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Encarnizada batalla por los derechos LGTB en Estados Unidos : sentencia judicial favorable en el ámbito laboral… y propuesta de ley discriminatoria de los republicanos

Viernes, 23 de marzo de 2018
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historia-de-la-bandera-del-orgullo-gay-9En estos tiempos de regresión política en Estados Unidos, la protección legal contra la discriminación de las personas LGTB es una de las principales batallas que se están librando en ese país, tanto a nivel local y de los estados como en el nivel federal, en el que la administración Obama fue incapaz de consolidar una legislación garantista. Analizamos la situación al hilo de dos noticias contrapuestas. Una, procedente de la justicia federal, muy favorable: por segunda vez en la historia reciente, y a pesar de los esfuerzos de la administración Trump (que se personó en el proceso), una Corte de Apelaciones ha considerado que la orientación sexual es una categoría protegida por la Ley de Derechos Civiles por lo que la protección laboral se refiere. Otra, procedente de la política, desfavorable: 21 senadores republicanos han presentado un proyecto de ley que haría legal la discriminación homófoba. 

El contexto: ausencia de una ley contra la discriminación laboral LGTBfoba

Manifestacion_gay_proximidades_Capitolio_2009La aprobación de una ley que prohíba a nivel federal la discriminación laboral por razones de orientación sexual o identidad de género ha sido una de las reivindicaciones históricas del colectivo LGTB estadounidense. A día de hoy la legislación varía según los estados, e incluso hay normas distintas según el condado o la localidad de residencia, de manera que en muchos lugares sigue siendo legal negar un empleo a un candidato solo por ser gay, lesbiana, bisexual o transexual. Desde 1994, de hecho, diversas variantes de una propuesta de ley de no discriminación en el empleo (ENDA, por sus siglas inglesas) han sido presentada ante el Congreso, sin que ninguna haya prosperado. Ni siquiera en 2007, con un Congreso de mayoría demócrata: entonces solo pasó el filtro de la Cámara de Representantes y ello a cambio de retirar del proyecto la protección a las personas transexuales.

El último intento fue el que tuvo lugar en 2013. En noviembre de ese año el Senado, aún con mayoría demócrata, consiguió aprobar un proyecto presentado inicialmente por el senador Jeff Merkley con apoyo “bipartidista”, aspecto que es muy valorado en la política interna estadounidense: diez senadores republicanos se adhirieron al proyecto. Lamentablemente los republicanos no movieron un dedo por conseguir que el proyecto avanzase en la Cámara de Representantes, que controlaban de forma mayoritaria. El proyecto quedaba, una vez más, en vía muerta. La victoria de Donald Trump en las elecciones de 2016 y el tsunami republicano acabaron con cualquier esperanza de aprobación.

Obama y Trump: las órdenes ejecutivas de la discordia

barack-obamaPara compensar la no aprobación de la ENDA, Barack Obama dictó en 2014 una orden ejecutiva que de forma explícita prohibía a todas aquellas empresas que tengan o que aspiren a cerrar contratos con la administración federal discriminar a sus empleados por razones de orientación sexual o identidad de género (categoría esta última que antes no gozaba de ningún tipo de protección). Unos 14 millones de personas que trabajaban para empresas dependientes del gobierno federal vieron de esta forma reforzada su seguridad jurídica ante posibles acciones discriminatorias. Se trata, en cualquier caso, de una orden ejecutiva, no de una ley. Donald Trump puede revertirla al margen del Congreso, y de hecho esa fue una de las posibilidades que se barajó tras su victoria.

Finalmente la reversión no se materializó y Trump mantiene de momento la orden de Obama. Ahora bien, ya en varios momentos los medios estadounidenses han recogido su intención de emitir otra orden ejecutiva a favor de la “libertad religiosa” que la convertiría en papel mojado.

La batalla en los tribunales: el caso Zarda

Pero la posición de la administración Trump respecto a la discriminación de los trabajadores LGTB tiene más frentes, no solo el referido a las empresas que trabajan con la administración federal. De fondo, existe una larga discusión jurídica, que radica en si el Titulo VII de la Ley de Derechos Civiles, que prohibe la discriminación laboral por motivos de “raza, color, religión, sexo u origen nacional”, impide también la discriminación laboral por razones de orientación sexual. Tradicionalmente, la justicia estadounidense había adoptado en este punto una interpretación “literalista”, según la cual si “orientación sexual” no forma parte de la lista de circunstancias citadas en el texto de ley, no puede considerarse cubierta.

justicia-lgtb-grande-300x191Pero en abril de 2017, por primera vez desde que en 1964 Estados Unidos aprobase su histórica Ley de Derechos Civiles, la Corte de Apelaciones del 7º Circuito (con sede en Chicago y jurisdicción sobre los estados de Illinois, Indiana y Wisconsin), consideró que la discriminación laboral por razones de orientación sexual sí queda cubierta por la misma. Y hace solo unas pocas semanas otra Corte de Apelaciones, en este caso del 2º Circuito (con sede en Nueva York y jurisdicción sobre los estados de Nueva York, Connecticut y Vermont), emitía un fallo en el mismo sentido.

Una decisión, la del 2º Circuito de Apelaciones, que ha sido además toda una bofetada a la administración Trump, cuyo Departamento de Justicia llegó a personarse en el proceso judicial para argumentar que la legislación federal contra la discriminación laboral no debía aplicarse a la orientación sexual. El caso en litigio, Zarda v. Altitude Express, dirime una denuncia por discriminación interpuesta por Donald Zarda, un instructor de paracaidismo que fue despedido poco después de que su empresa supiese de su orientación sexual.

Estaremos atentos a cómo evoluciona el tema, aunque la cuestión tiene altas probabilidades de acabar siendo revisada antes o después por el Tribunal Supremo. Por lo pronto, el hecho de que el Departamento de Justicia decidiese personarse en Zarda v. Altitude Express para apoyar la causa homófoba dice mucho de la dirección que la administración Trump ha decidido escoger. Al frente del Departamento de Justicia, recordemos, está nada más y nada menos que Jeff Sessions, uno de los políticos estadounidenses con un historial más activamente anti-LGTB.

Los republicanos rescatan la FADA, una propuesta de ley discriminatoria

partido-republicanoEn este contexto, los republicanos han decidido reactivar una de sus propuestas: la de la llamada First Amendment Defense Act (FADA), una ley que prohibiría sancionar, con independencia de las regulaciones de los estados o de la administración federal, a personas y negocios que discriminen a parejas del mismo sexo en base a motivos religiosos. La FADA, que en cierto modo podría considerarse “el reverso tenebroso” de la ENDA, fue introducida por primera vez en el Congreso estadounidense en 2015 y recabó significativos apoyos entre los legisladores republicanos, aunque entonces no prosperó y ni siquiera llegó a ser votada en ninguna de las dos cámaras.

El Partido Republicano, sin embargo, la incluyó en su plataforma electoral de 2016, y ahora un grupo de 21 senadores de ese partido, liderados por Mike Lee (senador por Utah) ha decidido presentarla de nuevo. De acuerdo a su literalidad, la FADA persigue impedir “que el Gobierno federal tome cualquier medida discriminatoria” contra personas, negocios o instituciones por su “creencia religiosa o convicción moral de que el matrimonio es o debe ser reconocido como la unión de un hombre y una mujer” o de que “las relaciones sexuales fuera del matrimonio son inadecuadas”. En la práctica, de ser aprobada, la FADA haría prácticamente inservible cualquier tipo de medida antidiscriminatoria por razones de orientación sexual, y no solo a nivel laboral: también en materia de prestación de servicios, vivienda o cobertura sanitaria o de cualquier otro tipo de cónyuges del mismo sexo.

Veremos qué sucede finalmente. A día de hoy, teniendo en cuenta que faltan menos de ocho meses para las elecciones “de medio término”, en las que se renovarán la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, y dado los recientes reveses republicanos en elecciones parciales (como la derrota del LGTBfobo Roy Moore en Alabama), todo apunta a que la FADA cuenta con pocas posibilidades de salir adelante y constituye más un “postureo” hacia el electorado ultraconservador que otra cosa. Pero de lo que no cabe duda alguna es de que la discusión sobre cómo permitir la discriminación legal de las personas LGTB sigue muy viva entre los republicanos. En 2018.

Fuente Dosmanzanas

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La Casa Blanca niega (a medias) que Trump prepare una gran ley antiLGTB

Jueves, 2 de febrero de 2017
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trumpLa Casa Blanca asegura que Donald Trump no ha dado la espalda al colectivo LGBT y desmiente los rumores sobre la posibilidad de que estuviera desarrollando un borrador para derogar, parcial o totalmente, la Ley de Igualdad en lo que respecta a la orientación de género y la identidad sexual. ¿Por qué será que no les creemos?

El equipo de Donald Trump asegura que la supuesta orden ejecutiva LGTBfóbica no es una prioridad ni está sobre la mesa, pero no la descartan. Mientras, siguen apoyando la FADA, que legalizaría la “libertad religiosa”.

Varias fuentes parecían confirmar que el gobierno de Donald Trump está trabajando en una orden ejecutiva antiLGTB que iba a dejar a la comunidad tremendamente indefensa y que iba a tirar por tierra todos los derechos que se han conseguido hasta hoy (bajo el mandato de Obama) en Estados Unidos.

La supuesta orden ejecutiva sería, básicamente, una de las famosas leyes de “libertad religiosa“. Estas leyes son las que legalizan la discriminación a personas LGTB en base a las creencias religiosas: si alguien cree que tu orientación sexual, tu género o tu matrimonio contradice sus creencias tiene derecho a negarte un servicio. No es casualidad que el vicepresidente, Mike Pence, fuera uno de los mayores defensores de este tipo de leyes cuando era gobernador de Indiana; de hecho llegó a aprobar la suya y fue duramente contestada. En ese momento te dijimos que lo de Indiana era muy importante, y por desgracia resulta que teníamos razón.

Según las fuentes anónimas que han hecho saltar la liebre, la orden que legalizará la discriminación a personas LGTB (vamos a dejar de hablar de “libertad religiosa” esto es LGTBfobia institucionalizada como la de Rusia) incluiría los siguientes casos:

  • Permitiría la discriminación a personas LGTB en los servicios sociales, con lo que se aceptaría que se utilice dinero público para ir en contra del colectivo.
  • Las agencias de adopción podrían negarse a atender a padres LGTB, incluso aquellas financiadas con dinero público.
  • Se eliminaría las protecciones anti-discriminatorias en los puestos de trabajo, lo que hará que sea legal despedir a alguien (incluso un empleado público) en base a su orientación sexual o su identidad de género.
  • Los empleados públicos podrían negarse atender a alguien si sus creencias religiosas afirman que el matrimonio es únicamente entre un hombre y una mujer. Como fue el caso de Kim Davis.
Y hay otra característica de la ley, que es aún más escandalosa:
  • Se establecería la noción de que el género es una característica de nacimiento inmutable.

Efectivamente: la supuesta orden ejecutiva se atrevería a negar de cuajo la existencia de las personas trans.

Evidentemente la noticia de que Trump estaba planeando firmar esta orden hizo que la red ardiera y desde la Human Rights Campaign aseguraron que el simple rumor era “profundamente preocupante“. En palabras de su vicepresidenta, JoDee Winterhof: “Ya sabemos que el presidente tiene en su punto de mira a las comunidades marginadas y en riesgo para su supuesta ganancia política. Mientras el presidente y su equipo planean sus próximos pasos, queremos dejar clara una cosa: no vamos a ceder ni un milímetro a la hora de defender la igualdad, ya sea de un ataque frontal o de uno bajo el disfraz de la religión. Mike Pence debería saber dónde se mete mejor que nadie dado su historial en Indiana.

Durante la campaña electoral Trump se mostró premeditadamente ambiguo con respecto a los derechos del colectivo LGTB. Sus defensores no se cansaron de sacar vídeos de Hilary Clinton o Barack Obama diciendo, años atrás, que estaban en contra del matrimonio igualitario; pero olvidaban reconocer que mientras los candidatos demócratas habían cambiado su parecer Trump no sólo admitía seguir estándolo sino que muchos miembros importantes del partido republicano estaban deseando ir un paso más allá. Dominic Holden, de BuzzFeed, publicó en su Twitter que había confirmado que varios senadores republicanos planeaban presentar una ley, la First Amendment Defense Act (FADA), que no es otra cosa que una ley de “libertad religiosa”.

La única diferencia entre la supuesta orden ejecutiva y la FADA es que ésta sería una ley que tendría que aprobarse en el Congreso, cosa que no sería muy complicada. Trump sí ha dejado claro que está a favor de la FADA y su elegido para ser el nuevo Fiscal General no sólo la apoya sino que la ha defendido en los tribunales más de una vez.

Durante su encuentro con los medios, el secretario de prensa de la Casa Blanca se ha negado a contestar a preguntas sobre estos rumores y sobre la posición de la HRC: “No voy a adelantar las órdenes ejecutivas que podemos o no podemos aprobar. Hay muchas órdenes ejecutivas, muchas cosas de las que el presidente ha hablado y que continuará cumpliendo, pero en ese frente no tenemos nada ahora mismo,” asegura Sean Spicer,  a los medios de comunicación este lunes, pero negándose a comentar si se estaba considerando alguna orden ejecutiva que afectara a las personas homosexuales, bisexuales o transexuales. Poco después desde la Casa Blanca han confirmado a NBC News que esa supuesta orden ejecutiva “no entra en nuestros planes en este momento“.

El decreto firmado por Barack Obama en 2014 ampliaba la protección en la contratación federal, que ya prohibía la discriminación basada en la orientación sexual, para incluir también la identidad de género, exigiendo además que todas las empresas vinculadas laboralmente con el gobierno federal cumplieran igualmente con esta normativa. Una medida que afectó favorablemente a unos 28 millones de trabajadores, una quinta parte de la mano de obra estadounidense, distribuidos en alrededor de 24.000 empresas. Sin embargo, también recibe fuertes críticas de los líderes religiosos, incluyendo numerosos aliados del propio Obama, al no ofrecer ninguna exención para organizaciones religiosas como Catholic Charities USA, que reciben subvenciones federales, en lo que habría sido una licencia para la discriminación, tal y como defendieron muchos activistas y grupos en defensa de los derechos del colectivo LGBT.

El gobierno de Trump ha demostrado que está dispuesto a ir en contra de los valores centrales de libertad e igualdad de los estadounidenses, y es preocupante escuchar que las personas LGBT pueden convertirse también en su objetivo”, advierte James Esseks, director del programa LGBT de la American Civil Liberties Union, que asegura que cualquier intento de la Administración Trump en rescindir o debilitar la Ley de Igualdad de Obama podría considerarse un pretexto para “autorizar la discriminación” hacia cualquier persona homosexual, bisexual o transexual. Hace unos días, cuando le preguntaron si el gobierno planeaba legislar contra la comunidad LGTB, dijo que no tenía ni idea de cuál era la intención del presidente.

Y ahora, ¿qué dicen los miembros del colectivo LGTB que forman el “Gays for Trump” o aquellos que nos dicen por Twitter que “es que Hilary tampoco era tan buena.”?

Fuente: LGBT Nation, vía EstoyBailando/Universogay

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Donald Trump afirma ahora que el matrimonio igualitario es un tema decidido por el Supremo… y que su opinión es ya “irrelevante”

Miércoles, 16 de noviembre de 2016
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160225024115_sp_melania_trump_640x360_getty_nocreditMeses después de amenazar con revertir la histórica decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre el matrimonio igualitario proponiendo en el futuro a nuevos jueces del alto tribunal dispuestos a valorar de nuevo la cuestión, Donald Trump ha asegurado, en su primera entrevista televisada tras ganar las elecciones presidenciales, que ya no considera necesario reabrir el tema. Una postura relativamente conciliadora, en la línea de sus declaraciones de los últimos días (mucho más templadas que las de los meses previos) y que de haber manifestado abiertamente durante las elecciones primarias seguramente hubiesen complicado mucho su elección como candidato republicano a la Casa Blanca. El activismo LGTB estadounidense, en cualquier caso, desconfía profundamente de las intenciones del presidente electo. Razones no le faltan.

Las declaraciones de Trump sobre el matrimonio igualitario se produjeron en una entrevista al programa 60 Minutes, de la CBS, en la que el presidente electo apareció rodeado de su actual familia. Preguntado sobre el miedo que su elección ha despertado en las minorías, Trump negó que tuvieran razones para ello, y culpó directamente a la prensa de ser la instigadora de ese miedo. Lesley Stahl, la entrevistadora, quiso profundizar más en concreto sobre sus intenciones sobre el colectivo LGBTQ. Donald Trump, como respuesta, le recordó que él mismo se había referido al colectivo LGBTQ en la convención repúblicana. “A todo el mundo le pareció genial. Yo les apoyo”, añadió.

Recordemos, en este punto, cuál fue la referencia exacta de Trump al colectivo LGBTQ en su discurso de aceptación de la nominación republicana: “Como vuestro presidente, haré todo lo que esté en mi mano para proteger a nuestros ciudadanos LGBTQ de la violencia y la opresión de una ideología extranjera llena de odio, creedme”. Esa fue la única referencia. Un recurso, en definitiva, a la islamofobia, pero que sirvió a algunos medios de comunicación generalistas para presentar a Trump como un político sensible a los derechos de este colectivo. Activistas LGTB como Michelangelo Signorile alertaron entonces de lo equivocado de esta percepción.

Tras recordar Trump esta referencia, Lesley Stahl se refirió, ya más en concreto, al matrimonio igualitario. “¿Apoya usted el matrimonio igualitario?”, le preguntó. “Es irrelevante, porque ya ha sido decidido por el Supremo. Es ley. Ya está hecho”, respondió. “¿Entonces, incluso si usted promueve un juez que…?”, trató de indagar Stahl, en referencia a la afirmación de Trump de que promovería jueces que en un futuro revirtieran la decisión. “Estos casos ya han sido visto por el Supremo. Han sido resueltos. Para mí está bien así”, zanjó Trump:

https://www.youtube.com/watch?v=jDVX8oj8h1c

No hubo más referencia a los derechos LGTB en la entrevista. Ni una palabra, por ejemplo, sobre la próxima decisión que el Tribunal Supremo debe tomar en esta materia, referida al derecho de un adolescente trans a usar en su instituto los aseos que se corresponden a su identidad de género. En cualquier caso, las declaraciones de Trump sobre el matrimonio igualitario suponen un titular potente, que ha sido recibido con precaución y escepticismo por el activismo LGTB estadounidense.

Es fácil entender las razones de este escepticismo. La reversibilidad del matrimonio igualitario nunca ha sido el mayor temor del activismo, dado que para ello sería necesario que el Tribunal Supremo se desdijera a sí mismo, y ello después de que Trump hubiese propuesto al menos a dos nuevos jueces (en este momento solo hay una vacante, la que dejó al fallecer el conservador Antonin Scalia, que de hecho ya fue uno de los que se opusieron a la decisión mayoría del Supremo en 2015) o que culminase con éxito una iniciativa de reforma de la Constitución de los Estados Unidos para incluir una definición excluyente de matrimonio (muy improbable a día de hoy). Lo que más preocupa en realidad al activismo LGTB son los más que probables (estos sí…) retrocesos en materia de políticas antidiscriminatorias, promovidas por el ala más conservadora del Partido Republicano, que recordemos, se presentó este año a las elecciones con la plataforma más abiertamente anti-LGTB de su historia.

Así por ejemplo el que será vicepresidente de Trump, Mike Pence anunciaba hace pocas semanas que una de las primeras medidas que Trump adoptaría sería anular las órdenes ejecutivas federales que impiden discriminar a las personas LGTB. Obama, recordemos, ha promovido dos importantes órdenes antidiscriminatorias que obligan tanto a las empresas que tengan o que aspiren a firmar contratos con la administración federal (firmada en 2014) como a las escuelas que reciben fondos federales (emitida hace pocos meses, como reacción a la ley LGTBfoba de Carolina del Norte, y que se encuentra en estos momentos sometida a escrutinio judicial). Otra iniciativa que posiblemente los republicanos intentarán promover será la denominada First Amendment Defense Act (FADA), una propuesta legislativa que prohibiría sancionar, con independencia de las regulaciones antidiscriminatorias de los estados, a todas aquellas personas y negocios que que se nieguen a prestar servicios a parejas del mismo sexo en base a motivos religiosos. En definitiva, una norma que haría virtualmente inútiles las regulaciones antidiscriminatorias de los estados en materia LGTB, y que el propio Donald Trump anunció en campaña que no tendría inconveniente en rubricar en caso de prosperar en el Congreso.

El próximo vicepresidente, un homófobo contrastado

Pence-rf-bill-signingPor desgracia, todos los analistas auguran a Mike Pence un papel mucho más activo en la futura administración federal que el de sus predecesores. Una muy mala noticia en clave LGTB, dado su perfil homófobo. Recordemos que su momento de mayor protagonismo como gobernador de Indiana vino precisamente de la mano de su oposición a los derechos LGTB: en marzo de 2015 sancionaba orgulloso una ley, aprobada por la legislatura del estado (bajo control republicano) cuyo objetivo era impedir que entes locales o el propio estado pudiesen aprobar normativas antidiscriminatorias que afectasen a la “libertad religiosa”, eufemismo que suponía la legalización de la discriminación contra las personas LGTB. Un acto en el que Pence quiso rodearse de numerosos líderes religiosos, algunos de ellos virulentamente homófobos (ver foto, a la derecha).

La norma provocó una intensísima reacción social en su contra, que amenazó con afectar seriamente la economía del estado y que de hecho dejó muy tocada su imagen. Mike Pence se vio obligado a promover una norma adicional que clarificase los límites de la ley e impidiese la discriminación en la prestación de servicios a personas por motivos de orientación sexual.

No es, por desgracia, el único antecedente homófobo de Pence, un político cercano a la derecha religiosa que en las primarias republicanas apoyó sin fisuras a Ted Cruz. Opuesto al aborto, a la investigación con células madre, negacionista del cambio climático y cercano al creacionismo, en el año 2000, durante su campaña para ser elegido congresista, llegó a proponer que se utilizasen fondos destinados a ayudar a personas con VIH para sufragar a organizaciones que promovieran las “terapias reparadoras” entre aquellos que quisiesen modificar su orientación sexual.

fuente Dosmanzanas

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La victoria de Donald Trump, unida al control republicano del Congreso, augura años oscuros para los derechos LGTB en Estados Unidos

Jueves, 10 de noviembre de 2016
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BJC9anECA todos estos que dicen que todos los políticos son iguales y que no votan porque son superfragilisticoespialidosos y purísimos, ahora van a ver lo que es un fascista homófobo, machista y xenófobo en la Casa Blanca…

Malas noticias, sin paliativos. La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses, así como el control republicano de las dos cámaras del Congreso estadounidense, auguran años de parálisis, si no abierto retroceso, por lo que a los derechos de las minorías se refiere. La minoría LGTB no será una excepción. No tanto por la figura de Trump en sí mismo (que nunca ha mostrado un especial interés hacia este colectivo, ni siquiera a la hora de oponerse a sus derechos) como por la de la plataforma ideológica republicana bajo la que se ha presentado (la más anti-LGTB de su historia) y por sus acompañantes de viaje. Su vicepresidente, recordemos, será Mike Pence, una figura que sí destacó por su LGTBfobia durante los años que fue gobernador de Indiana. Otro punto al que habrá que estar atento es a lo que suceda con el equilibrio en el seno del Tribunal Supremo, una institución cuyos miembros, confirmados por el Senado a propuesta del presidente, lo son de forma vitalicia, y que durante estos años quizá le toque renovar a Trump en parte.

Donald Trump ha ganado de forma clara las elecciones presidenciales estadounidenses, al lograr la victoria en una serie de estados clave que se encontraban en disputa. Ello le otorga mayoría en el colegio electoral. Ha ganado en Carolina del Norte, Florida, Michigan, Ohio, Pensilvania y Wisconsin, lo que unido a los estados que ya se daban por seguros para los republicanos le da la victoria final. Hillary Clinton ha retenido los territorios más fuertemente demócratas (como los estados del noreste y de la costa oeste), además de Colorado, Illinois, Nevada, Nuevo México y Hawaii. Virginia, de donde era gobernador su candidato a vicepresidente, ha caído también del lado demócrata. En voto popular (número total de votos recibidos por cada candidato, con independencia del estado de residencia), se registra sin embargo un cuasi empate, aunque este dato aún no está cerrado. De hecho, conforme se acerca el final del escrutinio parece que Clinton obtendrá finalmente más votos que Trump.

En definitiva, un resultado que muestra una doble fractura de la sociedad estadounidense. A la ya tradicional entre estados fuertemente demócratas y estados fuertemente republicanos, se une el apoyo sin precedentes que Trump habría recibido de los votantes blancos de menor nivel educativo, incluso en caladeros considerados tradicionalmente demócratas, según indican los primeros análisis del voto (ver How the Presidential Election Took a U-Turn in 2016 en The New York Times). La movilización masiva de la clase obrera blanca a favor del republicano parece haber sido el factor fundamental a la hora de decantar el resultado. Lo que ello significará en términos de exclusión de las minorías raciales en los próximos años está por ver.

La plataforma republicana, la más anti-LGTB de la historia

partido-republicanoYa en entradas anteriores nos hemos referido al tema, pero no está de más recordar cuál es la declaración de intenciones del Partido Republicano en materia LGTB de acuerdo a la plataforma ideológica que fue aprobada este verano  en la convención republicana:

  • Sobre el matrimonio igualitario: rechazo expreso de la sentencia del Tribunal Supremo en el caso Obergefell v. Hodges, que supuso la extensión del matrimonio igualitario a todo el país. El Partido Republicano considera que las leyes federales solo deben reconocer el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer  y hace un llamamiento expreso a considerar la posible aprobación de una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que “devuelva” el control de la regulación matrimonial a los estados.
  • Sobre la adopción homoparental: el Partido Republicano muestra su apoyo a las agencias de adopción religiosas que rechazan a las parejas del mismo sexo, argumentando además de forma expresa que los hijos criados en hogares sin un padre y una madre tienen más posibilidades de consumir drogas, cometer delitos y tener embarazos no deseados.
  • Defensa activa de la denominada First Amendment Defense Act (FADA), una propuesta legislativa que prohibiría sancionar, con independencia de las regulaciones antidiscriminatorias de los estados, a todas aquellas personas y negocios que que se nieguen a prestar servicios a parejas del mismo sexo en base a motivos religiosos.
  • Sobre las denominadas “terapias reparadoras” o “de conversión” para modificar la orientación sexual o la identidad de género, aunque no las menciona de forma expresa, el Partido Republicano defiende el “derecho de los padres” a recurrir las terapias que consideren más adecuadas para sus hijos menores“consistentes con sus valores morales, éticos o religiosos sin discriminación ni castigo”.
  • Sobre los derechos de las personas transgénero: el Partido Republicano expresa su apoyo a legislaciones como la aprobada hace unos meses en Carolina del Norte, que entre otras muchas importantes medidas discriminatorias prohíbe a las personas trans utilizar los baños que corresponden a su identidad de género. También muestra su desacuerdo, sin nombrarlo explícitamente con el final de la prohibición de servir en el Ejército a este colectivo, decidida por la administración Obama y confirmada recientemente, al asegurar estar en contra “de la modificación o de la rebaja de los estándares para satisfacer la agenda no militar impuesta por la Casa Blanca”.
  • Sobre políticas antidiscriminatorias: el Partido Republicano se opone expresamente a incluir la orientación sexual entre las categorías generalmente cubiertas por las regulaciones contra la discriminación.

¿Y qué han manifestado Trump y Pence?

mike-penceSiempre se puede argumentar que las plataformas aprobadas por las convenciones son una mera declaración de intenciones y no obligan necesariamente al presidente, que puede decantarse por una política pragmática (y de esto hay sobrados ejemplos en el pasado). Pero tampoco los mensajes lanzados directamente por Trump y el que será su vicepresidente son tranquilizadores. Trump, por ejemp, sugirió en campaña la posibilidad de revertir la histórica decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio igualitario proponiendo en el futuro a nuevos jueces del Supremo dispuestos a valorar de nuevo la cuestión. Más adelante, el magnate anunció que no tendría inconveniente en rubricar la FADA, arriba mencionada, en caso de prosperar, lo que habría virtualmente inútiles las regulaciones antidiscriminatorias de los estados en materia LGTB.

Pence, por su parte, anunciaba recientemente que una de las primeras medidas que Trump adoptaría sería anular las órdenes ejecutivas federales que impiden discriminar a las personas LGTB. Obama, recordemos, ha promovido dos importantes órdenes antidiscriminatorias que obligan tanto a las empresas que tengan o que aspiren a firmar contratos con la administración federal (firmada en 2014) como a las escuelas que reciben fondos federales (emitida hace pocos meses, como reacción a la ley LGTBfoba de Carolina del Norte, y que se encuentra en estos momentos sometida a escrutinio judicial).

El único elemento que Trump ha utilizado expresamente para intentar congraciarse con el colectivo LGTB ha sido la islamofobiaComo vuestro presidente, haré todo lo que esté en mi mano para proteger a nuestros ciudadanos LGBTQ de la violencia y la opresión de una ideología extranjera llena de odio, creedme”, expresó Trump en su discurso de aceptación de la nominación republicana. Una frase que de hecho sirvió a a algunos medios de comunicación generalistas (no especialmente preocupados por el detalle cuando de la realidad LGTB se trata) para presentar a Trump como un político sensible a los derechos del colectivo. Activistas LGTB como Michelangelo Signorile alertaron entonces de lo equivocado de esta percepción. Algún tiempo más tarde, Trump propuso que a los inmigrantes que aspirasen a un permiso de residencia en Estados Unidos se les sometiese a un test ideológico que confirmase si comparten o no los valores estadounidenses. Según expresaron entonces miembros de su equipo, entre estos se incluirían los derechos de las personas homosexuales. Nada más se supo de esta propuesta.

Los partidarios LGTB de Trump

Como también hemos venido comentando en entradas anteriores, Donald Trump cuenta pese a todo con seguidores LGTB, como el multimillonario Peter Thiel y muchos de los denominados homocon, una corriente de gais conservadores que comparten el argumentario que sitúa al islam (y no a la derecha religiosa estadounidense) como su principal enemigo. No es casualidad que, coincidiendo con la convención republicana tuviera lugar un evento de apoyo a su candidatura por parte de un grupo (pequeño) de personas LGTB. Los dos principales oradores fueron Milo Yiannopoulos, un columnista conservador abiertamente gay, protagonista de varias polémicas en redes sociales, y la activista antimusulmana Pamela Geller. La intervención de Yiannopoulos, del que son bien conocidas sus opiniones contra el feminismo y el islam, resumió a la perfección el núcleo actual del ideario homocon: el Partido Demócrata no ha hecho nada por los gais, sino que por el contrario ha abierto el país a los musulmanes, enemigos de los derechos LGTB.

Yiannopoulos, por cierto, se ha lanzado en días recientes a una espiral de odio tránsfobo, calificando a las personas trans de “enfermas mentales”, defendiendo las leyes que les impiden usar las instalaciones que corresponden a su identidad de género, convertidas en la punta de lanza del movimiento LGTBfobo estadounidense.

Siendo justos, también hay que recordar que Log Cabin Republicans, el más importante y “serio” de los grupos LGTB afines al Partido Republicano estadounidense, anunció que no apoyaría a Donald Trump en las  presidenciales. Aunque hicieron una encendida defensa del candidato republicano, al que calificaron como “el más pro-LGTB de la historia del Partido Republicano”, aclararon que su decisión fue tomada en consideración al equipo fuertemente LGTBfobo que ha escogido para acompañarle en la carrera presidencial y las medidas que defienden.

Mike Pence, próximo vicepresidente

Pence-rf-bill-signingSin duda alguna la figura de Mike Pence, el próximo vicepresidente, destaca en este sentido. Su momento de mayor protagonismo como gobernador de Indiana vino precisamente de la mano de su oposición a los derechos LGTB: en marzo de 2015 sancionaba orgulloso una ley, aprobada por la legislatura del estado (bajo control republicano) cuyo objetivo era impedir que entes locales o el propio estado pudiesen aprobar normativas antidiscriminatorias que afectasen a la “libertad religiosa”, eufemismo que suponía la legalización de la discriminación contra las personas LGTB. Un acto en el que Pence quiso rodearse de numerosos líderes religiosos, algunos de ellos virulentamente homófobos ver foto, a la izquierda).

La norma provocó una intensísima reacción social en su contra, que amenazó con afectar seriamente la economía del estado y que de hecho dejó muy tocada su imagen. Mike Pence se vio obligado a promover una norma adicional que clarificase los límites de la ley e impidiese la discriminación en la prestación de servicios a personas por motivos de orientación sexual. Una marcha atrás que dejó tocada la imagen de Pence y que seguramente fue una de las razones que le llevaron a aceptar la propuesta de Trump en lugar de optar a la reelección como gobernador.

El equilibrio del Supremo, amenazado

Otro de los puntos de interés en materia LGTB en los próximos años será lo que suceda con el equilibrio del Tribunal Supremo, cuyos miembros lo son de forma vitalicia. Por lo pronto, hay una vacante sin ocupar, tras el inesperado fallecimiento de Antonin Scalia, el que fuera uno de sus miembros más conservadores. Los republicanos, que controlan el Senado (y lo seguirán haciendo al menos durante dos años más) se ha negado por el momento a ratificar a Merrick Garland, el candidato propuesto por Barack Obama, de perfil centrista. Veremos qué sucede ahora: aunque los analistas apostaban a que la ratificación de Garland se produciría tras las elecciones, en este momento no es descartable que los republicanos prefieran que dicha vacante sea ocupada por un juez fuertemente conservador y contrario a los derechos LGTB.

No está de más recordar, en este sentido, la importancia de Tribunal Supremo como garante del orden constitucional estadounidense por encima de la acción del presidente y del Congreso. Gracias al Supremo, por ejemplo, las leyes de segregación racial quedaron invalidadas en los estados del Sur, y gracias al Supremo hay hoy matrimonio igualitario en todo el territorio de los Estados Unidos. Ese mismo tribunal deberá decidir en los próximos meses, por ejemplo, si es legal o no la discriminación de un adolescente trans al que no le permiten usar el baño de chicos en su instituto.

¿La caída de Pat McCrory, único consuelo?

Pat-McCrory-gobernador-de-Carolina-del-Norte-300x239Con esto terminamos el que es nuestro primer análisis del resultado de las elecciones en Estados Unidos en clave LGTB. Tiempo habrá de hilar más fino (este martes, por ejemplo, también se renovaban numerosas legislaturas estatales y se decidían varios gobernadores).

Sí que parece, a falta de la confirmación oficial, que el colectivo LGTB habría conseguido una victoria simbólica: la derrota del gobernador de Carolina del Norte, el republicano Pat McCrory, a manos de su rival demócrata, Roy Cooper. Pese al estrecho margen (menos de 5.000 votos) la derrota de McCory es especialmente significativa, dado que los republicanos han ganado allí con comodidad tanto las elecciones presidenciales como las elecciones a la legislatura del estado. Y es que la elección de gobernador se había convertido en una especie de “plebiscito oficioso” sobre la ley LGTBfoba aprobada en Carolina del Norte, de la que McCrory se había convertido en principal defensor. Un consuelo sin duda magro: los republicanos conservan el poder legislativo en ese estado y es difícil que acepten la derogación de la ley. Sí que puede servir, en cualquier caso, para lanzar un mensaje a otros líderes republicanos que estén pensando en embarcarse en aventuras similares.

Fuente Dosmanzanas

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Los LGTB republicanos comunican que no apoyan a Donald Trump en su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos

Viernes, 28 de octubre de 2016
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log-cabin-republicans-300x300Log Cabin Republicans, el más importante grupo LGTB del Partido Republicano estadounidense, ha anunciado que no apoyará a Donald Trump en las elecciones presidenciales. Aunque hacen una encendida defensa del candidato republicano, al que llegan a calificar como “el más pro-LGTB de la historia del Partido Republicano”, aclaran que su decisión ha sido tomada en consideración al equipo fuertemente LGTBfobo que ha escogido para acompañarle en la carrera presidencial y las medidas que defienden.

Lo cierto es que los derechos LGTB no han sido un tema especialmente recurrente en los debates de la campaña presidencial. Pero sí fue un asunto destacado en la elección del candidato republicano, surgido de una convención que elaboró una plataforma ideológica, para presentar como oferta electoral, que puede considerarse la más anti-LGTB de la historia republicana.

Tanto así, que el propio presidente de Log Cabin Republicans, Gregory T. Angelo, declaró estar “terriblemente enfadado” con esa propuesta, que incluía medidas contrarias al matrimonio igualitario, los derechos de las personas transexuales y la adopción homoparental; además de impedir que se legislasen medidas antidiscriminatorias favorables al colectivo LGTB.

Pero Log Cabin Republicans ha esperado hasta el pasado día 22 para emitir un comunicado en el que declaran que no apoyarán al candidato republicano en su carrera presidencial. Curiosamente, lo hacen mientras lo califican, sin explicar el fundamento, como uno de los candidatos presidenciales de cualquier partido más favorable a los derechos LGTB, pero criticando el equipo fuertemente LGTBfobo del que se ha rodeado —comenzando quizás, con el candidato elegido para optar a la vicepresidencia, Mike Pence— y las medidas que apoyan. Este es el comunicado:

22 de octubre de 2016

“Confía, pero comprueba”.

Así lo advirtió el expresidente Ronald Reagan, que inspiró nuestra fundación en 1977, y es el entendimiento solemne de esa misma instrucción de nuestro presidente número 40 el que obliga a Log Cabin Republicans a negar nuestro apoyo al actual candidato de nuestro Partido.

El Sr. Trump es tal vez el candidato presidencial más pro-LGTB en la historia del Partido Republicano. Sus propuestas sin precedentes a la “comunidad LGBTQ”, una primicia para cualquier candidato de un partido importante en la historia de nuestra nación, son dignas de elogio, y deben servir como un aviso al Partido Republicano de que los días en que era necesario cumplir con un programa anti-LGTB son ahora cosa del pasado.

Pero Log Cabin Republicans se ha percatado desde hace tiempo de que no somos una organización monotemática, ni nuestros miembros son votantes monotemáticos. Incluso si lo fuéramos, la sola retórica respecto a los temas LGTB no equivale a doctrina. Mientras el Sr. Trump hablaba positivamente de la comunidad LGTB en los Estados Unidos, al mismo tiempo se rodeaba de asesores de alto nivel con un historial de oposición a la igualdad LGTB, y se comprometía a apoyar una legislación como la denominada First Amendment Defense Act, a la que Log Cabin Republicans se opone.

En caso de que el Sr. Trump se convirtiera en el próximo presidente de la nación, Log Cabin Republicans aprovecharía la oportunidad de trabajar con su administración para garantizar los avances en la libertad LGTB por los que hemos luchado y asegurar su continuidad.

Hasta que eso no ocurra, nuestra confianza estaría fuera de lugar.

Log Cabin Republicans continuará el resto del ciclo electoral de 2016 comprometido con la preservación y el crecimiento de las mayorías del Partido Republicano en el Senado y la Cámara de Representantes de los Estados Unidos.

Esta falta de respaldo al candidato Trump contrasta con el apoyo que prestó Log Cabin Republicans a Mitt Romney en su carrera contra Barack Obama en 2012. Romney se caracterizó por un discurso marcadamente LGTBfobo, con propuestas como enmendar la Constitución para prohibir el matrimonio igualitario, y con acciones como impedir el registro de los hijos de las familias homoparentales.

Trump y Pence: una opción que se prevé nefasta para los derechos LGTB

BJC9anECAunque lo cierto es que Donald Trump partía de posiciones bastante menos LGTBfobas que las que defendía el que fue su principal contendiente en las primarias republicanas, Ted Cruz, lo cierto es que el ahora candidato no ha dudado en abrazar los postulados contrarios a los derechos LGTB para hacerse con el favor de la derecha republicana más conservadora. Un giro que se hizo evidente cuando Trump sugirió la posibilidad de revertir la decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio igualitario proponiendo en el futuro a nuevos jueces del Supremo dispuestos a valorar de nuevo la cuestión. Declaraciones que causaron cierta sorpresa en el colectivo LGTB estadounidense, que consideraba que en el tema del matrimonio igualitario Trump era partidario de pasar página.

Semanas después Trump dio algunas esperanzas al activismo LGTB cuando defendió, al ser preguntado por periodistas sobre la ley anti-LGTB de Carolina del Norte, que las personas transexuales pudiesen hacer uso de los baños que mejor se acomodasen a su identidad de género, al tiempo que se lamentó del daño económico que generan este tipo de leyes, que considera innecesarias. Eso sí, a las pocas horas Trump arrojaba un jarro de agua fría sobre esas mismas esperanzas, al asegurar primero que debían ser los estados los que decidieran sobre esta materia, para finalmente completar el giro al apoyar abiertamente la posición de los republicanos de Carolina del Norte y de su gobernador, Pat McCrory, firme defensor de la ley discriminatoria.

De la misma forma, Trump no ha tenido problema ninguno en asumir la plataforma ideológica que los republicanos aprobarob en la convención de Cleveland, considerada la más abiertamente LGTBfoba de la historia. Los puntos incluidos en la plataforma son, a este respecto:

  • Sobre el matrimonio igualitario: rechazo expreso de la sentencia del Tribunal Supremo en el caso Obergefell v. Hodges, que supuso la extensión del matrimonio igualitario a todo el país. El Partido Republicano considera que las leyes federales solo deben reconocer el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer  y hace un llamamiento expreso a considerar la posible aprobación de una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que “devuelva” el control de la regulación matrimonial a los estados.
  • Sobre la adopción homoparental: el Partido Republicano muestra su apoyo a las agencias de adopción religiosas que rechazan a las parejas del mismo sexo, argumentando además de forma expresa que los hijos criados en hogares sin un padre y una madre tienen más posibilidades de consumir drogas, cometer delitos y tener embarazos no deseados.
  • Defensa activa de la denominada First Amendment Defense Act (FADA), una propuesta legislativa que prohibiría sancionar, con independencia de las regulaciones antidiscriminatorias de los estados, a todas aquellas personas y negocios que que se nieguen a prestar servicios a parejas del mismo sexo en base a motivos religiosos.
  • Sobre las denominadas “terapias reparadoras” o “de conversión” para modificar la orientación sexual o la identidad de género, aunque no las menciona de forma expresa, el Partido Republicano defiende el “derecho de los padres” a recurrir las terapias que consideren más adecuadas para sus hijos menores“consistentes con sus valores morales, éticos o religiosos sin discriminación ni castigo”.
  • Sobre los derechos de las personas transgénero: el Partido Republicano expresa su apoyo a legislaciones como la aprobada hace unos meses en Carolina del Norte, que entre otras muchas importantes medidas discriminatorias prohíbe a las personas trans utilizar los baños que corresponden a su identidad de género. También muestra su desacuerdo, sin nombrarlo explícitamente con el final de la prohibición de servir en el Ejército a este colectivo, decidida por la administración Obama y confirmada recientemente, al asegurar estar en contra “de la modificación o de la rebaja de los estándares para satisfacer la agenda no militar impuesta por la Casa Blanca”.
  • Sobre políticas antidiscriminatorias: el Partido Republicano se opone expresamente a incluir la orientación sexual entre las categorías generalmente cubiertas por las regulaciones contra la discriminación.

La elección de Pence confirmó el giro conservador 

Pero sin duda el gesto que de una forma más tajante dejó claro el giro conservador de Trump en materia LGTB fue la elección como candidato a vicepresidente de Mike Pence, gobernador de Indiana, un político cercano a la derecha religiosa que en las primarias republicanas apoyó sin fisuras a Ted Cruz. Opuesto al aborto, a la investigación con células madre, negacionista del cambio climático y cercano al creacionismo, en el año 2000, durante su campaña para ser elegido congresista, llegó a proponer que se utilizasen fondos destinados a ayudar a personas con VIH para sufragar a organizaciones que promovieran las “terapias reparadoras” entre aquellos que quisiesen modificar su orientación sexual.

No es de extrañar, pues, que su momento de mayor protagonismo como gobernador viniese precisamente de la mano de su oposición a los derechos LGTB. En marzo de 2015, Mike Pence sancionaba orgulloso una ley, aprobada por la legislatura del estado (también bajo control republicano) cuyo objetivo era impedir que entes locales o el propio estado pudiesen aprobar normativas antidiscriminatorias que afectasen a la “libertad religiosa”, eufemismo que suponía la legalización de la discriminación contra las personas LGTB. Un acto en el que Pence quiso rodearse de numerosos líderes religiosos, algunos de ellos virulentamente homófobos.

La norma, sin embargo, provocó una intensísima reacción social en su contra, que amenazaba con afectar seriamente la economía del estado y que de hecho dejó tocada su imagen. Mike Pence se vio obligado a promover una norma adicional que clarificara los límites de la ley e impidiese la discriminación en la prestación de servicios a personas por motivos de orientación sexual.

“No” a las órdenes contra la discriminación

Pence era el encargado, hace pocos días, de anunciar en una entrevista que una de las medidas que Trump adoptaría sería anular las órdenes ejecutivas que impiden discriminar a las personas LGTB, al considerar que suponen una intromisión en la libertad de los estados. Obama, recordemos, ha firmado dos importantes órdenes e  tanto a las empresas que tengan o que aspiren a firmar contratos con la administración federal (firmada en 2014) como a las escuelas que reciben fondos federales (emitida hace pocos meses, como reacción a la ley LGTBfoba de Carolina del Norte, y que se encuentra en estos momentos sometida a escrutinio judicial).

El propio Trump, de hecho, acababa con cualquier esperanza de una presidencia “neutra” en materia LGTB al anunciar en septiembre que no tendría inconveniente en rubricar la FADA, y legalizar de esta forma la discriminación contra las personas LGTB en base a argumentos religiosos, si finalmente resultase aprobada por un Congreso de mayoría republicana.

Fuente Dosmanzanas

 

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El multimillonario abiertamente gay Peter Thiel dona 1,25 millones de dólares a la campaña de Donald Trump

Sábado, 22 de octubre de 2016
Comentarios desactivados en El multimillonario abiertamente gay Peter Thiel dona 1,25 millones de dólares a la campaña de Donald Trump

Peter_Thiel_(2014)Peter Thiel, el multimillonario republicano y abiertamente gay que ya apoyó a Donald Trump en la pasada convención republicana, hará una donación de 1,25 millones de dólares a la campaña del candidato republicano a la Casa Blanca. Poco parece importarle a Thiel el grave retroceso en materia LGTB que una presidencia de Trump puede suponer. Su propio candidato a vicepresidente, Mike Pence, anunciaba hace unos días que una de las medidas que Trump tomará, en caso de ser presidente, será anular las ordenes ejecutivas federales que hacen más difícil discriminar a las personas LGTB.

La intervención de Peter Thiel en la convención republicana, recordemos, fue uno de los elementos que contribuyeron a “dulcificar” el perfil de Trump en materia LGTB. Thiel, conocido sobre todo por ser uno de los confundadores de PayPal y el primer gran inversor en Facebook (compañía de la que es uno de los principales directivos), se define como libertario, pero no ha dudado en apoyar a todos y cada uno de los últimos candidatos republicanos a la Casa Blanca pese a carecer de ese perfil. También lo ha hecho ahora, y con fuerza, con Donald Trump.

Thiel fue, de hecho, el primer orador de la historia de las convenciones republicanas que proclamó abiertamente su orgullo de ser gay y republicano. Tras esa primera frase, su intervención poco tuvo que ver sin embargo con la defensa de los derechos LGTB, a los que de hecho quitó importancia. “Cuando yo era un niño, el gran debate era sobre cómo derrotar a la Unión Soviética. Y ganamos. Ahora se nos dice que el gran debate es sobre quién usa cada cuarto de baño. Eso es una distracción de nuestros problemas reales. ¿A quién le importa?”, se preguntó entonces, en referencia a la polémica sobre la ley anti-LGTB de Carolina del Norte. Como entonces dijimos, al hacernos eco de la noticia, se trata de una pregunta bastante tramposa: es realmente a su partido al que más parece importar el tema, hasta el punto de promover de forma expresa una ley para, entre otras cosas, prohibir a las personas trans usar los baños públicos que corresponden a su identidad de género.

Thiel, por otra parte, no tuvo problema en reconocer que apoya al Partido Republicano pese a que la plataforma política aprobada en la convención de Cleveland es abiertamente anti-LGTB. “No coincido con todos los puntos que recoge nuestra plataforma. Pero las falsas guerras culturales solo nos distraen de nuestro declive económico”, aseguró, volviendo a minimizar la importancia de los derechos LGTB en el debate político.

Trump y Pence: una opción que se prevé nefasta para los derechos LGTB

BJC9anECAunque lo cierto es que Donald Trump partía de posiciones bastante menos LGTBfobas que las que defendía el que fue su principal contendiente en las primarias republicanas, Ted Cruz, lo cierto es que el ahora candidato no ha dudado en abrazar los postulados contrarios a los derechos LGTB para hacerse con el favor de la derecha republicana más conservadora. Un giro que se hizo evidente cuando Trump sugirió la posibilidad de revertir la decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio igualitario proponiendo en el futuro a nuevos jueces del Supremo dispuestos a valorar de nuevo la cuestión. Declaraciones que causaron cierta sorpresa en el colectivo LGTB estadounidense, que consideraba que en el tema del matrimonio igualitario Trump era partidario de pasar página.

Semanas después Trump dio algunas esperanzas al activismo LGTB cuando defendió, al ser preguntado por periodistas sobre la ley anti-LGTB de Carolina del Norte, que las personas transexuales pudiesen hacer uso de los baños que mejor se acomodasen a su identidad de género, al tiempo que se lamentó del daño económico que generan este tipo de leyes, que considera innecesarias. Eso sí, a las pocas horas Trump arrojaba un jarro de agua fría sobre esas mismas esperanzas, al asegurar primero que debían ser los estados los que decidieran sobre esta materia, para finalmente completar el giro al apoyar abiertamente la posición de los republicanos de Carolina del Norte y de su gobernador, Pat McCrory, firme defensor de la ley discriminatoria.

De la misma forma, Trump no ha tenido problema ninguno en asumir la plataforma ideológica que los republicanos aprobarob en la convención de Cleveland, considerada la más abiertamente LGTBfoba de la historia. Los puntos incluidos en la plataforma son, a este respecto:

  • Sobre el matrimonio igualitario: rechazo expreso de la sentencia del Tribunal Supremo en el caso Obergefell v. Hodges, que supuso la extensión del matrimonio igualitario a todo el país. El Partido Republicano considera que las leyes federales solo deben reconocer el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer  y hace un llamamiento expreso a considerar la posible aprobación de una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que “devuelva” el control de la regulación matrimonial a los estados.
  • Sobre la adopción homoparental: el Partido Republicano muestra su apoyo a las agencias de adopción religiosas que rechazan a las parejas del mismo sexo, argumentando además de forma expresa que los hijos criados en hogares sin un padre y una madre tienen más posibilidades de consumir drogas, cometer delitos y tener embarazos no deseados.
  • Defensa activa de la denominada First Amendment Defense Act (FADA), una propuesta legislativa que prohibiría sancionar, con independencia de las regulaciones antidiscriminatorias de los estados, a todas aquellas personas y negocios que que se nieguen a prestar servicios a parejas del mismo sexo en base a motivos religiosos.
  • Sobre las denominadas “terapias reparadoras” o “de conversión” para modificar la orientación sexual o la identidad de género, aunque no las menciona de forma expresa, el Partido Republicano defiende el “derecho de los padres” a recurrir las terapias que consideren más adecuadas para sus hijos menores“consistentes con sus valores morales, éticos o religiosos sin discriminación ni castigo”.
  • Sobre los derechos de las personas transgénero: el Partido Republicano expresa su apoyo a legislaciones como la aprobada hace unos meses en Carolina del Norte, que entre otras muchas importantes medidas discriminatorias prohíbe a las personas trans utilizar los baños que corresponden a su identidad de género. También muestra su desacuerdo, sin nombrarlo explícitamente con el final de la prohibición de servir en el Ejército a este colectivo, decidida por la administración Obama y confirmada recientemente, al asegurar estar en contra “de la modificación o de la rebaja de los estándares para satisfacer la agenda no militar impuesta por la Casa Blanca”.
  • Sobre políticas antidiscriminatorias: el Partido Republicano se opone expresamente a incluir la orientación sexual entre las categorías generalmente cubiertas por las regulaciones contra la discriminación.

La elección de Pence confirmó el giro conservador 

Pero sin duda el gesto que de una forma más tajante dejó claro el giro conservador de Trump en materia LGTB fue la elección como candidato a vicepresidente de Mike Pence, gobernador de Indiana, un político cercano a la derecha religiosa que en las primarias republicanas apoyó sin fisuras a Ted Cruz. Opuesto al aborto, a la investigación con células madre, negacionista del cambio climático y cercano al creacionismo, en el año 2000, durante su campaña para ser elegido congresista, llegó a proponer que se utilizasen fondos destinados a ayudar a personas con VIH para sufragar a organizaciones que promovieran las “terapias reparadoras” entre aquellos que quisiesen modificar su orientación sexual.

No es de extrañar, pues, que su momento de mayor protagonismo como gobernador viniese precisamente de la mano de su oposición a los derechos LGTB. En marzo de 2015, Mike Pence sancionaba orgulloso una ley, aprobada por la legislatura del estado (también bajo control republicano) cuyo objetivo era impedir que entes locales o el propio estado pudiesen aprobar normativas antidiscriminatorias que afectasen a la “libertad religiosa”, eufemismo que suponía la legalización de la discriminación contra las personas LGTB. Un acto en el que Pence quiso rodearse de numerosos líderes religiosos, algunos de ellos virulentamente homófobos.

La norma, sin embargo, provocó una intensísima reacción social en su contra, que amenazaba con afectar seriamente la economía del estado y que de hecho dejó tocada su imagen. Mike Pence se vio obligado a promover una norma adicional que clarificara los límites de la ley e impidiese la discriminación en la prestación de servicios a personas por motivos de orientación sexual.

“No” a las órdenes contra la discriminación

Pence era el encargado, hace pocos días, de anunciar en una entrevista que una de las medidas que Trump adoptaría sería anular las órdenes ejecutivas que impiden discriminar a las personas LGTB, al considerar que suponen una intromisión en la libertad de los estados. Obama, recordemos, ha firmado dos importantes órdenes e  tanto a las empresas que tengan o que aspiren a firmar contratos con la administración federal (firmada en 2014) como a las escuelas que reciben fondos federales (emitida hace pocos meses, como reacción a la ley LGTBfoba de Carolina del Norte, y que se encuentra en estos momentos sometida a escrutinio judicial).

El propio Trump, de hecho, acababa con cualquier esperanza de una presidencia “neutra” en materia LGTB al anunciar en septiembre que no tendría inconveniente en rubricar la FADA, y legalizar de esta forma la discriminación contra las personas LGTB en base a argumentos religiosos, si finalmente resultase aprobada por un Congreso de mayoría republicana.

Los homocon y Trump, alineados contra el islam

Es este contexto, precisamente, en el que personajes como Peter Thiel han anunciado su apoyo incondicional a Trump, el candidato por el que por otra parte la corriente homocon de gais conservadores afines al Partido Republicano siempre ha mostrado sus preferencias, y con el que comparte el argumentario que sitúa al islam (y no a la derecha religiosa estadounidense) como principal enemigo de la causa LGTB.

No es casualidad, de hecho, que coincidiendo con la convención republicana que encumbró a Trump tuviera lugar un evento de apoyo a su candidatura por parte de un grupo (ciertamente pequeño) de personas LGTB. Los dos principales oradores fueron Milo Yiannopoulos, un columnista conservador abiertamente gay, protagonista de varias polémicas en redes sociales, y la activista antimusulmana Pamela Geller. En el evento, por cierto, estuvo también presente el holandés Geert Wilders, líder del islamófobo Partido por la Libertad (PVV).

La intervención de Yiannopoulos, del que son bien conocidas sus opiniones contra el feminismo y el islam, resumió a la perfección el núcleo actual del ideario homocon: el Partido Demócrata no ha hecho nada por los gais, sino que por el contrario ha abierto el país a los musulmanes, enemigos de los derechos LGTB, y Trump es el candidato más pro-LGTB de la historia estadounidense.

pegatina-homofoba-seguidor-trumpTampoco parece importar a esta gente las cada vez menos disimulada homofobia del grueso de los seguidores de Trump, a la que hacíamos alusion hace pocos días, al referirnos a los feroces insultos hacia el periodista abiertamente gay Anderson Cooper, y que también está siendo protagonista estos días en medios LGTB estadounidenses al hacer viral una fotografía de una pegatina homófoba en la parte trasera del coche de un orgulloso seguidor de Trump:

¿Conseguirá Trump llegar a la presidencia con la ayuda de Thiel y de los homocon? ¿Si es así, con qué tipo de medidas “agradecerá” la administración Trump su contribución? El próximo 8 de noviembre comenzaremos a conocer las temidas respuestas…

Fuente Dosmanzanas

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El Partido Republicano hace de la oposición a los derechos LGTB uno de los elementos centrales de su asalto a la Casa Blanca

Viernes, 22 de julio de 2016
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BJC9anECNunca antes las personas LGTB (de Estados Unidos, pero también del resto del mundo) se jugaban tanto en unas elecciones presidenciales. Hasta un medio generalista como The New York Times avisa en su editorial de este martes: el Partido Republicano ha hecho del odio homófobo una pieza central de su campaña para reconquistar la presidencia en noviembre de 2016. A una plataforma más abiertamente anti-LGTB que nunca, el candidato republicano Donald Trump ha unido además la elección de un político marcadamente conservador y contrario a los derechos LGTB, Mike Pence, como su vicepresidente si gana las elecciones. 

El viaje de un candidato no especialmente anti-LGTB…

Pocos podían presagiar, hace solo unos pocos meses, la posición tan marcadamente hostil que el Partido Republicano ha decidido adoptar en materia LGTB.  A diferencia del que fue su principal rival en la carrera por la nominación republicana, Ted Cruz, estrechamente vinculado a la derecha religiosa y ultraconservador en materia moral, Trump nunca se había caracterizado por una feroz oposición a los derechos LGTB. Cuando se produjo el encarcelamiento de Kim Davis, la funcionaria de Kentucky que se negaba a permitir que en su condado se emitiesen licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo, Trump llegó a asegurar que el matrimonio igualitario era ya ley, y que si Davis no quería emitir estas licencias debería haber permitido que sus funcionarios lo hicieran. Un posicionamiento pragmático, que contrastaba con las manifestaciones de apoyo incondicional a Davis por parte de sus entonces oponentes, y muy especialmente de Ted Cruz.

Donald Trump también se había manifestado en contra de que las empresas privadas pudiesen despedir a trabajadores por el mero hecho de ser homosexuales, aunque de forma ambigua y sin comprometer un apoyo formal a una posible ley antidiscriminatoria (la Ley de No Discriminación en el Empleo, también conocida como “ENDA” por sus siglas en inglés, lleva más de dos décadas en discusión pero aún no ha podido ser aprobada). Y antes de entrar abiertamente en política Trump había demostrado una “cierta sensibilidad” ante la realidad trans, cuando como propietario de la marca Miss Universo aceptó en 2012 readmitir a Jenna Talackova después de haber sido excluida por ser una mujer transexual. Miss Universo, de hecho, modificó sus reglas para permitir a partir de ese momento la participación de mujeres transexuales en todas sus competiciones.

Las cosas comenzaron a torcerse cuando Trump, en un primer guiño al sector más conservador de los republicanos, sugirió la posibilidad de revertir la decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio igualitario proponiendo en el futuro a nuevos jueces del Supremo dispuestos a valorar de nuevo la cuestión. Declaraciones que causaron cierta sorpresa en el colectivo LGTB estadounidense, que consideraba que en el tema del matrimonio igualitario Trump era partidario de pasar página, y que “compensó” parcialmente semanas después, cuando por sorpresa defendió, al ser preguntado por periodistas sobre la ley anti-LGTB de Carolina del Norte, que las personas transexuales pudiesen hacer uso de los baños que mejor se acomodasen a su identidad de género, al tiempo que se lamentó del daño económico que generan este tipo de leyes, que considera innecesarias. Eso sí, a las pocas horas Trump matizaba su posición, asegurando que debían ser los estados los que decidieran sobre esta materia, para finalmente apoyar abiertamente la posición de los republicanos de Carolina del Norte y de su gobernador, Pat McCrory, firme defensor de la ley discriminatoria.

… hacia posiciones marcadamente homófobas y tránsfobas

En esto, Donald Trump, a pesar de contar con todo el establishment republicano en su contra, se hizo con la nominación republicana gracias a sus sucesivas victorias en las primarias. Llegó la hora de “unificar” a su partido…. y desgraciadamente no hay mejor recurso a la hora de poner de acuerdo a los políticos republicanos (salvo honrosas excepciones en estados marcadamente liberales, como California, Nueva York o los estados de Nueva Inglaterra) que defender políticas contrarias a los derechos LGTB, tan queridas por sus bases más fieles.

En esta línea, los encargados de elaborar la plataforma ideológica que los republicanos acaban de aprobar en la convención que está teniendo lugar en estos momentos en Cleveland (Ohio) se han encargado de incluir diversas propuestas abiertamente homófobas y tránsfobas. Conviene señalar, a este respecto, que las “plataformas” que tanto republicanos como demócratas aprueban en sus respectivas convenciones no son “programas electorales” definidos tal y como clásicamente se entienden en Europa, sino más bien una enumeración de los principios que marcarán las líneas programáticas del partido en los siguientes cuatro años. Su desarrollo efectivo dependerá de los equilibrios de poder entre la Presidencia y el Congreso (que cambian cada dos años), cuyos legisladores cuentan además con una libertad de voto desconocida en Europa (donde la disciplina de partido es la norma). En cualquier caso, supone un indicador de las prioridades de cada partido a la hora de impulsar unas u otras políticas.

Los puntos incluidos en la plataforma son, a este respecto:

  • Sobre el matrimonio igualitario: rechazo expreso de la sentencia del Tribunal Supremo en el caso Obergefell v. Hodges, que supuso la extensión del matrimonio igualitario a todo el país. El Partido Republicano considera que las leyes federales solo deben reconocer el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer  y hace un llamamiento expreso a considerar la posible aprobación de una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que “devuelva” el control de la regulación matrimonial a los estados.
  • Sobre la adopción homoparental: el Partido Republicano muestra su apoyo a las agencias de adopción religiosas que rechazan a las parejas del mismo sexo, argumentando además de forma expresa que los hijos criados en hogares sin un padre y una madre tienen más posibilidades de consumir drogas, cometer delitos y tener embarazos no deseados.
  • Defensa activa de la denominada First Amendment Defense Act (FADA), una propuesta legislativa que prohibiría sancionar, con independencia de las regulaciones antidiscriminatorias de los estados, a todas aquellas personas y negocios que que se nieguen a prestar servicios a parejas del mismo sexo en base a motivos religiosos.
  • Sobre las denominadas “terapias reparadoras” o “de conversión” para modificar la orientación sexual o la identidad de género, aunque no las menciona de forma expresa, el Partido Republicano defiende el “derecho de los padres” a recurrir las terapias que consideren más adecuadas para sus hijos menores “consistentes con sus valores morales, éticos o religiosos sin discriminación ni castigo”.
  • Sobre los derechos de las personas transgénero:el Partido Republicano expresa su apoyo a legislaciones como la aprobada hace unos meses en Carolina del Norte, que entre otras muchas importantes medidas discriminatorias prohíbe a las personas trans utilizar los baños que corresponden a su identidad de género. También muestra su desacuerdo, sin nombrarlo explícitamente con el final de la prohibición de servir en el Ejército a este colectivo, decidida por la administración Obama y confirmada recientemente, al asegurar estar en contra “de la modificación o de la rebaja de los estándares para satisfacer la agenda no militar impuesta por la Casa Blanca”.
  • Sobre políticas antidiscriminatorias: el Partido Republicano se opone expresamente a incluir la orientación sexual entre las categorías generalmente cubiertas por las regulaciones contra la discriminación.

La elección de Pence confirma el giro conservador 

Pero sin duda el gesto que de una forma más tajante ha dejado claro el giro conservador de Trump en materia LGTB ha sido la elección como candidato a vicepresidente de Mike Pence, gobernador de Indiana, un político cercano a la derecha religiosa que en las primarias republicanas apoyó sin fisuras a Ted Cruz. Opuesto al aborto, a la investigación con células madre, negacionista del cambio climático y cercano al creacionismo, en el año 2000, durante su campaña para ser elegido congresista, llegó a proponer que se utilizasen fondos destinados a ayudar a personas con VIH para sufragar a organizaciones que promovieran las “terapias reparadoras” entre aquellos que quisiesen modificar su orientación sexual.

No es de extrañar, pues, que su momento de mayor protagonismo como gobernador viniese precisamente de la mano de su oposición a los derechos LGTB. En marzo de 2015, Mike Pence sancionaba orgulloso una ley, aprobada por la legislatura del estado (también bajo control republicano) cuyo objetivo era impedir que entes locales o el propio estado pudiesen aprobar normativas antidiscriminatorias que afectasen a la “libertad religiosa”, eufemismo que suponía la legalización de la discriminación contra las personas LGTB. Un acto en el que Pence quiso rodearse de numerosos líderes religiosos, algunos de ellos virulentamente homófobos. La fotografía simbolizaba a la perfección el carácter de la ley:

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La norma, sin embargo, provocó una intensísima reacción social en su contra, que amenazaba con afectar seriamente la economía del estado y que de hecho dejó muy tocada su imagen. Mike Pence se vio obligado a promover una norma adicional que clarificara los límites de la ley e impidiese la discriminación en la prestación de servicios a personas por motivos de orientación sexual. Una marcha atrás que dejó tocada la imagen de Pence y que quizá haya sido una de las razones que le han llevado a aceptar la propuesta de Trump en lugar de optar a la reelección como gobernador. En cualquier caso, Pence conserva su buena imagen entre el sector más conservador de los republicanos, receloso de Trump.

El magnate, por su parte, espera con este gesto reconciliarse con el “núcleo duro” del electorado republicano y amarrar el próximo noviembre los once votos electorales de Indiana, un estado que tiende a votar republicano en las elecciones presidenciales pero que por ejemplo en 2008 ganó (aunque por estrecho margen) Barack Obama.

¿Conseguirá Trump, con este tipo de maniobras, asegurar el voto tradicional republicano y sumarlo al de los muchos independientes que le han llevado en volandas hacia la nominación? Está por ver, pero lo cierto es que las encuestas señalan que la diferencia de intención de voto entre el candidato republicano y Hillary Clinton está, a día de hoy, muy ajustada. Todo puede pasar. De lo que cada vez caben menos dudas es de que una victoria republicana sería una tragedia para la causa LGTB. Veremos…

Fuente Dosmanzanas

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La compañía 373K abandona el Estado de Georgia por ley de discriminación LGTB

Miércoles, 2 de marzo de 2016
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índice373K es una compañía de telecomunicaciones estadounidense que ha decidido mudarse del estado de Georgia debido a la aprobación de una ley que permite la discriminación de la comunidad LGTB.

«Si no eres un heterosexual, blanco, cristiano y casado, prepárate para ser perseguido» afirma Kelvin Williams, co-fundador de la compañía de telecomunicaciones 373K. Con base en la localidad de Decatur, en el condado de DeKalb, Georgia, la compañía ya ha anunciado vía Twiter su intención de buscar otra localización para desarrollar su actividad laboral como consecuencia de la aprobación de una ley que permite legalmente la discriminación de la comunidad LGTB. «No vamos a tolerar esta mierda (…). Soy gay, nuestro director de finanzas es gay, gente con diferentes maneras de vivir está trabajando aquí (…). Musulmanes, budistas, ateos. Tenemos grandes cristianos trabajando con nosotros. Nunca pensaron en no servir a nadie, ese no es el mensaje de Cristo», concluye Williams, que refiere a los legisladores como «falsos cristianos».

Toda esta indignación está provocada por la mal llamada Ley de Defensa de la Primera Enmienda, conocida como #FADA (First Amendment Defense Act), que extiende la cobertura legal en todo el estado a individuos y corporaciones permitiendo la discriminación de personas homosexuales, bisexuales y transexuales, así como a las parejas del mismo sexo, en base a creencias religiosas, una medida que se extiende por lo tanto a cualquier persona con cualquier otra creencias religiosa que no sea la suya, parejas de diferente sexo, separadas o divorciadas, y hasta madres solteras.

Brian Green, encargado de las relaciones con el cliente de la compañía, ha manifestado que ya no se sienten cómodos pagando sus impuestos en Georgia, donde tienen afincada su sede, aunque operan también desde otras ciudades estadounidenses como Dallas, San José & Santa Clara y Nueva York, teniendo una gran proyección internacional que les lleva hasta Montreal, Amsterdam, Singapur, Hong Kong y Melbourne.

Siendo un proyecto de ley fuertemente criticado, expertos legales informan que se trata de una medida anticonstitucional, sobre la que el senador estatal, Emanuel Jones, señala que sólo protege al Ku Klux Klan. Esta no es la única compañía que se muda de un estado que ha aprobado leyes en contra del colectivo LGTB. Otras compañías como Nike, Apple, SalesForce, NASCAR, Eskenazi Health y Cummins Inc., también han condenado estas leyes. Recientemente se publicaba una encuesta que concluía que la mayoría de los estadounidenses están en contra de este tipo de medidas.

Fuente Universogay

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Donald Trump, a favor de revertir la sentencia del Supremo sobre el matrimonio igualitario… promoviendo a nuevos jueces dispuestos a hacerlo

Viernes, 5 de febrero de 2016
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BJC9anECHasta hace unos días, Donald Trump era considerado el “menos antigay” de entre los candidatos con posibilidades reales de ganar la nominación republicana para las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Una impresión que se ha venido abajo después de las declaraciones de este domingo a Fox News, en las que el favorito del bando republicano ha mostrado su intención de revertir la decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio igualitario… proponiendo en el futuro a nuevos jueces del Supremo dispuestos a valorar de nuevo la cuestión.

“Es algo sobre lo que se ha sentenciado, está ahí”, respondió, al ser preguntado sobre la cuestión. “Si soy elegido seré muy firme a la hora de promover al Tribunal a jueces que puedan cambiar las cosas, pero es un camino muy largo”, advirtió. “Yo no estoy de acuerdo con el Tribunal [Supremo], debería ser una cuestión que decidiesen los estados”, aclaró.

Para entender el sentido de las palabras de Donald Trump, hay que tener en cuenta que el de juez del Tribunal Supremo es un cargo vitalicio. Cuando una de las nueve vacantes queda libre, ya sea por fallecimiento, retiro voluntario o impeachment, es el presidente el que propone un candidato, que debe recibir el visto bueno del Senado por mayoría simple. De hecho, se considera que la elección de jueces del Tribunal Supremo es uno de los más importantes legados que un presidente deja una vez acaba su mandato. De los actuales miembros del alto tribunal, dos fueron nominados por Ronald Reagan, dos por Bill Clinton, uno por George Bush padre, dos por George Bush hijo y dos por Barack Obama. Y aunque no siempre los jueces se alinean con las posiciones supuestamente más próximas al ideario de los presidentes que los nominaron (Anthony Kennedy, ponente del fallo en Obergefell v. Hodges, que supuso la extensión del matrimonio igualitario a todo el país, fue nominado por Reagan), es indudable que proponer a un juez con un perfil más o menos conservador es importante cara al equilibrio final.

Volviendo a Trump, pese a su perfil extremista en multitud de cuestiones, lo cierto es que en materia LGTB el magnate ha preferido huir de la polémica. Cuando se produjo el encarcelamiento de Kim Davis, la funcionaria de Kentucky que se negaba a permitir que en su condado se emitiesen licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo, Trump llegó a asegurar que el matrimonio igualitario era ya ley, y que por tanto si Davis no quería emitir estas licencias debería haber permitido que sus funcionarios lo hicieran. Un posicionamiento pragmático, que contrastaba con las manifestaciones de apoyo incondicional a Davis por parte de sus oponente republicanos, y muy especialmente del que hoy se adivina como su principal rival, Ted Cruz. Donald Trump también se ha manifestado en contra de que las empresas privadas puedan despedir a trabajadores por el mero hecho de ser homosexuales, aunque lo ha hecho de forma ambigua y por supuesto sin comprometer un apoyo formal a una posible ley antidiscriminatoria (la Ley de No Discriminación en el Empleo, también conocida como “ENDA” por sus siglas en inglés), que pese a llevar más de dos décadas en discusión aún no ha podido ser aprobada.

Es por eso que las declaraciones de Donald Trump a Fox News han causado cierta sorpresa en el colectivo LGTB estadounidense, que consideraba que al menos en el tema del matrimonio igualitario Trump había pasado página. Algo que las bases republicanas más vinculadas a la derecha religiosa, cuyo candidato favorito parece Ted Cruz, no han hecho. Quizá sea precisamente en este contexto en el que las palabras de Trump puedan entenderse mejor: a las puertas del inicio de las primarias en Iowa, donde Cruz es muy popular entre las bases republicanas y parece el único capaz de hacerle sombra (una duda que se resolverá en solo unas horas).

Sus oponentes, aún peor…

Lo cierto, en cualquier caso, es que si de respeto a los derechos LGTB hablamos tampoco hay mucho donde elegir en el Partido Republicano. Especialmente preocupante es el apoyo expreso que ocho de los candidatos a ganar la nominación (Jeb Bush, Ben Carson, Ted Cruz, Carly Fiorina, Rand Paul, Marco Rubio, Rick Santorum y Mike Huckabee) han dado al proyecto de Ley de Defensa de la Primera Enmienda (First Amendment Defense Act o “FADA”), una propuesta republicana que tiene como objeto impedir por ley que la administración federal exija a las empresas que tengan o que aspiren a firmar contratos con ella no discriminar a sus empleados por razones de orientación sexual o identidad de género. Una exigencia que la actual administración federal mantiene gracias a una orden ejecutiva firmada por Obama en julio de 2014, precisamente debido al enésimo fracaso de la ENDA en el Congreso.

Fuente Dosmanzanas

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