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“La quimera de la seguridad“, por Miguel Ángel Mesa Bouzas

Miércoles, 18 de diciembre de 2024

De su blog Otro Mundo es posible:

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«Quienes son capaces de renunciar a la libertad esencial a cambio de una pequeña seguridad transitoria, no son merecedores ni de la libertad ni de la seguridad»
(Benjamin Franklin).

Todas las personas, en todos los momentos de la historia, han mostrado una necesidad de asegurar unos mínimos vitales (trabajo, vivienda, comida, familia) que les permitieran enfrentar el día a día con un mínimo de tranquilidad.

Nuestros tiempos, por el contrario, han elevado el concepto de seguridad alcanzando unos niveles de paranoia. Y no nos vamos a fijar en la seguridad nacional (cuya máxima expresión son los Estados Unidos de América, junto a las grandes potencias aliadas occidentales), sino en la seguridad individual, fomentada e inducida desde los Estados, por los miedos y desasosiegos que nos produce la incertidumbre ante el futuro, aumentada aún más por los momentos críticos que estamos viviendo.

En muchos lugares y entre millones de personas de los países empobrecidos del Sur, este mal de la seguridad no existe, porque solo tienen que defender lo poco que poseen, preocupándose exclusivamente de sobrevivir el día en el que se vive. Evidentemente, esta realidad no es un ejemplo idóneo, para reflejar las patologías que produce la seguridad en nuestros países del Norte y en los sectores acomodados de los del Sur de nuestro mundo.

Cuando ponemos buena parte de nuestros recursos y preocupaciones en defender e incrementar nuestra seguridad a toda costa, perdemos algo muy importante para cualquier hombre o mujer: su propia libertad y la confianza en los demás.

La seguridad la asentamos principalmente en proteger nuestros bienes y posesiones. Pero también queremos extender nuestra seguridad a otros recursos no tan tangibles, como la influencia y el poder que ejercemos sobre los demás, la eficacia que pretendemos en todas nuestras actuaciones, sean en la familia, con los amigos o en el ambiente del trabajo, en las certezas que nos han ido quedando a lo largo de los años o en los dogmas ideológicos, religiosos, que mantenemos para no quedar a la intemperie, reinterpretando o abandonando lo que nos han enseñado, para creer y vivir lo que hemos ido descubriendo y de verdad sentimos hoy, después de una búsqueda sincera.

Una de las cosas contra la que nos previno Jesús, para sentirnos libres, sin ataduras, es renunciar a las posesiones que nos aprisionan y la seguridad de quererlo tener todo bajo control, pues «no sabéis ni el día ni la hora; no sabéis a qué hora llegará el amo…». En cualquier momento pueden cambiar las circunstancias y modificarse toda nuestra vida, como ha pasado en esta crisis con tantas familias, que tenían un nivel de vida y un consumo determinado y, al quedarse en paro, o irse el negocio a pique, se han quedado a veces sin nada, incluso con deudas.

Pero no debemos desprendernos de lo que nos esclaviza por temor, sino por el placer de sentirnos libres, dejándonos sorprender y guiar por las personas que nos quieren, por las necesidades de los más débiles, los desahuciados, las personas en paro, para tomar nuevos rumbos en nuestra vida…  El Espíritu de Dios sopla cuando y donde quiere, y tenemos que estar «al loro», para que no pase por nuestro lado y no nos enteremos; por lo tanto, deberemos caminar con los ojos, los oídos y el corazón atentos, percibiendo cualquier mensaje que nos pueda ayudar a ser más felices, más libres, más humanos.

«Felices para quienes su seguridad no descansa en lo que poseen, sino en lo que intentan ser cada día».

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“Nuestro Credo”.

Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Del blog de Miguel Ángel Mesa 
Otro mundo es posible:

Creemos en Dios, la Diosa de la Vida, la Vida misma, Padre y Madre, cercana y amorosa,que siempre está a nuestro lado, aún más, muy dentro de nosotros y nosotras; es el fundamento de nuestra espiritualidad, nos hace libres y es la energía que mueve las estrellas, los planetas, nuestra Tierra, y la fuerza para trabajar por otro mundo posible.

Creemos en Jesús de Nazaret, hermano y maestro, profeta de su tiempo, guía y ejemplo de vida, que fue capaz de comprender lo que Dios le pedía: la igualdad, la liberación del sufrimiento, el amor a los demás, la solidaridad, la compasión… como modo de vida y así lo llevó a cabo hasta sus últimas consecuencias.

Creemos en el Espíritu y que su fuerza está dentro de nosotros y nosotras. Por eso debemos adentrarnos en nuestro interior para proyectar lo mejor de nosotros y nosotras hacia la sociedad y los demás. La espiritualidad es fruto y aliento profundo de esa Ruah.

Creemos que todas y todos estamos llamados a ser profetas en el mundo que nos ha tocado vivir y, dentro de nuestras posibilidades y limitaciones, a crear una sociedad más fraterna, sororal y solidaria.

Creemos que la mejor forma de vivir la fe es en una comunidad abierta y acogedora; solo la vida comunitaria puede ayudarnos a salir de nuestra burbuja del egoísmo, para ir dando pasos en la búsqueda de la paz, la igualdad y la justicia, con esperanza y amor, sin desaliento, para el bien de los seres humanos, viviendo los valores que Jesús nos ha mostrado y siendo críticos y valientes contra aquellos contravalores que impone la sociedad para revertirlos.

Creemos en la sinceridad como un valor esencial para una convivencia saludable y feliz, en la necesidad de esforzarnos por ser mejores personas, creando espacios saludables de convivencia y para mejorar la vida de quienes más lo necesitan y son más desfavorecidos.

Creemos que otra humanidad será posible si no cejamos en nuestra lucha a favor del amor. Formamos parte de esa humanidad que puede cambiar a mejor, superando la desesperanza. Por eso nos aventuramos en las luchas, la bondad y los compromisos de tanta gente para construir otro mundo posible, más humano y unido a la Madre Tierra.

Creemos en el hombre y la mujer como seres espirituales, es decir, compasivos, fraternos, sororales y solidarios, desde múltiples expresiones, como parte del Universo y corresponsables de lo que en concreto ocurre en la Tierra; esto nos ayuda a mantener la esperanza, el entusiasmo por la vida, la paz, la armonía, el cuidado de la Naturaleza, para crear un mundo mejor.

Creemos en cada nuevo amanecer, en el trabajo bien hecho, en la poesía, la belleza, en la ternura que derramamos y en la que recibimos de las personas que queremos y nos acompañan en el camino de nuestra vida.

Creemos que la risa, los buenos momentos compartidos y la diversión son imprescindibles para ser felices y para llevar felicidad a quienes nos rodean. Por eso es necesario celebrar la vida y la fe todos y todas juntas.

Creemos en la Esperanza, más allá de todas las razones que haya para desesperar; una esperanza compañera fiel, como decía Pedro Casaldáliga, nunca etérea, sino concreta, que alimenta nuestra fe y nos impulsa a ayudar a los demás.

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(Comunidad cristiana de base de Canillejas – Madrid)

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Creo porque…

Viernes, 2 de agosto de 2024
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La fe -es preciso recordarlo con vigor- no se reduce a una relación con lo divino vivida casi exclusivamente en formas emotivas y compensatorias. No se cree porque ‘hace bien’, sino que se cree porque… Resulta difícil explicarlo. Es cuestión de enamoramiento: ¿puede explicarse el amor?

Aquí se mide la diferencia que media entre la fe pequeńa y la grande. No es que hoy falte la fe. El mundo está lleno de muchos hombres con una fe pequeńa. Falta, sin embargo, la fe grande. Por desgracia, cada uno de nosotros cultiva una fe pequeńa, una fe que nos tranquiliza un poco, remedia algunas de nuestras insuficiencias, colma algunos vacíos y cura algunas heridas. Pero ¿dónde está la gran fe que habla del fuego del Espíritu, de la presencia y del retorno de Cristo, del pecado y de la misericordia, de la cruz y de la resurrección? ¿Dónde están los verdaderos creyentes, a saber: los inquietos (no los intranquilos), que, heridos y humillados por la conciencia del pecado y de la derrota, se ponen ante Dios con el peso de su vergüenza, convierten su sufrimiento en una invocación y aman el sentido de la vida más que la vida misma?

*

L. Pozzofi,
Y sopla donde quiere,
Milán 1997

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Vacaciones

Jueves, 1 de agosto de 2024
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Querido hermano, querida hermana,

Desde hoy, jueves 01 de agosto, el blog adopta, durante todo el mes, un ritmo vacacional. El Foro, estará siempre activo.

En la portada, donde aparecen las  publicaciones diarias, se intentará seguir un ritmo regular, diario (sí se garantizará la “migaja” de espiritualidad y el artículo) pero puede que no…  sin embargo, podrás, seguro, encontrar publicaciones aleatorias de noticias, artículos o textos inéditos.

Para estar seguro de  no perderte nada, no te olvides de visitar el blog diariamente.

Mientras tanto muchos posts, artículos, noticias y… fotografías sugerentes que quizá se te habrán escapado, están ahí esperándote.  Es el momento de ir a visitarlas.

Ver y ver de nuevo, magia de las palabras, lo imaginario de las fotos, holgazaneo, sensualidad,  ensueño …

Sin olvidar un poco de espiritualidad …

Descanso del cuerpo,  sosiego del alma …

Buenas vacaciones a  todas y  todos

Besos

Mudejarillo

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Nota: Este post quedará fijado en la página inicial aunque se vayan publicando a diario las “migajas” espirituales y el diario artículo de espiritualidad…

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“ ¿Y si dejáramos entrar “aire fresco” a la Iglesia?”, por Consuelo Vélez

Miércoles, 26 de junio de 2024
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IMG_5516De su blog Fe y Vida:

“Si nos remontamos a los orígenes del cristianismo, según el testimonio del libro de Hechos de los Apóstoles, los primeros cristianos vivían unidos y tenían todo en común, nadie pasaba necesidad entre ellos porque los que tenían más, vendían sus bienes para compartir con los más necesitados. Partían el pan en sus casas, tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo y cada día se agregaban más personas a la comunidad”

“Algunos sueñan con aquellas parroquias donde había procesiones, adoraciones, mujeres con la cabeza cubierta, inciensos, novenas, velas, genuflexiones, incluso algunos siguen añorando la misa en “latín” (como si la misa fuera un espectáculo para asistir y no un acontecimiento para vivir y entender lo que se dice) y refuerzan esos modelos antiguos y se sienten orgullosos de practicarlos”

Muchas veces hemos dicho que el pontificado de Francisco ha significado un aire “fresco” para la Iglesia. Sin embargo, no parece que lo fuera para todos y, lamentablemente, menos para aquellos que se dicen más practicantes o más cercanos a la vida parroquial, diocesana o de determinados grupos apostólicos, especialmente, algunos que han surgido últimamente. ¿Por qué sucede esto?

Si nos remontamos a los orígenes del cristianismo, según el testimonio del libro de Hechos de los Apóstoles, los primeros cristianos vivían unidos y tenían todo en común, nadie pasaba necesidad entre ellos porque los que tenían más, vendían sus bienes para compartir con los más necesitados. Partían el pan en sus casas, tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo y cada día se agregaban más personas a la comunidad (2, 44-47).

Este breve relato era el ideal que perseguían estos primeros círculos de discipulado y, aunque sabemos que también había dificultades (por ejemplo, la historia de Ananías y Safira (Hc 5, 1-11) quienes vendieron su casa para poner sus bienes en común, pero decidieron engañar a la comunidad para quedarse con parte del dinero), muchos debieron vivir esa experiencia y, con tanta fuerza, que la iglesia fue creciendo, consolidándose y atrayendo a más y más personas. Siempre ese modelo de la primera comunidad nos sirve de referencia para tomar el pulso de nuestra vivencia eclesial y darnos cuenta de si la alegría y sencillez en torno a la buena noticia del reino de Dios anunciada por Jesús, sigue convocándonos o vamos cayendo en formalismos y actitudes rígidas que, en lugar de convocar, dispersan.

Y algo de eso nos está pasando. Ahora no somos pequeñas comunidades, sino grandes parroquias, países enteros confesando la fe cristiana, una iglesia con mucha organización y proyección universal, con una palabra de autoridad y un influjo todavía importante en el mundo, pero que comienza a convocar poco y a ver disminuir más y más sus filas. Todo grupo necesita “aire fresco” para no anquilosarse, no rutinizarse, no agotarse en sus propias formas y logros adquiridos. Sin embargo, llega un Papa que proyecta una imagen muy positiva a ese mundo más alejado de la fe cristiana, y encuentra, entre algunos cristianos, mucha oposición, desconfianza, crítica, desconcierto. Esto resulta bien contradictorio. Estos cristianos no se dan cuenta de que sus formas ya no están convocando y no entienden que es necesario actualizar la fe, hacerla significativa para cada tiempo presente.

Ante el hecho de ir perdiendo fieles y mayor presencia en las sociedades actuales, en lugar de tener esa actitud propositiva de preguntarse qué es necesario cambiar y cómo puede ser más significativo lo que vivimos para el mundo de hoy, muchos parroquianos se “aferran” a aquello que en otros tiempos dio su fruto pero que ya no dice demasiado. Entonces sueñan con aquellas parroquias donde había procesiones, adoraciones, mujeres con la cabeza cubierta, inciensos, novenas, velas, genuflexiones, incluso algunos siguen añorando la misa en “latín” (como si la misa fuera un espectáculo para asistir y no un acontecimiento para vivir y entender lo que se dice) y refuerzan esos modelos antiguos y se sienten orgullosos de practicarlos. Se creen que están siendo más fieles o piadosos y se sienten más seguros de estar cerca de Dios. Y, por parte de los párrocos, también cierto tipo de ceremonias les hace parecer más importantes, se hacen el centro de la celebración y da la impresión que de esa manera se sienten más apropiados de su ministerio. Por supuesto, hay gente que se siente atraída por esas formas externas y, entonces, parroquianos y clérigos las refuerzan. Pero esto no es suficiente para una vitalidad eclesial.

Otros se aferran a las normas morales, llámase aborto, eutanasia, matrimonio igualitario e, incluso, lo de la bendición a parejas del mismo sexo que causó tanto revuelo hace unos meses. Y organizan marchas, procesiones, protestas para atacar esas realidades que dicen están acabando con la fe.Pero, esas mismas personas que levantan la voz sobre estos temas, se muestran contrarios a la paz, al diálogo, a los programas sociales, a la defensa de los más vulnerables, a la justicia social. Se les ve en las marchas en contra de todo lo anterior. Y no faltan clérigos que desde el pulpito llaman a desacreditar todos los esfuerzos por la construcción de la paz. Por supuesto no han leído la Encíclica Fratelli tutti de Francisco (2020) que aboga por la dimensión de hermandad que hace posible el mundo soñado por Jesús en su anuncio del reino.

El evangelio no es para vivir una fe “intimista”, alejada del compromiso social. No es para vivir “el ojo por ojo, diente por diente”, sino para perdonar 70 veces 7 y estar dispuestos a “volver a empezar” todas las veces que sea necesario en pro de un mundo mejor

El evangelio no es para vivir una fe “intimista”, alejada del compromiso social. No es para vivir “el ojo por ojo, diente por diente”, sino para perdonar 70 veces 7 y estar dispuestos a “volver a empezar” todas las veces que sea necesario en pro de un mundo mejor. No es para aferrarse a las formas externas sino para dejar que el Espíritu “renueve la faz de la tierra (Salmo 104, 30) y “haga nuevas todas las cosas” (Ap 21,5). El magisterio del papa Francisco -sus exhortaciones y encíclicas- traen un mensaje renovado, unas perspectivas mucho más integrales e integradoras, mucho más comprometidas con la vida -lo que en verdad le interesa a Dios- y no tanto con el “culto” que parece que es lo único que interesa a algunos círculos creyentes. En fin, sea lo que sea, el que ahora haya menos miembros en la Iglesia no es porque Dios no esté convocando, es porque nosotros no somos capaces de “refrescar” la vida, la fe, la esperanza, el amor. Si dejáramos entrar al espíritu de Jesús, con certeza, se renovaría la faz de la Iglesia y así muchos podrían ver una Iglesia que apuesta por la vida y, la vida de todos, “sin miedo a herirse, mancharse, equivocarse” (Evangelii Gaudium n. 44).

 (Foto tomada de: http://colmena.ec/2015/12/26/el-lujo-de-vivir-en-ciudades-con-aire-puro/)

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No entristezcáis al espíritu.

Lunes, 20 de mayo de 2024
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Tú, Santa Ruah, Espíritu de Dios, estás triste.
El maravilloso tapiz de la creación,
que con tanta sabiduría y amor habías tejido,
está desgarrado, hecho jirones, destrozado:
su belleza devastada por la violencia,
su armonía rota por la explotación,
sus hilos contaminados por el odio,
sus colores oscurecidos por el olvido…

Pero he aquí que tú, Espíritu creador,
te dispones a recrear tu obra con ternura:
reúnes los hilos y jirones dispersos
para tejerlos de nuevo con paciencia infinita;
acoges en tu regazo nuestras penas y tristezas,
las lágrimas, las frustraciones, el dolor,
los fracasos, los golpes, las cicatrices,
la ignorancia, las violaciones, la muerte…

Y reúnes también, en tu taller,
el trabajo de tantas personas generosas,
la compasión de muchos corazones,
las iniciativas de paz, los ríos de solidaridad,
las luchas contra la injusticia y el odio,
las flores débiles y vivas de la diversidad,
los cantos de esperanza y utopía
y los mimbres de la fraternidad…

Y nos invitas a sentarnos a tu lado,
y a recrear el tapiz de la creación,
empezando por nuestra casa, Iglesia y sociedad,
con ternura, paciencia y sabiduría;
a tomar parte en tu tarea y afán,
a pesar de nuestra pequeñez y debilidad,
y a rehacer así tu obra , trabajando en red,
para que surja la nueva creación anhelada.

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

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Gente de la calle.

Jueves, 8 de febrero de 2024
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Hay lugares donde sopla el Espíritu, pero hay un Espíritu que sopla en todos los lugares.

Hay personas a las que Dios toma y pone aparte. Hay otros a los que deja en medio de la gente, a los que «no retira del mundo».

Esta es la gente que tiene un trabajo ordinario, que tiene un hogar ordinario o son solteros ordinarios. Gente que tiene enfermedades ordinarias, con su pena ordinaria. Gente que tiene una casa ordinaria, que viste ropas ordinarias. Es la gente de la vida ordinaria.

La gente que se encuentra en cualquier calle. Aman la puerta que da a la calle, como sus hermanos invisibles al mundo aman la puerta que se cierra definitivamente tras ellos.

Nosotros, la gente de la calle, creemos con todas nuestras fuerzas que esta calle, que este mundo donde Dios nos ha puesto, es para nosotros el lugar de nuestra santidad.

Creemos que no carecemos de nada, porque, si algo de lo necesario nos faltara, Dios ya nos lo habría dado

*

Madeleine Delbrêl

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El viento del Espíritu.

Miércoles, 7 de junio de 2023
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alma-espiritu-peru-catolico-1000x600El día ha comenzado con un gran viento. De hecho, ya lo he oído por la noche haciéndose presente en medio de un silencio profundo como queriendo anunciar: “Aquí estoy”. Siento su presencia sobre todo a través de los sonidos de las hojas de los arbustos y las ramas de las palmeras moviéndose a mí alrededor. Escucho ese silbido tan peculiar que me recuerda que el viento mueve la vida, transporta el polen, las semillas y fecunda la tierra. A nosotros, ese viento no nos deja indiferentes; nos mueve las conciencias entretenidas y adormiladas.

Ese viento que nos permite respirar y sentirnos vivos, está siempre ahí, pero lo reconocemos de manera especial cuando arrecia y con fuerza nos golpea la cara. En una palabra, nos despierta. Parece estar ahí fuera porque así lo habíamos percibido hasta ahora. Desde hace algún tiempo entendemos que los humanos no nos situamos desde fuera sino dentro de la evolución de la que somos conscientes.

Lo mejor que podemos hacer ante un viento fuerte, más que luchar en su contra,  es dejar que su fuerza nos lleve en la dirección que quiera. Este es el espíritu de este momento. Debemos dejarnos llevar por la fuerza de la evidencia y no luchar contra él, impulsados por el miedo contra los vientos que nos hablan de la necesidad de un cambio de estilo de vida.

Este es el espíritu del momento. El espíritu no está en el más allá sino aquí; no nos envuelve sino que nos constituye y no es patrimonio de ninguna religión concreta. Esta es la base de toda espiritualidad que responde a la sed de trascendencia para que la vida sea algo más que dejar pasar el tiempo, acontecimientos, etapas, incluso proyectos, logros, éxitos y fracasos. El espíritu nos lanza más allá de nuestro individualismo absurdo y nos ayuda a darnos cuenta de que no podemos buscar solo nuestro propio bienestar.

Ese cambio  es urgente; en este momento, imprescindible. Estamos muy preocupados en el hemisferio norte, donde en teoría estamos en invierno; sin embargo, muchos países estamos experimentando unas temperaturas demasiado altas para este tiempo. También estamos experimentando un viento sur que aunque en teoría tendría que ser agradable, nos provoca dolores de cabeza y cambios en nuestra tensión arterial porque esto no es lo propio del invierno y nuestro cuerpo lo detecta.

El viento hace que la sensación de frío se multiplique en lugares donde la temperatura es de muchos grados bajo cero, hasta el punto de pedir a  la población que no salga de sus casas si no es estrictamente necesario. El viento hace que los incendios sean cada vez más complicados de apagar. Algunas personas dicen que la naturaleza está “enfadada” con nosotros por lo que le estamos haciendo. Otra manera de verlo sería entender que la naturaleza nos avisa que no podemos seguir usando los recursos para beneficio propio temporal, porque a la larga nos perjudica a todos.

No amamos a nuestro planeta de una manera práctica. Yo soy parte del planeta. Todas mis decisiones tienen un impacto, una huella ecológica.

El espíritu de este momento crucial de la historia golpea nuestras conciencias. Algunos cambian por completo su estilo de vida hacia una vida más ecológica y minimalista. Otros salvan las vidas de personas atrapadas en los vientos huracanados del mar, o en los desiertos que separan países y fronteras. Incluso algunas personas se atreven a enfrentarse a las mafias de trata de seres humanos. Hay quienes creen que las personas son “redimibles” y pueden transformarse en nuevos seres con el acompañamiento debido. Otros se hacen eco del espíritu en despertar conciencias.

Este es el espíritu del momento: un espíritu fuerte, un viento y una fuerza que transforma a los cobardes en valientes, a los mudos en predicadores y a los desanimados en fieles seguidores comprometidos con la causa de Jesús.

Para este cambio de vida necesitamos saber leer los signos de los tiempos y no amedrentarnos por los vientos contrarios, la persecución y nuestro insignificante papel en la sociedad, porque no buscamos poder. La autoridad interior no viene de nuestros conocimientos sino de lo más profundo de nuestro ser, del espíritu.

Hace tiempo que ese espíritu se ha alejado de las múltiples instituciones que creamos para dar forma y estructura a algo que no podemos “atrapar”. Las instituciones creyeron que podrían “atraparlo” pero al igual que el viento entra y sale a sus anchas, el espíritu  puede adentrarse en las situaciones más inverosímiles sin dar explicaciones a nadie.

Al viento le llamamos por distintos nombres de acuerdo a las diferentes formas que toma trayéndonos calor, frío, sequedad o alivio: brisa suave, cierzo, tramontana, levante.

Espíritu de vida, empuja nuestras conciencias, no nos dejes tranquilos. Que tu fuerza nos conduzca allí donde se nos necesita. Gracias por estar siempre. Que te sepamos reconocer tanto en medio del ruido como en el silencio. Sácanos del inmovilismo, de la mediocridad, impúlsanos para que demos lo mejor de nosotros mismos para poder crear un mundo más justo para todos.

Carmen Notario, SFCC

espiritualidadcym@gmail.com

Espiritualidad ,

Gracias, Padre, por el Espíritu.

Lunes, 29 de mayo de 2023
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Te bendecimos, Padre, por el don de la Santa Ruah
que, por tu Hijo, haces a la creación entera..

Lo hiciste al principio, en los orígenes de todo,
cuando incubabas el universo al calor del Espíritu
para que naciera un mundo de luz y de vida
que pudiera albergar al género humano.

Te damos gracias porque, mediante tu Espíritu,
lo sigues creando, conservando y embelleciendo,
para que nuestro caminar no sea triste y agorero
y podamos disfrutar de las primicias del Reino.

Te bendecimos por haber puesto tu Espíritu
en hombres y mujeres, niños y adultos;
y por el don continuo que de él has hecho
siempre en la historia humana:
Espíritu de fuerza en sus jueces y gobernantes;
Espíritu rector en sus líderes justos;
Espíritu creador en sus sabios investigadores;
Espíritu soñador en sus artistas y poetas;
Espíritu solidario en sus pobres pobres;
Espíritu de vida en el pueblo siempre.

Te bendecimos, sobre todo, por Jesucristo,
lo mejor de nuestro mundo,
el hombre “espiritual” por excelencia.
Vivió guiado por el Espíritu,
evangelizando a los pobres,
ayudando y fortaleciendo a todos…
hasta que, resucitado, comunicó a su Iglesia,
y a los que buscan con corazón sincero,
ese mismo Espíritu.

Te alabamos por la acción de tu Espíritu
en los profetas,
en los reformadores,
en los educadores,
en los revolucionarios,
en los mártires,
en los santos,
en todas las personas buenas…

Que el Espíritu nos dé fuerza para luchar
por la verdad, la justicia y el amor,
luz para comprender a todos,
ayuda para servir,
generosidad para amar,
solidaridad para vivir,
paciencia para esperar…

Padre, que tu Espíritu sople sobre la Iglesia,
dándole unidad y nueva savia evangélica;
que traiga la libertad, la igualdad y la fraternidad
a todos los pueblos, razas y naciones.

Y, finalmente, haznos sensibles
a la acción de tu Espíritu en el mundo y en la historia.
Ayúdanos a descubrirla en la ciencia,
en la cultura, en el trabajo, en la técnica,
en todo aquello en que el ser humano y el Espíritu
preparan conjuntamente el alumbramiento
de los nuevos cielos y la nueva tierra.

Te lo pedimos, Padre,
por Jesucristo, tu Hijo resucitado y hermano nuestro.

Amén.

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

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Con la fuerza del Espíritu.

Lunes, 15 de mayo de 2023
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Donde menos lo imaginas,
cuando menos lo esperas,
donde todo es gris de tristeza,
cuando la pesadumbre pesa,
donde nadie imagina ni sueña,
cuando el horizonte se nubla…
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!

En la tierra callada,
en el surco abierto,
en el bosque perdido,
en el barro del camino,
en las montañas áridas,
en los valles secretos…
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!

En los ojos que miran,
en las manos que aprietan,
en las palabras no dichas,
en las entrañas que gimen,
en los regazos que acunan,
en tu corazón cambiante…
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

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Magda Bennásar Oliver: “Mirad lo que nos pasó con dos peques.”

Sábado, 22 de abril de 2023
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NINOS-MISA-3Estábamos preparando el oratorio, muy actualizado, de la parroquia, cuando fueron llegando las familias con sus hijxs. El semicírculo preparado, las velas encendidas, la música a punto, sonrisa puesta y muchas ganas de compartir con esa franja de 25 a 40 que van a tope, que no tienen tiempo… también estaba preparado el chico marroquí que vive junto con otros 24 en la parroquia, para jugar con lxs pequeñxs mientras los mayores rezábamos…

De pronto, por el rabillo del ojo veo a la niña de 5 años y al chiquitín de 2 que se van a buscar sus sillitas al fondo del oratorio y sin decir nada completan el semicírculo con sus sillitas y se sientan, los primeros, para que nadie se atreviera a cuestionar su pertenencia.

Me pareció un gesto digno de ser orado. Justo ahora que se preparan liturgias súper serias, largas, pesadas, de millones de palabras en tres días… que ni los mayores podemos digerir, mientras eso ocurre, ¿dónde está el lugar de los peques? ¿pegados a los dibujos o … para que no molesten?

Así tenemos un mundo de ancianxs en las iglesias, que como no hay nadie más, la mayoría quieren seguir con lo de siempre porque así está mandado por ancianos jerarcas que no tienen niñxs, ni tampoco mucha alegría como podemos comprobar.

Actualmente parece que los pequeños sólo son nombrados como víctimas de abusos, pasa lo mismo con las mujeres, sólo se nombra a las que reivindican el sacerdocio femenino… o puestos de autoridad.

¿No os parece que es hora de darle la vuelta al pastel, verlo desde el lado del futuro, de la vida nueva, de la creatividad… y preguntarle a Jesús como quisiera ser recordado en estos días tan significativos, en los que él se va al monte a rezar, que como buen introvertido sabía que la naturaleza le consolaría mucho más que los egos de los discípulos peleando por la herencia, por los puestos de honor en ese reino que no acababan de pillar?

El futuro y el presente es de lxs niñxs. En sus cerebros esponjitas podemos diseñar modelos de comunidad en los que ellxs entren, formen parte, porque ¿quién ha dicho que un niño no sabe hacer silencio? ¿Has probado de acompañarle en un sencillo momento de oración centrante? ¿Has podido comprobar, yo sí, que a diferencia de lxs adultxs, ellxs se centran enseguida, respiran, abren sus manitas y se les pone una sonrisa porque sus mofletes no están tensionados como los nuestros?

Por ahí entiendo las palabras de Jesús “dejad que los niños se acerquen a mí…” los niños no tienen miedo, no tienen prejuicios, y Jesús se refería a sus seguidores, que tenemos que aprender de su transparencia y capacidad de estar, de compartir, de reír, de danzar.

En otra ocasión, estábamos con un grupo de mamás con niños, y lo mismo, alguien cuidaba de ellos mientras las adultas teníamos un encuentro… de pronto el grupito de pequeños irrumpió en la sala, y cada uno se sentó encima de su madre, ya que no había sillas para ellos, entonces viendo la situación, pusimos música relajante, las madres abrazaron a lxs pequeñxs y medianxs y ofrecimos una meditación guiada, en la que los más cansaditos se quedaron fritos y los otros disfrutaron del momento. Al final, tomados de la mano hicimos una sencilla danza contemplativa, en la que quienes no perdían el paso eran ellos, claro, sobre todo ellas. Se inauguró un proceso de reuniones compartidas con merienda al final, una gozada de liturgia.

Ojalá esta semana santa no fuera pesada, y nos pudiéramos dejar inspirar por la Ruah encarnada en nuestrxs pequeñxs. A mí, el pequeño de la familia, hace unos días me mandó un audio en el que él meditaba varios minutos, con gestos y alguna palabra que tenía memorizada de su profe. Me dice en el whatsapp: “tieta, te comparto mi meditación de hoy”. Tiene 5 años y sus padres no van a misa, pero le enseñan amor a la naturaleza y meditan con él unos minutos varias veces a la semana. Su meditación se llamaba “arco iris”, y mientras le escuchaba decía bendita profesora, posiblemente no practicante, que junto con sus padres, preparan una sociedad nueva, completamente diferente.

Nosotras hemos aprendido la lección: lxs peques y sus madres y padres, están ahí, preparando el futuro, nosotras necesitamos aprender y acompañar. Todavía sonrío sola cuando recuerdo a los futuros discípulos, poniendo sus sillas. ¡Menuda autoridad!

Magda Bennásar Oliver, sfcc

Fuente espiritualidadcym@gmail.com

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“Educar en la interioridad prójima”, por José Arregi

Martes, 11 de abril de 2023
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buen-samaritanoLeído en su blog Umbrales de luz:

“¿Educamos para el sosiego y la paz ?” Con estas palabras se abre este libro breve y denso, unas palabras incluidas entre dos signos de interrogación en negro y rodeadas de un espacio vacío en blanco. En ese hueco blanco de la interrogación queda el lector atrapado, suspendido, atento al silencioso vacío blanco. Y en calma. Ahí nos conducen estas páginas del amigo Txemi Santamaría.

El es teólogo, psicólogo y psicoterapeuta. Educador, en definitiva. Menciono los “títulos” del autor solo para subrayar la esencia y finalidad del libro, a saber: que aprendamos a adentrarnos en el vacío silencioso de la interrogación, y ahí descubramos lo que realmente somos o aquello que somos capaces de ser, y nos pongamos en camino al fondo de nosotros mismos y de todo, al vacío y la plenitud de nuestro ser, a la libertad de la projimidad, a la paz. Y así seamos todos teólogos, psicólogos, psicoterapeutas, educadores.

 ¿Quién es realmente teó-logo, “alguien que habla de Dios?” No el que conoce y ofrece las respuestas de un supuesto “Señor de lo alto” [en vasco “Jaun-goiko”, que significa “Dios”], sino el que convierte las respuestas que vienen de lejos en preguntas de prójimo: “¿Qué te pasa? ¿Qué te duele?”. Pues “Dios” no es sino el infinito signo de interrogación hecho de projimidad compasiva. Ya seamos “creyentes” o “incrédulos”,  todos podemos ser verdaderamente teólogos, interrogadores compasivos de cuanto es, transcendiendo en paz todas las respuestas y creencias.

¿Y quién es psicólogo, es decir, “conocedor de la mente o psique” humana (inteligencia, voluntad, sentimiento, misteriosa memoria)? No lo es, principalmente, el experto académico que mira y explica desde fuera, desde arriba, las sinuosas y confusas zonas de esta nuestra problemática naturaleza, sino el que, iluminado por la conciencia de las propias sombras, ha aprendido, en la escuela de la vida y de la compasión, a comprender con empatía las debilidades del otro, a convertir sus extravíos en indicaciones, a ser humilde prójimo del prójimo, a ser fiel compañero de viaje. Porque sólo conociéndonos a nosotros mismos en profundidad podremos comprender al prójimo, y viceversa, solo conociendo al prójimo podemos comprendernos.

¿Y quién es verdadero psicoterapeuta, es decir, “sanador del espíritu o de la psique humanos”? No quien tiene a mano recetas fáciles para todos los problemas, sino quien, poniéndose en el lugar del prójimo herido, sabe ver con ojos de bondad sus dolores e impotencias como propios, pues efectivamente lo son. Quien mira con ojos de misericordia las faltas y carencias del prójimo como heridas, no con ojos acusadores como culpas. No somos seres “culpables”, ni “inocentes”, sino seres incompletos, caminantes y errantes hacia el Todo en busca de unos ojos de misericordia. El ungüento de la compasión es la mejor medicina. La compasión nos hace buenos, sanos, plenos. El compasivo es sano, aun siendo inacabado y caminante. Y es sanador. ¿Quién no puede ser compasivo compañero de viaje, a pesar de sus sombras, a pesar de sus heridas, a pesar de sus límites y a pesar de sus impotencias?

He ahí la visión del mundo, del ser humano, de la vida, que encontramos en el fondo de este libro. Es una propuesta educativa inspirada en la mirada profunda y en la projimidad compasiva. La primera frase se abre con esta pregunta: “¿Educamos para el sosiego y la paz ?”. Obviamente, la educación no se limita. La familia en todas sus formas, la acción cultural, el trabajo, la política, los medios de comunicación, el ocio, las redes sociales… son espacios de educación. Estemos donde estemos y seamos lo que seamos, todos podemos y debemos ser educadores, al igual que “teólogos”, psicólogos y psicoterapeutas.

¿Y en qué consiste ser educador? En enseñar a vivir bien, es decir, en bondad y en bienaventuranza. Es nuestro ser verdadero hecho de projimidad feliz. Educar consiste en aprender y enseñar a crecer decreciendo, acompañar en el camino hacia esa naturaleza revolucionaria hecha de compasión y paz, de vacío y plenitud. De otro modo seremos devorados por nuestra necesidad de crecer, este ritmo de crecimiento incontenible y sin rumbo que nos arrastra. La velocidad de lo que llamamos “progreso” arruina la vida buena, el bienestar común. ¿Educamos para respirar, para ser hermanos y hermanas compasivas y felices, para vivir en la justicia de la paz o en la paz de la justicia?

La interioridad es la base de la educación integral. Pero el término interioridad resulta equívoco, en la medida en que sugiere dualismo y aislamiento. La interioridad no es intimismo cerrado, no es mera introspección. La interioridad no es búsqueda y ejercicio de una trascendencia más allá de la inmanencia. La interioridad no es aislamiento, no se opone a exterioridad, pues el “dentro” y el “fuera” no existen en sí, sino en nuestra manera de ver. La interioridad no es estatismo ni inacción, porque nada es estático e inactivo. La interioridad no se opone a materialidad y corporalidad, pues nada existe –ni sentimiento, ni inteligencia, ni voluntad, ni memoria ni Dios sin alguna forma de cuerpo o de materia; y a la inversa: no existe nada que en su fondo no sea energía, aliento, “alma”, potencialidad de ser, de vivir, de actuar. Eliminemos, pues, la contraposición interioridad-exterioridad, lo mismo que el dualismo materialidad-espiritualidad.

“La interioridad es espacio integrador”, dice Txemi Santamaría. La interioridad no es una parte o dimensión de lo que somos, sino la conciencia que une todas las partes y dimensiones de nuestro ser con todo lo que es. Es la experiencia del Todo. Es la conciencia de que somos uno con la Unidad, la Comunión, la Interrelación cósmica infinita – con la piedra, el agua, el aire, el árbol, el pájaro, todos los seres humanos; con las partículas atómicas, las galaxias gigantescas, el universo o multiverso infinito.

Somos uno con todo. Venimos del Todo a esta corta vida, en comunión con todos los demás vivientes. Nos dirigimos al Todo, en unión con el Aliento Vital de todo, a través del tránsito liberador o pascua que llamamos muerte Somos minúsculos pulmones de la pascua interminable de la vida.

Si todo cuanto es y nuestro propio ser lo observáramos y sintiéramos como uno con Todo…, si desarrolláramos una cosmología, una antropología, una psicología, una filosofía de la comunión universal –o una “teología” del Misterio de Bien y de Bienaventuranza, más allá del “Dios Señor de lo alto” metafísico separado, más allá de la religión–…, si aprendiéramos y enseñáramos a detenernos, a callar, a escuchar, a mirar, a admirar, a sentir, a conmovernos, como primer aprendizaje y asignatura en todos los currículos…, si implementáramos una pedagogía de la comunión universal, de la projimidad compasiva en todos los ámbitos vitales y sociales –la educación, la ciencia, la política, la economía, toda la cultura–…, si practicáramos personal y públicamente lo que Ken Wilber llama “espiritualidad integral”…, todo se transformaría. Se nos abriría el aliento. Viviríamos.

He ahí el gran reto de hoy, el más grave de todos los tiempos: o bien crecemos y educamos en esa interioridad hecha de projimidad o nos asfixiamos a nosotros mismos y los unos a los otros en la competición acelerada por el crecimiento. Sin duda, el Aliento infinito de Lo que Es seguirá animando aun sin nosotros. Pero en aquello que nos concierne a nosotros, depende también de nosotros.

Aizarna, 21 de marzo de 2023
(Prólogo a Txemi Santamaria, Isilasunean jolaska, IDTP, Bilbao 2022, pp. 11-14)

Fuente www.josearregi.com

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Adorar en espíritu y verdad: Religión de vivos, no de muertos

Miércoles, 15 de marzo de 2023
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Captura-de-pantalla-2020-03-15-10.04.08-1 (1)Del blog de Ramón Hernández Martín Espeza radical:

Obviamente, aunque toda religión se circunscriba o concrete en fomentar una forma de vida humana que tiende ineluctablemente a su mejora, hace forzosamente una referencia a la divinidad y nace precisamente de su relación con ella. Mientras trata de implantar la justicia y fomenta la solidaridad entre los seres humanos, toda religión que se precie establece lazos con la divinidad en que se apoya y de cuya benignidad se nutre. Para los cristianos, el viejo Dios de Israel, el que se hizo presente en la peña de Horeb de la que manaba agua (primera lectura de la liturgia de hoy), sigue siendo fuente de agua viva o manantial incluso del ser que somos, el compañero fiel de viaje que nos acompaña a lo largo de la peregrinación que es la vida, sobre todo cuando surgen problemas que nos desbordan, cuando nos llenamos de llagas que torturan o cuando nos dominan miedos que encogen el ánimo. Todo lo creado, incluso lo que nos parece negativo o contraproducente, emana de Dios y se nutre de él mientras dura y desempeña su función correctora o vivificadora.

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús en Sicar, el pueblo samaritano en el que había un “manantial de Jacob”, pidiendo agua a una “pecadora” para saciar su sed de predicador itinerante, al tiempo que le ofrece a ella a cambio el “agua viva” que brota de la roca providente que es él mismo. Cuando el evangelio de Juan describe la escena y nos da cuenta de una conversación como grabada en un casete, la personalidad de Jesús ya había evolucionado en la mente y en el corazón de la mayoría de sus seguidores a la figura del Cristo de la fe al que se refiere san Pablo en la lectura de su Carta a los Romanos que se hace en la liturgia de hoy, el Señor que, habiendo dado muerte al pecado en su muerte, había consumado la magna obra de la redención.

La condición de profeta que Jesús manifiesta sin tapujos ante la mujer de Sicar la anima a aprovechar la oportunidad para preguntar si, al adorar a Dios, tienen razón los judíos que lo hacen en Jerusalén o los samaritanos, en el monte que ambos tenían delante. Jesús se muestra tan contundente como selectivo al establecer que, aunque se pueda adorar a Dios en ambos lugares o en cualquier otro, lo importante es hacerlo en espíritu y verdad. Sin duda, se refiere a una adoración sincera, seria y con fuerza, en la que se proclame que Dios es no solo la fuente de nuestro ser, sino también el manantial inagotable que alimenta y sacia nuestra vida. Adoración, en fin, que da cuenta real de lo que somos y de lo que debemos hacer.

La mirada que a partir de esa premisa o atalaya debemos dirigir al cristianismo que profesamos ha de ser vivificadora, creativa. Nunca el cristianismo podrá convertirse en “cosa hecha”, en elenco de dogmas excluyente y cerrado, en conjunto de ritos perfilados, ni siquiera en camino escalonado de sacramentos prefijados, que es lamentablemente la forma en que solemos enfocarlo. Como esperanza de que la implantación del reino de Dios avance poco a poco en la sociedad en que nos toca vivir, por muy descompuesta o podrida que nos parezca, el cristianismo es una forma de vida, una sociedad de fe dinámica, un esfuerzo sostenido en la realización de su propio ser y en la consecución de su objetivo de salvación.

De ahí que debamos cambiar por completo la perspectiva para ver en el cristianismo, ante todo, al hombre sufriente de nuestro tiempo a fin de prestarle el servicio o la sanación que le habría prestado Jesús en el suyo. Para situarse seriamente en la estela de Jesús, es decir, para ser cristiano de ley no basta un bautismo como gracia que nos injerta en una nueva dimensión, o profesar una serie de verdades como carnet de pertenencia a una ideología de tinte filosófico, o practicar una serie de ritos cargados de simbolismos circunstanciales poco menos que mágicos. El hecho de ser cristiano ni cambia la condición humana, ni afilia a un club selecto de intelectuales,  ni convoca a ningún tipo de aquelarre ritual, sino que nos encamina tras los pasos de Jesús y nos sitúa en las coordenadas de su propia vida. Nos referimos a pasar por este mundo haciendo el bien, a adorar a Dios como es debido, a tratarlo como padre providente en conversaciones frecuentes con él (oración) y a ocuparnos seriamente de los hermanos, justo lo mismo que hizo Jesús. La pregunta correcta para indagar sobre la condición de cristianos no debería ser la de si creemos que Jesús es Dios, que es la que normalmente nos hacemos, sino la de si vivimos a su estilo, si se caminamos tras huellas, si damos testimonio de su vida y si colaboramos en su magna obra de salvación de los hombres.

El auténtico adorador de Dios debe, por un lado, ser humilde de corazón y aceptar plenamente su condición de criatura, lo que lo lleva a la conciencia de que cuanto posee es don divino y de que lo correcto no es esforzarse por dominar a sus semejantes, sino por servirlos. Solo los humildes pueden adorar a otro. Lamentablemente, hay millones de seres humanos, entre ellos muchos que se consideran cristianos, que solo se adoran a sí mismos. La egolatría es una epidemia corrosiva que hace estragos en todos los estamentos de la vida, incluidos los más sagrados y también los más degradados. En todas partes abundan los diosecillos que se alzan con la vara mágica del mando y que se atreven a golpear con ella los baluartes de la vida en busca de sumisión.

Por otro, el auténtico adorador de Dios debe ser sumiso servidor de sus hermanos y desprenderse de cualquier posesión que apunte en otra dirección. Todos tenemos tiempo en abundancia y, aunque no sean muchos, algunos tienen además riquezas sobradas para costear varias vidas. Todos debemos compartir tiempo y, algunos, también riquezas. Si el poder no es capaz de sobreponerse a un tiempo que termina derrotándolo por completo, a las riquezas no se le puede buscar otra función legítima que la de proveer a las necesidades propias y ajenas. Solo quienes utilizan su poder como servicio a sus semejantes y comparten con ellos sus propios haberes, sean tiempos o riquezas, caminan tras las huellas de Jesús y adoran al Padre en espíritu y verdad, lo mismo da que lo hagan en Samaría, en Jerusalén o en cualquier parte del mundo donde se encuentren. Solo ellos son realmente cristianos, auténticos seguidores de Jesús.  Insistiré, como cierre de esta reflexión, en que el cristianismo no es un rosario de creencias ni un vademécum de prácticas religiosas, sino una religión de vida o, mejor, una forma de vida inspirada en el modelo de humanidad de un Jesús al que mantiene vivo en el seno de la comunidad de creyentes.

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Yo espero

Lunes, 6 de junio de 2022
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Yo espero
que venga lo nuevo y novedoso
con el mismo ímpetu, por lo menos,
con que viene lo que ya conocemos
y que alguna vez nos ha tocado
en lo más íntimo
dejándonos heridos e insatisfechos
y con el espíritu en vilo.

Y espero,
cada vez con más ahínco y fe,
que no surja de nuestros estériles proyectos,
ni de nuestros evasivos sueños,
ni de nuestros recuerdos,
ni de nuestro vientre yermo,
ni de nuestros defendidos derechos…,
sino de tus entrañas y gracia,
o de las nuestras cubiertas por tu Espíritu.

Yo espero que venga,
gratuitamente, sobre todos,
sin distinción de credos,
de razas y pueblos,
de culturas y sexo…
tu Espíritu y gracia de nuevo…

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

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El antes y el después.

Miércoles, 1 de junio de 2022
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pensativoTodo proceso que muestra un antes y un después tiene en medio una gran carga de trabajo personal que solo lo lleva a cabo quien cree que va a obtener un beneficio considerable. No nos fiamos de los tratamientos rápidos para quitarnos las arrugas, perder peso o incluso ganar mucho dinero sin casi esfuerzo.

Piensa en una decisión que has tenido que tomar en tu vida. ¿Qué carrera, el matrimonio, un hijx, la vida religiosa…? Decisiva no quiere decir negativa; algunas de ellas nos han ayudado a llegar donde estamos ahora. Sin embargo seguro que no ha sido algo dicho y hecho, sino un proceso que, si no hiciste antes de tomar la decisión, sí que habrás tenido que volver a visitar en algún momento para darle forma y vivir esa opción de una manera más acorde con tu realidad.

Muchas de las opciones por las que tenemos que optar, la sociedad nos las presenta como nuestra identidad: soy aquello en lo que trabajo, soy mi estado civil… y a medida que va pasando el tiempo abrumada por los cargos, las responsabilidades, lo que se espera de mí me pregunto: ¿Quién soy yo y cómo quiero “estar”?

Los primeros seguidores de Jesús necesitaron mucho valor para dejar todo atrás: familia, profesión, seguridades, para seguirle sin un programa concreto, haciendo camino al andar, dejando que Dios fuera marcando el paso, el día a día, el encuentro con aquellos a quienes Jesús se sentía llamado a liberar, a sanar a perdonar.

Esa falta de control sobre sus propias vidas les desconcertó y también desconcierta a mucha gente que empieza el camino con ilusión pero que al cabo de un tiempo se cansa de la desinstalación, de la falta de compresión, de las continuas contrariedades del camino; no deja a Jesús del todo, pero se ha perdido la ilusión del principio y eso tiene consecuencias a la larga.

Hay posibilidad de revertir esa trayectoria, sí, para nosotrxs también… ¿y cuál es?

Pues es precisamente a través de la nueva presencia de Jesús después de la Resurrección. Esa presencia, esa vida que no podemos ver, ni palpar ni escuchar con nuestros oídos, tiene la fuerza para resucitarnos, devolvernos la vida, la ilusión y des-centrarnos de nosotrxs mismos.

Hasta la muerte y resurrección de Jesús lxs discípulxs habían estado centrados en ellos mismos, buscaban su propia realización. A partir de la experiencia de la resurrección desaparece el miedo y exponen abiertamente lo que Jesús ha hecho en sus vidas. No temen lo que les puedan hacer las autoridades porque saben que no les van a quitar lo más preciado para ellxs, esa nueva dimensión en su relación con Dios.

Se saben guiadxs por la Ruah y allí donde están dan testimonio de lo que han visto y oído, obedeciendo a su fuero interno con la conciencia de que la misión a la que se les envía es universal.

Se ven como minúscula levadura en medio de una gran masa a la que ellos han “pertenecido” hasta ahora, y saben que la capacidad de “levantar” a algunos no les viene de sus propias fuerzas sino de enterrarse en medio de ella.

¿Qué ha cambiado entonces? ¿En qué les ha afectado la resurrección de Jesús?

Ahora no les guía el ánimo de destacar ni de ser los más importantes, ni la curiosidad de conocer a un nuevo maestro que apareció en Galilea, ni un proyecto de Reino a su estilo… Ahora se dejan guiar por la voz del resucitado que les acompaña en aquello que deben hacer y decir.

Han tomado una decisión basada en una experiencia que es un proceso largo y arduo pero que no lo cambian por nada.

¿Notas un antes y un después en ti?

Carmen Notario, SFCC

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¡Salid, amigos y amigas!

Lunes, 30 de mayo de 2022
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¡Salid, amigos y amigas!
Marchad sin miedo.
Vosotros sois mis testigos en medio del mundo.

¡Salid, amigos y amigas!
Marchad sin miedo.
Os esperan fuera vecinos y conciudadanos.
Sed expresión certera
de la ternura del Dios de la vida.

Ternura en vuestro rostro,
ternura en vuestros ojos,
ternura en vuestra sonrisa,
ternura en vuestras palabras,
ternura en vuestras obras,
ternura en vuestra lucha.

¡Salid, amigos y amigas!
Marchad sin miedo.

Vosotros sois mis manos
para construir un mundo nuevo
de fraternidad, libertad y justicia.

Vosotros sois mis labios
para anunciar a pobres y marginados
la buena noticia de la libertad y la abundancia.

Vosotros sois mis pies
para acudir al lado de los hombres y mujeres
que necesitan palabras y gestos de ánimo.

Vosotros sois mi pasión
para hacerme creíble en vuestras casas y ciudades
y lograr que todas las personas vivan como hermanos.

Vosotros sois mi avanzadilla
para lograr la primavera del Reino
y ofrecer las primicias a los que más lo necesitan.

¡Salid, amigos y amigas!
Derramad por doquier
ternura y vida.

¡Salid, amigos y amigas!
Marchad sin miedo.
Mirad toda esa multitud que os espera.

Marchad con alegría.
¡Yo voy con vosotros!

*

Florentino Ulibarri
Fuente Fe Adulta

***

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Sed felices con osadía.

Lunes, 23 de mayo de 2022
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Sed felices
en este tiempo,
en esta tierra
y en estas circunstancias
que os tocan vivir.

Sed felices,
porque eso es lo más fuerte
para invertir las situaciones,
aniquilar los odios
y establecer la paz duradera.

Sed felices,
porque la miseria puede ser vencida
y el hambre dejar de ser pesadilla.
¡El reino germina
cuando se comparte con alegría!

Sed felices,
porque la felicidad es lo único
que necesitan la justicia y la ternura
para atravesar las noches oscuras
y crear una humanidad nueva.

Sed felices,
pues para eso habéis nacido
y habéis recibido el Espíritu,
y yo me he comprometido con vosotros
hasta el límite.

Sed felices…
¡y que se note!

*

Florentino Ulibarri
Fuente Fe Adulta

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Gerardo Villar: “Y el globo reventó”.

Miércoles, 11 de mayo de 2022
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Cruz-640x427Un globo de colores. Si soplamos y metemos aire en él, va creciendo, se va aumentando. Hasta que llega un momento en que revienta y se extiende el aire que tiene dentro.

Jesús en la cruz, entregó su vida. Vivió la cruz, el dolor, la entrega. Se llenó de Amor. No podía tener más Amor. Y explotó. Exhaló su Espíritu. “En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu”. Lleno de Espíritu, se entregó al Padre. El globo no recibe más aire. Jesús no puede recibir más entrega, más ofrenda, más Amor. Y se dio por completo. Entregado al Padre y a la Humanidad.

Un globo repleto del Don. Por eso, resucitado, comunica a los apóstoles “mi paz os dejo, mi paz os doy”. Y encontramos ese Don en cada persona y en cada ser de la naturaleza. Cuando estos días asperjamos a las personas con el agua bendecida, siento que se derrama esa agua y rocía a las personas. Quedamos llenos del Espíritu. Nos dice el evangelio a menudo: “Jesús, movido por el Espíritu…” Ese mismo Espíritu y esa misma paz que la acogemos y la recibimos en el encuentro de Jesús resucitado: “La Paz os dejo, mi Paz os doy”; “La Paz sea con vosotros”.

Con esta experiencia, qué cristiana suena la expresión cuando hablamos de nuestros hermanos moribundos “entregó su espíritu”. Ojalá lo hagamos repletos del buen sentir y amar, borrachos de su don.

Y que toda la humanidad está repleta de ese germen de vida que Dios dio a los primeros seres: “insufló su espíritu sobre ellos”. El Espíritu que nos mantiene vivos y nos ayuda a crecer y avanzar en la vida.

Qué pena que también soplen los malos espíritus: la violencia, la agresividad, el odio. A ver si se acaban y renace una nueva creación.

Estoy rodeado de cientos de árboles y da gusto verlos moverse, impulsados por el viento. Que así sea toda la creación. Que el Espíritu, que emite Jesús, recree toda la creación y toda la humanidad. Jesús emitió su aliento y murió. Es el comienzo de resucitar. Ojalá su Aliento mueva toda la creación y la recree.

Gerardo Villar

Fuente Religión Digital

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El violín y el ruiseñor

Miércoles, 23 de febrero de 2022
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Del blog de José Arregi Umbrales de luz:

En homenaje a Pello Zabala (+ 2-02-2022, Arantzazu)

 

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“Érase una vez un violín que oyó cantar a un ruiseñor. El pajarillo producía unos registros inauditos para el violín: gorjeos, trinos, gorgoritos agudos y alegres.

El violín tuvo envidia y quiso cantar como el ruiseñor; al ver que no podía imitarlo, le preguntó: “Tú, de qué estás hecho?”. El pajarillo le respondió: “¿Y tú?”.

El violín, que había tocado delante de reyes, manejado por las manos más virtuosas de la época, se molestó por la insolencia del ruiseñor y le respondió: “Yo estoy hecho de la más fina haya alemana, mis cuerdas están bien templadas, tengo sesenta y nueve piezas, y no hay dinero para pagar el arco que obtiene mis notas timbradas y brillantes”.

El ruiseñor siguió cantando, el día era soleado, y tenías ganas de mostrar al viento primaveral que en un rincón del bosque, entre brezos y jarales, se puede oír el mejor concierto.

El violín insistió: “Pero ¿de qué estás hecho?” Entonces el ruiseñor le contestó: “Yo tengo el alma de la música”. Y comenzó a volar…”

*

Ignacio Núñez de Castro

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Encuentra alegría, trae buenas noticias, desata el amor en el mundo

Lunes, 24 de enero de 2022
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F1659EBC-78A8-4CFC-B095-C5EB86401534Fran Rossi Szpylczyn

La publicación de hoy es de la bloguera invitada Fran Rossi Szpylczyn, un trabajador pastoral y escritor que vive en Albany, Nueva York. Fran es colaboradora habitual de Give Us This Day y, más recientemente, de una nueva compilación, A Stranger, And You Welcome Me: Homilies and Reflections for Cycle B de Clear Faith Publishing. Tiene un blog en There Will Be Bread (breadhere.wordpress.com).

Las lecturas litúrgicas de hoy (ayer, domingo) se pueden encontrar haciendo clic aquí.

Una escena en el nuevo libro Hidden Mercy, Aids, Catholics, and the Untold Stories of Compassion in the Face of Fear (Michael J. O’Loughlin, Broadleaf Books) relata la historia de un sacerdote gay que intenta cambiar su orientación a través de varios prácticas, todas las cuales aparentemente han fracasado. Las metodologías eran propias de una época pasada. Le dieron pornografía heterosexual (irónicamente, un pecado en sí mismo), hipnosis e incluso terapia de descargas eléctricas.

Eventualmente, un sacerdote mayor le advierte al joven que Dios lo hizo como era. Este mensaje fue la primera afirmación positiva que había recibido, y fue una epifanía que lo impulsó más profundamente en su vocación y ministerio. Ese sacerdote, el P. Bill McNichols, se convirtió en un célebre artista de imágenes sagradas que continúa su trabajo hasta el día de hoy.

Se nos recuerda lo mismo en las lecturas litúrgicas de hoy: Dios nos hizo como somos. En la primera lectura, la voz profética de Ezra es inequívoca: “No os entristezcáis, no lloréis, regocijaos”. En la segunda lectura, San Pablo les dice a los corintios que no pueden separarse arbitrariamente unos de otros. A aquellos que quieren rechazar a esta persona oa ese grupo se les recuerda que hay muchos miembros de un solo cuerpo. Piense en “re-cordar” no solo como recuerdos, sino como el acto mismo de reconciliar y restaurar todo el Cuerpo.

Incluso cuando estamos en el útero, somos moldeados por nuestras familias, culturas, entornos. Haz esto, no hagas aquello, sé de esta manera, no de esa otra, y así sucesivamente. El mensaje constante de algún código de ser conjurado supuestamente nos hará “mejores” para que Dios pueda aprobarnos y amarnos más. ¡Qué locura! Nuestro ser esencial ya ha sido creado por Dios. Dios ya nos ama, de lo contrario no existiríamos.

La misión eucarística que emprendemos es la restauración de todos como un solo Cuerpo en Cristo. Y todo significa todo. No podemos relegar a los que no aprobamos a los márgenes sin que la voluntad de Dios traiga los márgenes al centro. Izquierda, derecha, conservador, progresista, homosexual, heterosexual, negro, blanco y todo lo demás, todos pertenecen.

El Espíritu nos llama a creer que todos están invitados a estar presentes, no solo aquellos percibidos como buenos o lo suficientemente santos para entrar. Reunidos desde los márgenes, de vuelta al corazón del Dios que nos amó a todos hasta que existimos.

41B8A9B7-3746-416E-BE18-A0350FA14B78Autorretrato del Padre William Hart McNichols

como el p. Bill aceptando su sexualidad, es posible que necesitemos una guía que nos ayude a crecer hasta convertirnos en la persona que Dios creó. También es posible que tengamos que ser el estímulo para otra persona en el camino. Siempre se trata de la reunión del Cuerpo, no de la amputación de varias partes del mismo. Exploremos tres formas en las que podemos avanzar.

1) Encuentra alegría. Esdras dice esto claramente en las Escrituras. “Hoy es santo para el Señor tu Dios. No estés triste, y no llores, regocíjate…” No podemos estar felices todo el tiempo, pero la alegría y la alegría no son lo mismo. En la medida de lo posible, busquemos un poco de alegría, especialmente en la Eucaristía. La tristeza no se aplasta, pero Dios nos invita a la alegría. Es posible que aún nos sintamos tristes, pero cuando reconocemos la alegría, las cosas pueden cambiar. La santidad de Dios está destinada a alimentar nuestro gozo.

2) Cambiar, o no cambiar. Muchos de nosotros pensamos que si pudiéramos cambiar esa única cosa sobre nosotros mismos, estaríamos bien. También pensamos a menudo que alguien más debería cambiar para adaptarse a lo que creemos que Dios quiere. Si bien todos tenemos cosas que podemos cambiar sobre nosotros mismos, nunca debemos hacerlo con la esperanza de que Dios nos ame más.

A veces queremos borrar cosas que no nos gustan o que no aceptamos de nosotros mismos o de los demás. Padre Bill, que pensó que podía cambiar su naturaleza, y otros lo alentaron, porque pensaron que Dios podría querer esto. Entonces el p. Bill conoció a alguien que lo instó a ser él mismo, no a deshacer a la persona que Dios creó. pero abriéndonos a la alegría y escuchando al Espíritu, podemos ser transformados.

3) Aceptar la invitación de Dios. La historia del Evangelio de hoy tiene a Jesús proclamando las palabras proféticas de Isaías de traer buenas nuevas, libertad, recuperación, libertad de la opresión. Estamos invitados a ser levadura y luz para el mundo, y eso significa hacer brotar el bien. ¿Liberaremos a alguien hoy? ¿Curar a alguien? ¿Cómo llevaremos esta bondad a los demás? ¿Estaremos lo suficientemente abiertos a su llamada para hacerlo?

Ser personas para los demás a menudo nos devuelve regalos. Libera o sana a alguien, llévale buenas nuevas a otro y mira lo que te sucede a ti. El dinamismo de Dios obrando en el Espíritu se desborda en estos actos.

Encuentra alegría y trae buenas nuevas. Si podemos probar cualquiera de estas cosas al comenzar nuestra semana, el poder del amor sanador de Dios se desatará en el mundo. Al hacerlo, abrimos puertas a los demás e incluso a nosotros mismos, restaurando y recordando la multitud de diversas partes y dones que llegarán a buen término en el único Cuerpo de Cristo.

—Fran Rossi Szpylczyn, 23 de enero de 2022

 

Fuente New Ways Ministry

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