. Pero Jesús no es sólo un hombre de fe, sino un portador de fe. Desde ese fondo se entiende su vida pública, el conjunto de los milagros, entendidos como un despliegue de fe. Una y otra vez, Jesús dice a los curados: tu fe te ha salvado (cf. Mc 10, 52; Lc 7, 50; 8, 48 etc.). Esta no es una fe menor, sino la fe en sentido pleno: la confianza en el Dios salvador, que mueve montañas (cf. Mc 11, 23).
(3) Fe y obras.
Pablo ha descollado el sentido de la fe, entendiéndola como experiencia radical de confianza de aquellos que creen en el Dios que ha resucitado a Jesús de entre los muertos (Rom 4, 24). De un modo ejemplar, Pablo ha contrapuesto las dos actitudes del hombre que, a su juicio, están ejemplificadas en un tipo de judaísmo (o judeo-cristianismo) que interpreta la vida del hombre desde sus obras (desde lo que él hace) y el verdadero cristianismo, que define la vida desde la fe.
La oposición entre las obras de la ley y la fe mesiánica (en el Dios de Cristo) constituye el centro del evangelio de Pablo (cf. Gal 3, 1-10; Rom 3, 20-24).
Esa oposición constituye sigue estando en el centro de la controversia bíblica entre católicos y protestantes:
‒ Lutero acusó a un tipo de católicos-romanos de su tiempo de haber vuelto a fundar la religión en las obras, entendidas sobre todo en línea moralista y ritual;
‒ el Concilio de Trento respondió que la misma fe se expresa en unas obras, que no han de entenderse como expresión del orgullo del hombre, sino como signo de su fidelidad a Dios. La controversia, en la que se oponía la visión de Pablo y un tipo de interpretación de Sant 2, 14-26, sigue estando en la base de hermenéutica católica y protestante, aunque actualmente las oposiciones se han limado, de manera que se habla más de diferencia de matices que de contraposición de fondo.
(4) Fe, esperanza amor.
Una de las formulaciones más influyentes sobre el sentido de la fe es la que Pablo ofrece en 1 Tes 1, 3, cuando dice:
«Nos acordamos sin cesar, delante del Dios y Padre nuestro, de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de la perseverancia de vuestra esperanza en nuestro Señor Jesucristo».
De esa manera, como de pasada, Pablo ha descrito el sentido de las tres actitudes básicas de la vida cristiana, que la tradición posterior interpreta como «virtudes teologales», es decir, como expresión del encuentro del hombre con Dios.
— Todo en la relación del hombre con Dios es «obra de fe» (ergon tês pisteôs), signo y presencia de la fe que actúa.
— Todo es despliegue o trabajo de un amor (kopos tês ágapes) que se manifiesta en la entrega de la vida, en manos de Dios, al servicio de los otros.
— Todo es finalmente paciencia o perseverancia de la esperanza (hypomonê tês elpidos), expresión de un camino abierto hacia el reino.
Más que virtudes en sentido clásico (de vir, obra de varón), esos gestos constituyen la esencia de la vida creyente y son inseparables, de manera que cada uno está implicado en el otro.
(2) SER HOMBRE ES CREER. SENTIDO HUMANO Y RELIGIOSO DE LA FE. La fe constituye el tema y sentido central del evangelio y de la Biblia entera, que hemos definido como libro de fe (entrada anterior). La fe no es sumisión ante un poder superior (que decide las cosas de antemano, de un modo fatal), ni es dependencia pasiva, ni credulidad ante lo desconocido, ni aprobación ciega de verdades superiores, sino la presencia (experiencia) de Dios en la vida del hombre, que así se defina y actúa como aquel que “vive de la fe” (Hab 2, 4).
(1) Fe. El hombre, animal de fe
Creo, luego existo. Ciertamente, el hombre es “animal racional”, como se ha dicho desde antiguo, un viviente capaz de pensar, y en esa línea Descartes ha empezado diciendo “pienso, luego existo”.
‒ Unos le han definido como el animal que es capaz de organizar y dirigir el mundo,produciendo bienes de consumo (en una línea evocada por la Biblia en Gen 128-29, de manera que ha podido decirse “trabajo y produzco, luego existo”.
‒ Algunos le entienden como voluntad de poder (me esfuerzo y dominio, me impongo, luego existo). En el límite han estado y siguen estando los que se definen como conquistadores (exploro, me arriesgo, conquisto, y por eso estoy vivo…).
‒ Otros, en fin, toman al hombre como ser capaz de poseer, aquel que se define por aquello que acumula y tiene, convirtiéndose de esa forma en siervo de su capital (acumulo propiedades, y ellas me poseen, luego, luego existo).
Todas estas perspectivas (especialmente las primeras) pueden tener cierto valor, pero al llegar hasta el final, allí donde se identifica al hombre con su capital, el hombre muere, como sabe bien la Biblia (cf. Mt 6, 24), porque en su verdad originaria el hombre es un “creyente”, y sólo puede realizarse como humano porque “cree”: acepta la vida como don y cree en ella, y así la comparte, como sabe y dice la Biblia en sus páginas más hondas, desde Hab 2, 4 a Rom 1, 17, desde Is 7, 9 hasta Heb 11, 1. Por eso, en el principio de la experiencia antropológica de la Biblia esta una palabra que dice: «Creo, luego existo”, es decir, «Dios cree en mí, y de esa forma puedo vivir como humano».
(2) Fe, primer conocimiento.
‒ Plantas y animales nacen desde fuera, dentro de un proceso cósmico que les hace y determina, no necesitan creen para vivir (aunque en un determinado plano la confianza es necesaria en los vivientes superiores, sobre todo en aquellos que han sido domesticados por los hombres). Leer más…
Después de la parábola del rico y Lázaro, Lucas empalma cuatro enseñanzas de Jesús a los apóstoles a propósito del escándalo, el perdón, la fe y la humildad. Son frases muy breves, sin aparente relación entre ellas, pronunciadas por Jesús en distintos momentos. De esas cuatro enseñanzas, el evangelio de este domingo ha seleccionado sólo las dos últimas, sobre la fe y la humildad (Lucas 17,5-10).
Menos fe que un ateo
En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:
‒ Auméntanos la fe.
El Señor contestó:
‒ Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa montaña: «Arráncate de raíz y plántate en el mar». Y os obedecería.
El evangelio de Mateo cuenta algo parecido: un padre trae a su hijo, que sufre ataques de epilepsia, para que lo curen los apóstoles. Ellos no lo consiguen. Aparece Jesús, y lo cura de inmediato. Los apóstoles, admirados, le preguntan por qué ellos no han sido capaces de curarlo. Y Jesús les responde: “Por vuestra poca fe. Si tuvierais fe como un grano de mostaza…”
Lucas le da un enfoque distinto, más irónico y malicioso. En su evangelio los apóstoles no buscan la explicación a un fracaso, sino que formulan una petición: “Auméntanos la fe”.
¿Qué piden los apóstoles? ¿Qué idea tienen de la fe? Ya que no eran grandes teólogos, ni habían estudiado nuestro catecismo, su preocupación no se centra en el Credo ni en un conjunto de verdades. Si leemos el evangelio de Lucas desde el comienzo hasta el momento en el que los apóstoles formulan su petición, encontramos cuatro episodios en los que se habla de la fe:
Jesús, viendo la fe de cuatro personas que le llevan a un paralítico, lo perdona y lo cura (5,20).
Cuando un centurión le pide a Jesús que cure a su criado, diciendo que le basta pronunciar una palabra para que quede sano, Jesús se admira y dice que nunca ha visto una fe tan grande, ni siquiera en Israel (7,9).
A la prostituta que llora a sus pies, le dice: “Tu fe te ha salvado” (7,50).
A la mujer con flujo de sangre: “Hija, tu fe te ha salvado” (8,48).
En todos estos casos, la fe se relaciona con el poder milagroso de Jesús. La persona que tiene fe es la que cree que Jesús puede curarla o curar a otro.
Pero la actitud de los apóstoles no es la de estas personas. En el capítulo 8, cuando una tempestad amenaza con hundir la barca en el lago, no confían en el poder de Jesús y piensan que morirán ahogados. Y Jesús les reprocha: “¿Dónde está vuestra fe? (8,25). La petición del evangelio de hoy, “auméntanos la fe”, empalmaría muy bien con ese episodio de la tempestad calmada: “tenemos poca fe, haz que creamos más en ti”. Pero Jesús, como en otras ocasiones, responde de forma irónica y desconcertante: “Vuestra fe no llega ni al tamaño de un grano de mostaza”.
¿Qué puede motivar una respuesta tan dura a una petición tan buena? El texto no lo dice. Pero podemos aventurar una idea: lo que pretende Lucas es dar un severo toque de atención a los responsables de las comunidades cristianas. La historia demuestra que muchas veces los papas, obispos, sacerdotes y religiosos/as nos consideramos por encima del resto del pueblo de Dios, como las verdaderas personas de fe y los modelos a imitar. No sería raro que esto mismo ocurriese en la iglesia antigua, y Lucas nos recuerda las palabras de Jesús: “No presumáis de fe, no tenéis ni un gramo de ella”.
Ni las gracias ni propina
En línea parecida iría la enseñanza sobre la humildad. El apóstol, el misionero, los responsables de las comunidades, pueden sufrir la tentación de pensar que hacen algo grande, excepcional. Jesús vuelve a echarles un jarro de agua fría.
Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «En seguida, ven y ponte a la mesa»? ¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú»? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer».
La parábola es de una ironía sutil. Al principio, el lector u oyente se siente un gran propietario, que dispone de criados a los que puede dar órdenes. Al final, le dicen que el propietario es Dios, y él es un pobre siervo, que se limita a hacer lo que le mandan. El mensaje quizá se capte mejor traduciendo la parábola a una situación actual.
Suponed que entráis en un bar. ¿Quién de vosotros le dice al camarero: «¿Qué quiere usted tomar?». ¿No le decís: «Una cerveza», o «un café»? ¿Tenéis que darle las gracias al camarero porque lo traiga? ¿Tenéis que dejarle una propina? Pues vosotros sois como el camarero. Cuando hayáis hecho lo que Dios os encargue, no penséis que habéis hecho algo extraordinario. No merecéis las gracias ni propina.
Un lenguaje duro, hiriente, muy típico del que usa Jesús con sus discípulos.
El profeta Habacuc y la fe (Hab 1,2-3; 2, 2-4)
Advierto de entrada que esta lectura solo se relaciona con el evangelio por la frase final: “El justo vivirá por su fe”. Sin embargo, su temática es tan actual que la comento brevemente.
El librito del profeta Habacuc es de los más breves y de los más desconocidos. Una lástima, porque el tema que trata es el que estamos viviendo desde hace meses: la injusticia del imperialismo. Nosotros hablamos de Rusia y su invasión de Ucrania. Habacuc recuerda las invasiones sucesivas de Asiria, Egipto y Babilonia. El profeta comienza quejándose a Dios.
¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que escuches?
¿Te gritaré “violencia” sin que salves?
¿Por qué me haces ver desgracias,
me muestras trabajos, violencias y catástrofes,
surgen luchas, se alzan contiendas?
Habacuc no comprende que Dios contemple impasible las desgracias de su tiempo, la opresión del faraón y de su marioneta, el rey Joaquín. Y el Señor le responde que piensa castigar a los opresores egipcios mediante otro imperio, el babilónico (1,5-8). Pero esta respuesta de Dios es insatisfactoria: al cabo de poco tiempo, los babilonios resultan tan déspotas y crueles como los asirios y los egipcios. Y el profeta se queja de nuevo a Dios: le duele la alegría con la que el nuevo imperio se apodera de las naciones y mata pueblos sin compasión. No comprende que Dios «contemple en silencio a los traidores, al culpable que devora al inocente». Y así, en actitud vigilante, espera una nueva respuesta de Dios.
El Señor me respondió así:
«Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido.
La visión espera su momento, se acerca su término y no fallará;
si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse.
El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe.»
La visión que llegará sin retrasarse es la de la destrucción de Babilonia. El injusto es el imperio babilonio, que será castigado por Dios. El justo es el pueblo judío y todos los que confíen en la acción salvadora del Señor. El mensaje de Habacuc es un grito de esperanza y de fe en un futuro mejor, aunque podamos tener la impresión de que se retrasa o no llega nunca.
Este tema no tiene relación con la petición de los discípulos. Pero las palabras finales, “el justo vivirá por su fe”, tuvieron mucha importancia para san Pablo, que las relacionó con la fe en Jesús. Este puede ser el punto de contacto con el evangelio. Porque, aunque nuestra fe no llegue al grano de mostaza ni esperemos cambiar montañas de sitio, esa pizca de fe en Jesús nos da la vida, y es bueno seguir pidiendo: “auméntanos la fe”.
Cuando un niño nace lo colocan sobre su madre, y el niño no teme, confía. Se siente envuelto en la ternura de quien lo acaba de dar a luz. Esto es la fe, esa confianza de quién se abandona, de quien se entrega a vivir en Dios.
Cuando observo a los niños en brazos de sus padres, entiendo lo que es vivir en Dios. Cuando al niño algo le asusta o le asalta el miedo, corre a abrazarse a sus padres, y ahí se relaja, nada malo puede suceder.
El temor, el miedo, es vivir en el ego. En nuestra propia superficie marcada por patrones culturales, sociales, familiares. El miedo surge ante determinadas situaciones que no sé resolver o que no soy capaz de afrontar. El miedo no sano es un producto de la mente y por tanto aprendido. Este miedo solo existe en nuestra mente, en nuestro imaginario y es alimentado por él.
Lo importante no es creer en Dios, sino experimentar a Dios, porque si le experimento creeré en Él. La experiencia se convierte en depósito de nuevas experiencias. La fe es dejar a Dios ser Dios en nosotras y que se realice Su Voluntad. Confiar en Dios significa dejar de girar alrededor de un@ mism@, para vivir en la Profundidad donde yo soy y Él habita.
El aumento de fe no es un tema de cantidad sino de esencia. Pasar de la seguridad en las cosas o en los méritos propios a confiar en las posibilidades que Dios nos otorga.
La fe es descubrirnos habitad@s de semillas de infinitud que hay que abonar todos los días, porque la fe es dinámica, y es una actitud ante la vida que marca toda nuestra existencia.
Oración
Haz, Señor, que nuestra fe aumente
al contacto del encuentro diario contigo,
otórganos la capacidad de despertar a nuestro ser niñ@s
que, confiadas, se abandonan en Ti.
Te lo expresamos a Ti, Padre, por medio de Jesús, tu Hijo
y mediante la fuerza y la ternura de la Santa Ruah.
Comentarios desactivados en Si tuviera un mínimo de fe-confianza no necesitaría cambiar nada.
Lc 17,5-12
DOMINGO 27 (C)
Lc 17,5-12
Sigue el evangelio con propuestas aparentemente inconexas, pero Lucas sigue un hilo conductor muy sutil. Hasta hoy nos había dicho, de diversas maneras, que no pongamos la confianza en las riquezas, en el poder, en el lujo; pero hoy nos dice: no la pongas en tu falso ser ni en la obras que salen de él, por muy religiosas que sean. Confía solamente en “Dios”. Los que se pasan la vida acumulando méritos, no confían en Dios sino en sí mismos. La salvación por puntos es lo más contrario al evangelio. Ese Señor al que tengo que rendir cuentas tiene que dejar paso al Dios que es el fundamento de mi ser.
Una vez más debemos advertir que las Escrituras no se pueden tomar al pie de la letra. Si lo entendemos así, el evangelio de hoy es una sarta de disparates. En realidad son todos símbolos que nos tienen que lanzar a buscar un significado mucho más profundo de lo que aparenta. Ni hay un dios fuera a quien servir, ni hay un yo raquítico que patalea ante su Señor. Cada uno de nosotros es solo la manifestación de Dios que, a través nuestro, manifiesta su poder para hacer un mundo más humano. No hay un mí ningún yo que pueda atribuirse nada. Ni hay fuera un YO al que pueda llamar Dios. Ni Dios puede hacer nada sin mí, ni yo puedo hacer nada sin él. ¿De qué puedo gloriarme?
La petición que hacen los apóstoles a Jesús está hecha desde una visión mítica de Dios, del hombre y del mundo. La parábola del simple siervo, cuya única obligación es hacer lo mandado, refleja la misma perspectiva. Ni Dios tiene que aumentarnos la fe, ni somos unos siervos inútiles, ni necesitamos poderes especiales para trasplantar una morera al mar. La religión ha metido a Dios en esa dinámica y nos ha metido por un callejón sin salida. Descubrir lo que realmente somos sería la clave para una total confianza en Dios, en la vida, en cada persona. El mismo relato nos da pistas para salir del servilismo al dios cosa.
Jesús no responde directamente a los apóstoles porque la petición no está bien planteada. No se trata de cantidad, sino de autenticidad. Jesús no les podía aumentar la fe, porque aún no la tenían ni en la más mínima expresión. La fe no se puede aumentar desde fuera, tiene que crecer desde dentro como la semilla. A pesar de ello, en la mayoría de las homilías que he leído, se termina pidiendo a Dios que nos aumente la fe. Efectivamente, podemos decir que la fe es un don de Dios, pero un don que ya ha dado a todos. ¿Que Dios sería ese que caprichosamente da a unos una plenitud de fe y deja a otros tirados? Viendo cada una de sus criaturas, descubrimos lo que Dios está haciendo en ellas en cada momento.
Al hablar de la fe en Dios, damos a entender que confiamos en lo que nos puede dar. Se interpretó la respuesta de Jesús como una promesa de poderes mágicos. La imagen de la morera, tomada al pie de la letra, es absurda. Con esta hipérbole, lo que nos está diciendo el evangelio es que toda la fuerza de Dios está ya en cada uno de nosotros. El que tiene confianza podrá desplegar toda esa energía. Lo contrario de la fe es la idolatría. El ídolo es un resultado automático del miedo. Necesitamos el ser superior en quien poder confiar cuando no puedo confiar en mí. Dios no anda por ahí jugando a todopoderoso. Tampoco nosotros podemos utilizar a Dios para cambiar la realidad que no nos gusta.
La fe no es un acto sino una actitud personal fundamental y total que imprime un sí definitivo a la existencia. Confiar en lo que realmente soy me da una libertad de movimiento para desplegar todas mis posibilidades humanas. Nuestra fe sigue siendo infantil e inmadura, por eso no tiene nada que ver con lo que nos propone el evangelio. La mayoría de los cristianos no quieren madurar en la fe por miedo a las exigencias que esto conllevaría. La fe es una vivencia de Dios, por eso no tiene nada que ver con la cantidad. El grano de mostaza, aunque diminuto, contiene vida exactamente igual que la mayor de las semillas. Esa vida, descubierta en mí, es lo que de verdad importa.
Tanto a nivel religioso como civil, cada vez se tiene menos confianza en la persona humana. Todo está reglamentado, mandado o prohibido, que es más fácil que ayudar a madurar a cada ser humano para que actúe por convicción. Estamos convirtiendo el globo terráqueo en un inmenso campo de concentración. No se educa a los niños para que sean ellos mismos, sino para que respondan automáticamente a los estímulos que les llegan. Los poderosos están encantados, porque esa indefensión les garantiza un total control sobre la población. Lo difícil es educar para que cada individuo sea él mismo y responda personalmente ante las propuestas de salvación que le llegan.
Para nosotros, creer es el asentimiento a unas verdades teóricas, que no comprendemos. Esa idea de fe, como conjunto de doctrinas, es completamente extraña tanto al Antiguo Testamento como al Nuevo. En la Biblia, fe es equivalente a confianza en… Pero incluso esta confianza se entendería mal si no añadimos que tiene que ir acompañada de la fidelidad. La fe-confianza bíblica supone la fe, la esperanza y el amor. Esa fe nos salvaría de verdad. Esa fe no se consigue con imposiciones porque nace de lo más hondo del ser.
No debemos esperar que Dios nos libre de las limitaciones, sino de encontrar la salvación a pesar de ellas. Esa confianza no la debemos proyectar sobre una Realidad que está fuera de nosotros y del mundo. Debemos confiar en un Dios que está y forma parte de la creación y de nosotros. Creer en Dios es apostar por el hombre. Es estar construyendo la realidad material, y no destruyéndola; es estar por la vida y no por la muerte: por el amor y no por el odio, por la unidad y no por la división. ¿Por qué tantos que no “creen” nos dan sopas con honda en la lucha por defender la naturaleza, la vida y al hombre?
Superada la fe como creencia, y aceptando que es confianza en…, nos queda mucho camino por andar para una recta comprensión del término. La fe que nos pide el evangelio no es la confianza en un señor poderoso por encima y fuera del mundo, que nos puede sacar las castañas del fuego. Se trata más bien, de la confianza en el Dios inseparable de cada criatura, que la atraviesa y la sostiene en el ser. Podemos experimentar esa presencia como personal y entrañable, pero en el resto de la creación se manifiesta como una energía que potencia y especifica cada ser en sus posibilidades. Creer en Dios es confiar en la posibilidad de cada criatura para alcanzar su plenitud.
La mini parábola del simple siervo nos tiene que llevar a una profunda reflexión. No quiere decir que tenemos que sentirnos siervos y menos aún, inútiles sino todo lo contrario. Nos advierte que la relación con Dios como si fuésemos esclavos nos deshumaniza. Es una crítica a la relación del pueblo judío con Dios que estaba basada en el estricto cumplimiento de la Ley, y en la creencia de que ese cumplimiento les salvaba. La parábola es un alegato contra la actitud farisaica que planteaba la relación con Dios como un toma y da acá. Si ellos cumplían lo mandado, Dios estaba obligado a cumplir sus promesas. Es la nefasta actitud que aún conservamos nosotros.
Meditación
Si la confianza no es absoluta y total no es confianza.
El mayor enemigo de la fe-confianza son las creencias,
porque exigen la confianza en ellas mismas.
Tener fe no es esperar que las cosas cambien.
Es ser capaz de bajar al fondo de mí mismo,
para anular el efecto negativo de cualquier limitación.
Cuando Jesús quiere resaltar una idea crucial, lanza una exageración descabellada y ya nunca se olvida. Son muchas las que hallamos en el evangelio y que hoy, veintiún siglos más tarde, seguimos recordando y saboreando con deleite: «Coláis el mosquito y os tragáis el camello» «Ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo» «Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino» … y tantas otras…
Estas exageraciones extremas tienen una gran fuerza, y esa fuerza estriba en que en ellas nos vemos reflejados de forma tan fidedigna, que nos sentimos concernidos y movidos a reflexión. Jesús, gran conocedor de la condición humana, sabe que este lenguaje resulta mucho más interpelante que los razonamientos lógicos tan de nuestro gusto y del gusto de los sabios y entendidos, y lo usa con frecuencia.
Su formulación paradójica primero nos sorprende, luego nos revela la verdad profunda que encierra y no la olvidamos jamás. Refiriéndonos al pasaje de hoy, en sus paralelos de Mateo y Marcos se alude a la capacidad de la fe de mover montañas, y lo que en principio parece una boutade sin fundamento, se convierte en uno de los mensajes más relevantes del evangelio.
Porque nos está diciendo que no seamos tímidos ni timoratos; que, si tenemos fe en la fuerza del Espíritu, seremos capaces de cambiar el mundo para convertirlo en el reino de Dios, es decir, seremos capaces de mover la mayor montaña que alguien haya podido imaginar… Ése es el sueño de Jesús y la misión que nos encargó a sus seguidores, pero estamos perdiendo la batalla porque no tenemos ninguna fe en la victoria. Derrotados de antemano, bajamos los brazos como los boxeadores que se sienten impotentes ante su rival, y Jesús nos dice desde el rincón del cuadrilátero: “No os rindáis, no os resignéis, está a vuestro alcance, y si tenéis fe lo lograréis”.
Jesús nos está exhortando a que confiemos en la victoria y sigamos en la brecha, pero ¿cómo hacerlo?… En primer lugar, debemos saber que contamos con una gran ventaja, y es que los criterios evangélicos (cuando son genuinos) resultan sumamente contagiosos. Pero también debemos saber que el fundamento de estos criterios es el amor del Padre, y que el mundo nunca creerá en ese amor si en torno suyo solo ve egoísmo, ambición, opresión e injusticia. Nosotros creemos porque lo hemos visto en Jesús, y el mundo creerá si lo ve en nosotros.
«Que los hombres vean en vuestras buenas obras el amor del Padre» … Jesús cree que con esta actitud podemos cambiar el mundo; que, de esta forma tan sencilla, aunque exigente, seremos capaces de mover esa montaña descomunal que hoy nos parece inamovible.
Comentarios desactivados en ¿Fe o acción? Todo o nada.
El texto de Lucas 17,5-10 responde al deseo de la fe. Queremos que nuestra fe crezca, que inunde nuestras vidas. Pero como veremos, esto no resulta tan sencillo.
Según el relato lucano, tanto la fe como la acción que se deriva de ella tienen una dimensión colectiva más que individual. Los apóstoles piden a Jesús que les aumente la fe. Es una petición conjunta y no meramente individual. Y Jesús también les responde en plural diciéndoles: “si tuvierais fe”. Y a continuación ubica la fe en relación con la acción también grupal en respuesta a un mandato también dirigido a un colectivo: “cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado”. Tres acciones conjuntas entonces, el pedido de la fe, la respuesta dirigida a un grupo y una acción conjunta que responde a una voluntad trascendente.
Los apóstoles situaban la fe en el campo de la cantidad y por eso piden a Jesús que se las aumente. Consideran que tienen un poco de fe, pero que no es suficiente. Jesús cambia el centro de la conversación: no se trata de que sea mucha o poca la fe; se trata de tenerla, aunque sea muy pequeña y se trata de tenerla juntos y situarla en una forma de acción que sea respuesta a la voluntad de Dios.
La fe se vincula así a la acción, comprendida esta última en el marco de una relación trascendente que posibilita precisamente tanto la fe como la acción. Con dos ejemplos, Jesús expondrá esta situación.
El primer ejemplo nos remite a la interpretación de la naturaleza, muy utilizada por Jesús como modelo de realidad. La fe se representaría como un grano de mostaza, y la acción consecuente se parecería a la palabra dirigida a una montaña que recibe una orden desproporcionada a la realidad natural y creatural. Es probable que este relato hiciera referencia a tradiciones mitológicas de la época en la que los dioses y las diosas eran las encargadas de erigir montañas o hacer fluir los ríos y dar vigor a los mares. En ese contexto, la fe aparecería como una forma relacional con la trascendencia que haría capaz de realizar acciones que manifiestan la voluntad divina.
El segundo ejemplo, habla de un señor que tiene criados o pastores, quienes realizan lo que se les ordena. Otra vez, Jesús pone la cuestión de la fe en relación directa a la acción, una acción directamente relacionada con un mandato, que ha de cumplirse.
Así la fe no es cuestión de cantidad sino de hacer y actuar. Y es un actuar conjunto que exige un discernimiento también conjunto de la voluntad de Dios. Ciertamente se trata de un texto muy exigente que pone a la fe entre el todo o nada. No hay poca fe; hay o no hay. Y esta fe, tan pequeña como inconmensurable, se basa en una relación y comunicación con Dios que moviliza al cosmos y a las personas. Como dijimos al comienzo, esto no resulta para nada sencillo.
Desde la mente -o estado mental de consciencia-, esas palabras de Jesús –“somos siervos inútiles”- suenan intolerables, ya que parecen promover una actitud de sometimiento y auto-desvalorización, que choca frontalmente con la primera apetencia del ego, que reclama sentirse reconocido y valorado. Más todavía en un contexto sociocultural que hace de la autoestima y, más profundamente, del protagonismo del yo sus señas de identidad.
Es cierto que, en algunas ocasiones, aquella expresión se leyó en clave de autodesprecio y, en otras, sirvió de pretexto para alimentar una “falsa humildad”.
Entre ambas lecturas extremas y erradas, la expresión de Jesús apunta a una sabiduría que trasciende la mente y desvela el funcionamiento último de lo real.
Desde la mente, nos consideramos hacedores (más o menos) autónomos y libres, a la vez que presumimos de nuestra capacidad de control. Y en ese plano es así, de la misma manera que, mientras estamos dormidos, creemos que todo lo que aparece en nuestros sueños es completamente real.
Sin embargo, apenas trascendida la mente, la percepción cambia por completo. La comprensión nos muestra que el yo es solo un “objeto” más dentro del mundo de las formas: la ilusión de ser el hacedor libre es condición para que funcione todo este despliegue del llamado mundo de las formas. Pero es solo eso: una ilusión. Hasta el punto de poder afirmar que, mientras permaneces en el estado mental, estás hipnotizado, viviendo un espejismo, algo que no es más que fruto de tu propia creencia.
El único actor real es el sujeto. Y el único sujeto que merece ese nombre -lo que no puede ser observado, Eso que es consciente de todos los objetos- es la consciencia (o la vida o la totalidad).
¿Qué significan, entonces, las palabras de Jesús? El reconocimiento de que no hay ningún yo hacedor, no hay nadie que haga nada; todo se hace a través de nosotros. La expresión “siervo inútil” equivale al término “cauce” o “canal”. Y ningún canal presume de hacer algo. El único sujeto realmente real -aquello que permanece cuando todo cambia- es la vida que se despliega, lo cual, en la admirable paradoja de lo real, no niega que, en el nivel de las formas, sigamos funcionando como si fuéramos hacedores libres.
Vivimos creyendo que somos libres, pero sabemos que no lo somos. Solo hay un sujeto: la consciencia o la vida. Y Eso es lo que realmente somos. Lo que llamamos “yo” es solo un “siervo inútil”, que se engaña cuando se apropia de la acción o cuando cae -por utilizar el lenguaje de los sabios- en la “falsa sensación de autoría”.
Comentarios desactivados en Ya quisiéramos tener ateos como Dios manda.
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01.- Creer.
Las lecturas de hoy nos sitúan ante la dimensión creyente del ser humano, ante la fe.
Todo ser humano cree en algo o en alguien. No se puede vivir por largo tiempo y con sentido sin creer, sin tener alguna fe. Incluso el nihilista, quien dice no creer en nada, es un ferviente creyente en la nada.
El justo vive por la fe, escuchábamos en la primera lectura. En el evangelio los discípulos le pedían a Jesús: “auméntanos la fe”.
Esta afirmación: el justo vive por la fe aparece varias veces en la Biblia. Sobre todo será una piedra fundamental en el pensamiento de San Pablo, (Romanos 1:17, Gálatas 3:11, y aunque no es de Pablo, aparece también en Hebreos 10:38).
Hemos recibido la invitación del Señor vivir de la fe: si tuvierais un poco de fe la vida sería posible.
02.- La fe es el acto más central de la existencia.
La fe, lo que uno piensa y cree es lo más central de la existencia humana. Necesitamos creer, confiar en algo o en Alguien para vivir humanamente. Nos podremos equivocar de dioses (ídolos) y de fe, pero necesitamos “alguna fe” para vivir. El mismo Nietzsche (ateo por excelencia) decía: “mejor cualquier fe a ninguna fe”.
La fe -lo que creemos- ilumina toda nuestra vida, todas nuestras opciones, todos nuestros pasos. Vivimos de y conforme a lo que creemos.
Quien cree (fe) en la patria, en el dinero, en el poder, toda su vida, su pensamiento, su ética-moral se verán coloreadas por tal fe, porque uno vive “por y para” esa realidad en la que ha puesto su confianza.
De hecho hay muchas personas que tienen un ídolo como dios, aunque después practiquen una religión. Hay personas (ideologías) cuyo dios es la patria, aunque al mismo tiempo “consuman” alguna religión, practiquen algún rito, etc.
Podríamos traducir la expresión de Habacuc y de San Pablo por: “uno vive de lo que cree y para lo que cree”. El justo, el ser humano vive por la fe.
Vivir en una permanente desconfianza es muy difícil, si no imposible. Para vivir hay que creer (confiar) en la vida, en los demás, en Dios. Lo problemático en la vida no es confiar, sino desconfiar. Nos es necesaria la fe, alguna fe, para vivir equilibradamente como personas.
03.- Dos aspectos de la fe
+ La fe como confianza: así la fe es “creer a Dios”, más que creer en Dios, creer es fiarse de Dios, creer a Dios. Es la llamada fe fiducial: la fe como apoyo en Dios, como confianza, como descanso último en Dios.
+ Por otra parte la fe tiene también el aspecto de contenido: creemos en algo o en Alguien… La fe, en este sentido es un credo, un núcleo, un dogma.
Pero me parece que es más importante la confianza.
La formulación de la fe, el credo, el dogma o el catecismo apenas pueden expresar todo lo que pretende definir la teología. Ni la Biblia, ni el catecismo pueden abarcar a Dios, JesuCristo, la esperanza, el cielo…
Por otra parte la doctrina, los dogmas, la liturgia, etc. pueden evolucionar (evolución del dogma).
Por eso, en principio la fe no es un libro, sino una actitud: creer es fiarse, confiar: “sé de quién me he fiado“, dirá San Pablo…
Pensemos, por otra parte, que el luterano, el ortodoxo confían en Cristo como nosotros, aunque la formulación doctrinal tenga variantes y diferencias.
04.- Creer hoy
En este momento cultural probablemente, es más importante y más urgente subrayar y recuperar la fe como confianza: precisamente porque hemos perdido la fe y la confianza: no solamente en Dios sino en todo y en todos. Un ciudadano normal y medio de entre nosotros ha perdido -ha podido perder- la confianza en las ideologías, en los sistemas de pensamiento, hemos podido perder la confianza en estructuras e instituciones que secularmente han sostenido y fundamentado nuestra vida:
El siglo XIX entonó el requiem por Dios, por todo valor (Nietzsche) y todavía no hemos terminado los funerales. Dios ha muerto…
Dios ha muerto, Marx ha muerto, la política está agonizando, lo eclesiástico va como va… ¿En quién vamos poner nuestra confianza? Podríamos hacer nuestra la respuesta de Pedro a Jesús: ¿A dónde vamos a ir si solamente Tú tienes palabras de vida eterna?
05.- Confiemos en Dios.
Necesitamos creer a Dios, fiarnos de Dios.
Confiar hace bien al ser humano.
A la fe no vamos a volver retornando a las posturas más intransigentes, cuando no fanáticas, sino confiando. [1] La misericordia es mejor que el fanatismo.
Quiera Dios que el obispo que nombren para nuestra diócesis sea un hombre de confianza y no un doctrinario fanático.
06.- Acojamos y generemos confianza
La confianza es buena, hace bien, sana. Pongamos nuestra existencia en Dios, confiemos y generemos confianza y paz en nuestro derredor.
Abiertos al ser, a Dios, a Cristo digamos el acto de fe:
¡Señor, auméntanos la fe!
[1] Con Francisco, la intransigencia casi fanática de la doctrina (que no verdad) ha dejado paso a la bondad y la misericordia. La Iglesia está dejando de ser un tribunal inquisicional y está pasando a ser un redil, un hogar, un lugar de misericordia.
Comentarios desactivados en ¿Quién era Jesús para la reina Isabel II?
(Jane Barlow/Pool Photo via AP, File)
Hoy, 19 de septiembre, se celebra en Londres, el solemne funeral de la reina Isabel II, cabeza de la Iglesia de Inglaterra y de la hermana Comunión Anglicana. La reina finalmente descansará en la Capilla de San Jorge, en los terrenos del Castillo de Windsor, junto a su “fuerza y permanencia” de 73 años, el príncipe Felipe.
La ‘reina eterna’ dio cinco claves en cinco mensaje de Navidad
Inglaterra, algunos sus discursos están impregnados de alusiones a Dios y a lo que la fe significaba en su vida y en su misión como reina de Gran Bretaña
“El ejemplo de Cristo me ha enseñado a respetar y valorar a todas las personas, sean creyentes o no”, señaló en su mensaje de Navidad de 2014
Esta mañana del lunes 19 de septiembre, declarado feriado público en todo el Reino Unido, terminará el acto de engalanamiento de la reina Isabel II que se convertirá en la primera monarca desde Jorge II en 1760 en celebrar su funeral en la Abadía de Westminster. Luego, el ataúd viajará en procesión una vez más a la Abadía de Westminster para el funeral de estado. El martes llegará el cortejo fúnebre con la reina a Londres y el miércoles el ataúd de Isabel II, envuelto en el Estandarte Real, será trasladado desde el Palacio de Buckingham hasta Westminster donde se instalará la capilla ardiente. Al amanecer del último día de luto nacional, los guardaespaldas del rey comenzarán su última vigilia ante el ataúd de la reina en Westminster.
A las 10:00 horas las campanas del Big Ben volverán a sonar para conmemorar la jornada. A las 11.30 horas, el ataúd se trasladará en el carruaje utilizado para los funerales de Lady Di y la reina madre, mientras el rey y los miembros de la casa real irán en procesión desde Westminster hasta la abadía. Allí, a las 12:00 horas, la nación enmudecerá. El funeral de Estado será televisado y se espera que haya unos 2.000 invitados dentro de la abadía. Se colocarán pantallas gigantes en los parques reales de la capital y en todo el país para que pueda seguirse en directo. Se espera que bata récords de audiencia. Después el ataúd se trasladará de nuevo al carruaje para una última procesión fúnebre hasta el Castillo de Windsor, donde la monarca fijó su última residencia tras el estallido de la pandemia y donde se encuentra descansando el cuerpo de su esposo durante 73 años, el duque de Edimburgo.
El cortejo fúnebre empezará a las 15:22 horas (una hora menos en Londres) y el Big Ben tocará las campanas para arrancar el paso. El ataúd será transportado en un carro de armas por la Royal Horse Artillery Troop, por The Mall, a lo largo de Whitehal hasta llegar al Parlamento, una ruta que se espera esté acompañada por miles de ciudadanos. El rey Carlos III y su familia caminarán detrás del féretro.
A partir de media tarde, Westminster permanecerá abierto las 24 horas durante cinco días seguidos para que los ciudadanos vean el ataúd de la reina, y cerrará solo durante un par de horas por la noche para su limpieza. Hacia el sábado se espera que empiecen a llegar los miembros de la realeza internacional, líderes mundiales y diplomáticos a Londres. El rey y la reina consorte comenzarán el día recibiendo a los jefes de Gobierno y a los gobernadores de las cuatro naciones. Por la noche, Carlos III y Camilla darán, junto con otros miembros de la familia real entre los que se espera que esté el príncipe de Gales, una recepción en el Palacio de Buckingham para la realeza extranjera.
La Abadía de Westminster, fundada en el año 960 d.C. por monjes benedictinos, es uno de los monumentos más reconocibles de Londres. La histórica iglesia ha sido escenario de todas las coronaciones desde 1066, y fue donde la entonces princesa Isabel se casó con el príncipe Felipe en 1947. Pero no ha habido un funeral de monarca allí desde el de Jorge II en 1760.
Se espera que allí lleguen jefes de Estado, dignatarios estatales de todo el mundo a la capital británica para unirse a los miembros de la familia real para celebrar la vida de la reina y su inquebrantable servicio a la nación y la Mancomunidad.
Rostros familiares en el servicio televisado serán algunos de los 15 primeros ministros que han servido durante el reinado de la reina y los reyes de España o Joe Biden, entre otros…
Al concluir, el ataúd viajará en procesión hasta Wellington Arch, antes de hacer su viaje final desde Londres hasta Windsor. Su destino es la ahora familiar Capilla de San Jorge dentro de los terrenos del Castillo de Windsor.
Después, el rey y su círculo más cercano participarán en un servicio privado en la misma capilla de San Jorge. Carlos III, igual que hizo su madre Isabel II con su padre, esparcirá tierra sobre el ataúd de la difunta reina.
| RD
Probablemente haya sido la última gran reina cristiana. Cabeza de la Iglesia de Inglaterra, algunos sus discursos están impregnados de alusiones a Dios y a lo que la fe significaba en su vida y en su misión como reina de Gran Bretaña.
Aquí van cinco reflexiones de Isabel II en otros tantos mensajes de Navidad que muestran lo que significaban para ella las enseñanzas de Jesucristo
1.- “Para muchos de nosotros, nuestras creencias tienen una importancia fundamental. Para mí, las enseñanzas de Cristo y mi propia responsabilidad ante Dios proporcionan un marco en el que intento vivir mi vida. Al igual que muchos de ustedes, me han consolado las palabras y el ejemplo de Cristo en los momentos difíciles.
Mensaje de Navidad 2000
2.-“Para mí, como cristianas, una de las más importantes de estas enseñanzas está contenida en la parábola del buen samaritano, cuando Jesús hace la pregunta ‘¿Quién es mi prójimo?’. Es la historia intempestiva de una víctima de la agresión que ha sido ignorada por sus compatriotas pero ayudada por un extraño, y un extraño despreciado. La implicación para Jesús es clara. Todo el mundo es nuestro prójimo, independientemente de la raza, el credo o el color; la necesidad de cuidar al prójimo es mucho más importante que cualquier diferencia cultural o religiosa”.
Mensaje de Navidad 2004
3.-“Aunque somos capaces de grandes actos de ternura, la historia nos enseña que a veces tenemos que salvarnos de nosotros mismos, de nuestra imprudencia o de nuestra codicia. Dios ha enviado al mundo a una persona única: no un filósofo o un general, aunque estos sean importantes, sino a un Salvador, con el poder de perdonar”.
Mensaje de Navidad 2011
4.-“Para mí, la vida de Jesucristo, el Príncipe de la Paz, cuyo nacimiento celebramos hoy, es una inspiración y un ancla en mi fe. Modelo de reconciliación y amor, impuso sus manos en señal de amor, aceptación y curación. El ejemplo de Cristo me ha enseñado a respetar y valorar a todas las personas, sean creyentes o no.
Mensaje de Navidad 2014
5.- “Es cierto que el mundo se ha enfrentado a tiempos oscuros este año, pero el evangelio de Juan contiene un verso de gran esperanza: ‘la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la han detenido’. Aunque fue desplazado y perseguido a lo largo de su corta vida, el mensaje inmutable de Cristo no era de venganza o violencia, sino simplemente que debemos amarnos unos a otros“.
Mensaje de Navidad 2015
***
Pocos líderes han tenido tanta influencia en la historia contemporánea como Isabel II, monarca del Reino Unido y de la Mancomunidad de Naciones, fallecida este 8 de septiembre a la edad de 96 años. Isabel II, además de haber sido Reina constitucional del Reino Unido, también fue la cabeza de la Iglesia de Inglaterra durante los últimos 70 años.
Ella fue reconocida a lo largo de su vida con el título de “Defensora de la fe” por su cargo como gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra. Este título originalmente le fue concedido a Enrique VIII por el papa León X después de que el rey escribiera el texto “Defensa de los siete sacramentos” en medio de las disputas teológicas del siglo XVI para defender la fe católica romana. Luego de la ruptura con el papado, el rey continuó reteniendo el título de “Defensor de la fe” pero en relación a la Iglesia de Inglaterra y a la fe anglicana.
Pero además de su papel formal y simbólico como líder de la Iglesia, Isabel II también fue reconocida a lo largo de su vida por tener una fe “profunda y sincera”, esto según las declaraciones de su biógrafo Dudley Delffs.
La fe de la Reina fue una característica “consistente” de su reinado y desde el año 2000 ella había hablado de manera creciente acerca de sus creencias religiosas, lo cual la convirtió en lo que podríamos llamar “una misionera” para el cristianismo, según dijo la ex-directora del diario The Tablet, Catherine Pepinster.
Durante los últimos setenta años, cada navidad, la Reina entregó un mensaje de Navidad a todos sus súbditos, una tradición que comenzó con su padre el rey Jorge V y en la que hablaba de manera directa acerca de su fe.
Incluso antes de su coronación como Reina, Isabel II pidió a sus súbditos que oraran por ella con el siguiente mensaje:
Quiero pedirles a todos ustedes, sin importar qué religión profesen, que oren por mi en ese día [el día de la coronación]. Oren por mí a Dios para que me de sabiduría y fuerza para cumplir con las solemnes promesas que yo estaré haciendo y para que yo pueda servirle fielmente a Dios y a todos ustedes, todos los días de mi vida.
Como una de las líderes más célebres y reconocidas por más de siete décadas, después de su primer mensaje de Navidad, la Reina demostró cómo podía mantener su fe personal como algo privado, abarcador y a la vez compasivo al tiempo que servía en un rol público global bajo el intenso escrutinio de virtualmente cada sector de la sociedad.
En el día de su coronación, la Reina tomó el juramento de “mantener y preservar la inviolabilidad del establecimiento de la Iglesia de Inglaterra, de la doctrina de culto, la disciplina y el gobierno, así como la ley establecida en Inglaterra”.
Sus obligaciones como gobernadora suprema de la iglesia incluían nombrar arzobispos, obispos, y decanos para la Iglesia de Inglaterra, según la asesoría brindada por el primer ministro y la Iglesia. En la práctica, esto quiere decir que ella no tenía poder real sobre la Iglesia de Inglaterra, sin embargo, en su papel simbólico Isabel II supo dar testimonio de su fe y promover el mensaje cristiano con la dignidad propia de su cargo.
En 1970, Isabel se convirtió en la primera soberana en inaugurar y dar un mensaje al Sínodo General de la Iglesia en persona, una práctica que ella continuó cada cinco años después de las elecciones diocesanas.
Tres semanas después de su coronación, la Reina sentó un precedente histórico y juró defender y promover a la Iglesia de Escocia, honrando su obligación de “preservar el establecimiento de la verdadera religión protestante establecida por las leyes creadas en Escocia”. La Iglesia de Escocia es presbiteriana y reconoce solamente a Jesucristo como el “Rey y cabeza de la Iglesia”, lo cual tiene como consecuencia que la Reina carecía de un título oficial dentro de la iglesia o de participación alguna como un miembro regular.
Más que una tradición
A pesar de lo que se pueda pensar o especular, la fe de la Reina era mucho más que el producto de una deferencia amable hacia sus súbditos o de una tradición histórica. A lo largo de su reinado, ella articuló la importancia de la fe y la recomendó a sus súbditos.
“Las enseñanzas de Cristo, y mi propia responsabilidad ante Dios, me proveen de una estructura sobre la cual intento seguir mi vida”, dijo ella en el año 2000. “Me gustaría que muchos de ustedes, puedan hallar un gran confort, en tiempos de dificultad, en las palabras de Cristo y en su ejemplo”.
En el 2002 la Reina soportó un año doloroso de pérdidas personales con la muerte de su hermana, la princesa Margarita, y de la Reina Madre. En su mensaje anual de Navidad de ese año, ella habló de cómo su fe la había ayudado en esos momentos difíciles.
“Sé mucho acerca de depender de mi propia fe para guiarme a través de los momentos buenos y malos”, dijo ella. “Cada día es un nuevo comienzo. Yo sé que la única forma de vivir mi vida es tratando de hacer lo que es correcto, tener una perspectiva amplia, dar lo mejor en cada cosa que el día me trae, y poner mi confianza en Dios”.
La Reina consistentemente extendió su influencia al reconocer y celebrar la diversidad y tolerancia religiosa en el Reino Unido, la Mancomunidad de Naciones, y a través del mundo. En sus mensajes de Navidad y del día de la Mancomunidad de Naciones frecuentemente ella abordó el tema de la armonía interreligiosa y la tolerancia respetuosa. Los líderes de varias denominaciones y religiones regularmente asistieron a ceremonias reales, incluyendo bodas y servicios de Acción de Gracias, por invitación de la Reina y su esposo, el Duque de Edimburgo.
Sin embargo, el papel de Isabel II también consistía en impulsar el ecumenismo. Al celebrar el Jubileo de Diamante en el 2012, la Reina asistió a una recepción multiconfesional en el Palacio de Lambeth, presidida por el arzobispo de Canterbury, y en la que estuvieron presentes los líderes de ocho religiones en el Reino Unido, incluyendo el budismo, el jainismo, el Islam y el hinduismo. En ese evento, la Reina dijo “La fe desempeña un rol clave en la identidad de millones de personas, proveyendo no solo un sistema de creencias sino también un sentido de pertenencia. Puede actuar también para impulsar la acción social. De hecho, los grupos religiosos tienen un récord notable en ayudar a aquellos que se encuentran pasando grandes necesidades, incluyendo los enfermos, los ancianos, las personas solitarias y los vulnerables. Ellos nos recuerdan las responsabilidades que tenemos más allá de nosotros mismos”.
Los esfuerzos de la Reina fueron premiados en el 2007 por el Foro de Las Tres Religiones, una organización dedicada a construir relaciones de entendimiento entre las personas de todas las religiones y creencias. La organización le concedió a Isabel II la Medalla de Oro Sternberg Interfaith, la cual es concedida a los individuos que ayudan a promover la paz y la tolerancia entre las distintas confesiones de fe.
La presunta heredera
Nacida el 21 de abril de 1926, Isabel Alejandra María Windsor fue la primogénita del Duque y la Duquesa de York y la primera nieta del reinante monarca el Rey Jorge V, quien aparentemente se sentía orgulloso por su pensativa y bien comportada hija conocida por la familia como Lilibet. El padre de Isabel ascendió al trono en 1936 como el Rey Jorge VI cuando su hermano, el Rey Eduardo VIII, abdicó con el fin de casarse con una mujer divorciada llamada Wallis Simpson.
Como la presunta heredera del trono, Isabel fue educada privadamente y sirvió en el Servicio Territorial Auxiliar durante la Segunda Guerra Mundial. En 1947 ella se casó con Felipe Mountbatten, un noble de linaje griego y danés. Su unión duró 73 años hasta la muerte de Felipe en el 2021 y fruto de ella nacieron cuatro hijos: Carlos, príncipe de Gales y hoy Rey Carlos III; la princesa Ana; Andrés, Duque de York; y Eduardo, Conde de Wessex. En adición a sus hijos, a la Reina le sobreviven ocho nietos y doce bisnietos.
Desde el comienzo de su reinado, la Reina consistentemente citó referencias de la Escritura, particularmente durante sus mensajes de Navidad.
“¿A qué inspiración y consuelo más grande podemos dirigirnos”, preguntó ella “… que a la imperecedera verdad que puede ser encontrada en este tesoro, la Biblia?”.
En su mensaje de 2016, la Reina explicó:
Miles de millones de personas siguen hoy las enseñanzas de Cristo y encuentran en Él la luz que guía sus vidas. Yo soy una de esas personas porque el ejemplo de Cristo me ayuda a ver el valor que hay en hacer pequeñas cosas con amor, quienquiera que las haga e independientemente de lo que las personas crean.
El rol de la Reina como líder religiosa
Mientras que muchas personas no la veían como una líder religiosa, ella tomó un juramento en su coronación que delineó su rol dentro de la Iglesia de Inglaterra. Este rol no solo incluía apoyar las doctrinas de la iglesia, sino también un papel formal en el nombramiento de obispos y arzobispos.
Isabel II nombró siete arzobispos de Canterbury durante su reinado y numerosos miembros del clero. Momentos notables de su mandato como gobernadora de la Iglesia incluyen el nombramiento del obispo Wilfred Wood, el primer obispo negro de la Iglesia de Inglaterra, en 1985, y el polémico nombramiento de la obispa Libby Lane, la primera mujer en llegar a este rango, en 2015.
Relación con Billy Graham
Además de su papel formal como líder de la Iglesia de Inglaterra, la fe de la Reina ha sido constatada por figuras prominentes de la comunidad evangélica global.
Su amigo y confidente el pastor estadounidense Billy Graham atestiguó el amor de la Reina por la Biblia, así como su fuerte fe cristiana, en su autobiografía Tal como soy.
“Nadie en Gran Bretaña ha sido más cordial hacia nosotros que Su Majestad la Reina Isabel II”, escribió Graham. “Casi cada ocasión que he estado con ella, ha sido cálida o un arreglo informal, tal como un almuerzo o una comida, ya sea solos o con algunos pocos miembros de su familia o con otros amigos cercanos”.
Ellos rara vez publicitaron sus reuniones o apalancaron su relación profesionalmente, pero los dos disfrutaron de una amistad que duró por más de sesenta años hasta que Graham falleció en el 2018. Él escribió, “Siempre la encuentro muy interesada en la Biblia y en su mensaje”.
El interés de la Reina por la Biblia y su mensaje evangélico la llevaron a la participación en una publicación de un libro especial para conmemorar su cumpleaños número 90. Titulado La Reina Servidora y el Rey al que Ella sirve, y en coautoría con Catherine Butcher y Mark Greene, esta pieza de revisión sobre la fe cristiana de la Reina fue publicada por la Sociedad de la Biblia del Reino Unido, a la cual ella sirvió como patrocinadora, así como por HOPE y el Instituto de Londres para el Cristianismo Contemporáneo.
Isabel II escribió personalmente el prólogo, agradeciendo a los lectores por sus oraciones y buenos deseos. “Yo he sido y permanezco muy agradecida a… Dios por Su constante amor. Yo he visto de hecho Su fidelidad”, escribió ella.
El libro fue distribuido a miles de iglesias a lo largo del Reino Unido y en muchos de los países de la Mancomunidad de Naciones poco antes del cumpleaños de la Reina en el 2016. El libro resultó ser tan popular que la Sociedad de la Biblia tuvo que imprimir otras 150 000 copias para satisfacer la demanda.
La relación de Isabel II con los evangélicos
Es probable que la fe de la Reina Isabel encontrara sus raíces en la profunda tradición evangélica de la “iglesia baja” de Inglaterra. La fe de la iglesia baja fue favorecida inicialmente dentro de la monarquía británica por la Reina Victoria y por la casa de Windsor, aunque la Reina Isabel también tenía un carácter marcadamente ecuménico.
En consecuencia, las creencias de Isabel II deberían tener como eje central el carácter vicario de la salvación gratuita ofrecida a la humanidad en la crucifixión de Jesucristo. Prueba de esta fe fue la estrecha relación de la monarquía británica con líderes y predicadores de tradición evangélica reformada, tales como el Reverendo Martyn Lloyd-Jones.
Cuando su padre, el Rey Jorge VI, murió en 1952, Martyn Lloyd Jones predicó un sermón para la ocasión el domingo siguiente, el 10 de febrero. El predicador tomó como su texto base Romanos 13:7 e hizo un comentario profético hacia la parte final de su homilía:
No hay nada más importante, en esta etapa particular de la historia, en consideración a nuestra monarquía constitucional, que el carácter. Nunca el carácter del ocupante del trono fue tan importante como en este momento… El carácter cuenta como nunca lo ha hecho antes. Por lo tanto, oremos para que nuestra nueva Reina sea consciente de esto, y que ella pueda considerar esto como lo más importante de su vida, la vida cristiana, y que ella pueda establecerse a sí misma como un ejemplo para toda la nación.
La oración de Lloyd-Jones por la Reina pudo haber sido respondida, porque el compromiso de Isabel en su seguimiento a Jesús fue bastante claro, especialmente en sus ampliamente difundidos mensajes de Navidad. Aunque generalmente ella mantenía su fe como algo bastante reservado, su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo, la animó a hablar mucho más de ello. Gracias a este impulso, la Reina mostró constantemente un compromiso con la fe cristiana y animaba a las personas con las que se reunía a buscar el consuelo y el apoyo necesario para sus vidas en las acciones y palabras de Jesús.
Lloyd-Jones se reunió con la Reina en octubre de 1970, gracias a la amistad de Margery Blackie, médica personal de Isabel y miembro de la Capilla de Westminster, con el reverendo Lloyd-Jones.
Su fe y otras creencias
Después de cinco siglos, Inglaterra no es la misma nación que era durante la Reforma protestante, en la que las guerras de religión y la intolerancia por las creencias marcaban por igual la vida política y social. En este sentido, la libertad de creencias y su expresión es algo que también ha marcado el carácter abierto que hoy la monarquía tiene ante el mundo.
En 2015, el príncipe Carlos señaló que el rol de su madre no era “defender el anglicanismo para excluir a otras confesiones religiosas. En vez de ello, la Iglesia [de Inglaterra] tenía la obligación de proteger la libre práctica de todas las creencias en este país”.
Estos comentarios se dieron luego de que el príncipe señalara que cuando él fuera Rey, debería ser nombrado “Defensor de fe” en lugar de “Defensor de la Fe”, indicando que la religiosidad y su derecho de expresión por parte de todas las personas deberían ser elementos garantizados. Los comentarios del príncipe fueron apoyados por la Reina después de que estos suscitarán controversia entre el público británico.
Promotora de la paz
Uno de los actos más importantes de su reinado, y uno que bien nos muestra su amabilidad cristiana, tuvo lugar cuando la Reina visitó la República de Irlanda en mayo de 2011. La última visita de un monarca reinante al sur de Irlanda había sido en 1911, cuando su abuelo el Rey Jorge V (monarca desde 1910 a 1936) había visitado Dublín en mayo de 1911, un siglo antes. Ese siglo había sido testigo de una multitud de actos de violencia en las islas británicas e Irlanda que envenenaron las relaciones entre las dos naciones.
Cuando la Reina voló a Irlanda, eligió vestir un abrigo y un sombrero verde. Y en una cena de estado, cuando ella se levantó para hablar, cautivó a sus oyentes con algunos comentarios de apertura en gaélico. Cuando terminó de hablar, el historiador Robert Lacey notó que todas las personas de la habitación se pusieron de pie y aplaudieron con la “sostenida y sentida apreciación del puente que la Reina había construido” entre Gran Bretaña e Irlanda esa noche. Durante su viaje, también visitó El Jardín Nacional de la Memoria que conmemora a los hombres y mujeres irlandeses que habían muerto luchando contra los británicos en la Guerra de Independencia (1919-1921) y con una simple inclinación de su cabeza, mostrando dolor sincero, ella se ganó los corazones de muchos en Irlanda.
La Reina comentó en un discurso de 2015 que recordaba esa ocasión: “San Pablo nos recuerda a todos los cristianos, que como embajadores de Cristo, se nos ha confiado el ministerio de la reconciliación. Expandir la Palabra de Dios en la difícil pero recompensante tarea de hacer la paz y resolver los conflictos son partes importantes de este ministerio”.
Cumpliendo su promesa hasta el final
En parte princesa y en parte obispa, tanto como guardiana como bisabuela, diplomática y discípula, la Reina Isabel II fue una figura que trajo calma y estabilidad a su nación y a la mancomunidad de naciones durante periodos tumultuosos de cambio histórico y avance tecnológico.
“Finalmente, la monarquía señala más allá de sí misma la majestad de Dios”, escribió Ian Bradley, profesor en la Escuela de Divinidad de la Universidad St Andrews. “Impulsa las facultades dadas al hombre por Dios de reverencia, lealtad y veneración. Deriva su verdadera sanción y autoridad desde lo alto en vez que desde abajo”.
La Reina Isabel II fue una monarca impresionante. Uniendo los siglos 20 y 21, la modernidad y la postmodernidad, la Reina señaló su fe personal en Dios y su creencia en Cristo como su ancla en medio de las muchas tormentas, tanto públicas como privadas, por las que atravesó. Al final, fue fiel a los sagrados votos a Dios que realizó el día de su coronación y sirvió a aquellos a los que se le encomendó cuidar.
Con información de Christianity Today, The Gospel Coalition, The Guardian y MSNBC.y Religión Digital
Celebrar la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz significa tomar conciencia en nuestra vida del amor de Dios Padre, que no ha dudado en enviarnos a Cristo Jesús: el Hijo que, despojado de su esplendor divino y hecho semejante a nosotros los hombres, dio su vida en la cruz por cada ser humano, creyente o incrédulo (cf. Flp 2,6-11). La cruz se vuelve el espejo en el que, reflejando nuestra imagen, podemos volver a encontrar el verdadero significado de la vida, las puertas de la esperanza, el lugar de la comunión renovada con Dios.
Estaríamos enajenados hasta el punto de permitirnos el lujo de buscar a Dios, en las horas cómodas del ocio, en templos lujosos, en liturgias pomposas y a menudo vacías, y de no verle, oírle y servirle allí dónde está, y nos espera, y exige nuestra presencia: en la humanidad, en el pobre, en el oprimido, en la víctima de la injusticia de la que somos, muy a menudo, cómplices?
Orar, es penetrar despacio, tranquilamente,
En el silencio de Dios,
Dejar a Dios darse y darme su silencio,
Para que pueda dejar mi corazón
latir al unísono del suyo,
dejar mi respiración entrar
En la respiración de Dios,
Dejarme penetrar por Su presencia,
Darme cuenta cada vez más
de que Dios está dentro de mí,
No, evidentemente, para evitar a mis hermanos
Sino para llevarles más,
Porque es verdaderamente imposible acercarse al crucificado
Sin acercarse a los crucificados del mundo entero.
*
Jean Vannier
***
Jesús conquista a los hombres por la cruz, que se convierte en el centro de atracción, de salvación para toda la humanidad.
Quien no se rinde a Cristo crucificado y no cree en él no puede obtener la salvación. El hombre es redimido en el signo bendito de la cruz de Cristo: en ese signo es bautizado, confirmado, absuelto.
El primer signo que la Iglesia traza sobre el recién nacido y el último con el que conforta y bendice al moribundo es siempre el santo signo de la cruz. No se trata de un gesto simbólico, sino de una gran realidad.
La vida cristiana nace de la cruz de su Señor, el cristiano es engendrado por el Crucificado, y sólo adhiriéndose a la cruz de su Señor, confiando en los méritos de su pasión, puede salvarse.
Ahora bien, la fe en Cristo crucificado debe hacernos dar otro paso. El cristiano, redimido por la cruz, debe convencerse de que su misma vida debe estar marcada – y no sólo de una manera simbólica- por la cruz del Señor, o sea, que debe llevar su impronta viva. Si Jesús ha llevado la cruz y en ella se inmoló, quien quiera ser discípulo suyo no puede elegir otro camino: es el único que conduce a la salvación porque es el único que nos configura con Cristo muerto y resucitado.
La consideración de la cruz nunca debe ser separada de la consideración de la resurrección, que es su consecuencia y su epílogo supremo. El cristiano no ha sido redimido por un muerto, sino por un Resucitado de la muerte en la cruz; por eso, el hecho de que Jesús llevara la cruz debe ser confortado siempre con el pensamiento del Cristo crucificado y por el del Cristo resucitado .
*
G. di S. M. Maddalena, Infinita divina, Roma 1980, pp. 342ss
Comentarios desactivados en Duda, Fe, Cicatrices, Vida
Para el segundo domingo de Pascua, Bondings 2.0 ofrece una reflexión bíblica para las personas LGBTQ y sus aliados. La serie es parte de nuestra creciente biblioteca de ejercicios de reflexión bíblica catalogados en nuestra serie “Journeys”. Estos recursos son adecuados para la reflexión individual, para la discusión con un amigo o consejero espiritual, o para la reflexión comunitaria en una parroquia, escuela u otra comunidad religiosa. Oramos para que estos recursos te ayuden en tu jornada personal con Dios.
Las lecturas litúrgicas de del 2º Domingo de Pascua se pueden encontrar haciendo clic aquí.
Si desea compartir algunas de sus reflexiones con otros lectores de Bondings 2.0, no dude en publicar las respuestas que tenga en la sección “Comentarios” de esta publicación.
La duda entró por primera vez en las páginas de las Escrituras en Génesis 3 con la provocación: “¿De verdad dijo Dios que no comeréis de ningún árbol del jardín?”. Cuanto más debatía Eva con la serpiente, más dudas se multiplicaban: “¿Morir? ¡Seguramente no morirás!” Adán y Eva no murieron, pero fueron excluidos del Edén. En el Evangelio de Lucas, el Ángel de Dios dejó mudo a Zacarías, incapaz de hablar, por dudar de la palabra de Dios de que tendría un hijo (1:20). Fue solo después de que el niño se llamara Juan que la lengua de Zacarías se soltó y comenzó a alabar a Dios. En estos dos ejemplos, dudar de Dios tuvo graves consecuencias.
En el Evangelio de Juan, sin embargo, Jesús acomoda la duda del apóstol Tomás e incluso le proporciona la prueba que necesita para creer y llegar a la fe. Tomás responde: “¡Salvador mío y Dios mío!”. En otra historia del evangelio, vemos a Pedro dudando también. Mientras está en un bote, Pedro ve a Jesús caminando sobre el agua, trata de hacer lo mismo, vacila en la fe y cae. Jesús extiende su mano para rescatar a Pedro que se está ahogando y le pregunta: “¿Por qué dudaste?”. Más tarde, los que están en la barca muestran gran reverencia y confiesan: “¡Verdaderamente sois de Dios!”. (Mateo 14: 31-33). En estas narraciones, la duda inspira la fe.
Entonces, ¿cómo se navega por la paradoja bíblica entre la duda y la fe? ¿Es la duda una amenaza para la fe (como el ejemplo de Edén y Zacarías) o (como en el caso de Tomás y los discípulos en la barca), esencial para la misma confesión de fe?
LEYENDO
Juan 20:19-31
En la tarde de ese primer día de la semana, cuando las puertas estaban cerradas con llave donde estaban los discípulos, por temor a las autoridades del Templo, Jesús vino y se puso en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Habiendo dicho esto, el salvador les mostró las marcas de la crucifixión.
Los discípulos se regocijaron cuando vieron a Jesús. Jesús les dijo de nuevo: “La paz sea con vosotros. Como Abba Dios me ha enviado, así os envío yo”. Después de decir esto, Jesús sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. Si perdonas los pecados de alguien, son perdonados. Si retienes los pecados de alguien, le son retenidos”.
Sucedió que uno de los Doce, Tomás, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Así que los otros discípulos seguían diciéndole: “Hemos visto a Jesús”. Pero Tomás dijo: “A menos que vea la marca de los clavos, y no meta mi dedo en las marcas de los clavos, y mi mano en la herida de la lanza, ¡no creeré!”.
Al octavo día, los discípulos estaban nuevamente en la habitación, y esta vez Tomás estaba con ellos. Jesús vino, aunque las puertas estaban cerradas, y se paró delante de ellos, diciendo: “La paz sea con vosotros”. Luego, dirigiéndose a Tomás, Jesús le dijo: “Toma tu dedo y examina mis manos. Pon tu mano en mi costado. ¡No persistáis en vuestra incredulidad, sino creed!”
Tomás respondió: “¡Mi Salvador y mi Dios!” Jesús dijo: “¿Has llegado a creer porque me has visto? Bienaventurados los que no vieron y creyeron.”
Jesús también realizó muchas otras señales, señales que no se registran aquí, en presencia de los discípulos. Pero estas han sido escritas para que podáis llegar a creer que Jesús es el Cristo, el Unigénito, y que a través de esta creencia podáis tener vida en el nombre de Jesús.
Para todas las lecturas del Segundo Domingo de Pascua haga clic aquí.
PARA LA REFLEXIÓN
01. ¿Hay momentos en su vida, como católico LGBTQ o aliado, en los que ha dudado de las promesas de Dios o de la existencia de Dios? ¿Cómo te hizo sentir esto? ¿Cómo se resolvió?
02.- Cuando Jesús y los discípulos recibieron la noticia de que Lázaro estaba a punto de morir, los discípulos advirtieron a Jesús acerca de regresar a Judea: “Recientemente, trataron de apedrearte, ¿y sin embargo regresas?”. (Juan 11:8). Tomás, en cambio, habló con gran lealtad y dijo: “Vayamos con Jesús, para que podamos morir con él” (Juan 11:16). ¿Dónde brilla tu lealtad a Jesús? Como discípulo aliado/LGBTQ, ¿qué significaría para ti “que podemos morir con él”?
03.-La etiqueta, “Tomás el incrédulo”, parece haber sido cosida injustamente en una persona destacada por su lealtad, obediencia al Evangelio y fe. ¿Hay casos en su vida como persona o aliado LGBTQ en los que ha sido mal etiquetado o tergiversado? ¿Cómo reescribes tu verdad?
04.- Las palabras finales del Evangelio de Juan son: “para que llegues a creer que Jesús es el Cristo, el Unigénito, y que mediante esta creencia tengas vida en el nombre de Jesús”.
Muchos en la comunidad LGBTQ experimentan muertes emocionales, psicológicas, espirituales o incluso físicas a diario. ¿Cómo usted, o las personas que conoce en la comunidad LGBTQ, “resucitó” y encontró vida en el nombre de Jesús?
5.- Incluso en su estado resucitado, Jesús todavía llevaba las cicatrices de su crucifixión. Adoramos a un Dios con cicatrices. Al hojear las páginas de las Escrituras, también encontramos diversos personajes bíblicos que cumplieron con su llamado divino con cicatrices. Job lo pierde todo: sus hijos, riqueza, ganado, cosechas, salud e incluso la relación de su esposa y amigos. Muchos de los salmos destacan los clamores de David a Dios en medio de sus luchas. Juan el Bautista tuvo una muerte horrible por decir la verdad al poder. ¿Qué cicatrices llevas como persona o aliado LGBTQ? ¿Cómo pueden tus cicatrices testificar de la sanidad y restauración de Dios? ¿Quién necesita “ver o tocar” tus cicatrices para creer en las obras salvadoras o las gracias de Dios?
0.6.- Jesús repite la bendición “La paz sea con vosotros” tres veces en el Evangelio. ¿Qué implicación tienen estas palabras para la comunidad o el mundo LGBTQ/aliados de hoy?
ORACIÓN a Santo Tomás Apóstol
Glorioso Santo Tomás,
Tu dolor por Jesús fue tal que
no te dejaria creer eso
Dios había resucitado a menos que realmente
vio y tocó las llagas de Cristo.
Pero tu amor por Jesús fue igualmente grande
y te llevó a dar tu vida por el Evangelio.
Ruega por nosotros para que podamos afligir nuestros pecados
y ayúdanos a pasar nuestra vida al servicio de Dios
para ganar el título de “bienaventurado”
que Jesús aplicó a aquellos
que creyó sin ver. Amén
La piedra angular del Evangelio, en última instancia, no se trata de la duda ni de la fe, sino de Dios que nos da vida en el nombre de Jesús: “Mi fuerza y mi valor es Dios, y Dios es mi salvación” (Salmo 118, 14).
Para alabar a Aquel “cuya bondad es para siempre, que es bueno y cuyo amor es eterno”, escuche el Salmo 118 (el salmo para el segundo domingo de Pascua) cantado en hebreo por Julie Geller.
– Dwayne Fernandes, New Ways Ministry, April 24, 2022
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
– “Paz a vosotros.”
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
– “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.”
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
– “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.“
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
– “Hemos visto al Señor.”
Pero él les contesto:
– “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.”
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: “Paz a vosotros.”
Luego dijo a Tomás:
– “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.”
Contestó Tomás:
– “¡ Señor mío y Dios mío!”
Jesús le dijo:
– “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.”
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
*
Juan 20, 19-31
***
¡Encontrar a Dios! Mira, estoy sin luz. Me parece que podría decir frases bonitas (y entusiasmarme con ellas), pero justamente pronunciadas demasiado deprisa, de manera superficial. Me encuentro en una situación en la que mi creer ya no se me presenta como un conocer algo sobre Dios, como un «Credo», sino como la piedra de toque de mi fe. Si yo creyera de verdad, ¿seguiría siendo aún presa de insignificantes contrariedades con tanta frecuencia? No, entonces nada sería objeto de desprecio, sino que todo quedaría iluminado por este inimaginable y rico cumplimiento de todo. En consecuencia, es mi fe la que tiene que ser reanimada…
Pero ¿dónde se encuentra su debilidad? Creo, a buen seguro, que Jesús es Dios que ha venido entre nosotros y ha dado vida a mi vida. Creo, ciertamente, en Jesús, verdadero hombre, que murió crucificado y resucitó de entre los muertos: como Dios verdadero, «la muerte ya no tiene poder sobre él». Sí, Jesús, creo que has resucitado. Tú, el Hijo de Dios encarnado, «la fidelidad encarnada de Dios», has resucitado con tu cuerpo de hombre. Creo que has vencido a la muerte, también la mía. ¿Pero creo de una manera vital en esta resurrección de la carne, de mi carne, como afirmo en el Credo? ¿Justamente como la vivió Jesús y como la leo en los cuatro evangelios? No entraré de verdad en la resurrección de Jesús más que si digo un «sí» incondicional a mi resurrección. Este «sí» a mi destino personal es el que debo pronunciar antes que nada, más allá de todas las falsas apariencia de los sentidos, un «sí» a un «yo que continúa en una vida nueva».
Es preciso que mi voluntad se comprometa con este «sí» a mi supervivencia gloriosa, para aue mi «sí» a Cristo sea algo diferente a un simple sonido vocal.
*
Jacques Loew, Dios incontro alí’uomo,
Milán 1985, pp. 164-167, passim.
Comentarios desactivados en “La Semana Santa. ¿Es turismo, es vacaciones, es procesiones, es política turística o es fe?”, por Faustino Vilabrille
Leído en su blog:
El arzobispo de Oviedo permite que Vox arranque su campaña en la Santina de Covadonga (Reli.Digital 11/04/19)
Sin conciencia crítica ante la realidad concreta de cada situación histórica, es imposible una fe adulta y madura coherente con el Evangelio
Todos sabemos muy bien que la fe sin compromiso no es fe aunque se vista de ropajes, capuchones, películas, imágenes, procesiones, tambores y teatros.Todos los años vemos a muchas personas participar en las celebraciones de la llamada Semana Santa, cada vez más en procesiones de siempre e incluso inventando otras nuevas, pero lamentablemente cada vez menos en las celebraciones que le deberían dar verdadero sentido. La gente no es culpable de actuar así, es víctima de lo que le hemos enseñado desde la oficialidad de la religión.
Lo que le sucedió a Jesús en los acontecimientos que celebramos en Semana Santa tenemos que traducirlo y aplicarlo a la realidad de nuestro tiempo, incluso hasta la muerte por las mismas causas por las que El fue asesinado.
Las procesiones de Semana Santa en los países desarrollados apenas hacen otra cosa que alimentar sentimentalismos, exhibiciones, turismo y presunciones, con gastos cuantiosos en imágenes, ropajes, músicas, viajes, etc. mientras Jesucristo está lleno de hambre, de enfermedad, de frío y miseria en millones de personas concretas: todo esto es completamente contrario al mensaje de Jesús. Esto no tiene nada que ver con lo que fue la realidad de la vida de Jesús desde el Domingo de Ramos al Domingo de Pascua. Todo ese gasto y esfuerzo es absurdo y debería dedicarse todo a los empobrecidos de Africa, Suramérica, la India, Bangladés, etc., así como a denunciar las causas y los causantes de los mismos.
1.-DOMINGO DE RAMOS: Manifestación a favor de Jesús
Jesús recibe un homenaje popular de gente que lo aclama, pero no de todos.
1.-Lo recibe de los pobres en quienes despertó la esperanza de una vida más digna.
2.-Lo recibe de los muchos enfermos a quienes devolvió la salud.
3.-Lo recibe de los muchos hambrientos a quienes dio de comer.
4.-Lo recibe de las mujeres más marginadas y despreciadas a quienes devolvió autoestima, dignidad y sentido de la vida.
5.-Lo recibe de quienes tenían hambre y sed de justicia, que fueron capaces de dejarlo todo para seguirlo.
6.-Lo recibe de los niños que se sienten atraídos por El porque los defendía, los bendecía y abrazaba.
Pero a este homenaje se oponían furiosos todos aquellos a los que Jesús había denunciado: los fariseos, los sumos sacerdotes, los escribas y los letrados. Eran todos aquellos que vivían a costa de los demás, que se atreven a decirle a Jesús: “mándales callar”. Todos estos fueron los que lo llevaron a ser condenado a muerte de cruz, la más dolorosa y cruel de aquellos tiempos.
¿A quiénes debemos denunciar hoy? ¿Quiénes son los que hoy rechazan a Jesús? ¿Quiénes son y dónde están?:
1.-Los grandes Bancos y Banqueros con sus Multinacionales, explotadoras del Hombre y la Madre-Tierra.
2.-Los paraísos fiscales, que solo son para los ricos, donde guardan el dinero robado a los pobres.
3.-Los que gestionan sus dineros a través de las SICAV en España, que solo tributan al 1 %. y acumulan 31.000 millones de €.
4-Los parlamentarios que aprueban leyes injustas a favor de si mismos y de los de arriba con grave detrimento para los de abajo.
5.-Los políticos que lejos de concebirla como servicio al pueblo, buscan en ella una profesión para vivir.
6.-Los ricos de los países ricos que son ricos a costa de los pobres, porque ninguna riqueza es inocente.
7.-Los ricos de los países pobres, como pasa con algunos gobernantes africanos, inmensamente ricos en medio de millones de pobres:
-Eduardo Dos Santos, Angola: 20.000 millones de $, y su hija Isabelita 3400 millones de $. IDH de 0,533, muy bajo.
–Mahamed VI, Marruecos: 2800 millones de $. IDH 0,630 notablemente bajo.
-Bongo Ondimba, Gabón: 2000 millones de $. 0,IDH 684 notablemente bajo.
-Teodoro Obiang , Guinea Ecuatorial: 600 millones de $. IDH 0,591 muy bajo.
8.-Los propios países ricos que lo somos a costa de explotar las tierras y las materias primas de los países pobres, pues la riqueza de los ricos es la miseria de los pobres.
9.-Los gobiernos corruptos de los países pobres que, confabulados y corrompidos por las Multinacionales corruptoras, les quitan las tierras a sus propios campesinos, obligándolos a huir de ellas o emigrar, incluso apoyadas por los ejércitos, la policía o los sicarios de los países pobres. En los últimos años han pasado a manos de las multinacionales más de 227 millones de hectáreas, principalmente en Africa y Suramérica, solo en fincas mayores de 1000 hectáreas, con el agravante de ser dedicadas a monocultivos, con el consiguiente daño grave también para el medioambiente. Los africanos viven cada vez más en un continente propiedad de Europeos, Chinos, Japoneses, y norteamericanos, mediante el soborno de gobiernos y políticos africanos.
10.-Los jueces que a veces suavizan al máximo las sentencias para los de arriba y las endurecen sin contemplaciones para los de abajo.
11.-Los Cardenales, Obispos y asimilados, que siempre los vemos en procesiones pero nunca con el pueblo en manifestaciones en la calle contra los desahucios, los paraísos fiscales, los empresarios y políticos corruptos, la privatización de lo público, los recortes en sanidad y los servicios sociales, el fraude fiscal, los salarios de pobreza, la defensa de los inmigrantes, la violencia de género, los ataques cada vez más masivos al medioambiente, los gastos sanguinarios militares y el nefando comercio mundial de armas, el espolio de las materias primas de los países pobres, la desigualdad cada vez más grande entre ricos y pobres, el comercio criminal de la droga, la trata infame de seres humanos, etc. Jesucristo optó preferencialmente por los más pobres e indefensos. Sin conciencia crítica ante la realidad concreta de cada situación histórica, es imposible una fe adulta y madura coherente con el Evangelio: la fe de esos señores ¿es coherente con el Evangelio?
Suelen decir que no entran en política y que son neutrales, pero en esta campaña que está empezando el Arzobispo de Oviedo autoriza a Vox a presentar su campaña delante de la Santina de Covadonga, “una formación política ultraconservadora, y que ya ha manifestado, en varias ocasiones, su desacuerdo con la pastoral del Papa Francisco en lo tocante a la acogida, los inmigrantes o la defensa de valores compartidos” (Ver Religión Digital 11/04/2019).
El mensaje de Jesucristo: Hay un hecho muy importante en el mensaje y en las palabras de Jesús que los Evangelios destacan sobremanera: la sensibilidad y el compromiso extraordinario de Jesús ante los sufrimientos, el dolor, el desamparo y necesidades de los demás, y muy especialmente si estos son pobres e indefensos, hasta el punto de haber sentenciado: “dichosos los perseguidos por causa de la justicia, dichosos los que tienen hambre y sed de justicia”.
Esta es la tarea más importante a la que debería dedicarse toda la Iglesia, no con asistencialismo sedante a los empobrecidos, sino con compromiso liberador y transformador de tal manera que no haya ni opresores, ni oprimidos, ni ricos ni pobres, ni empobrecedores ni empobrecidos, ni amos ni esclavos, ni verdugos ni víctimas, para que se acaben de una vez los infiernos de este mundo, y “haya vida y vida en abundancia para todos, pues para esto yo he venido”, dice Jesús.
Comentarios desactivados en Juan Zapatero: “Las no preguntas de Dios”.
Me ha sucedido con demasiada frecuencia, a la hora de leer un comentario del Evangelio, oír una homilía, escuchar un sermón en una Iglesia o asistir a una plática de algún cura o catequista, etc., sobre las parábolas escatológicas del evangelio de Mateo, especialmente la referida en el capítulo 25, salir con la impresión como si se hablara de una especie de examen referido a un momento crucial de la carrera profesional de una persona o, lo que es peor aún, a un juicio casi sumarísimo con muy pocas garantías de salir absuelto; no porque no existiera, como mínimo, el cincuenta por ciento de posibilidades, tal y como expresa la propia parábola, sino porque daban todos ellos la impresión que el juez, Dios en este caso, no estaba por la labor.
Mientras oía esto, me venía siempre al pensamiento que, si bien es verdad que Jesús en el Evangelio, a la hora de referirse al Reino, utiliza parábolas que hacen referencia a un juicio o a cuestiones similares, no es menos cierto que son más las que hacen del banquete el símil más apropiado, concretamente el banquete de bodas.
Pero, no sé por qué, siempre me ha parecido entrever como si se pretendiera evitar de manera expresa todo lo que pudiera hacer referencia a comensalía, a fiesta, a alegría, etc.; quizás por aquello que, a lo mejor, pudiera dar pie a que el rebaño se desmandase y pudiera acabar yendo por derroteros de perdición. De hecho, puede ser también impresión personal, no lo niego, intuyo como si a la a Iglesia, en general, eso de la fiesta no le acaba de caer bien; y por aquello de que, para mejor muestra un botón, solo hace falta asistir a la misa de la mayoría de las iglesias, cualquier día de la semana, para ratificar lo que acabo de decir; pues, si de algo no tienen parecido todas o la mayoría, es precisamente a una fiesta compartida. Y no estoy diciendo con ello que el ritmo y la marcha tengan que ser su mejor distintivo. Cuando hablo de alegría, me refiero a algo mucho más profundo.
Claro que todo cuadra aún más, si somos capaces de llegar a entender que la vida se había planteado en general como “un valle de lágrimas”; vaya, una especie de palestra en la que hacer unos ejercicios que, a su vez, había que superar para poder recibir después el premio correspondiente, etc. Está claro que, desde semejante visión, a la hora de los resultados, solo la persona de un jurado, un examinador, un vigilante, etc., cuadraba perfectamente.
Manifestando, de antemano, mi rechazo total a una visión del Reino como algo parecido a un juicio y, por lo mismo, a un tema de méritos; debo decir que, aun aceptándolo, me gustaría expresar qué tipo de preguntas no tendrían en absoluto cabida por parte de Dios. Digo esto, porque tengo la impresión de que, a pesar de aparecer de manera clara las que pudieran ser que sí, tal como muestra el propio capítulo 25, sigue habiendo mucha gente que continúa afanándose para añadir unas cuantas más de su cosecha propia, a pesar de que hagan todo lo posible por justificarlas como procedentes, directa o indirectamente, del mensaje global del Evangelio. ¿Cuál serían, entonces, estas “no” preguntas por parte de Dios? Por lo que oigo comentar a veces en alguna tertulia o leo en algún que otro escrito o documento, tengo la impresión de que dichas “no preguntas” estarían relacionadas con toda una serie de realidades más cercanas a las normas, las costumbres y las leyes establecidas que a las opciones y las conciencias de las personas. Aduciendo, en algunos casos, que ir en su contra supondría ponerse de espaldas incluso de la propia ley natural.
A nadie le va a preguntar o le preguntaría Dios si fue hombre o mujer y, menos aún, que orientación sexual tenía. ¡Solo faltaba!, ya que, por lo que dicen, piensan y manifiestan ciertas instituciones y personas, la conclusión que sacaría sería la siguiente: o que se equivocó con “algunos”, o que les jugó una mala pasada.
Tampoco le va a preguntar o preguntaría si creyó o no en Él, después de tantas maneras y tan diversas como unos y otros han pretendido presentarle a lo largo de la historia, imponiendo la masculinidad por encima de todas ellas.
Tampoco sí perteneció o no a alguna religión, después de ver que muchas de las guerras que han provocado tanta destrucción, tanto dolor y tanta muerte han sido declaradas en su nombre y en defensa de la religión.
Tampoco si frecuentó el templo, la mezquita, la sinagoga, la pagoda o cualquier otro lugar de culto, como lugares privilegiados para encontrarle a Él o descubrir su presencia; mientras, a lo mejor, se dedicaba a destruir el universo y el cosmos, la gran obra “salida de sus manos”.
Por supuesto que no le preguntará cómo y con quién vivió su amor y si lo celebró religiosamente o, cuando menos, lo formalizó de manera civil. No por ninguna razón especial, sino porque entiende que el fondo de su conciencia es el lugar más apropiado para rendir el mejor de los cultos y donde ratificar el más fidedigno de los documentos.
¿Qué preguntas le hará, entonces? Ninguna; sencillamente se abalanzará sobre él para darle un abrazo inmenso.
Cristianos Gays es un blog sin fines comerciales ni empresariales. Todos los contenidos tienen la finalidad de compartir, noticias, reflexiones y experiencias respecto a diversos temas que busquen la unión de Espiritualidad y Orientación o identidad sexual. Los administradores no se hacen responsables de las conclusiones extraídas personalmente por los usuarios a partir de los textos incluidos en cada una de las entradas de este blog.
Las imágenes, fotografías y artículos presentadas en este blog son propiedad de sus respectivos autores o titulares de derechos de autor y se reproducen solamente para efectos informativos, ilustrativos y sin fines de lucro. Por supuesto, a petición de los autores, se eliminará el contenido en cuestión inmediatamente o se añadirá un enlace. Este sitio no tiene fines comerciales ni empresariales, es gratuito y no genera ingresos de ningún tipo.
El propietario del blog no garantiza la solidez y la fiabilidad de su contenido. Este blog es un espacio de información y encuentro. La información puede contener errores e imprecisiones.
Los comentarios del blog estarán sujetos a moderación y aparecerán publicados una vez que los responsables del blog los haya aprobado, reservándose el derecho de suprimirlos en caso de incluir contenidos difamatorios, que contengan insultos, que se consideren racistas o discriminatorios, que resulten obscenos u ofensivos, en particular comentarios que puedan vulnerar derechos fundamentales y libertades públicas o que atenten contra el derecho al honor. Asimismo, se suprimirá aquellos comentarios que contengan “spam” o publicidad, así como cualquier comentario que no guarde relación con el tema de la entrada publicada.
no se hace responsable de los contenidos, enlaces, comentarios, expresiones y opiniones vertidas por los usuarios del blog y publicados en el mismo, ni garantiza la veracidad de los mismos. El usuario es siempre el responsable de los comentarios publicados.
Cualquier usuario del blog puede ejercitar el derecho a rectificación o eliminación de un comentario hecho por él mismo, para lo cual basta con enviar la solicitud respectiva por correo electrónico al autor de este blog, quien accederá a sus deseos a la brevedad posible.
Este blog no tiene ningún control sobre el contenido de los sitios a los que se proporciona un vínculo. Su dueño no puede ser considerado responsable.
Nuevos Miembros
Para unirse a este grupo es necesario REGISTRARSE y OBLIGATORIO dejar en el FORO un primer mensaje de saludo y presentación al resto de miembros.
Por favor, no lo olvidéis, ni tampoco indicar vuestros motivos en las solicitudes de incorporación.
Comentarios recientes