En los orígenes de nuestra religión judeo-cristiana están mujeres estériles. Esa realidad cobra tono cuando descubrimos que para el pueblo de Israel, estéril era una palabra terrible, igual a muerta viviente, ciega, leprosa… Nos dicen los comentaristas que la vida en la Biblia no tiene sentido más que en referencia a la promesa de Dios a Abrahán de llegar a ser una gran nación, por eso la esterilidad significa muerte y desolación. La estéril, por lógica, no puede ser digna compañera de su marido. Israel estimaba y respetaba a la mujer por su maternidad, no por su feminidad, sino por su vientre.
Esta concepción patriarcal no, lo siguiente, está en la base de la dificultad de la institución católica de aceptar, incluso hoy, cualquier otro tipo de relación de pareja, con la maravillosa variedad que va saliendo de los armarios, que no sea varón y mujer-fértil, porque la no fertilidad de la mujer puede ser motivo de anulación del matrimonio por la iglesia… no es el sitio de entrar en detalles ahora, habrá excepciones. En la cultura del tiempo del libro del Génesis, la esterilidad tenía como causa el pecado de la mujer, como la lepra, la pobreza…eran el castigo de Dios por sus pecados.
Es interesantísimo que tres de las grandes matriarcas que engendran en sus orígenes al pueblo de Israel son estériles. Sus nombres son Sara, Raquel, Rebeca y muchos otros también a las puertas e inicio del NT: Isabel, María para complicarlo más es virgen… parece que Dios intenta decir algo, a su manera. No escribe un tocho, pero deja que todas estas chicas estériles sean madres de generaciones…de nuevo abundancia, exageración, rompimiento de leyes naturales y religiosas… es que Dios no puede contener su Amor, y como ve que no lo pillamos por la belleza y riqueza de la vida creada, sigue haciendo maravillas, y las hace siempre liberando, deshaciendo, abriendo, en este caso ya, sacando a las mujeres de las casillas dominadoras patriarcales, que ahí siguen.
Pero, ¿qué dice el Dios de Abrahán, no la institución, sino Dios en persona? En todas ellas, es Dios quien se encarga de transformar su maldición en bendición, y dirán: Dios me ha hecho justicia, me ha hecho un buen regalo. La acción de Dios se presenta como bendecir, escuchar, recordar, abrir el seno, visitar, cuidar… Dice una autora que “las mujeres llamadas a gestar un pueblo para Dios fueron estériles, y ello no supone una coincidencia casual ni un detalle superfluo. Ellas dieron inicio al pueblo de Dios, no a pesar de ser estériles, sino a causa de ello.” Queda así claro que cuando Dios interviene para cambiar la suerte de su pueblo, no cuentan sus méritos, su fecundidad, sino su absoluta gratuidad.
Y aquí introduzco Gn 18,1-10. Léelo por favor, despacio, visualízalo, huele la cuajada, el pan y el cordero… capta las incongruencias para la lógica:
Tres hombres, y Abrahán se dirige a ellos como Señor. Explicado el misterio de la Trinidad. Dios es siempre comunidad porque es Amor.
Y la hospitalidad de los pueblos del desierto, ellos viven como un regalo, un honor que se les visite, para que puedan ejercer su generosidad, su obligación de atender, agasajar, salvar la vida de los que andan por el desierto. Igualito que nosotros que preferimos invitar a tomar algo en la calle que invitar a casa, se nos hace difícil, y los orígenes de nuestra religión se basan en gente itinerante, que se mueve según intuyen la voz de Dios en su vida, y que es acompañada y atendida por los que están en su tienda, un poco más estables o descansando del largo desierto.
Y ello hace que sean interesantes, hasta el guiso viene explicado, el pan hecho en el momento… primero el agua para lavarles los pies, tan familiar y tan poco practicado: cuidar, mimar, ofrecer lo básico, lo necesario al que transita por el desierto y se cruza con nosotrxs, y posiblemente no tengamos tiempo porque el calendario está a tope, porque me esperan, porque ya ayudo y resulta que era Dios mismo quien se paró a nuestra puerta, a pedirnos un poco de pan, y a ofrecernos algo…que nos perdemos si no estamos ahí, presentes, un hijo.
Abrahán corre, mueve a su gente a preparar esa comida que ha pasado a la historia, porque está en el origen de nuestra religión, de nuestra manera de convivir, luego se convertirá en un ritual estirado y amenizado… ¡sólo era una comida con amigxs, un gesto de hospitalidad, y si queremos que retome sentido, tendrá que ser así!
¿Cuándo fue la última vez que invitaste a algo a alguien en tu casa? cuando lo obviamos, dejamos de recibir bendiciones, regalos, presencia, risas, promesas… un vaso de agua fresca al jardinero me valió una sonrisa después del trago con el que engulló de una vez aquel agua, a las 14hs de la tarde con un sol tórrido. Una sonrisa del jardinero, una palabra del vecino alemán que no entiende palabra de español y que nos trata de ángeles porque le hacemos contactos y traducciones… cuesta tan poco, y significa tanto para el que está en camino, fuera de sus seguridades habituales, y la alegría en el corazón, si nos dejamos sentir, nos hace reír. Ya nos hemos prometido cafés y comida cuando al fin lleguen y nos encontremos. De momento su pequeña nos manda corazones… es tan sencillo…
Cuantas de vosotras celebráis el banquete cada vez que preparáis esas comidas nunca agradecidas en casa, que os obvian, porque nos ven ya un poco estériles… y ahí estamos, acogiendo, multiplicando, también en forma de comunicación de alimento reflexionado, compartido, para la comunidad que me espera, me añora, desea saber de mi riqueza interior, que es fecunda, libre, posibilidad al vivo.
Y nos reímos con Sara, que estéril y posiblemente largamente humillada por lo que suponía en su cultura y aldea, recibe un anuncio. Los patriarcales interpretan que se ríe con sorna porque lo que le prometen es imposible. Las ecofeministas decimos que se ríe de alegría indescriptible porque se lo cree. Porque intuye en su cuerpo que es cierto, que es posible, porque nada hay imposible para el Dios de su corazón y de sus entrañas vivas. Este no abandona, este visita por la calle, llama a la puerta, se invita a cordero y cuajada, y te suelta que tendrás un hijo, en tu vejez. ¡Vaya!
Vejez que no significa edad avanzada, sino falta de aliento, falta de oxígeno, falta de ilusión, de visión de futuro. Vejez significa cerrazón, crítica, ausencia de empatía, y hay tanta, incluso en los conventos… Vejez opuesta a posibilidad: Tener un hijo la estéril y anciana. Uff, es que nuestro Dios es guay como dicen los jóvenes. Es que se pasa. Yo, nosotras sabemos que es verdad, es fecundx quien conecta con la vida, así de sencillo, preparando comida, cocinada, escrita, hablada… presencial, online, diálogo, perdón, oportunidad, acogida, una llamada, una visita.
Y es que Dios tiene una energía subversiva capaz de movilizar, las vidas que se dejan, a la categoría máxima que el patriarcado nunca tolerará. Por eso, mientras ellos analizan, consideran, estudian cómo mantenerse en el control, nosotras estamos dando vida, dando a luz a hijos, bendiciendo comidas, acogiendo comunidades y gente que quiere comprometerse, y tantxs que nos miran de reojo…que también son estériles, a ver si se animan, y tienen un hijo, su tristeza se convertiría en danza.
Magda Bennásar Oliver, sfcc
Fuente Fe Adulta
Espiritualidad
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