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“Itiel Arroyo y la homosexualidad”, por Carlos Osma

Miércoles, 24 de abril de 2024
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IMG_4036De su blog Homoprotestantes:

Aunque algunes vivamos cómodas en nuestra burbuja cristiana, formando parte de comunidades donde lo queer es un valor que suma a todos, la realidad de la inmensa mayoría de cristianas queer pasa por otro lugar: por la influencia de discursos, teologías, prácticas y experiencias que las denigran. Y eso no lo deberíamos olvidar. Aunque algunes se sitúen por encima del bien y del mal, o lo que es peor, de la realidad, para decirnos que ya tenemos todo lo que queríamos, que bajemos la voz y que respetemos a quienes piensan diferente a nosotres, tendríamos que levantarla aún más para decirles que no, que no queremos un trozo de pastel, que lo queremos todo, y para todes. Y que cada uno puede pensar lo que quiera, y cuanto más diferente a nosotras mejor, pero no estamos dispuestes a que sus pensamientos impacten negativamente sobre nuestros derechos, nuestra dignidad, nuestra fe: sobre nuestra vida.

El otro dia un joven cristiano que procede de un entorno fundamentalista, me explicó que sentía atracción per personas de su mismo sexo y que estaba intentando mantenerse célibe para ser fiel a Jesús, aunque reconocía que le era imposible y eso le hacía sentir muy culpable. Cada vez que hablo con alguna persona que me cuenta algo parecido -lamentablemente muy a menudo- es como si retrocediera treinta años, y siento como si el tiempo -y la mente- se hubiera congelado en fundamentalandia. Después, me envió un vídeo de Itiel Arroyo, que parece ser es uno de los influencers del fundamentalismo hispano en este momento, donde en una entrevista animaba a los hombres que tienen atracción hacia otros hombres a mantenerse célibes para ser fieles a Jesús. Todo esto envuelto en el discurso queerfóbico clásico de que una cosa es la ideología queer -a la que se debe oponer todo cristiano- y otra las personas con atracción hacia personas de su mismo sexo -obviando el concepto de orientación sexual- a las que hay que acoger para ayudarlas a superar su trauma -que evidentemente no está producido por la discriminación, sino por algún problema infantil con sus padres-.

Sí, en nuestra burbuja cristiana este discurso es todo menos cristiano, y se basa en la ignorancia sobre el ser humano y sobre la Biblia. Pero en la realidad de muchas cristianes hoy, es la Verdad bajada del cielo y revelada por profetas como Itiel Arroyo: «Renuncio con dolor a acostarme con otras mujeres, a ser adúltero. Renuncio a esos deseos porque he encontrado un deseo superior que es Jesucristo. De la misma forma que yo renuncio a esas cosas que deseo, la gente que tiene atracción hacia personas del mismo sexo, debe plantearse: ¿estoy dispuesto a renunciar a este deseo por amor a Jesús? Jesús puede ser suficiente para ti».

Y podemos reírnos al escucharlo, y decirle a Itiel Arroyo que los pactos en su matrimonio deberían también incluir a su mujer. O jugar al psicoanálisis barato como él -aunque intuyo que nos saldrá caro- e invitarle a sentarse en un diván para descubrir cómo ha construido él ese deseo superior al que llama Jesucristo -no vaya a ser una proyección de sus prejuicios-. Podemos enfadarnos y preguntarnos de dónde se saca este señor que Jesús quiso que las personas queer renunciáramos a mantener relaciones afectivas sanas, saludables y activas, por amor a él -o si más bien lo que pretende es que renunciemos nosotras para no tener él que renunciar al literalismo bíblico, y que su teología desfasada pueda seguir manteniéndose en pie-. O relativizarlo todo, y decir que la culpa en el fondo no es de Itiel Arroyo, que personas como estas siempre las ha habido y siempre las habrá, sino de quienes están dispuestes a hacerle caso. Pero estaríamos pasando por alto hasta qué punto influye el entorno de las personas que escuchan a estos predicadores de la queerfobia, y como puede impactar en sus relaciones familiares, de amistad, o incluso laborales, el oponerse a estos discursos.

Donde yo he dicho Itiel Arroyo, estoy convencido de que entre todas podríamos decir decenas, cientos, miles de nombres de cristianos católicos, ortodoxos, evangélicos, con el mismo discurso. Y únicamente necesitamos multiplicar el número de esos nombres por diez, por cien, para entender la magnitud de dolor que ha producido y sigue produciendo el discurso queerfóbico fundamentado en el pseudocristianismo fundamentalista. Aunque lo importante no es poner un número, sino caras, porque la cosa se entiende mejor cuando una persona te mira a los ojos para explicarte su sufrimiento por no poder liberarse del odio que estos profetas han introducido dentro de ella.

Nuestra burbuja cristiana queerfriendly seguro que no ha sido fácil de construir, ni de mantener, pero las burbujas acaban siempre por explotar, y nos dejarán en algún momento a la intemperie. Por eso es importante construir sobre roca, con estructuras firmes y resistentes, a prueba de terremotos y huracanes integristas y fundamentalistas. Y para eso es imprescindible la apertura, los brazos abiertos de la inclusión de quienes han sido expulsados de otras comunidades, el botiquín del evangelio del amor para curar las heridas, la fraternidad para que todes seamos una. Pero también es necesaria la denuncia, no podemos mantenernos calladas ante el daño que la mayor parte de las comunidades cristianas, guiadas por personas profundamente queerfóbicas y que dan cobertura a influencers del odio, están generando en tantas y tantas personas.

Si Itiel Arroyo -o cualquier otro- necesita apelar al Jesucristo queerfóbico que se ha construido para no ser infiel a su mujer, nosotres le respetamos, es su decisión. Pero que a eso no le llame evangelio, ni lo imponga como un modelo a seguir para las personas queer. Para nosotres el evangelio pasa por la libertad, por la comunidad de la diversidad, por el Jesús que Ɐmaba a uno de sus discípulos, por el Jesús que nos ama a todes sus discípules y no nos exige sacrificios absurdos como renunciar al sexo o al amor. Lo que predican personas como Itiel Arroyo no es evangelio, tiene un nombre: odio. Y si con algo deberíamos ser intolerantes las cristianas, es con el odio.

Carlos Osma

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Espiritualidad, General, Homofobia/ Transfobia. , , ,

“ Jesús, ¿un coach para tu éxito?, ¿qué éxito?”, por Rubén Bernal

Martes, 1 de febrero de 2022
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Todo gira en torno a la nueva imagen de Dios que se revela en la cruz de Jesús: una imagen paradójica que mostraba su fuerza en la debilidad (2Co 12,9-10), su sabiduría en la simpleza (1Co 1,23-35), su riqueza en la pobreza (2Co 8,9), su divinidad en la humillación (Flp 2,6-8). [1]

La teología evangélica sensible a la theologia crucis que no se deja seducir por el ángel de luz de la theologia gloriae apenas existe en el contexto devocional hispanohablante. Este contexto aún bebe mayoritariamente (con grandes excepciones) de los planteamientos triunfalistas de la versión evangelical de la american religion y sus libros de superventas traducidos a nuestra lengua. El triunfalismo, el éxito, el poder, la fuerza… todo lo contrario al camino de Jesús se presenta como el paradigma que la Iglesia debe seguir. Incluso eso de «negarse a uno mismo», no está permitido en estos modelos de importación.

Si a veces, en el ámbito evangélico, quedan suficientemente desenmascarados aquellos rasgos de la teología de la prosperidad a los que no se debe sucumbir, por desgracia los planteamientos triunfalistas son todavía asumidos acríticamente. Estos vienen reforzados por personas famosas del mundo de la fe, cantantes, escritores, predicadores, locutores radiofónicos… ¿a caso van a estar equivocados tantos patrocinadores de productos de consumo espiritual?

¿Cuántos proyectos y modelos de «éxito» ajenos al seguimiento a Jesús tratan de venderle hoy a la Iglesia? ¿Cuántos proceden de esquemas del mundo empresarial definiendo el éxito por los resultados?, ¿cuántos asumen paradigmas piramidales?, ¿cuántos toman para la vida de fe patrones de dudosos libros de autoayuda?, ¿cuántos tienen ideas sobre el liderazgo que poco o nada tienen que ver con el Nazareno?, ¿cuántos toman elementos prescindibles de determinado tipo de coaching? Pensaba que eso era una moda de los años noventa y de la primera década del dos mil, pero estaba equivocado, sigue aunque con palabras nuevas.

Dios no entiende el éxito como lo entiende el mundo, los parámetros del reinado de Dios no son los mismos que la sociedad tiene como guía. No se debe olvidar que nuestra victoria consta en una cruz, en el Logos humanado que es ejecutado como un criminal. Tomar nuestras cruces y negarnos a nosotros mismos no es la vida de éxito que promocionan autores de blancas sonrisas, que anuncian haber descubierto secretos ocultos que casualmente nadie los conocía en todos estos años de cristianismo. Eso sí, en sus castillos de humo encontraremos algunos versículos por aquí y por allá, desanclados de sus contextos y empleados como recetas mágicas, como fórmulas de conquista bajo el eufemismo de «principios bíblicos».

Estos vendedores de éxito que quieren sacar «todo tu potencial» centran la atención mayormente en ellos, en la legitimidad y garantía que dan sus años de experiencia, su longevidad en el ministerio, sus logros, sus alcances, sus finanzas (¡cómo no!), su sonrisa… no hay centralidad en Cristo ni en su cruz. Son ellos los que tienen la receta para tu éxito personal. En tal caso, para restarse algo de protagonismo, aparece un Jesús amaestrado a capricho, un Jesús adiestrado como efecto de marketing para ratificar el producto, pero el resultado no deja de ser un éxito conforme el espíritu de este mundo.

Jesús Misionero 0001El programa de Jesús, su proyecto, no es capitaneado por el sistema de este mundo, su reinado «no es de este mundo», es más, consecuentemente, la Iglesia no debe funcionar desde paradigmas triunfalistas, ni descansar en el poder político, ni en el poder económico, ni en el poder de los medios de comunicación, ni en la fuerza bruta, ni promoverse desde palabras persuasivas de humana sabiduría, ni en la charlatanería, ni en el potencial humano de tu liderazgo, ni en las mejores luces de colores, ni en el mejor logotipo para pulseras y camisetas… Buscamos la excelencia, desde luego, hacer las cosas lo mejor posible y con la mejor calidad, pero tanto nuestro modelo como nuestra confianza están en Jesucristo.

El reinado de Dios, parece funcionar como un mundo al revés, va a la contra de lo que nuestra sociedad y cultura entiende como éxito (aunque para nosotros, los creyentes, sí sea un éxito). Reconocemos a Jesús como nuestro rey, pero él no tiene nada que ver con la forma en la que reinan los reyes de este mundo. Él mismo se desmarcó de ciertas suposiciones que la gente tenía sobre el mesianismo regio (davídico). Estas palabras de Jesús en el evangelio de Lucas son maravillosas:

Jesús les dijo: ―Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores. No sea así entre vosotros. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve. Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es el que está sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre vosotros como uno que sirve. (Lc 22,25-27)

Nuestro maestro, ¡nuestro rey! cambió los roles, y vivió como un sirviente porque el reinado de Dios es… como el mundo al revés.

Cuando Pedro reconoció a Jesús como el Mesías (Mt 16, 15-17), Jesús le indicó, junto al resto de discípulos, que su tipo de mesiazgo no se parecía en nada a lo que en la sociedad se esperaba. No iba a ser el mesías militar ni político que muchos ansiaban tener, por tanto, no impondría el reinado de Dios mediante el poder o la autoridad belico-política. Jesús se desmarcó de esa idea tan arraigada en el judaísmo de su época, pero muchos creyentes en la actualidad revisten (¡disfrazan!) a Jesús de esa falsa imagen mesiánica que el mismo rechazó. En las actuales tensiones políticas puede verse. Por su parte, Jesús propondría un camino alternativo, asumiría la vía del siervo sufriente expresada en Isaías (cf. Is 42,1-7; 49,1-9; 50,4-11; 52,13-53,12). Este modelo de Jesús es también modelo para su Iglesia.

En aquel momento, Jesús les siguió enseñando a sus discípulos que, en vez del prestigioso favor y apoyo de las autoridades religiosas (que lógicamente serían para la sociedad personas autorizadas y de renombre que darían públicamente garantías de su mesiazgo), lo que tendría de ellos sería su rechazo y feroz oposición, tal es así, que le conducirán a la muerte (Mt 16,21). ¿Es esto un modelo de éxito según el mundo?, ¿no sería considerado un fracaso? pues en este «aparente fracaso» está nuestra victoria. ¡Crux sola est nostra theologia!

A Pedro, a pesar de que había confesado un rato antes a Jesús como el Mesías, no le encajó esta enseñanza. Pedro ve que, lo que dice Jesús de sí mismo es muy duro, no se parece en nada a las expectativas mesiánicas triunfalistas que él, como judío, deseaba que Jesús cumpliera. ¿Cómo va a ser rechazado el Mesías? ¿Cómo va a ser llevado a la muerte? Por eso dijo: «Señor, ten compasión de ti mismo. ¡En ninguna manera esto te acontezca» (v.22). Lo que Pedro no sabía es que sus palabras estaban planteadas desde otro modelo de mesiazgo, uno cómodo, triunfalista, uno similar al que Satanás propone a Jesús en el relato de las tentaciones (Mt 4,1-11).

Aunque no me quiero extender aquí para desarrollarlo, la mayoría de especialistas entienden las tentaciones en el desierto como una forma seductora de enfocar el ministerio mesiánico de Jesús, una seducción a los medios políticos, económicos-materiales y religiosos. Tanto Satanás en Mt 4 como Pedro ahora, representan la idea de ambición y dominio que tienta a los seres humanos. Ambos tientan a Jesús a abandonar el modelo de siervo sufriente con el que se identifica y adoptar un camino fácil. No es casual que Jesús diga a Pedro: «apártate de mí, Satanás!» (v.23).

En el evangelio de Lucas, vemos que el programa de Jesús, su proyecto vital que anuncia en la Sinagoga de Nazaret (Lc 4,14-30), viene presentado justo después de las tentaciones en el desierto, para que de ese modo el programa satánico de poder y triunfalismo sea contrastado con el que Jesús toma de Isaías 61.

Cuando Jesús lee al profeta Isaías, presenta el modelo mesiánico que va a seguir, y ese modelo no es el de un líder de éxito, bajo el estilo de una vida fácil o el estilo de un dictador al que todos sirven. Él no vino para lucrarse, ni para escalar en grandes posiciones sociales, ni para ser servido, vino para servir y darse enteramente por amor (Cf. Mt 20,28).

En vez de un modelo exitoso conforme a los parámetros del mundo, vemos que su propuesta, vivida hasta las últimas consecuencias, va a tener mucho rechazo. Es un rechazo que vemos a lo largo de su ministerio, que le conduce a la cruz.

En este pasaje de Lucas donde Jesús presenta su programa en la sinagoga, vemos ya, en el v.29 que después de oírle, los asistentes quieren tirarle por un acantilado.

Ir contra viento y marea es duro, es incómodo. Ir a la contra del sistema y de los poderes de este mundo es gratificante cuando estamos en el camino de fe, pero es duro, te toca cargar con tu cruz en vez de vivir cómodamente sin complicarte. Y es que, quien quiera salvar su vida guardándose de complicaciones, viviendo para sí mismo, buscando acrecentar su potencial desde paradigmas de nuestro mundo, estará perdiendo su vida. En cambio, quien rechaza eso de vivir egoístamente, buscando el bien propio, quien rechaza salvar su vida para servir a la causa de Cristo y del reinado de Dios, habrá descubierto realmente la vida plena (Mt 16,25-26).

Según Lucas 4, después de sufrir las tentaciones triunfalistas de poder, riqueza, milagrería… el proyecto de Jesús es perfilado con claridad: le corresponde transitar un camino peligroso donde muchas veces tendrá que ir a la contra de los poderes del sistema humano. A nosotros, a su Iglesia, nos corresponde seguir a Jesús, pues somos, nada más y nada menos, que su cuerpo actuando en el mundo, que recibe las mismas tentaciones que él recibió, las cuales nos toca también superar.

Pido que tengamos criterio, discernimiento del Espíritu, para dejar de tragarnos modelos exitosos que nada tienen que ver con la dirección que debe tener la Iglesia según el propio programa marcado por Jesús.


[1] C. GIL ARBIOL; «El fracaso del proyecto de Pablo y su reconstrucción». Estudios Bíblicos LXXIII (2015), p.377.

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6987F026-6E11-4B89-B523-79246B737748Rubén Bernal Pavón (Málaga, España), es graduado en Teología por la Facultad de Teología SEUT (Madrid) con un máster en Teología Fundamental por la Universidad de Murcia. Ha realizado estudios teológicos en el Instituto Superior de Teología y Ciencias Bíblicas CEIBI (Santa Cruz de Tenerife). Tiene una diplomatura en Religión, Género y Sexualidad por UCEL/GEMRIP (Rosario, Argentina). Pastor de la Iglesia Protestante del Redentor de Málaga (IEE). Rubén es uno de los directores de Lupa Protestante.

Fuente Lupa Protestante

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“Necrocristianismo”, por Carlos Osma

Viernes, 16 de agosto de 2019
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ObeliscoLeído en su blog Homoprotestantes:

Hace solo unas horas que he llegado a Buenos Aires, Marcelo me ha recogido en el aeropuerto y me ha llevado hasta el apartamento donde pasaré una semana. Todavía tengo que repasar la presentación de mi libro que haré mañana en la Iglesia Evangélica Rio de la Plata, y además estoy cansado de casi veinte horas de viaje, pero no me resisto y salgo a la calle para conocer la ciudad. Mientras camino, voy escuchando los gritos de gente que ofrece cambiar dólares o euros por pesos argentinos, y observo también personas que viven en la calle y se tapan con mantas y cartones para soportar el frío invernal. Que vivimos en un mundo globalizado en el que nos cuesta diferenciar si estamos paseando por Barcelona o Buenos Aires, no tiene tanto que ver con el hecho de que podamos tomarnos el mismo café, en la misma taza, silla y mesa del Starbuks, sino con que tengamos incluso el mismo indigente que nos abre la puerta del establecimiento mientras nos extiende la mano para que le demos una moneda, y observemos los mismos cartones que sirven de hogar para las mismas personas a las que somos incapaces de poner cara, y mucho menos nombre.

Una señora muy amable se dirige a mí para decirme que en menos de media hora empezará la reunión en su iglesia, y que puedo asistir libremente (la expresión me lleva a preguntarme si hay alguna otra modalidad de asistencia, ¿pueden obligarme?). Le agradezo la invitación y me invento una excusa mientras observo “su iglesia” que es un edificio inmenso más parecido a una sala de multicines o un centro comercial que a cualquiera de las iglesias evangélicas que yo he conocido antes. Tras las enormes puertas de cristal veo pantallas de televisión gigantes que retransmiten celebraciones, mientras intercalan versículos e invitaciones para asistir. Hay que reconocer que en temas publicitarios están al día. Doscientos metros después un joven sonriente me explica que la reunión en la iglesia ya ha comenzado, pero que si me apuro puedo llegar a la predicación. ¿Cómo es posible que a tan poca distancia haya dos iglesias evangélicas de tal magnitud? No se lo voy a preguntar, algo me dice que su cara de incredulidad sería igual a la que puse yo cuando un amigo noruego me preguntó por qué en Barcelona había un bar en cada esquina. Y sin meditarlo demasiado me dejo llevar por la curiosidad, entro en la iglesia, y me siento en un banco.

Hay muchísima gente, cientos de personas, y el predicador está a punto de comenzar su sermón. Ya sé que comenzará diciendo que somos unos pecadores que merecemos el peor de los castigos, después dará la buena noticia de que dios nos ama y que envió a su hijo unigénito a la cruz para salvarnos, y finalmente hará un llamado para que la gente se levante y se acerque hasta donde él está para entregar su vida a Cristo y recibir la salvación (No sé si buscar la salvación en un dios capaz de torturar a su hijo de esa manera es la mejor opción). El evangelista-showman me ha parecido pretencioso, egocéntrico y poco creíble, y la manera tan burda de restregarnos su machismo y homofobia la he encontrado intolerable incluso para estar dentro de una mega iglesia evangélica. He visto vendedores de salvación que podrían hacer lo mismo con cortinas o aspiradoras desde muy joven, así que lo único que me interesaba hoy era ver si la representación-predicación era convincente y si aquí en el Cono Sur han hecho alguna innovación. Lamentablemente tengo que decir como Qohelet que “no hay nada nuevo bajo el sol”. Sin embargo, cuando ha hecho el llamado se han levantado decenas de personas, la mayoría de ellas mujeres, y con toda probabilidad (la estadística nunca falla) también personas LGTBIQ. Mientras me pregunto por qué tanta gente siente atracción por quienes les maltratan y rechazan, creo ver entre los arrodillados una cara familiar. Agudizo mi vista, y creo reconocerle: es el amable desconocido que me ha abierto la puerta del Starbuks. Me levanto de mi asiento, salgo de la iglesia, y mientras camino por la calle Lavalle no puedo dejar de pensar en la amenaza que suponen para cualquier sociedad los movimientos evangélicos fundamentalistas.

Hay que reconocer que están llegando donde sus Gobiernos son incapaces: a los más desfavorecidos. De hecho, su éxito es una clara denuncia del abandono y la exclusión que padece una parte importante de la población, ya sea en Buenos Aires, en Lima, en Bogotá, o en Barcelona. Pero también es evidente que su labor (me refiero principalmente a la de sus dirigentes) no es gratis, ni altruista, ellos quieren ahora conseguir no solo el dinero de quienes no lo tienen, sino también influencia política para imponer su visión del mundo. A quienes nos parecen patéticas las iniciativas que en este sentido realizan los insignificantes movimientos evangélicos en España, nos resulta preocupante que en otros lugares del mundo estén avanzando claramente para conseguir sus fines. Nunca como hoy dentro de esta iglesia, me había percatado del peligro real que suponen para la convivencia. Su objetivo no es crear una sociedad más libre donde también cristianos y cristianas puedan aportar al bien común, sino imponer a toda la población la sociedad que ellos consideran que dios quiere. Ni educación en la diversidad, ni derechos para las personas LGTBIQ, ni regulación de la natalidad, ni separación Estado e iglesias, ni divorcio, ni feminismo, ni ateísmo, ni seres humanos críticos, ni ciencia que no se alinee con sus convicciones… Únicamente un viaje al pasado más oscuro a ritmo de música celestial. Quienes venimos de entornos evangélicos fundamentalistas sabemos cómo se trata allí la disidencia, la diversidad y el sentido común. Por eso me resulta alarmante que estén imponiendo sus agendas a los Gobiernos de varios países.

Un fundamentalista (o como dice un amigo, un necrocristiano) tiene todo el derecho a serlo, a vivir en el cementerio que considere más adecuado siempre y cuando no haga daño a nadie. Las sociedades plurales y abiertas deberían proteger sus derechos, al igual que el de sus hijos e hijas a recibir una educación inclusiva que les empodere. Pero las sociedades a las que aspiramos, sean estas lo imperfectas que sean, no pueden ser la evangelicocracia que estos grupos proponen. El sectarismo y la exclusión son una fuente económicamente rentable para algunos pocos, pero también un generador de violencia e inestabilidad para la mayoría. Para verificar esto no hace falta más que echar la vista al pasado, que es exactamente hacia donde están decididos a llevarnos. Financiar, aliarse, o dar cobertura al necrocristianismo es una manera de acabar con la libertad de expresión y la democracia (valores que únicamente defienden para ellos, no para toda la sociedad). Y en la denuncia del peligro que supone el movimiento fundamentalista también tiene que participar el resto del cristianismo. Se necesita oír de una manera más clara desde dentro de las iglesias, que la propuesta de estos movimientos no tiene nada que ver con el mensaje de Jesús, que sin libertad para escoger no hay fe, y por tanto no hay seguimiento ni cristianismo. Obligar a una persona de manera legal a que se comporte de la forma que consideramos cristiana, no es un comportamiento cristiano… La acción de fe, nace siempre, y aquí no hay excepción alguna, de la libertad. Negar el matrimonio a personas del mismo sexo, impedir legalmente el aborto, obligar a niños y niñas a recibir formación religiosa, etc., no hace a una sociedad más cristiana, sino menos libre. Y los cristianos y cristianas que denuncian todo esto no están siendo desleales a otros creyentes que ven el cristianismo de forma diferente a la suya, sino que denuncian su apropiación por parte de unas minorías sectarias que buscan únicamente beneficiarse económica o políticamente de las necesidades de los más desfavorecidos e imponer una agenda retrógrada e injusta.

El fundamentalismo no es cristianismo, es más bien la enfermedad más peligrosa que en este momento lo amenaza. El necrocristianismo tampoco es una propuesta política regeneradora de la sociedad, sino un totalitarismo que puede acabar con ella. Nunca hasta hoy, paseando por las calles de Buenos Aires, había sido tan consciente de esta realidad. Hasta ahora lo había relacionado con una experiencia personal opresiva de la que afortunadamente pude escapar. Pero ahora es más bien una amenaza colectiva a la que urge dar entre todos una respuesta contundente, clara, imaginativa y realmente evangélica.

Carlos Osma

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“Will Graham, tranquilo, coja aire y cuente hasta cinco”, por Carlos Osma

Lunes, 29 de abril de 2019
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banksyDe su blog Homoprotestantes:

Hermano Will,

Ayer leí su artículo “No, no, no, Jesucristo no era marica” en el Magacín de Protestante Digital, y finalmente he decidido dar mi opinión sobre su campaña de acoso tras la publicación de mi libro “Solo un Jesús marica puede salvarnos”. Personalmente no le conozco, no tengo ni la más mínima idea de quién es usted, la primera vez que escuché su nombre fue hace unos meses cuando promovió también un boicot contra la Editorial Clie utilizando la revista Protestante Digital. Me reitero, no le conozco personalmente, así que lo que le voy a decir ahora tiene que ver con la imagen que proyecta en la red, que no sé si se corresponde con la realidad. Y se lo voy a decir como se lo diría a mi propio hermano porque, aunque me pueda gustar más o menos, el Dios que reveló el Jesús marica al que yo sigo nos ha hecho hermanos a usted a mí.

Tiene razón cuando afirma en su artículo que soy profesor de matemáticas, así que se puede imaginar que estoy acostumbrado desde hace años a trabajar con adolescentes, y tengo que decirle que su comportamiento desde que “Solo un Jesús marica puede salvarnos” salió a la luz, me recuerda demasiado a las pataletas que tienen algunos de mis alumnos cuando las cosas no se hacen como ellos quieren. Suele pasar con alumnado que tiene una alta autoexigencia, una mínima capacidad de frustración, y una absoluta incapacidad para ponerse en el lugar de los demás. Son alumnos a los que se les ha consentido todo, y que están acostumbrados a mirar a los demás por encima del hombro. Adolescentes en realidad inseguros porque, o no han recibido el amor que merecían, no les han puesto límites claros cuando eran niños, o ambas cosas.

No le ha gustado el título de mi libro, lo entiendo, tranquilo, coja aire y cuente hasta cinco. Hay muchas cosas en el mundo que seguro no le gustan, si quiere ser constructivo láncese a leer otros libros, o puede escribir usted el suyo propio (a lo mejor ya lo ha hecho, disculpe, pero como le he dicho, no le conozco de nada) y explicar porqué no se puede aplicar el término marica a Jesús (aunque le recomiendo que se informe antes, por sus comentarios he de decirle que no tiene ni idea de lo que puede llegar a significar, ni para qué lo utilizo yo en mi libro). Si no quiere seguir regodeándose en lo superficial y anecdótico, pero por alguna razón está interesado en seguir hablando de “Solo un Jesús marica puede salvarnos”, le invitaría a leérselo para después poder hacer una crítica consistente y madura. Mi libro creo que es valiente, pero estoy convencido de que no es perfecto. Mucha gente me escribe para darme las gracias y decirme lo que le ha aportado, otras para preguntarme o pedirme aclaraciones (aprovecho para decirle que si le ofendía el título del libro podía haberme escrito un mensaje antes para preguntar, y le hubiera explicado las razones. Mi correo es público homoprotestantes@gmail.com, somos personas adultas nunca me he escondido de nadie).

Reitero que me parece correcto que exprese su opinión sobre el título de mi libro, pero me parece que debería reconocer que se ha excedido en su crítica. Llamar al boicot de una librería cristiana, ya no estoy hablando de una gran distribuidora, sino de la librería con la que una persona se gana la vida dignamente, porque tiene a la venta “Solo un Jesús marica puede salvarnos”, puede usted justificarlo como quiera, pero si de verdad cree en ese “amado Señor” al que apela en su último artículo y le queda una mínima empatía, sabe muy bien que no está bien lo que ha hecho. Y le diría que todo el mundo comete errores, pero hacerse la víctima no es el camino, al menos el del Jesús marica al que yo sigo. El mío le diría que cogiera el teléfono y llamase a dicha librería para preguntar cómo han vivido el boicot, seguro que después acabará por darse cuenta de que les debe una disculpa, privada, pero también pública.

No le puedo decir que me entristece que Facebook le haya censurado su página, creo en realidad que tardó demasiado en hacerlo, los mensajes de odio no deberían tener espacio en las redes sociales. Imagino que no estará de acuerdo con esta manera de calificar sus mensajes, pero para que entienda a qué se refiere la mayoría de la población cuando utiliza esta expresión, se lo explicaré poniendo como ejemplo su artículo de ayer. Si dice que Dios no acepta ninguna relación sexual fuera del matrimonio heterosexual, está dando una opinión (al utilizar la palabra heterosexual creada a finales del sigo XIX para hablar sobre la Biblia, algunos opinamos también que demuestra cierta ignorancia), sin embargo, cuando afirma que “cualquier tipo de relación sexual fuera de los confines del matrimonio heterosexual está bajo la ira de Dios”, le da un matiz violento que puede leerse como una amenaza.  Si dice que Cristo guardó la ley, está dando una opinión (para mi manera de entender bastante sesgada, y que sigue delatando cierta ignorancia sobre la Biblia), pero si afirma que “Cristo abrazó la enseñanza del Dios Padre tocante a la homosexualidad revelada en las escrituras”, después de decir que esa enseñanza es “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos [1], y no lo matiza de ninguna forma, entonces estamos hablando de un claro mensaje de odio. Triste, aunque no sorprendente, que se haga en una revista que se dice cristiana, como Protestante Digital. Con ese texto con el que me amenaza, ha sufrido mucha gente, y ha servido para justificar el asesinato de muchas otras. Cualquier persona con un mínimo de empatía, se da cuenta de que esto es inaceptable.

Habla de falsos Cristos en su artículo de ayer, y estoy convencido de que en cualquiera de nuestros Cristos hay mucho de falso. Para usted la palabra marica convierte en falso al Jesús al que yo sigo. Tengo que decirte que la falta de amor es lo que convierte para mí en falso al suyo. Únicamente utiliza dos veces la palabra amor, una para decir “amado Señor” y otra para exclamar “¡Te amamos, Señor Jesús!”, si se fija siempre referidas a un Jesús abstracto, divino, lejano… Y sin embargo su comportamiento real en estas últimas semanas ha mostrado una absoluta falta de amor fraterno. No únicamente conmigo, sino con mucha gente a la que ha intentado hacer daño, escondiéndose tras el celo de un Dios lleno de ira. Pregúntese qué parte de sí mismo ha puesto en ese Dios, y a qué se debe tanta ira. Mi Jesús marica revela a un Dios que pone el amor por delante de la ira, por delante de la ley, por delante de mis inseguridades… Mi Jesús marica recela siempre de los que dicen que aman a Dios, pero se comportan de manera injusta con sus hermanos y hermanas. Mi Jesús marica le diría, y con esto acabo, algo parecido a: “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” [2].

Carlos Osma

[1] Lv 20,13

[2] 1 Jn 4,7-8

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“Populismo, política, miedo y cristianismo”, por Carlos Osma

Martes, 4 de diciembre de 2018
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bolsonaroDe su blog Homoprotestantes:

A mí el concepto de políticos cristianos me da repelús, y jamás se me ocurriría votar a un partido político que pretendiese amoldar la Constitución y la democracia a su particular lectura de la Biblia. Sé que en otros lugares se vive de manera diferente, pero en Europa tenemos cierta alergia a este tipo de propuestas, ya que la experiencia histórica no ha sido buena. Por otra parte, como la mayoría de políticas cristianas están basadas en reafirmar los derechos de los hombres heterosexuales blancos, ricos y conservadores, un hombre gay como yo las vive como una amenaza. Y finalmente opino que, si la estrategia más evangélica de transmitir las buenas noticias de Jesús pasase por tener el poder político suficiente para poder imponerlas, Dios mismo hubiera hecho nacer a Jesús en casa del Emperador César Augusto.

Parece ser que el movimiento evangelical no piensa de la misma forma que yo, y ya es oficial que su estrategia pasa por llegar a los Parlamentos de los respectivos países, no para exigir respeto por sus convicciones religiosas, sino para imponer al resto de la sociedad su visión machista, heteronormativa y contra los derechos reproductivos de las mujeres. Estos son solo algunos ejemplos, aunque tampoco podría añadir muchos más, porque la hoja de ruta de las políticas evangelicales tiene que ver con decir a las personas que pueden (o sobre todo, no pueden) hacer con su vida, limitando la libertad individual. Su otro campo de batalla es la educación, en realidad preferirían que sus hijos aprendieran geografía, historia, sexualidad o biología en la iglesia, y que la Biblia fuese el único libro de texto. Pero como (todavía) no pueden imponer a todo el mundo la obligatoriedad de asistir a la iglesia, se desviven por intentar erradicar de los centros educativos, todo aquello que tenga que ver con potenciar la capacidad crítica, el respeto a la diversidad, la posibilidad de hablar de cualquier cosa… Lo hacen por salvar a sus hijos e hijas.  O eso dicen, porque es evidente que se trata de cobardía, de miedo a que sus hijas tengan la oportunidad de escoger un mundo que no es el suyo… Dicho de otra forma, quieren impedirles la elección libre del evangelio. Y sin libre elección, podemos estar hablando de Verdad (esa que conocen por saber leer al pie de la letra), pero no de evangelio.

Lo que resulta más incomprensible, o según como se mire lo que muestra la esencia del evangelicalismo, son los compañeros de viaje que ha escogido para alcanzar lo antes posible sus fines. En Estados Unidos, por ejemplo, se ha aliado con Donald Trump, del que todo el mundo conoce sus affaires con prostitutas a cambio de dinero, que llamó animales a personas inmigrantes indocumentadas, o que ha realizado tuits con insultos racistas a varias personas afroamericanas diciendo que tienen un bajo coeficiente intelectual. En Brasil ha llevado a la presidencia a Jair Bolsonaro, que se ha posicionado a favor del libre comercio de armas, de la tortura, que reconoce haber fallado con su cuarto hijo porque le salió mujer, y que piensa de las personas que viven en las quilombas (comunidades de afrodescendientes) no sirven ni para procrear. Y podríamos seguir con las bancadas evangelicales en otros países de América, pero para no alargarme acabaré con un toque humorístico (si no fuera por el patetismo que conlleva) y me fijaré en la (gracias a Dios) irrelevante comunidad evangelical española que, en su medio de comunicación por excelencia, Protestante Digital, da cobertura mediante una entrevista a un partido populista de ultraderecha, antiinmigración y antiislam como VOX.

Parece evidente que el evangelicalismo ha escogido el miedo como motor de cambio social. Hablaba con una amiga que vive en Sao Paulo y me comentaba que había sido el miedo por la inseguridad ciudadana que se vive en muchas ciudades de Brasil el que ha llevado a Bolsonaro a la presidencia. También fue el miedo a las minorías el que llevó a la América blanca a votar por Donald Trump. Miedo a quedarse sin trabajo, a que se lo quite un extranjero. Miedo de la minoría evangelical española a ser ninguneados, ignorados hasta la saciedad por los poderes políticos. Miedo a que los valores tradicionales no sean los hegemónicos. Miedo a que sus hijas se conviertan en feministas lesbianas porque se lo inculquen en el colegio. Miedo a que un cristiano no pueda verbalizar libremente sus posiciones machistas o tránsfobas. Miedo a que occidente pierda su identidad cristiana. Miedo, miedo y más miedo… Los evangelicales se sienten atacados y tienen miedo. Por eso se han revuelto y han decidido defenderse con uñas y dientes.

No comparto la idea de quienes consideran que el cristianismo debe ser apolítico… Sé que es posible vivir la fe cristiana como una evasión, como esperanza en un más allá que no tiene conexión real con el mundo, ni capacidad de trasformarlo. Pero no tengo muy claro que estas visiones cristianas de la evasión puedan sostenerse con el evangelio. El cristianismo es político porque habla de una implicación en la vida real de las personas para dignificarlas, y también de la naturaleza para protegerla. Pero me niego a creer que sea el miedo quien deba fundamentar sus políticas. Como cualquier otra dimensión, debe estar relacionada con al acontecimiento de la cruz y la resurrección de Jesús. Y allí se nos revela un Dios que sufre por la injusticia, un Dios que no es abstracción, sino que se deja entrever en un ser humano marginal e incómodo que intentó dignificar y liberar a otros seres humanos, pero que fue crucificado por un poder que se sintió amenazado por él. Frente a esta injusticia, la cruz no llama al resentimiento, a levantar muros para protegerse; tampoco a la imposición política de la fe cristiana, sino a la esperanza. Pero no a nuestra esperanza, sino a la esperanza de Dios. Porque el Espíritu de Dios que resucitó a Jesús nos abre al futuro y a la vida, a levantar de las tumbas a quienes son injustamente tratadas, a la solidaridad, a la paz y al respeto a toda la creación. Quizás estos principios nos puedan llevar a aproximarnos a diferentes posicionamientos políticos, pero son incompatibles con aquellos otros que no respetan los derechos de todos los seres humanos y son insensibles a la diversidad en la creación divina.

Las políticas que nacen del evangelio, son políticas fundamentadas en la esperanza. Y son solo estas políticas las que pueden dar respuesta a la complejidad de nuestras sociedades. Son políticas alejadas siempre de los populismos, porque son incómodas, porque a todas y todos nos hacen perder un espacio de privilegio para compartirlo con otros seres humanos. No viven de las encuestas, ni del resentimiento, ni del poder de convicción de los medios de comunicación. Tampoco del miedo, ni de la esperanza en construir un mundo que funcione bajo los principios morales que los evangelicales consideran cristianos. Viven de la esperanza concretada en cada acción de liberación y dignificación en nuestros prójimos, y en quienes consideramos que no lo son.

Nos toca ahora levantarnos contra los populismos evangelicales para desenmascararlos como populismos del miedo, no del evangelio. Me alegra saber que hay movimientos cristianos en todo el mundo que se atreven a denunciar las políticas evangelicales que se han unido a la ultraderecha, como políticas que atentan contra la dignidad de los seres humanos, contra el evangelio. Vivimos tiempos convulsos, donde muchas personas quieren creerse las recetas simplistas de los populistas, y donde los evangelicales no ven otra salida a sus propuestas trasnochadas que aliarse con líderes políticos ultraconservadores. En vez de ir hacia el precipicio, hacia la autodestrucción, debemos invitarles a que pongan de nuevo su mirada en la cruz para reorientar sus posiciones. Hay mucho dolor y sinsentido en la cruz, pero allí se nos revela de forma clara cuál es la única manera de transformar nuestro mundo: con esperanza encarnada en quienes no cuentan, para conseguir un mundo de iguales en la diversidad, que respete toda la creación.

 Carlos Osma

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“Nueva ola teológica evangelical hispana”, por Carlos Osma.

Miércoles, 20 de junio de 2018
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leerSarcasmo del bueno en este post de su blog Homoprotestantes:

Según el profesor de Antíguo Testamento de la Facultad de Teología Evangélica de la Cruz Chispeante, Natanael Baleia, a Jonás se lo tragó un pez. Anna Whitemind, conocida especialista y licenciada en el gélido Seminario de Fair Bannks, pero que trabaja como misionera en un pueblecito soleado de la costa de Cádiz, afirma que hay pruebas bíblicas concluyentes de que Dios creó el mundo en siete días. Por su parte, el teólogo (por aclamación popular, aunque no pudo asistir a ninguna de las clases del Seminario Unido del Cristo Exaltado) Paco Gata, ha escrito un libro explicando que Moisés redactó el Pentateuco porque la Biblia lo dice. El profeta Juan Patmos, que recibe directamente los títulos teológicos gracias al Espíritu Santo, demostró en el pasado encuentro de hombres heterosexuales con Biblia negra y corbata azul, que sin lugar a dudas estamos viviendo los últimos tiempos tal y como claramente relata el libro del Apocalipsis. Éstas son solo cuatro muestras del alto nivel teológico del evangelicalismo “made in Spain” que tiene como máxima: “Si sabes leer… eres un gran teólogo”.

¡Qué haríamos sin personas tan formadas como éstas que conocen tan bien la Biblia y que nos transmiten sus enseñanzas de manera pura y sin mancha! Gracias a ellas el evangelicalismo está manteniéndose como el último remanente fiel que hace frente a la poderosísima ideología de género. Allí están ellos, y algunas de ellas, expulsando a diestro y siniestro a quienes se atrevan a poner en entredicho la autoridad de la Biblia. Su guerra es sin cuartel, y además de hacer manifestaciones, intentan llegar a lugares de influencia política para imponer la Santa Palabra de Dios (que sin duda se equivoco haciendo nacer a su Hijo en casa de unos donnadies, cuando podría haberlo hecho en la cuna del Emperador Julio César, y así le hubiera sido mucho más sencillo imponer políticamente el Reino de Dios). Lo más destacable de las puntas de lanza de la teología patria es que no se han dejado llevar por los discursos ideológicos de la izquierda más radical, y se mantienen a lo suyo, luchando contra degenerados peligrosos que quieren destruir el orden, la familia y la Iglesia; en vez de (por ejemplo) perder sus energías en denunciar la corrupción política, o el empobrecimiento de la población. No, ellos no van a caer en el engaño, saben que su enemigo más importante no es la incoherencia, sino dos personas del mismo sexo retozando felizmente una encima (o detrás) de la otra a la hora de la siesta.

La próxima semana El Concordato Evangélico Hispano de la Biblia Totalmente Abierta, entregará un premio al Doctor en Teología por la Universitat Evangèlica de Castelldefels Pau Llest, por haber demostrado que a Daniel no se lo comieron los leones porque, además de en un dibujo que tuvo que colorear en la escuela dominical cuando era pequeño, lo pone en la Biblia. Me he enterado de este importantísimo premio, porque mis amigos Chencho y Dimas, a los que conocí en un encuentro de Cristianos Exploradores cuando teníamos cinco años, pero con los que no volví a coincidir hasta que el año pasado los reconocí bailando en el pódium de la discoteca Furor Gay; me lo dijeron la semana pasada. Me llamaron para explicarme que han dejado lo del pódium, lo de las discotecas, y también lo de ser gais. Lo de acostarse juntos todavía no lo han dejado del todo, pero están seguros que con oración, un poco de tiempo, y la ayuda de la profetisa Elisa Mg Boses (que estudió en la Facultad Pentecostal Filipina de Torremolinos especializada en profetismo y curaciones divinas); dejarán de hacerlo. Y cuando les pregunté por qué querían dejar de acostarse juntos, me respondieron que porque la Biblia lo dice. Además, me invitaron a la entrega de premios en Castelldefels para que conozca a Pau Llest, Elisa Mg Boses, y a Marcelo Atraente; que es un exgay brasileño guapísimo con el que han creado un trío para cantar, bailar y adorar a Dios. Se supone que ese tal Marcelo ha hecho también un posgrado en la Universidad Rey Juan Carlos (milagrosamente no hacía falta asistir a las clases ni hacer exámenes), demostrando que Satanás existe, porque lo dice la Biblia, y además es gay. Esto último, aunque no lo diga explícitamente la Biblia, lo deduce por lo peligroso que es su tridente para todos los hombres de bien.

Nada, que no me ha hecho falta esperar hasta la próxima semana para conocer a tan ilustres personajes de la teología hispana, que ya me he decidido a estudiar teología en alguno de los reputadísimos centros superiores de teología evangelical del Estado. Y aunque me niego a hacerme heterosexual (al menos por el momento), si me lo preguntan, pondré en sus formularios de inscripción que sí lo soy. Quiero formar parte de la nueva ola teológica hispana que bucea en las profundidades bíblicas para extraer todas sus enseñanzas. De hecho, esta misma tarde he empezado a leer la Biblia y he descubierto cosas increíbles, yo que siempre he sido un amante de la naturaleza, me he quedado anonadado al saber que Dios salvó de una gran inundación a todos los animales de la Tierra haciéndoles entrar en un arca… En realidad a todos no, solo a una pareja de cada, al resto incluyendo a los seres humanos, los fulminó. Pero bueno, parece ser que se lo merecían. Dios siempre sabe lo que hace. No sé si este descubrimiento me permitirá entrar en segundo o tercer curso directamente en alguna facultad que tenga denominación de origen evangelical, pero por si acaso voy a pedir que me hagan un examen que valore mi nivel inicial.  En tres años me veo Doctor en Teología… y de ahí a escribir en las mejores revistas evangelicales y ser invitado a dar grandes conferencias, hay solo un paso. Quiero servir al Señor… y estoy dispuesto a leer y leer la Biblia, a aprenderme sus versículos de memoria, y el nombre de cada uno de los personajes que intervienen. Quiero ganar todos los esgrimas bíblicos, y dejar boquiabierto al personal. Después montaré una iglesia, y llamaré a Chencho, Dimas y a Marcelo Atraente, para que amenicen con su música y sus bailes el tiempo de alabanza, antes de que yo suba al púlpito y predique la verdad que pone en la Biblia a todo el mundo que quiera escucharme.

Carlos Osma

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