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“Cuidado con la Biblia porque…”, por Rubén Bernal

Viernes, 17 de mayo de 2024
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IMG_3547En el Día Internacional contra la Homofobia, nada mejor que releer este magnífico artículo que destroza los discursos de odio “basados” en la Biblia:

Concuerdo con Walter Brueggemann cuando dice: «El análisis de las Escrituras es, entre otras cosas, como un banquete»[1] ¡Oh bendito y delicioso banquete! ¡Cuánta razón tienes señor Brueggemann! ¡Cuántos variados y exquisitos manjares nos aguardan en sus páginas! Por su parte, J. C. Ryle decía: «Deberíamos leer nuestras biblias como hombres (yo diría aquí “como personas”) cavando en busca de un tesoro»[2] Y no es que necesariamente tengamos que cavar muy profundamente en el ropaje o envoltorio cultural, lingüístico o social de los textos bíblicos para hallar dicho tesoro, sino que muchas veces (aunque no siempre) –de forma perspicua– lo vemos a través de ese ropaje humano, pues ahí mismo florece como una rosa (sí, una rosa que, al tomarla para aspirar su delicioso perfume, puede clavar sus púas contra nuestro ego, desafiándonos incómodamente a examinarnos para quitar cosas de nuestra vida). A su manera, y siguiendo el hilo del «buscatesoros», también Craig Keener expresa:

Un exégeta puro puede encontrar muchos tesoros intelectuales en las Escrituras; pero solo un verdadero discípulo puede experimentar la plenitud de esos tesoros en su vida[3]

Como nos gusta recordar: «Todo escrito inspirado por Dios sirve además para enseñar, reprender, corregir, educar en rectitud; así el hombre [anthropos = persona] de Dios será competente, perfectamente equipado para cualquier buena tarea» (2Tim 3,16-17 NBE)[4] Esta inspiración queda en nosotros reconocida por el testimonium internum del Espíritu, [5]avistando que a pesar de la gran cantidad de autores humanos que compusieron la Biblia, o de la variedad de géneros literarios, o de incluso la cultura humana que subyace en sus textos, el panorámico sentido general o el hilo conductor nos remite a su auctor primarius. Afirmamos que a través de ella Dios habla y revela su voluntad (artículo 1 de la Confesión de fe de la IEE [6]), en ella Dios se nos da a conocer a sí mismo[7] Las Escrituras no son un «cristo encuadernado»pero nos conducen a Cristo, la Palabra encarnada de Dios, y vehicula su mensaje para nosotros/as; [8]no nos deja solo en el rol de lectores, sino que nos conduce a tomar la posición de participantes en una relación existencial con Dios por medio de Jesucristo.

Creo que es una experiencia común el hecho de que, muchas veces, un pasaje con el que estamos relacionados, no nos llega (por decirlo de algún modo), o nos llega de una manera meramente intelectual, hasta que, un día cualquiera, vuelves a leerlo y te topas en ese instante con la voz de Dios hablándote de un modo especial, abriéndote el entendimiento. Lo que entendíamos mentalmente (o a veces ni eso), pasa a ser comprendido de un modo íntimo. Hay unas palabras de Rowan Williams que señalan este asunto:

Estoy seguro de que Pedro, Juan y los demás discípulos no eran muy distintos de nosotros; es decir, ellos tenían esos días en los que uno no entiende nada, pero también esos días en los que las piezas empiezan a encajar y vislumbras el impresionante panorama que poco a poco se va desvelando ante ti[9]

Precisamente los discípulos, después de la resurrección de Jesucristo, necesitaron que el Señor les abriese el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras (Lc 24,45; Lc 24,27). Seguimos necesitando que el Espíritu del Señor nos dé un discernimiento global de su mensaje, para no caer en reduccionismos, literalismos y lecturas faltas de gracia y alejadas del propio Jesús. [10] Jesús es precisamente nuestra clave hermenéutica porque él es la exégesis definitiva de Dios, es quien traduce a nuestra existencia humana la Palabra de Dios en estado puro (Jn 1,18)[11]

Sin embargo, independientemente de nuestro contexto como lectores de la Biblia, corremos el riesgo de domesticarla de modo que deje de interpelarnos. Usaríamos entonces sus páginas (y al Dios que nos presenta) a nuestra conveniencia, al servicio de nuestros propios ídolos [12] de modo que ya no nos enseñaría, ni nos reprendería o corregiría, ni animaría o consolaría. Así tristemente, todo el delicioso banquete del que hablaba Brueggeman, se quedaría empapado; inundado del mismo y repetitivo sabor a kétchup barato al que le hemos sometido. Por consiguiente, la degustación de cada bocado nos resultaría monótona, pues ya la Biblia solo nos serviría amaestrada al servicio de nuestros intereses personales e ideológicos.

¡Cuidado con la Biblia cuando la instrumentalizamos a conveniencia para que diga lo que queremos forzarla a decir, cuando la sometemos al servicio de nuestros ídolos!

Cuidado con la Biblia porque desde ella –aunque más bien es desde nosotros/as– podemos además cometer atrocidades mediante una pésima hermenéutica (evito citar bestialidades que se han justificado con el libro sagrado en la mano).

La bibliolatría, que inconscientemente  hace de la Biblia una «Hipóstasis» divina (como un cuarto miembro de la Trinidad), sería otra razón por la cual hemos de tener cuidado, así como también la degeneración a la que a veces deriva el principio de Sola Scriptura por parte del biblicismo fundamentalista, cuando despega dicho principio del «resto de las connotaciones teológicas que [también] harían [conjuntamente] la teología de la Reforma» [13].

Cuidado con la Biblia porque, cuando proyectamos sobre ella algunas precomprensiones y clichés sobre la normatividad actual de todos sus pasajes, [14] somos capaces de extrapolar a nuestros días códigos legales que los cristianos ya no usamos (como por ejemplo el Código de Santidad que tenemos en los capítulos 17 al 26 de Levítico, que prohíbe muchas cosas que sí hacemos hoy en día, pero que permite comprar y vender esclavos 25,44-46 o asesinar tanto al blasfemo 24,14 como a quienes se junten con varón como con mujer 20,13) [15].

HomofobiaCuidado con la Biblia porque, del mismo modo que el diablo hizo en el relato de las tentaciones en el desierto (Lc 4,1-13), se la puede usar para poner trabas al proyecto del reino de Dios. Se puede manipular a la gente en nombre de Dios con pasajes fuera de contexto. Incluso ha sido empleada o exhibida innumerables veces por políticos para atraer el voto de creyentes ingenuos, e incluso para justificar acciones para las que, en realidad, no hay excusa ni defensa. Me parece muy ilustrativa la frase de Carnegie (el malvado antagonista de la película El Libro de Elí), este personaje, que rige una ciudad de modo dictatorial, quiere apoderarse de un ejemplar de las Sagradas Escrituras para gobernar con ella a las personas a su antojo y dice:

No es un libro, es un arma que apunta directamente al corazón y al cerebro de las personas. La gente hará cualquier cosa que se les diga, si se emplean las palabras de ese libro. Ya ha sucedido antes, y volverá a suceder.[16]

Otro tema distinto, preocupante también, es el riesgo que corremos cuando nuestro estudio de la Biblia solo persigue la búsqueda de conocimientos para alardear, con tal de tener armas para discutir competitivamente contra quienes nos parecen enemigos, o simplemente para creernos superiores –desde un academicismo elitista– respecto a quienes saben menos. [17] Es un riesgo y una actitud desenfocada aprender más sobre ella para vanagloriarnos y presumir.

¡Pero cómo cambia la cosa, cuando leemos las Escrituras con la actitud del buscador de tesoros, con hambre de degustar la Palabra viva del Dios vivo! ¡Qué hermoso lo que ocurre cuando en comunidad hacemos un estudio bíblico y se comparten matices y vivencias a la luz de las Escrituras! La lectura comunitaria de la Biblia, bien sea incluso mediante una plataforma virtual, es un auténtico deleite. En esos encuentros, tanto la persona de pocos estudios en estas disciplinas como quienes tienen una trayectoria académica en ciencias bíblicas o teología, escuchan e interrogan conjuntamente al texto sagrado con una sana actitud. En efecto, cuando nos reunimos en torno a la Escritura para estudiarla, para dejarla hablar, es para las personas presentes un banquete. En estos encuentros se mueven, como compañeros de baile, tanto los aportes exegéticos de quienes están acostumbrados a esas disciplinas, trasportándonos al contexto en que fueron escritos, junto con las relecturas de quienes ven la realidad contemporánea desde la luz de los textos.

En primera instancia, los pasajes bíblicos tienen un contexto remoto, unas épocas en la que se escribieron, unas circunstancias directas para las cuales se fueron plasmando por escrito, pero al mismo tiempo estos pasajes –desde una lectura cuidadosa y orientada por el Espíritu– pueden arrojar luz en nuestro caminar diario. Así lo creo porque así lo vivo. No amaestremos la Biblia, ni tampoco la convirtamos en un fin en sí misma, no empapemos sus manjares con kétchup de mala calidad, degustemos sus pasajes y dejémosla hablar.


[1] W. BRUEGGEMANN; La Biblia, fuente de sentido (Barcelona: Claret, 2007) p.34.

[2] J. C. RYLE; Expository Thoughts on John, Vol. 1 (Carlisle: Banner of Truth, 1869/2012) 1:243-245.

[3] C. KEENER; Hermenéutica del Espíritu: leyendo las Escrituras a la luz de Pentecostés(Salem: Kerigma, 2017) p.326.

[4] Aquí el uso de la Nueva Biblia Española (L. A. Schökel – J. Mateos) es meramente por motivos estéticos (poéticos). Obviamente hay una diferencia de sentido entre «toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil… (RV60)» a una propuesta de traducción como «toda Escritura (que es) inspirada por Dios es también útil…», pero el autor está escribiendo a creyentes que ya conocen cuáles son esos textos inspirados, y el griego permite ambas traducciones. De hecho, en la traducción de Lutero (1545) aparece así «Porque toda la Escritura dada por Dios, sirve para…». La Biblia del Oso de Casiodoro de Reina (1569) traduce: «Toda Escritura inspirada divinamente es útil…»; y la revisión de Cipriano de Valera conocida como la Biblia del Cántaro (1602), mantiene la misma forma. De igual modo, el Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas (1543): «toda escritura divinamente inspirada es provechosa para…». La propuesta de la Reina-Valera 2020 es «Toda Escritura es inspirada por Dios y útil…» (sin el «la» delante de «Escritura»). Además, debe decirse que, en primera instancia, como aún no existía el canon del NT, la alusión que se hace con Escrituras es una referencia al Antiguo Testamento, el cual, por cierto, aparece en su uso neotestamentario (es decir en citas y referencias), siguiendo directamente el texto griego de la Septuaginta, y no el texto hebreo.

[5] J. CALVINO; Institución de la Religión Cristiana, I. IX.3. y I.VII.5.

[6] La confesión de fe de la IEE está inspirada en la Segunda Confesión Helvética (1566) que en el siglo XVI facilitó la aproximación entre zwinglinianos y calvinistas. La IEE (Iglesia Evangélica Española) es una iglesia protestante unida en la que convergen diversas tradiciones denominacionales históricas, siendo más predominante la rama presbiteriana y la metodista (pero no fueron las únicas).

[7] Artículo 2 de la Confesión Belga de 1561 (conocida en un principio como Confesión de los Países Bajos por estar esta región incluida en ellos). El concepto de “darse a conocer” está bastante en línea con la forma contemporánea de entender la Revelación, no tanto de forma proposicional (como una revelación de contenidos), sino de un modo relacional, de autoentrega de Dios, de darse a conocer mediante sus acciones salvíficas. Esto no es solo así en la reflexión protestante contemporánea sino que también se percibe en la católica romana, pues en esta última puede distinguirse notablemente comparando Dei Filius (C. Vaticano I) y Dei Verbum (C. Vaticano II).

[8] Para las viejas batallas de si la Biblia «es» la Palabra de Dios, o si «contiene» la Palabra de Dios, pueden verse dos razonamientos de dos teólogos protestantes españoles: cf. J. M. TELLERÍA; El método en teología. Reflexiones sobre una metodología teológica protestante para el siglo XXI (Las Palmas de Gran Canaria: Mundo Bíblico, 2011) p.181; y también: M. GARCÍA; Redescubrir la Palabra. Cómo leer la Biblia (Viladecavalls: CLIE, 2016) pp.217-218. En la actualidad hay otras formas de tratar el tema.

[9] R. WILLIAMS; Ser discípulo. Rasgos esenciales de la vida cristiana (Salamanca: Sígueme, 2019) p.19.

[10] R. BERNAL; La Ascensión en Lucas-Hechos. Protestantes Nº 4, marzo 2021 (Revista oficial de la Iglesia Evangélica Española) p.16.

[11] Sobre esto: P. BONILLA; Jesús ¡ese exagerado! (Quito: CLAI, 2000) p.XIV. cf. B. SESBOUÉ; Jesucristo el único mediador. Ensayo sobre la redención y la salvación. Tomo 1 (Salamanca: Secretariado Trinitario, 1990) p.117. cf. A. TORRES QUEIRUGA; Recuperar la salvación. Para una interpretación liberadora de la experiencia cristiana, 2 ed. (Santander: Sal Terrae, 1995) p.150.

[12] José Ignacio González Faus dice: «Cuando usamos a Dios [o para el caso aquí la Biblia] para la defensa de algo, hemos puesto ese algo por encima de Dios; por consiguiente, lo hemos convertido en un ídolo». J. I. GONZÁLEZ FAUS – J. VIVES; Creer, sólo se puede en Dios. En Dios sólo se puede creer. Ensayos sobre las imágenes de Dios en el mundo actual (Santander: Sal Terrae, 1985) p.43.

[13] Cf. nota 385 en: J. L. AVENDAÑO; Un Esbozo de teodicea a la luz de la Theologia Crucis. Martín Lutero ante el misterio del sufrimiento humano, cristiano (Salem: Kerigma, 2020) 182.

[14] Como cuando se argumenta que lo que se dijo una vez, por ejemplo en el Pentateuco, queda validado para siempre siendo esta la razón de que no vuelva a repetirse de nuevo en los más recientes.

[15] Comer sangre (que por cierto en España es costumbre comer morcilla que está hecha con sangre) queda bajo pena de ser extirpado del pueblo (17,10), sembrar en un campo dos clases de semillas o llevar ropas de dos tejidos diferentes está terminantemente prohibido (19,19), tampoco se permitía raparse la cabeza en redondo (19,27), ni comerse un animal muerto o despedazado por las fieras (22,8), etc.

[16] The Book of Eli (en Latinoamérica es El Libro de los Secretos) es una película de 2010 dirigida por los hermanos Hughes, escrita por Gary Whitta y protagonizada por Denzel Washington (quien por cierto es un creyente comprometido perteneciente a las Asambleas de Dios).

[17] Para ello quiero traer estas palabras de J. I. Packer: «si estudiar la Biblia no representa un motivo más elevado que el deseo de saber todas las respuestas, entonces nos veremos encaminados directamente a un estado de engreimiento y autoengaño. Debemos cuidar nuestro corazón a fin de no abrigar una actitud semejante, y orar para que ello no ocurra». J. I. PACKER; Conociendo a Dios (Viladecavalls: CLIE/Oasis, 1985) p.16.


ruben-bernal-1Rubén Bernal Pavón (Málaga, España), es graduado en Teología por la Facultad de Teología SEUT (Madrid) con un máster en Teología Fundamental por la Universidad de Murcia.

Ha realizado estudios teológicos en el Instituto Superior de Teología y Ciencias Bíblicas CEIBI (Santa Cruz de Tenerife). Tiene una diplomatura en Religión, Género y Sexualidad por UCEL/GEMRIP (Rosario, Argentina).

Pastor de la Iglesia Protestante del Redentor de Málaga (IEE). Rubén es uno de los directores de Lupa Protestante.

Fuente Lupa Protestante

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Pablo, “Fiducia Supplicans” y las nuevas traducciones bíblicas basadas en el amor y el respeto

Jueves, 4 de enero de 2024
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Del blog Tras las Huellas de Sophia:

Introducción. 2. Los textos del Nuevo Testamento y su traducción. 3. Qué dice la 1ra. Carta a los Corintios sobre la homosexualidad. 4. “Malakós/ Malakoi”  y “Arsenokoites”: 5. Por qué habilitar una bendición.  6. Todos, Todos y Todos,  somos Iglesia. 7. Cómo dañamos al 7 % (O al 19,7 %!)  de nuestros miembros de la Iglesia.8. Evolución en los paradigmas de la Iglesia Católica. 9. Conclusión.

1. Introducción.

La Declaración Fiducia Supplicans sobre el sentido pastoral de las bendiciones”  sólo establece, en la parte pertinente,  que “(…) es precisamente en este contexto en el que se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio. La presente Declaración quiere ser también un homenaje al Pueblo fiel de Dios, que adora al Señor con tantos gestos de profunda confianza en su misericordia y que, con esta actitud, viene constantemente a pedir a la madre Iglesia una bendición.”

Es increíble la cantidad de reacciones extremas que ha generado esta Declaración,  que lo único que propone  es habilitar la realización de una bendición (es decir,  “decir el bien” a unas personas).

Gran parte de este rechazo refiere a la posibilidad de bendecir a “parejas del mismo sexo”.

2. Los textos del Nuevo Testamento y su traducción.

Cabe destacar que “ninguno de los veintisiete escritos de este conjunto (Nuevo testamento) fue compuesto en arameo, ni siquiera los evangelios más primitivos… no hay ninguna obra del Nuevo Testamento que fuera redactada en arameo o bien en hebreo. Todo fue escrito en griego,  incluso el Evangelio de Mateo, aún cuando una tradición del s. II  afirme que éste escribió primero la obra en arameo y cada uno luego la tradujo como pudo”. [1]  A ello se agrega que no se conserva en la actualidad ninguna versión original, que haya salido de la pluma de quien haya sido autor de alguno de los 27 libros del Nuevo Testamento.  Los originales se han perdido, hasta acá. Se conservan copias de copias de copias. Las versiones más antiguas datan del siglo IV.

En consecuencia, cuando analizamos un texto de las Escrituras,  lo que leemos es un documento que primero fue copiado; y luego, copiado;  y ese proceso una y otra vez;  y posteriormente fue traducido, del griego, a nuestro propio idioma.

Sin embargo, toda traducción implica ineludiblemente una interpretación de lo que se está leyendo,  y que, quien lo traduce,  deje en el nuevo texto su impronta y sus ideas.

El texto que se traduce será como mucho el más cercano al texto original, pero evidentemente no el original. Este carácter “provisional” del texto tiene implicaciones teológicas importantes…Cualquiera que haya sido la (…) variación del texto neotestamentario, las variantes ponen en guardia frente a un modo de hacer teología que parta de un texto “solidificado”. La Palabra de Dios está testimoniada por diversos manuscritos, ninguno de ellos con garantías de transmitir el texto que salió de la mano de un autor sagrado. En cambio, ya que el autor humano de la Biblia es también una comunidad creyente viva (Israel en su momento,  y la Iglesia, después) el verdadero intérprete debe ser esa comunidad”. [2]

3. Qué dice la 1ra. Carta a los Corintios sobre la homosexualidad.

Según el teólogo y biblista Ariel Alvarez Valdés [3], en  el Nuevo Testamento, el único autor que condena las relaciones homosexuales es el Apóstol Pablo, específicamente en las cartas a los Corintios (I), Romanos y Timoteo.

Recordemos entonces, lo dicho anteriormente,  es decir, que los textos, escritos en griego,  fueron sucesivamente copiados a lo largo del tiempo; que no se cuenta con el original de los mismos;  y que lo que se  lee en nuestro propio idioma es una traducción.

Con ese aspecto en mente,  y a modo de ejemplo, analizaré la Primera Carta a los Corintios. De los dieciséis capítulos de la misma, interesa para el tema el número seis.

Entrando en el contexto de la misiva, vemos que, previo a redactar esta carta,  Pablo se había enterado de que en Corinto los Cristianos alguna vez habían concurrido a un juez para resolver sus pleitos. No le agrada tal idea.

Dice Pablo en la carta: “¿No saben que los Santos juzgarán al mundo? Nosotros (los Santos) juzgaremos a los mismos ángeles, (y entonces) cuánto más podremos juzgar los problemas de esta vida…”   Aquí, Pablo piensa que los Corintios cristianos no deben ir a los jueces no cristianos, porque estos últimos no tienen los mismos valores que ellos.  ¡Cómo puede ser que les lleven un planteo a alguien que no comparte los mismos valores de la comunidad cristiana!. Por lo tanto, lo que està diciendo Pablo es que, para él,  los jueces civiles no eran aceptables,  porque no eran creyentes. Éste es el contexto en el cual Pablo, a continuación,  habla de lo que es la injusticia y  “los injustos”.

En efecto, en Cor. 6 ver. 9-10, dice Pablo (y a continuación lo transcribiré tal como podemos llegar a encontrarlo en la Biblia de Jerusalén, para luego escribir su versión griega en fonética):

Los injustos no participarán en el Reino de Dios. Ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados (malakós), ni los homosexuales (arsenokoites), ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores ni los estafadores”

Éstos son los términos (“malakós” que traducen por “afeminados” y  “Arsenokoites” que se ve traducido por “homosexuales”) que suelen citarse como prueba de que Pablo condena a la homosexualidad.

Veamos cada uno de ellos.

4.Malakós/ Malakoi” y “Arsenokoites:

En esta carta de Pablo, en las versiones en Español, la palabra “malakos” ha sido traducida por el término “afeminados“. Sin embargo, su significado original en griego es “blando” o “débil“.

En efecto, para Ariel Alvarez Valdez,  “malakos” debería traducirse como “miedoso” o “cobarde“, refiriéndose a aquéllos que vivían de manera refinada y no participaban en la lucha, siendo considerados injustos por acaparar recursos.

En la reciente obra “Los libros del Nuevo Testamento” de Antonio Piñero [4] también se traduce la palabra “Malakoi” por “blanditos”.

En cuanto a la palabra “arsenokoites“, traducirla como “homosexual“,   es en primer lugar un anacronismo, ya que la palabra “homosexual” recién fue creada en 1869 y no existía en la época de Pablo.

En segundo lugar, traducir “arsenokoites” como “homosexual” es también una traducción errónea,  ya que el término griego mencionado no aparece en ningún otro texto conocido y su significado exacto sigue siendo objeto de debate.

Este debate se da en razón de que, para componer esta palabra “doble”  el autor utilizó la raíz “Arsen” o “Arseno”, que refiere a hombre tanto adulto como menor de edad;  y en cambio no utilizó la palabra “Andrós” que sí significa hombre mayor de edad.  Además, la palabra “arsenokoites” no se observa en ningún otro texto, canónico o extra bíblico.[5] Entonces, para Ariel Alvarez Valdez  y otros autores,  en realidad el término estaría refiriendo a la pederastia (dado que el tipo de “hombre” que menciona alude tanto a un hombre adulto como a uno menor de edad), siendo la pederastia una práctica aceptada en la antigua Grecia, que involucraba a un hombre mayor con un niño o adolescente.

En resumen, al menos en la carta a los Corintios, Pablo no condenaba la homosexualidad en el sentido moderno, sino prácticas específicas de injusticia y abuso, tales como la explotación de unos por otros, y la pederastia.  “Si en la lista las dos palabras forman una unidad, como parece, Pablo no se refería aquí, entonces, a las relaciones homosexuales en general, sino más bien a aquéllas en que podía haber un abuso o violación. No refiere a las relaciones entre dos personas libres y responsables.” [6]

El caso de la 1ra. Carta a los Corintios es sólo un ejemplo. Hay muchos otros ejemplos donde se evidencian malentendidos lingüísticos e históricos que han conducido al dolor y la exclusión de grupos enteros de personas.  Hay toda una corriente de exégetas, historiadores,  filólogos, que realizan nuevos análisis de las enseñanzas bíblicas, teniendo  muy presente el contexto sociocultural concreto de las normas y prohibiciones morales y éticas. “Se nos pide, por tanto, una reflexión muy profunda y seria sobre este tema, que nos ayude a liberarnos de muchos prejuicios y a profundizar en el talante evangélico. Una reflexión que nos lleve a una auténtica práctica evangélica y a ser “Buena Noticia” en un mundo que margina, injustamente, a los homosexuales”. [7]

5. Por qué habilitar una bendición.

Lo que se está habilitando en “Fiducia Supplicans”  consistirá en “bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio”.

¿Cuál sería la razón de rechazar la posibilidad de bendecir a parejas del mismo sexo?. ¿No es bueno acaso que dos personas quieran bendecir la permanencia de su relación,  de modo tal que puedan continuar en el tiempo, brindándose afecto, contención y amor?.

Para Ariel Alvarez Valdez, el Evangelio nos enseña que no podemos discriminar a nadie. Debemos animarnos a tomar nuevas ideas, en este aspecto.  Si nosotros creemos que Dios es un Dios de amor, mientras haya una madre que ame  a su hijo no “heteronormativo”, ¿Cómo podemos pensar que Dios va a dejar de amar a esa persona o amarlo menos,  sea de la orientación sexual que sea,  si su mamá o su papá sí lo aman?

¿Quiénes somos nosotros,  para negarle ese amor, y decir que Dios no lo ama?Si nosotros sabemos que Dios ama incondicionalmente a todos y todas, nosotros no podemos contaminar la exégesis con nuestras propias emociones tóxicas.  Yo tengo que decir que Dios ama a todos los hombres porque el último hombre tiene un papá o  una mamá que lo aman  mucho, y si ese papa o mamá lo aman, cómo no los va a amar Dios? Al contrario, teológicamente hablando, nosotros todos,  como representantes del Evangelio, tenemos que estar comprometidos en un respeto absoluto a todas las personas”. [8]

6. Todos, Todos y Todos somos Iglesia.

  • 1. El Papa Francisco ha abogado por la inclusión y la acogida de todas las personas, independientemente de su situación o identidad.

En efecto, Francisco ha expresado en varias ocasiones su deseo de que la Iglesia sea una casa abierta para todos, acogiendo a aquellos que se sienten marginados o excluidos. Ha hablado sobre la importancia de la misericordia, la compasión y la inclusión, instando a los católicos a ser comprensivos y amorosos hacia todas las personas.

En una sociedad diversa y plural, todos contribuimos al tejido social que nos une. Cada individuo, sin importar su orientación sexual, forma parte esencial de nuestra comunidad. Reconocer que todas las identidades y expresiones son valiosas nos enriquece como sociedad y como cuerpo eclesial. Las personas LGBTQI+ son una parte integral de todos nosotros y nosotras, aportando sus experiencias, talentos y perspectivas únicas. Al apreciar y amar a “todos, todos, todos”, fortalecemos la unidad que nos define como comunidad. Celebrar la diversidad no solo es un acto de inclusión, sino también un reconocimiento de que somos más fuertes y completos cuando abrazamos a todos los miembros de nuestra sociedad

Veamos algunas estadísticas que nos muestran qué parte de nuestro tejido social, comunitario y eclesial es LGTBQI+. Al hacerlo,  debemos tener en cuenta que siempre los informes en realidad tendrían  que arrojar cifras mayores, dado que es posible que algunas personas no se sientan cómodas revelando su identidad LGBTQI+ en encuestas, lo que puede afectar la precisión de los informes.

Según una confiable plataforma global de estadísticas e información, en el año 2021, el 10 % de la población en general estaba constituido por personas no heterosexuales (que se identificaron como: homosexuales (35), bisexuales 4%) asexuales (1%), pan sexuales (1%), y N/n/c (1%). El 90 %  restante se identificaba como heterosexual). [9]

  • 3. Estadística en Gallup:

La empresa de asesoría y análisis Gallup sostiene que las estadísticas muestran un importante crecimiento de las personas que se perciben como perteneciendo al grupo LGTBQI+. Hay un cambio incluso de 2020 a 2021.  “El porcentaje actual es doble del que se exhibió cuando Gallup primero midió la identificación LGTBQ hace una década”. [10]

Con datos expresados en 2022, Gallup informa que, al menos en E.U.,  en 2022 el crecimiento de las personas que respondían que se identificaban como homosexuales o bisexuales, arribó a un 7,2 % en las personas adultas, en el grupo nacido antes de los años 1980.

Luego, entre los millenials (generación nacida a partir de los años 1980) el porcentaje es de 11,2 %.  Y, para la generaciones aun más jóvenes,  el porcentaje se incrementa mucho más, porque en el grupo llamado “generación Z”  (nacidos entre 1997 y 2004,  edades que van entre los 18 y los 25 años),  se observó que se identificaban  como LGTB en un porcentaje hasta el 19,7 %.    “Cada uno de los porcentajes es más alto en una nueva generación, que el porcentaje de las generaciones anteriores.” [11]  Probablemente porque las personas se sienten más libres de expresar la verdad sobre sí mismas, en la medida que la sociedad va abandonando la discriminación y la exclusión.

  • 4. Síntesis de ambas estadísticas.

Es decir que, para la primera de las estadísticas, de todas las personas que nos rodean, un 10 % no es heterosexual;  y para la segunda empresa de estadísticas, al menos un 7,2% de las personas no es heterosexual (en personas adultas),  llegando el porcentaje hasta en un 19,7 % en el caso de personas jóvenes, entre 18 a 25 años.

7. Cómo dañamos al 7 % (o al 19,7 %!) de nuestros miembros de la Iglesia.

Si no se reconoce y visibiliza esta realidad, se condena a las personas (ya desde pequeñas) a vivir en un tipo de sociedad donde se diferencia férreamente los valores y los roles de la “masculinidad” y la “feminidad” heterosexual, y se ataca a aquellos sujetos que voluntaria o involuntariamente transgreden esas normas socialmente pautadas de comportamiento para hombres y mujeres heterosexuales.

Estas personas, aún creyentes o habiendo nacido en el seno de familias creyentes, serán objeto de “burlas, insultos y ridiculización, rumores, intimidación, empujones, golpes, robos o destrucción de pertenencias, marginación social, acoso cibernético, agresión física o sexual” [12]

Es posible que los miembros no heterosexuales de nuestra Iglesia se vean en la necesidad de ocultar su orientación sexual;  puede que no puedan hablarlo ni siquiera en sus propios hogares.  Sus familiares también pueden verse señalados en parroquias y otros lugares de reunión religiosa,  con lo cual también podrían verse en la necesidad de ocultarse y ocultar a quien es LGTBQI+ de su familia.

La presión de ocultar la orientación sexual puede contribuir a niveles elevados de ansiedad y depresión. La discriminación y el estigma asociados con la orientación sexual pueden afectar negativamente la autoestima de esas personas, haciéndolas sentir menos valiosas o aceptadas. El temor al rechazo puede hacer que eviten situaciones sociales o se distancien de amigos y familiares. Es más, el acoso y la discriminación constantes pueden aumentar el riesgo de pensamientos suicidas y comportamientos autolesivos.

“La violencia dirigida hacia los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales (o violencia por odio) difiere de la violencia “cotidiana”. La violencia por odio contiene acciones con las que se intenta dañar o intimidar a las personas debido a su raza, etnia, orientación sexual u otro estatus de grupo minoritario. (…) La violencia por odio tiene mayor impacto tanto en la víctima que la sufre como en el grupo social al que pertenece la víctima. Los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales pueden ser particularmente vulnerables a los efectos psicológicos negativos de la violencia por odio debido a que (…) (b) los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales que consideran que su orientación sexual es negativa, es decir, que tienen homofobia internalizada, pueden aceptar esta noción -negativa- , lo cual puede incrementar su distrés psicológico después de ser víctima de una agresión, (c) debido a que la identidad de los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales con frecuencia se desarrolla al margen de la familia y la comunidad de origen, los miembros de esta población no disfrutan automáticamente del apoyo de la familia y la comunidad cuando ellos son víctimas de violencia. [13]

Aquellas personas que sienten la necesidad de ocultar su orientación sexual tienden a autoexcluirse; además, el bullying y la discriminación en el entorno educativo o laboral pueden afectar el rendimiento académico y profesional, creando barreras para el éxito personal.

8. Evolución en los paradigmas de la Iglesia Católica:

Montserrat Escribano y Enric Vilá [14]  sostienen que en la Iglesia Católica puede observarse una evolución de paradigmas, pasando desde el Paradigma del Miedo y la Exclusión, al Paradigma de la Misericordia (o “lástima”),  y luego al Paradigma del Reconocimiento.

En el paradigma del miedo y la exclusión  (que los mencionados autores consideran “un primer estadio eclesial”) la Biblia se ha interpretado de manera literal y se han utilizado diversos pasajes para condenar a las personas homosexuales. Los pasajes más comúnmente citados incluyen la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra,  o el Levítico, donde se les aplica el término “abominación”. También son ejemplo de esta etapa, interpretaciones literales de cartas del Apóstol Pablo,  como hemos visto más arriba.

En el paradigma de la misericordia, o “segundo paradigma eclesial”, se supera la criminalización de las personas LGTBQI+, “pero persiste considerar sobre ellas la sombra de enfermedad,  y la concepción de pecado por su estilo de vida”. [15]   A esta etapa corresponden las  declaraciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe en que se subrayaba el deber de “tratar de comprender la condición homosexual”  y se observaba que la culpabilidad de los actos homosexuales debía ser juzgada con prudencia. También en este segundo paradigma se ubican dos puntos del actual Catecismo de la Iglesia:  el punto N. 2357: “El origen psíquico de la homosexualidad permanece en gran medida inexplicado”, y el N. 2358: “Las personas homosexuales deben ser acogidas con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellas, todo signo de discriminación injusta”.

El paradigma del reconocimiento, según Escribano y Vilá [16],  “se inaugura con Francisco a partir de sus ya célebres palabras «si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? (…).  El problema no es tener esta tendencia, debemos ser hermanos”.

Sin embargo, resta aún que este nuevo paradigma  sea internalizado y puesto en práctica por miembros de la Jerarquía de la Iglesia.

Lamentablemente,  una actitud que se mantenga en el paradigma “I” (miedo y exclusión) o en el Paradigma “II” (lástima o misericordia) genera nítidamente en nuestra Iglesia la discriminación de las personas LGTBQI+, y no sólo de ellas sino también de sus familiares.

El consiguiente efecto, en particular en las mismas personas LGTBQI+, es de una total desconfianza hacia la Institución religiosa, donde deben ocultarse, o bien directamente no se sienten amados y acogidos de igual manera que las personas heterosexuales.

9. Conclusión.

Como conclusión a lo expuesto, se puede decir que la “Declaración Fiducia Supplicans”  ha generado reacciones extremas debido a su propuesta de habilitar la bendición de parejas en situaciones irregulares, incluyendo parejas del mismo sexo.

La discusión sobre la aceptación de la diversidad sexual dentro de la Iglesia ha llevado a examinar críticamente textos del Antiguo y Nuevo Testamento, que a menudo se citan para condenar la homosexualidad. Es esencial reconocer la complejidad de la interpretación de estos textos, dados los desafíos asociados con la traducción y la transmisión a lo largo del tiempo.

Por otra parte, la estadística muestra que las personas LGBTQI+ constituyen una parte significativa de la población, y la Iglesia, al adoptar paradigmas de miedo y exclusión o bien sólo de “misericordia”, puede afectar profundamente la salud mental y el bienestar de sus miembros no heterosexuales. La discriminación, el bullying y la presión para ocultar la orientación sexual pueden tener efectos negativos como la ansiedad, la depresión y la desconfianza hacia la institución religiosa.

El Papa Francisco ha abogado por un paradigma de reconocimiento que enfatiza la acogida, el respeto y la compasión hacia todas las personas, independientemente de su orientación sexual. Sin embargo, es crucial que este enfoque sea internalizado y practicado por la jerarquía y la feligresía en general, para lograr una auténtica inclusión.  En última instancia, celebrar la diversidad y reconocer que todas las identidades y expresiones son valiosas contribuirá a fortalecer la unidad en la sociedad y en la Iglesia. La aceptación incondicional de las personas LGBTQI+ es fundamental para construir una comunidad basada en el amor y el respeto mutuo. Es indispensable abandonar interpretaciones bíblicas obsoletas y a adoptar una nueva perspectiva religiosa basada en el amor y el respeto hacia todas las personas sin ninguna distinción.

Al fin y al cabo [17] también podemos elegir inspirarnos en otra carta de Pablo,  a los cristianos de Galacia (3,28) en la cual el Apostol dejó bien  en claro que la promesa de Dios está destinada a todos (Todos, Todos, Todos),  por medio de la fe en Jesucristo, cuando dice “Todos sois uno, en Cristo Jesús”.

(*) Abogada (U.N.Litoral, Argentina). Profesora (IFDC San Luis, Argentina). Especialista en Educación y DDHH (IFDC San Luis, 2017), Especialista en Educación en entornos virtuales (U.N. Quilmes 2023),  Magister en Derecho del Trabajo (UNTREF,Argentina), Miembro de la Mesa Interreligiosa de San Luis, Argentina. Ha asistido a  Curso bíblico  “La vida pública de Jesús y el Reino de Dios” (Fundación Diálogo, 2023),”Conversaciones sobre teologìa feminista, una materia pendiente” (Universidad Católica de Córdoba y Fundación Jean Sanet, con trabajo final, Febrero 2021), Curso Boston College “Historia, Teología y pràctica de la Sinodalidad”, (Marzo 2023), Certificado en formación bíblica (Curso sobre Evangelio San Mateo, Centro Biblico Verbo Divino, 2023).  Alumna del Curso de Hebreo de la Universidad de La Punta (San Luis) nivel VII.  Autora de “Derechos de las mujeres a acceder a puestos de jerarquía y autoridad en las organizaciones religiosas”, “Mujeres relevantes en la vida de Jesús y en la Iglesia Primitiva”.

[1] Piñero, Antonio, “Los Libros del Nuevo Testamento”. Trotta, 3ra edicion, nov 2022, Madrid, pg.  17.

[2] Chapa, Juan, “Transmisión e interpretación del Nuevo testamento. Diálogo desde la traducción”.  ISSN 0049-3449versión On-line ISSN 0717-6295   Teol. vida vol.60 no.1 Santiago  2019 http://dx.doi.org/10.4067/S0049-34492019000100041

[3] Alvarez Valdés, A, (2022, junio 25). San Pablo y la Homosexualidad. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=dS_GaZh0gkA

[4] Piñero, Antonio, edición, “Los libros del Antiguo Testamento” Editorial Trotta,  3ra edicion, Noviembre 2022, Madrid, pg. 200.

[5] Vila Enric, en “Biblia y orientación sexual”, en que dice Vila:  “La segunda palabra es un neologismo que aparece por primera vez precisamente en 1 Cor 6,9”.  Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,p. 18 disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf

[6] Vila Enric, en “Biblia y orientación sexual”, Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,p. 18 disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf

[7] Vila Enric, en “Biblia y orientación sexual”, Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,p. 18 disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf

[8] Alvarez Valdez, A, (2022, junio 25). San Pablo y la Homosexualidad. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=dS_GaZh0gkA

[9] Fernandez, Rosa, “Orientación sexual: distribución porcentual de la población mundial por tipo en 2021”  30-10-2023, Sitio Statista, disponible en https://es.statista.com/estadisticas/1381292/orientacion-sexual-distribucion-porcentual-de-la-poblacion-mundial-por-tipo/

[10] Jones, J. M. (2023, febrero 22). U.S. LGBT identification steady at 7.2%. Gallup. https://news.gallup.com/poll/470708/lgbt-identification-steady.aspx  (T. del A).

[11] Jones, J. M. (2023, febrero 22). U.S. LGBT identification steady at 7.2%. Gallup. https://news.gallup.com/poll/4707S08/lgbt-identification-steady.aspx  (T. del A).

[12] Jennett, M., “Stand up for us, challenging homophobia in schools”. Department of Health, Londres, 2004, p. 20.

[13] Ortiz-Hernandez, Luis y Garcia Torres, Maria Isabel, “Efectos de la violencia y la discriminación en la salud mental de bisexuales, lesbianas y homosexuales de la Ciudad de México” Cadernos de  Saúde Pública 21 (3), Jun 2005, https://doi.org/10.1590/S0102-311X2005000300026, disponible en Scielo.

[14] Escribano, Montserrat y Vilá Enric, “El reconocimiento de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia” Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf p.10

[15] Escribano, Montserrat y Vilá Enric, “El reconocimiento  de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia” Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf p.11

[16] Escribano, Montserrat y Vilá Enric, “El reconocimiento  de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia” Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf p.12  con cita de Papa Francisco, (2013). “Viaje apostólico a Río de Janeiro con ocasión de la XXVIII jornada mundial de la juventud, Conferencia de prensa del santo padre Francisco durante el vuelo de regreso a Roma”, Domingo 28 de julio de 2013.

[17] Y siguiendo aquí a Vila Enric, en su final de “Biblia y orientación sexual”, Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,p. 18 disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf

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“Cuidado con la Biblia porque…”, por Rubén Bernal

Miércoles, 17 de mayo de 2023
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Un-hombre-estudia-la-Bibliaestudios-biblicosEn el Día Internacional contra la Homofobia, nada mejor que releer este magnífico artículo que destroza los discursos de odio “basados” en la Biblia:

Concuerdo con Walter Brueggemann cuando dice: «El análisis de las Escrituras es, entre otras cosas, como un banquete»[1] ¡Oh bendito y delicioso banquete! ¡Cuánta razón tienes señor Brueggemann! ¡Cuántos variados y exquisitos manjares nos aguardan en sus páginas! Por su parte, J. C. Ryle decía: «Deberíamos leer nuestras biblias como hombres (yo diría aquí “como personas”) cavando en busca de un tesoro»[2] Y no es que necesariamente tengamos que cavar muy profundamente en el ropaje o envoltorio cultural, lingüístico o social de los textos bíblicos para hallar dicho tesoro, sino que muchas veces (aunque no siempre) –de forma perspicua– lo vemos a través de ese ropaje humano, pues ahí mismo florece como una rosa (sí, una rosa que, al tomarla para aspirar su delicioso perfume, puede clavar sus púas contra nuestro ego, desafiándonos incómodamente a examinarnos para quitar cosas de nuestra vida). A su manera, y siguiendo el hilo del «buscatesoros», también Craig Keener expresa:

Un exégeta puro puede encontrar muchos tesoros intelectuales en las Escrituras; pero solo un verdadero discípulo puede experimentar la plenitud de esos tesoros en su vida[3]

Como nos gusta recordar: «Todo escrito inspirado por Dios sirve además para enseñar, reprender, corregir, educar en rectitud; así el hombre [anthropos = persona] de Dios será competente, perfectamente equipado para cualquier buena tarea» (2Tim 3,16-17 NBE)[4] Esta inspiración queda en nosotros reconocida por el testimonium internum del Espíritu, [5]avistando que a pesar de la gran cantidad de autores humanos que compusieron la Biblia, o de la variedad de géneros literarios, o de incluso la cultura humana que subyace en sus textos, el panorámico sentido general o el hilo conductor nos remite a su auctor primarius. Afirmamos que a través de ella Dios habla y revela su voluntad (artículo 1 de la Confesión de fe de la IEE [6]), en ella Dios se nos da a conocer a sí mismo[7] Las Escrituras no son un «cristo encuadernado»pero nos conducen a Cristo, la Palabra encarnada de Dios, y vehicula su mensaje para nosotros/as; [8] no nos deja solo en el rol de lectores, sino que nos conduce a tomar la posición de participantes en una relación existencial con Dios por medio de Jesucristo.

Creo que es una experiencia común el hecho de que, muchas veces, un pasaje con el que estamos relacionados, no nos llega (por decirlo de algún modo), o nos llega de una manera meramente intelectual, hasta que, un día cualquiera, vuelves a leerlo y te topas en ese instante con la voz de Dios hablándote de un modo especial, abriéndote el entendimiento. Lo que entendíamos mentalmente (o a veces ni eso), pasa a ser comprendido de un modo íntimo. Hay unas palabras de Rowan Williams que señalan este asunto:

Estoy seguro de que Pedro, Juan y los demás discípulos no eran muy distintos de nosotros; es decir, ellos tenían esos días en los que uno no entiende nada, pero también esos días en los que las piezas empiezan a encajar y vislumbras el impresionante panorama que poco a poco se va desvelando ante ti. [9]

Precisamente los discípulos, después de la resurrección de Jesucristo, necesitaron que el Señor les abriese el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras (Lc 24,45; Lc 24,27). Seguimos necesitando que el Espíritu del Señor nos dé un discernimiento global de su mensaje, para no caer en reduccionismos, literalismos y lecturas faltas de gracia y alejadas del propio Jesús. [10] Jesús es precisamente nuestra clave hermenéutica porque él es la exégesis definitiva de Dios, es quien traduce a nuestra existencia humana la Palabra de Dios en estado puro (Jn 1,18)[11]

Sin embargo, independientemente de nuestro contexto como lectores de la Biblia, corremos el riesgo de domesticarla de modo que deje de interpelarnos. Usaríamos entonces sus páginas (y al Dios que nos presenta) a nuestra conveniencia, al servicio de nuestros propios ídolos [12] de modo que ya no nos enseñaría, ni nos reprendería o corregiría, ni animaría o consolaría. Así tristemente, todo el delicioso banquete del que hablaba Brueggeman, se quedaría empapado; inundado del mismo y repetitivo sabor a kétchup barato al que le hemos sometido. Por consiguiente, la degustación de cada bocado nos resultaría monótona, pues ya la Biblia solo nos serviría amaestrada al servicio de nuestros intereses personales e ideológicos.

¡Cuidado con la Biblia cuando la instrumentalizamos a conveniencia para que diga lo que queremos forzarla a decir, cuando la sometemos al servicio de nuestros ídolos!

Cuidado con la Biblia porque desde ella –aunque más bien es desde nosotros/as– podemos además cometer atrocidades mediante una pésima hermenéutica (evito citar bestialidades que se han justificado con el libro sagrado en la mano).

La bibliolatría, que inconscientemente  hace de la Biblia una «Hipóstasis» divina (como un cuarto miembro de la Trinidad), sería otra razón por la cual hemos de tener cuidado, así como también la degeneración a la que a veces deriva el principio de Sola Scriptura por parte del biblicismo fundamentalista, cuando despega dicho principio del «resto de las connotaciones teológicas que [también] harían [conjuntamente] la teología de la Reforma» [13].

Cuidado con la Biblia porque, cuando proyectamos sobre ella algunas precomprensiones y clichés sobre la normatividad actual de todos sus pasajes, [14] somos capaces de extrapolar a nuestros días códigos legales que los cristianos ya no usamos (como por ejemplo el Código de Santidad que tenemos en los capítulos 17 al 26 de Levítico, que prohíbe muchas cosas que sí hacemos hoy en día, pero que permite comprar y vender esclavos 25,44-46 o asesinar tanto al blasfemo 24,14 como a quienes se junten con varón como con mujer 20,13) [15].

Cuidado con la Biblia porque, del mismo modo que el diablo hizo en el relato de las tentaciones en el desierto (Lc 4,1-13), se la puede usar para poner trabas al proyecto del reino de Dios. Se puede manipular a la gente en nombre de Dios con pasajes fuera de contexto. Incluso ha sido empleada o exhibida innumerables veces por políticos para atraer el voto de creyentes ingenuos, e incluso para justificar acciones para las que, en realidad, no hay excusa ni defensa. Me parece muy ilustrativa la frase de Carnegie (el malvado antagonista de la película El Libro de Elí), este personaje, que rige una ciudad de modo dictatorial, quiere apoderarse de un ejemplar de las Sagradas Escrituras para gobernar con ella a las personas a su antojo y dice:

No es un libro, es un arma que apunta directamente al corazón y al cerebro de las personas. La gente hará cualquier cosa que se les diga, si se emplean las palabras de ese libro. Ya ha sucedido antes, y volverá a suceder.[16]

Otro tema distinto, preocupante también, es el riesgo que corremos cuando nuestro estudio de la Biblia solo persigue la búsqueda de conocimientos para alardear, con tal de tener armas para discutir competitivamente contra quienes nos parecen enemigos, o simplemente para creernos superiores –desde un academicismo elitista– respecto a quienes saben menos. [17] Es un riesgo y una actitud desenfocada aprender más sobre ella para vanagloriarnos y presumir.

¡Pero cómo cambia la cosa, cuando leemos las Escrituras con la actitud del buscador de tesoros, con hambre de degustar la Palabra viva del Dios vivo! ¡Qué hermoso lo que ocurre cuando en comunidad hacemos un estudio bíblico y se comparten matices y vivencias a la luz de las Escrituras! La lectura comunitaria de la Biblia, bien sea incluso mediante una plataforma virtual, es un auténtico deleite. En esos encuentros, tanto la persona de pocos estudios en estas disciplinas como quienes tienen una trayectoria académica en ciencias bíblicas o teología, escuchan e interrogan conjuntamente al texto sagrado con una sana actitud. En efecto, cuando nos reunimos en torno a la Escritura para estudiarla, para dejarla hablar, es para las personas presentes un banquete. En estos encuentros se mueven, como compañeros de baile, tanto los aportes exegéticos de quienes están acostumbrados a esas disciplinas, trasportándonos al contexto en que fueron escritos, junto con las relecturas de quienes ven la realidad contemporánea desde la luz de los textos.

En primera instancia, los pasajes bíblicos tienen un contexto remoto, unas épocas en la que se escribieron, unas circunstancias directas para las cuales se fueron plasmando por escrito, pero al mismo tiempo estos pasajes –desde una lectura cuidadosa y orientada por el Espíritu– pueden arrojar luz en nuestro caminar diario. Así lo creo porque así lo vivo. No amaestremos la Biblia, ni tampoco la convirtamos en un fin en sí misma, no empapemos sus manjares con kétchup de mala calidad, degustemos sus pasajes y dejémosla hablar.


[1] W. BRUEGGEMANN; La Biblia, fuente de sentido (Barcelona: Claret, 2007) p.34.

[2] J. C. RYLE; Expository Thoughts on John, Vol. 1 (Carlisle: Banner of Truth, 1869/2012) 1:243-245.

[3] C. KEENER; Hermenéutica del Espíritu: leyendo las Escrituras a la luz de Pentecostés(Salem: Kerigma, 2017) p.326.

[4] Aquí el uso de la Nueva Biblia Española (L. A. Schökel – J. Mateos) es meramente por motivos estéticos (poéticos). Obviamente hay una diferencia de sentido entre «toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil… (RV60)» a una propuesta de traducción como «toda Escritura (que es) inspirada por Dios es también útil…», pero el autor está escribiendo a creyentes que ya conocen cuáles son esos textos inspirados, y el griego permite ambas traducciones. De hecho, en la traducción de Lutero (1545) aparece así «Porque toda la Escritura dada por Dios, sirve para…». La Biblia del Oso de Casiodoro de Reina (1569) traduce: «Toda Escritura inspirada divinamente es útil…»; y la revisión de Cipriano de Valera conocida como la Biblia del Cántaro (1602), mantiene la misma forma. De igual modo, el Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas (1543): «toda escritura divinamente inspirada es provechosa para…». La propuesta de la Reina-Valera 2020 es «Toda Escritura es inspirada por Dios y útil…» (sin el «la» delante de «Escritura»). Además, debe decirse que, en primera instancia, como aún no existía el canon del NT, la alusión que se hace con Escrituras es una referencia al Antiguo Testamento, el cual, por cierto, aparece en su uso neotestamentario (es decir en citas y referencias), siguiendo directamente el texto griego de la Septuaginta, y no el texto hebreo.

[5] J. CALVINO; Institución de la Religión Cristiana, I. IX.3. y I.VII.5.

[6] La confesión de fe de la IEE está inspirada en la Segunda Confesión Helvética (1566) que en el siglo XVI facilitó la aproximación entre zwinglinianos y calvinistas. La IEE (Iglesia Evangélica Española) es una iglesia protestante unida en la que convergen diversas tradiciones denominacionales históricas, siendo más predominante la rama presbiteriana y la metodista (pero no fueron las únicas).

[7] Artículo 2 de la Confesión Belga de 1561 (conocida en un principio como Confesión de los Países Bajos por estar esta región incluida en ellos). El concepto de “darse a conocer” está bastante en línea con la forma contemporánea de entender la Revelación, no tanto de forma proposicional (como una revelación de contenidos), sino de un modo relacional, de autoentrega de Dios, de darse a conocer mediante sus acciones salvíficas. Esto no es solo así en la reflexión protestante contemporánea sino que también se percibe en la católica romana, pues en esta última puede distinguirse notablemente comparando Dei Filius (C. Vaticano I) y Dei Verbum (C. Vaticano II).

[8] Para las viejas batallas de si la Biblia «es» la Palabra de Dios, o si «contiene» la Palabra de Dios, pueden verse dos razonamientos de dos teólogos protestantes españoles: cf. J. M. TELLERÍA; El método en teología. Reflexiones sobre una metodología teológica protestante para el siglo XXI (Las Palmas de Gran Canaria: Mundo Bíblico, 2011) p.181; y también: M. GARCÍA; Redescubrir la Palabra. Cómo leer la Biblia (Viladecavalls: CLIE, 2016) pp.217-218. En la actualidad hay otras formas de tratar el tema.

[9] R. WILLIAMS; Ser discípulo. Rasgos esenciales de la vida cristiana (Salamanca: Sígueme, 2019) p.19.

[10] R. BERNAL; La Ascensión en Lucas-Hechos. Protestantes Nº 4, marzo 2021 (Revista oficial de la Iglesia Evangélica Española) p.16.

[11] Sobre esto: P. BONILLA; Jesús ¡ese exagerado! (Quito: CLAI, 2000) p.XIV. cf. B. SESBOUÉ; Jesucristo el único mediador. Ensayo sobre la redención y la salvación. Tomo 1 (Salamanca: Secretariado Trinitario, 1990) p.117. cf. A. TORRES QUEIRUGA; Recuperar la salvación. Para una interpretación liberadora de la experiencia cristiana, 2 ed. (Santander: Sal Terrae, 1995) p.150.

[12] José Ignacio González Faus dice: «Cuando usamos a Dios [o para el caso aquí la Biblia] para la defensa de algo, hemos puesto ese algo por encima de Dios; por consiguiente, lo hemos convertido en un ídolo». J. I. GONZÁLEZ FAUS – J. VIVES; Creer, sólo se puede en Dios. En Dios sólo se puede creer. Ensayos sobre las imágenes de Dios en el mundo actual (Santander: Sal Terrae, 1985) p.43.

[13] Cf. nota 385 en: J. L. AVENDAÑO; Un Esbozo de teodicea a la luz de la Theologia Crucis. Martín Lutero ante el misterio del sufrimiento humano, cristiano (Salem: Kerigma, 2020) 182.

[14] Como cuando se argumenta que lo que se dijo una vez, por ejemplo en el Pentateuco, queda validado para siempre siendo esta la razón de que no vuelva a repetirse de nuevo en los más recientes.

[15] Comer sangre (que por cierto en España es costumbre comer morcilla que está hecha con sangre) queda bajo pena de ser extirpado del pueblo (17,10), sembrar en un campo dos clases de semillas o llevar ropas de dos tejidos diferentes está terminantemente prohibido (19,19), tampoco se permitía raparse la cabeza en redondo (19,27), ni comerse un animal muerto o despedazado por las fieras (22,8), etc.

[16] The Book of Eli (en Latinoamérica es El Libro de los Secretos) es una película de 2010 dirigida por los hermanos Hughes, escrita por Gary Whitta y protagonizada por Denzel Washington (quien por cierto es un creyente comprometido perteneciente a las Asambleas de Dios).

[17] Para ello quiero traer estas palabras de J. I. Packer: «si estudiar la Biblia no representa un motivo más elevado que el deseo de saber todas las respuestas, entonces nos veremos encaminados directamente a un estado de engreimiento y autoengaño. Debemos cuidar nuestro corazón a fin de no abrigar una actitud semejante, y orar para que ello no ocurra». J. I. PACKER; Conociendo a Dios (Viladecavalls: CLIE/Oasis, 1985) p.16.


ruben-bernal-1
Rubén Bernal Pavón (Málaga, España), es graduado en Teología por la Facultad de Teología SEUT (Madrid) con un máster en Teología Fundamental por la Universidad de Murcia.

Ha realizado estudios teológicos en el Instituto Superior de Teología y Ciencias Bíblicas CEIBI (Santa Cruz de Tenerife). Tiene una diplomatura en Religión, Género y Sexualidad por UCEL/GEMRIP (Rosario, Argentina).

Pastor de la Iglesia Protestante del Redentor de Málaga (IEE). Rubén es uno de los directores de Lupa Protestante.

Fuente Lupa Protestante

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“Cuidado con la Biblia porque…”, por Rubén Bernal

Martes, 17 de mayo de 2022

Un-hombre-estudia-la-Bibliaestudios-biblicosEn el Día Internacional contra la Homofobia, nada mejor que leer este magnífico artículo que destroza los discursos de odio “basados” en la Biblia:

Concuerdo con Walter Brueggemann cuando dice: «El análisis de las Escrituras es, entre otras cosas, como un banquete»[1] ¡Oh bendito y delicioso banquete! ¡Cuánta razón tienes señor Brueggemann! ¡Cuántos variados y exquisitos manjares nos aguardan en sus páginas! Por su parte, J. C. Ryle decía: «Deberíamos leer nuestras biblias como hombres (yo diría aquí “como personas”) cavando en busca de un tesoro»[2] Y no es que necesariamente tengamos que cavar muy profundamente en el ropaje o envoltorio cultural, lingüístico o social de los textos bíblicos para hallar dicho tesoro, sino que muchas veces (aunque no siempre) –de forma perspicua– lo vemos a través de ese ropaje humano, pues ahí mismo florece como una rosa (sí, una rosa que, al tomarla para aspirar su delicioso perfume, puede clavar sus púas contra nuestro ego, desafiándonos incómodamente a examinarnos para quitar cosas de nuestra vida). A su manera, y siguiendo el hilo del «buscatesoros», también Craig Keener expresa:

Un exégeta puro puede encontrar muchos tesoros intelectuales en las Escrituras; pero solo un verdadero discípulo puede experimentar la plenitud de esos tesoros en su vida[3]

Como nos gusta recordar: «Todo escrito inspirado por Dios sirve además para enseñar, reprender, corregir, educar en rectitud; así el hombre [anthropos = persona] de Dios será competente, perfectamente equipado para cualquier buena tarea» (2Tim 3,16-17 NBE)[4] Esta inspiración queda en nosotros reconocida por el testimonium internum del Espíritu, [5] avistando que a pesar de la gran cantidad de autores humanos que compusieron la Biblia, o de la variedad de géneros literarios, o de incluso la cultura humana que subyace en sus textos, el panorámico sentido general o el hilo conductor nos remite a su auctor primarius. Afirmamos que a través de ella Dios habla y revela su voluntad (artículo 1 de la Confesión de fe de la IEE [6]), en ella Dios se nos da a conocer a sí mismo[7] Las Escrituras no son un «cristo encuadernado» pero nos conducen a Cristo, la Palabra encarnada de Dios, y vehicula su mensaje para nosotros/as; [8] no nos deja solo en el rol de lectores, sino que nos conduce a tomar la posición de participantes en una relación existencial con Dios por medio de Jesucristo.

Creo que es una experiencia común el hecho de que, muchas veces, un pasaje con el que estamos relacionados, no nos llega (por decirlo de algún modo), o nos llega de una manera meramente intelectual, hasta que, un día cualquiera, vuelves a leerlo y te topas en ese instante con la voz de Dios hablándote de un modo especial, abriéndote el entendimiento. Lo que entendíamos mentalmente (o a veces ni eso), pasa a ser comprendido de un modo íntimo. Hay unas palabras de Rowan Williams que señalan este asunto:

Estoy seguro de que Pedro, Juan y los demás discípulos no eran muy distintos de nosotros; es decir, ellos tenían esos días en los que uno no entiende nada, pero también esos días en los que las piezas empiezan a encajar y vislumbras el impresionante panorama que poco a poco se va desvelando ante ti. [9]

Precisamente los discípulos, después de la resurrección de Jesucristo, necesitaron que el Señor les abriese el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras (Lc 24,45; Lc 24,27). Seguimos necesitando que el Espíritu del Señor nos dé un discernimiento global de su mensaje, para no caer en reduccionismos, literalismos y lecturas faltas de gracia y alejadas del propio Jesús. [10] Jesús es precisamente nuestra clave hermenéutica porque él es la exégesis definitiva de Dios, es quien traduce a nuestra existencia humana la Palabra de Dios en estado puro (Jn 1,18)[11]

Sin embargo, independientemente de nuestro contexto como lectores de la Biblia, corremos el riesgo de domesticarla de modo que deje de interpelarnos. Usaríamos entonces sus páginas (y al Dios que nos presenta) a nuestra conveniencia, al servicio de nuestros propios ídolos [12] de modo que ya no nos enseñaría, ni nos reprendería o corregiría, ni animaría o consolaría. Así tristemente, todo el delicioso banquete del que hablaba Brueggeman, se quedaría empapado; inundado del mismo y repetitivo sabor a kétchup barato al que le hemos sometido. Por consiguiente, la degustación de cada bocado nos resultaría monótona, pues ya la Biblia solo nos serviría amaestrada al servicio de nuestros intereses personales e ideológicos.

¡Cuidado con la Biblia cuando la instrumentalizamos a conveniencia para que diga lo que queremos forzarla a decir, cuando la sometemos al servicio de nuestros ídolos!

Cuidado con la Biblia porque desde ella –aunque más bien es desde nosotros/as– podemos además cometer atrocidades mediante una pésima hermenéutica (evito citar bestialidades que se han justificado con el libro sagrado en la mano).

La bibliolatría, que inconscientemente  hace de la Biblia una «Hipóstasis» divina (como un cuarto miembro de la Trinidad), sería otra razón por la cual hemos de tener cuidado, así como también la degeneración a la que a veces deriva el principio de Sola Scriptura por parte del biblicismo fundamentalista, cuando despega dicho principio del «resto de las connotaciones teológicas que [también] harían [conjuntamente] la teología de la Reforma» [13].

Cuidado con la Biblia porque, cuando proyectamos sobre ella algunas precomprensiones y clichés sobre la normatividad actual de todos sus pasajes, [14] somos capaces de extrapolar a nuestros días códigos legales que los cristianos ya no usamos (como por ejemplo el Código de Santidad que tenemos en los capítulos 17 al 26 de Levítico, que prohíbe muchas cosas que sí hacemos hoy en día, pero que permite comprar y vender esclavos 25,44-46 o asesinar tanto al blasfemo 24,14 como a quienes se junten con varón como con mujer 20,13) [15].

Cuidado con la Biblia porque, del mismo modo que el diablo hizo en el relato de las tentaciones en el desierto (Lc 4,1-13), se la puede usar para poner trabas al proyecto del reino de Dios. Se puede manipular a la gente en nombre de Dios con pasajes fuera de contexto. Incluso ha sido empleada o exhibida innumerables veces por políticos para atraer el voto de creyentes ingenuos, e incluso para justificar acciones para las que, en realidad, no hay excusa ni defensa. Me parece muy ilustrativa la frase de Carnegie (el malvado antagonista de la película El Libro de Elí), este personaje, que rige una ciudad de modo dictatorial, quiere apoderarse de un ejemplar de las Sagradas Escrituras para gobernar con ella a las personas a su antojo y dice:

No es un libro, es un arma que apunta directamente al corazón y al cerebro de las personas. La gente hará cualquier cosa que se les diga, si se emplean las palabras de ese libro. Ya ha sucedido antes, y volverá a suceder.[16]

Otro tema distinto, preocupante también, es el riesgo que corremos cuando nuestro estudio de la Biblia solo persigue la búsqueda de conocimientos para alardear, con tal de tener armas para discutir competitivamente contra quienes nos parecen enemigos, o simplemente para creernos superiores –desde un academicismo elitista– respecto a quienes saben menos. [17] Es un riesgo y una actitud desenfocada aprender más sobre ella para vanagloriarnos y presumir.

¡Pero cómo cambia la cosa, cuando leemos las Escrituras con la actitud del buscador de tesoros, con hambre de degustar la Palabra viva del Dios vivo! ¡Qué hermoso lo que ocurre cuando en comunidad hacemos un estudio bíblico y se comparten matices y vivencias a la luz de las Escrituras! La lectura comunitaria de la Biblia, bien sea incluso mediante una plataforma virtual, es un auténtico deleite. En esos encuentros, tanto la persona de pocos estudios en estas disciplinas como quienes tienen una trayectoria académica en ciencias bíblicas o teología, escuchan e interrogan conjuntamente al texto sagrado con una sana actitud. En efecto, cuando nos reunimos en torno a la Escritura para estudiarla, para dejarla hablar, es para las personas presentes un banquete. En estos encuentros se mueven, como compañeros de baile, tanto los aportes exegéticos de quienes están acostumbrados a esas disciplinas, trasportándonos al contexto en que fueron escritos, junto con las relecturas de quienes ven la realidad contemporánea desde la luz de los textos.

En primera instancia, los pasajes bíblicos tienen un contexto remoto, unas épocas en la que se escribieron, unas circunstancias directas para las cuales se fueron plasmando por escrito, pero al mismo tiempo estos pasajes –desde una lectura cuidadosa y orientada por el Espíritu– pueden arrojar luz en nuestro caminar diario. Así lo creo porque así lo vivo. No amaestremos la Biblia, ni tampoco la convirtamos en un fin en sí misma, no empapemos sus manjares con kétchup de mala calidad, degustemos sus pasajes y dejémosla hablar.


[1] W. BRUEGGEMANN; La Biblia, fuente de sentido (Barcelona: Claret, 2007) p.34.

[2] J. C. RYLE; Expository Thoughts on John, Vol. 1 (Carlisle: Banner of Truth, 1869/2012) 1:243-245.

[3] C. KEENER; Hermenéutica del Espíritu: leyendo las Escrituras a la luz de Pentecostés (Salem: Kerigma, 2017) p.326.

[4] Aquí el uso de la Nueva Biblia Española (L. A. Schökel – J. Mateos) es meramente por motivos estéticos (poéticos). Obviamente hay una diferencia de sentido entre «toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil… (RV60)» a una propuesta de traducción como «toda Escritura (que es) inspirada por Dios es también útil…», pero el autor está escribiendo a creyentes que ya conocen cuáles son esos textos inspirados, y el griego permite ambas traducciones. De hecho, en la traducción de Lutero (1545) aparece así «Porque toda la Escritura dada por Dios, sirve para…». La Biblia del Oso de Casiodoro de Reina (1569) traduce: «Toda Escritura inspirada divinamente es útil…»; y la revisión de Cipriano de Valera conocida como la Biblia del Cántaro (1602), mantiene la misma forma. De igual modo, el Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas (1543): «toda escritura divinamente inspirada es provechosa para…». La propuesta de la Reina-Valera 2020 es «Toda Escritura es inspirada por Dios y útil…» (sin el «la» delante de «Escritura»). Además, debe decirse que, en primera instancia, como aún no existía el canon del NT, la alusión que se hace con Escrituras es una referencia al Antiguo Testamento, el cual, por cierto, aparece en su uso neotestamentario (es decir en citas y referencias), siguiendo directamente el texto griego de la Septuaginta, y no el texto hebreo.

[5] J. CALVINO; Institución de la Religión Cristiana, I. IX.3. y I.VII.5.

[6] La confesión de fe de la IEE está inspirada en la Segunda Confesión Helvética (1566) que en el siglo XVI facilitó la aproximación entre zwinglinianos y calvinistas. La IEE (Iglesia Evangélica Española) es una iglesia protestante unida en la que convergen diversas tradiciones denominacionales históricas, siendo más predominante la rama presbiteriana y la metodista (pero no fueron las únicas).

[7] Artículo 2 de la Confesión Belga de 1561 (conocida en un principio como Confesión de los Países Bajos por estar esta región incluida en ellos). El concepto de “darse a conocer” está bastante en línea con la forma contemporánea de entender la Revelación, no tanto de forma proposicional (como una revelación de contenidos), sino de un modo relacional, de autoentrega de Dios, de darse a conocer mediante sus acciones salvíficas. Esto no es solo así en la reflexión protestante contemporánea sino que también se percibe en la católica romana, pues en esta última puede distinguirse notablemente comparando Dei Filius (C. Vaticano I) y Dei Verbum (C. Vaticano II).

[8] Para las viejas batallas de si la Biblia «es» la Palabra de Dios, o si «contiene» la Palabra de Dios, pueden verse dos razonamientos de dos teólogos protestantes españoles: cf. J. M. TELLERÍA; El método en teología. Reflexiones sobre una metodología teológica protestante para el siglo XXI (Las Palmas de Gran Canaria: Mundo Bíblico, 2011) p.181; y también: M. GARCÍA; Redescubrir la Palabra. Cómo leer la Biblia (Viladecavalls: CLIE, 2016) pp.217-218. En la actualidad hay otras formas de tratar el tema.

[9] R. WILLIAMS; Ser discípulo. Rasgos esenciales de la vida cristiana (Salamanca: Sígueme, 2019) p.19.

[10] R. BERNAL; La Ascensión en Lucas-Hechos. Protestantes Nº 4, marzo 2021 (Revista oficial de la Iglesia Evangélica Española) p.16.

[11] Sobre esto: P. BONILLA; Jesús ¡ese exagerado! (Quito: CLAI, 2000) p.XIV. cf. B. SESBOUÉ; Jesucristo el único mediador. Ensayo sobre la redención y la salvación. Tomo 1 (Salamanca: Secretariado Trinitario, 1990) p.117. cf. A. TORRES QUEIRUGA; Recuperar la salvación. Para una interpretación liberadora de la experiencia cristiana, 2 ed. (Santander: Sal Terrae, 1995) p.150.

[12] José Ignacio González Faus dice: «Cuando usamos a Dios [o para el caso aquí la Biblia] para la defensa de algo, hemos puesto ese algo por encima de Dios; por consiguiente, lo hemos convertido en un ídolo». J. I. GONZÁLEZ FAUS – J. VIVES; Creer, sólo se puede en Dios. En Dios sólo se puede creer. Ensayos sobre las imágenes de Dios en el mundo actual (Santander: Sal Terrae, 1985) p.43.

[13] Cf. nota 385 en: J. L. AVENDAÑO; Un Esbozo de teodicea a la luz de la Theologia Crucis. Martín Lutero ante el misterio del sufrimiento humano, cristiano (Salem: Kerigma, 2020) 182.

[14] Como cuando se argumenta que lo que se dijo una vez, por ejemplo en el Pentateuco, queda validado para siempre siendo esta la razón de que no vuelva a repetirse de nuevo en los más recientes.

[15] Comer sangre (que por cierto en España es costumbre comer morcilla que está hecha con sangre) queda bajo pena de ser extirpado del pueblo (17,10), sembrar en un campo dos clases de semillas o llevar ropas de dos tejidos diferentes está terminantemente prohibido (19,19), tampoco se permitía raparse la cabeza en redondo (19,27), ni comerse un animal muerto o despedazado por las fieras (22,8), etc.

[16] The Book of Eli (en Latinoamérica es El Libro de los Secretos) es una película de 2010 dirigida por los hermanos Hughes, escrita por Gary Whitta y protagonizada por Denzel Washington (quien por cierto es un creyente comprometido perteneciente a las Asambleas de Dios).

[17] Para ello quiero traer estas palabras de J. I. Packer: «si estudiar la Biblia no representa un motivo más elevado que el deseo de saber todas las respuestas, entonces nos veremos encaminados directamente a un estado de engreimiento y autoengaño. Debemos cuidar nuestro corazón a fin de no abrigar una actitud semejante, y orar para que ello no ocurra». J. I. PACKER; Conociendo a Dios (Viladecavalls: CLIE/Oasis, 1985) p.16.


ruben-bernal-1Rubén Bernal Pavón (Málaga, España), es graduado en Teología por la Facultad de Teología SEUT (Madrid) con un máster en Teología Fundamental por la Universidad de Murcia.

Ha realizado estudios teológicos en el Instituto Superior de Teología y Ciencias Bíblicas CEIBI (Santa Cruz de Tenerife). Tiene una diplomatura en Religión, Género y Sexualidad por UCEL/GEMRIP (Rosario, Argentina).

Pastor de la Iglesia Protestante del Redentor de Málaga (IEE). Rubén es uno de los directores de Lupa Protestante.

Fuente Lupa Protestante

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“¿Es la Biblia “Palabra de Dios”?·, por Consuelo Vélez

Miércoles, 13 de octubre de 2021
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Un-hombre-estudia-la-Bibliaestudios-biblicosDe su blog Fe y Vida:

“Veo tanta ingenuidad en los que nutren su vida con otras tradiciones que creen que todo lo que leen es verdad absoluta”

Hay mucha gente que relativiza la palabra de Dios porque está cansada de que se haya invocado tantas veces para mantener doctrinas o leyes que más que ayudar a las personas, les ponen cargas pesadas sobre sus hombros

Durante muchos siglos se leyó la Biblia de manera literal y se la invocó para afirmar que Dios dice esto o aquello. Por supuesto la ingenuidad o ignorancia sobre esa lectura literal es evidente

Es urgente una formación bíblica adecuada que muestre que aquello es una deformación y que, bien interpretada, es palabra de Dios en la medida que usando mediaciones humanas nos da testimonio de cómo descubrir la presencia de Dios en nuestra historia

Planteo esta pregunta de si la Biblia es “Palabra de Dios” porque últimamente he escuchado algunas afirmaciones que parecen relativizarla, también porque mucha gente no cae en cuenta de lo que significaría esto si lo creyéramos a fondo y, finalmente, porque otras personas buscan “palabras de sabiduría” en muchos otros escritos fuera de la tradición cristiana y, sin duda, les ayudan mucho para su vida.

Vayamos por partes. En el primer caso, hay mucha gente que relativiza la palabra de Dios porque está cansada de que se haya invocado tantas veces para mantener doctrinas o leyes que más que ayudar a las personas, les ponen cargas pesadas sobre sus hombros. Ante esto hay que reconocer que la interpretación adecuada del texto bíblico es una conquista “relativamente” reciente y por eso durante muchos siglos se leyó la Biblia de manera literal y se la invocó para afirmar que Dios dice esto o aquello. Por supuesto la ingenuidad o ignorancia sobre esa lectura literal es evidente. Por ejemplo, se toma al pie de la letra que Jesús calmó la tempestad (Mt 8, 26) pero no se toma al pie de la letra el que “si tu ojo es ocasión de pecado, arráncatelo” (Mt 5, 29).

Ya es una afirmación aceptada por la Iglesia que la Biblia fue escrita mucho después de que suceden los acontecimientos que allí se narran y no con la intención de relatarnos detalles precisos de lo que allí pasó sino de testimoniar la presencia de Dios a favor de su pueblo en esos acontecimientos que se cuentan allí. Lo hacen con los géneros literarios de su tiempo y desde las categorías y esquemas de su contexto. Por eso es imprescindible utilizar los métodos exegéticos y hermenéuticos adecuados para entender el texto. Ahora bien, aunque esa tarea es propia de los/as biblistas, no significa que no se enseñe a todo el pueblo de Dios que para acercarse a dicho texto hay que hacerse por lo menos dos preguntas básicas: ¿Qué quiso decir el autor bíblico con ese texto en su contexto? ¿Qué dice ese texto bíblico hoy para nosotros? Sin olvidar que las circunstancias son distintas y que la biblia no es un recetario para aplicar literalmente sino un horizonte de sentido para interpretar nuestro presente.

Es decir, lo que es “Palabra de Dios” no es la literalidad del texto sino el testimonio de fe que los autores/as sagrados nos han dejado en el texto bíblico -una maravillosa mediación humana para mantener en el espacio y tiempo dicho testimonio-. Por lo tanto, tienen razón aquellos que ya están cansados de escuchar predicaciones bíblicas fundamentalistas o literales que no se entienden para el hoy. Por eso es urgente una formación bíblica adecuada que muestre que aquello es una deformación y que, bien interpretada, es palabra de Dios en la medida que usando mediaciones humanas nos da testimonio de cómo descubrir la presencia de Dios en nuestra historia.

En el segundo caso, también es entendible que una tradición tan antigua se vaya desgastando y, más si no se actualiza. Con lo cual, en cada Eucaristía escuchamos al finalizar las lecturas que el lector dice: “Palabra de Dios” y el pueblo responde: “Te alabamos Señor” o “Gloria a Ti, Señor” en el caso del Evangelio. Pero se ha vuelto tan rutinario o se motiva tan poco esa lectura o se explica tan mal esa palabra que la gente no permanece atenta o no llega a “saborear” lo que eso significaría si lo creyéramos a fondo. No estamos escuchando una palabra cualquiera sino una que nos hace posible que sepamos cómo han entendido a Dios los que nos precedieron y cómo podemos entenderlo nosotros hoy. Eso sí, con la humildad suficiente de saber que lo que entendemos sobre Dios siempre es mucho menos de lo que Él es y que como está mediado por nuestra comprensión, podemos matizarla y señalar nuevos aspectos, en la medida que seguimos meditando sobre ella. En este último sentido, si creyéramos que la Biblia es Palabra de Dios, la tarea teológica se referiría mucho más a ella, no solo invocándola para “justificar” alguna idea que decimos, sino para dejarnos sorprender y enriquecer con lo que ella nos dice -ya que es una palabra viva, no muerta-. Pero, como ya lo he dicho otras veces, muchas publicaciones teológicas y muchos eventos académicos, adolecen de la perspectiva bíblica a la hora de presentar sus reflexiones.

Finalmente, nuestro mundo ya esta mucho más configurado con la pluralidad de expresiones culturales y religiosas. De ahí que la cercanía con otras maneras de ver la vida, de darle sentido, de enriquecer las comprensiones ya es una práctica adquirida. Y, resulta una experiencia muy rica -como variada y polifacética es la vida humana-, reconocer que toda la verdad o la manera de ver las cosas, no la tenemos desde la tradición cristiana y que hay muchos libros de sabiduría que nos ayudan y enriquecen. Pero dos observaciones sobre esto. La primera, para los que somos cristianos ojalá que no perdamos la riqueza que nuestra propia tradición nos regala y siga siendo fuente de sentido para nuestra vida. La segunda, saber que con cualquier otro libro de sabiduría hay que tener el mismo cuidado interpretativo que señalé para la Biblia. A veces, veo tanta ingenuidad en los que nutren su vida con otras tradiciones que creen que todo lo que leen es verdad absoluta. Eso también puede revelar una ignorancia o ingenuidad total, admitiendo a veces planteamientos que rayan con lo absurdo. Como toda mediación humana, cualquier horizonte de sentido que se proponga, puede tener errores, manipulaciones, intencionalidades que nos siempre son positivas. Ojalá que el discernimiento sea siempre la actitud para acercarnos a todo libro de sabiduría, pero, a los que nos ha constituido la tradición cristiana, sería muy importante, no olvidar la profundidad de lo que creemos: en una mediación humana -bien interpretada- Dios nos habla como un amigo y su palabra es viva y eficaz, capaz de penetrar el alma y el espíritu y discernir los pensamientos y las intenciones del corazón (Cf. Hb 4,12).

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“Cuidado con la Biblia porque…”, por Rubén Bernal

Lunes, 17 de mayo de 2021
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Un-hombre-estudia-la-Bibliaestudios-biblicos
En el Día Internacional contra la Homofobia, nada mejor que leer este magnífico artículo que destroza los discursos de odio “basados” en la Biblia:

Concuerdo con Walter Brueggemann cuando dice: «El análisis de las Escrituras es, entre otras cosas, como un banquete».[1] ¡Oh bendito y delicioso banquete! ¡Cuánta razón tienes señor Brueggemann! ¡Cuántos variados y exquisitos manjares nos aguardan en sus páginas! Por su parte, J. C. Ryle decía: «Deberíamos leer nuestras biblias como hombres (yo diría aquí “como personas”) cavando en busca de un tesoro».[2] Y no es que necesariamente tengamos que cavar muy profundamente en el ropaje o envoltorio cultural, lingüístico o social de los textos bíblicos para hallar dicho tesoro, sino que muchas veces (aunque no siempre) –de forma perspicua– lo vemos a través de ese ropaje humano, pues ahí mismo florece como una rosa (sí, una rosa que, al tomarla para aspirar su delicioso perfume, puede clavar sus púas contra nuestro ego, desafiándonos incómodamente a examinarnos para quitar cosas de nuestra vida). A su manera, y siguiendo el hilo del «buscatesoros», también Craig Keener expresa:

Un exégeta puro puede encontrar muchos tesoros intelectuales en las Escrituras; pero solo un verdadero discípulo puede experimentar la plenitud de esos tesoros en su vida.[3]

Como nos gusta recordar: «Todo escrito inspirado por Dios sirve además para enseñar, reprender, corregir, educar en rectitud; así el hombre [anthropos = persona] de Dios será competente, perfectamente equipado para cualquier buena tarea» (2Tim 3,16-17 NBE).[4] Esta inspiración queda en nosotros reconocida por el testimonium internum del Espíritu,[5] avistando que a pesar de la gran cantidad de autores humanos que compusieron la Biblia, o de la variedad de géneros literarios, o de incluso la cultura humana que subyace en sus textos, el panorámico sentido general o el hilo conductor nos remite a su auctor primarius. Afirmamos que a través de ella Dios habla y revela su voluntad (artículo 1 de la Confesión de fe de la IEE[6]), en ella Dios se nos da a conocer a sí mismo.[7] Las Escrituras no son un «cristo encuadernado» pero nos conducen a Cristo, la Palabra encarnada de Dios, y vehicula su mensaje para nosotros/as;[8] no nos deja solo en el rol de lectores, sino que nos conduce a tomar la posición de participantes en una relación existencial con Dios por medio de Jesucristo.

Creo que es una experiencia común el hecho de que, muchas veces, un pasaje con el que estamos relacionados, no nos llega (por decirlo de algún modo), o nos llega de una manera meramente intelectual, hasta que, un día cualquiera, vuelves a leerlo y te topas en ese instante con la voz de Dios hablándote de un modo especial, abriéndote el entendimiento. Lo que entendíamos mentalmente (o a veces ni eso), pasa a ser comprendido de un modo íntimo. Hay unas palabras de Rowan Williams que señalan este asunto:

Estoy seguro de que Pedro, Juan y los demás discípulos no eran muy distintos de nosotros; es decir, ellos tenían esos días en los que uno no entiende nada, pero también esos días en los que las piezas empiezan a encajar y vislumbras el impresionante panorama que poco a poco se va desvelando ante ti.[9]

Precisamente los discípulos, después de la resurrección de Jesucristo, necesitaron que el Señor les abriese el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras (Lc 24,45; Lc 24,27). Seguimos necesitando que el Espíritu del Señor nos dé un discernimiento global de su mensaje, para no caer en reduccionismos, literalismos y lecturas faltas de gracia y alejadas del propio Jesús.[10] Jesús es precisamente nuestra clave hermenéutica porque él es la exégesis definitiva de Dios, es quien traduce a nuestra existencia humana la Palabra de Dios en estado puro (Jn 1,18).[11]

Sin embargo, independientemente de nuestro contexto como lectores de la Biblia, corremos el riesgo de domesticarla de modo que deje de interpelarnos. Usaríamos entonces sus páginas (y al Dios que nos presenta) a nuestra conveniencia, al servicio de nuestros propios ídolos[12] de modo que ya no nos enseñaría, ni nos reprendería o corregiría, ni animaría o consolaría. Así tristemente, todo el delicioso banquete del que hablaba Brueggeman, se quedaría empapado; inundado del mismo y repetitivo sabor a kétchup barato al que le hemos sometido. Por consiguiente, la degustación de cada bocado nos resultaría monótona, pues ya la Biblia solo nos serviría amaestrada al servicio de nuestros intereses personales e ideológicos.

¡Cuidado con la Biblia cuando la instrumentalizamos a conveniencia para que diga lo que queremos forzarla a decir, cuando la sometemos al servicio de nuestros ídolos!

Cuidado con la Biblia porque desde ella –aunque más bien es desde nosotros/as– podemos además cometer atrocidades mediante una pésima hermenéutica (evito citar bestialidades que se han justificado con el libro sagrado en la mano).

La bibliolatría, que inconscientemente  hace de la Biblia una «Hipóstasis» divina (como un cuarto miembro de la Trinidad), sería otra razón por la cual hemos de tener cuidado, así como también la degeneración a la que a veces deriva el principio de Sola Scriptura por parte del biblicismo fundamentalista, cuando despega dicho principio del «resto de las connotaciones teológicas que [también] harían [conjuntamente] la teología de la Reforma»[13].

Cuidado con la Biblia porque, cuando proyectamos sobre ella algunas precomprensiones y clichés sobre la normatividad actual de todos sus pasajes,[14] somos capaces de extrapolar a nuestros días códigos legales que los cristianos ya no usamos (como por ejemplo el Código de Santidad que tenemos en los capítulos 17 al 26 de Levítico, que prohíbe muchas cosas que sí hacemos hoy en día, pero que permite comprar y vender esclavos 25,44-46 o asesinar tanto al blasfemo 24,14 como a quienes se junten con varón como con mujer 20,13)[15].

Cuidado con la Biblia porque, del mismo modo que el diablo hizo en el relato de las tentaciones en el desierto (Lc 4,1-13), se la puede usar para poner trabas al proyecto del reino de Dios. Se puede manipular a la gente en nombre de Dios con pasajes fuera de contexto. Incluso ha sido empleada o exhibida innumerables veces por políticos para atraer el voto de creyentes ingenuos, e incluso para justificar acciones para las que, en realidad, no hay excusa ni defensa. Me parece muy ilustrativa la frase de Carnegie (el malvado antagonista de la película El Libro de Elí), este personaje, que rige una ciudad de modo dictatorial, quiere apoderarse de un ejemplar de las Sagradas Escrituras para gobernar con ella a las personas a su antojo y dice:

No es un libro, es un arma que apunta directamente al corazón y al cerebro de las personas. La gente hará cualquier cosa que se les diga, si se emplean las palabras de ese libro. Ya ha sucedido antes, y volverá a suceder.[16]

Otro tema distinto, preocupante también, es el riesgo que corremos cuando nuestro estudio de la Biblia solo persigue la búsqueda de conocimientos para alardear, con tal de tener armas para discutir competitivamente contra quienes nos parecen enemigos, o simplemente para creernos superiores –desde un academicismo elitista– respecto a quienes saben menos.[17] Es un riesgo y una actitud desenfocada aprender más sobre ella para vanagloriarnos y presumir.

¡Pero cómo cambia la cosa, cuando leemos las Escrituras con la actitud del buscador de tesoros, con hambre de degustar la Palabra viva del Dios vivo! ¡Qué hermoso lo que ocurre cuando en comunidad hacemos un estudio bíblico y se comparten matices y vivencias a la luz de las Escrituras! La lectura comunitaria de la Biblia, bien sea incluso mediante una plataforma virtual, es un auténtico deleite. En esos encuentros, tanto la persona de pocos estudios en estas disciplinas como quienes tienen una trayectoria académica en ciencias bíblicas o teología, escuchan e interrogan conjuntamente al texto sagrado con una sana actitud. En efecto, cuando nos reunimos en torno a la Escritura para estudiarla, para dejarla hablar, es para las personas presentes un banquete. En estos encuentros se mueven, como compañeros de baile, tanto los aportes exegéticos de quienes están acostumbrados a esas disciplinas, trasportándonos al contexto en que fueron escritos, junto con las relecturas de quienes ven la realidad contemporánea desde la luz de los textos.

En primera instancia, los pasajes bíblicos tienen un contexto remoto, unas épocas en la que se escribieron, unas circunstancias directas para las cuales se fueron plasmando por escrito, pero al mismo tiempo estos pasajes –desde una lectura cuidadosa y orientada por el Espíritu– pueden arrojar luz en nuestro caminar diario. Así lo creo porque así lo vivo. No amaestremos la Biblia, ni tampoco la convirtamos en un fin en sí misma, no empapemos sus manjares con kétchup de mala calidad, degustemos sus pasajes y dejémosla hablar.


[1] W. BRUEGGEMANN; La Biblia, fuente de sentido (Barcelona: Claret, 2007) p.34.

[2] J. C. RYLE; Expository Thoughts on John, Vol. 1 (Carlisle: Banner of Truth, 1869/2012) 1:243-245.

[3] C. KEENER; Hermenéutica del Espíritu: leyendo las Escrituras a la luz de Pentecostés (Salem: Kerigma, 2017) p.326.

[4] Aquí el uso de la Nueva Biblia Española (L. A. Schökel – J. Mateos) es meramente por motivos estéticos (poéticos). Obviamente hay una diferencia de sentido entre «toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil… (RV60)» a una propuesta de traducción como «toda Escritura (que es) inspirada por Dios es también útil…», pero el autor está escribiendo a creyentes que ya conocen cuáles son esos textos inspirados, y el griego permite ambas traducciones. De hecho, en la traducción de Lutero (1545) aparece así «Porque toda la Escritura dada por Dios, sirve para…». La Biblia del Oso de Casiodoro de Reina (1569) traduce: «Toda Escritura inspirada divinamente es útil…»; y la revisión de Cipriano de Valera conocida como la Biblia del Cántaro (1602), mantiene la misma forma. De igual modo, el Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas (1543): «toda escritura divinamente inspirada es provechosa para…». La propuesta de la Reina-Valera 2020 es «Toda Escritura es inspirada por Dios y útil…» (sin el «la» delante de «Escritura»). Además, debe decirse que, en primera instancia, como aún no existía el canon del NT, la alusión que se hace con Escrituras es una referencia al Antiguo Testamento, el cual, por cierto, aparece en su uso neotestamentario (es decir en citas y referencias), siguiendo directamente el texto griego de la Septuaginta, y no el texto hebreo.

[5] J. CALVINO; Institución de la Religión Cristiana, I. IX.3. y I.VII.5.

[6] La confesión de fe de la IEE está inspirada en la Segunda Confesión Helvética (1566) que en el siglo XVI facilitó la aproximación entre zwinglinianos y calvinistas. La IEE (Iglesia Evangélica Española) es una iglesia protestante unida en la que convergen diversas tradiciones denominacionales históricas, siendo más predominante la rama presbiteriana y la metodista (pero no fueron las únicas).

[7] Artículo 2 de la Confesión Belga de 1561 (conocida en un principio como Confesión de los Países Bajos por estar esta región incluida en ellos). El concepto de “darse a conocer” está bastante en línea con la forma contemporánea de entender la Revelación, no tanto de forma proposicional (como una revelación de contenidos), sino de un modo relacional, de autoentrega de Dios, de darse a conocer mediante sus acciones salvíficas. Esto no es solo así en la reflexión protestante contemporánea sino que también se percibe en la católica romana, pues en esta última puede distinguirse notablemente comparando Dei Filius (C. Vaticano I) y Dei Verbum (C. Vaticano II).

[8] Para las viejas batallas de si la Biblia «es» la Palabra de Dios, o si «contiene» la Palara de Dios, pueden verse dos razonamientos de dos teólogos protestantes españoles: cf. J. M. TELLERÍA; El método en teología. Reflexiones sobre una metodología teológica protestante para el siglo XXI(Las Palmas de Gran Canaria: Mundo Bíblico, 2011) p.181; y también: M. GARCÍA; Redescubrir la Palabra. Cómo leer la Biblia (Viladecavalls: CLIE, 2016) pp.217-218. En la actualidad hay otras formas de tratar el tema.

[9] R. WILLIAMS; Ser discípulo. Rasgos esenciales de la vida cristiana (Salamanca: Sígueme, 2019) p.19.

[10] R. BERNAL; La Ascensión en Lucas-Hechos. Protestantes Nº 4, marzo 2021 (Revista oficial de la Iglesia Evangélica Española) p.16.

[11] Sobre esto: P. BONILLA; Jesús ¡ese exagerado! (Quito: CLAI, 2000) p.XIV. cf. B. SESBOUÉ; Jesucristo el único mediador. Ensayo sobre la redención y la salvación. Tomo 1 (Salamanca: Secretariado Trinitario, 1990) p.117. cf. A. TORRES QUEIRUGA; Recuperar la salvación. Para una interpretación liberadora de la experiencia cristiana, 2 ed. (Santander: Sal Terrae, 1995) p.150.

[12] José Ignacio González Faus dice: «Cuando usamos a Dios [o para el caso aquí la Biblia] para la defensa de algo, hemos puesto ese algo por encima de Dios; por consiguiente, lo hemos convertido en un ídolo». J. I. GONZÁLEZ FAUS – J. VIVES; Creer, sólo se puede en Dios. En Dios sólo se puede creer. Ensayos sobre las imágenes de Dios en el mundo actual (Santander: Sal Terrae, 1985) p.43.

[13] Cf. nota 385 en: J. L. AVENDAÑO; Un Esbozo de teodicea a la luz de la Theologia Crucis. Martín Lutero ante el misterio del sufrimiento humano, cristiano (Salem: Kerigma, 2020) 182.

[14] Como cuando se argumenta que lo que se dijo una vez, por ejemplo en el Pentateuco, queda validado para siempre siendo esta la razón de que no vuelva a repetirse de nuevo en los más recientes.

[15] Comer sangre (que por cierto en España es costumbre comer morcilla que está hecha con sangre) queda bajo pena de ser extirpado del pueblo (17,10), sembrar en un campo dos clases de semillas o llevar ropas de dos tejidos diferentes está terminantemente prohibido (19,19), tampoco se permitía raparse la cabeza en redondo (19,27), ni comerse un animal muerto o despedazado por las fieras (22,8), etc.

[16] The Book of Eli (en Latinoamérica es El Libro de los Secretos) es una película de 2010 dirigida por los hermanos Hughes, escrita por Gary Whitta y protagonizada por Denzel Washington (quien por cierto es un creyente comprometido perteneciente a las Asambleas de Dios).

[17] Para ello quiero traer estas palabras de J. I. Packer: «si estudiar la Biblia no representa un motivo más elevado que el deseo de saber todas las respuestas, entonces nos veremos encaminados directamente a un estado de engreimiento y autoengaño. Debemos cuidar nuestro corazón a fin de no abrigar una actitud semejante, y orar para que ello no ocurra». J. I. PACKER; Conociendo a Dios (Viladecavalls: CLIE/Oasis, 1985) p.16.


ruben-bernal-1Rubén Bernal Pavón (Málaga, España), es graduado en Teología por la Facultad de Teología SEUT (Madrid) con un máster en Teología Fundamental por la Universidad de Murcia.

Ha realizado estudios teológicos en el Instituto Superior de Teología y Ciencias Bíblicas CEIBI (Santa Cruz de Tenerife). Tiene una diplomatura en Religión, Género y Sexualidad por UCEL/GEMRIP (Rosario, Argentina).

Pastor de la Iglesia Protestante del Redentor de Málaga (IEE). Rubén es uno de los directores de Lupa Protestante.

Fuente Lupa Protestante

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Desescombrar los textos evangélicos

Viernes, 22 de junio de 2018
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bibliaJuan de Burgos Román
Madrid.

ECLESALIA, 11/06/18.- Obviamente, el pueblo judío sabía de Dios, de Yahveh, desde mucho antes que Jesús predicase su mensaje; Dios no era, ni mucho menos, un desconocido para ellos. Y no obstante, las gentes de Galilea percibieron al Dios que les mostraba Jesús como algo nuevo, distinto, ilusionante, algo que les llegaba muy a lo hondo; este anuncio resultó ser para aquellas gentes una muy buena noticia. No parece, pues, que la percepción que se tenía de Dios en el judaísmo de la época de Jesús fuera algo demasiado seductor.

¿Y nosotros hoy?, ¿vemos a Dios como algo ilusionante o estamos situados como los judíos de la época de Jesús? ¿Hoy, cuántas personas experimentan a Dios como buena noticia? Estimo que el mensaje de Jesús se ha ido pervirtiendo, devaluando hasta convertirse en algo aburrido, en algo que se percibe como un credo fastidioso y rutinario ¿Cómo puede suceder eso, sí acontece que nosotros y los que escucharon a Jesús, en directo, bebemos de la misma fuente, la que recogen los evangelios?

A nadie se le escapa que, con el correr de los años y apoyándose en el mensaje evangélico, se han ido construyendo infinidad de doctrinas, normas, dogmas, teorías, cánones, devociones piadosas, liturgias. Con todo ello, hemos llegado a disponer hoy de una colección enorme de pesados volúmenes; volúmenes que se han ido depositando, todos ellos, encima de los textos evangélicos, llegándolos casi a ocultar. Así pues, hoy es muy difícil acceder al genuino mensaje de Jesús, pues, para poder llegar a lo que se dice en los Evangelios, hay que hacerlo atravesando una infinidad de vericuetos laberinticos, por entre los muchos volúmenes que hemos ido amontonando sobre ellos, lo que, inevitablemente, esconde, vela, encubre, enmascara el legado de Jesús.

Así pues, cuando nos interesamos por el perdón, valga como ejemplo, ocurre que el mensaje de Jesús nos pilla muy al final de un vereda en la que, mucho antes, está la doctrina; por lo que es casi inevitable el quedarse atascados con lo que dice el catecismo sobre la confesión, su ritual y la correspondiente normativa y, así, termina pareciendo como si no existiese el mensaje de magnanimidad que rezuma la Parábola del Hijo Prodigo. Y, poniendo otro ejemplo, cuando nos preguntamos si acoger o no acoger a los recasados en las celebraciones eucarísticas, suele resultar que no llegamos a poner los ojos en la misericordia divina, como señala la Buena Noticia de Jesús, pues mucho antes nos damos de bruces con lo que dice, al respecto, la rígida doctrina eclesiástica, la cual no casa muy bien que digamos con la caridad.

Se impone pues desescombrar los textos evangélicos, quitándoles de encima tanto cascote como, a lo largo de los siglos, se ha ido acumulando sobre ellos. Sin esta tarea inicial, no se podrá recuperar aquella experiencia ilusionante de las primeras épocas. Pero este desescombro es tarea difícil, quizá quimérica, pues, para muchos, entre los que hay en abundancia jerarcas con notable poder, la doctrina ha llegado a ser la quintaesencia del Evangelio, lo que les lleva a estimar que salvaguardar lo que dice la doctrina es lo realmente importante, ya que, al hacer esto, todo quedará como debe quedar.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Inminente Tsunami a la Biblia.

Viernes, 12 de mayo de 2017
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502014164_univ_sqr_xlEn este momento se están formando, en el alto océano de las tendencias históricas, diversos tsunamis que sacudirán fuertemente las playas de lecturas bíblicas en un futuro no definido todavía.

Constituyen, desde ya, una amenaza a la tradicional lectura de la Biblia, tal como se practica en incontables Comunidades cristianas de todo el mundo.

Son agitaciones de diversos tipos, como aquellas provenientes de exacerbaciones de un tipo de lectura bíblica largamente practicado por las Iglesias históricas: una lectura fundamentalista.

……………………

Hay agitaciones provenientes de los Estudios bíblicos-científicos, siendo éstas las que intento comentar acá. Sea como sea, a corto o mediano plazo, la cuestión de la lectura bíblica en consonancia con los tiempos que vivimos tiene que figurar en la Agenda de las Iglesias preocupadas por el modo en que sus fieles leen la Biblia.

Acá me propongo presentar dos “ondas” del “tsunami científico”, una referida a los Campos de lectura del Antiguo Testamento y otra que alcanza las playas del Nuevo Testamento.

Ambas están formadas por la conjunción de dos Ciencias que tuvieron intensa evolución en los últimos cincuenta años (del Concilio Vaticano II en adelante): la nueva Arqueología bíblica y la Ciencia lingüística (ver de Oliveira, Reviravolta linguística, Loyola, São Paulo, 1996), que está reformulando nuestros conocimientos sobre Jesús de Nazaret, por ejemplo.

Veamos esos dos puntos.

El Antiguo Testamento: ¿Israel es realmente el Pueblo Elegido de Dios?

Hasta hace unos cincuenta años atrás, las excavaciones realizadas en lugares mencionados en la Biblia servían básicamente para probar que “La Biblia tenía razón” (como reza el título del famoso libro de Werner Keller, 1956). Esas excavaciones acostumbraban ser financiadas por Instituciones religiosas o por el Estado de Israel.

Pero en los últimos años, la Arqueología bíblica fue ganando autonomía: la llamada “Nueva Arqueología”, que encuentra una de sus expresiones más conocidas en el libro “La Biblia no tenía razón”, del arqueólogo judío Israel Finkelstein (Editora Girafa de São Paulo, 2003).

El título original del libro es: “La Biblia desenterrada”. La tierra, exhaustivamente excavada (algunas veces en más de diez estratos, como en el caso de los sitios arqueológicos en Jericó, por ejemplo), nos enseña una historia de los Pueblos bíblicos. Su autoridad supera la de los textos bíblicos porque no queda sujeta a imaginaciones. Se agranda la capacidad siempre mayor de entender lenguas antiguas desaparecidas desde hace mucho tiempo.

Cuando se encuentran “ostracos” (pedazos quebrados de antiguos vasos o jarros) con palabras grabadas, la agitación en todos los campos de la excavación es general. Esos pequeños pedazos de barro adquieren una autoridad impresionante. Esa nueva autoridad “arqueológica” es un tsunami, porque en muchos casos contradice lo que se lee en la Biblia y eso hizo que Finkelstein llegase a declarar: “la Biblia es un magnífico producto de la imaginación humana”. Nada tiene que ver con la historia real.

Doy dos ejemplos.

1º La Biblia cuenta, en el Libro del Éxodo, que, en una fecha indeterminada entre los Siglos V y XII a.C., un contingente enorme de hebreos huyendo de la esclavitud en Egipto (aprox. 600.000 personas) habría cruzado el desierto del Sinaí durante cuarenta años, para finalmente alcanzar la Tierra que les había sido prometida por Yhwh, la tierra de Canaán.

Los cananitas, sus antiguos habitantes, habrían sido exterminados o sojuzgados, la Ciudad de Jericó conquistada, así también los poblados mencionados en la Biblia como Berseba y Edom.

Ahora bien, entre los documentos (escritos o grabados en piedra) de Egipto, no se encuentra ninguna referencia a alguna transmigración poblacional de esa amplitud. Y vale pensar que las Crónicas del antiguo Egipto son renombradas por la cobertura exhaustiva de su historia ¿Cómo no se encontró en el desierto de Sinaí ninguna huella del pasaje de una multitud tan grande (restos de Campamentos, etc.)? Y ¿cómo entender que las tierras excavadas en Jericó, Beseba y Edom (jarros, vasos, “ostracos”, estatuelas, objetos de uso doméstico y agrario) solo muestran señales de épocas posteriores a las señaladas en los textos bíblicos?

Lo que acabo de escribir es particularmente importante en relación a los relatos bíblicos acerca de los reinados de David y Salomón, que habitualmente se los fecha alrededor del año 1000. Ahora bien; los primeros testimonios arqueológicos de una gran Monarquía se refieren a los años 900 a 800, es decir, por lo menos cien años después.

En tiempos de David, Jerusalén era una pequeña aldea sin importancia y su modesto Santuario era igual a muchos otros de su época. Su grandeza viene mucho después, durante la dinastía de los Anri y particularmente en tiempos de Ezequías (727-697).

No se trata acá de dudar de la existencia de David y Salomón, sino de averiguar sus reales jurisdicciones. Ahora bien, puestos a creer en los resultados de las excavaciones, ellas fueron probablemente muy restringidas. En vez de un gran Reino unido (el Israel de los textos), había dos Reinos, uno en el Norte (llamado Israel) y otro en el Sur (llamado Judá). La exaltación de un Israel unido y poderoso, con su Templo en Jerusalén, en el reinado de David, es una construcción al mismo tiempo teológica (Ihwh reina) y política (David reina), una construcción literaria dirigida contra el poder extranjero, especialmente el poder de Asiria.

A medida que la Saga de David se fue expandiendo, muchos vinieron a habitar Jerusalén para vivir cerca del gran Santuario, pero tuvieron que pagar un muy alto precio: aceptar la dinastía davídica autoritaria y la soberanía sacerdotal del Templo de Jerusalén.

Sería posible multiplicar los ejemplos. Basta decir que, con la nueva Arqueología, se cae el Mito del “Pueblo elegido”, de un “Pueblo de Dios” diferente de los demás, guiados por Ihwh. Se cae el Mito de Abraham y de los Patriarcas, y la historia de la Conquista de Canaán por los israelitas. Aparece un pueblo hebreo común, cuya historia es igual a la de los demás pueblos de la Región y de la época.

2º Los israelitas no vinieron de afuera, siempre vivieron en Palestina, no son un pueblo migrante, liderado por Ihwh. Como los demás pueblos, su historia está hecha de terreno cotidiano, de lucha por sobrevivir.

Con esto estamos fuera del “Gran Relato”, que se inicia con la historia de Adán y Eva y se termina con la “consumación de los siglos”, afuera del universo de las “grandes verdades.

Así se expresa un estudioso nada sospechoso, el jesuita francés Joseph Moingt: “muy recientes obras ponen en cuestión el conjunto de la historiografía bíblica y autores muy serios hablan abiertamente de una invención de la Biblia, incluso del pueblo judío” (Moingt, J., Croire quand même, Temps Présent, Paris, 2011. Veja também, do mesmo escritor: Faire bouger l’Église catholique, Desclée de Brouwer, Paris, 2012 – Fazer a Igreja católica se mexer – NdR).

………………………

El Nuevo Testamento: ¿Jesús de Nazaret es realmente el Ungido de Dios?

Yo mismo trabajé en detalle unos análisis de la figura de Jesús en mi libro ‘Em busca de Jesus de Nazaré: uma análise literária’, publicado por la Editora Paulus de San Pablo en 2016. Aquí apenas señalo el contraste entre el Jesús que nos ha sido presentado tradicionalmente y el Jesús que nos viene “como un tsunami” a derrumbar verdades largamente aceptadas. Recurro al Artículo ‘Un nuevo paradigma em arqueologia?’, con autoría de José Maria Vigil (Revista Alternativas, Managua, 22, n. 49, enero-junio 2016, 61-90).

El Jesús tradicional es “Dios mismo en persona, que, en la plenitud de los tiempos, se encarnó en el pueblo elegido por Dios desde Abraham, para llevar a plenitud la revelación realizada en la Primera Alianza entre Dios y su Pueblo. A lo largo de su vida pública, ese Mesías, Ungido por Dios, predicó el evangelio de salvación y fundó personalmente la Iglesia, estableciéndola sobre Pedro y los Apóstoles. Ejecutado por los romanos, resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras, como estaba predicho, y después subió al Cielo, de donde envió al Espíritu Santo en Pentecostés, que cuida la verdad y el crecimiento de la Iglesia, que goza la promesa de que las Puertas del Infierno no prevalecerán sobre ella, hasta el final de los tiempos” (art. cit. 74)

¡Qué contraste con lo que un análisis literario de los Evangelios nos informa acerca de Jesús! Podemos hacer una nueva imagen de Jesús con las siguientes palabras:

“Jesús no se proclamó a sí mismo como Mesías (Cristo) y hasta rechazaba que lo llamasen como tal. Nunca pensó ser Dios, igual al Padre del Cielo, de la manera en que el Evangelio tardío de Juan (alrededor del año 100) lo presenta.

“Jesús no se predicó a sí mismo, sino que habló del Reino de Dios y del empoderamiento concedido por Dios a los menos afortunados, a los empobrecidos, a los impuros, a los que eran social y religiosamente marginados. Convocó a una conversión radical en el sentido de una vida de justicia y misericordia” (art. cit. 69)

Este tsunami científico ¿es malo o es bueno?

El impacto del tsunami científico sobre la lectura de la Biblia solo puede ser valorizado correctamente cuando se toma en cuenta el tsunami fundamentalista. Es contra ese último tsunami que las Iglesias tienen que levantar urgentemente un dique seguro, pues amenaza inundar completamente los campos cristianos. En contraste, el tsunami científico puede ser beneficioso y saludable.

Claro que la lectura de la Biblia es de difícil asimilación puesto que da la impresión de derrumbar santuarios donde nos sentíamos tan bien (siguiendo el ejemplo de nuestros padres) y de pasar por encima de las ideas que nos fueron transmitidas con tanto cariño.

Cuando la Ciencia nos dice que la Biblia “no tiene razón”, tenemos que recordar que aquí no se trata de “tener razón”, sino de “tener alma, tener espíritu”.

Una buena reacción ante el tsunami científico me parece ser la formulada por Joseph Moingt cuando escribe “creer a pesar de todo” (‘croire quand même’). Es verdad: la Biblia es una construcción imaginaria, la más grande y la más antigua de todas las construcciones imaginarias de la cultura occidental. Atravesó siglos y todavía perdura, no a causa de su valor histórico, sino por los valores éticos que expresa:

– el amor al prójimo

– el perdón

– el acogimiento

– la fraternidad

– la misericordia

– la fe

– la esperanza

– el universalismo

– la sensibilidad por los marginados y sufrientes.

Hay, ciertamente, pasajes en la Biblia que contradicen esas posturas. Porque la Biblia no es la palabra de Dios, sino la palabra humana acerca de Dios (Schillebeeckx). Ella participa de la incongruencia y provisionalidad inherentes a toda palabra humana. Pero no se puede dejar de admirar la fe consistente que atraviesa la lectura bíblica.

Hay quien sitúa la redacción de la Biblia en una época (el Siglo VII aC) en que todo el mundo parecía sacudido por impulsos humanitarios, agitados por un fermento espiritual poderoso.

Es impresionante verificar que figuras como Confucio en China (550-480 aC), Buda en India (560-480), Zaratustra en Irán (final del Siglo VIII), los Filósofos jonios en Grecia y los grandes Profetas hebreos (Ezequiel, Isaías, Jeremías) surgen aproximadamente en la misma época.

Hay quien habla acá de “época axial” y sugiere que nosotros estamos pasando por una nueva “época axial”, en la que todas las verdades recibidas son cuestionadas y aparecen nuevos impulsos (véase Zygmunt Bauman con su idea de “liquidez”).

No podemos sino quedar impresionadas(os) por la creatividad espiritual del pueblo hebreo, que consiguió expresar a través de narraciones originales asuntos y desafíos que aun hoy nos tocan y darles un cuño ético inconfundible, diferente de la literatura dinástica, guerrera y violenta, endémica en tantas otras culturas.

Ninguna literatura habla de los pobres como habla la Biblia. Eso, por sí solo, ya basta para “creer a pesar de todo”.

Eduardo Hornaert

Fuente Atrio

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