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La Amada de Jesús Resucitado.

Domingo, 15 de abril de 2018
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mary-magdalene-6e5a131d0dc85e1439fe556313b910251421f22f-s6-c30Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama (S.Agustín)

15 de abril. III domingo de Pascua

Lc 24, 35-48

Ellos por su parte contaron lo que les había sucedido en el camino

La resurrección de Jesús es un signo que expresa una vida nueva y un modo de actuar diferente. El personaje no es un fantasma, como creyeron sus discípulos cuando se les apareció días después en las orillas del Mar de Galilea. Al revés, le sentimos más cercano, similar a una fuerza que nos impulsa a una nueva forma de vivir. Fue El sueño de lo posible, como las sugerentes esculturas tituladas El Ajedrez, de Gustavo Herrera, que decoran uno de los parques madrileños.

En la obra de María y José Ignacio López Vigil Otro Dios es posible, Jesús dice: “Encontrar a María fue como encontrar una perla de gran valor… La lámpara de su cuerpo eran sus ojos… Era muy alegre… Con ella, el Reino era un banquete, una fiesta”. A propósito de lo cual, comentan “Que María la de Magdala sea presentada como primer testigo de la resurrección de Jesús en el cuarto evangelio (Juan 20, 1-18) indica la importancia de esta mujer en el movimiento de Jesús y en la primera comunidad de quienes integraron el movimiento”.

En la película La última tentación, del griego Nikos Zazantzaquis, y El Código da Vinci, del estadounidense Dan Brown, se resalta el gran valor que en la vida de Jesús tuvo María Magdalena. Y en el Evangelio apócrifo de Felipe, es mencionada como particularmente próxima al Maestro: “Tres eran las que caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera. En otro fragmento de este mismo evangelio se lee: Y la compañera del Señor es María Magdalena. En otro texto se añade que la amaba más que a ninguno de sus seguidores. Tanto que los demás discípulos acabaron quejándose por tan patente preferencia, y le dijeron: ¿Por qué la amas más que a ninguno de nosotros?

El texto de Jn 20, 15 sobre lo acaecido en la mañana de la resurrección, pone de relieve las preferencias de María por el resucitado: “Jesús le dice: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, tomándole por el hortelano le dice: señor, si tú te lo has llevado dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo”. El pintor italiano Antoni Allegri da Correggio detuvo el instante en un óleo sobre tabla, hoy en el Museo Nacional del Prado. Un Cristo tranquilo y sereno, con una Magdalena muy efusiva que le mira embelesada. Jesús aparece con un manto azul símbolo del cielo a donde va a subir, frente a los colores más cálidos del vestido de María. Con el brazo derecho hacia abajo parece decirle el Noli me tangere –no me toques-, mientras con el izquierdo le señala el cielo. Parece estarle recordando las palabras de Juan: “No me retengas más, porque todavía no he subido a mi Padre; anda, vete y diles a mis hermanos que voy al Padre, que es vuestro Padre; mi Dios, que es vuestro Dios (Jn 20, 17).

“Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama”, decía S. Agustín. Y lo que Magdalena amaba estaba claro en la mirada dirigida a Jesús en el cuadro de Correggio. A ella le transmitió el encargo de comunicar el acontecimiento a los Apóstoles.

AMOR DE ENAMORADA

Yo quiero estar enamorado
del Jesús Jardinero
que cultiva las rosas.

Y una mujer que llore y que me busque
como hacía María Magdalena.

Quiero que con Jesús
sea ella Jardinera
y vengan a buscarme,
pues nadie sabe como ellos
cultivar mi enamoramiento.

(EVANGÉLICO CUARTETO. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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¡Palpadme!

Domingo, 15 de abril de 2018
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laaLucas 24, 35-48

Las lecturas del tiempo pascual nos ofrecen el testimonio de muchos hombres y mujeres que experimentaron, de diferentes formas, que Jesús estaba vivo. A partir de esa experiencia, pudieron ayudar a muchas otras personas con su testimonio. Eran testigos y se convirtieron también en maestr@s de espiritualidad.

El evangelio de hoy no es una secuencia de una película, es un camino para que aprendamos a ser testigos hoy y demos testimonio con valentía (y, a ser posible, con salero). Por eso, podemos comenzar preguntándonos: ¿cómo y cuándo nos encontramos con Jesús resucitado, personalmente y en comunidad? ¿Cómo transforma esta experiencia nuestra vida?

Cuando unas mujeres tuvieron esta experiencia, los apóstoles se sobresaltaron (se descolocaron, diríamos hoy). ¿También se burlarían de ellas, porque sus palabras “les parecieron un delirio”?

La catequesis de Emaús nos invita a tomar conciencia de que otras personas experimentaron que ni la cruz, ni el fracaso, tenían la última palabra. La Vida se abría paso al partir el pan. Cualquier cena podía reavivar el fuego y hacer que volviera a arder su corazón, siempre que fueran capaces de descubrir a Jesús en esa cena-Eucaristía.

En el texto de hoy, el resucitado se hace presente como portador de paz. Pero el grupo no puede reconocerlo porque sus mentes están llenas de miedo. Y donde está presente el miedo, no cabe la fe, a menos que el miedo se rinda y deje el espacio libre.

Confunden a Jesús con un fantasma. ¿Con qué o con quién lo confundo yo? ¿Con una varita mágica que me concederá lo que le pido, si me pongo cansina? ¿Con un juez que me juzgará el último día? ¿Con un economista que lleva cuenta exacta de todo lo bueno y malo que hago? ¿Con un ser “de quita y pon”, al que recurro solo en momentos de necesidad y olvido a diario, porque gestiono bien la vida sin su presencia?

¿Con qué “disfraz” he colocado a Jesús en la hornacina de mi vida, en lugar de dejarme transformar por el Viviente?

¿Qué ocurre en nuestras parroquias y comunidades? Si viene alguien de fuera ¿qué percibe? ¿Nos relacionamos con un pastor amable y dulce que no nos pide gestos de conversión y al que contentamos con ritos y más ritos? ¿Con un revolucionario que solo nos invita a luchar, aunque perdamos la caridad en el intento? ¿Hacia dónde caminan nuestras comunidades y cómo vivimos la experiencia de que nos convoca Jesús resucitado?

Jesús les invita a palparle. Preciosa catequesis que nos anima a perder el miedo y tener con Jesús un encuentro “cuerpo a cuerpo”, en lugar de que nuestra mente o “la doctrina” nos hablen de Él. Como Jacob, luchemos hasta rendirnos, hasta quedar “tocad@s”. ¿A qué tenemos miedo?

Quienes se acercaban a las primeras comunidades tenían dificultades para reconocer al Viviente tras el cuerpo de un crucificado. En los diferentes textos de las apariciones nos dicen que el reconocimiento de Cristo, fue lento y costoso.

Lucas tiene la difícil tarea de explicar que el resucitado y Jesús de Nazaret son la misma persona. Y lo hace con las claves literarias de su tiempo. Para nosotros es impensable que Jesús, resucitado, masticara el pescado para demostrar que estaba vivo. Pero, de este modo, las comunidades podían recordar las comidas en las que Jesús se había hecho presente y abrirse a una realidad nueva, que estaba más allá de lo que percibían por los sentidos.

Ni entonces, ni ahora, es fácil abrirnos a esa realidad; la Historia de la Iglesia nos muestra que muchos hombres y mujeres han traspasado ese umbral a través del servicio a las personas más pobres.

Dar de comer al hambriento y de beber al sediento no solo beneficia a quien lo recibe, sino que es un camino seguro para reconocer a Jesús, vivo, en cada persona.

Este encuentro con Jesús también nos abre el entendimiento y nos ayuda a comprender las Escrituras desde otra perspectiva.

Sin ese encuentro, podemos pasar toda nuestra vida estudiando la Palabra como quien disecciona un cadáver. Seremos capaces de explicar cada versículo, sin habernos dejado encontrar por el Viviente. Podemos estudiar teología y vivir como si no hubiera resurrección. Podemos organizar las comunidades eclesiales como si fueran la mejor ONG.

Entonces… ¿de qué y de quien damos testimonio?

¿Dónde es urgente dar testimonio del Viviente hoy y ayudar a la gente a palparle?

Marifé Ramos

(http://www.mariferamos.com/)

Fuente Fe Adulta

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Partir, compartir el pan.

Domingo, 15 de abril de 2018
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imagesDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. LOS DOS DE EMAÚS.

El texto del evangelio que acabamos de escuchar es el final del hermoso relato de los dos de Emaús.

Aquellos dos discípulos se marchaban de Jerusalén tras el trágico fracaso de Jesús el Viernes en el calvario.

Los dos de Emaús abandonan la ciudad (Jerusalén), desertan de la causa de Jesús, se van.

02. IBAN CAMINANDO Y HABLANDO.

Sin embargo, a pesar de todo, estos dos discípulos decepcionados de JesuCristo, no pierden la memoria de Jesús, siguen recordando, hablando, discutiendo, evocando. Recuerdan la Palabra.

o Los creyentes estaban hablando, discutiendo.

o Jesús les dice, les explica las Escrituras, la Palabra

En las decepciones y problemas que tenemos todos en la vida: el miedo, preocupaciones, heridas físicas y psíquicas, enfermedades, conflictos comunitarios, etc., la actitud puede ser la de caminar, recordar, evocar la paz, los encuentros en la vida, buscar luz.

La palabra, el diálogo (Logos: palabra) es algo específicamente humano. La Palabra conserva la memoria, nuestra memoria histórica; la palabra conserva la cultura, la fe. Si el asunto Jesús no se ha perdido es por la fe en la Palabra, por el testimonio de los cuatro evangelios, el Nuevo Testamento, por la Palabra que nos transmitió nuestra familia, la catequesis en la Parroquia, la vida eclesial, las homilías, que hemos tenido en nuestra vida.

La palabra es memoria, creatividad y futuro.

La lectura de la Palabra, la conversación con quien merece mi confianza, el diálogo en la familia, en la iglesia, en política, etc es recordar, proyectar, crear, compartir, perdonar, abrir caminos hacia la vida.

03. ¿DINAMITAR LA MEMORIA?

018_discipulos_emausEs una discusión que surge intermitentemente en los medios de comunicación, en la vida política y eclesiástica: las raíces cristianas -o no- de los pueblos, de Europa.

Los dos de Emaús van recordando lo vivido con Jesús. Guardan la memoria.

No quiero llevar las aguas a “mi molino” y decir con estas cosas que la Iglesia tenga siempre y en todo la razón y que haya que volver al mundo eclesiástico y cuanto mayor sea la resistencia numantino-eclesiástica, mejor. Ni es esa la cuestión ni con ese tratamiento.

Quiero decir que es una simpleza pensar que la humanidad ha nacido y ha encontrado la solución a los problemas “anteayer” con la modernidad y la tecnología. El ser humano ha nacido, ha vivido y sufrido, ha cantado y caminado, ha pensado, ha enfermado y envejecido, ha esperado y desesperado, ha muerto mucho antes que surgiera el pensamiento moderno y lo seguirá haciendo siempre. Siempre trabajaremos, celebraremos, enfermaremos, pecaremos, moriremos siempre.

Tal vez, si tratamos de suavizar o eliminar hoy en día los grandes problemas humanos es porque no tenemos una respuesta, porque, tal vez, hemos olvidado nuestra memoria.

Guardemos en nuestra vida la memoria de JesuCristo.

04 VAMOS A COMER

apasc03bnk02El relato de los dos de Emaús es Eucaristía: la Mesa de la palabra y del Pan de Vida. Les explica las Escrituras y parte con ellos el pan.

Tras la resurrección, Jesús se muestra humano. El mismo Jesús que murió, vive. Y su humanidad se muestra en gestos sencillos como comer, compartir, se deja tocar por Tomás, da la paz, transmite alegría.

La comida es el lugar de encuentro, de amistad, de amor (bodas), de encuentro, de fiesta familiar o popular, de amistad o de compartir sufrimiento (muerte).

En el fondo todo eso es la Eucaristía y la mesa de la vida: reunirse, recordar, encontrarse, conversar, comer. En la tradición de la Iglesia se hablaba de la Eucaristía como con dos alimentos: la Palabra y el Pan de Vida.

La VIDA se compone de elementos muy sencillos y creer en esta sencillez es creer en el Señor Resucitado. Una limosna, un poco de pan, cuidar la “herida” de un enfermo, saber escuchar son pequeños sacramentos de la Resurrección y de la vida.

Decía Martin Luther King (1929-1968): Aunque supiera que el mundo se acaba mañana, hoy todavía plantaría un árbol.

A pesar de las desilusiones y de los desánimos, sembremos vida.

05. MENTE Y CORAZÓN ABIERTOS

Lucas resalta la ciudad: Jerusalén significa para Lucas el final de una etapa y el comienzo de otra. “Termina Jerusalén” (judaísmo) y comienza el universalismo: transmitid estas cosas a todas las naciones.

VOSOTROS SOIS TESTIGOS DE ESTO.

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Merton y su último verano 1. “Aggiornamento”.

Martes, 25 de julio de 2017
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“3 de julio de 1968

(Anochecer). Por la mañana salí de casa temprano y terminé de cortar y podar los pinos jóvenes que seguían doblados desde las grandes ventiscas del pasado invierno. El límite de arbustos de mi jardincito, en dirección al bosque, está ahora relativamente despejado (¡aunque sigue apareciendo algún que otro zumaque a lo largo de la línea vallada!). Este trabajo ha hecho que mi espalda se haya resentido de nuevo. Así pues, he de tener cuidado. Por la tarde, llegué hasta el límite más lejano del campo de haba de soja en la granja de Linton y, mientras meditaba (Hatha y Yoga Vasishta), me quité la camisa para tomar el sol en cuello y espalda. Una tarde tranquila y provechosa ¡Dios sabe lo mucho que lo necesito! ¡Cuánto tiempo y energía he malgastado en los tres últimos años haciendo cosas que no tienen nada que ver con mis metas reales y que únicamente han servido para frustrarme y confundirme…! Es un verdadero milagro que no haya perdido mi vocación a la soledad con tantas bagatelas y evasiones.

Una cosa está perfectamente clara: no todo lo que pasa por aggiornamento es necesariamente bueno y saludable. Hemos de seguir siendo muy críticos e independientes frente a todas las ideas. Sacar las propias conclusiones partiendo de la experiencia personal directa y sincera. En mi opinión, tanto los conservadores como los progresistas abundan en el mismo tipo de intolerancia, arrogancia y actitud casquivana, y unos y otros están dominados por diferentes tipos de conformismo: en ambos casos, el pavor de sentirse excluidos del propio grupo de referencia. Personalmente, tengo que recorrer mi propio camino en términos de necesidades que para mí son fundamentales: necesidad de vivir una vida de oración, necesidad de autoliberarme de mis propios «cuidados» y
necesidad «única» de una auténtica soledad (y no solamente privacidad) monástica; y necesidad también de alcanzar una comprensión real y utilizar algunas de las intuiciones asiáticas en materia religiosa.”

*

Thomas Merton.
Diarios. (1960-1968)

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“¿Dios, es decir, la Conciencia? “, por Gonzalo Haya.

Miércoles, 12 de julio de 2017
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sanacionEs conocida la expresión del gran místico alemán Eckhart “Dios, es decir, la naturaleza” (Deus sive natura); pues bien, me pregunto si podríamos decir “Dios, es decir, la Conciencia”. Veamos cómo.

Reconocemos que Dios es “indecible”, pero la Humanidad le ha atribuido muchos nombres, y la misma Biblia ha empleado varios. Algunos, invocando a Wittgenstein, dicen que entonces sería mejor no decir nada sobre él; pero no hablar de una persona lleva al olvido y a prescindir de ella. Además el joven enamorado escribe el nombre de la amada en todos los árboles del barrio, y el poeta, que no acaba de acertar con la palabra, no renuncia a reelaborar el poema.

Jesús concentró su experiencia de Dios con el término “Padre”, especialmente en el padrenuestro y en la parábola del hijo pródigo. Ciertamente la imagen de Dios como Padre es la más entrañable y significativa para un cristiano pero hoy, por los sentimientos que expresa, muchos la corrigen y la traducen como padre-madre.

Otro término empleado por Jesús para referirse a Dios fue el de “Espíritu”; el que él recibió y el que comunicó a sus discípulos. Creo que presentar a Dios como Espíritu es más apropiado con nuestra cultura actual, porque la imagen de Dios como Padre nos sugiere una dualidad, incluso una distancia: “que estás en los cielos”.

La imagen de Dios como Espíritu me parece preferible porque no implica dos individualidades -Dios y nosotros- sino una energía que nos constituye a todos los hombres (y a la naturaleza de Eckhart).

Nosotros no somos algo separable de Dios, porque él constituye el fundamento de nuestro ser. Sin él no existiríamos. Pensamos en Dios y el mundo como dos seres, pero no se trata de dos seres en sentido unívoco, sino de dos entidades en sentido muy, muy, muy distinto; (sentido análogo según santo Tomás de Aquino). Dios no es una entidad individual, es una entidad relacional; personal, pero no individual o separada de todo lo demás. El lenguaje conceptual sobre Dios nunca es adecuado, porque no es unívoco. Al afirmar algo sobre Dios, tenemos siempre que añadir “pero no es así”.

El lenguaje sobre Dios tiene que contentarse con ser simbólico ¿Podríamos decir, en términos de la física cuántica, que Dios sería como la onda y nosotros como el corpúsculo? La experiencia de los místicos, sufí, cristiana y universal, tiende a la identificación del hombre con Dios, “la ola es el mar” (Willigis Jäger). Nuestros místicos, ¡en tiempos de Inquisición!, hablaron de “matrimonio espiritual”, pero según la misma Escritura “serán dos en una sola carne”.

La conciencia como experiencia de Dios

Se atribuye al reconocido teólogo jesuita Karl Rahner la predicción de que “el cristiano del siglo XXI sería místico o no sería”, que la fe sería experiencia de Dios o se perderíaYo, cristiano del siglo XXI, no me atrevo a decir que haya tenido alguna experiencia de Dios; sin embargo creo que puedo afirmar -todos, más o menos, podemos afirmar- que hemos tenido alguna experiencia de algo trascendente.

He tenido experiencia de la injusticia de que muchos sufren hambre, enfermedades, humillaciones, muerte, o torturas, por la ambición y la soberbia de unos pocos; y he sentido un deber, superior a mis intereses personales (¿imperativo categórico?), de hacer algo por restablecer la justicia y la dignidad de esas personas. Todas las religiones, igual que los que se declaran ateos, sintetizan su experiencia ética en la “Regla de oro”: “trata a los demás como deseas que te traten a ti”.

La conciencia ética es un signo de la presencia del Espíritu, de la presencia de la energía de Dios (dýnamis tou Theou). Esta idea quizás nos choque porque cambia el esquema en blanco y negro que tenemos sobre gracia santificante y pecado. Sin embargo este esquema de presencia de Dios más o menos intensa, más o menos manifiesta, parece más acorde con la alabanza de Jesús a aquel letrado, “no estás lejos del “Reino de Dios” (Mc 12,34); y más acorde con el ambiguo diálogo sobre el camello y el ojo de la aguja y sobre quiénes se salvan (Mc 10,23-27); y claramente más acorde con la parábola del juicio final: “porque tuve hambre y me disteis de comer” (Mt 25,31-46).

Según Lucas, los primeros diáconos fueron elegidos entre “hombres llenos de Espíritu y de sabiduría” (Hch 6,3) y entre ellos estaba Esteban “hombre lleno de fe y de Espíritu Santo” (Hch 6,5); tanto la fe como la sabiduría eran las cualidades en las que se manifestaba el Espíritu. Igualmente en nosotros, la conciencia de la justicia o injusticia es la señal en que se manifiesta la presencia del Espíritu. Dios, el Espíritu, está presente en mí y se manifiesta como conciencia. Esta conciencia es algo que está en mí, en ti, y en todos; en Caín y en Teresa de Calcuta; en Confucio y en la Revolución francesa; algo que nos penetra y que nos desborda; algo individual pero común a todos, y cuya superioridad respetuosamente nos obliga.

La experiencia ética es la única experiencia de Dios que yo puedo alegar. Sé que esta experiencia ha sido posible porque en determinados momentos se han activado ciertos circuitos neuronales; sin esta activación no habría sentido ni la injusticia ni mi obligación, pero no creo que estos circuitos neuronales puedan obligar a nadie a renunciar a sus intereses en beneficio de otros. Creo que el amor, la justicia, la dignidad humana, son algo más que procesos físico-químícos. “La poesía es más que la tinta con que está escrita”.

Si la conciencia ética es un signo de la presencia de Dios, tendría sentido decir que uno de los nombres de Dios podría ser la Conciencia. Juan no duda en afirmar que Dios es amor. ¿Sería erróneo afirmar, en lenguaje simbólico, que Dios es la Conciencia universal? Es verdad que, como siempre, habría que añadir “pero tampoco es así”, o como reconocía el concilio Lateranense IV “lo que hemos dicho aquí sobre Dios tiene más de erróneo que de acertado”.

Los muchos nombres de Dios son destellos de su realidad inabarcable y, al mismo tiempo, expresiones de nuestras ansias por contemplarlas.

Algunos pensarán que he manipulado conceptos y metáforas para “salirme con la mía”. Puede ser, pero “la mía” es que tengo amigos que se declaran ateos o agnósticos y que me han enseñado mucho. Esos ateos son éticamente honrados (que no es poco) y han asumido un claro compromiso social, y creo que es justo reconocer:

“Ernesto (nombre ficticio), que se proclama ateo,
es un hombre lleno de Dios y de conciencia ética”.

Gonzalo Haya

Fuente Fe Adulta

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Experiencia

Sábado, 12 de noviembre de 2016
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Del blog Nova Bella:

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Donde el filósofo argumenta y el artista intuye,

el místico experimenta.

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Evelyn Underhill

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“¿Teresa extraordinaria? (I)”, por Gema Juan OCD

Miércoles, 1 de julio de 2015
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18942461009_571af809ba_mDe su blog Juntos Andemos:

Cuando se lee a Teresa de Jesús o se piensa en la profunda experiencia de Dios que tuvo; al disfrutar la sabiduría de sus palabras o al mirar la libertad que logró, siendo una monja que vivió en un siglo regido por varones y atado por unas leyes sociales asfixiantes; cuando se ve lo que logró hacer por sí misma, se puede pensar que Teresa es inalcanzable y que era una gran mujer, casi desde siempre.

Sin embargo no es así. Teresa se hizo a sí misma y se dejó modelar por Dios, poco a poco. Pasó de los apegos estrechantes a la apertura del amor, del miedo a la libertad y de la debilidad a la entereza a través de un largo proceso nada sencillo y nunca acabado.

Confesará que «era temerosa en extremo» y que marchó de la casa paterna, para ir al convento, sintiendo que sus huesos flaqueaban porque «no había amor de Dios que quitase el amor del padre y parientes». Salió de la casa familiar movida por dos temores: el de no salvar su alma y el de la suerte que corrían las mujeres de su tiempo en el matrimonio. «También temía el casarme», decía. El amor la alcanzaría mucho después.

Escribe con sinceridad lo que vivía, cuando intentaba responder a las llamadas de Dios: «Andaba mi alma cansada y, aunque quería, no le dejaban descansar las ruines costumbres que tenía» y sufría –sigue diciendo–, viendo «lo poco que podía conmigo y cuán atada me veía para no me determinar a darme del todo a Dios». No podía consigo misma y ella era su principal traba.

Conoció la desazón de no lograr remontar. Y casi desespera de sí misma, sumida en una división de vida, en la que –dice– «ni yo gozaba de Dios ni traía contento en el mundo». Estuvo cerca de desistir y explica por qué: «Veía mi poca enmienda, que ni bastaban determinaciones ni fatiga en que me veía para no tornar a caer en poniéndome en la ocasión». Viendo eso, llegó a creer que no lograría una vida auténtica.

Y la que, con razón, es llamada «maestra de oración» conoció las dificultades que pueden darse en el camino de la oración, no solo los momentos luminosos y dulces. Hablaba, sin vergüenza, de cuánto le costaba orar: «Muchas veces, algunos años, tenía más cuenta con desear se acabase la hora que tenía por mí de estar, y escuchar cuándo daba el reloj, que no en otras cosas buenas; y hartas veces no sé qué penitencia grave se me pusiera delante que no la acometiera de mejor gana que recogerme a tener oración».

Y aun esa resolución, esa fuerte capacidad para permanecer –porque Teresa dice que se mantuvo así «algunos años»– dirá que es dada y lo dejará apuntalado en las IV Moradas: «Hase de entender en cuanto dijere que no podemos nada sin Él».

No poder nada sin Dios no significa para Teresa dejar de hacer todo lo posible. Más bien, supone andar haciendo cuanto se puede. Y por eso, explicaba que hay cosas que se pueden ir aprendiendo. Dirá, por ejemplo, que se puede ir «poco a poco, no haciendo nuestra voluntad y apetito, aun en cosas menudas, hasta acabar de rendir el cuerpo al espíritu». O también, que se puede crear un hábito de superación y así «de cosas muy pequeñas se pueden… acostumbrar para salir con victoria en las grandes».

El mismo recorrido se puede hacer hablando de otras cosas. De sí misma dirá, en una Cuenta de Conciencia: «Solía ser muy amiga de que me quisiesen bien; ya no se me da nada, antes me parece en parte me cansa». Teresa era una mujer sensible y afectiva y había dependido mucho del afecto de los demás. Liberar el corazón fue costoso.

La extraordinaria Teresa se presenta como una mujer que ha vivido en proceso, aprendiendo, madurando, desarrollando lo mejor de sí. Una mujer que conoció el fracaso, la falta de dominio y la mediocridad. Era una luchadora nata, pero por sí misma no lograba realizar los deseos más profundos de su corazón ni la felicidad que buscaba.

¿Desdora todo esto a Teresa? ¿La hace menos extraordinaria? En absoluto. Pero es importante conocerla por dentro y entender su recorrido vital, para comprender mejor sus palabras. Y para no imaginar que habla desde una cima inaccesible o con un gesto impasible, como quien, desde lejos, ve las dificultades externas y las batallas íntimas de otros.

La extraordinaria Teresa es el fruto de una mujer asombrosa y muy valiosa que se puso en manos de Dios, que se dejó cincelar y que eligió la confianza como camino para llegar al fondo de todo: de sí misma, de Dios y de los demás.

Tuvo conciencia de «las gracias de naturaleza» que Dios le había dado, pero también de que podía malograr tanto bien. El gran paso que inclinó su vida hacia lo extraordinario, lo relata en el Libro de la Vida, cuando dice: «Estaba ya muy desconfiada de mí y ponía toda mi confianza en Dios».

Eso es lo que la lleva a emprender el increíble camino de su vida y a poder decir que «está la verdadera seguridad en procurar ir muy adelante en el camino de Dios. Los ojos en Él, y no hayan miedo se ponga este Sol de Justicia, ni nos deje caminar de noche para que nos perdamos, si primero no le dejamos a Él».

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“Creer por experiencia propia”. 3 Pascua – B (Lucas 24,35-48)

Domingo, 19 de abril de 2015
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821287No es fácil creer en Jesús resucitado. En última instancia es algo que solo puede ser captado y comprendido desde la fe que el mismo Jesús despierta en nosotros. Si no experimentamos nunca «por dentro» la paz y la alegría que Jesús infunde, es difícil que encontremos «por fuera» pruebas de su resurrección.

Algo de esto nos viene a decir Lucas al describirnos el encuentro de Jesús resucitado con el grupo de discípulos. Entre ellos hay de todo. Dos discípulos están contando cómo lo han reconocido al cenar con él en Emaús. Pedro dice que se le ha aparecido. La mayoría no ha tenido todavía ninguna experiencia. No saben qué pensar.

Entonces «Jesús se presenta en medio de ellos y les dice: “Paz a vosotros”». Lo primero para despertar nuestra fe en Jesús resucitado es poder intuir, también hoy, su presencia en medio de nosotros, y hacer circular en nuestros grupos, comunidades y parroquias la paz, la alegría y la seguridad que da el saberlo vivo, acompañándonos de cerca en estos tiempos nada fáciles para la fe.

El relato de Lucas es muy realista. La presencia de Jesús no transforma de manera mágica a los discípulos. Algunos se asustan y «creen que están viendo un fantasma». En el interior de otros «surgen dudas» de todo tipo. Hay quienes «no lo acaban de creer por la alegría». Otros siguen «atónitos».

Así sucede también hoy. La fe en Cristo resucitado no nace de manera automática y segura en nosotros. Se va despertando en nuestro corazón de forma frágil y humilde. Al comienzo, es casi solo un deseo. De ordinario, crece rodeada de dudas e interrogantes: ¿será posible que sea verdad algo tan grande?

Según el relato, Jesús se queda, come entre ellos, y se dedica a «abrirles el entendimiento» para que puedan comprender lo que ha sucedido. Quiere que se conviertan en «testigos», que puedan hablar desde su experiencia, y predicar no de cualquier manera, sino «en su nombre».

Creer en el Resucitado no es cuestión de un día. Es un proceso que, a veces, puede durar años. Lo importante es nuestra actitud interior. Confiar siempre en Jesús. Hacerle mucho más sitio en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades cristianas.

José Antonio Pagola

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Perdón, resurrección y misión. Domingo 3º de Pascua. Ciclo B

Domingo, 19 de abril de 2015
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20._jesus_appears_at_emmaus-lowresDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El perdón

            Las tres lecturas de hoy coinciden en el tema del perdón de los pecados a todo el mundo gracias a la muerte de Jesús. La primera termina: “Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.” La segunda comienza: “Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el justo.” En el evangelio, Jesús afirma que “en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos”.

Gente con muy poco conocimiento de la cultura antigua suele decir que la conciencia del pecado es fruto de la mentalidad judeo-cristiana para amargarle la vida a la gente. Pero la angustia por el pecado se encuentra documentada milenios antes, en Babilonia y Egipto. Lo típico del NT es anunciar el perdón de los pecados gracias a la muerte de Jesús.

La resurrección y sus pruebas

            El evangelio de este domingo concede especial importancia al tema de la resurrección. Imaginemos la situación de los primeros misioneros cristianos. ¿Cómo convencer a la gente para que crea en una persona condenada a la muerte más vergonzosa por las autoridades, religiosas, intelectuales y políticas? Necesitaban estar muy convencidos de que su muerte no había sido un fracaso, de que Jesús seguía realmente vivo. Y la certeza de su resurrección la expresaban con los relatos de las apariciones. En ellas se advierte una evolución muy interesante:

  1. En el relato más antiguo, el de Marcos, Jesús no se aparece; es un ángel quien comunica a las mujeres que ha resucitado, y éstas huyen asustadas sin decir nada a nadie (Mc 16,1-8).
  1. En el relato posterior de Mateo, a la aparición del ángel sigue la del mismo Jesús; su resurrección es tan clara que las mujeres pueden abrazarle los pies (Mt 28,9-10).
  2. Lucas parece moverse entre cristianos que tienen muchas dudas a propósito de la resurrección (recuérdese que en Corinto había cristianos que la negaban), y proyecta esa situación en los apóstoles: ellos son los primeros en dudar y negarse a creer, pero Jesús les ofrece pruebas físicas irrefutables: camina con los dos de Emaús, se sienta con ellos a la mesa, bendice y parte el pan. Pero sobre todo el episodio siguiente, el que leemos este domingo, insiste en las pruebas físicas: Jesús les muestra las manos y los pies, les ofrece la posibilidad de tocarlos, y llega a comer un trozo de pescado ante ellos.

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice:

̶  Paz a vosotros.

Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:

̶  ¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

̶  ¿Tenéis ahí algo que comer?

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.

  1. Juan parece matizar el enfoque de Lucas: Jesús ofrece a Tomás la posibilidad de meter el dedo en sus manos y en el costado. Pero ese tipo de prueba física no es el ideal. Lo ideal es “creer sin haber visto”, como el discípulo predilecto cuando acude con Pedro al sepulcro. En esta misma línea se mueve la aparición final junto al lago: cuando llegan a la orilla y encuentran ven las brasas preparadas y el pescado (Jesús no come) “ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, pues sabían que era el Señor”. Juan ha expresado de forma magistral la unión de incertidumbre y certeza. No hay pruebas de que sea Jesús, pero no les cabe duda de que lo es.
  1. La sección final del evangelio de Marcos, que se añadió más tarde, inspirándose en relatos conocidos, ofrece un punto de vista muy curioso. Las personas que hablan de la resurrección de Jesús no parecen las más dignas de crédito: de María Magdalena había expulsado siete demonios; los dos que dialogan con él por el camino dicen que se les apareció «con otro aspecto». Parece lógico que no les crean. Sin embargo, Jesús les reprocha su incredulidad.

He querido alargarme en estas diferencias entre los evangelistas porque a menudo se utilizan los relatos de las apariciones como armas arrojadizas contra los que tienen dudas. Dudas tuvieron todos y, de acuerdo con los distintos ambientes, se contó de manera distinta esa certeza de que Jesús había resucitado y de que se podía creer en él como el Salvador al que merecía la pena entregarle toda la vida.

La sección final de Lucas

            El hecho de que Jesús comiese un trozo de pescado podría ser una prueba contundente para los discípulos, pero no para los lectores del evangelio, que debían hacer un nuevo acto de fe: creer lo que cuenta Lucas.

            Por eso, Lucas añade un breve discurso de Jesús que está dirigido a todos nosotros: en él no pretende probar nada, sino explicar el sentido de su pasión, muerte y resurrección. Y el único camino es abrirnos el entendimiento para comprender las Escrituras. A través de ella, de los anunciado por Moisés, los profetas y los salmos, se ilumina el misterio de su muerte, que es para nosotros causa de perdón y salvación.

Y les dijo:

̶  Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:

̶  Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.

La mejor prueba de la resurrección de Jesús

Las últimas palabras de Jesús anuncian el futuro: “En su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.” La frase final: “vosotros sois testigos de esto” parece dirigida a nosotros, después de veinte siglos. Somos testigos de la expansión del evangelio entre personas que, como dice la primera carta de Pedro, “lo amáis sin haberlo visto”. Esta es la mejor prueba de la resurrección de Jesús.

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Sólo he empezado a buscar las preguntas.

Jueves, 16 de abril de 2015
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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Supongamos que el mensaje de un supuesto contemplativo a un supuesto hombre del mundo sea parecido a este:

Querido hermano:

¿Puedo decirte que he encontrado respuestas a las preguntas que atormentan a los hombres de nuestro tiempo? Yo no sé si he encontrado respuestas. Cuando me hice monje, sí, estaba más seguro de las ‘respuestas’. Pero a medida que envejezco en la vida monástica y me adentro más en la soledad, tomo conciencia de que sólo he empezado a buscar las preguntas. ¿Y cuáles son las preguntas? ¿Puede el ser humano encontrar sentido a su existencia? ¿Puede el ser humano honestamente dar sentido a su vida limitándose a adoptar un cierto conjunto de explicaciones que pretenden decirle por qué empezó el mundo y dónde terminará, por qué existe el mal y qué se necesita para una vida buena?. Hermano, quizás en mi soledad me he convertido, por decirlo así, en un explorador para ti, en un buscador de ámbitos que tú no eres capaz de visitar -excepto, tal vez, en compañía del psiquiatra-. He sido llamado a explorar un área desierta del corazón humano donde las explicaciones ya no son suficientes, y donde uno aprende que lo único que cuenta es la experiencia. Una región árida, rocosa y oscura del alma, a veces iluminada por extraños fuegos que los hombres temen, y poblada por espectros que los hombres evitan cuidadosamente, excepto en las pesadillas. Y en esta área he aprendido que uno no puede conocer verdaderamente la esperanza si no ha descubierto cuánto se parece a la desesperanza. El lenguaje del cristianismo ha dicho esto durante siglos con otras palabras menos desnudas”.

*

THOMAS MERTON.
(tomado de “El Libro de las Horas”. Sal Terrae)

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Into the wild.

Martes, 12 de agosto de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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Tanta personas viven en circunstancias desgraciadas y sin embargo no toman la iniciativa para cambiar su situación. Porque están condicionados a una vida de seguridad,  conformidad, y  conservadurismo, que puede parecer dar una tranquilidad de espíritu, pero en realidad nada es más peligroso para un espíritu aventurero que un futuro asegurado. El núcleo básico del espíritu de vida de un hombre es su pasión por la aventura. La alegría de la vida viene de nuestros encuentros con nuevas experiencias, y pues no hay alegría más grande que la de tener un horizonte cambiante sin cesar, para tener cada día un sol nuevo y diferente.”

 

*

Extracto de la película “Into the wild”

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Fuego Interior.

Lunes, 9 de junio de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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“¿No has observado algunas veces un cierto desaliento porque tienes la impresión de que las cosas se estancan, que nada se mueve?

Esto es una ilusión, debida al hecho de que dejamos de vivir la vida como una experiencia.

La vida trabaja sin interrupción más allá de las apariencias.

Debemos experimentarlo.

La única manera de salir de este desaliento es tomar este riesgo loco de no estar atado a ninguna expectativa, ningún resultado, ninguna intención.

Y descubrir que hay en lo más profundo de nuestro ser un movimiento permanente, un fuego interior y esta alegría inagotable. “

*

Jean-Philippe Brébion

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