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Fiesta de la Santísima Trinidad. Ciclo A.

Domingo, 15 de junio de 2014
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tumblr_mt9pkkTpKk1r2geqto1_1280Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj: 

El año litúrgico comienza con el Adviento y la Navidad, celebrando cómo Dios Padre envía a su Hijo al mundo. En los domingos siguientes recordamos la actividad y el mensaje de Jesús. Cuando sube al cielo nos envía su Espíritu, que es lo que celebramos el domingo pasado. Ya tenemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Estamos preparados para celebrar a los tres en una sola fiesta, la de la Trinidad.

Esta fiesta surge bastante tarde, en 1334, y fue el Papa Juan XII quien la instituyó. Quizá se pretendía (como ocurrió con la del Corpus) contrarrestar a grupos heréticos que negaban la divinidad de Jesús o la del Espíritu Santo. Así se explica que el lenguaje usado en el Prefacio sea más propio de una clase de teología que de una celebración litúrgica. En cambio, las lecturas son breves y fáciles de entender, centrándose en el amor de Dios.

La única definición bíblica de Dios

La primera lectura, tomada del libro del Éxodo, ofrece la única definición (mejor, autodefinición) de Dios en el Antiguo Testamento y rebate la idea de que el Dios del Antiguo Testamento es un Dios terrible, amenazador, a diferencia del Dios del Nuevo Testamento propuesto por Jesús, que sería un Dios de amor y bondad. La liturgia, como de costumbre, ha mutilado el texto. Pero conviene conocerlo entero.

Moisés se encuentra en la cumbre del monte Sinaí. Poco antes, le ha pedido a Dios ver su gloria, a lo que el Señor responde: «Yo haré pasar ante ti toda mi riqueza, y pronunciaré ante ti el nombre de Yahvé» (Ex 33,19). Para un israelita, el nombre y la persona se identifican. Por eso, «pronunciar el nombre de Yahvé» equivale a darse a conocer por completo. Es lo que ocurre poco más tarde, cuando el Señor pasa ante Moisés proclamando:

«Yahvé, Yahvé, el Dios compasivo y clemente, paciente y misericordioso y fiel, que conserva la misericordia hasta la milésima generación, que perdona culpas, delitos y pecados, aunque no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos» (Éxodo 34,6-7).

Así es como Dios se autodefine. Con cinco adjetivos que subrayan su compasión, clemencia, paciencia, misericordia, fidelidad. Nada de esto tiene que ver con el Dios del terror y del castigo. Y lo que sigue tira por tierra ese falso concepto de justicia divina que «premia a los buenos y castiga a los malos», como si en la balanza divina castigo y perdón estuviesen perfectamente equilibrados. Es cierto que Dios no tolera el mal. Pero su capacidad de perdonar es infinitamente superior a la de castigar. Así lo expresa la imagen de las generaciones. Mientras la misericordia se extiende a mil, el castigo sólo abarca a cuatro (padres, hijos, nietos, bisnietos). No hay que interpretar esto en sentido literal, como si Dios castigase arbitrariamente a los hijos por el pecado de los padres. Lo que subraya el texto es el contraste entre mil y cuatro, entre la inmensa capacidad de amar y la escasa capacidad de castigar. Esta idea la recogen otros pasajes del AT:

«Tú, Señor, Dios compasivo y piadoso,
paciente, misericordioso y fiel» (Salmo 86,15).

«El Señor es compasivo y clemente,
paciente y misericordioso;
no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas;
como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos;
como un padres siente cariño por sus hijos,
siente el Señor cariño por sus fieles» (Salmo 103, 8-14).

«El Señor es clemente y compasivo,
paciente y misericordioso;
El Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas» (Salmo 145,8-9).

«Sé que eres un dios compasivo y clemente,
paciente y misericordioso,
que se arrepiente de las amenazas» (Jonás 4,2).

El amor de Dios al mundo

El evangelio insiste en este tema del amor de Dios llevándolo a sus últimas consecuencias. No se trata sólo de que Dios perdone o sea comprensivo con nuestras debilidades y fallos. Su amor es tan grande que nos entrega a su propio hijo para que nos salvemos y obtengamos la vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Nuestra respuesta: el amor mutuo

En la carta de Pablo a los corintios Dios se convierte en modelo para los cristianos. La misma unión y acuerdo que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu debe darse entre nosotros, teniendo un mismo sentir, viviendo en paz, animándonos mutuamente, corrigiéndonos en lo necesario, siempre alegres.

Hermanos: Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.

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Trinidad 2: Fe y compromiso por la Vida (Dios para bilbaínos)

Domingo, 15 de junio de 2014
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10376315_294065450770654_6391167332274990797_nLeído en el blog de Xabier Pikaza:

Presenté ayer las cuatro primeras tesis de un pequeño manifiesto sobre (a favor) de Dios, que proclamé hace años en Bilbao, en la línea de la famosa apuesta de Pascal.

La fe en Dios es gracia, no necesidad, ni demostración. Quien quiera necesidades o demostraciones vaya a otro lugar, busque otro camino, pues en ese campo, Dios sobra. Dios no es algo que echábamos de menos, sino Alguien a quien echamos de más, sorprendidos, gozosos.

En esta “apuesta de Dios” jugamos a la carta de Jesús, un buen “argumento”, en la línea del compromiso por la vida. Quien quiera seguir con el tema, lea…

Desarrollé estas tesis hace algunos años en una Semana de Pensamiento Cristiano y Diálogo, organizada por la diócesis de Bilbao, cuando me llamaba la gente del obispo. Hace tiempo que no me llama; quizá tendría que llamarles yo, y decirles que me inviten… Pero lo que entonces dije sigue teniendo sentido, y así vuelvo a presentarlo.

Este trabajo (lo de ayer y lo de hoy) está publicado, pero ya no lo encuentro. Por eso, tiro de la “memoria” antigua de mi disco duro… Dejo las notas a pie de página, que son más pesadas, presento sólo el texto, de este “discurso sobre Dios para bilbaínos”. Buen día a todos.

TESIS V

10258051_836954609666969_4561908327869219612_nCreer en Dios supone abrirse a la experiencia de un nosotros que intenta ser gratuito, transparente, dirigido a todas las mujeres y los hombres de la tierra. En esta perspectiva, Dios se puede definir como el nosotros fundamental y primigenio

Creer en Dios supone decidirse por la comunión interhumana, superando los dos riesgos del intimismo burgués y el colectivismo socializante. El intimismo quiebra los caminos de apertura y me confina en los límites pequeños de un grupito de iniciados, mientras todo el resto de los hombres queda condenado a luchar en un nivel de pura competencia. El colectivismo destaca lo genérico y por ello tiende a destruir los individuos, impidiéndoles ser libres dentro del encuentro. Frente a eso la fe de los cristianos se formula como apuesta y compromiso en favor del surgimiento de un nosotros, de una comunión en la que el yo y el tú se plenifiquen en ámbito de encuentro más extenso.

Ciertamente, los cristianos parten de la búsqueda humana del nosotros, como realidad que sobrepasa el ámbito genérico y desborda el simple encuentro dual entre personas. Como dice el Evangelio, es necesario superar un plano de familia natural para encontrarse abiertos a un nosotros de amor y compromiso libre entre personas. Se trata de un nosotros que no es simple suma de individuos previamente independientes y formados. Tampoco es un encuentro tangencial de seres que se tocan sólo en periferia. Entendemos por «nosotros» aquella realidad originariamente personal y personalizante que emerge allí donde los hombres viven en nivel de comunión gratuita, cercana, transparente.

Mirada desde un lado, esta comunión resulta lo más frágil: parece que no tiene sustantividad ni consistencia y siempre se halla a merced de los embates de la moda o los diversos movimientos populares y sociales de los tiempos. Pues bien, tomada más al fondo y desde el Evangelio, esta comunión resultas lo más fuerte: en ella se desvela la potencia decisiva de lo humano. El hombre no culmina desde sí y en relación al otro: es persona desde un ámbito de encuentro más extenso que le asume, le transmite su lenguaje y le introduce en su propio campo de existencia. Por eso hay algo nuevo en el encuentro entre personas: una comunión, una especie de nueva sustantividad, que fundamenta a cada uno de los individuos.

Pues bien, esta realidad de comunión sólo recibe su plena consistencia en la apertura a lo divino: no estamos simplemente dislocados, unos frente a otros; tampoco nos hallamos diluidos en un todo que acaba por quebrarnos. Somos en libertad, unos junto a otros, formando así un espacio de comunión personal donde es posible hacernos transparentes, superando los principios de la pura imposición y de la lucha entre los hombres. Digo que esta comunión sólo es posible en apertura a lo divino. Esto sucede por dos causas: a) En el fondo de la vida humana hay algo que no es tuyo ni tampoco es mío. Es nuestro, en comunión, puesto que el mismo Dios así lo garantiza, b) Esa comunión no es algo que nosotros descubrimos en el mundo o que inventamos en razón de nuestro esfuerzo. Dios mismo es comunión, antes de todos los caminos de los hombres.

Dios es comunión. Es más que un simple yo-absoluto (autoconsciente, encerrado en sí mismo), más que encuentro dual de Padre-Hijo (yo-tú). La Iglesia le presenta como espacio de amor que se comparte, como libertad y transparencia, gratuidad y comunión originaria. Por eso le ¡lamamos Espíritu Santo. Esta es nuestra quinta definición. Partiendo de ella podemos precisar algo mejor lo que supone este nosotros personal que está ligado a la afirmación del yo de los cristianos.

El nosotros de Dios tiene un aspecto fontal, originario: Padre e Hijo, como yo-tú, sólo pueden distinguirse y amarse en plenitud de cercanía partiendo de ese amor abierto que es su misma esencia primigenia. Pero, al mismo tiempo, ese nosotros de Dios tiene un carácter conclusivo: es algo así como la meta de Dios, lo que resulta del proceso de amor en donde el Padre y el Hijo se regalan mutuamente la existencia. Ese nosotros tiene para el cristiano un nombre: es el Espíritu
Santo. Leer más…

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Sobre Dios/Trinidad. Cuatro primeras tesis

Domingo, 15 de junio de 2014
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Se acerca la fiesta de Dios, que es “trinidad”, es decir, despliegue de vida y comunión, principio de responsabilidad y de justicia.

Sobre el sentido de Dios, en en gesto de fe, quiero trazar algunas tesis. Empezaré hoy por las cuatro primeras.

Me han planteado unas preguntas. ¿Qué significa creer en Dios para un cristiano en este tiempo, a principios del siglo XXI? A fin de responderlas he esbozado un pequeño panorama destacando los momentos primordiales de la fe.

Responderé como cristiano, en línea creyente. Mi discurso no se mueve en un nivel teórico, en un plano de principios generales, sino como un hombre ha encontrado en Jesucristo la verdad y plenitud de su existencia; mi discurso es, por lo tanto, confesional, es discurso de creyente.

Hablaré como un cristiano que está determinado por su tiempo y por su espacio. No será necesario que presente mis credenciales y concrete el lugar en que me encuentro. Bastará con afirmar que mi trayectoria de intelectual y creyente está determinada por varios factores:

dolmen-5— la vida: el don de la tierra y familia en que he nacido, con su arraigo en una historia de fidelidad y libertad,

— la Merced donde he vivido más de 40 años, con su ideal concreto de liberación de cautivos y oprimidos,

— la universidad donde he enseñado más de 30 años, con su exigencia de radicalidad intelectual,

— mi nueva familia con Mabel, con una nueva visión de la familia, dentro de una Iglesia en trance de futuro

— la conflictividad social y religiosa de este principio del siglo XXI, con todo lo que ha significado de ruptura con el pasado, descubrimiento de la injusticia estructural del mundo, búsqueda de cauces de humanización y libertad.

Hablaré como intelectual sorprendido y comprometido por la vida. Quizá a primera vista pueda parecer que mi discurso sobrevuela por encima de los grandes temas de la filosofía.Pero en el fondo de las ocho tesis que planteo late aquello que a mi juicio es el gran reto no sólo de la fe, sino de toda la modernidad: el paso desde la seguridad cósmica a la búsqueda de una utopía-esperanza, a través del descubrimiento de la vida, la subjetividad, la alteridad, la comunión y la historia.

Quiero precisar lo que supone ser creyente. Lo diré por medio de ocho tesis o fórmulas significativas, provocadoras, capaces de hacernos pensar y repensar el gran problema de nuestra identidad como cristianos.

TESIS I

1497833_641812059191349_1362383720_o(Imagen, la Trinidad no es un juego de espejos…, tres o quince veces lo mismo).

Creer en Dios supone descubrir el mundo como realidad cargada de sentido y de misterio que, en vez de cerrarnos sobre sí, nos abre hacia un camino de realización personal, en libertad y trascendimiento.

Voy a explicar estas palabras. Los antiguos parecían inclinados a entender el mundo como radicalmente sagrado. Lo divino era la naturaleza, sin más añadiduras, como afirmará en tiempos del racionalismo el gran ESPINOZA.

Por eso, asumir la religión no es otra cosa que adentrarse vitalmente en el secreto de este cosmos: latir con su latido, nacer desde su vida, morir desde su muerte. En esta línea se han movido los más grandes filósofos y artistas de la antigua Grecia. En esta línea interpretaban el mundo los paganos de la antigua Euskadi, por poner sólo un ejemplo.

Con la irrupción del cristianismo el panorama cambia. El cosmos sigue siendo misterioso, pero no aparece ya como divino: es signo que interroga, luz que orienta y nos dirige a un Dios que ahora llamamos trascendente, un Dios que existe por sí mismo y no se confunde con ninguno de los rasgos de la vieja tierra. En esta perspectiva se movían los famosos argumentos de SANTO TOMÁS: aquellas vías o caminos que podían conducirnos desde el movimiento, la causalidad y el orden del mundo hasta el primer motor, la causa originaria, la gran mente que establece y guía el orden de las cosas.

Esta solución continúa siendo parcialmente valiosa: las cosas del mundo parecen abrirnos a Dios. Sin embargo, en los últimos tres siglos, a partir de GALILEO y NEWTON, de KANT y los modernos positivistas, es preciso andar con más cuidado: estudiado con métodos científicos, el mundo se nos cierra; se ha vuelto más complejo, más difícil y más rico en su interior, pero carece ya de profundidad en plano de misterio, no conduce a lo divino.

El cosmos de la ciencia se vuelve autosuficiente; cuanto más complicado lo encontramos y más capacitados nos hallamos para dominarlo con métodos de técnica, menos nos permite subir hacia el misterio radical de lo divino. Todo sucede en línea de este mundo como si Dios no existiera; ya no lo necesitamos en la física ni en la matemática, en la biología ni en sociología, en la psicología ni en la medicina.

Esto es evidente y, sin embargo, después de haber seguido los caminos de la ciencia, los antiguos problemas permanecen planteados. Hay algo en el hombre que desborda los niveles del progreso material y que no puede reducirse a métodos o leyes manejables por la técnica. El mundo sigue siendo lugar de una pregunta que se puede plantear, al menos en nivel ecológico, filosófico y religioso.

Hay un planteamiento ecológico del mundo. Hasta ahora parecía que el camino es evidente: necesitamos progreso y desarrollo; sólo así seremos hombres y podremos realizarnos. En vez del Dios del cielo habíamos optado por el Dios de la riqueza y plenitud en el futuro. Pues bien, en un proceso que resulta rapidísimo, en menos de un siglo, advertimos que ese desarrollo puede convertirse en destructivo: puede conducirnos a la bomba atómica, pone en riesgo elementos de nuestro equilibrio personal, poluciona la naturaleza. Leer más…

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Pentecostés 4. Espíritu Santo y Trinidad

Domingo, 15 de junio de 2014
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booksDel blog de Xabier Pikaza:

He reflexionado por tres días sobre el Espíritu Santo, culminando en una reflexión teológica de cierta dificultad. Retomo ese motivo, para preparar la celebración de la fiesta de la Santísima Trinidad, del próximo domingo.

El tema de fondo es la personalidad del Espíritu Santo, que es quizá el más difícil y más hondo (y a la vez el más sencillo y luminoso) de la teología cristiana. Así lo expongo, retomando algunos rasgos de un libro dedicado hace algún tiempo a este problema.

1) El estudio del Espíritu se encuentra ligado al constitutivo esencial de las personas. Así lo ha visto una línea que comienza en Agustín, se explicita en Anselmo y por medio de Tomás de Aquino llega a nuestros Dios. En esta línea el Espíritu Santo no es persona sino un modo de culminación personal del ser que conociéndose se ama, culminando así su proceso de realización individual.

2) El Espíritu ha podido verse como amor dual. En una línea en la que avanza también san Agustín y que ha influido mucho en nuestro tiempo se concibe et espíritu a manera de amor de comunión o encuentro mutuo que liga a las personas. Sistematizando esta perspectiva algunos le definen como el nosotros personal que liga al Padre con el Hijo en el misterio divino.

3) Dando un paso más, algunos han interpretado el Espíritu a manera de “tercero”, como fruto que surge del amor dual del Padre y del Hijo, en el misterio trinitario.

4) Finalmente, partiendo de las líneas anteriores, muchos piensan que el Espíritu se debe interpretar como misterio escatológico, la fuerza de Dios que nos conduce, en una opción de libertad, hacia el futuro de la nueva sociedad reconciliada, como en otro tiempo decía el abad Joaquín de Fiore.

Constitutivo personal del Espíritu Santo.

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Esos son los modelos que quiero desarrollar en lo que sigue. He comenzado presentándolos juntos para que se vea la unidad del tema y también por otra causa: algunos, cuando escuchan que se habla del Espíritu como ámbito de amor piensan que estamos destruyendo su sentido más profundo, el valor de su persona. Pues bien, en contra de eso, debemos indicar que la persona o personalidad del Espíritu se encuentra velada en el misterio: podemos esbozar un poco su verdad, pero nunca llegaremos a entender totalmente su hondura. Tampoco debemos olvidar que, como dice la tradición, las personas de la trinidad no son unívocas: cada una es persona de una forma, como ingénito (Padre), como engendrado (Hijo), como procedido (Espíritu). Pues bien, sobre el sentido y presupuestos de esa procesión pneumatológica hablaremos brevemente en lo que sigue.

1) La primera perspectiva entiende la persona del Espíritu en la línea de la realización del ser que culmina su proceso amándose a sí mismo.

Más que persona (en el sentido moderno) el Espíritu es modo final de la personalización de un sujeto que, conociéndose, s¿ ama, es decir, descansa en sí mismo, ratificando y fijando así su propia realidad. En ese aspecto puede llamarse culminación de Dios: su proceso personal queda completado y clausurado, de manera que Dios es como aquel que se ha hecho plenamente, en proceso de conocimiento y amor.

Dios no es una línea siempre abierta que jamás llega al descanso, no es un círculo que vuelve sin cesar sobre sí mismo. Dios es línea o círculo cumplido y su descanso, esto es, la plena realización de su proceso es el Espíritu Santo. Por eso se le llama amor, porque en amor culmina el encuentro del ser (de Dios) consigo mismo. En esta perspectiva se pone de relieve el movimiento de la naturaleza divina que se sabe, dualizándose en Padre e Hijo, y se ama, trinitarizándose en Padre-Hijo (que aman) y Espíritu que es fuerza y realidad del mismo amor cumplido.
Los comentaristas suelen discutir sobre la forma en que Tomás de Aquino ha concebido este proceso final de espiración de amor en el que surge el Espíritu Santo. Pero la opción dominante es la de aquellos que suponen que este amor no es el amor duql de Padre e Hijo que se encuentran sino el mismo amor de esencia de la naturaleza divina que, sabiéndose (siendo Padre-Hijo) se ama a sí misma:

La virtud espirativa significa la esencia divina afectada por la relación de espiración activa en cuanto se encuentra en el Padre y el Hijo… De donde se sigue que el Padre y el Hijo son un sólo principio virtual del Espíritu Santo, en cuanto que una misma es la virtud espirativa y el acto de espiración de los dos… De donde podemos decir que son dos los que espiran y uno solo el espirador (cf. M. Cuervo, en Introducción a Santo Tomas, S.T II, BAC, Madrid 1953, 236).

Padre e Hijo, que se distinguen entre sí al conocer, ya no se distinguen al amar. Por eso aman los dos como uno solo, con el amor de la esencia divina que vuelve hacia sí misma y en ella descansa. De esta forma se completa el proceso personal del Dios que es divino, persona, siendo dueño de sí mismo, conociéndose y amándose. Situados ante esta solución, los autores ortodoxos han protestado enérgicamente.

Ellos suponen que esta unión de Padre e Hijo en el origen del Espíritu supone una vuelta hacia el dominio de la esencia: no son ya las personas que actúan como tales sino la misma esencia de Dios que al amarse suscita (espira) el amor pleno y final del Espíritu Santo (cf. V. Lossky, o. c. 56). Pero el problema resulta, a mi entender, aún más complejo: no se trata de ver si hay primacía en la esencia o las personas; se trata de entender y de fijar el modelo de persona que ha yen el fondo del esquema.

Pues bien, en este esquema, que sigue la línea de la teología de occidente tal como viene a culminar en Barth y Rahner (cf. temas 13, 16), a Dios se le concibe como persona única, absoluta, que se despliega y se realiza en tres momentos o personas relativas. Por eso, en este plano relativo era mejor no hablar más de personas: al encontrarse consigo mismo, en conocimiento-amor, Dios es divino; pertenecen a su propio despliegue personal el conocerse-amarse, que en términos simbólicos se llaman Padre-Hijo y Espíritu, pero es mejor no atribuirles el nombre de personas. De esta forma se resalta la unidad ternaria de Dios, la unicidad de su persona que puede interpretarse de una forma neomodalista.

2) La segunda perspectiva entiende la persona del Espíritu partiendo de la unión dual del Pudre e Hijo como personas distintas que se aman.

Recordemos las bases tradicionales, agustinianas de este esquema, que después Ricardo de san Víctor ha desarrollado de forma sistemática. Ahora queremos recordar que muchos investigadores piensan que el mismo Tomás de Aquino, defensor de esta postura en sus primeras obras (De Potentia; Super Sent.),la ha seguido defendiendo hasta el final de su vida. Entre ellos quiero destacar a F. Bourassa, autor de los análisis más hondos sobre el sentido y consecuencias del amor común (de comunión) en el misterio trinitario. Padre e Hijo ya no aman como esencia que se vuelve hacia sí misma, para completar su realización; se aman entre sí como personas diferentes que sólo manteniendo su propia diferencia pueden encontrarse y unirse una a la otra.

Este no es amor de esencia sino amor de personas que, ratificando su propia distinción, la sellan en gesto doble de entrega mutua. Los amantes son por tanto dos y su amor es recíproco y sólo puede mantenerse en la medida en que los dos son diferentes. Hay un doble acto de amor, pero el amor con que se aman es el mismo, porque uno y otro se entregan de manera total, sin reservarse nada. Por eso, en esta línea, el Espíritu santo se puede interpretar como el amor de comunión hecho persona: no es amor de uno o de otro, es de los dos y de esa forma es medio que les une; pero, al mismo tiempo es un amor, como persona comparativa que les vincula y unifica.

Hasta aquí la reflexión de los diversos autores parece concordante. Las dificultades comienzan cuando se pretende precisar lo que supone esa Persona-Amor qrre es el Espíritu Santo. Aquí empiezan a cruzarse y distanciarse los caminos, en una búsqueda eficaz pero difícil de eso que podíamos llamar constitutivo propio del Espíritu. Dos son a mi entender las tendencias principales, una de tipo ambital, otra más dual (de nostreidad divina):

La tendencia ambital es quizá la más común. Son muchos los que piensan que al Padre hay que entenderle como sujeto personal, porque engendra desde el fondo de sí mismo al Hijo Jesucristo. Tambíén el Hijo es persona, porque así le vemos en Jesús, como sujeto que actúa, acoge la llamada de Dios Padre y le responde. EL Espíritu, en cambio, aparece como persona ambital, campo de amor en que se encuentran Dios y Cristo: es la fuerza de Dios de la que Cristo nace (y resucita); es el amor que Cristo ofrece al Padre para que nosotros podamos realizamos. Leer más…

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Ven Espíritu Creador

Sábado, 14 de junio de 2014
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Señor, ¡necesito de tu Espíritu!, de aquella fuerza divina que ha transformado tantos, haciéndoles capaces de gestos extraordinarios de entrega generosa a tu pueblo.

Sintiendo el reto de la misión que me encomiendas, desearía yo, una acción muy profunda tuya en mi alma, que me concediera los tesoros de los dones que repartiste a tantos hombres y mujeres: de sabiduría e inteligencia, de consejo y fortaleza, de conocimiento y temor de Dios, que fue el ideal de tantas almas santas de esta tierra.

Dame lo que diste a los profetas. Que, aunque mi ser pequeño proteste, me vea forzado a hablar por la seducción soberana de tu Evangelio.

Dame aquel Espíritu que lo escruta todo, lo sugiere todo y lo enseña todo. Aquel Espíritu que transformó a los débiles pescadores de Galilea en las columnas vivas de tu Iglesia, por el sencillo testimonio de su amor por sus hermanos. Aquel Espíritu que transformó la terquedad indómita de Pablo en la ruta de Damasco, colmándole de gracia su existencia para convertirlo en apóstol de tu Cristo.

Y esta efusión vivificante será como una nueva creación de corazones transformados, de una sensibilidad receptiva a la voz que nos viene de nuestro Padre, de una fidelidad espontánea a su Palabra. Y así nos hallarás más fieles, más disponibles y más compañeros, para servir alegres a tu pueblo sediento de tu Reino.

*

Pedro Arrupe sj

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Pentecostés 3. Para una teología del Espíritu Santo

Miércoles, 11 de junio de 2014
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imagesDel blog de Xabier Pikaza

Ésta es la tercera reflexión sobre el Espíritu Santo, y he querido plantearla de un modo teórico, para aquellos que este día de Pentecostés tengan tiempo para entrar en temas de teología.

No hay quizá en la historia de la reflexión humana un tema más apasionante que el del Espíritu de Dios, tal como ha sido planteado por la gran teología. Tres son los presupuestos o bases de ese tema y así quiero exponerlos de forma introductoria, realizando un ejercicio teológico, desarrollado de un modo más preciso en mi Enquiridion Trinitaris (Sec. Trinitario,Salamanca 2005,págs. 497-510).

a) Me apoyo por un lado en la certeza de que existe y se actualiza sobre el mundo el rostro trascendente de aquel Dios que nos sostiene y acompaña.

b) Estoy convencido, como cristiano, de que esa revelación de Dios se expresa plenamente en el camino de Jesús, de manera que el Espíritu de Dios es la fuerza, misterio y presencia divina de Jesús.

c) La presencia y obra del Espíritu culmina haciendo que surja un humano agraciado, gratificante . Así queremos destacarlo en las tres notas que siguen.

Una reflexión sobre el Espíritu

(1) La experiencia cristiana del Espíritu remite a la transparencia (actuación) del Dios trascendente.

Cristiano no es aquel que se interroga sobre el fondo racional del cosmos, ni tampoco el que pretende trasformar todas las cosas a raíz de unos supuestos de futuro no alienado.

Cristiano es, ante todo, el que con gesto de profundo desasimiento y de sorpresa agradecida ha descubierto que toda su existencia se halla en manos de un poder gratificante que pertenece a Dios. Ya en el Antiguo Testamento, el Espíritu remite al misterio de la presencia trascendente y creadora de Dios.

El camino del misterio debemos andarlo de nuevo cada día, conscientes de que nunca se acaba de entender a Dios y nunca se responde plenamente a su presencia. En esa línea, volvemos a encontrarnos cerca de los profetas de Israel, preguntándonos por la actuación de Dios, por la urgencia de su juicio y los caminos de su fidelidad. Si algún día olvidamos que el Espíritu es “de Dios” (trascendente, imprevisible, creador), acabaremos identificándolo con el mecanismo de un cerebro electrónico o el engranaje de una transformación social. Ese día no sólo se habrá silenciado el Espíritu de Dios; se habrá anegado el humano.

(2) Según el cristianismo, el Espíritu se personaliza o por lo menos acaba concretándose por medio de Jesús y de iglesia.

Va tomando un rostro, ofrece un tipo de profundidad, muestra un camino de actuación. Se trata del Espíritu de la trascendencia (de Dios) sobre el fondo de la historia de Jesús; es la capacidad de superar el mundo (resurrección) en ese campo bien concreto del seguimiento de Jesús hasta la muerte; es, en fin, la presencia del encuentro transformante (amor Padre-Jesús) en el gesto cotidiano del compromiso del humano por el humano.

Habiendo recibido por Jesús un rostro (el rostro de su presencia), el Espíritu sigue siendo el irrepresentable, pues ninguna de las formas y caminos de este mundo logra reflejarle
.

(3) Finalmente, el Espíritu se expresa y realiza históricamente su misterio de vida y comunión por la Iglesia, es decir, en el despliegue de la humanidad.

Irrepresentable por sí mismo, el Espíritu de Dios se expresa en la vida y amor de los hombres. Allí donde un hombre se trasciende y trascendiéndose vive en comunión de amor con los demás está el Espíritu de Dios.

De manera especial el Espíritu debe hacerse transparente en el campo de la vida de la iglesia: en aquella comunión donde se expresa la herencia de Jesús, donde se proclama su palabra y se rememora su acción. En ese campo podemos hablar de la Iglesia como icono del Espíritu. Pero también se puede y debe hablar del rostro del Espíritu allí donde los hombres de diversas religiones o culturas proyectan y suscitan ámbitos de encuentro humano enriquecido, abriendo caminos de historia, es decir, de futuro.

El nervio de la confesión cristiana se identifica con la afirmación paradójicamente misteriosa, sólo aceptable en plano religioso, de que al mismo Dios eterno constituye, en la riqueza de su vida inmanente, la verdad y hondura de aquello que se actualiza entre nosotros por Jesús, en el Espíritu. En otras palabras, Dios mismo (y no una imagen disociable de su ser), es quien se expresa y quien actúa por Jesús y como Espíritu en el mundo.

Traducido en términos teológicos, estos significa que la inmanencia de Dios es su economía y viceversa. El problema se ha planteado y se plantea en el momento en que se quiere precisar esa afirmación.

Espíritu de Dios, la Vida humana, Dios en la historia

Un tipo de hermeneútica usual, menos cristiana, enraizada todavía en el dualismo platónico (o postplatónico) de eternidad y tiempo, inmutabilidad divina y cambio histórico, ha trazado entre la trinidad en sí y sus manifestaciones económicas un esquema de participación derivada, en el que se distinguen y separan dos niveles.

(1) Dios existiría primero separado, en plano eterno, sin cambios y sin tiempo, sin mezcla de historia. Leer más…

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“Vivir a Dios desde dentro”. 8 de junio de 2014. Pentecostés (A). Juan 20, 19-23.

Domingo, 8 de junio de 2014
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31-PentecostesA cerezoHace algunos años, el gran teólogo alemán, Karl Rahner, se atrevía a afirmar que el principal y más urgente problema de la Iglesia de nuestros tiempos es su “mediocridad espiritual”. Estas eran sus palabras: el verdadero problema de la Iglesia es “seguir tirando con una resignación y un tedio cada vez mayores por los caminos habituales de una mediocridad espiritual”.

El problema no ha hecho sino agravarse estas últimas décadas. De poco han servido los intentos de reforzar las instituciones, salvaguardar la liturgia o vigilar la ortodoxia. En el corazón de muchos cristianos se está apagando la experiencia interior de Dios.

La sociedad moderna ha apostado por “lo exterior”. Todo nos invita a vivir desde fuera. Todo nos presiona para movernos con prisa, sin apenas detenernos en nada ni en nadie. La paz ya no encuentra resquicios para penetrar hasta nuestro corazón. Vivimos casi siempre en la corteza de la vida. Se nos está olvidando lo que es saborear la vida desde dentro. Para ser humana, a nuestra vida le falta una dimensión esencial: la interioridad.

Es triste observar que tampoco en las comunidades cristianas sabemos cuidar y promover la vida interior. Muchos no saben lo que es el silencio del corazón, no se enseña a vivir la fe desde dentro. Privados de experiencia interior, sobrevivimos olvidando nuestra alma: escuchando palabras con los oídos y pronunciando oraciones con los labios, mientras nuestro corazón está ausente.

En la Iglesia se habla mucho de Dios, pero, ¿dónde y cuándo escuchamos los creyentes la presencia callada de Dios en lo más hondo del corazón? ¿Dónde y cuándo acogemos el Espíritu del Resucitado en nuestro interior? ¿ Cuándo vivimos en comunión con el Misterio de Dios desde dentro?

Acoger al Espíritu de Dios quiere decir dejar de hablar solo con un Dios al que casi siempre colocamos lejos y fuera de nosotros, y aprender a escucharlo en el silencio del corazón. Dejar de pensar a Dios solo con la cabeza, y aprender a percibirlo en los más íntimo de nuestro ser.

Esta experiencia interior de Dios, real y concreta, transforma nuestra fe. Uno se sorprende de cómo ha podido vivir sin descubrirla antes. Ahora sabe por qué es posible creer incluso en una cultura secularizada. Ahora conoce una alegría interior nueva y diferente. Me parece muy difícil mantener por mucho tiempo la fe en Dios en medio de la agitación y frivolidad de la vida moderna, sin conocer, aunque sea de manera humilde y sencilla, alguna experiencia interior del Misterio de Dios.

José Antonio Pagola

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“Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo”. Domingo 8 de junio de 2014. Pentecostés

Domingo, 8 de junio de 2014
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resucitoLeído en Koinonia:

Hechos de los apóstoles 2,1-11: Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar
Salmo responsorial: 103: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
1Corintios 12,3b-7.12-13: Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo
Juan 20,19-23: Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo

El relato de Hechos que leemos en la primera lectura es una construcción del escritor lucano. Su finalidad es eminentemente teológica. No es un acontecimiento cronológico sino kairótico en la misma línea de la fiesta de la ascensión que celebramos y comentamos el domingo pasado. Lucas recoge la «fiesta de las semanas» del antiguo Israel. Esta fiesta se celebraba para conmemorar la llegada del pueblo al Sinaí. La entrega de las tablas de la Ley a Moisés en medio de truenos relámpagos y viento huracanado.

El redactor de Hechos toma los elementos simbólicos de resonancia cósmica para manifestar que es una intervención de Dios. Quiere significar la irrupción del Espíritu Santo en la historia humana. Es el comienzo de la etapa definitiva en la historia de la salvación. Es el comienzo de la predicación del evangelio por parte de la Iglesia apostólica. Estos elementos también recuerdan el anuncio profético del «Día del Señor». Este pasaje entrelaza elementos históricos y escatológicos. El Espíritu empuja a la Iglesia más allá de las fronteras geográficas y culturales. Por eso todos entienden el mensaje en su propia lengua. Allí se han dado cita todos los pueblos hasta entonces conocidos indicando la universalidad del mensaje evangélico. Otro elemento importante es el aspecto comunitario: los discípulos están reunidos en comunidad y el anuncio inaugura una nueva comunidad.

En la primera de Corintios Pablo enfatiza la acción del Espíritu en la vida de los creyentes y en la construcción de la Comunidad eclesial. Conciente de las divisiones que se vivían al interior de esta comunidad insiste en que los dones, los carismas, los ministerios y los servicios proceden de un mismo Espíritu. Por lo tanto todos los carismas, dones y ministerios están en función del crecimiento de la Iglesia. La acción del Espíritu cualifica la misión de la Iglesia en el mundo y no sólo para la santificación individual. El Espíritu articula interiormente la misión de Jesús y la misión de la Iglesia.

El cuarto evangelio presenta dos escenas contrastantes. En primer lugar, los discípulos encerrados en una casa, llenos de miedo y al anochecer. En segundo lugar, la presencia de Jesús que les comunica la paz, les muestra sus heridas como signo de su presencia real, se llenan de alegría y Jesús les comunica el Espíritu que los cualifica para la misión. El miedo, la oscuridad y el encerramiento de «la casa interior» se transforman ahora con la presencia de Jesús en paz, alegría y envío misionero. Son signos tangibles de la acción misteriosa y transformante del Espíritu en el interior del creyente y de la comunidad. Resurrección, ascensión, irrupción del Espíritu y misión eclesial aparecen aquí íntimamente articuladas. No son momentos aislados sino simultáneos, progresivos y dinamizadores en la comunidad creyente.

Jesús cumple sus promesas. Les ha prometido a sus discípulos que pronto regresará, que nos les dejará solos. Les ha dicho que el Espíritu Santo de Dios les asistirá para que entiendan todo lo que él les ha anunciado. Así lo hace. Ahora les comunica el Espíritu que todo lo crea y lo hace nuevo. Jesús sopla sobre ellos como Dios sopló para crear al ser humano. Ellos son las personas nuevas de la creación restaurada por la entrega amorosa de Jesús.

La violencia, la injusticia, la miseria y la corrupción en todos los ámbitos de la sociedad nos llenan de miedo, desaliento y desesperanza. No vemos salidas y preferimos encerrarnos en nosotros mismos, en nuestros asuntos individuales y olvidarnos del gran asunto de Jesús. Entonces es cuando él irrumpe en nuestro interior, traspasa las puertas del corazón e ilumina el entendimiento para que comprendamos que no nos ha abandonado. El sigue presente en la vida del creyente y en el seno de la comunidad. Sigue actuando a través de muchas personas y organizaciones que se comprometen a cabalidad para seguir luchando contra todas las formas de pecado que deshumanizan y alienan al ser humano. El Espíritu de Dios sigue actuando en la historia aunque aparentemente no lo percibamos. No es necesario hacer tanta bulla para decir que el Espíritu está actuando. Muchas veces no lo sentimos porque actúa en forma muy sencilla a través de gestos que pueden pasar desapercibidos.

¿Qué signos de la presencia dinamizadora del Espíritu de Dios podemos percibir en nuestra vida personal, familiar y comunitaria? ¿Conocemos personas que actúan bajo la acción del Espíritu? ¿Por qué? ¿Qué podemos hacer para descubrir y potenciar los dones y ministerios que el Espíritu sigue suscitando en personas y comunidades?

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4ª etapa del Camino a Pentecostés. El Espíritu Santo consagra, unge a Jesús, para su Misión: Anunciar la Buena Nueva a los Pobres, y la liberación a los oprimidos Arnaldo Zenteno S.J. del equipo Animador CEB. Managua, Nicaragua

Domingo, 8 de junio de 2014
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5Leído en la página web de Redes Cristianas

El Espíritu Santo nos unge para seguir fielmente a Jesús en su Misión.

Nota previa: En la etapa anterior, vemos como el Espíritu conduce a Jesús al Desierto y le acompaña para vencer las Tentaciones que deformarían su identidad como Mesías. O sea en negativo vemos en lo que rechaza Jesús, la deformación del Mesías, lo contrario al Proyecto de Dios. En esta etapa vemos en positivo como el Espíritu lo unge para realizar su Misión conforme con el Corazón de Dios. Y nos preguntamos por nuestra Misión.

VER.

1.- Si vemos el ambiente que nos rodea, en la práctica para muchos cristianos a)Digamos en pocas palabras ¿Cuál es la Misión de Jesús?
b) Valoremos y analicemos las afirmaciones siguientes- de lo que suele pensar la gente que nos rodea o con la que tratamos o la que participa en nuestros Proyectos:
– ¿Su Misión es sobre todo hacer Milagros y responder así a nuestra Oraciones?
– ¿Su misión es estar en cada uno de nosotros-as y darnos la salvación individualmente y sin que esto tenga que ver con la situación del mundo que nos rodea ni con el cambio que sería necesario hacer en nuestra sociedad? ¿Lo principal que le interesa a Jesús en nuestra salvación eterna?
-La Misión de Jesús ¿es perdonarnos nuestros pecados?
– La Misión de Jesús ¿es sobre todo consolarnos en nuestras penas?

2.- Pensando ahora en nosotros mismos digamos en pocas palabras ¿Cuál es la Misión de Jesús , su identidad como Mesías? ¿Cómo vemos a Jesús nosotros?

3.- Digamos ahora en pocas palabras ¿Cuál es nuestra Misión como Comunidades y en qué se parece o se diferencia de la Misión de Jesús?

4.- En lo que recogimos de lo que mucha gente piensa sobre la Misión de Jesús ¿dónde aparece o no aparece la acción del Espíritu Santo? Y ¿por qué?

5.-Cuándo formulamos la Misión de las Comunidades ¿aparece allí el Espíritu Santo? Sí o No, y ¿por qué?

JUZGAR:

1.-Jesús ya ha predicado y hecho milagros fuera de Nazaret pequeño poblado-ranchería o comarca donde vivió y trabajó. Sus vecinos y conocidos se dicen ¿no es este el artesano que conocimos? ¿de dónde le viene todo esto? Desean y esperan sobre todo que haga Milagros a favor de ellos. También quieren escuchar su palabra.

Y Jesús en la Sinagoga va a presentarse, va a decirles quién es El y cuál es su Misión.Busca y halla un texto del Profeta Isaías (texto del 3er Isaías escrito al regreso del destierro en Babilonia) y Jesús empieza diciendo claramente: El Espíritu , me ha ungido, me ha consagrado….La palabra Cristo o Mesías quiere decir eso: Ungido y Consagrado, y lo es por el Espíritu Santo.

2.- Nosotros y en general los cristianos hablamos de la Misión de Jesús, pero no solemos hablar del Espíritu Santo en relación con la Misión de Jesús, a no ser ahora lo digamos por estar preparando la celebración de Pentecostés. Para Jesús es fundamental la acción, la consagración o unción del Espíritu Santo, pero para nosotros es algo irrelevante o que simplemente ni aparece. Y ya hemos visto en las etapas anteriores que el Espíritu Santo está presente y actúa desde la Encarnación de Jesús, en su conciencia de ser el hijo muy amado del Padre, y es el Espíritu el que lo conduce, lo empuja y lo acompaña al Desierto para ser tentado y definir su Misión, el sentido verdadero de su Mesianismo. Y ahora dando sentido a todas sus palabras nos dice, proclama: El Espíritu me ha consagrado para…
Pregunta: Podemos preguntarnos a) ¿Por qué nosotros no explicitamos la acción del Espíritu Santo en la Misión de Jesús? b) ¿Por qué probablemente tampoco lo hacemos al explicitar la Misión de nuestras Comunidades, y nuestra propia Misión personal y familiar?
-Si por el Bautismo somos consagrados como discípulas-os de Jesús ¿ no deberíamos vivir esto como fiel respuesta a la acción, al Actuar del Espíritu Santo en nosotras-os?

3.- Jesús nos dice expresamente que está Consagrado, Ungido por el Espíritu para Anunciar la Buena Noticia a los Pobres, la liberación a los Oprimidos y proclamar el Año de Gracia (de Justicia y Reconciliación también social) Si contrastamos esto con la predicación de Juan Bautista, y quizá con nuestra propia predicación, vemos que Juan Bautista habla sobre todo del pecado y de la conversión para ser buenos judíos y recibir al Mesías- y habla también del castigo si no nos convertimos. Jesús empieza a hablar de la Buena Noticia- claro también hablará y denunciará el pecado como lo contrario a la Buena Noticia de Dios, y lo diráen relación con esa Buena Noticia y el Amor Misericordioso de nuestro Buen Padre Dios.

4.-Jesús hizo Milagros conmovido en su corazón ante el dolor y la exclusión humana, pero no fue un curandero, ni médico. Hizo Milagros , pero en relación a la Buena Noticia de Dios

5.- Cuando preguntamos que es el Reino de Dios, se suele responder la Justicia, la Solidaridad etc… y eso es verdad en parte, pero allí ¿dónde aparece la Buena Noticia de Dios- pues se habla del Reino y de la Justicia, sin embargo no se explicita que eso, que esa vida Digna, es el sueño de Jesús, su Misión, el Reino de Dios? y cuándo hablamos del Reino de Dios ¿ aparece allí la Acción el Actuar, el impulso, la Inspiración del Espíritu Santo? Tal vez ahora en Pentecostés es un momento de convertirnos de reconocer, explicitar y abrirnos a la Acción del Espíritu Santo.

6.- Si meditamos o analizamos una de las formulaciones de nuestra Misión podemos sin duda reconocernos y alegrarnos por esta Misión, pero me vuelvo a preguntar y les pregunto:¿dónde se explicita ahí la acción del Espíritu Santo?

7.- Como insisten hoy los teólogos es muy importante no solo ver al Cristo Resucitado o exaltado ya en la Gloria, sino verlo en relación con el Jesús histórico que vivió, caminó y luchó, y fue ejecutado en nuestra historia caminando semejante a nosotros en todo , excepto en el pecado. Pero insisten en que el seguimiento fiel de Jesús histórico, no lo podemos separar, sino ver indisolublemente ligado en Jesús y en nosotros a la Acción del Espíritu Santo.

ACTUAR:

Para nuestro Actuar podemos tomar el texto de Lucas al hablar de la Ascensión de Jesús al cielo: Ustedes serán Bautizados en el Espíritu Santo (Hechos 1,5) Van a recibir la fuerza del Espíritu para ser mis Testigos en Jerusalén, Samaria y hasta los límites de la tierra(Hechos 1,8), y podemos preguntarnos 1.- ¿Qué vamos a hacer en nuestras familias y Comunidades para tener más conciencia y explicitar más y reconocer e invocar la Acción del Espíritu en Jesús y en nosotras-os y nuestras Comunidades?

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“3ª etapa del camino hacia Pentecostés: el Espíritu Santo lleva a Jesús al desierto”, por Arnaldo Zenteno, S.J. del equipo animador CEB. Nicaragua

Domingo, 8 de junio de 2014
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hombre_rezando_en_el_desiertoLeído en la página web de Redes Cristianas

EL ESPÍRITU SANTO NOS LLEVA TAMBIÉN A NOSOTROS AL DESIERTO ¿Y NUESTRA RESPUESTA?

“Jesús lleno del Espíritu Santo volvió de las orillas del Río Jordán,y se dejó guiar por el Espíritu al Desierto” (Lc 4,1) “ Después el Espíritu Santo condujo a Jesús al Desierto para que fuera tentado por el diablo”( Mt 4,1) “Después del Bautizo, el Espíritu lo empujó al Desierto y allí fue tentado por Satanás”(Mc 1,12-13)

VER

1-Muchas veces hemos meditado el pasaje del Evangelio que nos habla de las Tentaciones de Jesús en el Desierto, pero ¿nos hemos detenido a pensar en lo que repiten los 3 evangelistas: el Espíritu Santo lo condujo, lo empujó, lo guió al Desierto…?.Y Jesús se dejó guiar. Esto que es muy importante y lo subrayan los 3 Evangelistas ¿qué tiene que ver con nuestra vida personal y con la vida de nuestras Comunidades?

2.- En la Biblia ¿Qué significa el Desierto? Y por qué al inicio de su vida Pública y de después de haber sido reconocido como el Hijo muy amado de Dios, Jesús es llevado al Desierto para ser tentado por Satanás.

3.- En nuestra vida personal y como Comunidades ¿Qué sentido tiene entrar al Desierto? ¿Y podemos reconocer que es el Espíritu Santo el que nos lleva y conduce al Desierto?

4.- ¿Podemos pensar que nuestra Iglesia como Institución en los últimos años anteriores estaba en el Desierto y cómo empieza a salir del Desierto?

JUZGAR

1.- a) El Desierto en la Biblia sobre todo si vemos el Éxodo y los Profetas, en particular a Isaías y Jeremías, tiene varios sentidos: a) el Desierto es el lugar inhóspito y lo contrario del sueño de la Tierra Prometida que mana lecha y miel.

b) El Desierto es el lugar de la Tentación para el pueblo en su camino a la Tierra Prometida, y es el lugar donde el pueblo cae en la tentación, adora al becerro de oro y quiere regresar a los ajos y cebollas de Egipto aunque sea esclavo.

c) El Desierto es también un lugar privilegiado del encuentro con Dios; es lugar de una revelación especial de Dios y de una respuesta confiada del pueblo.

d) El Desierto no es el lugar de la morada permanente, si no es el camino que es necesario recorrer para llegar a la Tierra Prometida.

2.- En la vida de Jesús el Desierto con el Ayuno de 40 días es reflejo de los 40 años que el pueblo pasó atravesando el Desierto y de las tentaciones que allí tuvo el Pueblo y El ahora enfrenta.
a) Muchas veces hemos reflexionado sobre esas Tentaciones .Pero ¿Nos hemos preguntado por qué los Evangelios insisten en que Jesús es guiado por el Espíritu Santo al Desierto para ser tentado por el mal espíritu? Y hemos reflexionado ¿por qué esto pasa al inicio de su vida Pública y de su predicación?

nature guys 235PREGUNTA:Y NOSOTROS A NIVEL PERSONAL Y COMO COMUNIDADES ¿RECONOCEMOS QUE ES EL ESPIRITU SANTO EL QUE NOS GUIA AL DESIERTO, A NUESTROS DESIERTOS PARA SER TENTADOS? PODEMOS ANALIZAR ESTO PENSANDO EN ALGUNOS DESIERTOS QUE HEMOS TENIDO, POR EJEMPLO,LA GUERRA DE LOS AÑOS 80, LA INDIFERENCIA,CONFLICTO Y AUN PERSECUCIÓN ECLESIÁSTICA, EL HAMBRE Y MAYOR POBREZA AL TERMINAR ESA GUERRA Y COMENZAR LOS GOBIERNOS NEOLIBERALES.

b) Las Tentaciones que enfrenta Jesús no son cualquiera Tentaciones. Son Tentaciones Mesiánicas sobre su identidad como el Mesías que Dios quiere, así como las Tentaciones del pueblo Judío fueron Tentaciones sobre su fidelidad al Plan de Dios y sobre ser o no ser el pueblo de Dios.

PREGUNTA:EN LA VIDA DE NUESTRAS COMUNIDADES ¿QUÉ TENTACIONES TUVIMOS ANTES SOBRE NUESTRA IDENTIDAD Y CUALES SON LAS TENTACIONES QUE TENEMOS AHORA SOBRE NUESTRA IDENTIDAD COMO CEB , COMO ESTE NUEVO MODO DE SER IGLESIA?
d) Como decía arriba se trata de Tentaciones Mesiánicas o sea sobre la identidad misma de Jesús como Mesías. Jesús era un hombre de su tiempo y escuchaba y conocía distintas expectativas que tenía el pueblo sobre el Mesías. Muchos querían sobre todo al Mesías milagroso, otros muchos y quizás la mayoría esperaba al Mesías como un Rey, un Rey bueno pero poderoso que los librara de todos sus enemigos.

PREGUNTA. A NIVEL IGLESIA, Y A NIVEL DE NUESTRAS FAMILIAS,Y A NIVEL POLÍTICO-DE PARTE DEL GOBIERNO,LA OPOSICIÓN Y SOCIEDA CIVIL ¿ CUALES SON SUS EXPECTATIVAS SOBRE NOSOTRAS COMO COMUNIDADES? Y ¿CÓMO ESTO PUEDE SER UNA TENTACIÓN PARA NUESTRA VERDADERA IDENTIDAD?
e) No es Tentación tener hambre después de 40 días de Ayuno. La Tentación es usar el poder milagroso del Mesías para beneficio propio. Jesús rechaza esa Tentación por su fidelidad a la Palabra y al Plan de Dios. Él multiplicará los panes con el compartir milagroso pero bien del pueblo, no para su propia alimentación.

PREGUNTA: ¿ QUE TENTACIONES TENEMOS COMO COMUNIDADES DE USAR NUESTRO SER COMUNIDADES, NUESTRA HISTORIA, NUESTRO PESO SOCIAL O ECLESIAL PARA NUESTRO PROPIO BENEFICIO O GLORIA Y NO PARA EL BIEN DEL PUEBLO?

f) El Tentador le propone a Jesús que se arroje de la cúpula del templo y que nada le pasará. Es la Tentación de un Mesianismo espectacular en que se reconocería el poder de Dios y nos dejaría con la boca abierta. Pero Jesús rechaza esa Tentación y sigue el camino de un Mesías sencillo, humilde y que va a sufrir en su cuerpo y en su corazón como el Siervo Sufriente anunciado por Isaías. ¡Por ser fiel a su vocación cuántas cosas le pasaron a Jesús toda su vida y especialmente en su Pasión y Muerte!
PREGUNTAS. -Y NOSOTROS COMO COMUNIDADES ¿TENEMOS LA TENTACION DE QUE NO NOS PASE NADA, NI TENGAMOS SUFRIMIENTOS Y CONTRADICCIONES POR ANUNCIAR FIELMENTE EL EVANGELIO?

-¿TENEMOS LA TENTACIÓN DE SER MUY RECONOCIDAS, ALABADAS COMO FIELES DISCÍPULAS-OS DE JESÚS? Y ¿BUSCAMOS NUESTRA PROPIA GLORIA, NO LA QUE VIENE DE DIOS?

– EN EL FONDO ¿ESTAMOS DISPUESTAS-OS A TOMAR LA CRUZ Y SEGUIR FIELMENTE A JESÚS?
g) El tentador le ofrece a Jesús todo el poder, con tal que le adore y le sirva. Jesús rechaza la tentación del poder,y la rechaza por su fidelidad a Dios su Padre al que quiere servir fielmente aunque le cueste la vida. Ya camino de Jerusalén, y al lavar los piés de sus discípulos, Jesús les dice y nos dice: No sea así entre ustedes…. No aspiren a ser servidos, a dominar, sino a servir, como el Hijo del hombre que no vino a ser servido,sino a servir y dar la vida por nuestra salvación. No sean como los gobernantes que oprimen a los Pueblos, y quieren que les llamen Bienhechores.

PREGUNTAS.- ¿CUÁLES SON LAS TENTACIONES DE PODER- PODER QUE DOMINA Y OPRIME- QUE TENEMOS A NIVEL PERSONAL Y A NIVEL COMUNIDADES?- Tentaciones por el cargo, por nuestra antigüedad, por nuestra inteligencia y capacitaciones, por ser el animador o coordinador de la Comunidad, por conocer muy bien la Biblia, por nuestro carisma para hablar, para organizar etc…
– ¿VEMOS CLARO QUE CAER EN LA TENTACIÓN DEL PODER DOMINADOR ES LO MÁS CONTRARIO AL EJEMPLO DE JESÚS Y A LA OPCIÓN POR LOS POBRES- POR LA CAUSA DE LOS POBRES, A LOS QUE EN LA SOCIEDAD Y TAMBIÉN EN LA IGLESIA SE LES NIEGA MUY FRECUENTEME CUALQUIER PODER-PODER DE LA PALABRA, PODER EN LA TOMA DE DECISIONES ETC..?
———-
ACTUAR.
Jesús tuvo estas tentaciones , y tuvo en ese sentido otras muchas tentaciones como nos dice el mismo Evangelio: si eres el Hijo de Dios, bájate de la Cruz. Pedro también fue tentador para Jesús cuando le dice que lejos de él como Mesías el tomar la Cruz. Pero Jesús fiel al impulso del Espíritu Santo y a la voluntad de su Padre querido se mantuvo fiel en su vocación mesiánica, conforme al Plan de Dios

1.- ¿QUÉ VAMOS A HACER NOSOTRAS-OS PARA ANALIZAR Y RECONOCER QUÉ TENTACIONES TENEMOS HOY QUE AMENAZAN NUESTRA IDENTIDAD COMO COMUNIDADES, COMO FIELES DISCÍPULAS-OS DE JESÚS?
2.- ¿QUÉ DESIERTOS TENEMOS HOY EN NUESTRA VIDA COMO COMUNIDADES? Y ¿CÓMO PODEMOS RECONOCER QUE ES EL MISMO ESPÍRITU SANTO EL QUE NOS GUÍA PARA ENTRAR EN EL DESIERTO Y NOS ILUMINA Y FORTALECE PARA VENCER LAS TENTACIONES ? ¿ QUE VAMOS A HACER PARA VENCER ESAS TENTACIONES?

3.- ESTO QUE VENIMOS REFLEXIONANDO ¿ CÓMO PUEDE ESTAR PRESENTE EN NUESTRA CELEBRACIÓN EL DOMINGO DE PENTECOSTÉS? ¿CON QUE SIGNOS PODEMOS EXPRESARLO? ¿EN QUÉ COMPROMISOS PODEMOS CONCRETARLO?

4.- OREMOS CON EL PADRE NUESTRO: NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN, y concretemos esto en las tentaciones que hoy tenemos yque si caemos en ellas debilitarían nuestra propia identidad como Comunidades, como Iglesia de los Pobres, por ejemplo, la indiferencia ante la situación de las y los migrantes, o el silencio profético de cara a tanta violencia o a la destrucción de la Naturaleza, o el no tener conflictos en lo eclesial o en lo político etc…

Arnaldo Zenteno S.J. del equipo animador CEB. Nicaragua 15 de mayo del 2014.

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“2ª etapa del camino hacia Pentecostés”, por Arnaldo Zenteno del Equipo Animador CEB. Managua, Nicaragua

Domingo, 8 de junio de 2014
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aafa_12Leído en la página web de Redes Cristianas

JESÚS UNGIDO POR EL ESPÍRITU SANTO, ES ANUNCIADO COMO EL HIJO MUY AMADO DE DIOS. POR LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO PODEMOS INVOCAR A DIOS COMO PADRE QUERIDO (Gálatas)

VER :En la vida concreta, en la predicación,en la catequesis etc… ¿Hay o no una clara contraposición entre hablar de Jesús el Hijo muy amado y nosotras-os tambien como hijas e hijos muy amados, y esa visión de temor, del Dios castigador, de tener en el centro obsesivamente el pecado y el castigo? Y como critica el Papa Francisco, esa exagerada conciencia de castigo ¿no nos lleva al ver a la Iglesia como una Aduana, no como la casa de Misericordia?

La primera vez que aparece expresamente la acción del Espíritu Santo en la vida pública de Jesús es en el Bautizo en el río Jordán.

Podríamos preguntarnos qué pensamos de este Bautizo de Jesús. Es frecuente que en la preparación de los bautizo se toma el texto de los Evangelios sobre el bautizo que Jesús recibe de Juan. ¿Nos parece correcto esto y realmente el Bautizo que Jesús recibe de Juan tiene que ver directamente con nuestro bautismo? ¿En qué sentido?

También podemos preguntarnos dónde aparece en ese bautismo la acción del Espíritu Santo y si esto es tomado en cuenta en la predicación y en nuestra propia conciencia.

También podemos preguntarnos si cuando bautizamos a nuestros hijos o hermanos, pensamos de alguna manera en la acción del Espíritu Santo que nos consagra como hijas-os muy amados de Dios, como hermanos y hermanas muy queridas de Jesús y como sus discípulas-os.

El hablar de Jesús como el Hijo muy amado de Dios y de nosotros en El, tambièn como hijas e hijos muy amados ¿no se contrapone al hablar tanto, aun en la Liturgia, del Dios Todopoderoso y Omniponte? Y ¿cómo se contrapone a esa visión de Dios como Castigador y al consecuente y desmedido temor de Dios

JUZGAR

1 Obviamente Jesús no tenía necesidad de ser bautizado por Juan Bautista. Él entró humildemente al río como lo estaba haciendo su pueblo. En cierto sentido podría parecer como una humillación pues Él aparecía como un pecador que necesitaba ese baño de purificación.

2 Dios le habla al corazón al Bautista y siente que no puede bautizar a Jesús. Pero ante las palabras de Jesús que le insiste en que lo hago pues es voluntad de Dios que Él camine así humildemente con el pueblo pecador, Juan lo bautiza.

3 Muchas veces nos quedamos ahí y parece que lo central es el Bautizo que realiza Juan Bautista y que Jesús recibe humildemente. Pero en el Evangelio lo que viene a continuación, es lo principal: se abre el Cielo y el Espíritu de Dios baja como paloma sobre Jesús y se oye una voz Celestial que dice: “Este es mi Hijo muy amado en el que tengo todas mis complacencias.” Lo central que marca toda la vida de Jesús está precisamente en esa revelación: Jesús se siente y toma toda conciencia de que es el Hijo muy amado de Dios Padre y en quien el Padre tiene toda su complacencia.

Esta consciencia clara recibida con todo amor va guiar plenamente la vida de Jesús, y le da una confianza ilimitada en su Abbá. Toda su vida está en relación con su Padre querido, con su Abba. Es una relación filial amorosa y de plena confianza. Como expresa la carta a los Hebreos, Jesús dice: holocaustos y sacrificios no quisiste, he aquí que vengo oh Dios mío para hacer tu voluntad(heb 10,5-7) Y al final del pasaje de la Mujer Samaritana, Jesús le dice a los discípulos que le traían alimento y que no entendían su diálogo con la Mujer samaritana y no entendían por qué no quería comer los alimentos que le traían, Jesús les dice, el cumplir la voluntad de mi Padre y llevar a cabo su obra, ese es mi alimento (Jn 4,34-35).-¿podemos decir lo mismo nosotros que ese es nuestro Alimento?

campanha-de-prevenção-a-aids-usa-imagem-de-santos-na-15ª-parada-do-orgulho-lgbt-de-sao-paulo-ronaldo-gutierrez-rick-hudson-tagide-peres-babado-e-confusao (9)4 Si esto pasó en la vida de Jesús podríamos preguntarnos si con la gracia del Espíritu Santo y con su luz, tenemos plena conciencia de que somos hijas e hijos muy amados de Dios. Y podemos preguntarnos si esa conciencia y ese sentir dentro del corazón que somos hijos e hijas muy amados de Dios guía toda nuestra vida.
Y también podemos preguntarnos si en nuestra acción evangelizadora movidos por el Espíritu, esa conciencia de ser hijas e hijos muy queridos de Dios, está en el centro de nuestro anuncio, de nuestra predicación, de nuestras celebraciones y del testimonio de nuestra vida personal y como Comunidades.

5 Cuando se dan las pláticas pre bautismales y cuando llevamos a bautizar se habla y con razón de la purificación del pecado, etc… Pero se habla poco de la acción del Espíritu Santo por la cual somos consagrados y proclamamos que somos hijas- hijos muy queridos de Dios y que estamos consagrados como hermanos y hermanas de Jesús, el Hijo muy amado de Dios. Y¿ subrayamos que somos consagrados como lo expresa sobre todo Mateo en el capítulo final del Evangelio que somos consagrados como discípulos y discípulas de Jesús (Mateo 28, 19-20)?

ACTUAR

1.- A la luz de esto que venimos meditando y reflexionando juntos, conviene que revisemos a nivel personal y a nivel comunitario, si en el centro de nuestra vida y como luz que ilumina a todo, está la conciencia agradecida de ser hijos e hijas muy queridos de Dios, hermanas y hermanos de Jesús sus queridos discípulos y que todo esto lo somos por la acción del Espíritu Santo. Un santo de la antigüedad decía breve y sabiamente que por la acción del Espíritu, somos hijos en el Hijo, que es Jesús.

2.-Y qué podemos hacer para que esta acción del Espíritu Santo, esta revelación de que somos hijas e hijos muy amados de Dios esté presente y muy viva en nuestras celebraciones y en nuestra predicación. Ojalá se refleje en nuestro caminar lo que Juan Bautista decía a sus contemporáneos: “Mi bautizo es un bautismo de agua, el que viene detrás de mí los bautizará con el soplo del Espíritu Santo” (Mt 3, 11-12). 3.-Ojalá con la acción del Espíritu Santo vivamos con mucha alegría y muchísimo agradecimiento esa conciencia y esa realidad hijos e hijas muy amados de Dios y que eso lo compartamos con toda nuestra vida.

ORACIÓN: Jesús, hermano nuestro tan querido, plenamente humano. Semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado. Tú tuviste como nosotros,Alegrías y Tristezas muy profundas. Tuvistes desilusiones y fracasos.Tuviste sueños y esperanzas. Tú te sentiste plenamente Hijo Amado de Dios, tu querido Padre, y como bien nos dijiste,también Padre Nuestro.

Concédenos esta gracia que por la Acción del Espíritu Santo, nos sintamos profundamente hermanas y hermanos tuyos, y contigo hijas e hijos muy amados de Abbá, nuestro querido Padre que Tú nos has revelado. Que esta conciencia, que esta gracia de ser Hijas e Hijos muy amados ilumine nuestra vida con luz que no se apaga. Que esta gracia del Espíritu Santo nos transforme y nos haga vivir con inmensa Alegría para que donde quiera que estemos y en las situaciones diversas, aún las más difíciles, tengamos una Confianza Inquebrantable en nuestro buen Padre Dios, y que con nuestra vida toda- como hermanas y hermanos tuyos, seamos un Evangelio vivo, la Buena Noticia tuya, Revelación de nuestro Padre Misericordioso. Te pedimos la gracia de saber comunicar y compartir a los que nos rodean y especialmente a los más solos, más tristes, y oprimidos, la alegría del Evangelio, la Esperanza que no defrauda, tu sueño del Reino de Dios: una Vida Digna y plena. Amén.

Arnaldo Zenteno del Equipo Animador CEB. Managua, Nicaragua 14 de mayo del 2014

Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales

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“El Espíritu de la Verdad”. 25 de mayo de 2014. 6 Pascua (A). Juan 14, 15-21.

Domingo, 25 de mayo de 2014
Comentarios desactivados en “El Espíritu de la Verdad”. 25 de mayo de 2014. 6 Pascua (A). Juan 14, 15-21.

28-PascuaA6 cerezoJesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ve tristes y abatidos. Pronto no lo tendrán con él. ¿Quién podrá llenar su vacío? Hasta ahora ha sido él quien ha cuidado de ellos, los ha defendido de los escribas y fariseos, ha sostenido su fe débil y vacilante, les ha ido descubriendo la verdad de Dios y los ha iniciado en su proyecto humanizador.

Jesús les habla apasionadamente del Espíritu. No los quiere dejar huérfanos. Él mismo pedirá al Padre que no los abandone, que les dé “otro defensor” para que “esté siempre con ellos”. Jesús lo llama “el Espíritu de la verdad”. ¿Qué se esconde en estas palabras de Jesús?

Este “Espíritu de la verdad” no hay que confundirlo con una doctrina. Esta verdad no hay que buscarla en los libros de los teólogos ni en los documentos de la jerarquía. Es algo mucho más profundo. Jesús dice que “vive con nosotros y está en nosotros”. Es aliento, fuerza, luz, amor… que nos llega del misterio último de Dios. Lo hemos de acoger con corazón sencillo y confiado.

Este “Espíritu de la verdad” no nos convierte en “propietarios” de la verdad. No viene para que impongamos a otros nuestra fe ni para que controlemos su ortodoxia. Viene para no dejarnos huérfanos de Jesús, y nos invita a abrirnos a su verdad, escuchando, acogiendo y viviendo su Evangelio.

Este “Espíritu de la verdad” no nos hace tampoco “guardianes” de la verdad, sino testigos. Nuestro quehacer no es disputar, combatir ni derrotar adversarios, sino vivir la verdad del Evangelio y “amar a Jesús guardando sus mandatos”.

Este “Espíritu de la verdad” está en el interior de cada uno de nosotros defendiéndonos de todo lo que nos puede apartar de Jesús. Nos invita abrirnos con sencillez al misterio de un Dios, Amigo de la vida. Quien busca a este Dios con honradez y verdad no está lejos de él. Jesús dijo en cierta ocasión: “Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Es cierto.

Este “Espíritu de la verdad” nos invita a vivir en la verdad de Jesús en medio de una sociedad donde con frecuencia a la mentira se le llama estrategia; a la explotación, negocio; a la irresponsabilidad, tolerancia; a la injusticia, orden establecido; a la arbitrariedad, libertad; a la falta de respeto, sinceridad…

¿Qué sentido puede tener la Iglesia de Jesús si dejamos que se pierda en nuestras comunidades el “Espíritu de la verdad”? ¿Quién podrá salvarla del autoengaño, las desviaciones y la mediocridad generalizada? ¿Quién anunciará la Buena Noticia de Jesús en una sociedad tan necesitada de aliento y esperanza?

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Contribuye a difundir el “Espíritu de la verdad”. Pásalo.

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“Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor”. Domingo 25 de mayo de 2014. 6º Domingo de Pascua.

Domingo, 25 de mayo de 2014
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1398445799_315714_1398446224_album_normalLeído en Koinonia:

Hechos de los apóstoles 8,5-8.14-17: Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo
Salmo responsorial: 65: Aclamad al Señor, tierra entera.
1Pedro 3,15-18: Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida
Juan 14,15-21: Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor

La palabra de Felipe, un misionero que lleva el mensaje de Jesús a nuevas fronteras, es escuchada con atención porque hay coherencia entre lo que dice y lo que hace. La palabra y el poder sanador de Felipe son motivo de alegría para la comunidad samaritana. Para que una comunidad se mantenga firme en el evangelio es necesario tener la fuerza y la gracia del Espíritu Santo, algo que solo se logra con la oración, la imposición de las manos como signo de herencia fraterna y el bautismo comprometido con la misión de Jesús. Los discípulos y discípulas de ayer y de hoy tenemos la gracia de haber recibido el Espíritu Santo a través del Bautismo y la imposición de las manos. El Espíritu Santo es el único que puede garantizar el éxito y la eficacia de la misión. Discipulado, Espíritu y misión son las marcas que identifican al misionero de Jesús.

El pasaje de la carta de Pedro insta a la comunidad a ser santos. Una santidad que está siempre ligada al seguimiento y a las consecuencias que esta opción misionera imponga en nuestras vidas.

El Evangelio de Juan nos da la clave del verdadero seguimiento: AMAR. Este amor es el mandamiento que Jesús da a quienes quieran seguirlo. Ser discípulos o discípulas de Jesús implica tener como norma de vida el amor, un amor activo, liberador y eficaz. Ésta es la esencia del Evangelio, éste es el corazón de la vida y la práctica de Jesús, esto es lo que identifica a todos aquellos y aquellas que han asumido su misión.

Jesús teme por el futuro de sus discípulos. Sabe que las fuerzas del mal son poderosas y no escatiman esfuerzos para eliminar a las fuerzas del bien. Reconoce que sus discípulos no tienen todavía la formación y la convicción necesaria para enfrentar estas fuerzas malignas. Por esto, en un gesto de amor profundo, Jesús le pide al Padre que derrame el Espíritu sobre los discípulos de ayer y de hoy, para no dejarnos huérfanos, para que permanezca siempre con nosotros en la continuidad de la misión. Mientras el mundo permanece ciego, el Espíritu permite a los discípulos de Jesús reconocerlo en los hermanos. En el amor a los demás se reconoce el verdadero rostro de Jesús. Sólo el amor, al que somos llamados, es garantía de la presencia de Dios en nosotros y en nuestras comunidades. Si el amor es la clave del seguimiento de Jesús, tendremos que preguntarnos que estamos haciendo en nuestra vida y en nuestras comunidades para impregnar el mundo de amor, un amor que con la fuerza del Espíritu, permita que la verdad, la justicia y la fraternidad sean las huellas del Reino en el mundo de hoy.


La 1ª lectura, tomada del libro de los Hechos, nos presenta a Felipe predicando a los samaritanos en su capital. Es una noticia inusitada si tenemos en cuenta la enemistad tradicional entre judíos y samaritanos, tan presente en los evangelios, en pasajes como la parábola del buen samaritano (Lc 10,29-37), o la conversación de Jesús con la samaritana (Jn 4,1-42) o en otros pasajes más breves (Mt 10,5; Lc 9,51-56; 17,16; Jn 8,48). Los judíos consideraban a los samaritanos como herejes y extranjeros (cfr. 2Re 17,24-41) pues, aunque adoraban al único Dios y vivían de acuerdo con su ley, no querían rendir culto en Jerusalén, ni aceptaban ninguna revelación ni otras normas que las contenidas en el Pentateuco. Los samaritanos pagaban a los judíos con la misma moneda, pues los habían hostigado en los períodos de su poderío y habían llegado a destruir su templo en el monte Garitzín. Por todo esto nos parece sorprendente encontrar a Felipe predicando entre ellos, en su propia capital, y con tanto éxito como sugiere el pasaje que hemos leído, hasta concluir con un hermoso final: que su ciudad, la de los samaritanos, “se llenó de alegría”.

Esta obra evangelizadora que rompe fronteras nacionales, que supera odios y rivalidades ancestrales, provocando en cambio la unidad y la concordia de los creyentes, es obra del Espíritu Santo, como comprueban los apóstoles Pedro y Juan, que con su presencia en Samaria confirman la labor de Felipe. Se trata de una especie de Pentecostés, de venida del Espíritu Santo sobre estos nuevos cristianos procedentes de un grupo tan despreciado por los judíos. Para el Espíritu divino, no hay barreras ni fronteras. Es Espíritu de unidad y de paz.

La 2ª lectura sigue siendo, como en los domingos anteriores, un pasaje de la 1ª carta de Pedro. Escuchamos una exhortación que con frecuencia se nos repite y recuerda: que los cristianos debemos estar dispuestos a «dar razón de nuestra esperanza» a todo el que nos la pida. ¿Por qué creemos, por qué esperamos, por qué nos empeñamos en confiar en la bondad de Dios en medio de los sufrimientos de la existencia, las injusticias y opresiones de la historia? Porque hemos experimentado el amor del Padre, y porque Jesucristo ha padecido por nosotros y por todos, para darnos la posibilidad de llegar a la plenitud de nuestra existencia en Dios. Por esta misma razón el apóstol nos exhorta a mostrarnos pacientes en los sufrimientos, contemplando al que es modelo perfecto para nosotros, a Jesucristo, el justo, el inocente, que en medio del suplicio oraba por sus verdugos y los perdonaba. La breve lectura termina con la mención del Espíritu Santo por cuyo poder Jesucristo fue resucitado de entre los muertos.

A quince días de que termine la cincuentena pascual, la Iglesia comienza a prepararnos para la gran celebración que la concluirá: la de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. La manifestación pública de la Iglesia. Podríamos decir que su inauguración –teológicamente hablando, no históricamente hablando–. En la lectura del evangelio de san Juan, tomada de los discursos de despedida de Jesús que encontramos en los capítulos 13 a 17 de su evangelio, el Señor promete a sus discípulos el envío de un “Paráclito”, un Defensor o Consolador, que no es otro que el Espíritu mismo de Dios, su fuerza y su energía, Espíritu de verdad porque procede de Dios que es la verdad en plenitud, no un concepto, ni una fórmula, sino el mismo Ser Divino que ha dado la existencia a todo cuanto existe y que conduce la historia humana a su plenitud.

Los grandes personajes de la historia permanecen en el recuerdo agradecido de quienes les sobreviven, tal vez en las consecuencias benéficas de sus obras a favor de la humanidad. Cristo permanece en su Iglesia de una manera personal y efectiva: por medio del Espíritu divino que envía sobre los apóstoles y que no deja de alentar a los cristianos a lo largo de los siglos. Por eso puede decirles que no los dejará solos, que volverá con ellos, que por el Espíritu establecerá una comunión de amor entre el Padre, los fieles y El mismo.

El «mundo» (en el lenguaje de Juan) no puede recibir el Espíritu divino. El mundo de la injusticia, de la opresión contra los pobres, de la idolatría del dinero y del poder, de las vanidades de las que tanto nos enorgullecemos a veces los humanos. En ese mundo no puede tener parte Dios, porque Dios es amor, solidaridad, justicia, paz y fraternidad. El Espíritu alienta en quienes se comprometen con estos valores, esos son los discípulos de Jesús.

Esta presencia del Señor resucitado en su comunidad ha de manifestarse en un compromiso efectivo, en una alianza firme, en el cumplimiento de sus mandatos por parte de los discípulos, única forma de hacer efectivo y real el amor que se dice profesar al Señor. No es un regreso al legalismo judío, ni mucho menos. En el evangelio de San Juan ya sabemos que los mandamientos de Jesús se reducen a uno solo, el del amor: amor a Dios, amor entre los hermanos. Amor que se ha de mostrar creativo, operativo, salvífico.

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Dom 25.5.14. Rogaré al Padre, y os dará Consuelo, una Defensa.

Domingo, 25 de mayo de 2014
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espiritu-santo-02Del blog de Xabier Pikaza:

Domingo 6º de Pascua. Juan 14,15-21. El evangelio de Juan viene ofreciendo diversas imágenes de pascua: pastor y puerta, morada de Dios… Hoy nos sitúa ante la promesa y Esperanza del Espíritu Santo, como Paráclito (Defensor/Consolador) de los creyentes.

Yo rogaré al Padre
y os enviará otro Defensor/Consolador
es decir, el “paráclito de Dios”.

La Pascua de Jesús se convierte así en promesa de una presencia más alta: El Espíritu de Dios, como Defensa y Consuelo, eso es el Paráclito en la visión gnóstico/social del Evangelio de Juan:

Consuelo en la tristeza de la vida, en medio de la ausencia inmensa, perdidos en un mundo que parece sin sentido. Ésta es la gnosis, éste el conocimiento: Podemos vivir consolados.

Defensa en medio de la inmensa injusticia de la tierra, traídos y llevados por poderes de muerte… Nadie ni nada podrá destruirnos, pues el Dios de Cristo está en nosotros, el Paráclito.

Ésta es la certeza que sostiene el camino de la historia tantas veces oscura y angustiosa de los hombres. Buen domingo, buena Pascua.

Texto:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos.

Yo rogaré al Padre que os dé otro defensor (=Paráclito), que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad.

El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.

No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros.

El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él

(Juan 14,15-21).

Evangelio de Juan: Catequesis del Espíritu

El evangelio de Juan es una catequesis del Espíritu, como el mismo Jesús dijo a Nicodemo, maestro de Israel, al invitarle a que naciera de nuevo (de lo alto), por obra del Espíritu:

«En verdad te digo, si alguien no nace del agua y del Espíritu
no puede entrar en el reino de Dios» (Jn 2, 5).

Éste es el tema, nacer de nuevo. Ésta es la experiencia: Descubrir que somos y ser hijos de Dios, con Jesús, en el Espíritu.

La religión anterior ha pasado, los montes sagrados y templos, los cultos antiguos. Llega en Jesús la novedad de una adoración gratuita, abierta a todos los hombres, llega el tiempo del Espíritu, la Hora de la Gran Libertad:

«Créeme, mujer: viene la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre… Pero llega la hora y es ésta en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en Verdad; estos son los adoradores que Dios busca: Dios es Espíritu, y quienes le adoran deben adorarle en Espíritu y Verdad» (Jn 4, 21-24).

Los hombres estaban divididos por sacralidades de montes y templos aislados. Ahora han de unirse en el Espíritu y Verdad universal. Eso lo sabían los judíos helenistas (Filón y Sabiduría), pero no habían podido concretarlo. Muchos cristianos posteriores han seguido encerrados en una cultura o ciudad (nación) particular. En contra de eso, Jesús quiere que todos se vinculen por el Espíritu, que brota como río de su seno:

«Esto lo dijo refiriéndose al Espíritu que debían recibir los que creyeran en él; pues todavía no había Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado» (Jn 7, 39).

Jesús resucitado es manantial del Espíritu, que mana hacia todos los humanos (como las aguas del paraíso: Gen 2, 10-14; Ap 22, 1-2). Ésta es la promesa de Dios, ésta es nuestra esperanza:

Jesús pascual, la promesa del Espíritu:

Ésta es la palabra clave: Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor (=Paráclito), que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad.

Desde ese fondo debemos recordar y retomar los textos del Espíritu-Paráclito, como abogado, defensor de los fieles en la prueba (cf. Mc 13, 11 par), intérprete y autoridad de Jesús en la iglesia.

Éstos son los principales, los cuatro grandes textos del Paráclito, es decir, del gran Consuelo

(1) Rogaré al Padre y os dará otro Paráclito, que esté con vosotros para siempre (Jn 14, 16). Ésta es la palabra clave del evangelio de hoy, el primer texto del Paráclito.

Jesús mismo había sido el Paráclito, defensor de sus discípulos. Pero ahora que se va y les deja en plano físico, pide al Padre otro, que sea presencia interior y compañía (no os dejaré huérfanos: 14, 18). Los hombres que están cerrados en el “mundo” viven en un plano de carne, es decir, de lucha mutua, de mentira. La misma realidad se les cierra y aparece como círculo de muerte.

Por el contrario, aquellos que viven iluminados por Jesús (desde la presencia de Dios) reciben la promesa del el Espíritu. Están acompañados. Esta experiencia del Dios que es Compañía es la clave de pascua cristiana.

(2) El Paráclito… os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os dije, como Maestro interior divino (Jn 14, 26). Éste es el segundo texto del Paráclito:

La iglesia ha corrido a veces el riesgo de entender la verdad como algo impuesto por fuera, resuelto y enseñado desde arriba. Pero Jesús promete a los suyos un magisterio interior. Por eso, los cristianos sólo conocen la autoridad del Espíritu-Paráclito, que interpreta y actualiza a Cristo.

Corremos el riesgo del engaño, de la manipulación de diverso tipo, todos nos engañan. Pues bien, si confiamos en el Cristo (en el Dios que vive dentro de nosotros) tendemos la garantía de la verdad. Ésta es la verdad interna, aquella que alumbra nuestra vida, desde el interior de Dios, que es nuestra luz.

(3) Cuando venga el Paráclito… dará testimonio de mí, y vosotros también daréis testimonio, porque habéis estado conmigo desde el principio (15, 26-27). Éste es el tercer texto del Paráclito.

Jesús no ha prometido un magisterio externo de dogmas y enseñanzas. Tampoco ha dejado una estructura de poder. Su verdad se expresa en la enseñanza interior del Espíritu, que actúa a través al testimonio de los fieles.

Cuando están en riesgo las instituciones, queda y crece ese testimonio. La verdad se expresa así como “testimonio” de vida interior. Tenemos a nuestro lado el Gran Testigo de Dios, que es Jesús. Podemos ser y somos testigos de Dios unos para los otros.

(4) Conviene que yo me vaya, porque si no me fuere, el Paráclito no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré (16, 7). Texto final, la gran promesa.

Una presencia material de Jesús estorbaría, pues él quedaría fuera de la vida de sus fieles. Muchos parecen añorarle así, actuando a través de milagros, apariciones, seguridades exteriores.

Por eso es necesario que Jesús se vaya, que cumpla su tarea, para que sus fieles asuman la verdad en el Espíritu, que es presencia y experiencia interior de Jesús. Por encima de todas las restantes instancias eclesiales, Jesús apela a la Confianza del Espíritu, Paráclito (Abogado y Consolador) de los fieles.

Es Consolador, pues lo buscamos allí donde nuestras tradiciones patriarcales, de seguridad externa, van envejeciendo.
Es Abogado, porque necesitamos defensa en este mundo convulso, en crisis de violencia y muerte.
Es el don pascual de Jesús, que se aparece y habla, dándoles poder de perdonar (=vincular en amor) a todos los humanos: «Dicho esto, alentó sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo» (Jn 20, 22).

Este es el momento clave de la nueva creación, reverso y cumplimiento de Gen 2, 7 (cuando Dios soplaba en la boca de Adán, dándole su aliento).

El Espíritu de Dios se identifica ahora con el Aliento de vida que Jesús nos ofrece, en el momento cumbre de la pascua, cuando alienta y nos ofrece su Espíritu, para que así vivan en gesto de gracia y perdón a todo el mundo.

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Alegría, esperanza, amor. Domingo 6º de Pascua.

Domingo, 25 de mayo de 2014
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jsalvDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Las lecturas continúan las tres situaciones de la iglesia que comenté el domingo pasado.

Iglesia naciente: modelo de una nueva comunidad (Hechos de los apóstoles)

En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.

Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.

Tras la institución de los diáconos, Lucas nos cuenta la actividad de uno de ellos, Felipe, en la fundación de la comunidad de Samaria. Esto le sirve para indicar las características que debería tener cualquier nueva comunidad.

1) No debe excluir a nadie. Felipe se dirige a Samaria, la región más despreciada y odiada por un judío.

2) Felipe predica a Cristo. Los misioneros no proponen una filosofía moral ni una ética; su intención primordial no es reformar las costumbres sino dar a conocer a Jesús.

3) La palabra va acompañada de la acción. Lucas la concreta en signos y prodigios semejantes a los que realizaron Jesús y los apóstoles: curación de todo tipo de enfermos.

4) El fruto de esta actividad es que «la ciudad se llenó de alegría». El evangelio no es un mensaje triste.

5) Sólo falta algo que el diácono Felipe no puede dar: el Espíritu Santo. Eso lo concede la oración de los apóstoles Pedro y Juan, que simbolizan al mismo tiempo con su presencia la unión entre la nueva comunidad y la iglesia madre de Jerusalén.

Iglesia sufriente: calumnias y esperanza (1 de Pedro)

Queridos hermanos: Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal. Porque también Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.

La carta de Pedro menciona el tema de las calumnias que sufrían los primeros cristianos. Recuerdo dos de ellas, tomadas de textos de Tertuliano y Minucio Félix.

Se decía que cuando uno iba a incorporarse a la comunidad e iniciarse en los misterios, se tomaba a un niño muy pequeño, se lo recubría por completo de harina y se lo colocaba sobre una mesa. Cuando el neófito entraba en la sala, le ordenaban golpear con fuerza aquella masa. Él lo hacía, pensando que no se trataba de nada grave. Y golpeaba una y otra vez hasta matar al niño. Entonces, todos se lanzaban sobre el niño muerto para lamer su sangre y repartirse sus miembros, sellando de ese modo la alianza con Dios.

Otra acusación era la del incesto. Según ella, los cristianos se reúnen en sus días de fiesta para celebrar un gran banquete. Acuden con sus hijos, hermanas, madres, personas de todo sexo y edad. La sala está iluminada sólo por un candelabro, al que se encuentra atado un perro. Cuando han comido y bebido abundantemente, ya medio borrachos, excitan al perro tirándole trozos de carne a un sitio al que no puede llegar, hasta que el perro tira el candelabro, se apaga la luz, y todos se abrazan al azar y se entregan a la mayor orgía entre hermanos y hermanas.

En este contexto, la carta de Pedro recomienda:

1) Saber dar razón de nuestra esperanza con mansedumbre y respeto. Es decir, saber explicar qué creemos y esperamos, pero sin usar condenas y descalificaciones.

2) Es mejor padecer haciendo el bien que padecer haciendo el mal.

Esta conducta, humanamente tan difícil, sólo se puede conseguir recordando el ejemplo de Jesús que, siendo inocente, murió por los culpables. E igual que él resucitó, también nosotros recibiremos el premio de nuestra paciencia.

Iglesia creyente: «obras son amores» (evangelio de Juan)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.»

El evangelio, en pocas palabras, reúne temas tan distintos que resulta difícil encontrar un elemento común. No se puede pedir un discurso lógico y ordenado a una persona que se despide de sus seres más queridos poco antes de morir. Destaco tres temas.

1) Este breve fragmento comienza y termina con palabras muy parecidas: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos.» «El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama». Como dice el refrán: «Obras son amores, y no buenas razones».

La relación entre el amor y la observancia de los mandamientos es muy antigua en Israel: se remonta al Deuteronomio, donde amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser, se concreta en la observancia de sus leyes, mandatos y decretos. En el caso de Jesús hay una gran diferencia, sus mandamientos se resumen en uno solo: «Esto os mando: que os améis los unos a los otros como yo os he amado».

2) Teniendo en cuenta la proximidad de la fiesta de Pentecostés, son importantes las palabras: «Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.» Parece una contradicción manifiesta pedir al Padre que nos dé algo que ya vive en nosotros. Son los dos tiempos en los que se mueven a menudo estos discursos: el de Jesús, que mira al futuro y pide al Padre que nos dé un defensor; y el nuestro, que ya hemos recibido el Espíritu y vive en nosotros.

3) La unión plena del cristiano con el Padre y con Jesús. «No os dejaré huérfanos, volveré.» «Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros

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“Camino de Pentecostés. 1ª Etapa del viaje con María e Isabel”, por Arnaldo Zenteno- CEB Nicaragua

Domingo, 18 de mayo de 2014
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Maria+-+IsabelLeído en la página web de Redes Cristianas:

Nota previa. Como ando de viaje, no puedo hacer unas fichas o temas completos. Simplemente les comparto unas pistas para este caminar hacia Pentecostés.

INTRODUCCIÓN. ENFOQUE.

Cuando celebramos Pentecostés muchas veces podemos quedarnos en cosas buenas pero secundarias por ejemplo a veces nos centramos en los dones del Espíritu Santo y al hacer esto pensamos más en los dones que en la acción del Espíritu Santo a nivel personal, familiar, eclesial y social. Y qué sentido tiene reflexionar en los Dones, si los desligamos de Jesús, su Caminar Histórico y nuestro Seguimiento.

También podemos tener una muy bonita celebración de Pentecostés y nos alegramos y decimos que es el principio de la Iglesia, pero puede quedar en segundo lugar la transformación de los Apóstoles y discípulos. De encerrados y con miedo, por la Acción del Espíritu Santo, se vuelven valientes Profetas, y lo que anuncian con parresia- palabra griega que le gusta mucho a Dom Pedro Casaldáliga,quiere decir audacia, valentía. Y hacía falta mucha valentía para Anunciar que el Resucitado-Jesús, es el que crucificaron, el que mandaron matar, el que entregaron a las autoridades romanas para que lo mataran. Era mucha audacia decir esto como denuncia contra las autoridades politico-religiosas(Sanedrín y Sumos Sacerdotes)y ante las Autoridades Romanas ( Pilatos y sus soldados)

Pienso que algo central en el camino de Pentecostés es centrarnos en Jesús y cómo Jesús actuó consagrado (Lucas 4, 17) y que en toda su vida se dejó guiar por el Espíritu Santo (Lucas 4, 1). Nosotros y nosotras como seguidores de Jesús deberíamos también dejarnos guiar por el Espíritu Santo para seguir fielmente el camino de Jesús.
Y esto vale a nivel personal y también muy especialmente a nivel comunidad y debería valer a nivel Iglesia toda.

En estos días estamos con alegría reconociendo los cambios que esta impulsando el Papa Francisco. Pero no sé si pensemos en él de que su actuar es por la inspiración del Espíritu Santo.

En estos breves como chispazos o etapas de la preparación de Pentecostés quiero fijarme en el Evangelio, en la vida de Jesús y también recordando como dice Pablo Richard, que los hechos de los Apóstoles más que Hechos de los Apóstoles podrían llamarse los Hechos de la acción del Espíritu Santo en la Iglesia primitiva en particular en los primeros Apóstoles y en los primeros discípulos y discípulas.

Que en esta preparación nos dejemos iluminar, guiar e impulsar por el Espíritu Santo que guió e inspiró a Jesús. Y que mejor que comenzar esta preparación con María llena del Espíritu Santo desde la Anunciación y la Encarnación de Jesús ,y fiel hasta la Cruz, y compañera de los Apóstoles y Discípulas-os en la Oración y clamor deseando y esperando la Venida del Espíritu Santo, prometido por Jesús.

PRIMERA ETAPA DE ESTE CAMINAR A PENTECOSTÉS CON MARÍA E ISABEL Y LOS PRIMEROS QUE RECONOCEN A JESÚS COMO EL SALVADOR.

1 María llena del Espíritu Santo es la Madre de Jesús

VER. Solemos pensar en María de muchas maneras y le tenemos mucha devoción. Podemos platicar un poco sobre nuestras principales devociones a María como la Purísima, la Virgen de Guadalupe, la Dolorosa, etcétera. Pero es bueno que reflexiones si al ver a María y practicar esas Devociones, pensamos en cómo esta llena del Espíritu Santo y cómo es guiada por el Espíritu Santo y así es fiel al proyecto de Dios sobre su vida.

JUZGAR.

A) MARÍA Y LA ENCARNACIÓN. En el Evangelio nos aparece muy claramente que María es madre de Jesús porque escucha la voz de Dios nuestro Padre y porque llena del Espíritu Santo se transforma en mamá de Jesús y servidora del proyecto de Jesús (Lucas 1, 34-38). Ella es libre y responsablemente la primera colaboradora en la Encarnación de Jesús.

Nosotros procuramos llevar la Buena Noticia de Jesús y procuramos también ahora especialmente que nazcan nuevas comunidades, pero al hacer esto ¿pensamos más en nuestro propio esfuerzo y en nuestras iniciativas o dejamos llevarnos por el Espíritu Santo para que nazca de Jesús en esas nuevas comunidades y en todo el actuar de nuestras Comunidades?¿Sommos con María y como ella somos colaboradores y engendradores de la vida de Jesús en nuestro medio ambiente y en nuestras Comunidades?

B) MARIA DILIGENTE SERVIDORA. Lo primero que hace María llena del Espíritu Santo es partir apresuradamente a ver a Isabel y acompañarla en su embrazo pues era un a mujer mayor. Y nosotros fieles a la acción del Espíritu Santo, ¿somos presurosos en servir a los demás y en especial a las mujeres mayores o somos lentos y remolones y esperamos que otros les acompañen y apoyen?

ISABEL LLENA DE LA ALEGRIA DEL ESPIRITU SANTO. Nosotros cuando saludamos a la gente y cuando la visitamos y cuando predicamos ¿vamos llenos del Espíritu Santo y trasmitimos la alegría de Jesús el Salvador y se puede decir de nosotros como de Isabel que hablamos llenos del Espíritu Santo al anunciar a Jesús o al reconocer a María como la madre del Salvador?

D) SIMEÓN Y ZACARÍAS Y ANA LA PROFETIZA. El Evangelio nos presenta a estos dos ancianos llenos del Espíritu Santo anunciando a Jesús el Salvador. Zacarías primero dudó, estuvo mudo en crisis, pero después lleno del Espíritu Santo proclamó Ese Cantico-Oración sobre la inmensa Misericordia de Dios bondadoso que nos ha dado al Salvador (Lucas 1,67 y siguientes)

Simeón por una revelación del Espíritu Santo que no moriría sin ver al Salvador, al Cristo, al Mesìas,y vino al Templo inspirado por el Espíritu Santo cuando María y José iban a presentar al Niño, y lo bendijo como al Salvador, Luz para todos los Pueblos(Lc.2,27-35) Además Simeón le anuncia a María las contradicciones, la espada de dolor que atravesará su corazón, pues Jesús y su mensaje serán conflictivos y contradictorios.

Nosotros asumimos esto en nuestra vida, o ¿es tan débil, tenue y poco interpelante nuestro Mensaje que no crea conflictos y contradicciones con los que se oponen al Mensaje de Jesús a su Anuncio del Reino de Dios?¿ Estamos dispuestos de corazón a asumir la contradicción y aun la persecución por el Anuncio-Denuncia fiel del Reino de Dios?

Igualmente Ana la Profetisa, Mujer también muy mayor también alabó a Dios, por este Niño, Liberador.¿Nosotros sabemos escuchar a las Mujeres Profetizas de nuestras Comunidades?

Quizá muchas veces hemos meditado en estos 3 personajes del Evangelio, 3 personas mayores, como lo son muchas personas de nuestras cEB, especialmente de las CEB antiguas, pero ¿cuántas veces reconocemos en ellas la acción del Espíritu Santo y reconocemos con alegría y gratitud como son las Mensajeras de Jesús, con sus palabras y con el Testimonio de su vida? Además de organizar con ellas Retiros y Convivencias que tienen muy merecidas y además de tenerles tanto cariño ¿sabemos recoger su Sabiduría? En esto tenemos mucho que aprender de nuestros Pueblos Indígenas.

ACTUAR. A la luz de lo que venimos reflexionando cómo actuaremos para prepararnos a la venida de Pentecostés junto con estos testigos fieles del Evangelio empapados del Espíritu

Santo para vivir plenamente como discípulas-os de Jesús portadores de su Buena Noticia.

Y qué mejor que hacerlo con María llena del Espíritu Santo que lo acompañó fielmente aun en las obscuridades de la vida, como cuando queda Jesús en el Templo sin avisarles, y cuando no comprende el caminar de Jesús con tantos conflictos guardando todo en su corazón queriendo descubrir la voluntad de Dios, y sobre todo cuando fielmente le acompaña al pie de la Cruz.

Los Hechos de los Apóstoles nos dicen claramente que María acompañó a los Discípulos y Discípulas con la Oración en la espera y el anhelo de recibir el Espíritu Santo prometido por Jesús (Hechos 1,14)

Que ella nos acompañe en esta preparación como nuestra Piadosa Madre- así se expresó al hablar con Juan Diego, su mensajero, y que nosotras y nosotros nos dejemos acompañar por ella.

Mayo 2014.

Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales

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