Un nuevo despido en Estados Unidos pone de nuevo el foco sobre la difícil situación de los trabajadores LGTB en instituciones católicas
Nuevos despidos de trabajadores LGTB en instituciones católicas vuelven a poner el foco sobre la difícil situación de estas personas y en la falta de coherencia con sus propios valores de estas instituciones. Nos llega un nuevo caso desde Estados Unidos, un país en el que estos episodios empiezan a ser habituales: una joven profesora de Teología se ha visto obligada a dejar el centro tras conocerse públicamente su compromiso con su pareja.
Mary Kate Curry presentó su renuncia como profesora de Teología en la Father Lopez Catholic High School, en Daytona Beach (Florida). Se le requirió que así lo hiciera tras hacerse público el compromiso con su pareja del mismo sexo. Los administradores del centro han admitido que sabían que Curry era lesbiana, pero que en todo caso su compromiso debía haberse mantenido en silencio.
Sin embargo, lo que ha motivado a Kate a denunciar públicamente lo sucedido no fue el que la obligaran a dejar su puesto docente. Aún en esa situación estaba dispuesta a resignarse. La gota que colmó el vaso fue la prohibición de ser además segunda entrenadora del equipo femenino de baloncesto del centro. Al parecer, su compromiso no solo comportaba que no pudiera dar clases, sino también que tuviera cerrado el acceso a todo empleo pagado por la diócesis. De hecho, ni siquiera se le permitió seguir de entrenadora con carácter voluntario.
Finalmente, Kate ha decidido pronunciarse públicamente en sus redes sociales, que han sido recogidas por el portal New Ways Ministry, que trabaja a favor de las personas LGTB católicas: “Cuando la diócesis discrimina a los trabajadores LGTB de la iglesia, ¿cómo cumple su misión? Es esto de verdad el Cuerpo de Cristo que está hablando y actuando? ¿Qué le estamos enseñando a los estudiantes cuando respondemos defensivamente, con reacciones reflejas y despedimos a quienes están entre nosotros sin cuidado alguno? Le fallamos a nuestros estudiantes y a nuestra misión cuando les enseñamos a esconder cosas, a avergonzarse y a callar. Se merecen más”, afirma Kate.
Una política de despidos crecientemente discutida
Este último despido se une a otros que se han ido sucediendo en los últimos años como respuesta a la creciente visibilidad LGTB dentro de las instituciones de la Iglesia católica. Un goteo de casos de discriminación hacia las personas LGTB acentuado desde que el matrimonio igualitario comenzó a ser una realidad en ese país, y sobre todo desde que el Tribunal Supremo extendiera ese derecho a todo su territorio. No solo se trata, de hecho, de personas que se casan con sus parejas: lo exacerbado de los ánimos hace que el mero hecho de saberse que es LGTB (incluso defender sus derechos públicamente pese a no ser LGTB) puede suponer problemas. En algunas ocasiones, la justicia ha acabado dando dado la razón a los despedidos, pero en otros la ausencia de legislaciones contra la discriminación de las personas LGTB a nivel de los estados lo impide. Recientemente, ha cobrado también protagonismo el caso de personas trans que han visto negado su tratamiento en hospitales católicos, incluso con cancelaciones de última hora.
Todo ello ha sido objeto de creciente discusión: tanto a nivel externo, por la colisión entre libertad religiosa y derecho al trabajo, como interno, por el problema de posible discriminación injusta que supone tomar estas medidas con los empleados lgtb pero no con otras situaciones igualmente “irregulares”, generando un agravio comparativo.
En especial, destacan voces que se declaran en contra de esta política de despidos. Hay incluso obispos, como John Stowe, de Kentucky, de quien ya hemos hablado en esta página. En el contexto de una entrevista realizada con motivo de su participación en un encuentro de la ya mencionada New Ways Ministry, Stowe se pronunció en contra: “Cuando se le preguntó a Stowe cómo creía que la Iglesia debía responder a los casos de empleados LGTB —muchos de los cuales habían sido despedidos de posiciones en la Iglesia mantenidas durante mucho tiempo cuando sus matrimonios del mismo sexo se hicieron públicos o alguien los hizo públicos— remarcó que la iglesia debe ser consistente y no discriminatoria en su trato con sus empleados. ‘Debemos preservar nuestra tradición e integridad como iglesia’, dijo. ‘Nos arriesgamos a contradecirnos a nosotros mismos si queremos que nuestros empleados cumplan las enseñanzas de la Iglesia mientras nosotros no vivimos según nuestras enseñanzas, que siempre se han opuesto a la discriminación de todo tipo’. Stowe consideró que la iglesia podía encontrar una vía para ‘defender nuestra libertad religiosa sin violar los derechos humanos de nadie”, afirma el relato de la entrevistadora, Patricia Lefevere.
Estos debates y declaraciones tienen una importancia que va más allá de los Estados Unidos y afecta a todas aquellas regiones en las que la Iglesia católica tiene un peso importante, como España o América Latina. Sobre todo, merecen ser destacados porque suponen una interesante argumentación para acabar con los despidos o las retiradas de sus funciones a personas LGTB sin necesidad de un cambio doctrinal. Como señalaba el propio Stowe y otros que se han pronunciado en este sentido, se puede apelar a ser fieles a la propia doctrina de no discriminar para mantener a estas personas en sus puestos.
Podrá argumentarse que este enfoque se queda corto, pero en el terreno práctico podría marcar una importante diferencia, crucial para quienes trabajan o cooperan en instituciones católicas de diverso tipo y no pueden permitirse esperar a una revisión de la doctrina para tener tranquilidad en sus empleos. Hay que tener en cuenta, sumando las instituciones educativas, sanitarias o de otra índole que están administradas de uno u otro modo por la Iglesia católica, que el número de personas afectadas es elevado. Hablamos, además, de un derecho fundamental: el derecho al trabajo.
Fuente Dosmanzanas
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