Por su similitud con lo que estamos viviendo, rescatamos este artículo que leímos en su blog:
El arzobispo de Oviedo permite que Vox arranque su campaña en la Santina de Covadonga (Reli.Digital 11/04/19)
Sin conciencia crítica ante la realidad concreta de cada situación histórica, es imposible una fe adulta y madura coherente con el Evangelio
Todos sabemos muy bien que la fe sin compromiso no es fe aunque se vista de ropajes, capuchones, películas, imágenes, procesiones, tambores y teatros.Todos los años vemos a muchas personas participar en las celebraciones de la llamada Semana Santa, cada vez más en procesiones de siempre e incluso inventando otras nuevas, pero lamentablemente cada vez menos en las celebraciones que le deberían dar verdadero sentido. La gente no es culpable de actuar así, es víctima de lo que le hemos enseñado desde la oficialidad de la religión.
Lo que le sucedió a Jesús en los acontecimientos que celebramos en Semana Santa tenemos que traducirlo y aplicarlo a la realidad de nuestro tiempo, incluso hasta la muerte por las mismas causas por las que El fue asesinado.
Las procesiones de Semana Santa en los países desarrollados apenas hacen otra cosa que alimentar sentimentalismos, exhibiciones, turismo y presunciones, con gastos cuantiosos en imágenes, ropajes, músicas, viajes, etc. mientras Jesucristo está lleno de hambre, de enfermedad, de frío y miseria en millones de personas concretas: todo esto es completamente contrario al mensaje de Jesús. Esto no tiene nada que ver con lo que fue la realidad de la vida de Jesús desde el Domingo de Ramos al Domingo de Pascua. Todo ese gasto y esfuerzo es absurdo y debería dedicarse todo a los empobrecidos de Africa, Suramérica, la India, Bangladés, etc., así como a denunciar las causas y los causantes de los mismos.
1.-DOMINGO DE RAMOS: Manifestación a favor de Jesús
Jesús recibe un homenaje popular de gente que lo aclama, pero no de todos.
1.-Lo recibe de los pobres en quienes despertó la esperanza de una vida más digna.
2.-Lo recibe de los muchos enfermos a quienes devolvió la salud.
3.-Lo recibe de los muchos hambrientos a quienes dio de comer.
4.-Lo recibe de las mujeres más marginadas y despreciadas a quienes devolvió autoestima, dignidad y sentido de la vida.
5.-Lo recibe de quienes tenían hambre y sed de justicia, que fueron capaces de dejarlo todo para seguirlo.
6.-Lo recibe de los niños que se sienten atraídos por El porque los defendía, los bendecía y abrazaba.
Pero a este homenaje se oponían furiosos todos aquellos a los que Jesús había denunciado: los fariseos, los sumos sacerdotes, los escribas y los letrados. Eran todos aquellos que vivían a costa de los demás, que se atreven a decirle a Jesús: “mándales callar”. Todos estos fueron los que lo llevaron a ser condenado a muerte de cruz, la más dolorosa y cruel de aquellos tiempos.
¿A quiénes debemos denunciar hoy? ¿Quiénes son los que hoy rechazan a Jesús? ¿Quiénes son y dónde están?:
1.-Los grandes Bancos y Banqueros con sus Multinacionales, explotadoras del Hombre y la Madre-Tierra.
2.-Los paraísos fiscales, que solo son para los ricos, donde guardan el dinero robado a los pobres.
3.-Los que gestionan sus dineros a través de las SICAV en España, que solo tributan al 1 %. y acumulan 31.000 millones de €.
4-Los parlamentarios que aprueban leyes injustas a favor de si mismos y de los de arriba con grave detrimento para los de abajo.
5.-Los políticos que lejos de concebirla como servicio al pueblo, buscan en ella una profesión para vivir.
6.-Los ricos de los países ricos que son ricos a costa de los pobres, porque ninguna riqueza es inocente.
7.-Los ricos de los países pobres, como pasa con algunos gobernantes africanos, inmensamente ricos en medio de millones de pobres:
-Eduardo Dos Santos, Angola: 20.000 millones de $, y su hija Isabelita 3400 millones de $. IDH de 0,533, muy bajo.
–Mihamed VI, Marruecos: 2800 millones de $. IDH 0,630 notablemente bajo.
-Bongo Ondimba, Gabón: 2000 millones de $. 0,IDH 684 notablemente bajo.
-Teodoro Obiang , Guinea Ecuatorial: 600 millones de $. IDH 0,591 muy bajo.
8.-Los propios países ricos que lo somos a costa de explotar las tierras y las materias primas de los países pobres, pues la riqueza de los ricos es la miseria de los pobres.
9.-Los gobiernos corruptos de los países pobres que, confabulados y corrompidos por las Multinacionales corruptoras, les quitan las tierras a sus propios campesinos, obligándolos a huir de ellas o emigrar, incluso apoyadas por los ejércitos, la policía o los sicarios de los países pobres. En los últimos años han pasado a manos de las multinacionales más de 227 millones de hectáreas, principalmente en Africa y Suramérica, solo en fincas mayores de 1000 hectáreas, con el agravante de ser dedicadas a monocultivos, con el consiguiente daño grave también para el medioambiente. Los africanos viven cada vez más en un continente propiedad de Europeos, Chinos, Japoneses, y norteamericanos, mediante el soborno de gobiernos y políticos africanos.
10.-Los jueces que a veces suavizan al máximo las sentencias para los de arriba y las endurecen sin contemplaciones para los de abajo.
11.-Los Cardenales, Obispos y asimilados, que siempre los vemos en procesiones pero nunca con el pueblo en manifestaciones en la calle contra los desahucios, los paraísos fiscales, los empresarios y políticos corruptos, la privatización de lo público, los recortes en sanidad y los servicios sociales, el fraude fiscal, los salarios de pobreza, la defensa de los inmigrantes, la violencia de género, los ataques cada vez más masivos al medioambiente, los gastos sanguinarios militares y el nefando comercio mundial de armas, el espolio de las materias primas de los países pobres, la desigualdad cada vez más grande entre ricos y pobres, el comercio criminal de la droga, la trata infame de seres humanos, etc. Jesucristo optó preferencialmente por los más pobres e indefensos. Sin conciencia crítica ante la realidad concreta de cada situación histórica, es imposible una fe adulta y madura coherente con el Evangelio: la fe de esos señores ¿es coherente con el Evangelio?
Suelen decir que no entran en política y que son neutrales, pero en esta campaña que está empezando el Arzobispo de Oviedo autoriza a Vox a presentar su campaña delante de la Santina de Covadonga, “una formación política ultraconservadora, y que ya ha manifestado, en varias ocasiones, su desacuerdo con la pastoral del Papa Francisco en lo tocante a la acogida, los inmigrantes o la defensa de valores compartidos” (Ver Religión Digital 11/04/2019).
El mensaje de Jesucristo: Hay un hecho muy importante en el mensaje y en las palabras de Jesús que los Evangelios destacan sobremanera: la sensibilidad y el compromiso extraordinario de Jesús ante los sufrimientos, el dolor, el desamparo y necesidades de los demás, y muy especialmente si estos son pobres e indefensos, hasta el punto de haber sentenciado: “dichosos los perseguidos por causa de la justicia, dichosos los que tienen hambre y sed de justicia”.
Esta es la tarea más importante a la que debería dedicarse toda la Iglesia, no con asistencialismo sedante a los empobrecidos, sino con compromiso liberador y transformador de tal manera que no haya ni opresores, ni oprimidos, ni ricos ni pobres, ni empobrecedores ni empobrecidos, ni amos ni esclavos, ni verdugos ni víctimas, para que se acaben de una vez los infiernos de este mundo, y “haya vida y vida en abundancia para todos, pues para esto yo he venido”, dice Jesús.
Tierno Galván es una de las figuras que más ha marcado la personalidad institucional de Madrid
Una imprescindible entrevista que nos gustó en su momento y que creemos muy necesaria en estos momentos de fundamentalismos “creyentes” y “ateos”, que realizaron al agnóstico Enrique Tierno Galván, el querido “Viejo profesor” y gran alcalde socialista de Madrid, una de las figuras que más ha marcado la personalidad institucional de la capital de España, hoy, como su Comunidad, en manos de políticos neoliberales inmisericordes (es sangrante la situación de la Cañada Real), inútiles y de religiosidad de fachada “agua, azucarillos y aguardiente” cuando no de birras.
por Lala Franco.
Recuperamos, en el centenario de su nacimiento, una entrevista con Enrique Tierno Galván, realizada para Alandar en julio de 1985. Más de 30 años después sigue teniendo una sorprendente actualidad.
El que fue el alcalde más popular de Madrid mantuvo una larga conversación con Carlos F. Barberá en julio de 1985. Tierno padecía ya el cáncer que le costó la vida 6 meses más tarde. El viejo profesor habló de sus creencias, de su condición de agnóstico, de su posición ante la enfermedad y la muerte, y también de su aprecio por la fe y de la aportación del compromiso político de los cristianos. Alandar la publicó en forma de folleto.
Agnosticismo y fe
“Hay una cierta incomprensión respecto del agnosticismo y de lo que es ser agnóstico. Las gentes tienden a interpretarlo como una especie de ateísmo y no es eso. Es más, en los agnósticos, en bastantes agnósticos, con frecuencia se da la dualidad de una conciencia inquieta que tiene tendencia a conectarse oracionalmente con el Fundamento y una razón que no comprende la escatología eclesiástica de cualquier Iglesia que sea, y que no entiende cómo puede haber un Dios personal trascendente. Es decir, que el agnóstico está finalmente convencido de que la religión es necesaria y el agnóstico tiene sus compromisos con el Fundamento. Lo que no ve es personalizado ese Fundamento… de manera que la problemática del agnóstico no es, en ningún caso, una problemática atea. No niega, sino simplemente no entiende.
Y, por otra parte, siente un enorme respeto hacia la fe. La fe es un mundo privado y desde la fe todo se explica. Y se explica simplemente porque la fe está estrechamente vinculada a la noción de misterio y aceptando el misterio como categoría, como normalmente hacen los cristianos, prácticamente el problema está, para ellos, resuelto, desde la conciencia que cree, no desde la conciencia que vacila. Porque la razón crea vacilaciones.
En este sentido, es perfectamente conciliable la relación del agnóstico con las instituciones religiosas. Las respeta. En muchos casos las admira y, desde luego, tiene una actitud incluso reverencial frente al hombre de fe, el que ha resuelto todos los problemas porque se ha vinculado al misterio y porque acepta el misterio como una solución.
Pero para la inteligencia, aceptar el misterio como una solución es sobradamente difícil.
No hay, pues, contradicción ninguna. Yo, en broma, suelo decir que Dios no abandona nunca a un buen marxista, es decir, que realmente no hay ninguna contradicción ni ningún problema para nosotros, el mundo agnóstico, para admitir a las personas de fe. Incluso yo dijera que reverenciarlas. Reverenciarlas porque la fe es un hecho inaudito, es un hecho extraordinario. La fe profunda, sólida y auténtica es uno de los fenómenos más interesantes que se producen en la mundanalidad, en donde estamos, en el mundo de lo que hay.
No queremos, en ningún caso, entorpecer la evolución y el crecimiento del espíritu religioso, bien sea un espíritu religioso cristiano, bien sea un espíritu religioso vinculado de una u otra manera al Fundamento. El Fundamento que para los cristianos es un Dios trascendente, para los agnósticos es un fundamento que está dado en la vida, en la vida en términos muy generales, incluso en la vida cósmica y en la vida teológica.
Por otra parte, el agnóstico tiene una cierta presunción respecto el rito. Comprende que el rito se ha ido formando con los siglos y que es muy difícil prescindir de él, pero ve siempre la moral por encima del rito, la verdad por encima del rito e, incluso, la crítica intelectual por encima del rito. Yo tengo amigos creyentes, no simplemente creyentes, sino con el fundamento de la creencia en el reconocimiento de la chispa divina y de sus posibilidades. Diría Santa Teresa: “Esa chispa de Dios que no se apaga en cada uno de los hombres”. Y no hay inconveniente en dialogar con ellos y en analizar los problemas con ellos.
Desde luego, nuestra pretensión es la de colaborar, la de entender cada vez mejor el problema de la fe y, sobre todo, un cristianismo evangélico, un cristianismo que tiende a vencer el rito y que practica la verdad evangélica como verdad de luz. A eso está muy próximo el agnóstico, porque el agnóstico está metido, quiérase o no, en el ámbito cultural cristiano”.
Fe, razón… y la nada
El alcalde Tierno Galván en una imagen de archivo
“Fui creyente hasta los quince-dieciséis años. Mi madre era una cristiana fervorosa y yo iba con ella a la novena y a las “flores”, y esto con mucha frecuencia, bien en el pueblo, bien en Madrid, frecuentemente a la iglesia de San Marcos, porque vivíamos cerca. Pero es que en esas edades no entra la crítica racional respecto, sobre todo, de problemas para los que la teología propone soluciones, pero que siempre dejan a uno intranquilo. Por ejemplo, el retraso histórico de la aparición del cristianismo, cuando tantas gentes antes habían sufrido y necesitaban también de ese consuelo. Es un retraso histórico difícil de explicar. No se sabe por qué se elegía ese tiempo y por qué se favorecía a unas gentes y no se favorecía a otras. Como es muy difícil de explicar el hambre desde el punto de vista de la justicia divina. No se entiende, pero, en fin, ya hemos dicho que para el hombre de fe esto entra en el ámbito del misterio.
Cuando a mí se me plantearon estos problemas y no los pude resolver racionalmente, dejé de creer. Lo que demuestra que la actividad sentimental y de conciencia, está en mí vinculada a la razón. Soy casi un ilustrado y que, al no responder la razón a los problemas, pues se enfrió la fe.
Pero hay una reflexión -continua- por parte de muchos agnósticos sobre el sentido del mundo y que es el Fundamento. Es uno de los problemas básicos para nosotros y estamos siempre preguntándonos qué sentido tiene que el mundo no tenga sentido nada más que en sí mismo. ¿Qué quiere decir eso?
Y nos encontramos también con la nada. En el fondo, está el telón, la nada, y realmente no nos satisface tener como fundamento y telón de fondo la nada; porque la nada, aquí, adquiere cierta sustantividad y había que preguntarse qué es esa nada que tiene una cierta sustantividad, que no es solo la contradicción lógica del ser. Pero no pasamos de ahí porque la investigación y la razón no pueden pasar y admitimos que es el Fundamento, pero, como decía antes, no lo admitimos ni trascendente ni personalizado.
Quizá los agnósticos como yo seamos, según se dice, “una raza a extinguir”. Posiblemente. Puede que los agnósticos acaben disolviéndose en un escepticismo radical, puede ser. Es mas: puede que el mundo vaya hacia ese escepticismo radical en términos generales, salvo las minorías que conservan la levadura, para emplear una expresión evangélica, expresión muy grata a San Pablo, por otra parte. Es posible. No puedo decir ni que sí ni que no. Todo es posible”.
Iglesia, iglesias e instituciones
“Las iglesias son muchas y son excluyentes. La Iglesia ha estado siempre al lado del poder. En ocasiones ha luchado con el poder para conseguir más poder, como en los tiempos antiguos o en la Edad Media, pero se ha ido vinculando al poder, olvidando en parte, no sé si esto será exacto o no, los consejos de Cristo y algunas veces incluso los mandatos de Cristo tal y como aparecen en los Evangelios.
Desde casi mi juventud primera, me ha parecido que la Iglesia había hecho en el proceso histórico enormes concesiones a las exigencias temporales y al poder temporal; que había abandonado su condición de institución espiritual y de institución moral en una gran parte y había cedido a presiones del poder, sobre todo a tentaciones económicas para conservarse como institución, desde muy antiguo, y las había defendido y había estado siempre al lado de aquellos que cuidaban de sus intereses no al lado de aquellos que no cuidaban de sus intereses, sino que, al contrario, le pedían sacrificios. Esto es indiscutible históricamente y en gran parte en el momento actual. Lo que ocurre es que la Iglesia va tomando conciencia de que, si como Iglesia e institución está al lado de los grandes intereses del mundo, la Iglesia se pierde como tal Iglesia y queda siempre la fe, pero no orientada ya eclesiásticamente. Yo no quiero hacer críticas personales de ninguna manera, pero la renovación de lo que llamaríamos, por llamarlo de algún modo, iglesias nacionales, está muchas veces en contradicción con lo que el poder centralizador de la Iglesia universal exige. Hay contradicciones muy profundas, porque las iglesias nacionales se tropiezan con problemas que tienen que resolver desde el espíritu evangélico y a la vez en orden de los presupuestos de poder que la Iglesia tiene como ámbito de decisión universal. Así ha pasado con muchos sacerdotes hispanoamericanos.
El alcalde presidente del ayuntamiento de Madrid
Ha habido un cambio sobre todo en las relaciones con el mundo no eclesiástico. En la Iglesia española yo noto una inclinación mayor hacia la humildad, hacia el sacrificio, hacia alejarse de lo aparatoso, o incluso yo creo que hay una cierta mala conciencia respecto de la riqueza de las jerarquías eclesiásticas.
Ojalá la Iglesia se alejase del poder y ejerciese solo su autoridad moral. Sería admirable. Y además, la Iglesia entonces tendría un inmenso prestigio.
Realmente, yo creo que se están renovando las inquietudes, que la conciencia religiosa eclesiástica estaba adormecida y aceptaba con fe de carbonero los problemas del mundo. Pero me parece que ahora se ha dejado ese tipo de fe adormecida y que dijéramos que es una fe quebradiza y muy frágil, por una fe que tiene sus propios problemas, que no deje de ser fe, pero que es analítica, de profundas inquietudes.
Los problemas, eclesiásticamente, son muy difíciles de resolver, porque hay contiendas de poder, pero evangélicamente, es decir, cediendo, cediendo con humildad y haciendo siempre testimonio de profundo respeto a lo que el otro dice y admitiéndolo, evangélicamente sería fácil de resolver.
Es una pena que haya tan pocas instituciones que potencien el espíritu. Entre ellas está no sólo la Iglesia católica, cuya dimensión evangélica es muy respetable, sino otras iglesias como las evangelistas que, en su ámbito, contribuyen poderosamente a la realización de los bienes del espíritu.
Yo creo que en el ámbito de los grupos humanos la subjetividad se trasciende a sí misma y se constituye en objetividad. Y esa objetividad, a su vez, puede influir en la subjetividad en una relación dialéctica y esa influencia es positiva en algunos casos y negativa en otros. Lo que tiene de positiva es el ahondar en la dimensión espiritual y el aumentar la dimensión espiritual del mundo que, en cierto modo, se traduce en valores como la paz, el bienestar, la reflexión científica, la investigación…, que son consecuencia de la presión del espíritu objetivo creado por el espíritu subjetivo.
Pero el hecho es que la sociedad está hirviendo y una gran parte de ese hervor se traduce en fervores, fervores pacifistas y fervores ecologistas que son nobilísimos y no tendrían que estar marginados por los partidos políticos, sino protegidos por ellos y por el poder. Hay que despertar la conciencia de la gente respecto de la contradicción que significa, por poner un ejemplo, el científico -muy diferente en Norteamérica, yo lo he visto- que sale de su casa, besa al niño, dice adiós al jardinero, besa a su mujer, ha dejado la segadora hace unos momentos, por la mañana temprana, en un jardín cuidado…, en fin, ese científico que es un hombre de paz que cuida a su familia, “un hombre decente”, pero que se va al laboratorio a trabajar en una bomba atómica. Hay que poner al descubierto esas contradicciones. Trabajar por la bomba atómica, trabajar por la destrucción universal es imperdonable”.
El dolor y la fe
“Cuando en la grave intervención quirúrgica que sufrí en febrero de 1985 me enteré de que muchos conciudadanos madrileños cristianos rezaban por mí, sentí un enorme agradecimiento. Porque yo creo que en la economía del cosmos (un cristiano diría en la economía de la creación) todo influye, nada se pierde en el orden del espíritu y estoy seguro de que eso me ayudó.
El dolor es un problema muy difícil. Lo que ocurre es que el dolor se puede admitir como algo estrictamente natural. Es decir, pasado cierto dintel de organización, el proceso de desorganización o la falta de coordinación biológica con el psiquismo y entonces el dolor tiene un aspecto puramente mundanal.
Cuando el dolor se atribuye a una ausencia de la presencia de Dios en la ayuda de esa persona provoca no solo el dolor físico, sino el dolor espiritual, la amargura espiritual. Está el “Dios mío, por qué me abandonaste”, que con frecuencia surge en el ámbito del dolor y suele crear dudas, vacilaciones profundas, incluso angustia. Porque es muy difícil explicar la muerte de los niños, por ejemplo, y por qué se produce esa muerte, cómo entra esto en la economía de la creación… Es muy difícil de explicar.
De manera que hay un dolor trascendente y un dolor biológico. El dolor trascendente surge en la conciencia cristiana y el dolor biológico está, simplemente, en el ámbito de la conciencia agnóstica. El dolor lleva, de una manera u otra, a buscar el camino de la esperanza y el camino de la esperanza se encuentra muchas veces en la oración como vehículo para hallar al gran salvador, al que ha de resolver. En este sentido, el dolorido, el que está padeciendo el dolor, busca el camino de la esperanza que va a dar a un ser superior que organiza el mundo. Para el agnóstico que no quiera incurrir en deslealtades es muy claro que incluso el dolor hace más problemática la justicia divina”.
Los cristianos de mi ciudad
«…La religión católica es el 90 por 100 de la cultura de parte de Occidente y, concretamente, de España. Y el cristianismo es el 90 par 100 de la cultura occidental».
«Se comenzó a ver claro (año 1968) que ni yo ni las gentes que estaban en lo que ya entonces era el Partido Socialista del Interior teníamos la condición de anticlericales, sino el mayor respeto por las iglesias y por la Iglesia católica en particular. También en muchas ocasiones tuve que explicar, incluso a sacerdotes, que cuando Marx hablaba de la religión como opio del pueblo, se refería a la religión que excluye la crítica y evita la lucha de clases, o lo que es lo mismo, a la religión formal o mercancía, pero no a la religión como fenómeno de comunicación y elemento espiritual que transmite y sostiene con las creencias superiores valores superiores. Al hilo de éstas y otras reflexiones he pensado muchas veces que ha sido pena, y grande, que en España no hayamos podido hacer la revolución con que soñábamos, pues una gran parte de la Iglesia hubiera encontrado su purificación incorporándose a la ruptura…» (Cabos Sueltos, 1981)
“Soy alcalde de una ciudad, Madrid, muchísimos de cuyos ciudadanos son cristianos. Y desde la alcaldía estamos ayudando todo lo que podemos a que no se pierdan las tradiciones religiosas e incluso a que no se pierda el hecho mismo de una religión eclesiásticamente constituida. Nuestra actitud con relación a la Iglesia es una actitud de abierta colaboración y seguiremos por ese camino, porque la religión hace falta de una u otra manera, hace falta que la gente reanime su conciencia y reflexión.
Me atrevería a pedir a mi conciudadano cristiano que dejase sus prejuicios, que a veces los tiene. Es decir, que no por ser cristiano creyese que tiene que ser de derechas, que esto es muy frecuente en España. Que comprendiese bien y abiertamente a los demás y que tuviese un espíritu de colaboración con los que no son cristianos.
Toda fe es positiva. La fe autentica y cultivada. No esa fe que no se puede llamar fe, esa aberración negativa y cerrada, Luzbel…, no. La fe positiva, clara y abierta produce una actitud generosa. Y cuando la fe no produce una actitud generosa…, me niego a admitir que sea fe. Siempre que he hablado con personas que tienen una fe profunda, las he encontrado propicias a la generosidad, como es lógico. En lenguaje cristiano eso se llamará misericordia o virtudes de ese carácter, pero el hecho es que son propicios a la generosidad. La fe propugna eso y la fe defiende eso. Y, efectivamente, hoy en los barrios de Madrid hay mucha gente de fe que está trabajando con los humildes y los está defendiendo y eso, para nosotros, no sólo es respetable, sino que es una gran ayuda.
No estoy hablando de los cristianos en la lucha política. Porque la política lleva a compromisos de poder que castigan y lesionan la moral, a veces. Y las gentes que tienen, como los cristianos, una conciencia moral especialmente sensible se aleja de esos campos en que la lucha política es, muchas veces, incompatible con una conciencia moral clara. Yo me he ido alejando del poder también. He vivido la lucha contra un poder que me parece injusto y que me parecía que atentaba contra la dignidad humana. Luchar contra el poder cuando es una lucha moral contra un poder que es inmoral, eso es justo y no crea problemas. Los problemas se crean particularmente en la lucha por el poder, cuando uno quiere adquirir más ámbito de poder y ejercitarlo. Yo nunca he estado en eso. Nunca he luchado por el poder, nunca he tenido el mínimo poder y aún ahora estoy ajeno al poder político, porque somos meros administradores y esto no es poder, es, simplemente, autoridad.
La política de altura crea a los cristianos mayores problemas. Les crea problemas terribles. Incluso les obliga, muchas veces, a practicar la doble moral: la moral privada y la moral pública.
Mi consejo al cristiano evangélico sería el de que si no puede cultivar una política en que la moral conserve su integridad y tiene que incurrir en las dos morales…, que deje la vida política, la vida por el poder y las luchas por el poder. Si consigue que la lucha por el poder y las contradicciones en el poder no lesionen su conciencia ética…, adelante. Sería admirable. Pero si no lo consigue es mejor que abandone la política.
En cualquier caso, el cristiano se puede comprometer en la base y trabajar en la base y dejar la dirección política a los pocos -siempre serán pocos- cristianos que hayan sido capaces de conciliar su conciencia con el poder.
En la base siempre será justo que los cristianos tengan una participación política, que tengan una ideología, aunque esa ideología siempre debe estar subordinada a los principios morales superiores del Evangelio. Y yo admito que, para el cristiano, la moral no es una ideología. Para el cristiano la moral es un valor trascendente que está por encima de la temporalidad. Y en este sentido los cristianos tienen que estar más subordinados a la moral que cualquier otra persona, cualquier agnóstico, por ejemplo”.
Autoría
Lala Franco
Alandar me permite hacer una de las cosas que mas me gustan como periodista: entrevistar a esas personas que son la sal de la tierra porque van cambiando el mundo con su trabajo, su reflexión y su denuncia. Además, es un espacio para la libertad y la creatividad dentro de la Iglesia, muy necesitada de ambas. Y me da pistas para vivir de un modo más solidario y menos consumista y para seguir alimentando el núcleo espiritual que nos vincula, desde lo profundo, con el mundo, con los otros y con Dios. Por lo demás, ahora soy una periodista jubilada de TVE que se mete en muchos líos. En la Revuelta de mujeres en la Iglesia, por ejemplo. Y que está agradecida a dos espacios eclesiales: la JEC (Juventud Estudiante Católica, que me albergó de joven, y Profesionales Cristianos (PX), mi actual comunidad de referencia. Soy murciana y, además de mi tierra de origen, amo Madrid, donde vivo; pero también la Montaña Oriental Leonesa y Asturias, donde paso buena parte de mi tiempo. La vida, pues, no cesa de abrirme a paisajes y horizontes nuevos, en todos los sentidos. Y yo trato dejarme sorprender por la riqueza y la novedad que nos rodea y los mensajes de cambio que sugiere.
Comentarios desactivados en “Concilio de Nicea: Revisión necesaria“, por Jesús López Sáez.
“Está en cuestión la confesión de fe”
La expresión es rotunda, contundente: “Se armó la de Dios es Cristo”. Según el diccionario, con ello se dice que se formó un lío, escándalo o barullo
La mayoría de los autores coincide en afirmar que la frase proviene de los violentos enfrentamientos que surgieron en el concilio de Nicea (325). El año 2025 sería un “año de gracia del Señor” (Lc 4, 20) si se revisara este concilio
No es un tema menor: está en cuestión la confesión de fe. Veamos algunos datos que el profesor alemán Hubert Jedin recoge en el segundo tomo de su ‘Manual de historia de la Iglesia‘ (1980)
| Jesús López Sáez
La expresión es rotunda, contundente: “Se armó la de Dios es Cristo”. Según el diccionario, con ello se dice que se formó un lío, escándalo o barullo. La mayoría de los autores coincide en afirmar que la frase proviene de los violentos enfrentamientos que surgieron en el concilio de Nicea (325). El año 2025 sería un “año de gracia del Señor” (Lc 4, 20) si se revisara este concilio. No es un tema menor: está en cuestión la confesión de fe. Veamos algunos datos que el profesor alemán Hubert Jedin recoge en el segundo tomo de su Manual de historia de la Iglesia (1980).
Convocatoria imperial
Las fuentes primitivas atribuyen al emperador Constantino (+337) la iniciativa de la convocatoria: “Las invitaciones cursadas a los obispos de Oriente y Occidente señalaban a Nicea en Bitinia (actual Turquía) como lugar de la reunión y el mes de mayo de 325 como fecha de apertura de las deliberaciones. No faltarían obispos a quienes no desagradaba leer en la invitación que para el viaje podían utilizar gratuitamente las postas del imperio y que durante la asamblea serían huéspedes del emperador. Las fuentes no dicen nada sobre si a tal o cual de ellos le causó alguna desazón el que en este caso la autoridad política hubiera desarrollado una iniciativa que eventualmente podía ser peligrosa para la independencia de la Iglesia”.
Obispos participantes
El número de obispos no consta con exactitud: “Eusebio dice que habían sido más de 250; Atanasio, también testigo ocular, menciona el número redondo de 300, aunque en otro lugar indica 318”, “el Occidente latino tuvo sólo escasa representación, lo cual se comprende sin dificultad: un viaje a tierras tan remotas, aun con la posibilidad de utilizar las postas imperiales, debía en aquel tiempo llenar de preocupación a más de un obispo de África o de las Galias, de Italia o de Inglaterra. En consecuencia, sólo cinco obispos cumplimentaron la invitación del emperador. El principal de ellos era Osio de Córdoba, desde hacía ya tiempo hombre de confianza del emperador, aunque también probablemente representante del papa, y que constantemente encabezaba la lista de los obispos. De todas formas, Roma envió a los presbíteros Vito y Vicente, que ocupaban su puesto junto a Osio”.
Escritos, acusaciones, intrigas
Fueron presentados al emperador escritos en que se acusaba de faltas personales a este o aquel obispo. Constantino les mostró sus cartas no leídas: Las “hizo quemar ante sus propios ojos, acompañando la acción de algunas palabras graves sobre la buena armonía fraterna entre los obispos e invitándolos a aplicarse a la verdadera misión que los había llevado a Nicea”.
Lugar de reunión y sesión de apertura
Dado que la iglesia de la comunidad de Nicea apenas tenía espacio suficiente para todos los actos del concilio, el emperador puso su propio palacio de la ciudad a disposición de los obispos: “Eusebio describe con palabras hímnicas la solemne sesión inaugural, que tuvo lugar el 20 de mayo del año 325. Los obispos habían ocupado ya sus puestos a los dos lados a lo largo de la sala de sesiones y aguardaban con gran expectación la entrada del emperador, para el que se había colocado un sillón dorado. Gran impresión les causó ver cómo la elevada figura del emperador, vestido de púrpura, avanzaba por en medio de sus filas y aguardaba para tomar asiento un gesto de invitación de los obispos. Tras una breve salutación pronunciada por uno de ellos, tomó el emperador la palabra para dirigirles una alocución en latín, en la que no se podía menos de percibir los acentos de exhortación a la paz y armonía dentro de la Iglesia; un examen en común de las causas del conflicto abriría el camino a la reconciliación y a la paz, con lo cual los obispos le proporcionarían también a él, su ‘consiervo’, la mayor satisfacción”.
No se conservan las actas
“Dado que no se han conservado las actas del concilio, no es posible hacer una reconstrucción del reglamento de sesiones ni del exacto transcurso cronológico de los debates, como tampoco fijar exactamente el número de las sesiones conciliares y ni siquiera indicar la duración del concilio”, “según parece, la corriente propicia a Arrio (sacerdote de Alejandría, +336) tomó inmediatamente la iniciativa y propuso una fórmula de confesión de fe”. Pronto apareció claro que las formulaciones arrianas “no tenían la menor probabilidad de ser aceptadas por el concilio”, “entonces intervino en el debate el diplomático Eusebio de Cesarea con una propuesta de compromiso y recomendó a los padres la adopción del símbolo bautismal corriente en su obispado. Los obispos reconocieron de plano la ortodoxia de dicho símbolo que también Constantino tuvo por correcto, como lo resalta Eusebio, no sin sentimiento de la propia dignidad, pero se consideraron indispensables algunos complementos, con los que formularan con precisión las aserciones que precisamente entonces estaban sobre el tapete y se descartara una interpretación del símbolo en sentido arriano”.
La palabra clave
Eusebio de Cesarea
Lo que sobre todo dio lugar a grandes debates fue la adopción de la palabra “homoousios” (de la misma sustancia), que en lo sucesivo sería la palabra clave de la teología nicena: esta palabra no sólo pareció inaceptable a los obispos arrianos, también pudo causar desazón en otros obispos de Oriente. En cambio, a los representantes de la iglesia latina podía aparecerles muy apropiada la palabra, pues hallaban en ella la exacta correspondencia de lo que desde Tertuliano (+220) se había expresado en Occidente con el término “consubstantialis” o “eiusdem susbtantiae”. Eusebio atribuye con absoluta claridad la aceptación del “homoousios” en el texto del símbolo de Nicea a la iniciativa de Constantino, que se había interesado ahincadamente por la recta interpretación del término entre los griegos y por la aproximación de los puntos de vista de los contendientes. Las demás formulaciones de detalle adoptadas en el texto del símbolo – “engendrado del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado”- ponían los enunciados sobre Cristo al abrigo de toda interpretación arriana. La frase final contenía una vez más un claro repudio de la teología arriana: “A aquellos que dicen: ‘hubo un tiempo en que no fue’, y ‘antes de nacer, no era’, y ‘fue hecho de la nada’, – o a los que afirman que el Hijo de Dios es de otra sustancia (hipóstasis) o de otra esencia (ousía), o que ha sido creado o está sujeto a cambio o mutación- a éstos los anatematiza la Iglesia católica y apostólica”.
Otras cuestiones
Tras la aceptación de la fórmula de la fe abordaron los obispos otras cuestiones: “En la cuestión de la fecha de la celebración pascual se pusieron de acuerdo sobre la práctica vigente en la mayor parte de la Iglesia: la resurrección se celebraría el domingo siguiente al 14 de nisán. A continuación, se deliberó sobre cuestiones de disciplina y las conclusiones fueron recogidas en 20 cánones”.
Clausura, banquete, regalos
Constantino promovió una clausura solemne e impresionante del concilio: “Tras la aceptación del símbolo de la fe y en conexión con la celebración de los veinte años de su gobierno, ofreció a los participantes en el concilio un espléndido banquete en su palacio de Nicomedia, acto que hizo prorrumpir a Eusebio -siempre pronto al entusiasmo- en comparaciones con la gloria del reino celestial. Los obispos recibieron con regocijo los presentes que les fueron ofrecidos a cada uno de ellos. Antes de su partida los reunió una vez más a todos a su lado y los exhortó a seguir conservando la paz entre sí y a evitar querellas de competencias. Finalmente se encomendó a sus oraciones”. Poco después, en un extenso informe sobre el concilio, el emperador afirmaba que se había logrado la unidad en la fe y subrayaba en términos de sorprendente rigor la necesidad de distanciarse del judaísmo (Jedin, 54-60).
Muchos descontentos
En su libro Historia de la Iglesia (1981) el historiador alemán Ludwig Hertling afirma lo siguiente: “Muchos obispos salieron descontentos del concilio de Nicea, como Eusebio de Cesarea”, “a muchos les disgustaba la expresión homoousios = consustancial, y temían que pudiera ser interpretada en sentido sabeliano” (Hertling, 96). Según Sabelio (Roma, hacia 215), Dios se manifiesta con tres modos de ser: Padre, Hijo, Espíritu Santo. Según Serapión de Antioquía (+203), Cristo parece hombre, pero es Dios. Sin embargo, afirma san Juan: “Todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios” (1 Jn 4,2). Cristo es realmente hombre.
Obispos desterrados
Poco después de la conclusión del concilio, dos obispos de primera fila, Eusebio de Nicomedia y Teognis de Nicea, comunicaron al emperador que retiraban su asentimiento a la fórmula de fe de Nicea: “El emperador, que no estaba acostumbrado a ver tratadas así decisiones que él había aprobado solemnemente, consideró tal paso como autoexclusión de la comunidad cristiana, desterró a los dos obispos a las Galias y asignó a sus iglesias pastores fieles a Nicea”.
Cambio de actitud
A comienzos del año 328 se percibió un cambio en la actitud del emperador, aunque mantenía su postura con respecto a Nicea: “Aquel mismo año se permitió volver del exilio a los obispos Eusebio y Teognis, que pudieron además ocupar de nuevo sus anteriores sedes de Nicomedia y Nicea”. Más aún, Eusebio de Nicomedia “logró granjearse cada vez más la audiencia y el favor del emperador, hasta llegar a ocupar el puesto que Osio de Córdoba -regresado sin duda de Nicea a su diócesis española- había tenido anteriormente en calidad de asesor teológico, y que ahora constituía a Eusebio en el promotor más eficaz de los intereses arrianos”. Cabe contar sin duda en este cambio “la influencia de la hermanastra de Constantino, Constancia, que vivía en Nicomedia y de cuya confianza gozaba ya hacía tiempo el obispo de la residencia imperial, procedente de la clase alta de la sociedad”. Seguramente también Eusebio de Cesarea contribuiría al cambio del emperador, “ya que su cultura y su talento retórico impresionaban fuertemente al emperador, amén de que su temperamento de palaciego le empujaba a reducir los choques y contrastes violentos”.
Campaña arriana
Poco después de regresar del destierro, Eusebio de Nicomedia asumió “enérgica y conscientemente la dirección del partido arriano”: “Se hacía perfectamente cargo de que no se podía emprender una lucha abierta contra el símbolo de Nicea, puesto que ello habría provocado la oposición del emperador. Lo importante era comenzar por descartar a las personalidades de primera fila del partido contrario. En este sentido, la figura dominante después de la clausura del concilio era el obispo Eustacio de Antioquía”.
Nicenos desterrados
Eusebio de Nicomedia “deslizó con habilidad en los oídos del emperador la noticia de que Eustacio era un carácter de dudosa moral, que perturbaba constantemente la paz religiosa y se había expresado en términos despectivos sobre la madre del emperador. El emperador dio su visto bueno a la convocatoria de un sínodo en Antioquía (330-331), en el que los amigos de Arrio depusieron a Eustacio, que fue desterrado a Tracia por el emperador. Pronto hubieron de seguirle ocho obispos de sus mismos sentimientos, y así el partido arriano, animado por aquel éxito, dirigió sus ataques contra Atanasio, que a la muerte de Alejandro (328) le había sucedido en la sede de Alejandría, y de cuya energía y constancia se había recibido sin duda ya en Nicea una impresión duradera”. En el sínodo de Tiro (335), Atanasio fue depuesto. Acusado de sabotear en Egipto los edictos imperiales, el emperador Constantino le desterró a Tréveris, donde estuvo dos años.
Arrio rehabilitado
En noviembre del año 334, recibió Arrio una carta del emperador, en la que se le invitada a una entrevista en la corte: “Con esta ocasión presentó a Constantino una profesión de fe que escamoteaba con habilidad el núcleo esencial de la controversia, de modo que el emperador tuvo la impresión de que Arrio no enseñaba lo que le imputaban sus adversarios. En consecuencia, remitió el asunto a un futuro sínodo, que le absolvería de la excomunión”. Entonces le levantaron la excomunión que le había sido decretada en Nicea y rogaron al emperador fuesen reconocidos de nuevo a Arrio sus derechos sacerdotales, lo cual habría debido tener lugar en un solemne acto. Poco antes, sin embargo, murió Arrio. La muerte de Constantino el año 337 significó para los arrianos un nuevo auge: “La parte oriental del imperio recayó en Constancio, hijo del emperador, que había elegido la fe arriana y que en los 24 años de reinado trataría de ayudarla con todos los medios precisos para imponerla como la única confesión” (Jedin, 62-66).
Bautismo y muerte
Poco después de la pascua del año 337, Constantino cayó enfermo: “Cuando comprendió la gravedad de la dolencia, hizo llamar a algunos obispos a la ciudad de Nicomedia y solicitó de ellos el bautismo”. Murió el 22 de mayo. Lo mismo hizo su hijo Constancio: “A ejemplo de su padre, se hizo bautizar en el lecho de muerte por el obispo arriano Euzoyo”. La tardía leyenda de san Silvestre “habla del bautismo del emperador en el palacio de Letrán y de su curación de la lepra”, sitúa al papa en primer término cuando dice que “por orden suya” había tenido lugar el concilio de Nicea, “adorna con detalles llenos de fantasía las relaciones del primer emperador cristiano con el obispo de Roma”, “estos detalles aparecen por primera vez en los Actus s. Silvestri surgidos en Roma en el siglo V” (Jedin, 43, 54, 91 y 340). La leyenda de los Hechos de san Silvestre pretende “corregir el importante hecho histórico del bautismo de Constantino a manos de un obispo arriano, Eusebio de Nicomedia”, “acontecimiento bien atestiguado por las fuentes antiguas como el contemporáneo Eusebio de Cesarea en su Vida de Constantino y, medio siglo después, por el mismo San Jerónimo”, dice el profesor Ramón Teja en su libro Los papas ¿sucesores de Pedro o de Constantino? (Teja, 36).
Donación de Constantino
Junto a la leyenda de san Silvestre, la llamada Donación de Constantino (otra falsificación histórica) convierte al obispo de Roma en heredero y sucesor del emperador en todo el imperio de Occidente: “Entregamos y cedemos al santísimo pontífice y papa universal Silvestre, tanto nuestro palacio… como las provincias, lugares y ciudades de Italia o de las regiones occidentales, entregándolas y dejándolas a su poder y dominio o el de sus sucesores pontífices por una firme decisión imperial”. El papa Gregorio VII (1073-1085), a quien su contemporáneo Pedro Damián calificó como un “santo de Satán”, fue “el primero que intentó presentarse como heredero de los emperadores romanos”. Bernardo de Claraval se lo dijo a su antiguo discípulo, el papa Eugenio III (1145-1153): “En esto no eres sucesor de Pedro sino de Constantino”. Durante el pontificado de Inocencio III (1198-1216) fue compuesto el denominado Decreto de Graciano: “Allí se incluyeron no menos de 324 textos atribuidos a los papas de los cuatro primeros siglos, la mayoría de ellos falsificaciones”, dando origen al Derecho Canónico.
El caballo blanco
Caballo blanco
En 1247 fue consagrada la capilla de san Silvestre en la basílica romana de los “Cuatro Santos Coronados”. Los famosos frescos de la capilla presentan siete escenas, son la “expresión plástica de las aspiraciones papales” y pretenden inmortalizar las leyendas del bautismo de Constantino a manos de Silvestre y la Donación del emperador al papa. En la primera escena aparece Constantino víctima de la lepra que, como un nuevo Herodes, ha ordenado la matanza de niños inocentes. En la segunda escena Pedro y Pablo le piden en sueños que escuche a las madres que lloran por sus hijos y que haga traer al obispo Silvestre. En la tercera escena los enviados imperiales se presentan ante Silvestre que está refugiado en el monte Soracte. En la cuarta escena Silvestre comparece ante el emperador y le muestra dos iconos de Pedro y de Pablo que el emperador reconoce como los que había visto en sueños. En la quinta escena Constantino, ya limpio de la lepra, recibe el bautismo de manos de Silvestre en el palacio imperial de Letrán. En la sexta escena (ver foto) el emperador, sin la corona que es sujetada por un acólito de pie sobre la muralla, lleva con su mano izquierda un caballo blanco y con la derecha ofrece la tiara al papa, al tiempo que hace la inclinación de rodilla ante el papa que está sentado en el trono, cubierto con el manto rojo. El manto rojo y el caballo blanco son símbolos del poder imperial. En Constantinopla, durante las celebraciones de los triunfos, el emperador entraba victorioso atravesando la Puerta de Oro montado en un caballo blanco para dirigirse al palacio. En la séptima escena (ver foto) el emperador lleva las riendas del caballo blanco que monta el papa, ahora ya con la tiara de las tres coronas en la cabeza. El hecho de que el emperador lleve las bridas del caballo blanco del papa haciendo de palafrenero era “un reconocimiento de vasallaje en las relaciones feudales” (Teja, 43-67). Ahora bien, en el Apocalipsis el jinete del caballo blanco es “la palabra de Dios”, “lo siguen las tropas del cielo sobre caballos blancos” (Ap 19,13-14).
Menudo santo
La Iglesia ortodoxa lo considera como santo: san Constantino. Mató a su cuñado y a su sobrino. A pesar de la promesa hecha a su hermana de que le perdonaría la vida a su marido Licinio, ordenó su ejecución en 325, bajo la acusación de haber organizado una conjura contra él, y al año siguiente la de su hijo (Licinio el Joven). En su Historia Eclesiástica Eusebio de Cesarea (+339) disculpa a Constantino: “No le escatimó su parentesco ni le negó espléndidas nupcias con su hermana”, “también le había proporcionado el poder disfrutar del gobierno supremo como cuñado y coemperador”, “pero él, al revés, obraba contrariamente a esto y cada día imaginaba intrigas contra su superior e imaginaba todo género de conspiraciones, como si respondiese con males a su bienhechor”, “lo que en otro tiempo Licinio contempló con sus propios ojos en los impíos tiranos, esto mismo sufrió él en persona”, “tras compartir con éstos el mismo camino de la impiedad, cayó merecidamente en el mismo precipicio que ellos” (HE X,8,4-5 y 9,5). Licinio fue derrotado y, poco después, fue ejecutado. Constantino mató a su hijo Crispo y a su esposa Fausta por una acusación de adulterio entre ambos. En un poema anónimo se le comparó con Nerón.
Cambios paganos
Siguiendo a Eusebio de Cesarea, el cardenal John Henry Newman (1801-1890) recoge en su libro Ensayo sobre el Desarrollo de la Doctrina Cristiana los cambios paganos que el emperador Constantino introduce en la liturgia cristiana con el fin de atraer a los paganos: “El uso de templos, y éstos dedicados a santos particulares, y ornamentados en ocasiones con ramas de árboles; incienso, lámparas y velas; ofrendas votivas al recuperarse de una enfermedad; agua bendita; asilos; días festivos y estaciones, uso de calendarios, procesiones, bendiciones en los campos; las vestiduras sacerdotales, la tonsura, el anillo en el matrimonio, la vuelta a Oriente, las imágenes en una fecha posterior, tal vez el canto eclesiástico, y el Kyrie Eleison, son todos de origen pagano, y santificados por su adopción en la Iglesia” (Newman, VIII, 6).
Comentario
Proskinesis
A los ojos de los paganos, los cristianos eran “ateos”. El apologeta Arnobio escribe hacia el año 300: “Ante todo nos acusáis de impiedad, porque ni edificamos templos ni erigimos imágenes divinas ni disponemos altares”. La eucaristía podía celebrarse en cualquier sitio, en una casa, en un barco, al aire libre. En Tróade Pablo celebra “la fracción del pan” en una casa: “Había abundantes lámparas en la estancia superior” donde estaban reunidos (Hch 20,7-8). Había lámparas de aceite. Las velas de cera vinieron después. Sobre la Navidad: ”La primera noticia cierta sobre una fiesta que tiene como contenido el nacimiento de Cristo y se celebra el 25 de diciembre, se halla en un catálogo de fiestas cristianas, el llamado cronógrafo de 354, que tomó esta noticia de un modelo que se remonta a la época constantiniana (336)”, “es muy probable que la elección de esta fecha estuviera determinada por la fiesta del nacimiento del dios Sol pagano, que el emperador Aureliano había traído de Oriente e introducido en Roma después de 274 y desde entonces fue celebrada en este día con el nombre de dies natalis solis invicti (día natal del sol invicto) como la mayor fiesta del Estado” (Jedin, 414).
El Credo de Nicea
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “Siguiendo la tradición apostólica, la Iglesia confesó en el año 325 en el primer Concilio Ecuménico de Nicea que el Hijo es ‘consustancial‘ al Padre, es decir, un solo Dios con él. El segundo Concilio Ecuménico, reunido en Constantinopla en el año 381, conservó esta expresión en su formulación del Credo de Nicea y “confesó al Hijo Único de Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consustancial al Padre” (n.242). La fe en el Espíritu se formuló así en Constantinopla: “Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre” (n.245). La tradición latina del Credo confiesa que el Espíritu “procede del Padre y del Hijo (filioque).El Concilio de Florencia, en el año 1438, explicita: “El Espíritu Santo tiene su esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto del Uno como del Otro como de un solo Principio” (n.246).
Palabra extraña
Comenta el teólogo alemán Michael Schmaus en su libro El Credo de la Iglesia Católica(1970): “Para exponer la fe, el Concilio usa como concepto clave el designado con la palabra homousios (consustancial), tomada de los gnósticos”. Dice también: “La lucha por imponer la doctrina conciliar llenó los siglos cuarto y quinto. Al principio se trataba de la relación del Hijo al Padre, sin reflexionar sobre la relación del Espíritu Santo a estos dos. Desde el 360 aproximadamente se incluyó al Espíritu Santo en la discusión, atribuyéndole a Él también la “homousía“, es decir, la igualdad en la posesión de la única esencia” (Schmaus, 600).
Homosius
La Trinidad
Si revisamos la tradición a la luz de la Escritura, el famoso icono replica a su autor que lo llamó La Santa Trinidad. El icono remite al encinar de Mambré donde Abraham acoge a dos caminantes y acontece lo que dice la canción: “Cuando hermano le llamamos al extraño, va Dios mismo en nuestro mismo caminar”. De forma semejante, el concilio de Nicea debe ser revisado a la luz de la Escritura que, dice Jesús, “no puede fallar” (Jn 10, 35). Para las grandes iglesias cristianas supone una “corrección” que no debe ser rechazada, una “reprensión” que no debe enfadar (Hb 12,5).
Dos fórmulas
El profesor Schmaus comenta así la fórmula de Mt 28,19, “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”: “Como al principio, según dejan entrever los Hechos de los Apóstoles (2,38; 8,16;10,48;19,5) y Pablo (1 Co 1,13;6,11; Ga 3,27; Rm 6,3; Ef 4,5), el bautismo fue administrado en el nombre de Jesús, quedaría por eso mismo demostrado el origen posterior de la fórmula contenida en Mt 28,19″. Por tanto, dicha fórmula “no fue configurada por un evangelista particular, sino que procedía de la tradición de la Iglesia“. O sea, es un añadido posterior. Sobre la fórmula de 2 Co 13,13, “la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén con vosotros”, dice el profesor: “Con relación al Espíritu se usa el genitivo objetivo, mientras con relación a Dios y al Señor se usa el genitivo subjetivo” (Schmaus, 581 y 589). El Espíritu es algo que se da, algo que se recibe.
Problema de fondo
El filósofo romano Boecio (+524) dio esta definición clásica de persona: “sustancia individual de naturaleza racional” (PL 64, 1343). Lo mismo dice Tomás de Aquino(+1274): “el subsistente de naturaleza racional” (Suma Teológica, I, q. 29, a. 3). Problema de fondo: la doctrina de la Trinidad contradice la definición clásica de persona como “sustancia individual”, en la Trinidad la segunda persona y la tercera son “consustanciales” con la primera, “de la misma sustancia”. En realidad, algo inconcebible. Jesús lo dijo de forma sencilla: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo” (Jn 17,3), “el Padre es mayor que yo” (14,28), el primer mandamiento es: “Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, es el único Señor” (Mc 12,29). Jesús se acepta como profeta: “No desprecian a un profeta más que en su tierra” (6,4), El profeta escucha la palabra de Dios y la proclama (ver catequesis sobre el Evangelio de Juan, prólogo).
Edicto de Teodosio
El 28 de febrero del año 380 el emperador Teodosio publicó un edicto según el cual todos los pueblos habían de vivir en la religión que el apóstol Pedro había transmitido a los romanos y que era la profesada por el papa Dámaso, así como por el obispo Pedro de Alejandría: “nosotros, por tanto, creemos en una sola divinidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo con la misma majestad y santa Trinidad”. Sólo los que profesaban esta fe debían llevar el nombre de cristianos, los demás eran herejes y debían contar con las sanciones divinas no menos que con las imperiales (Jedin, 114).
Concilio de Constantinopla
Lo convocó el emperador Teodosio a comienzos del año 381. Los obispos participantes fueron unos 150, todos de Oriente. Antes de iniciarse las sesiones fueron recibidos por el emperador. Teodosio distinguió al obispo Melecio de Antioquía con un saludo especialmente obsequioso, lo que equivalía en cierto modo a proponerle como presidente del concilio. Sin embargo, en los primeros días del concilio muere Melecio. En esas circunstancias asume la presidencia el obispo de Constantinopla, Gregorio Nacianceno. Al igual que en el concilio de Nicea, no se han conservado las actas. A pesar de todos los esfuerzos, “no hubo forma de inducir al grupo de Eleucio de Cízico a reconocer la divinidad del Espíritu Santo. El grupo abandonó inmediatamente el concilio, no sin poner en guardia a sus adeptos, mediante una carta circular, contra el reconocimiento de la fe de Nicea”. El Símbolo de los 150 padres de Constantinopla fue incluido desde fines del siglo VI en la liturgia de la misa latina y hoy también es conocido con el nombre de símbolo niceno-constantinopolitano. El concilio de Calcedonia (451) considera a los padres de Constantinopla como los autores de este símbolo que añade los nuevos enunciados sobre el Espíritu Santo. Mientras que el símbolo de Nicea decía sencillamente: “Creo en el Espíritu Santo”, ahora se añade: “Señor y Dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas” (Jedin, 118-120).
Revisión necesaria
Hay que recuperar la fe que proclama Pedro como el centro del mensaje cristiano: “A Jesús Nazareno, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en una cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó… de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del padre el espíritu santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís” (Hch 2, 22-33), “sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado” (2, 36). Pablo confiesa lo mismo: “Anunciamos a un Cristo crucificado” (1 Co 1,23), “del linaje de David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, en virtud del espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos” (Rm 1,3-4), “hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús” (1 Tm 2,5), “el primogénito de toda la creación” (Col 1,15). La confesión de fe se expresa en fórmulas breves: “Jesús es Señor” (1 Co 12,3), “Jesús es el Cristo” (1 Jn 2,22), “Jesús es el hijo de Dios” (Hch 8,37; 1 Jn 4,15; Hb 4,14). No lo olvidemos, “hijo de Dios” es un título mesiánico.
Comentarios desactivados en Cynthia Erivo, la estrella de “Wicked”, habla sobre la fe
Cynthia Erivo como Elphaba, la joven Malvada Bruja del Oeste, en la película “Wicked”.
En un artículo de Christian Post, Cynthia Erivo, la estrella de la exitosa película Wicked, reveló sus ideas sobre la fe. Erivo, que se identifica como queer y bisexual, también es católica y asistió a una escuela católica cuando era niña. Sus pensamientos sobre la fe siguen líneas muy prácticas, evitando a los cristianos con “pensamiento estrecho” que intentan decidir quién tiene fe y quién no:
“Tengo una profunda creencia de que Dios hace a las personas como están destinadas a ser. Las reglas que las personas imponen a los demás no tienen nada que ver conmigo ni con mi fe. No puedo permitir que el pensamiento estrecho que tienen algunos cristianos o católicos sobre lo que es la fe afecte lo vasta que creo que puede ser la fe. La fe es muy grande, mucho más grande que las reglas establecidas.
“A medida que el tiempo cambia, también estamos destinados a cambiar. Si el hecho de que yo ame a alguien te molesta, entonces tenemos que reenfocarnos. Creo que la regla principal que todos debemos seguir es amarnos unos a otros como nos amaríamos a nosotros mismos. Eso es todo. Ese es el gran tema general. ¿Estoy haciendo espacio para cuidar a otras personas, ser amable con otras personas, ser tan bueno con otras personas como quisiera que otras personas fueran conmigo? Si esas son las cosas que estoy siguiendo, entonces creo que estoy siguiendo mi fe”.
[La cita es originalmente de una entrevista que Erivo le dio a la revista Elle.]
Erivo, quien ha ganado premios Emmy, Tony y Grammy, además de haber sido nominada tres veces al Oscar. (Dos de esas nominaciones fueron a Mejor Actriz y Mejor Canción por la película Harriet, la historia de vida de Harriet Tubman, una ex esclava que rescató a muchos otros y que trabajó por la abolición de la esclavitud).
El artículo de Christian Post se centró en el hecho de que Erivo ha sido elegida para interpretar el papel de Jesús en una producción de 2025 de Jesucristo Superstar, que se presentará en el Hollywood Bowl, California. En 2020, interpretó el papel de María Magdalena en una producción exclusivamente femenina del mismo espectáculo.
—Francis DeBernardo, New Ways Ministry, 26 de febrero de 2025
El 5 de marzo se inicia cuaresma con la celebración del miércoles de ceniza. Es un tiempo de preparación para conmemorar el acontecimiento fundamental de nuestra fe: la muerte y la resurrección de Jesús. Convendría repensar el significado de este día para vivir este tiempo con más conciencia, pero, sobre todo, para que pueda dar más fruto en nuestra vida.
En algunos lugares ha crecido el número de personas que acuden a la imposición de la ceniza. Sin embargo, si preguntáramos por el sentido de lo que están haciendo, bastantes personas responderían que lo hacen buscando una protección o una bendición de Dios, pero desconocen el verdadero significado de este sacramental. En realidad, hay muchas búsquedas espirituales que responden a la necesidad de solución de los problemas que viven las personas y no importa si el rito lo ofrece la iglesia católica o cualquier otra confesión de fe. Lo que interesa es participar de algo que les fortalezca, los anime, les ayude a afrontar lo que viven. Todo esto es legítimo, necesario y si ayuda a las personas, es importante respetarlo. Pero vale la pena reflexionar sobre lo que celebramos los cristianos para saber “dar razón de nuestra fe” (1 Pe 3, 15-16).
Cuaresma, etimológicamente viene de la palabra latina, cuadragesima, señalando así los cuarenta días que faltan para celebrar el misterio pascual. Es tiempo de preparación, conversión, reflexión sobre el núcleo de nuestra fe y sus consecuencias para la vida. Es tiempo de preguntarse en qué creemos, por qué creemos, cómo ser consecuentes con lo que creemos, cómo podríamos dar testimonio más claro de lo que creemos.
Los cristianos creemos en la encarnación de nuestro Dios en Jesús y, en consecuencia, creemos en sus palabras y obras. Jesús nos comunicó con su vida lo que Dios desea de la humanidad y el camino para realizarnos plenamente en el amor, construyendo un mundo justo y en paz, entre los seres humanos y con la creación. Por tanto, la conversión a la que nos invita este tiempo de cuaresma no se puede quedar en algún ayuno o abstinencia o en la participación litúrgica. La conversión, a la que se nos llama, supone contrastarnos con la persona de Jesús y ver si nuestra vida ha asumido sus valores y los pone en práctica.
Las preguntas que convendría hacerse podrían ser, por ejemplo, por la imagen de Dios que tenemos. Vivimos y anunciamos al Dios de Jesús, ese Dios misericordioso con toda la humanidad, ¿sin ninguna exclusión para ninguno de sus hijos? En sociedades como las nuestras donde se da tanta exclusión por razón de etnia, de género, de condición social y, como hemos visto en algunos países, en razón de su condición de migrante, cuaresma nos invita a dar un testimonio muy claro y decidido por la inclusión de todos los seres humanos, estando atentos a cualquier condición que atente contra la dignidad humana, con voz profética para denunciarla y buscar caminos de integración.
Otra pregunta que podríamos hacernos va en la línea de la praxis de Jesús. Un Jesús libre de la Ley cuando ella atenta contra los seres humanos, libre del Templo cuando este no es liberador sino mediación de ritos externos, libre del tener para vivir la solidaridad, libre del poder, practicando el servicio, libre de las búsquedas personales para construir el bien común. ¿Es nuestra fe generadora de libertad o nos encierra en legalismos, fundamentalismos, escrúpulos, vanaglorias? En tiempos donde crecen las posturas tradicionalistas se necesita vivir una experiencia de fe que libere, permitiendo entender los signos de los tiempos y responder a ellos.
Muy importante es preguntarnos sobre la dimensión social y política de la fe. Las experiencias religiosas han de ser para la vida, para la construcción de sociedades más justas y en paz, para realizar obras de misericordia y solidaridad que actualicen para el presente, la vivencia de las primeras comunidades cristianas. No debería pasarnos lo que relata la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37) de dejar a los caídos en el camino por “no mancharse” para cumplir con la purificación ritual o permanecer indiferentes ante la realidad de los hermanos porque se tiene prisa con el cumplimiento de los oficios religiosos. Nuestra conciencia socio política ha de ser lúcida, siempre apoyando las políticas que garanticen la justicia para todos y rechazando aquellas políticas que se centran en el lucro y la ganancia, sin importar las consecuencias humanas y ambientales de tales propuestas. En este último sentido, preguntarnos por la responsabilidad ecológica, es imprescindible. Hemos ido tomando más conciencia de que la salvación de nuestro Dios no es solo para la humanidad sino para toda la creación, pero dependerá de nuestro cuidado y capacidad de vivir en armonía con ella, sin depredarla y extinguirla.
Tenemos cuarenta días por delante para pensar en estas cuestiones o en muchas otras que pueden surgir en el corazón de cada uno. No dejemos pasar esta oportunidad que nos brinda el ciclo litúrgico de tomar el pulso de nuestra fe y reorientar la marcha. En eso consiste la conversión y se nos invita a vivirla en este tiempo. Por supuesto, con mucha “esperanza”, como lo ha señalado el Papa al invitarnos a vivir el Jubileo de la esperanza, sabiendo que por parte de Dios está todo dado y depende solo de nuestra generosidad que su amor hacia la humanidad se haga real y palpable en el mundo que vivimos.
Comentarios desactivados en “Rehacer el corazón”, por Koldo Aldai Agirretxe.
Ni siquiera ha hecho falta echar mano del sorteo y su designio siempre impredecible. Ha mediado el ”¡Llévatelo tú…!” que nunca la disputa. Sin embargo, al desmantelar la casa familiar el “Corazón de Jesús” permanecía huérfano, no encontraba refugio, no tenía quién lo acogiera. Ningún hermano quería llevárselo a su casa. Ni siquiera entraba en el listado de objetos y muebles a repartir fraternalmente.
El “Corazón de Jesús” había ocupado lugar privilegiado en la casa de mis padres. Había saludado hierático a todas las visitas durante décadas. Ahora que debemos vaciar la vivienda, a la imagen le aguardaba un incierto exilio, ya en almacenes de traperos, ya en una estantería llena de polvo en “Reto”, ya en un espacio virtual más decoroso en Wallapop.
No nos interesa la escultura recargada, ni la religiosidad cautiva, sino la espiritualidad viva, libre y liberadora, rehecha a sí misma que sortea las edades. No deseaba almacenar recuerdos, pero pensé que mis padres hubieran querido un digno exilio para ese singular “sin techo“. Decidí acoger en mi casa esa pequeña y típica escayola barroca. No en balde había tenido un especial significado para nuestros progenitores. Pese a lo estandarizado de la escultura, acogiendo el “Sagrado Corazón”, abrigaba la fe de ellos, reverenciaba su legado. Me llevaba el símbolo de algo puro, de un amor universal que no conoce fronteras. Pensé incluso que su presencia cercana, podría resultar estimulante, retadora en determinados momentos.
El Corazón viajó por primera vez muy lejos de la orilla del mar, de su habitual morada en el Gros donostiarra. Tienta echar la culpa a los chinos y sus embalajes sin consistencia, pero el error fue mío. Ya en destino, la caja de cartón se abrió por el peso precipitándose al suelo su contenido. No cogí el bulto con el debido cuidado y la imagen de Jesús, su corazón rojo y toda su historia de generosidad infinita se fue a estrellar en el entarimado de mi salón.
Durante minutos permanecí mudo, sin siquiera proferir exclamación alguna, sin correr a por la escoba… La cabeza se puso a razonar acelerada y peligrosamente. La simbología del destrozado corazón de Jesús en el suelo de mi casa podría ser muy desalentadora, valga la redundancia “descorazonadora”. Yo quería inundar mi hogar con ese Corazón y helo ahí hecho trizas en el suelo.
He debido detener la loca imaginación y sus terribles interpretaciones. Me restaba el recurso de correr al teclado y ponerme a expiar mi culpa, emplearme en la defensa del Corazón de Jesús hoy tan “amenazado”. Sin embargo, no argumentaremos contra la Lalachus y su otro corazón de astado. No nos tienta polemizar con “revueltas” y “hormigueros”. Preferimos escribir para la nostalgia de lo verdadero y genuino. Una estampa del Sagrado Corazón de Jesús con la cabeza de la vaquilla del Grand Prix no puede afectar a una fe arraigada, pero sí interrogarnos sobre esta hora complicada al tiempo que esperanzada.
El bombo ha vencido al silencio, la huida hacia adelante al recogimiento, el entretenimiento hueco a la compañía con el Misterio. Si se nos rompen los corazones de Jesús en nuestras tarimas, quizás debamos encontrar otro barro para remodelarlo, otra pared más blanqueada para alzarlo, otro mundo en el que se halle más arraigado. Tendremos que rehacer ese corazón con otro estilo, izarlo a un rincón más propio, pero no conviene que desaparezca de nuestras vidas, que el primer “hormigueo” en nuestra conciencia, la primera “revuelta” indiscriminada acabe con él.
Si no logramos recomponer el corazón de piedra, intentemos llevar la ternura de la compasión al día a día, al instante siempre desafiante. Nuestro dolor no es el de los “Abogados cristianos”, ni del obispo de turno que carga contra la última gracia de la escena televisiva, de su siempre “moderno” y más que cuestionable altar. La “caverna” ya tienen sus voceros, la intransigencia poco tiene de “buena nueva” y evangelio. Ningún humor puede herir, si el símbolo ya está aposentado y encarnado.
Nuestra pena es el exceso de principios superiores que hemos puesto a la venta en el Wallapop de turno. Poco llega a nuestra “lista de reparto” de entre todo el legado de nuestros antepasados. Nuestra aflicción viene de dejar a un lado los corazones grandes y los valores que los animaron, las mismas máximas de las que hoy tanto necesitamos. Nuestra pena es el eco de ese “bombo” televisivo de la noche que en nuestro interior va acabando con los vacíos serenos, los instantes sagrados, los silencios imprescindibles…
No sé si ir a por pegamento a la tienda o a por confesor a la iglesia. Quizás mejor a por silencio al ancho desierto y allí intentar purificar mi corazón y de allí volver con más atención cuando muevo cajas, cuando repartimos el legado de nuestros mayores.
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De su blog Tus ojos abiertos:
Dios no es una empresa de la que usted se hace socio a través de inversiones.
Desde los púlpitos (no en todos pero sí los hay) se enseña a creer bajo presión, o sea, a creer en negativo. Se hace uso de la amenaza, del temor. Se convence al oyente de las catástrofes que le pueden venir si no entra por todo lo que expone el que ejerce la mala autoridad.
El amor de Dios no brilla en actos que comento y es natural que los inocentes sin formación sobre la compasión que se incluye en los evangelios, se conviertan en víctimas, se amilanen y digan que quieren creer en Dios para que nada malo les pase.
¿No es la vida un camino de lágrimas? ¿No está el mal en todas partes? ¿Hay algún piadoso al que nunca le pase nada negativo? ¿Todo lo bueno que desea le viene al que tiene fe? Si la respuesta es que al creyente todo le va bien, perdone señor predicador que le diga que eso es mentira. Se miente a sí mismo y a los demás. Porque en su fuero interno sabe que a usted le pasa exactamente lo mismo que al resto de los mortales y, en lugar de predicar sobre el amor de Dios que consuela, conforma, da ánimo, perdona, recibe, reconforma, y abraza, usted prefiere asustar, amenazar y engañar, no sólo al creyente sino al no creyente también. ¿Dónde se encuentra entonces la salvación, el sacrificio de Cristo, el perdón de los pecados? ¿Cuántas veces tiene que morir Cristo para sentirse uno redimido?
Entre las amenazas con las que se intenta castigar la mente, están las enfermedades graves. Se usan para provocar pánico y así los oyentes acudan a Dios como un talismán de la suerte, pero no por el amor incondicional del Señor, sino porque usted les anima a meter en esa lotería de la suerte. Una lotería en la que Dios se traga el chantaje, se pone a sus pies como el genio de la lámpara de Aladino y le concede los deseos, que no serían tres sino infinitos.
A los que se encuentran sufriendo esta presión les digo que Dios no es esclavo del creyente. Sin embargo, le ama tal y como es. Es más, precisamente Dios le ama por cómo es usted. Porque mucho de lo que hay en su ser más íntimo es lo que él quiere que tenga. Lo sabe todo de usted y desea que no se agarre a eso negativo que le están enseñando como camino para conseguir lo que quiere, porque no le va a servir de nada. Primero acepte que la vida es la vida y que, independientemente de si cree o no, ella trae lo bueno, lo malo y lo regular. De eso no escapamos ninguno. Y dentro de esa realidad, Dios apuesta por nosotros y nos ayuda a sobrellevar la carga diaria. Es usted quien ha de estar atento a su amor, su compasión y a los mimos que le tiene. Deje de mirar los beneficios que pueda adquirir. Dios no es una empresa de la que usted se hace socio a través de inversiones.
Si nota que la fe le está llegando, crea con libertad y acepte todo lo que es digno, y no la presión de la falsa doctrina con la que esa persona quiere estar discipulándole.
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Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra, que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.
¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.
Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
y guíame por el camino eterno.
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“La crisis actual de Dios es una ‘crisis de fe'”
“La experiencia mística de Juan de la Cruz se entiende entonces como un camino a través de la noche oscura (activa y pasiva) de los sentidos, como un desprendimiento radical de nuestros apegos a las cosas de este mundo, como una dolorosa superación de nuestro egocentrismo, como una búsqueda de Dios sin forma, imagen ni figura”
“Juan de la Cruz toma esta relación amorosa como matriz para la verbalización poética de su experiencia mística, que le condujo a la unidad inseparable del amor a Dios y del amor al prójimo”
“La crisis actual de Dios es una «crisis de fe». Nos resulta difícil encontrar un camino de fe responsable entre la Escila del agnosticismo creciente de muchas personas de buena voluntad y la Caribdis del cristianismo-aleluya de evangélicos y carismáticos católicos”
| Mariano Delgado*
San Juan de la Cruz (1542-1591) es considerado el místico de la «noche oscura». En su estudio Saint Jean de la Croix et le problème de l’expérience mystique (París 1924), Jean Baruzi calificó la «noche oscura» como la creación más original e incluso el único auténtico símbolo de su mística. Muchos autores le han seguido. La experiencia mística de Juan de la Cruz se entiende entonces como un camino a través de la noche oscura (activa y pasiva) de los sentidos, como un desprendimiento radical de nuestros apegos a las cosas de este mundo, como una dolorosa superación de nuestro egocentrismo, como una búsqueda de Dios sin forma, imagen ni figura.
Tal interpretación se basa en parte en la prosa del propio Juan de la Cruz, que comparaba su experiencia de Dios con la ardua ascensión a una montaña por un camino angosto y oscuro. Una vez alcanzada la cima, uno se encuentra de frente con la absoluta NADA, porque Dios está ausente, oculto (Deus absonditus), pues es el completamente Otro para nuestros sentidos, que permanece oscuro y elude cualquier intento de comprenderlo o «aprehenderlo». Entonces sólo queda clamar: «¿Adónde te escondiste, / Amado, y me dejaste con gemido?»
Los comentarios en prosa pretenden encajar la experiencia mística, que es «simbólica» en sus poemas, en el lecho de Procusto de la teología escolástica y mística. No es de extrañar que Juan de la Cruz interrumpiera su obra tras comentar sólo dos de las ocho estrofas de su poema más famoso «En una noche oscura». Pues los comentarios oscurecen en parte el rayo divino que destella en los poemas. Su experiencia de la noche oscura parece más accesible si miramos los poemas. Pues como decía Hans Urs von Balthasar, san Juan de la Cruz fue elevado a la categoría de Doctor de la Iglesia más bien como poeta que como prosista.
¡Oh noche que juntaste…!
Su poema más famoso se caracteriza por la dinámica de un éxodo sereno y anhelante en una noche oscura hacia un encuentro estimulante que nos proporciona la experiencia de sabernos amados y nos hace olvidar todas nuestras preocupaciones. A primera vista, ésta es también la estructura de una relación amorosa humana feliz, razón por la cual el poema atrae a los lectores incluso sin una interpretación teológica. Juan de la Cruz toma esta relación amorosa como matriz para la verbalización poética de su experiencia mística, que le condujo a la unidad inseparable del amor a Dios y del amor al prójimo.
Él –que apenas llegaba a 150 cm de estatura a causa del raquitismo infantil, una enfermedad de los pobres– sabía que a partir de cierto momento de su vida fue «buscado», «tocado», «llagado» y «trocado» o transformado por Dios; y sabía que la iniciativa había partido del propio Dios, que nos amó primero (cf. Jn 15,16) y que nos busca mucho más intensamente de lo que nosotros podamos buscarle a él.
El poema habla de la «noche» de dos maneras. Por un lado, es la noche oscura de la salida «con ansias en amores inflamada … / estando ya mi casa sosegada». Por otro lado, es la noche del feliz encuentro, al que se acude «sin otra luz y guía / sino la que en el corazón ardía». Este guía, metáfora en última instancia de la «fe» en la noche oscura de la vida, era, sin embargo, «más cierto que la luz del mediodía». El punto culminante del poema se encuentra en la quinta estrofa, en la que se alaba especialmente la noche oscura del encuentro:
«¡Oh noche, que guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada!»
Incluso en una época como la nuestra, en la que sólo quedan restos secularizados o culturales del antiguo simbolismo de la fe, debería ser comprensible de qué noche oscura se habla aquí. Es la noche de Belén, la noche de la Encarnación, en la que tiene lugar «el maravilloso trueque», del que hablan los Padres y el último Concilio en Gaudium et spes 22: Dios (el Amado) se unió con la naturaleza humana (el Amado) y así, en cierto sentido, con todo ser humano.
Para Juan de la Cruz, esta unión es algo así como la «condición de posibilidad» de nuestra vocación divina (deificatio). Por eso nos ha dejado esta sentencia de claridad meridiana: «Lo que pretende Dios es hacernos dioses por participación, siéndolo él por naturaleza, como el fuego convierte todas las cosas en fuego» (D 106). Esta transformación es un doloroso «proceso de purificación» que a veces conduce a experiencias de la noche oscura o de la ausencia de Dios. Pero el poema trata sobre todo del misterio de la Encarnación como «núcleo» de la fe cristiana y recomienda sólo ésta (sola fide) como camino hacia Dios.
Aunque es de noche
El segundo poema con la noche como Leitmotiv o hilo conductor trata de «la fonte que mana y corre», es decir de la que fluyen las «caudalosas corrientes» de la gracia divina, «aunque es de noche». No sólo riegan «cielos» y «las gentes», sino también los «infiernos», como dice Juan de la Cruz en una estrofa atrevida. El universalismo de la salvación en la experiencia mística también da que pensar a la teología dogmática.
«Al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente», nos dice el libro de la Apocalipsis 21,6. San Juan de la Cruz estaba convencido de que Dios llama a todas las criaturas a hartarse de este agua, «aunque a oscuras porque es de noche». En la noche oscura de la vida, conoce esta fuente únicamente por la fe, que «que es una hábito del alma cierto y oscuro» (2S 3,1).
La fe es cierta porque sabe cómo es Dios y, por tanto, es la que mejor puede conducirnos a Él: «Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Juan 4,16). La fe es, pues, «maravillosa» para quien se atreve a creer, porque –como la nube oscura y tenebrosa en el peregrinar de los hijos de Israel por el desierto– «es noche oscura, da luz al alma, que está a oscuras» (2S 3,6).
Aunque la luz de la Encarnación «brilla en la tiniebla« (Juan 1,5), la fe también es «oscura»: porque aquí en la tierra, en las condiciones de finitud, «aún es de noche» (2S 3,5), pero también porque habla de cosas «que nunca vimos ni entendimos en sí ni en sus semejanzas, pues no la tienen» (2S 3,3). Esta oscuridad de la fe forma parte también de la noche oscura o de la experiencia de la ausencia de Dios en la propia historia vital y el sufrimiento del mundo.
Aventurarse en la fe oscura
La Carta Apostólica «Maestro en la fe» (14 de diciembre de 1990), con la que el Papa Juan Pablo II abrió las celebraciones del cuarto centenario de la muerte de san Juan de la Cruz en 1991, habla de la noche oscura colectiva de nuestro tiempo, caracterizada especialmente por la experiencia de la ausencia de Dios debido a las catástrofes humanitarias y a las guerras, así como al repetido holocausto de tantos inocentes. Ante el retorno de la religión que se observa desde mediados de los años 1980, teólogos como Johann B. Metz diagnosticaron no sólo una «crisis de la Iglesia», sino también y sobre todo de una «crisis de Dios», que es también una forma sutil de su ausencia: está escondido bajo el manto del anhelo religioso-esotérico del presente, pero también en la profundidad de la historia de esperanza y sufrimiento de la humanidad.
La crisis actual de Dios es una «crisis de fe». Nos resulta difícil encontrar un camino de fe responsable entre la Escila del agnosticismo creciente de muchas personas de buena voluntad y la Caribdis del cristianismo-aleluya de evangélicos y carismáticos católicos. San Juan de la Cruz nos recomienda asumir el riesgo de una fe «cierta», pero también «oscura» como camino hacia Dios. Ésta no es capaz de responder a preguntas como la que el teólogo Romano Guardini reservó para Dios mismo en la hora de su muerte: «¿Por qué, Dios, para la salvación los terribles rodeos, el sufrimiento de los inocentes, el pecado?»
En la noche oscura de nuestras vidas, el místico de Fontiveros, como quien dice uno de nosotros tocado por la gracia de Dios, nos invita a «confiar» en un Dios que es «amor» y que será justo con todos, combinando el amor y la misericordia.
* Mariano Delgado es Catedrático de Historia de la Iglesia y Director del Instituto para el Estudio de las Religiones y el Diálogo Interreligioso de la Universidad de Friburgo en Suiza así como Decano de la Clase VII (Religiones) de la Academia Europea de Ciencias y Artes de Salzburgo.
Dios mío, estoy seguro de que eres veraz y que nunca mientes. Permíteme permanecer firme en la fe y no ceder a la duda. No porque mi oración sea buena, sino porque Tú eres la verdad. Padre mío, anima y fortalece al hombre débil que soy con tu santa Palabra. A menudo tengo dificultades para aceptar Tu voluntad para mí. Dame la fuerza para ser obediente para no sucumbir a la tristeza.
Enséñame, oh Padre, a no limitarme a mí mismo ni a mis hermosas empresas, sino a esperarlo todo de tu bondad incansable. Que la tristeza de vivir, muchas veces en desacuerdo con Tu voluntad, no me abrume, sino que Tu misericordia se extienda a toda mi vida y la fertilice.
*
Martín Lutero, Firme en la fe,
en: Michael Lonsdale, Y mi boca pronunciará vuestras alabanzas – Mis más hermosas oraciones (Philippe Rey, 2013)
“Sigue demasiado vivo el fantasma de una omnipotencia abstracta, según la cual Dios podría hacer lo que quisiera, sin resistencias de ningún tipo. No nos damos cuenta de que por su parte no hay límites, evidentemente; en sí misma y en abstracto, su omnipotencia lo puede todo; pero, en su funcionamiento concreto, la omnipotencia dice relación al otro, y el otro tiene necesariamente límites: el círculo no puede hacerse cuadrado sin desaparecer, y la libertad finita no puede, sin quedar anulada, ser forzada a obrar bien siempre. Dios, por lo que a Él respecta, lo puede todo y quiere lo mejor para nosotros; pero no todo es posible en sí mismo. El amor de Dios consiste en “estar siempre trabajando” (Jn 5,17), contra toda inercia y resistencia, por nosotros y por nuestra salvación”.
“Acaso estemos empezando, por fin, a comprender, como de manera simbólica pero unívoca nos lo muestra la vida de Jesús, que, más que “señor“, Dios es “servidor” de sus criaturas; que jamás es el “verdugo” de sus sufrimientos, sino siempre, con ellas y a favor de ellas, la “víctima“. Empezamos a intuirlo con san Juan de la Cruz, como “océano de amor” que trata de inundarlo todo con su gracia y su gozo, que trabaja en todo, con todo y a través de todo: la tierra que nos sostiene, el aire que respiramos o el alimento que comemos, la mano amiga que nos acaricia o nos ayuda, el trabajo y la lucha de tantos por un mundo mejor… Si todo ello resulta posible es porque Dios lo creo así, en esa dirección y con esas capacidades, que Él está sosteniendo y apoyando a cada instante. Que se logre, es lo único que Él quiere y por lo que trabaja. Cuando no se logra, Él es el primer contrariado: el fracaso o la desgracia suceden contra Él en la misma e idéntica medida en que suceden contra nosotros”.
“Lo malo que acontece nunca “estaba de Dios“, por la sencilla razón de que eso es justamente lo que Él no quería: lo soporta con nosotros y nos apoya en la lucha por superarlo; y cuando la superación inmediata no resulta posible, nos asegura que la derrota no es definitiva, que la última palabra palabra de nuestra existencia se llama salvación“.
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De su blog Punto de Encuentro:
| Gabriel Mª Otalora
Leo en el último número de la revista SIT (Solidaridad Internacional Trinitaria) unos datos preocupantes sobre la realidad mundial de los cristianos perseguidos. En una Carta circular del ministro general, Luigi Buccarello, recuerda que una de las esencias de la orden trinitaria es “el compromiso con los que sufren a causa de su fe”. Y ocuparse de los cristianos perseguidos “significa responder a uno de los retos más complejos y urgentes de la actualidad” por el aumento de las persecuciones religiosas en las últimas décadas.
En concreto, Buccarello se refiere en su Carta a los últimos informes que señalan la cifra de 250 millones de cristianos que están sufriendo discriminación y persecución, incluso padeciendo el martirio. Esta cifra señala a uno de cada siete cristianos que “sufre graves discriminaciones por su fidelidad al Evangelio”. ¿Por qué prima la indiferencia o el silencio cómplice sobre la solidaridad? No me refiero solo a las agencias de noticias, sino a la propia institución eclesial occidental, que no muestra suficiente capacidad de denuncia y de sensibilización ante un problema existencial en torno a la evangelización y a los derechos humanos más elementales de libertad religiosa.
Tan preocupados como estamos por cuestiones institucionales y de estructura eclesial, no sentimos como propio el clamor de semejante injusticia planetaria. De hecho, sabemos más de las persecuciones del imperio romano que de las que ocurren en pleno siglo XXI. Los cristianos del Primer Mundo no estamos concienciados, como no lo está el conjunto de la sociedad, que no percibe la gravedad del problema por lo que el problema no existe en nuestra conciencia social. Esto me parece igual de preocupante ante la impunidad que supone.
En el tenebroso ranking de persecuciones cristianas, Corea del Norte ocupa el primer puesto. El resto de los mayores perseguidores son casi siempre los mismos: Somalia (puesto 2), Libia (puesto 3), Eritrea (puesto 4), Yemen (puesto 5), Nigeria (puesto 6), Pakistán (puesto 7), Sudán (puesto 8), Irán (puesto 9) y Afganistán (puesto 10). Según la ONG católica Puertas Abiertas, incrementan su represión Omán, Burkina Faso, Nicaragua, Argelia y Laos. Nicaragua sube del puesto 50 al 30, mientras que Argelia pasa del puesto 19 al 15, debido a que las autoridades intensificaron una campaña contra la iglesia protestante, de la que solo permanecen abiertas 4 de un total de 46 iglesias. Nicaragua está en sintonía Cuba, que pasa del puesto 27 al 22.
Por el contrario, Colombia registra un descenso, pasando del puesto 22 al 34. También se observó una mejora significativa en Vietnam al bajar del puesto 25 al 35, Indonesia (del puesto 33 al 42) y Turquía, del puesto 41 al 50. En el caso de Malí, los ciudadanos aprobaron una nueva constitución que reconoce a su minoría cristiana.
Por último, leo que la violencia del crimen organizado tiene especial presencia en México, Colombia y Honduras. Las actividades de sus grupos guerrilleros y bandas de narcotráfico se combinan con la corrupción estatal, lo que termina de conformar una actitud hostil para los cristianos de estos países que se ponen de parte de quienes sufren las injusticias.
Acabo preguntándome por la razón del desapego occidental general de los cristianos ante la situación de tantos millones de hermanos en la fe que sufren persecución y muerte por causa del Evangelio. 250 millones son muchos millones de perseguidos, pero otras fuentes hablan de elevar la cifra a más de 300 millones contando todas las situaciones de impedimento a la libertad de expresión religiosa tras los pasos de Jesús de Nazaret.
Vayan estas líneas de apoyo y solidaridad a quienes arriesgan su bienestar por la defensa de la fe, especialmente a la familia trinitaria, que luce su carisma a través de la labor del SIT con nuestros hermanos perseguidos por su fe. Tan lejos, y tan cerca de nosotros.
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| Gabriel Mª Otalora
Estamos en el mes del sínodo de la sinodalidad que tanto ha dado que hablar… y callar, más de la cuenta. El recorrido hasta aquí ha sido largo, con una inusual implicación papal en las diferentes etapas hasta llegar a este momento final. Mejor dicho, estamos en el momento inicial ya que todo lo anterior ha sido la preparación para llegar a esta culminación que esperamos ponga las bases del recorrido que nos espera como Iglesia en adelante; con otro talante y actitud.
La Iglesia sinodal nos llama a un cambio profundo como institución, pero, sobre todo, a un cambio personal. Esto lo dice el Papa Francisco una y otra vez, alertando del pecado social de falta de fraternidad. Cristina Inogés (teóloga laica, miembro de la Asamblea de este Sínodo) lo recalca en la primera frase de su último trabajo en Cristianisme i Justicia (cuaderno 238). Las personas y nuestras actitudes son el eje central, tal como lo fue en los primeros tiempos de los seguidores de Jesús cuando trabajaban duro por difundir la Buena Noticia con la palabra y los hechos.
El marco actual no es tan desabrido como entonces, pero Inogés recuerda que la Iglesia nació en un contexto de conflicto y persecución creciendo entre divisiones y tensiones, entre avances y retrocesos. Que se lo digan a Pablo, que trató de vivir y compartir su experiencia evangelizando a la manera de Jesús de manera muy comprometida, aunque menos rígida que una religión. Esto le ocasionó graves disgustos a Pablo porque él primaba la Buena Noticia sobre la institucionalización de la Ley. Los atenienses le ven muy espiritualista y lejano (un dios de madre humana que es denigrado en una cruz y resucita porque él es el Salvador…), y los judíos se enfadan en Corinto porque Pablo les hace la competencia.
Le difaman porque resulta poco convencional al centrarse en vivir el Mensaje por encima de la institucionalización del movimiento que se va formando; esto es importante, pero no lo esencial. Se rodea de mujeres de todo tipo, incluidas algunas inteligentes y de buena posición que incluso le financian alguno de sus viajes; ellas ceden sus casas para las reuniones de las incipientes comunidades. De tú a tú, sin diferencias entre mujeres y hombres. Pablo llama a Febe diakonos; a Pricia le menta por delante de su marido. A Junia, “apóstol de apóstoles”, aunque más tarde pasa a llamarse Junias, en masculino… (¿Quién lo hizo, por qué?).
En las pocas “cartas de Pablo” escritas por sus seguidores, no por él, es cuando aparecen signos de que se relega a las mujeres. Y después de Pablo, se las coloca de nuevo bajo la tutela masculina por influencias helenistas. Pablo entendió que el Mensaje cristiano (amar a todos siempre) era lo esencial, y quizá, la incipiente iglesia cristiana de Jerusalén con Santiago al frente, no lo veía como Pablo… Suena muy actual.
Claro que la Ley es importante, pero el aferrarse a ella como signo y esencia, a la vez, descentra la enseñanza de Cristo. Ocurrió con el Templo de Jerusalén y la deriva esencialista que vivió Jesús. Todavía estamos dando vueltas a si Jesús fundó la Iglesia, o le encomendó a Pedro hacerlo. Lo esencial es el estilo de vida, pues Jesús no nos dejó una estructura de Iglesia diseñada. En esto Pablo lo vio mejor que otros, y además lo hizo ejemplarmente, pues no dejó de trabajar para vivir mientras predicaba entendiendo el servicio de una manera radical.
Su testimonio tuvo que ser alucinante para el siglo I: Dios salva a quienes se tomen en serio amar, no a quienes escuchan palabras sabias, sino palabras “locas”. Y si buscas la sabiduría de otra manera te extravías. Que la esencia de todo está en ese Crucificado, escándalo para los judíos, y locura para los intelectuales. Que lo débil ha sido escogido para fortalecer, y lo herido, para sanar…
La fe hay que vivirla con autenticidad, aceptando las diferencias y las fricciones, porque si no nos escuchamos y aceptamos, es imposible vivir la comunidad eclesial que tanto defendemos, pero que tan mediocremente vivimos por la actitud poco predispuesta al cambio personal para lograr el cambio comunitario, que es a lo que el Papa nos alienta ahora para que el camino abierto sea fructífero. En el centro solo está Cristo (y quien dice Cristo, dice el prójimo); no los párrocos, los obispos ni tan siquiera el Papa. Mucho menos la estructura eclesial o los rituales, signos de lo verdaderamente esencial.
Bienvenido, Sínodo de comunión transformadora, donde la lógica del servicio acabe con la lógica del poder y todos y todas puedan sentirse acogidos en la Iglesia, comunidad y casa de amor fraterno.
Comentarios desactivados en ¿Podemos ofrecer la Fe en Jesús?
Muy difícil conocer la fe personal. Lo que sí podemos conocer son las manifestaciones de la fe.
La Rioja. Estos son los datos de NUESTRA VIVENCIA EN LA FE.
No practicantes: 78,4% Agnósticos: 14,5% católicos no practicantes: 39,3%
No creyentes: 11,2% Practicantes: 21,6% católicos practicantes: 19,9% Creyentes de otra religión: 1,7%
Al reflexionar sobre estos datos de mi comunidad me pregunto: ¿qué podemos hacer para compartir la fe con los demás y para que otras personas vivan con Jesús? No podemos imponer la fe, ni pegársela a los demás. Pero sí podemos contagiarla, vivirla con tanto entusiasmo que interrogue y contagie a los demás.
1. Que mi fe sea profunda, personal, intensa y vivida. Valiente como la de Jesús y comprometida en la defensa y ayuda de los pobres.
2. Que me manifieste como seguidor de Jesús y que los hechos reflejen que estoy enamorado de Jesús. Y que lo viva en comunidad.
3. Conocer el Mensaje de Jesús, con profundidad y actualidad. No seguir en las formas de un cristianismo a la antigua.
4. Procurar que las celebraciones sean vivas, con participación, eficaces. Sobre todo en esas celebraciones donde hay multitud de personas semi creyentes: funerales, fiestas de los santos patronos, bodas…
5. Cuidar y mimar las catequesis de los niños y adolescentes. Con contenido nuevo y actividades.
6. Crear grupos a todas las edades de catecumenado, que nos dan el Mensaje de Jesús con garra y atractivo. Hay hoy multitud de material en YouTube.
7. Tratar de temas humanos y sociales que puedan interesar a los no creyentes y que puedan ayudar a crear interrogantes desde la fe.
8. Fomentar encuentros- charlas, películas, temas de actualidad que transmitan una cercanía a la fe.
9. Diálogo personal, bien sea ante bodas, bautizos, enfermedad…
10. Escribir en la prensa y en hojas domésticas con un lenguaje cercano e incisivo, a la vez que atractivo.
11. Aprovechar libros, novelas y vídeos que ayuden a presentar a Jesús hoy y aquí.
12. Estar en medio de las personas y de los acontecimientos, manifestando con sencillez y valentía nuestra fe cuando se pueda.
13. Vivir una vida comprometida en servicio a los más pobres y por un mundo nuevo.
No podemos obligar a creer en Jesús. Sí podemos ofrecer nuestra fe, contagiarla…
Comentarios desactivados en “Dos estilos de ser Iglesia”, por Gabriel María Otalora.
De su blog Punto de Encuentro:
| Gabriel Mª Otalora
Con el sínodo de la sinodalidad cada vez más cerca, se acentúan dos maneras de vivir la fe. No es cosa nueva, ya que ocurrió también en la institución eclesial que vivió Jesús de Nazaret. Ya entonces, aquella Iglesia judía se afanaba en preservar la institución como un elemento fundamental en torno al Templo y a todas las normas que identificaban a la comunidad (AT). Lo que vino a expresar Jesús con sus obras de amor y denuncia profética es que las instituciones estaban al servicio de la comunidad, y no al revés. Había que volver a lo esencial del Mensaje -el amor- y expresarlo cada uno en la comunidad para irradiarlo después como Buena Noticia a los demás, sin exclusiones ni excepciones.
Las resistencias fuero tales, que el Amor acabó en la Cruz. Las primeras comunidades eclesiales trabajaron con tesón para que el incipiente Mensaje transformador fuese el catalizador de un renovado y universal Pueblo de Dios. Se afanaron en mantener la vivencia personal y comunitaria como el siglo radical de vida en la fe y de evangelización.
Lo ideal sería adecuar la institución eclesial al ritmo novedoso de la experiencia de fe, pero está claro que somos vasijas de barro que a veces no nos gustan las manos del Alfarero. El problema grave llega con la desproporción y el encastillamiento de la institución eclesial como si fuera el epicentro de la Iglesia. Aquella organización religiosa estaba esclerotizada y pagada de sí misma. Tomaron un camino que les llevó a que su Templo idolatrado quedase arrasado por los romanos pocas décadas después.
Hoy vivimos un tiempo difícil, con una nueva era que se abre sin cerrarse del todo la anterior. Algunos han interpretado que hay que resistir “como sea” sin autocrítica alguna. Con el Papa Francisco se agudizan las dos maneras de entender la fe que señalaba al comienzo de esta reflexión. Frente a su apuesta sinodal de calado transformador, crecen las resistencias, y lo que puede ser peor, el “silencio de los buenos” que ya denunciara Martin Luther King.
No creo que nadie se extrañe si escribo que sobran razones para un cisma en este desabrido tiempo eclesial en el que vivir el Evangelio de verdad puede considerarse un desbarre peligroso en no pocos lugares eclesiales. ¿Peligroso para quién? Pues para los que anteponen a la fidelidad del Mensaje una religiosidad enferma en su formas de poder, vanagloria y hasta dinero, que no celebra lo que deberían mientras tratan de mantener la institución eclesial sin cambios ni autocrítica alguna, pensando en que fuera está el problema y que los malos son los otros. En definitiva, que la sinodalidad es un peligro como fermento de una actitud para recuperar la primacía del Mensaje y de la vivencia en clave de Pueblo de Dios.
Estamos viendo la pasividad sinodal, comenzando por la actitud de muchos obispos que no recuerdan el mandato del Papa en este interregno hasta el sínodo de octubre, de alentar y vivir ese caminar juntos entre diferentes ya, sin esperar a los cambios necesarios que surgirán de la comunidad toda para que todo no siga igual, y la Iglesia -Pueblo e Institución- vuelva a ser el referente del amor cristiano que el Maestro nos enseñó. Quizá les parezca a algunos que escribo “pájaros y flores”. Pues no hay nada mejor que un buen ejemplo que visualice el abismo que existe entre quienes proyectan renovar una Iglesia cristiana de verdad, y quienes se han hecho fuertes entre sus muros, como le pasó a Jesús con buena parte de aquellas autoridades religiosas y civiles que hicieron una religión a su medida:
Me parece un buen ejemplo el contraste entre dos personajes que han influido en la historia de la Iglesia, para bien y para mal. El primero acabó siendo un gran santo, el segundo llegó a ser elegido Papa, pero pronto fue olvidado. Uno llevó un estilo de vida humilde y sencilla, siendo de familia adinerada; llegó a ser un referente universal por su ejemplo y las enseñanzas que nos legó. El otro, de su misma época histórica, educado en la nobleza, se convirtió en un belicoso personaje. El primero era Francisco de Asís.El segundo se llamaba Lotario, convertido en el Papa Inocencio III. Uno se recreaba en el amor de Dios para con todas sus criaturas (Cántico de las criaturas y alabanzas de Dios mismo), y el otro llegó a ser el Papa más poderoso del Medioevo que soñaba con salvar la Iglesia desde la realeza papal a base de rigorismo y violencia (El desprecio del mundo). Para uno todo es belleza, para el otro todo es horrible y necesita la “guerra santa”. Aquél fue un hombre de paz que triunfó y es modelo de vida. El otro personaje, belicoso y violento, no dudó en llevar a la hoguera a quienes no estaban de acuerdo con él.
Las cosas hoy tienen otros modales, pero los corazones arden de igual manera que en aquél tiempo: unos de amor y otros de soberbia o indiferencia. Dos estilos de ser Iglesia. Lo más triste de todo es que los escándalos, la falta de perdón y reparación a tiempo, y la imposible autocrítica, perjudican a las personas que buscan de corazón y no encuentran la Buena Noticia entre nosotros. Al Papa y a quienes luchan de corazón por abrir la institución al amor de Dios se les recordará por sus frutos. Los que buscan su fracaso en beneficio propio, están en su pírrico momento de gloria.
Celebrar la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz significa tomar conciencia en nuestra vida del amor de Dios Padre, que no ha dudado en enviarnos a Cristo Jesús: el Hijo que, despojado de su esplendor divino y hecho semejante a nosotros los hombres, dio su vida en la cruz por cada ser humano, creyente o incrédulo (cf. Flp 2,6-11). La cruz se vuelve el espejo en el que, reflejando nuestra imagen, podemos volver a encontrar el verdadero significado de la vida, las puertas de la esperanza, el lugar de la comunión renovada con Dios.
Estaríamos enajenados hasta el punto de permitirnos el lujo de buscar a Dios, en las horas cómodas del ocio, en templos lujosos, en liturgias pomposas y a menudo vacías, y de no verle, oírle y servirle allí dónde está, y nos espera, y exige nuestra presencia: en la humanidad, en el pobre, en el oprimido, en la víctima de la injusticia de la que somos, muy a menudo, cómplices?
Orar, es penetrar despacio, tranquilamente,
En el silencio de Dios,
Dejar a Dios darse y darme su silencio,
Para que pueda dejar mi corazón
latir al unísono del suyo,
dejar mi respiración entrar
En la respiración de Dios,
Dejarme penetrar por Su presencia,
Darme cuenta cada vez más
de que Dios está dentro de mí,
No, evidentemente, para evitar a mis hermanos
Sino para llevarles más,
Porque es verdaderamente imposible acercarse al crucificado
Sin acercarse a los crucificados del mundo entero.
*
Jean Vannier
***
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
Nadie ha subido al cielo, a no ser el que vino de allí, es decir, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
1Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de él.
*
Juan 3,13-17
***
Jesús conquista a los hombres por la cruz, que se convierte en el centro de atracción, de salvación para toda la humanidad.
Quien no se rinde a Cristo crucificado y no cree en él no puede obtener la salvación. El hombre es redimido en el signo bendito de la cruz de Cristo: en ese signo es bautizado, confirmado, absuelto.
El primer signo que la Iglesia traza sobre el recién nacido y el último con el que conforta y bendice al moribundo es siempre el santo signo de la cruz. No se trata de un gesto simbólico, sino de una gran realidad.
La vida cristiana nace de la cruz de su Señor, el cristiano es engendrado por el Crucificado, y sólo adhiriéndose a la cruz de su Señor, confiando en los méritos de su pasión, puede salvarse.
Ahora bien, la fe en Cristo crucificado debe hacernos dar otro paso. El cristiano, redimido por la cruz, debe convencerse de que su misma vida debe estar marcada – y no sólo de una manera simbólica- por la cruz del Señor, o sea, que debe llevar su impronta viva. Si Jesús ha llevado la cruz y en ella se inmoló, quien quiera ser discípulo suyo no puede elegir otro camino: es el único que conduce a la salvación porque es el único que nos configura con Cristo muerto y resucitado.
La consideración de la cruz nunca debe ser separada de la consideración de la resurrección, que es su consecuencia y su epílogo supremo. El cristiano no ha sido redimido por un muerto, sino por un Resucitado de la muerte en la cruz; por eso, el hecho de que Jesús llevara la cruz debe ser confortado siempre con el pensamiento del Cristo crucificado y por el del Cristo resucitado .
*
G. di S. M. Maddalena, Infinita divina, Roma 1980, pp. 342ss
***
La Iglesia católica Romana, muchos grupos protestantes y ortodoxos celebran la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz el 14 de septiembre, ya que ese día es el aniversario de la consagración de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén en el año 335 de la era actual, tras haber sido descubierta la cruz por Santa Elena. También se dice que ese día se conmemora la recuperación de la Cruz por Heraclio en el 628 de manos de los persas, quienes la habían llevado a Ctesifonte tras tomar Jerusalén en 614. En la liturgia se tiene constancia de esta celebración desde el siglo IV. En la liturgia romana celebra este día como “fiesta del Señor“, segunda categoría litúrgica entre las fiestas de los santos, celebrándose en todas las iglesias. Si cae en domingo, tiene preferencia ante la celebración dominical. El color litúrgico del día es el rojo. Tradicionalmente, en esta fiesta se exponen las reliquias de la Santa Cruz, si existen en el templo, u otras cruces.
Comentarios desactivados en “Sólo la Fe”, por Koldo Aldai
Las calles y asfaltos se hicieron al ancho de entre sus ruedas. La ciudad no se anda, no se camina, se rueda con su carrito. ¿Cómo es el mar sin su mirada, sin su banco bajo el tamarindo, sin su compañía…? ¿Cómo la vida sin su presencia que aún sólo balbuceando llenaba tanto…? Sólo la fe puede gestionar la ausencia física. ¿Cómo encarar el sillón vacío, la colcha plana, la nevera sin luz, la casa sin alma…? Sólo la fe podrá con todo ello; sólo la fe nos sostiene y alumbra.
¡Qué suerte tienes en creer..!, me decía con los ojos empapados un ser muy querido tras haber abandonado la caja de pino en la sepultura. Yo quisiera ser feriante para regalar esa fe sin corte, ni medida. Y sin embargo la fe no se regala, ni se rifa, ni se reparte en los casinos. No hay “suerte” alguna, la fe es oxígeno siempre presto a inundarte, es urgencia, imperativo.
El teclado tiene un resorte de seguridad que impide cultivar cualquier suerte de lamento. Aún con su pulso recién detenido, sólo cantaremos a la luz y a la esperanza.
Pinta esa fe del color que quieras, métela en el templo que te resulte más agradable, cultiva sus plegarias más significativas, diseña el altar más a tu gusto…, pero sostenla como puedas, no te vayas a encontrar una mañana de agosto huérfano y desnudo, no vayas a creer que nadas en la nada. Sostén la fe, o lo que es lo mismo, la certeza de que el amor siempre triunfará, siempre traspasará todas las barreras, incluso aquellas que no conocemos.
Ella no era ese cuerpo, sólo se sirvió de él para rodar sus ojos azules, inundados de compasión, a la vera de la bahía. Desde alguna gloria desconocida nos alcanza su mensaje…
“Cómo deciros que soy en gozo a este otro lado de la Vida. Yo ahora corro, salto vuelo. Os agradezco el maquillaje, mi vestido azul de verano, mis <joyas de mercadillo> dentro de la caja, el ánimo de presentar mi cuerpo saludable…, pero quisiera deciros que no soy eso, que no estoy allí, que ayer sólo enterrabais un vehículo deteriorado cargado de llagas.
Si yo pudiera deciros que no yo soy ese receptáculo tan marchito al que dabais cristiana sepultura en el cementerio de Polloe; que esa urna corporal, ya limitada a los huesos, sólo me albergó circunstancialmente.
Ahora soy alma libre, sin lastre de carne. La comunión perdurará. Seguiremos cantando, evolucionando y compartiendo a lo largo de los siglos hasta por fin tornar todo amor, todo bondad, todo compasión. Cómo deciros que no debéis penar por mí, que la esquela se volvía a equivocar, que la vida nunca se acaba, que los lazos de amor perduran por siempre.
No moro esa esa caja de pino tan bien labrada. Si yo pudiera deciros que nunca me encerrará un ataúd de madera, que nunca seré pasto del tiempo y los gusanos. Soy en la luz. Estoy agradecida para con ese cuerpo, pero no me identifiquéis con él.
No podría haber soñado nada más bello… Un día nos volveremos a reunir en la gloria de alguna de las infinitas estancias de Dios Padre-Madre. Nos volveremos a encontrar, volveremos a juntar nuestras copas, nuestros corazones y esperanzas. La muerte no existe, la vida palpitará por siempre…”
La fe nos invita a anclarnos en un amor que prescinde de las formas, que trasciende el tiempo, la geografía. No dudemos, ni por un instante, que los lazos de genuino amor perduran por la eternidad.
Comentarios desactivados en Enhamed Enhamed, el mejor nadador español de la historia: “El Señor es mi pastor”
Testimonio de fe del medallista en los Juegos Paralímpicos París 2024
En vísperas de la apertura de los Juegos Paralímpicos de París 2024, el 28 de agosto, el testimonio de quien fue medallista en natación en los Juegos de Atenas, Pekín y Londres
“Después de todo esto, yo os diría que la medalla más importante que me he llevado en mi vida fue que, en la Vigilia de Pascua de 2019, después de un largo peregrinaje espiritual, recibí el Bautismo. Para mí, ha sido la confirmación tangible de que todo lo que he logrado ha sido porque he ido realmente mano a mano y acompañado”.
(OMP).- Enhamed nació en Canarias. A los 8 años se quedó ciego. A los 9 años comenzó a nadar. Durante su exitosa carrera deportiva ha logrado cientos de premios, entre ellos 9 medallas en los Juegos Paralímpicos de Atenas, Pekín y Londres. En 2019 ganó su medalla más importante: ¿te imaginas cuál puede ser? Nos lo contó en la última edición del Congreso “Deporte y fe”, celebrado este año en Sevilla:
“Cuando tenía 17 años, decidí que era ateo. Mi razonamiento fue: si todo lo puede y todo lo sabe, ¿por qué yo soy ciego y los demás no? Es injusto, ¿no? ¿Por qué vosotros no sois ciegos? Y esa era mi pregunta. En ese momento en el que toqué fondo, empecé a sentir que vivía sin un propósito claro. Entonces, un día coincidí con un pobre sacerdote durante el vuelo de Canarias a Madrid. Yo estaba sentado en el pasillo, así que no se podía levantar y me pasé dos horas y media bombardeándole a preguntas. Entonces le planteé la pregunta clave: – Si tú tienes tan claro que todo es una cuestión de fe y que los caminos del Señor son inescrutables, ¿por qué yo soy ciego? Y me dijo: – Pues no lo sé, pero eso es algo que tendrás que averiguar”.
Punto de inflexión
“Después de leer mucho y pensar más, descubrí que estaba haciendo mal la pregunta. ¿Y si la pregunto no es por qué soy ciego? ¿Y si la pregunta es para qué soy ciego? Ese fue el punto de inflexión. Comencé a vivir agradeciendo y valorando las cosas. Agradeces el desayuno, agradeces al entrenador… y, poco a poco, fui cambiando. Posteriormente, hice varios retos deportivos, entre ellos el Iron Man, alguna maratón o subir al Kilimanjaro. Uno de los que para mí fue más especial fue cruzar el estrecho de Gibraltar, porque las condiciones se pusieron muy complicadas. A mitad del Canal tuvimos olas de más de 3 metros. Durante toda esa travesía, yo solo me repetía una frase entre brazada y brazada: el Señor es mi pastor”.
“Después de todo esto, yo os diría que la medalla más importante que me he llevado en mi vida fue que, en la Vigilia de Pascua de 2019, después de un largo peregrinaje espiritual, recibí el Bautismo. Para mí, ha sido la confirmación tangible de que todo lo que he logrado ha sido porque he ido realmente mano a mano y acompañado”.
Comentarios desactivados en Masticando tus palabras de vida.
Para creer en ti
hay que tener hambre,
pues vives en el pan tierno
que se rompe y comparte
en cualquier casa, mesa y cruce,
entre hermanos, desconocidos y caminantes.
Para creer en ti
hay que tener hambre,
pues tú eres banquete de pobres
y botín de mendigos,
que vacíos, sin campos ni graneros,
descubren que son ricos.
Para creer en ti
hay que tener hambre,
hambre de vida y justicia
que no queda satisfecha
con vanas, huecas, lights palabras,
pues aunque nos sorprendan y capten,
no nos alimentan ni satisfacen.
Para creer en ti
hay que tener hambre,
pues sin ella olvidamos fácilmente
a los dos tercios que la tienen,
entre los que tú andas perdido
porque son los que más te atraen.
Para creer en ti
hay que tener hambre,
y mantener despierto el deseo
de otro pan diferente al que nos ofrecen
en mercados, plazas y encuentros
donde todo se compra y vende.
Para creer en ti
hay que tener hambre
y, a veces, atragantarse al oírte
para descubrir la novedad
de tu presencia y mensaje
en este mundo sin ilusiones.
La fe -es preciso recordarlo con vigor- no se reduce a una relación con lo divino vivida casi exclusivamente en formas emotivas y compensatorias. No se cree porque ‘hace bien’, sino que se cree porque… Resulta difícil explicarlo. Es cuestión de enamoramiento: ¿puede explicarse el amor?
Aquí se mide la diferencia que media entre la fe pequeńa y la grande. No es que hoy falte la fe. El mundo está lleno de muchos hombres con una fe pequeńa. Falta, sin embargo, la fe grande. Por desgracia, cada uno de nosotros cultiva una fe pequeńa, una fe que nos tranquiliza un poco, remedia algunas de nuestras insuficiencias, colma algunos vacíos y cura algunas heridas. Pero ¿dónde está la gran fe que habla del fuego del Espíritu, de la presencia y del retorno de Cristo, del pecado y de la misericordia, de la cruz y de la resurrección? ¿Dónde están los verdaderos creyentes, a saber: los inquietos (no los intranquilos), que, heridos y humillados por la conciencia del pecado y de la derrota, se ponen ante Dios con el peso de su vergüenza, convierten su sufrimiento en una invocación y aman el sentido de la vida más que la vida misma?
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