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2.11.21 Día de Ánimas. El purgatorio no es un dogma separado de Cristo, sino un elemento esencial su pascua

Martes, 2 de noviembre de 2021
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Es un tema del que se viene dialogando desde hace más de sesenta años y en esa línea quiero seguir reflexionando en este tiempo en que muchos parecen dudar de su existencia y, lo que peor, añaden que no importa lo que sea, corriendo así el riesgo de pasar por alto un elemento importante del kerigma y de la vida del cristiano.

No es un dogma puramente antropológico que pueda desligarse  del misterio pascual de Jesús, sino un momento radical de ese misterio,  tal como ha sido formulado por el el credo de los apóstoles, cuando dice que Jesús  “descendió a los infiernos” (al purgatorio), para compartir la suerte de los muertos, liberándolos de la destrucción eterna (un tema sobre el que ha reflexionado de un modo especial H.Urs von Balthasar, en su estudio sobre el Triduo Pascual, publicado en MS).

No es un dogma aislado,  que pueda separarse de los otros, sino un momento esencial de la encarnación redentora (pascual) de Cristo que “descendió a los infiernos” para acompañar y liberar a los que “esperaban” (=esperan) su santo advenimiento. Así lo entendió la iglesia antigua y lo sigue entendiendo la de Oriente, que no ha necesitado nunca ni necesita un dogma separado sobre el purgatorio (pues su tema queda integrado en la pascua-resurrección de Cristo).

Es un dogma vinculado a la culminación de la experiencia humana en Cristo, como indicarán las reflexiones que siguen.

Introducción

             El dogma de fondo no son las almas/ánimas que necesitan ser purgadas o sacadas de un tipo de cárcel penitencial, sino Cristo que se ha encarnado (=sigue encarnándose) en la historia de amor y dolor, de vida y muerte de los hombres. Ciertamente, la devoción cristiana ha representado con mucho amor (y a veces con cierto tenebrismo) la cuestión del purgatoria.

     Es bellísima la imagen de la Virgen sacando almas del purgatorio. Es importante la devoción a las almas del purgatorio con quien muchos se mantienen unidos en oración, la comunión eucarística con ellos, la apelación a la Indulgencia de Dios (no a las indulgencias con días particulares etc. etc.).

Pero eso son detalles secundarios. El dogma es Cristo (=Dios encarnado) que vive en los hombres, asumiendo su historia, una historia en marcha, en la que vivos y difuntos nos mantenemos (=estamos comprometidos) de modos distintos en la “marcha” de la vida.

   Eso significa que el camino de vida de los difuntos no ha terminado todavía, pues formamos todos un “cuerpo” en marcha, en comunión de gracia y amor, hasta la plena reconciliación (la plenitud del Reino, cuando el Dios de Cristo sea todo en todos (1 Cor 15, 28)

Un purificatorio

Según la teología tradicional, purgatorio (en sentido figurado) es el “purificatorio”, que no se entiende como “tiempo” sino como proceso de transformación creyente (nos atrevemos a decir “cristiana”) de aquellos que han muerto sin hallarse aún preparados para alcanzar la bienaventuranza de Dios (=que no han llegado aún a la meta de la vida en Dios, que es la parusía plena de Jesús, la resurrección de todos los muertos).

Lo que llamamos purgatorio no es algo que se aplica sólo a las almas separadas, ni tiene un sentido puramente medicinal, como el de las purgas que se empleaban antiguamente para curar a un tipo de enfermos de cuerpo. De un modo semejante,, los enfermos de alma, necesitarían una purificación espiritual, a fin de limpiarse por dentro, para así recibir el amor de Dios y responderle igualmente en amor, amando a los demás hombres y mujeres, llegando de esa forma al cielo.

Por eso, más que de purgatorio e incluso de purificatorio, habría que hablar de amatorio, es decir, de aprendizaje y experiencia de amor, pues quien no ha conseguido amar o recibir en gratuidad el amor de Dios en Dios no está preparado para responderle en amor. Es, por tanto, una escuela de amor, donde el símbolo del fuego no emplea en clave de castigo, sino de creatividad de amor.

De todas formas, la Iglesia Católica no ha logrado explicar plenamente el purgatorio/amatoria, de manera que, en general, las iglesias protestantes se oponen a su visión del tema, negando incluso la existencia del purgatorio. Pero muy posiblemente esa oposición protestante se dirige a un tipo de “mercado” del purgatorio (¡misas por los difuntos, en sentido casi comercial!) más que a la visión recta del tema.

              Sea como fuere, el purgatorio forma parte de la experiencia más honda de la vida humana: Los muertos siguen de algún modo viviendo, tienen una función muy importante en nuestra vida. No son simplemente “di-funtos” (de-functi: los que no tienen ya ninguna función que cumplir)… Sino que su función consiste en mantener nuestro pasado. Por ellos somos, ellos definen de alguna manera lo que podemos ser; y nosotros, los que aún vivimos, seguimos manteniendo en vida a los difuntos, esperando la utopía de la nueva humanidad, de la vida de todos los que han muerto.

  Estrictamente hablando, el símbolo del purgatorio no aparece en la Biblia, aunque se conocen y aceptan en ella las oraciones por los difuntos, como aparece no sólo en 2 Macabeos 12, 43-46 (que es el texto clásico sobre el tema), sino en el conjunto de la piedad israelita y cristiana. En esa misma línea se puede entender un pasaje de Pablo (1 Cor 15, 29), donde se habla de aquellos que se “bautizan” (es decir, se purifican) por los muertos.

Pero más que en unos textos aislados, la experiencia y teología del purgatorio ha de entenderse desde la visión completa de la fe cristiana, que es una fe en la vida, en la transformación y resurrección de los creyentes, es decir, de todos los hijos de Dios, por medio de Jesús. En ese sentido, creo que el purgatorio forma parte del proceso de muerte y resurrección de los hombres en Cristo, para integrarse en el camino de su salvación, para resucitar con él (desde Dios) a la vida eterna (que es Dios Todo en todos). Ese es el principio de purgatorio, la afirmación de que la “vida” de los creyentes no termina con la muerte, sino que se abre en y por ella al despliegue de la luz/amor de Dios   Una historia y realidad compleja

El purgatorio puede vincularse con las “pruebas de purificación” que aparecen en diversas religiones: ellas son como pasos que el novicio o candidato a la madurez debe superar, a fin de alcanzar la perfección y adquirir de esa manera el conocimiento perfecto del misterio y la integración en el grupo de los purificados.

a. Cárcel penitencial. El purgatorio tras la muerte se ha comparado con una cárcel temporal, donde los delincuentes expían por los pecados que han cometido y se purifican, con el fin de integrarse de nuevo en la sociedad, viviendo en ella en una situación de limpieza. Entendida así, la cárcel responde no sólo a la justicia del “talión” (cada uno debe “pagar” por lo que ha hecho), sino también a una exigencia de maduración personal.

Los hombres, especialmente aquellos que son reos de una determinada culpa, tienen que compensar por el mal que han realizado y alcanzar de esa manera la madurez personal que se necesita para vivir en situación de libertad; no es una cuestión de justicia exterior, sino de plenitud interna.

b. Purgatorio tras la muerte. Aparece básicamente como una interpretación teológica de la necesidad de purificación de aquellos que han muerto sin haber logrado una pacificación interior y una maduración personal.

Las religiones de la interioridad (hinduismo, budismo) tienden a interpretar esta necesidad de purificación a través de la doctrina de las reencarnaciones: los espíritus que no han llegado a estar pacificados y no han alcanzado su nivel de perfección, tienen que volver a introducirse en los ciclos de la vida, para así purificarse, hasta alcanzar el estado de inmersión total en lo divino (o en lo nirvana).

Por el contrario, los cristianos católicos han desarrollado la doctrina del purgatorio como medio de purificación individual (para cada hombre o mujer) y lo han concebido como un estado de vida intermedia entre este mundo y el cielo. Los que mueren en estado de imperfección no nacen de nuevo en la tierra, ni van directamente al “cielo” (ni son destruidos para siempre, como los posibles condenados del → infierno), sino que han de ser “purificados” tras la muerte, en un tipo de vida intermedia, que tiene precisamente esa función purgativa de limpieza.

c. Culto a las almas del purgatorio. Es de doble tipo, conforme a la doctrina de la “comunión de los santos”, que vincula a las tres “iglesias”: militante (de la tierra), purgante (del purgatorio) y triunfante (de los que han alcanzado el cielo, culminando de esa forma su camino de lucha).

La visión de esa iglesia purgante, cuyos miembros difuntos (almas del purgatorio) pueden orar por los vivos de la iglesia militante y recibir la ayuda que ellos les ofrezcan (especialmente a través del sacrificio de la misa) ha formado una parte esencial de la piedad católica de la Edad Media y Moderna.

Ese culto por las almas del purgatorio se ha realizado, según eso, en una doble dirección: los vivos han rogado por los muertos (para que culmine su purificación y salgan del purgatorio, triunfando en la vida superior del cielo); los difuntos del purgatorio han rogado por los vivos, protegiéndoles en los diversos peligros de la vida.

Disputa sobre el purgatorio. Un poco de protesta.

Está vinculada, sobre todo, con las formas externas de culto a las almas del purgatorio y, en especial, con las indulgencias. Fue una disputa que nació en torno al siglo XIII y culminó en el siglo XVI, con la crítica de los protestantes y las declaraciones del Concilio de Trento.

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21.9.21.Mes de la Biblia,San Mateo: El evangelio fundacional de la Iglesia

Martes, 21 de septiembre de 2021
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evangelio-de-mateoDel blog de Xabier Pikaza:

Se celebra este día (21, 9) la fiesta de San Mateo, primer evangelista, punto de partida de la lectura del NT y de toda la Biblia para millones de cristianos, como he puesto de relieve en Ciudad Biblia.

Podemos empezar con el relato de la llamada de Jesús, según Lc 5,27-32. No sabemos mucho de él. Mc 2, 14 le llama Leví (levita, hijo de Alfeo), identificado por la tradición con el autor del primer evangelio, un escriba que saca de su arcón de libros verdades antiguas y nuevas, para dibujar la figura de Jesús,  centro de toda la Biblia (Mt 13, 52).

Su “historia” es admirable, paradójica: Es judío (Levi), y sin embargo parece funcionario del dinero universal (de Judea y Roma), publicano sospechoso y afamado. Está contando el dinero en el telonio, pero Jesús le llama y el deja todo y le sigue, invitándole después, con los discípulos y amigos publicanos (pecadores) a comer de fiesta, gastando el dinero quizá mal ganado en un festín sospechoso.

Los fariseos (separados) critican y condenan a Jesús porque se sienta (come, hace amistad) con pecadores y gente de vida dudosa, pero Jesús responde defendiendo el perdón mutuo y el abrazo sobre la ley pura de los intransigentes. Éste Leví es un hombre apropiado para escribir un evangelio como el de Mateo. Hoy sería buen día para leerlo entero.

Cronológicamente no parece el primer evangelio que se ha escrito, Marcos parece anterior, lo mismo que un documento evangélico llamado Q (sigla de Quelle, fuente). Pero el canon del Nuevo Testamento ha colocado al principio el evangelio de Mateo, tomándolo así como libro clave para entender la Biblia Cristiana. Muchos han escrito y siguen escribiendo sobre este evangelio de Mateo. Yo mismo le he dedicado un largo comentario. Pero es preferible leer hoy el texto del Evangelio de Mateo.

 Nueva introducción (Mt 9,9-13)

Cuenta la tradición que un publicano (Levi) se sentaba en su oficina de impuestos (telonio). Parecía por familia un sacerdote: Se llamaba Leví, levita. Pero la fortuna de la vida o su opción económica le hicieron “oficial de aduanas”, quizá jefe económico del puesto de frontera entre Cafarnaúm, donde Jesús vivía (en Galilea, reino de Herodes), y Betsaida, ciudad de Pedro, Andrés y Felipe (en Iturea, reino de Felipe).

            Jesús debía pasar por allí con frecuencia, fijándose en Levi, a quien un día llamó diciendo: “Ven conmigo”. Y Leví dejó la aduana con dinero y siguió a Jesús, el pobre. ¿Qué podría hacer en su grupo un publicano? Quizá hablar de economía, enseñar cómo funcionan los impuestos, de qué forma se invierte el dinero.

Todo eso hizo Leví, sin duda. Pero el texto empieza hablando de otra cosa: Leví invitó a Jesús a comer, con escándalo de muchos que decían: ¡Cómo puede sentarse Jesús a su mesa! Debió ser una comida de solidaridad y compromiso por el Reino. ¿Qué dirían? ¿Qué diríamos nosotros?

EL EVANGELIO DE MATEO

 Elementos distintivos

   He presentado a Mateo como evangelio fundacional de la Iglesia, un evangelio hecho de pactos (entre los de Jerusalén y los de Pablo, entre galileos y helenistas), el evangelio que  ha sido y sigue siendo la palabra clave del “fundamento” de la Iglesia, vinculada a la figura y acción de Pedro (Mt 16, 17-19), un Pedro-cimiento sobre el que pueden edificarse todas las “moradas” y caminos de la Iglesia.

No es un código legal, sino un libro de vida que vincula la tradición de Israel (desde el principio) y la nueva experiencia cristiana, una especie de “manual” de vida (como pudo ser, en un plano distinto, la Regla de la Comunidad de Qumrán). Es, al mismo tiempo, un libro/controversia que recoge el resultado (las actas) de una fuerte disputa entre seguidores de Jesús y judíos rabínicos, con urgencia escatológica, pues muchos aguardaban el cambio de los tiempos, el derrumbamiento de un mundo anterior, la llegada del Reino de Dios. Pero, siendo todo eso, es un libro-guía de Jesús y de su comunidad cristiana.

Mateocuenta la historia de Jesús como cumplimiento de la tradición bíblica, fijada básicamente en la Escritura de Israel (el AT cristiano). Muchos escritos de entonces (entre el III aC y el II dC) quisieron fijar la identidad judía desde las nuevas circunstancias religiosas y sociales, como hizo Mateo, aunque en otras perspectivas. Entre ellos podemos recordar Jubileos, diversas partes de 1 Henoc y la Regla de Qumrán, con los grandes apocalípticos del I-II dC (2 Baruc, 4 Esdras).

Éstos y otros libros querían mantenerse fieles a la tradición judía, pero la reinterpretaban de diversas formas. En ese contexto ha recreado Mateo la tradición y vida judía desde Jesús de Nazaret, abriendo así un camino mesiánico nuevo, que se ha mantenido y extendido en la Iglesia cristiana.

Mateo expone despliega una visión radical del judaísmo, pero entendido desde la historia de Jesús, ofreciendo una visión canónica (eclesial y normativa) de su mensaje y movimiento. Los estudiosos judíos posteriores han aceptado el carácter israelita de otros libros apocalípticos o legales, como los citados (Jubileos y 1 Henoc…), pero afirman en general que Mateo no sería ya judío. En contra de eso, pienso que Mateo es tan judío (fiel a la Escritura de Israel) como esos libros, pero con la diferencia de que ellos no han logrado crear una “comunidad autónoma” de creyentes.

Pues bien, Mateo lo ha hecho, reinterpretando la historia de Jesús en este libro-guía de la comunidad cristiana, superando (trascendiendo) de hecho los límites de un judaísmo rabínico tradicional (con la Misná), pero conservando y ratificando desde Jesús, lo que a su juicio (y a juicio de gran parte de los cristianos) es la raíz del judaísmo.

En esa línea, Mateo es un libro de historia de la iglesia, pues, al recrear la “vida” de Jesús, cuenta su acogida en las iglesias. En el fondo de su evangelio está la historia de Jesús, pero con rasgos tomados de Pablo, y también de Santiago… y en especial de Pedro.

Un tipo de iglesia católica ha estrechado la amplitud del evangelio de Mateo, ha domesticado en forma romana la universalidad de Pedro… En ese sentido, si la iglesia católica quiere recuperar la tradición de Pedro tiene que verle en comunión dialéctica con Pablo, con Santiago, con el Discípulo amado.

No le importa sólo Jesús (sus palabras y sus hechos en sí mismos), sino en la vida de sus seguidores, entre los que destaca Pedro, pero sin negar a Pablo, a Santiago, al Discípulo amado y a las mujeres de Pascua

. Como puso de relieve la “historia de las formas” (Formgeschichte), los evangelios, y de un modo especial Mateo, exponen no sólo el pasado de la historia de Jesús, sino la forma en que esa historia ha sido acogida y valorada por la Iglesia. Según eso, Mateo recrea y vincula dos historias: La de Jesús, Mesías de Israel, y la de sus seguidores en la Iglesia.

Mateo es un libro de choque socio-cultural, y así ofrece una gran alternativa político-religiosa, en el cruce entre dos mundos (oriente y occidente). Es un libro de base semita, oriental (hebreo y arameo), y en esa línea presenta al principio a los “magos de oriente”, los sabios que vienen buscando a Jesús con la estrella (Mt 2).

Pero, al mismo tiempo, es un libro clave de la historia de de occidente, elaborado desde un judaísmo que ha crecido en el contexto socio-cultural del helenismo, en el imperio romano; un libro escrito en griego culto, la koiné helenista, para ofrecer una alternativa económica y social, cultural y religiosa al mundo dominante (al orden romano), desde una ciudad que era cruce de culturas e historias (Antioquía de Siria, hoy Turquía). Ciertamente, no critica de forma directa al Imperio Romano, ni desarrolla una imaginería apocalíptica de su pecado y caída (como el Ap Juan), pero eleva una alternativa mesiánica a su visión de poder del mundo.

Es un discurso de  fuerte controversia, con elementos claramente retóricos, cosa que a veces se olvida en las relaciones entre judíos y cristianos, un libro donde deben esccharse las razones de Pablo y del rabinismo, recreadas desde Jesús.

Ciertamente, incluye textos y testimonios admirables de perdón y comunión, de universalismo y pacificación, pero, al mismo tiempo, recoge la historia de un duro conflicto entre seguidores de Jesús y otros judíos, y lo hace no sólo con dureza, sino incluso con “mentiras retóricas”, acentuando de manera injusta (e incluso ofensiva) los posibles defectos de los adversarios (judíos rabínicos).

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Año de la Biblia. Marzo: El Evangelio de Mateo

Lunes, 2 de marzo de 2020
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evangelio-de-mateoAntes de inciar la lectura (o relectura) de cualquier libro de la Biblia es  conveniente leer la Introducción que cualquier edición hace sobre el autor, época, género literario, y contenido del libro que se va a leer.

El evangelio de Mateo

Mateo escribe para las comunidades judeocristianas, y escribe su evangelio basándose fielmente en el relato de Marcos, en los dichos de Jesús del documento Q, y en algunas fuentes judeocristianas. De este modo compone su evangelio en seis relatos y cinco discursos de Jesús.

Su intención es mostrar a las comunidades cristianas procedentes del judaísmo que el mensaje de Jesús no es una ruptura con el judaísmo sino su perfecto cumplimiento. “No penséis que yo he venido a a nular la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. No he venido a anularlas sino a darle su verdadero significado” (Mt 5,17 Biblia Traducción Interconfesional).

Sus comunidades, que probablente habían sido ya expulsadas de las sinagogas, se sentían las verdaderas herededas de las promesas judías, en contradicción con los fariseos, y esta situación se refleja en las  disputas de Jesús con los fariseos en los relatos de Mateo.

El obispo episcopaliano Johnm Shelby Spong pone de manifiesto el estilo judío del evangelio de Mateo,  que presentó su relato en paralelo y como cumplimiento de los acontecimientos proféticos del Antiguo Testamento, así como el ejemplo y la superación de los grandes personajes, especialmente de Moisés. Sus comunidades entendían espontáneamente estas alusiones, porque las tenían grabadas en su imaginación; en cambio las comunidades de cristianos procedentes del paganismo interpretaron literalmente los relatos de Mateo, porque desconocían sus antecedentes bíblicos; y sus interpretaciones han prevalecido en la historia de la Iglesia.

Mateo era consciente de la tensión entre las comunidades judeocristianas de Santiago y las paganocristianas de Pablo, y ve la necesidad de mantener la unidad en la figura de Pedro. Es el único evangelista que relata la entrega de las llaves del Reino a Pedro, episodio intercalado (y un tanto incoherente) en el conjunto del relato, como puede apreciarse comparando Mt 16,13-23 con Mc 8,27-30 y Lc 9,18-22.

En Marcos, Pedro reconoce a Jesús como mesías triunfante, hijo de David, y esto es coherente con su intento de disuadirle de que se arriesgue a ir a Jesulén. Lucas evita descalificar a los discípulos y omite este intento de disuadir a Jesús. Mateo es el único que atribuye a una inspiración del Padre el reconocimiento de Jesús como mesías, pero resulta incoherente que a renglón seguido Pedro trate de disuadir a Jesús de seguir su camino.

No tienen que extrañarnos estas diferencias de interprretación porque el evangelio no es un código cerrado sino una invitación al amor incondicional, y unas orientaciones para que escuchemos a nuestra conciencia con la resonancia de los signos de los tiempos (de las situaciones de cada comunidad). Un código cerrado sería volver al fariseísmo que Jesús denunció. El mensaje de Jesús es amor sin límites; cumplir los diez mandamientos (o los cuarenta) nos evita tener que ir más allá.

Que se hayan conservado cuatro evangelios canónicos (aceptados por la comunidad de comunidades), con sus diversas interpretaciones y sus contradicciones, nos evita caer en una interpretación literal de un solo evangelio.

De Marcos aprendimos el realismo y el apasionamiento radical por la buena noticia de Jesús. De Mateo podemos aprender un sereno equilibrio para mantener la unidad, tan necesaria en estos momentos.

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Lecturas recomendadas

Xabier Pikaza: El evangelio de Mateo, ed. verbo divino 2019. Exégesis y comentario teológico. Pikaza recoge la memoria de los duros conflictos antiguos, sabiendo que allí donde se dice Jesús se está diciendo Iglesia. Conflictos que deben resolverse en comunión de vida y en diálogo con las iglesias judeocristianas y paulinas, apelando al testimonio de Pedro y de los Doce.

José Luis Sicre: El evangelio de Mateo, un drama con final feliz. Ed. Verbo Divino (La casa del Libro tiene una edición digital). La intención de este comentario es ayudar a descubrir el proceso que llevó a Jesús hasta la muerte, acompañándolo, a veces sin entender mucho, como los discípulos; escandalizándonos en ciertos momentos, como los fariseos; desconcertados, como las mujeres ante la tumba; cumpliendo, entre dudas y entusiasmo, la misión final que nos encarga, convencidos de que él está con nosotros hasta el fin del mundo.

John Shelby Spong: El evangelio de Mateo (versión digital facilitada por la Asociación Marcel Légaut)

Rafael Aguirre y otros. Guía de Lecturas de los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Ed evd 2014. Estructura de cada evangelio con breves explicaciones de cada sección, que introducen a una lectura personal.

 

Vídeos recomendados

Pope Godoy: El evangelio de Mateo. Hasta hace poco se pensaba que era el evangelio más antiguo. Por eso gozó de mucho prestigio y es el más leído y más comentado en la tradición cristiana. Pope hace una interesantísima comparativa entre Mateo y Marcos, que pone de relieve las peculiaridades de Mateo y nos aporta luces para reconocer un poco mejor la figura de Jesús y su mensaje.

Gonzalo Haya: Contradicciones en los Evangelios. Estamos tan acostumbrados a los pasajes del evangelio, que seguramente no somos conscientes de las grandes contradicciones que hay entre los evangelistas, e incluso entre dos textos de un mismo autor. Reflexionar sobre ellas nos hace descubrir qué tipo de verdad quieren comunicar los relatos evangélicos o qué concepto tenían de la historia.

José Luis Sicre: Entorno histórico y sociológico de Jesús. El autor nos brinda un magnífico resumen para describir el contexto social de la vida de Jesús. Recurre a los relatos de historiadores para describir lo que es vivir bajo por la dominación romana o la situación en Galilea. Muy interesante también el capítulo en el que aclara las diferencias entre los celosos, el grupo de Judas el Galileo, los sicarios y los zelotes. Por último, siguiendo la tipología de Lenski para las sociedades agrarias, describe la sociedad en tiempos de Jesús y cada una de las clases sociales.

José Arregi: Bienaventurados los pobres (I). Hay gran consenso en afirmar que el Reino de Dios es el núcleo del mensaje de Jesús. Estudiando el lenguaje que utiliza al hablar del Reino descubrimos un gran paralelismo con la Religión Imperial. La subversión de los cristianos fue negar esas atribuciones al Emperador para dárselas a Jesús. No debería negarse la intención política del mensaje de Jesús. ¿Qué pasaría si de verdad reinara Dios? Que las viudas, los huérfanos y los extranjeros no estarían desprotegidos, porque su Rey mira los corazones de todos los hombres y no rechaza a nadie. En el Reino de Dios reina la Justicia y todos sin excepción son atendidos.

José Arregi: Bienaventurados los pobres (II). La revolución política de Jesús se basa en una revolución o inversión de valores. En sus parábolas y sobre todo en las bienaventuranzas, Jesús atribuye a los pequeños, los valores que se suelen atribuir a los grandes. Cuando afirma que son bienaventurados los pobres, no está haciendo exaltación de la pobreza, sino que son bienaventurados porque van a dejar de ser pobres. El Reino de Dios se está llevando a cabo, sin que sepamos cómo, al igual que crece la semilla.

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2.11.18. El mausoleo de Franco y la crítica de Jesús a los constructores de tumbas

Viernes, 2 de noviembre de 2018
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ef7168cb-2bbd-4156-aa23-4697484c2a82Del blog de Xabier Pikaza:

La fiesta de difuntos (2.XI.18) es tradicionalmente un día de tumbas:Los familiares se acercan a los cementerios, para recordar a los muertos, venerando su memoria con oraciones y flores.

Pero en determinados momentos las tumbas se convierten en motivo de litigio, como puso de relieve Jesús en un durísimo pasaje en el que critica a los que gentes edifican tumbas gloriosas a personas a las que primero han matado, para seguir así sacrificando luego, más y mejor.

Quiero recoger y recordar ese pasaje sorprendente de Jesús, sobre tumbas, en un día de Difuntos, cuando media España está discutiendo sobre la tumba de Franco:

‒ Unos quieren mantener los restos del General en un Mausoleo natural de Roca a ras de templo bajo la inmensa peña-mausoleo, para ratificar así su “memoria”, en el “sepulcro mayor de España”, bajo la Cruz más alta.

e7791df6-a6d0-4eb7-9e7e-4a96cd57878d‒ Otros quieren trasladar los huesos del General y ponerlos en algún lugar privado, con las honras normales que se tributan (o debieran tributarse) a todos los difuntos.

– Finalmente, parece que los descendientes del General quieren enterrarle bajo la Gran Catedral de Madrid, como si fuera un santo protector de la ciudad y del obispado (con el riesgo de convertir la Almudena en tumba real y lugar de exaltación de Franco).


En ese contexto, hoy,día de difuntos, me atrevo a ofrecer unas reflexiones telegráficas sobre el tema, en la línea de otras que presenté hace dos meses, para comentar después el texto de Jesús sobre las tumbas, con temor y temblor, porque es muy duro

Imagen 1: Sepulcros del Valle de Josafat, a los que Jesús aludía
Imagen 2: Mausolro de roca túnel del General, en el Valle de los caídos.


1. Reflexiones y propuestas sobre la tumba de Franco en el Valle de los Caídos.

1. No juzgo aquí la historia pasada, pero una vez que el Valle de los Caídos ha sido construido como Tumba de Honor de Franco, pienso que podría seguir siendo lo que es, pero en un nuevo contexto social (¡tumba para todos los caídos, en guerra y fuera de ella, sin ventaja para el General), de manera que la Basílica del Valle de los Caídos se convierta en un cementerio civil y “museo de la memoria histórica”.

2. Pienso que la Iglesia Católica podría abandonar la custodia de aquel sepulcro particular, para que no sea lugar de exaltación de algunos, con monjes guardianes de la tumba, encargados de rezar por el descanso eterno del General. Que recen sí, por Francisco Franco y por todos los difuntos, pero no como guardianes especiales de ese mausoleo.

3. En esa línea, creo que el Gobierno podría expropiar o desamortizar la Basílica particular‒Tumba del Valle de los Caídos, para convertirla en Cementerio Civil de todos, en museo y escuela de la memoria, como he dicho en alguna otra ocasión.

3. La cruz sobre la roca puede quedar, como signo de un muerto, de todos los muertos, sin connotaciones especialmente confesionaless, como signo universal de un crucificado (torturado). Y pueden quedar también otros signos cristianos de la actual basílica, pero junto a otros de tipo social, religioso y/o cultural, de diversas línea, en respeto por los difuntos, en un cementerio de todos.

4. De modo consecuente, me atrevo a decir que los restos mortales de Franco pueden y quizá deben quedar también donde está, pues ese lugar es historia… y no veo la razón para cambiarla. Pero a su lado deberían ponerse tumbas de personas significativas, de uno y otro lado de la Guerra Civil. Es bueno darle compañía al General, que quizá no dialogó en vida,para que dialogue en la muerte (como en la elegías muertos del profeta Ezequiel).

5. Lo que se ha dicho y contestado sobre el encuentra de la Vice‒presidenta del Gobierno de España, Carmen Calvo, con el Cardenal P. Parolín ha de entenderse desde la “política” romana. Conozco un poco el tema, he andado por allí alguna vez. Estoy seguro de que el Card. Parolín no ha prometido nada concreto a Carmen Calvo, aunque le ha debido decir buenas palabras… y ella, quizá menos puesta en temas de Curia romana, ha pensado que él apoyaba su propuesta. Me parece muy posible que el Cardenal le ha dicho que los huesos de Franco no son asunto vaticano, pero que el Vaticano verá con buenos ojos que el tema se arregle a las buenas, entre nietos de Franco, gobierno y quizá Mons. Osoro, por el tema del panteón de la catedral.

6. Tampoco sé lo que piensa de verdad el Card. Osoro, obispo de Madrid, sobre Franco en la Almudena, aunque parece que ha dicho que el panteón está allí, y que es de la familia Franco, que en principio puede ser acogido allí, como otros particulares, que propietarios de tumbas de la catedral. Pero Osoro sabe muy bién que Franco no ha sido un particular sin más, sino un hombre público muy discutido, con una memoria dolorosa… Enterrar en la catedral de la Villa y Corte a un muerto así, aunque sea de hace muchos años, significaría quizá una ofensa para muchos pacientes de la llamada Cruzada…

En otras palabras, que no tengo mucha solución, pero que visto el tema así, me ha parecido conveniente recordar un texto clave de Lucas y Mateo sobre tumbas discutidas, al servicio de la muerte.

Un texto y tradición de Jesús sobre sepulcros

Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas, pues vuestros padres los habían matado. Así sois testigos (de ello) y aprobáis las obras de vuestros padres, porque ellos mataron y vosotros, por vuestra parte, edificáis (Lc 11, 47-48).

evangelio-de-mateoEstas palabras se encuentran en el centro de una disputa de Jesús contra aquellos que matan y después se aprovechan haciendo sepulcros para así mantener la opresión social y seguir matando.

Jesús polemiza así contra la religión funeraria de unos hombres a los que, en otro contexto aparecen como «sepulcros blanqueados» (Mt 23, 27), gentes que elevan tumbas gloriosas para sí mismos y de paso para los asesinados a fin de seguir asesinando mejor.
Así se podría decir de gentes, quizá como Franco, que utilizan la muerte (la guerra) para hacerse grandes monumentos a sí mismos.

Estos edificadores de sepulcros suponen que están honrando la memoria de los muertos, pero en realidad se aprovechan de ellos, utilizando su memoria para seguir imponiendo su violencia, manteniendo el odio, la lucha de unos contra otros y finalmente para construirse sepulcros gloriosos y “religiosos”, como si con eso pudieran blanquear su culpa.

El evangelio de Mateo ha insistido en el tema, llamando “sepulcros blanqueados”, a los que edifican así tumbas. cuando se dirige a los escribas y fariseos.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad (Mt 23, 27).

«Con esto (con este tipo de sepulcros) dais testimonio contra vosotros mismos de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. ¡Vosotros, pues, colmad la medida de vuestros padres!» (Mt 23, 31-32).

De esta forma se expresa la retórica asesina de la muerte, propia de una ley que «sacraliza» en un plano a las víctimas para seguir aprovechándose de ellas (matándolas mejor).

Estos pasajes, leídos a la luz de Mc 12, 1-12 (la parábola de los Viñadores Homicidas), definen a un tipo de hombres como constructores de sepulcros de personas a las que asesinar,
con la escusa de la que herencia es de ellos….Los que construyen este tipo de sepulcros son, según Jesús, una generación de héroes asesinos: primero matamos, destruimos a los otros, porque nos estorban, nos impiden triunfar y dominar sobre la tierra; pero luego les hacemos monumentos para mantener viva la memoria de nuestro triunfal asesinato.

En esa línea, parece que la tumba de Franco se sigue tomando como punto de partida (como excusa) para seguir enfrentándonos y humillándonos unos a los otros. De esa forma recibimos, asumimos y consolidamos sobre el mundo una cultura de la muerte. Necesitamos matar para vivir y de esa forma nuestra misma estructura social viene a mostrarse como culto a la muerte.

Sobre la sangre derramada de los enemigos hemos elevado nuestra cultura ((Sobre el asesinato del padre o del chivo expiatorio como principio de las leyes han hablando, entre otro, S. Freud y R. Girard, como he mostrado en Violencia y religión en la historia de occidente, Tirant lo Blanch, Valencia 2005)).

Esta palabra de Jesús vincula a los que matan y a los que dan culto a los muertos., a los que matan y construyen después sepulcros, para ratificar así que han matado bien, teniendo ellos un sepulcro de honor entre sus víctimas.

Si unos (los malos) mataran y otros distintos (los buenos) hicieran sepulcros, no habría problema. Sin duda, nosotros seríamos de los buenos. Para decirnos algo de ese tipo no habríamos necesitado la revelación de Jesús: podríamos haberlo descubierto por nosotros mismos.

La novedad del evangelio está en que ha unido ambos gestos: matamos y después (al mismo tiempo) queremos construir nuestro edificio social sobre el cimiento-piedra de los asesinados (sobre la violencia de nuestros asesinatos: Hacemos leyes y seguimos gobernando porque somos herederos de los vencedores violentos).

En ese contexto recordamos que Jesús no tiene tumba, el cristianismo no es religión de una tumba (ni la del Santo Sepulcro de Jerusalén, ni de San Pedro de Roma, ni del Valle de los Caídos de Cuelgamuros…). No está en una tumba, sino allí donde los hombres dialogan, se aman, esperan.

Jesús no tiene tumba

Sobre ese muerto que es Jesús no podemos elevar ya un monumento pues su templo y monumento es la nueva humanidad reconciliada, sin violencia y juicio.

Pues bien, en contra del auténtico recuerdo de Jesús, los asesinos según ley (=los que se creen justos, haciendo guerra para su provecho), siguen matando y edificando su cultura sobre los cadáveres de las víctimas, justificadas y sacralizadas. De ellos trata el siguiente pasaje donde vemos la respuesta de Dios ante esa historia de asesinatos: Leer más…

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