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Entradas Etiquetadas ‘Esperanza’

Presencia ardiente

Martes, 7 de noviembre de 2023
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Del blog Nova Bella:

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En todo lo que realice en el día de hoy,

te deseo y te espero

*

Teillard de Chardin

***

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La muerte está vencida

Jueves, 2 de noviembre de 2023
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Del blog ya desaparecido À Corps… À Coeur:

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¡Ver los cementerios como un lugar de vida! Es en la Eucaristía donde estamos más en comunión con nuestros difuntos. Sin embargo, los cementerios son una proclamación magnífica de la esperanza en la resurrección de la carne, bien más allá del postulado simple y arbitrario de una cierta supervivencia del alma. Allí están aquellos a los que los primeros cristianos llamaban ” los durmientes “. Y es a sus hermanos vivos para Dios, por quien los cristianos van a visitar el cementerio. Si se va a la tumba del Cristo, aunque esté vacía, precisamente es porque allí se produjo la resurrección de Cristo, la prenda de nuestra propia resurrección. Mantengamos nuestras tumbas pero no cultivemos la flor del tormento, de la culpabilización. Tenemos algo mejor que hacer: reguemos la flor de la Fe, entonces hagamos de nuestros cementerios  bellos jardines de esperanza! “

*

Père Pierre Trevet

*

¡La Eucaristía! Es el regalo más bello que puede ofrecerse a los que “se fueron”. La Salvación ya ha sido dada de una vez para siempre por la muerte y la resurrección de Cristo, pero la actualización de la misa va a abrir el corazón del difunto y a alumbrarlo con una luz nueva. Si está en el “Purgatorio“, la misa es potencia de liberación. Si ya está en el Cielo, podrá utilizar este don con una “inteligencia” celeste para los de la tierra que lo necesitan más. Comprendamos que es también un regalo para los vivientes porque purificar y lavar nuestra historia pasada aporta bendición en el presente y en el futuro.

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“Lo posible y lo imposible“, por José Arregi

Martes, 26 de septiembre de 2023
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IMG_0479De su blog Umbrales de Luz:

Es lo que hay”, decimos, rubricando no sabemos si la lucidez realista o la dejación derrotista. Es lo que hay, y no es posible nada más. Es lo que hay, y es imposible ponerse en pie, esperar, respirar, confiar, crear: ser y hacer ser más.

¿Qué es posible, qué es imposible? Para José Ángel Valente (1929-2000), poeta y ensayista místico alejado de todo dogma, iniciado en el misterio de la realidad por inspiración de la pensadora de las profundidades María Zambrano, lo imposible es “el infinito despliegue del horizonte de lo posible”. Y se pregunta: “No sería lo imposible la metáfora de un posible que infinitamente nos rebasa?” (Cf. “La memoria del fuego”).

Y cita a Edmond Jabés (1912-1991), su alma gemela, poeta francés de origen egipcio, místico y ateo, testigo del Infinito vacante: “Estamos vinculados por lo imposible”. Vinculados, traduce Valente, “por la absoluta infinitud de lo posible”.

La realidad es abierta, infinitamente abierta. Y en una realidad infinitamente abierta, ¿quién puede decir “lo posible llega hasta aquí, ya no es posible seguir”? La posibilidad no tiene fin. Siempre está abierta a una nueva posibilidad. Lo imposible no es sino la infinitud de la posibilidad inscrita en el vacío o en el corazón de la realidad. Somos parte de esa realidad con su horizonte infinito de posibilidad(es).

Edmond Jabés, una y otra vez citado por Valente, escribe en Le Parcours (El Recorrido): “Hay en todo lo posible un imposible que lo burla. Ese imposible, sin embargo, no es lo imposible. Es solamente el fracaso de lo posible. Siempre más allá está lo imposible”. Y añade: “Ese imposible es Dios”.

Imposible: ahí tienes otro nombre de Dios o de lo Divino. Imposible, es decir, Infinitud de lo posible. Por eso dijo Jesús de Nazaret, místico de la fe en lo Imposible y profeta de la acción posible: “Nada es imposible para el que cree”. Pero no nos confundamos: “creer” no significa profesar dogmas y creencias, sino acoger el aliento necesario para levantar la mirada y dar un paso posible hacia el horizonte infinito.

ESO es lo que hay.

Aizarna, 8 de septiembre de 2023

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Yo Y TÚ.

Jueves, 24 de agosto de 2023
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Del blog de J.A. Olaz El rincón del peregrino:

Tu eres Esperanza, yo no sé de Esperanza, Muéstrame a tu hermana esperanza, para ser esperanza para todos mis hermanos.

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No quiero llevar nada para el camino,

Tú eres el camino y me acojes con la ternura de padre, del padre.

No quiero defender mi verdad
Tu eres mi verdad,
Eres la verdad

Ni quiero defender mi vida
porque Tú eres mi vida,
Eres la vida, enséñame a ser vida
Y así bien vivida darla a los demás.

No quiero amar, pues no sé amar
Tu eres amor.
Enséñame tu amor para saber amar.

No quiero perdonar, no sé perdonar
Tú eres perdón,
Muéstrame el perdon para saber perdonar.

No se consolar
Tu eres mi consuelo,
Eres consuelo.
Enséñamelo para saber consolar.

Tu eres Caridad, yo no sé de eso,
damela para saber lo que es.

Tu eres Esperanza, yo no sé de
Esperanza,
Muéstrame a tu hermana
esperanza,
para ser esperanza para todos mis hermanos.

En ti, soy camino, verdad y vida
Contigo llevo tu esperanza
De ser ya camino, uno,  y libre y- solo tuyo, de nadie más.

“Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”
San Marcos 9, 30-37

*

Alfonso Olaz
25.07.2023

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Redes Cristianas: Mensaje de cristianas y cristianos de base de Madrid (CCBM).

Sábado, 1 de julio de 2023
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Encuentro-Comunidades-Base-Madrid_2564753531_16573549_667x375Reunidos  en San Carlos Borromeo, emblemático centro pastoral de Madrid, el 27 de mayo de 2023 para culminar el proceso de reflexión que venimos manteniendo durante los últimos cuatro meses en torno a la necesidad de reactivar la esperanza, las cristianas y los cristianos de base de Madrid hemos resuelto reafirmar nuestra convicción de que es urgente tomar conciencia y actuarpara superar el clima de resignación o indiferencia que nos rodea y mantener viva la esperanza, y así lo manifestamos a través del siguiente MENSAJE:

1. Estamos viviendo un tiempo de crisis, y las crisis pueden ser oportunidades de cambio. Vivimos desde hace décadas en medio de graves contradicciones: enormes avances en tecnología y conocimientos científicos, creciente conciencia de los derechos humanos universales, pero también cifras de injusticias, violencia, hambre, desastres climáticos, falta de información veraz, etc., como nunca antes se había conocido. Gran parte de la población mundial sobrevive a duras penas, atravesada por el dolor, el hambre, la exclusión social y las guerras.

2. Especialmente dramáticos están siendo los fenómenos de desigualdad social, injusticia ecológica, injusticia de género, prácticas de necropolítica e infinidad de casos de descarte social por parte del neoliberalismo que se nos impone. El sistema capitalista neoliberal imperante, según Francisco, es una “economía que mata”, y “causa estructural de la desigualdad” que existe en el mundo. La esperanza de los pobres está gravemente amenazada.

3. En medio de este sinsentido global, la esperanza parece haber dejado de ser uno de los signos de los tiempos, a pesar de que todas y todos la necesitamos para vivir con ilusión. En consecuencia, surgen los interrogantes sobre si es posible la esperanza en un mundo más humano, porque el fracaso de ciertas utopías ha sido tan fuerte que gran parte de la sociedad más dinámica parece “estar de vuelta”, como queriendo olvidar y refugiarse en espacios poco conflictivos, más gratificantes, consoladores. Y, en el caso de respuesta positiva, aún cabe plantearnos si esa esperanza es mera creencia teórica o una fuerza vital, dinamizadora de compromisos por una vida mejor.

4. Comprobamos con todo cómo, a la vez, se abre camino otro tipo de realidades. Está creciendo en la conciencia de muchas personas un sentimiento de indignación ante tanta injusticia, degradación y sufrimiento. Cada día son más las personas que no se resignan ya a aceptar una sociedad tan poco humana y reaccionan esperanzadas en busca de algo nuevo que en esta sociedad no se ve cumplido. Y como los avances desde abajo se han dado siempre a través de la historia, en esa conciencia colectiva se fortalecen nuestras expectativas.

5. Las cristianas y cristianos de base pertenecemos a esos sectores, convencidos de que hay signos para creer queotro mundo es posible, que el mundo de hoy está lleno de semillas de esperanza; que, a pesar de vivir en medio de la injusticia y de crecientes abismos de desigualdad social, podemos aportar el mensaje evangélico de esperanza, solidaridad y liberación de los oprimidos. Eso es para nosotras y nosotros una forma de creer en el Dios de Jesús de Nazaret. Nos sentimos con la responsabilidad de reconvertir todo en esperanza mediante nuestra resistencia, nuestra lucha y nuestra convicción de que otro modo de vivir como seres humanos es posible.

6. Ese otro mundo posible que Jesús de Nazaret presentó como el Reino de Dios sigue ahí como luz, como semilla, y está dentro de nosotras y nosotros, aunque no se agota en nuestra historia. “La fe en la resurrección de Jesús conjugada con nuestros compromisos por la historia y la justicia”, nos dice P. Casaldáliga, “son la garantía de que esa esperanza no es una ilusión ficticia, sino una fuerza vital capaz de emerger victoriosa contra toda desesperanza”. El Reino es la “Internacional de la esperanza” que se construye entre todas y todos los que escuchan la voz de la creación. La esperanza de ese Reino y la confianza en el Dios de Jesús impregna nuestra vida, llenándola de confianza para acercar cada día más la utopía de la fraternidad universal.

7. Las cristianas y cristianos de base nos resistimos a aceptar el actual orden social basado en el capitalismo como eje vertebrador de las relaciones sociales. Lo rechazamos como modelo social y apostamos por buscar nuevas formas de socialismo que se inspire en los siguientes criterios generales: el bien común y la distribución de la riqueza; el respeto y la protección de la naturaleza; la opción por la paz como fruto de la justicia; la participación efectiva de toda la población en los asuntos públicos.

8. Nos proponemos vivir siempre esperanzadas y esperanzados, aun aceptando que probablemente no veremos otro mundo distinto, pero con la fuerza de pensar que podrá llegar a ser. Frente a un cristianismo tradicional que entiende la esperanza como una actitud pasiva y de resignación, vinculada a las recompensas de un cielo tras la muerte, como premio frente a las privaciones de la existencia terrena, concebimos la esperanza como una adhesión existencial a valores, utopías y proyectos que valen por sí mismos y nos permiten convivir perfectamente con el fracaso histórico, sin por eso destruirse. La esperanza se convierte así en motor de nuestra vida aunque lo que persigamos no lo lleguemos a ver.

9. Para conseguir que la esperanza sea esa vivencia movilizadora y no simple creencia, es preciso soñar, resistir y luchar. Lo nuevo solo vendrá si hay muchas personas que lo sueñan utópicamente y se comprometen en la lucha por transformar la realidad con imaginación, fe utópica y esperanza, convencidos siempre de que otro modo de vivir como seres humanos es posible. Nos sentimos invitadas e invitados a “mover los pies, las manos y el corazón” en las circunstancias en que cada uno viva. Aunque nuestras comunidades vayan envejeciendo y tengamos que asumir limitaciones naturales, no queremos ampararnos en la edad como pretexto para la resignación.

10. Apostamos, pues, por reactivar actitudes firmes de resistencia, una espiritualidad de ojos abiertos y de militancia activa a través de los movimientos sociales frente a la “globalización de la indiferencia” (Francisco). La esperanza es una fuerza que ayuda a imaginar, a resistir frente a la resignación y a actuar por encima de cualquier escepticismo o indiferencia. ”Hay que tomar conciencia y actuar, pues la pasividad lleva a la indiferencia y la melancolía”.

Redes Cristianas

Madrid, 27 de Mayo de 2023

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Santiago Villamayor: ¿Qué sostiene hoy nuestra esperanza o motivaciones?

Viernes, 30 de junio de 2023
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la-esperanza-flor-crece-en-medio-de-sequedal1. Nuestra perplejidad

La pregunta formulada en el título nos va a acompañar muchos años y hoy, en esta época posreligional y postsecular debemos entrar en ella. Mi intención es solo provocaros en 10 minutos con cuatro flases. Consultaros una vez más y solicitaros aportaciones para este tránsito de espiritualidad, que como muy bien ha expresado Elsa, nos tiene a todos en vela y en vilo. Es la cuarta vez que lo hacemos.

Si Dios o el Señor ya no es la música que suena en toda circunstancia, la palabra de vida eterna, la justificación de nuestra existencia, ¿qué hacemos?, ¿con qué significamos, embellecemos y resolvemos nuestro discurrir ordinario, sus logros y fracasos? Hemos cantado insistentemente y seguimos cantando el salmo 121:

“Levanto mis ojos a los montes, ¿De dónde nos vendrá el auxilio? El auxilio nos viene del Señor que hizo el cielo y la tierra”

¿Hoy podemos responder así?  Parece ser que cada vez menos. Y, sin embargo, todavía sentimos una reminiscencia de confianza en este símbolo de Señor o Dios antes con una fe rayana en la certeza. ¡Cuántos momentos desesperados donde el omnipotente y bondadoso Señor era el único que podía resolver nuestro mal, aunque no acabara de escribir derecho con los renglones torcidos! Especialmente cuando el sufrimiento inútil o el dolor irrecuperable de tantas víctimas.

¡Cuántas veces el Misterio de la Redención ha sido el paradigma y orientación de nuestra mundana existencia! Ese conjunto de secuencias temporales que empieza con la preexistencia de Jesucristo, la Santísima Trinidad, la Encarnación y Redención por la sangre, la Resurrección…un mito pero ¡contado como explicación! Sin ningún reparo ante la confusión de lenguajes o ámbitos del conocimiento. Y cuántas veces nos hemos topado con la contradicción entre la Bondad infinita y la existencia del mal! Con un “Dios ausente” cuya ausencia tampoco estaba. Todo esto hoy no resulta creíble

2. La necesidad de reinvención de la divinidad

¿Respondemos con el salmo o nos acercamos a algún otro modo de sentir lo sagrado, más comprensible en nuestro tiempo, como viene a decir Stuart Kauffman por ejemplo

¿Podemos renunciar al Dios Creador, el Dios Todopoderoso, omnipotente y omnisciente, que se contradice con la existencia del mal, y en su lugar encontrar lo sagrado en la creatividad incesante de la despliegue de la naturaleza?

¡Cuántos sentimientos e ideas similares a estas palabras de Stuart Kauffman, biólogo declarado ateo, van encontrando en muchas personas una resonancia especialmente significativa y alentadora, una alternativa a la gran tradición cristiana del Misterio de la Salvación y de la adoración del Dios Providente, Creador y Redentor! ¡Y cómo lo hacen además en la actual debacle religiosa, causada por la desafección y el fundamentalismo!

Nos preguntamos pues Qué nos mueve desde esta perplejidad a vivir y amar más allá del mero estar en el mundo. Y nos vamos diciendo: No tanto una liberación en el más allá, cuanto una aminoración del mal y del sufrimiento en el aquí. No tanto una vida eterna eximente de la cotidianidad y tan buscada por su perfecta felicidad, cuanto un escuchar el misterio del presente y construir felicidades, sabiéndonos precarios y cambiantes. No tanto un bienestar permanente para mí, cuanto una armonía y fraternidad entre las personas y el planeta. No tanto un Ser Supremo concreto, cuanto todos los seres sagrados.

3. La envolvente de este cambio, factores, circunstancias.

Y hemos ido cambiando por

· La falta de credibilidad o audiencia o de nuestras viejas convicciones

· Una nueva manera de entender el conocimiento, … el constructivismo, el consenso crítico, La reconciliación con la ciencia en complementariedad

· y una nueva cosmovisión y antropología no dualista centrada en la materia dinámica o creativa. El emergentismo y la creatividad incesante…

· Distinción entre los usos del lenguaje: carácter analógico y metafórico de toda expresión religiosa, como un complemento necesario en esa comprensión científica.

· La superación de una ética individualista, centrada en la obligación religiosa o legal, por una ética global y de la sobreabundancia respondida libérrimamente.

· El giro de las comunidades e iglesias hacia una izquierda moral sobre la base común de un agnosticismo creativo. El hermano menor, el publicano…

· El conjunto de estas causas y otras lleva también a muchas personas a la superación del teísmo. A abandonar la imagen del Dios Ente Supremo, conservando, sin embargo, la incondicionalidad y lo sublimidad que caracteriza a toda la realidad.

Y nos hemos respondido tras los primeros momentos de desconcierto con un gran alivio y deseo de universalidad. Nos ha satisfecho esta nueva perspectiva o paradigma que algunos llaman, o llamamos, “posreligión” “postsecularidad” y “posteísmo”. 

Pero también nos afectan

4. Las observaciones críticas

a esta reinvención, que asumimos y queremos resolver con vosotros:

· El abandono de la referencia personal a un Tú y sus consecuencias en la oración, la vida interior y la explicitación simbólica.

· La pérdida de la religiosidad sobre todo popular y su correspondiente consuelo, lo último que le queda al pueblo tan expoliado.

· La dificultad para recuperar un compromiso de certezas, un consuelo y esperanza que no se apoya en la imagen tradicional de un Dios que lo sabe y lo puede todo y que en su bondad lo hará.

Y así nos encontramos ante el reto de formularnos nuevos relatos, sentimientos y símbolos. Formarnos en esta nueva mentalidad. Nos preguntamos cómo recrear un nuevo espíritu, incluso narración, suficientemente unitario y plural para toda la humanidad.

5. Motivaciones para una ética y poética desbordante y libérrima

La comprensión general del cristianismo ha ido pasando en nosotros desde una religiosidad pura, teocéntrica y omnipresente a una praxis de liberación y de secularidad. En otros a un cierre en los cuarteles. La teología de la liberación fue la primera ruptura con el sobrenaturalismo, asumida sin vacilación porque estaba amparada por una entrega martirial. Hoy la incertidumbre es mayor por la cultura postmoderna, liquida, débil.

Es tiempo de ensayo y reconstrucción [1]. De propuestas. Se avizoran múltiples conatos de una nueva ética y poética que animan la esperanza y el compromiso. Semillas de una nueva humanidad están empezando a germinar muy despacio. El planeta ha aumentado su grado de consciencia y responsabilidad sin dejar por ello los maleficios de la violencia, la indiferencia, y la irresponsabilidad. El humanismo que llamamos bioecocéntrico y el empoderamiento de la mujer son un buen ejemplo de ello. Ya estamos ensayando algunas de estas propuestas.

Además de callar porque tiene la palabra el silencio, asomarnos a la divinidad, no como ese Ser Supremo que parece que se ha ausentado, sino como una categoría o dimensión de la realidad, desbordante, creativa, como si fuera una divinidad enterrada que puja por florecer y que se manifiesta en diversas vetas de esperanza. Vetas que no son prioritariamente estados de ánimo personales, pero sí el optimismo congénito a la vida en expansión. Que tienen su base en una incierta cosmovisión o Gran Metáfora descrita antes por la Biblia, hoy elaborada desde la ciencia, la filosofía, los diversos lenguajes simbólicos y la intercomunicación humana en general.

Vetas de motivación no solo dadas en la voluntad de ser o vivir, en la confianza radical en la misma razón, abierta y plural, como “principio y fundamento” sino también vetas construidas, personal y comunitariamente, fruto de las utopías y anhelos de las diferentes culturas. Que en muchos momentos son esperanzas desesperadas. Son vetas naturales, más postulados o esperanzas a priori que fruto de experiencias de un signo u otro. Luego se llenan de contenido y con él crecen.

Vivimos esperanzados porque hay algo y no nada, ese algo es vida y por tanto creatividad, esa vida es inteligencia, honda lectura y tendencia al amor. Esa es nuestra esperanza fundante, un trascendental de nuestro ser.

El cielo “lleno de estrellas” fuera de mí y la bella “buena voluntad” en nuestro interior es algo de lo que más puede maravillarse la persona humana. “Cielo”, macrocosmos y microcosmos. El cielo del caótico orden cósmico y la vulnerable buena voluntad, el deseo de bien serpenteado de desgracias y errores.

6. Esperanzas de la Esperanza fundante.

Estas son en concreto algunas vetas [2] , vigores y artes

· El impulso natural de la vida que nos lleva a expandirnos, surgido en la oscuridad de la energía cósmica y que nos lleva hasta la maravilla de la consciencia y el amor.

· El bienestar, la salud y el gozo de vivir que ya mucha gente disfruta, aun con escasos recursos y conscientes de su provisionalidad. Es algo que abre la posibilidad de que todo el mundo pueda también alcanzarlos.

· Los descubrimientos científicos, el enorme esfuerzo por la justicia, por la democracia, la igualdad de género, etc. Hay allí amor. Hay amor y no más bien nada u odio, y la esperanza lo sabe.

· El mutuo contagio con otros esperanzados, de ahora y de siempre, mutando sus formas de esperanza y sabiduría

Hoy estamos en mejores condiciones para reducir el sufrimiento, para corregir el sistema económico que se apropia de “Dios” para legitimarse. Para fiarnos más de la metáfora y del silencio activo que de la mucha palabrería religiosa, aunque sea litúrgica. Para ser felices

Somos “espeleólogas de la esperanza” y “mineras del corazón” cunas del Espíritu Santo que hoy llamamos la “bella y buena razón”. Buscadores de un Reino de Dios que puede llamarse también “Internacional de la esperanza”, esa convergencia de las religiones y los humanismos para la justicia universal y la felicidad

Podemos ahondar en la bondad “subyacente” expresada en las tradiciones éticas y religiosas, sus utopías y grandes textos, encontrar la consolación en la filosofía o la serenidad con la meditación, entrar en la intersubjetividad doliente, acercarse al que sufre y juntos intentar una nueva vida que, compartida, será más una canción que un lloro en un valle de lágrimas.

 

Santi Villamayor, 28 de Mayo de 2023, intervención en la 4ª consulta del grupo Lenaers

[1] Los viejos paradigmas se resisten a ser sustituidos como también los dogmas, se agarran sin querer soltarse. Son como garrapatas. Nos aprisionan sin enterarnos y nos chupan la creatividad. Si los arrancas de cuajo dejan dentro la cabeza y nos producen una infección muy grave. Una debilidad o desafección de lo hasta entonces creído o unas exagerada reacción inmunológica contraria, el fundamentalismo. Las garrapatas y los dogmas salen solos con aceite

[2] Curiosamente antítesis de los ídolos o falsas creencias de Bacon, procedentes de la genética, la biografía, la relación humana y las teorías o dogmas…

Fuente Fe Adulta

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“La esperanza viene en los Hechos”, por José Mª Otalora

Jueves, 16 de febrero de 2023
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ApostolesDe su blog Punto de Encuentro:

Leyendo Hechos de los Apóstoles, podemos refrescar algunas claves para este desnortado tiempo, y hacerlo en torno a la primacía del Espíritu a la luz de las primeras comunidades cristianas y de cómo daban razón de la Buena Noticia en el incipiente movimiento organizado llamado Iglesia.

El evangelista Lucas escribe este texto cuando los fariseos comienzan a excluir a los cristianos de origen judío de las sinagogas. Lo mejor del libro es que la experiencia de Jesús resucitado ha traído un gran gozo a sus seguidores. Es un paralelismo con el gozo que tuvo Jesús en vida, volcado en implantar el Reino como la invitación a quienes venimos detrás en medio de las dificultades. Se ve mejor en forma de decálogo:

1 – Esa actitud liberadora ejemplar les trae problemas, pero sin que por ello dejan de actuar como lo hizo su Maestro. Irradian convicción y alegría provocando con su mensaje una esperanza y que nadie quede indiferente, algo que inunda toda la narración, como queriendo contagiar a todos los que seguimos sus pasos.

2 – Con su autoridad -que no poder- logran que muchos se conviertan en seguidores de Cristo, ofreciendo a todos el plan de Dios, como hizo Jesús, sin atender a purezas legales ni a la consideración de excluidos o pecadores oficiales, y desde una disponibilidad plena.

3 – Jesús no escoge a los mejores según el criterio humano. Resulta chocante que no elije a sacerdotes doctos en la Ley o ilustres levitas y fariseos. Incluso la elección de los Doce precede a la de un fariseo enemigo de cristianos para convertirlo en el más destacado misionero; se llama Saulo, conocido por sus persecuciones a cristianos con el permiso de las autoridades judías.

4 – Los apóstoles no se centran en condenar sino en salvar. Hablan de que mataron a Jesús por ignorancia y no se ensañan contra los que urdieron las infamias para colgarle en una cruz. No realizan cruzadas contra los que estuvieron involucrados en la muerte de Jesús, a pesar de que pendía sobre ellos un fin similar al de su Maestro.

5 – Pero cuando los apóstoles son acusados, también se convierten en testigos dando razón de su fe ante el Sanedrín y dejando a las autoridades judías religiosas en evidencia. Si se hubiesen dedicado a vivir su fe con un poco de diplomacia, las autoridades judías les hubiesen ofrecido una especie de pacto de no agresión para salvar sus vidas a cambio de no socavar el prestigio de aquellas autoridades protegidas bajo el poder teocrático.

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6 – En Hechos, Lucas muestra que la vida incipiente de la Iglesia giraba en torno al Cristo viviente, resucitado; y se apoya en dos pilares: a) La celebración de la fe como encuentro alegre de los hombres y mujeres que necesitan alabar y agradecer los dones de Dios. Era la fiesta que alienta el Espíritu más que una obligación ritual. b) El servicio a los pobres como actitud preferente a la manera de Jesús, característica propia de aquellos primeros cristianos.

7 – La Iglesia ha de tomar partido por la vida y comprometerse a minorar todo tipo de injusticia y muerte. En este sentido, me parece necesaria una revisión del actual estilo de nuestras comunidades para volver al principio de todo, a dejarnos amar por Dios como nos recuerda la primera carta de Juan; a dar y aceptar el amor de los otros -empezando por el de Dios- para aprender a amar. Nos examinarán del amor que hayamos puesto, no de otras cosas.

8 – La sinodalidad va precisamente de esto: de ir caminando juntos y escuchándonos entre diferentes en fraterna comunidad. Si la Iglesia se vuelve aburrida y monótona en su testimonio, temerosa de perder su poder mundano que nunca debió tener, es inconsecuente o se crispa ante quienes no piensan como ella, necesita volver urgentemente a la audacia esperanzada del libro de los Hechos y a las cartas de los apóstoles, sin hacer cálculos sobre las consecuencias de humanizar la vida a su alrededor.

9 – Entonces, ¿para qué la Ley de Moisés?, se pregunta el apóstol. Y él mismo se responde diciendo que la función esencial de la Ley no consiste en salvar, sino en llevarla a la práctica con el ejemplo, evangelizando. Que ella no salva -sólo es un medio-. Lo que salva es la promesa hecha realidad en la persona de Jesucristo. Si cumplimos la Ley como un fin estamos muy cerca de aquellos escribas y fariseos.

10 – Claro que la Iglesia estuvo en peligro de dividirse en más de una ocasión, y de hecho, eso  ocurrió más tarde. Pero somos el Plan de Dios, no nuestro plan, unidos en lo esencial, orando juntos, trabajando por derribar las exclusiones injustas y celebrando también unidos hasta provocar ese “mirad como se aman” cuando celebramos la vida de verdad.

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Penetrar en las grietas de la vida.

Sábado, 21 de enero de 2023
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Del blog de José Arregi Umbrales de Luz:

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La vida es un ir abriendo brechas hasta finalmente comprender que aquél era el camino. Y entonces vuelve a sorprenderme la capacidad de la vida para encontrar resquicios donde seguir creando. Esto es algo que siempre me deja anonadado, como quien bien comprende que la vida nos rebasa, y sobrepasa todo lo que sobre ella podamos pensar. Desde su raíz oscura, la vida busca un lugar donde volver a nacer.

Y en tiempos de catástrofes como es el nuestro, los hombres se ven obligados a demostrar cuántos de ellos conservan aún su pertenencia a lo genuino, a lo humano. Solo el que lleve en sí al menos una mínima parte de la raíz primordial será capaz de guardar aquel manantial oculto del que surge el coraje para seguir luchando. Como afirma Jünger: “En los grandes peligros se buscará lo que salva a mayor profundidad”.

Nuestra esperanza hoy se apoya en que al menos una de estas raíces vuelva a ponernos en contacto con aquel reino telúrico del que se nutre la vida de los pueblos y de los hombres. Necesitamos el valor de penetrar en las grietas para que pueda volver a filtrarse el torrente de la vida.

En medio del miedo y la depresión que prevalece en este tiempo, irán surgiendo, por debajo, imperceptiblemente, atisbos de otra manera de vivir que busque, en medio del abismo, la recuperación de una humanidad que se siente a sí misma desfallecer.” (Ernesto Sábato, España en los diarios de mi vejez, 2004)

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Rojo sobre Negro

Jueves, 19 de enero de 2023
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Del blog de Miguel Ángel Mesa Otro mundo es posible:

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Rojo sobre negro,

negro sobre rojo,

amor y dolor,

vida y muerte,

abrazo de Luna que nos salva.

Lágrimas y palabras de aliento,

silencio y acogida,

mirada clara, solícita.

La mar de fondo que sepulta anhelos y vidas,

la mar materna que regala sus olas y su brisa.

Los hijos del odio, del recelo, la calumnia,

el odio y el engaño quisieran

hacer desaparecer, quemar esta imagen,

pero ya alcanza miles de corazones

y se extiende como una mancha

de aceite virgen de humanidad.

Nos queda la profética palabra

y los brazos siempre abiertos

de la hospitalidad,

la ternura y la siempreviva

flor de la esperanza.

*

Miguel Ángel Mesa

***

 

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“Alegría y esperanza en esta Navidad “, por Miguel Ángel Mesa

Sábado, 24 de diciembre de 2022
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Hace unos días nos reunimos en comunidad para celebrar la Navidad, con un tema que, de fondo y forma, se sintetizaba en dos palabras: Alegría y Esperanza. Dos términos que sirven para este tiempo y para cualquier momento de nuestra vida. Como la misma Navidad.

Y hoy, recordando los comentarios de quienes asistimos, la emoción que sentimos y los anhelos con los que salimos a vivir lo celebrado, me venía a la mente, no sé por qué, un texto de Pablo en su carta a los Romanos: “¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro…?” (cf. 8,35-39).

Las circunstancias sociales y políticas que vivimos en nuestros días no son, claramente, el mejor caldo de cultivo para vivir la alegría y la esperanza: guerras, hambre, cierre de fronteras a la emigración, violencia contra la mujer, desahucios, múltiples injusticias, marginación, privatización de la sanidad, mayor empobrecimiento… Todo ello difundido, amplificado y deformado por los medios de (in)comunicación y las redes sociales, lo que nos conduce es a la tristeza, el desaliento, la apatía y la indiferencia.

Sin negar en absoluto estas realidades que se dan cada día en nuestra sociedad y en nuestro mundo, nuestra fe, nuestros sueños, nuestra apuesta cotidiana por ayudar a construir otro mundo más justo, pacífico, fraterno y sororal, nos impulsa a no dejarnos aplastar por los sucesos de la realidad que padecemos, poniéndonos cada día de nuevo en marcha, con los pasos vacilantes de un niño, de una niña pequeña, pero con las seguridad de que a nuestro lado hay unos brazos vigilantes que no nos dejarán caer, una voz que nos invita con ternura a caminar, una confianza absoluta en ese cariño que se nos ofrece.

La encarnación de tantas personas en nuestro mundo por hacer un mundo más dialogante, equitativo y humano nos muestra la senda a recorrer. Hay muchas estrellas que nos iluminan en la noche oscura e indican el horizonte hacia el que debemos dirigirnos, estrellas que ya se han apagado pero cuya luz aún sigue presente en nuestro interior, y otras vivas, luminosas, ejemplares, ardientes. Las personas marginadas, violentadas, oprimidas, perseguidas, empobrecidas… nos señalan el lugar donde debemos asentar nuestro corazón y nuestro trabajo para que la Vida llegue a sus vidas en plenitud, para que renazcan y renazcamos nosotros y nosotras también a una nueva vida.

Aunque parezca mentira, tenemos muchas razones para vivir con alegría y esperanza. No la alegría y la esperanza fugaz, como las luces de estas fiestas que, a su término, se recogen y se guardan, sino a la esperanza y la alegría profundas que provienen del Amor, el verdadero amor recibido y ofrecido, que nos impulsa a “humanizar a la humanidad practicando la proximidad, de la mano de la fiel esperanza” (Pedro Casaldáliga). Un amor que, haciéndose eficaz por el compromiso, la alegría y la esperanza, nadie nos lo podrá arrebatar.

Así, sí. Feliz Navidad.

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Adviento: Espera activa.

Martes, 6 de diciembre de 2022
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Del blog de Henri Nouwen:

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Esperar resulta esencial para la vida espiritual. Pero esperar como discípulo de Jesús no es una espera vacía, sino una espera con una promesa en nuestros corazones que hace ya presente lo que esperamos. Durante el Adviento esperamos el nacimiento de Jesús. Después de Pascua esperamos la venida del Espíritu y después de la Ascensión de Jesús esperamos su nueva venida gloriosa. Siempre estamos esperando, pero es una espera vivida en el convencimiento de que ya hemos visto las huellas de Dios. Esperar a Dios es una espera activa, alerta, ¡sí, gozosa!. Mientras esperamos, recordamos a aquel que creó una comunidad preparada para darle la bienvenida cuando Él venga.”

*

Henri Nouwen

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La muerte está vencida

Miércoles, 2 de noviembre de 2022
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¡Ver los cementerios como un lugar de vida! Es en la Eucaristía donde estamos más en comunión con nuestros difuntos. Sin embargo, los cementerios son una proclamación magnífica de la esperanza en la resurrección de la carne, bien más allá del postulado simple y arbitrario de una cierta supervivencia del alma. Allí están aquellos a los que los primeros cristianos llamaban ” los durmientes “. Y es a sus hermanos vivos para Dios, por quien los cristianos van a visitar el cementerio. Si se va a la tumba del Cristo, aunque esté vacía, precisamente es porque allí se produjo la resurrección de Cristo, la prenda de nuestra propia resurrección. Mantengamos nuestras tumbas pero no cultivemos la flor del tormento, de la culpabilización. Tenemos algo mejor que hacer: reguemos la flor de la Fe, entonces hagamos de nuestros cementerios  bellos jardines de esperanza! “

*

Père Pierre Trevet

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¡La Eucaristía! Es el regalo más bello que puede ofrecerse a los que “se fueron”. La Salvación ya ha sido dada de una vez para siempre por la muerte y la resurrección de Cristo, pero la actualización de la misa va a abrir el corazón del difunto y a alumbrarlo con una luz nueva. Si está en el “Purgatorio“, la misa es potencia de liberación. Si ya está en el Cielo, podrá utilizar este don con una “inteligencia” celeste para los de la tierra que lo necesitan más. Comprendamos que es también un regalo para los vivientes porque purificar y lavar nuestra historia pasada aporta bendición en el presente y en el futuro.

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Bernard Besret: la utopía de Boquen

Viernes, 21 de octubre de 2022
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CAD99577-1BEE-47D4-AFBE-B10ABF1401FFDe su blog Umbrales de Luz:

En las calurosas tardes de la primera semana del pasado agosto, a la sombra de un tilo en Champigny-sur-Veude, tranquilo pueblecito francés rodeado de extensos campos de girasol y de maíz, leí con entusiasmo y desazón a la vez la tesis doctoral de Béatrice Lebel-Goascoz: Boquen entre utopie et révolution 1965-1976 (Presses Universitaires de Rennes, 2015). Una historia apasionante cuyo protagonista es Bernard Besret.

Hace tiempo dejó de ser noticia, pero sigue siendo una figura refrescante, inspiradora. Un hombre profético, visionario y valiente. Un hombre de alma mística, de ojos abiertos, de palabra arrebatadora. Libre y fiel al fuego que le habitaba y le sigue habitando. Durante una década decisiva de la historia que nos ha tocado vivir, lideró un movimiento vigoroso de reforma espiritual, cultural, política. Sucedió en los años 1965-1976, tan cercanos todavía, pero tan lejanos ya.

Era una época llena de promesas. Desde el fin de la II Guerra Mundial (1945) hasta 1980, sobre toda la Tierra se alzaron arcoíris de esperanza. Más de 50 países de África, Asia y América colonizados por estados europeos obtuvieron la independencia. Un mundo justo, fraterno y libre parecía posible. Diversos mayos como el del 68 francés ondearon las banderas de la utopía, sacudiendo los cimientos del orden establecido. Una refundación de la política y de la economía, una revolución social, cultural, espiritual estaba germinando. En la Iglesia Católica Romana, un papa italiano conservador y muy mayor, convocó de manera inesperada el Concilio Vaticano II (1962-1965) bajo la consigna del aggiornamento o puesta al día. Que ventanas y puertas se abran, proclamó. Viejos cerrojos cedían. Multitudes de jóvenes, que todavía llenaban las iglesias de Europa y América, podían soñar. En América Latina, la oprimida, proliferaban comunidades cristianas de base, inspiradas por la teología de la liberación. Otra Iglesia nacía: una Iglesia comunión de comunidades diversas y libres, sin jerarquías; Iglesia hermana más que madre, compañera más que regente, diálogo más que magisterio, carisma más que código, fermento más que credo, cuidado de la vida y de la tierra más que culto al dios del cielo. Inspiración y aliento, no estructura de poder.

9C6BD238-A786-4260-A3D8-7A1E8798076DDesde el día de su primera comunión, Bernard Besret, precoz niño bretón, había abandonado la vieja Iglesia institucional y pronto inició el camino al interior que le irá abriendo a horizontes y anchuras sin dentro ni fuera. A raíz de la muerte de su madre a sus 13 años, sintió más intensamente la Llama de amor viva sin nombre y sin forma arder en lo más profundo de su ser. Se volvió buscador. Leyó a Aristóteles, Leibniz, Aldous Huxley, Laozi… Crecía en él un profundo deseo de vida retirada en algún tipo de ashram o monasterio. Un día, en 1952, a sus 17 años, un compañero de liceo le habló de su reciente visita al monasterio de Santa María de Boquen (Bretaña) –que en bretón significa “Espino blanco” y en vasco equivale a “Arantzazu”, coincidencia que me llena de emoción–. Allí, un monje cisterciense, también bretón y carismático, Alexis Presse, acababa de restaurar el antiguo monasterio en ruinas y de reiniciar un proyecto innovador de vida monástica, ligada a la cultura bretona. Inmediatamente, Bernard fue a verlo y quedó fascinado. Un año más tarde, Dom Alexis lo recibió como novicio y entre los dos se creó una profunda sintonía de inspiración y de proyecto.

A pesar de las resistencias del joven monje a todo orden clerical, el abad Alexis lo ordenó sacerdote y lo envió a Roma a estudiar filosofía y teología. Su personalidad seductora, su hondura espiritual, su impresionante capacidad intelectual, su palabra cautivadora hicieron que muchos quisieran tenerlo a su lado. El Abad General de la Orden Cisterciense lo hizo su asistente personal, un obispo bretón lo llamó a acompañarle en el Concilio Vaticano II (1962-1965) como su teólogo particular. En las todopoderosas Curias vaticanas de Roma se le abría el futuro más brillante, podía ascender a lo más alto del escalafón. Pero a nada de eso aspiraba Bernard. Se volvió a Boquen. Allí, durante 10 años, floreció el espino y dolieron las espinas.

47BBCA3C-D34E-42DD-B769-026F1D444521En 1964, debido a la grave enfermedad de Dom Alexis (fallecería un año después), y a petición suya, la Orden cisterciense nombró abad a Bernard. A sus 29 años, tomó el relevo de su referente espiritual. Afluyeron multitudes de jóvenes y adultos, estudiantes y profesores de Bretaña y de París, líderes del 68, militantes sociales, campesinos y urbanitas de aquí y de allá. Soñadores y activistas de todo tipo. Católicos críticos, protestantes, ateos, homosexuales, divorciados vueltos a casar… todos eran acogidos por igual. Por allí pasaron también Y. Congar, M.D. Chenu, M. Légaut, J. Moingt. La belleza del lugar, la liturgia innovadora, el silencio y la oración profunda, la sublimidad del canto polifónico compuesto (o improvisado a modo de jazz) por Bernard y  cantado por él mismo junto con dos de sus compañeros, la elegancia del joven abad y su palabra encendida los arrastraba.

5C1BDB36-F7A8-4AC5-934A-69FF89FEC834¿A dónde? A una nueva vida monástica, a una comunión abierta más allá de toda clausura, de la distinción canónica entre monjes y laicos, de la rígida separación entre hombres y mujeres, de la rúbrica litúrgica. A una nueva Iglesia carismática y fraterno-sororal sin clases ni jerarquías, sin clérigos, religiosos y laicos, sin límites entre ortodoxia y herejía, una Iglesia de comunión sin anatemas. A un mundo libre y hermanado, sin desigualdad ni sumisión, sin hambre ni exclusión ni fronteras cerradas, a una revolución sin violencia. A un nuevo cristianismo espiritual y aconfesional, sin separación entre sagrado y profano, sin vinculación necesaria a ningún credo, sin lectura literal de la Biblia y de los dogmas, sin pretensión de exclusividad ni de superioridad sobre otras religiones o sobre la ausencia de toda religión, un cristianismo con sacramentos desacralizados, un cristianismo místico y político y ecofeminista liberador, un “cristianismo crítico, lírico y político”, en palabras de Bernard Besret.

¿Pero era posible? Lo fue mientras él estuvo allí y, con su carisma personal, limó desavenencias y buscó equilibrios. La pregunta decisiva es, me parece: para la Orden cisterciense y la institución católica ¿era tolerable la evolución de Boquen y la continuidad allí del joven abad? ¿Por qué no habría de serlo? Pero de hecho no lo fue. El motivo o la excusa final se produjo cuando Dom Bernard, el 20 de agosto de 1969, fiesta de San Bernardo, ante un millar de personas, pronunció una sonora conferencia sobre “Boquen ayer, hoy y mañana”. En ella soltó, como quien no quiere la cosa, la idea de abrir un año sabático para que todos los clérigos y religiosas/os pudieran discernir y abandonar o mantener su compromiso de celibato. ¡Escándalo en la Iglesia católica!

1B3F9DE9-F8B7-42ED-8949-517E7535C8D0Dos meses después, el 15 de octubre, el Abad general de la Orden cisterciense destituyó a Dom Bernard como abad, conminándole a abandonar el monasterio antes del fin del mes. A partir de ese momento todo fue más difícil. Las posiciones se radicalizaron peligrosamente. En el monasterio, la contestación eclesial amenazaba con ahogar la búsqueda del silencio, la revolución política parecía eclipsar la aspiración mística. En las instituciones eclesiales, los márgenes de tolerancia se fueron estrechando y multiplicándose las reconvenciones. Acorralado y atrapado, en octubre de 1974, Bernard dejó el monasterio y el sacerdocio clerical, sin trámites ni papeleos de por medio, emprendió otra vida y siguió por libre su búsqueda de silencio y comunión. En el otoño de 1976, la Orden y la jerarquía católica expulsaron del monasterio la comunidad tanto monacal como laica que aún permanecía en “Santa María del Espino”, e impusieron la entrada de otra congregación contemplativa femenina, alejada de la utopía de Alexis, Bernard y compañeras y compañeros de la “Comunión de Boquen”. Un gran sueño, uno más, se desvaneció. En octubre de 1978, Juan Pablo II fue elegido papa; en 1979, Margaret Thatcher, primera ministra del Reino Unido; en 1981, Ronald Reagan, presidente de los EEUU. Los sueños se malogran uno tras otro, pero nunca se malogra la esperanza activa sin apego a ningún logro.

En 1997, Bernard Besret viajó a Shangai para crear un museo de ciencias. Allí conoció maestros taoístas. Desde su jubilación, reparte su tiempo entre su casa de Plougrescant (Bretaña) y China, donde anima un monasterio taoísta junto con un monje chino amigo. Bernard sigue siendo monje en búsqueda de otras utopías inalcanzables, animado por el Espíritu, la Ruah, el Aliento que sopla donde quiere, que crea y recrea sin cesar y transciende fronteras, que vibraba sobre las aguas del génesis. Lo sentimos vibrar también hoy si abrimos los ojos y atravesamos fronteras.

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Al final del epílogo con que cierra la tesis de B. Lebel-Goascoz, Bernard Besret escribe (en 2014): “A lo largo de estos años [1965-1975] he vivido lo que, con un poco de humor, me permito llamar ‘la gracia de la des-conversión’.

Todo eso me queda ya lejos. A lo largo de los cuarenta años transcurridos desde entonces, he vivido otras varias vidas, pero sin perder jamás el hilo rojo que las une todas, a saber, una confianza inquebrantable en el fondo último de lo real del que no dudo que es, pero del que evidentemente ignoro qué es.

Boquen no habrá sido más que un grito. El grito de los hombres y de las mujeres sedientas de agua viva. Hace mucho tiempo que dejó de escucharse, pero de vez en cuando percibo su eco. A veces incluso hasta en China”.

Aizarna, 28 de septiembre de 2022

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60 años del Vaticano II: Juan XXIII abre el Concilio apostando por “la medicina de la misericordia” frente a los agoreros “de la severidad”

Miércoles, 12 de octubre de 2022
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CC3H4D Pope John XXIII (1881-1963) Who Reigned As Pope From 1958. Juan XXIII, por De Agostini, 1958–1963

Roncalli habla en la apertura de “una Iglesia que mirará con confianza a los tiempos futuros”

“Después de casi veinte siglos, las situaciones y los problemas gravísimos de la humanidad no cambian”. De ese diagnóstico partía Juan XXIII en su discurso de apertura -hoy, 11 de octubre, hace 60 años- del Concilio Vaticano II

“Nos parece que debemos discrepar decididamente de estos agoreros, que siempre anuncian lo peor, como si el fin del mundo fuera inminente”

“Algunos, aunque inflamados de celo por la religión, valoran sin embargo los hechos sin la suficiente objetividad ni prudencia de juicio. En las condiciones actuales de la sociedad humana no pueden ver más que ruina y problemas”

Expectativas del mundo misionero en la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II: Agencia Fides, 10 de octubre de 1962: “Si nuestro cristianismo se educara en el futuro en un sentido más netamente apostólico…”

Francisco recordó el Concilio Vaticano II y pidió que la Iglesia vuelva “con unidad” a sus fuentes: los pobres y descartados

Un camino que abrió la Iglesia al pluralismo y al diálogo con el mundo

Faus: “Ninguna revolución es instantánea, tampoco la del Concilio”

 Isabel Gómez Acebo: El proyecto inacabado de Juan XXIII

Un Concilio en el freezer, por Eduardo de la Serna

A 60 años del inicio del Vaticano II: ¿Un Concilio frustrado”? “El espíritu del Concilio Vaticano II sigue vivo en bastantes comunidades locales”?

“Después de casi veinte siglos, las situaciones y los problemas gravísimos de la humanidad no cambian”. De ese diagnóstico partía Juan XXIII en su discurso de apertura, hoy (ayer), 11 de octubre, hace 60 años, del Concilio Vaticano II, un evento que, confesaba el Papa Bueno ante los obispos y cardenales llegados de todo el mundo para tan solemne ocasión, “esperamos que haga que la Iglesia mirará con confianza a los tiempos futuros

Ya es sabido que ese concilio ecuménico marcó un antes y un después en el devenir de la Iglesia del que todavía se están extrayendo consecuencias, aunque no sin duras resistencias internas. De ellas habló también el Papa Roncalli, de quienes, ayer como hoy, ponen palos en las ruedas, pero también de la necesidad de mirar al mundo con misericordia y no solo “con las armas de la severidad”.

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Apertura del Vaticano II

Esto es lo que les dijo el hoy Papa santo a aquellos agoreros y así justificó la necesidad de aquel Concilio.

  • “No sin ofender a Nuestros oídos, nos llegan los rumores de algunos que, aunque inflamados de celo por la religión, valoran sin embargo los hechos sin la suficiente objetividad ni prudencia de juicio. En las condiciones actuales de la sociedad humana no pueden ver más que ruina y problemas”
  • Llegan a decir que nuestros tiempos, si se comparan con los siglos pasados, son totalmente peores; y llegan a comportarse como si no tuvieran nada que aprender de la historia, que es la maestra de la vida, y como si en la época de los Concilios anteriores todo procediera felizmente en lo que respecta a la doctrina cristiana, la moral y la justa libertad de la Iglesia”.
  • “Nos parece que debemos discrepar decididamente de estos agoreros, que siempre anuncian lo peor, como si el fin del mundo fuera inminente”.

Pero estos “agoreros” no estaban únicamente en el seno de la Iglesia. Fuera de ella, en el mundo civil, había también poderosas fuerzas que trataban de coartar la libertad de los pastores para su propia reflexión y debate de acuerdo al avance de los tiempos, También de ellos dejó consigna Juan XXIII en su discurso de apertura.

  • “Basta echar un vistazo a los anales eclesiásticos para ver con claridad que los propios Concilios Ecuménicos, cuyos acontecimientos están registrados con letras de oro en la historia de la Iglesia, se han celebrado a menudo no sin grandes dificultades y dolores a causa de la indebida interferencia del poder civil”.
  • “A veces, ciertamente, los Príncipes de este mundo se propusieron sinceramente asumir la protección de la Iglesia, pero muchas veces esto no ocurrió sin daño y peligro”.
  • “No deja de ser una esperanza y Nuestro gran consuelo que veamos que hoy la Iglesia, liberada por fin de tantos impedimentos profanos de épocas pasadas, desde este Templo Vaticano, como desde un segundo Cenáculo de los Apóstoles, por medio de vosotros pueda alzar su voz, preñada de autoridad y majestad”.

Así pues, indiferente a los agoreros de dentro y de fuera, Juan XXIII mostraba su convencimiento, del que había dado muestra ya desde 1959, de la necesidad de que la Iglesia de mediados del siglo XX hiciese una ‘puesta al día’ que reclamaban los numerosos acontecimientos vividos con una vertiginosa rapidez en el mundo, y que amenazaban con dejar a la Iglesia como una rémora encastillada y ajena al desarrollo de la humanidad, sin que eso supusiera que tendría que dar la ‘bendición’ a todo.

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Decía Juan XXIII:

  • La Iglesia no ha permanecido indiferente a esos maravillosos descubrimientos del ingenio humano y a ese progreso de las ideas del que hoy disfrutamos, ni ha sido incapaz de apreciarlos honestamente; pero, siguiendo estos hechos con vigilante cuidado, no deja de amonestar a los hombres para que, por encima de la atracción de las realidades visibles, vuelvan sus ojos a Dios”.
  • “Es necesario en estos tiempos actuales que toda la enseñanza cristiana sea reexaminada por todos, con una mente serena y tranquila, sin quitarle nada, con ese modo cuidadoso de pensar y formular las palabras que se manifiesta especialmente en las actas de los Concilios de Trento y del Vaticano I”.
  • “Es necesario que la misma doctrina sea examinada más amplia y minuciosamente y que las mentes estén más imbuidas e informadas, como lo desean ardientemente todos los sinceros defensores de la verdad cristiana, católica y apostólica; es necesario que esta doctrina cierta e inmutable, a la que hay que dar un asentimiento fiel, sea profundizada y expuesta como lo exigen nuestros tiempos”.
  • – “Porque una cosa es el depósito de la Fe, es decir, las verdades contenidas en nuestra venerable doctrina, y otra el modo de proclamarlas, pero siempre en el mismo sentido y significado. Hay que dar mucha importancia a este método y, si es necesario, aplicarlo con paciencia; es decir, la forma de exposición que mejor corresponde al Magisterio, cuya naturaleza es predominantemente pastoral”
  • – “No hay época en la que la Iglesia no se haya opuesto a estos errores; a menudo incluso los ha condenado, y a veces con la máxima severidad. En cuanto a la época actual, la Esposa de Cristo prefiere utilizar la medicina de la misericordia antes que tomar las armas de la severidad; piensa que debe responder a las necesidades de hoy exponiendo el valor de su enseñanza más claramente que condenándola”.
  • – [Dirigiéndose a los padres conciliares] “Se requiere de ti paz mental serena, armonía fraterna, moderación de las iniciativas, corrección de las discusiones, sabiduría en todas las decisiones”.

Fuente Religión Digital

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“Situación del mundo: ¿crisis civilizacional, drama o tragedia?”, por Leonardo Boff

Martes, 13 de septiembre de 2022
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Madre-Tierra_2465163463_16116991_667x375“¿Tal vez ha llegado nuestro turno de ser excluidos de la faz de la Tierra?”

“Síganme en este pensamiento: ¿alguien puede decir hacia dónde vamos? Ni el Dalai Lama, ni el Papa Francisco ni ninguna autoridad lo podrá decir”

“La situación ecológica del mundo no es menos preocupante: en pleno verano europeo el clima ha llegado a los 40 grados o más. Hay incendios prácticamente en todos los países del mundo. Son los eventos extremos agravados por el calentamiento global”

Síganme en este pensamiento: ¿alguien puede decir hacia dónde vamos? Ni el Dalai Lama, ni el Papa Francisco ni ninguna autoridad lo podrá decir. Sin embargo tenemos tres advertencias serias: una del Papa Francisco en su última encíclica, Fratelli tutti de 2020: «Estamos en el mismo barco: o nos salvamos todos o no se salva nadie» (n.32). Otra también de la mayor autoridad, la Carta de la Tierra de 2003: «la humanidad debe elegir su futuro y la elección es esta: formar una sociedad global para cuidar la Tierra y cuidarnos unos a otros o arriesgarnos a la destrucción de nosotros mismos y de la diversidad de la vida» (Preámbulo). La tercera viene del Secretario General de la ONU António Guterres a mediados de julio de este año de 2022 en una conferencia en Berlín sobre el cambio climático: «Nosotros tenemos esta elección: acción colectiva o suicidio colectivo. En nuestras manos está». La mayoría no se siente en el mismo barco ni cultiva el cuidado y no elabora acciones colectivas.

Consideremos algunos fenómenos: Brasil está atravesado por una ola de odio, de mentiras y de violencia contra una gama inmensa de personas, cobardemente despreciadas y difamadas, ola incentivada por el presidente que elogia la tortura, las dictaduras, viola constantemente la Constitución. Sin ninguna prueba  cuestiona la seguridad de las urnas. Convoca a todos los embajadores para hablar mal de nuestras instituciones jurídicas y da a entender que, si no es reelegido, dará un golpe de estado. Comete un crimen de lesa patria, motivo para impugnar su candidatura. Y no nos referimos al hambre y al desempleo de millones de personas que campea en el país.

La situación ecológica del mundo no es menos preocupante: en pleno verano europeo el clima ha llegado a los 40 grados o más. Hay incendios prácticamente en todos los países del mundo. Son los eventos extremos agravados por el calentamiento global. En el presente año en nuestro país hemos tenido grandes inundaciones en el sur de Bahía, norte de Minas, del Río Tocantins y del Amazonas y trágicos deslizamientos de laderas en Petrópolis y Angra dos Reis, con innumerables víctimas, y simultáneamente sequía prolongada en el sur.

Hay 17 focos de guerra en el mundo, el más visible de todos en Ucrania atacada por Rusia con alto poder de destrucción. La decisión de los países occidentales, englobados en la OTAN, que tiene como principal actor a Estados Unidos, al establecer “un nuevo compromiso estratégico” y pasar de un pacto defensivo a un pacto ofensivo, ha sido gravísima. Declara ipsis litteris a Rusia como enemigo presente, y más adelante a China. No se trata de un concurrente o adversario, sino de enemigo, al que en la perspectiva del jurista de Hitler Carl Schmitt, cabe combatir y destruir usando todos los medios, inclusive los militares y, en el límite, los nucleares. Como señaló el reconocido economista ecologista Jeffrey Sachs, reforzado por Noam Chomsky: si ocurriera eso, sería el fin de la  especie. Esto sería la gran tragedia.

Tal vez la amenaza más grave nos viene del ya citado calentamiento global acelerado. Con el esfuerzo conjugado de todo los países hasta 2030 se debería limitar el calentamiento a 1,5 grados centígrados hasta 2030. Ahora constamos que se ha acelerado; con la entrada masiva de metano debido al deshielo de los cascos polares y del permafrost se ha anticipado al 2027. El último informe en tres volúmenes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (conocido por el acrónimo inglés IPCC) publicado hace pocos meses advertía que podría llegar mucho antes. Existe el peligro, apuntado ya anteriormente por la Academia Norteamericana de Ciencias, de un “salto abrupto”, que puede elevar la temperatura 2,7 o más grados centígrados. La conclusión a la que llega el IPCC es «que los impactos en todo el mundo son una amenaza para la humanidad». Gran parte de los organismos vivos no consigue adaptarse y acaba desapareciendo.

De igual manera, multitudes humanas pueden sufrir terriblemente y también morir antes de tiempo. Tal evento puede ocurrir en los próximos 3-4 años. No parece que los analistas y planificadores estén tomando en cuenta esta eventualidad.

De ahí se entiende que algunos científicos del clima, sean tecnofatalistas y escépticos. Afirman que con los miles de millones de toneladas de CO2 y de otros gases de efecto invernadero ya acumulados en la atmósfera (en la que permanecen cerca de 100 años) no estamos en condiciones de impedir el calentamiento global. Hemos llegado demasiado tarde. Los eventos extremos vendrán fatalmente, cada vez más frecuentes y dañinos, devastando partes de los biomas terrestres y de las costas marítimas. Por el hecho de disponer de ciencia y de tecnología podemos solo mitigar los efectos nocivos pero no evitarlos. Es una crisis de nuestro tipo de civilización.

A este cuadro dramático hay que añadir la Sobrecarga de la Tierra: consumimos más de lo que ella nos puede ofrecer, pues necesitamos más de una Tierra y media (1,7) para cubrir las demandas del consumo humano, especialmente el suntuoso de las clases opulentas.

Ante este escenario innegablemente dramático, ¿qué pensar? ¿que tal vez ha llegado nuestro turno de ser excluidos de la faz de la Tierra? Dada la voracidad del proceso productivista mundializado que no conoce moderación, cada año están desapareciendo cerca de 100 mil especies de organismos vivos. Aquí cabe recoger las palabras del eminente naturalista francés Théodore Monod, que hemos citado algunas veces: «somos capaces de una conducta insensata y demente; a partir de ahora podemos temer todo, inclusive la aniquilación de la raza humana: sería el justo precio de nuestras locuras y de nuestra crueldad». Esta opinión es compartida por otras notables personalidades como Toynbee, Lovelock, Rees, Jacquard, y Chomsky entre otros.

No podemos saber cómo será nuestro futuro. Pero no puede ser una prolongación del presente. La naturaleza de la lógica capitalista no cambiará, si no, tendría que renunciar a ser lo que  es y quiere ser: acumular ilimitadamente sin cuidar las externalidades.

No podemos saber cómo será nuestro futuro. Pero no puede ser una prolongación del presente. La naturaleza de la lógica capitalista no cambiará, si no, tendría que renunciar a ser lo que  es y quiere ser: acumular ilimitadamente sin cuidar las externalidades

Como mostró Hans Jonas en su libro El Principio Responsabilidad, el factor miedo y pavor puede ser decisivo. Al darse cuenta de que puede desaparecer, el ser humano hará todo para sobrevivir, como los navíos antiguos que, en peligro de naufragar, tiraban toda la carga al mar. Habría cambios radicales especialmente en el modo de producción y en el consumo frugal y  solidario.

Existe todavía el principio de lo imponderable y de lo inesperado de la mecánica cuántica. La evolución no es lineal. En momentos de alta complejidad y de gran caos puede dar un salto hacia un nuevo orden y conquistar otro equilibrio. En nuestro caso no es imposible. Pero se hará seguramente con el sacrificio de muchas vidas también humanas. Es nuestro drama.

Finalmente, tenemos la esperanza teologal, el legado judeocristiano, que debe ser entendido también como una emergencia del proceso evolutivo y no como algo exógeno. Ella afirma el principio de la vida y del Dios vivo y dador de vida que creó todo por amor. Él podrá crear condiciones para que los seres humanos cambien hacia otro rumbo de su destino y así puedan salvarse. Pero “chi lo sa”? A nosotros nos cabe el esperanzarse de Paulo Freire, es decir, crear las condiciones para la utopía viable, la esperanza, de que lo inesperado sucederá y que la vida siempre tendrá futuro y está destinada a cambiar para seguir y seguir brillando.

Fuente Religión Digital

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Recuerdos, huellas, odios.

Viernes, 15 de julio de 2022
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Del blog de José Arregi Umbrales de luz:

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Existen luces que no se apagan,
recuerdos que no se borran,
esperanzas que no se pierden,
y personas y hechos que no se olvidan.

Pensemos siempre que en la Vida no cuentan tanto los pasos ya dados,
ni los pasos que vamos dando…,  sino  las huellas que vamos dejando.

“Cuando odiamos a alguien, odiamos, en su imagen o en el recuerdo,
algo que está aún muy dentro de nosotros mismos” (Hermann Hesse)

*

Marta Barbero y Juantxu Oscoz
(Vitoria-Gasteiz)

***

 

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Yo espero

Lunes, 6 de junio de 2022
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Yo espero
que venga lo nuevo y novedoso
con el mismo ímpetu, por lo menos,
con que viene lo que ya conocemos
y que alguna vez nos ha tocado
en lo más íntimo
dejándonos heridos e insatisfechos
y con el espíritu en vilo.

Y espero,
cada vez con más ahínco y fe,
que no surja de nuestros estériles proyectos,
ni de nuestros evasivos sueños,
ni de nuestros recuerdos,
ni de nuestro vientre yermo,
ni de nuestros defendidos derechos…,
sino de tus entrañas y gracia,
o de las nuestras cubiertas por tu Espíritu.

Yo espero que venga,
gratuitamente, sobre todos,
sin distinción de credos,
de razas y pueblos,
de culturas y sexo…
tu Espíritu y gracia de nuevo…

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

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“Y después de la resurrección, ¿qué? “, por José Miguel Martínez Castelló

Sábado, 7 de mayo de 2022
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Pascua_2329277062_15459102_660x371“El horizonte de la resurrección es el horizonte de la esperanza”

“En estos días de Pascua, los cristianos tenemos que plantearnos cómo acogemos el misterio de la Resurrección en medio de la historia”

“Siempre me he preguntado por qué a personas ateas les molesta tanto que Dios no exista o no intervenga en nuestros asuntos si no creen en Él”

“En la actualidad afirmar que la resurrección es posible va contra los cimientos de la ciencia que se basan en lo tangible y material y, más todavía, contra los postulados del endiosamiento de las personas que llevan a disfrutar todas sus acciones sin límite alguno, explotando a otras personas por el bien y progreso personal”

Los dos últimos años los recordaremos porque asistimos a unas imágenes en Semana Santa completamente inéditas y sobrecogedoras. Se nos encogía el corazón, en plena pandemia, cuando veíamos la figura del Papa Francisco rezando solo en la Plaza de san Pedro. Los Vía Crucis dedicados a las vidas complejas de los niños y de las personas presas nos traspasaban el alma. Nos recordaban que, aunque todo se paró, el sufrimiento humano seguía su camino impertérrito. Volvió la mal llamada normalidad y el fin paulatino de las restricciones.

 Las muertes por COVID seguían de la misma forma, pero media humanidad apuntaba a un amanecer ante un virus invisible y silencioso. Creíamos que jamás íbamos a vivir una cosa parecida. Se nos llenaba la boca de que habíamos vivido un acontecimiento irrepetible que estaría grabado a fuego en los libros de historia. Ésta, maestra de la vida, no deja de sorprendernos y de cambiarnos el paso porque en la madrugada del 24 de febrero Rusia invadía Ucrania. El mundo contenía el aliento como si de un hecho único se tratara olvidando que en ese momento se daban, y se dan, veintiséis conflictos silenciados: Siria, Colombia, Etiopía, Yemen, Afganistán, República Centroafricana, Israel y Palestina, Myanmar, Mozambique y otros derivados por la acción del Estado Islámico.

De la noche a la mañana despertamos de nuestro letargo bien pensante convirtiéndose en espectadores privilegiados de una masacre retransmitida en directo. Ciudades que desconocíamos como Jarkov, Odesa, Dnipro, Donetsk, Zaporiyia, Lvov, Mykolaiv o Mariupol han entrado a formar parte de nuestras conversaciones como si hubiésemos vivido ahí. Y de pronto, ante todo este panorama, llega la Pascua, la fiesta de la Resurrección en medio de Bucha, Borodianka o la estación de Kramatorsk. ¿Es posible hablar hoy de la redención del hombre, de la persona, de volver a nacer y vencer la muerte en tiempos donde la muerte misma es un negocio a través del mercado de las armas y la tecnología militar?

González Faus en un artículo reciente en RD, De Ucrania a Dios: para creyentes e increyentes, decía: “¿Dónde está Dios ante esas madres desesperadas por no saber cómo liberar a sus niñitos del pánico y del hambre?”. Uno de los objetivos, no sólo del cristianismo, sino de todas las propuestas espirituales, religiosas y de sentido en el mundo actual es qué decir ante los cambios y la transformación de la vida que estamos viviendo; qué tiene que decir frente al absurdo, la desesperanza y el sentido. Por ello, en estos días de Pascua, los cristianos tenemos que plantearnos cómo acogemos el misterio de la Resurrección en medio de la historia y ser conscientes de lo que implica creer en Cristo resucitado y qué vida llevar a cabo a partir de este misterio que es el fundamento de nuestra Fe. Ello nos lleva a dos problemas de primer orden: el problema del mal y la esperanza.

El problema del mal: ¿mutismo de Dios?

Ríos de tinta han corrido a lo largo de la historia para responder al problema del mal. Desde la literatura, a la ciencia, la filosofía, la teología o el arte han intentado hallar orientaciones y respuestas a este interrogante. Debemos caer en la cuenta que hay situaciones que jamás tendrán una explicación completa bajo nuestros esquemas mentales. Sin embargo, en un mundo donde a Dios y a una parte de sus manifestaciones se les ha colocado una sordina, cuando el ateísmo y la increencia se disparan en la juventud a niveles inimaginables, resulta curioso que la misma sociedad vuelva a Dios para explicarse el problema del mal. Siempre me he preguntado por qué a personas ateas les molesta tanto que Dios no exista o no intervenga en nuestros asuntos si no creen en Él.

De ahí que González Faus exprese la interrelación entre Dios y el problema del mal. Necesitamos acudir a Él para encontrar comprensión a lo que vivimos en medio de las oscuridades y tinieblas de la historia: “Si Dios no existe el mal no tiene explicación, pero si Dios no existe el mal no tiene solución”. Nos cuesta asumir y comprender la mera existencia del mal. Anhelamos un mundo perfecto, pero caemos en la cuenta de la imposibilidad del mismo. Ahí tenemos el magisterio de las distopias desde 1984 de Orwell, a Un mundo feliz de Huxley, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury o El cuento de la criada de Margaret Atwood. Debemos aceptar que el mal forma parte de nuestro mundo. El sufrimiento es una parte más del todo, de nuestra historia y de nuestra vida: “Pensar en un mundo finito sin mal, equivale, pues, a pensar un círculo cuadrado o en un hierro de madera, porque, en definitiva, seria pensar en un mundo finito-infinito” (Torres Queiruga, Esperanza a pesar del mal).

Ahí donde se dé la realidad humana aparecerá, al mismo tiempo, la carencia, el conflicto y el dolor porque la vida es, por definición, problemática. Esto no implica que nos conformemos con la lógica de la historia y, por tanto, que justifiquemos las injusticias y las diferentes pobrezas que se están cronificando y que necesitan de un compromiso radical para afrontarlas y solucionarlas. El Dios crucificado es el Dios del amor, como diría Whitehead en Proceso y realidad, “el gran compañero, el que sufre con nosotros y que comprende”. Desde el Éxodo al pie de la cruz de Jesús de Nazareth, Dios “está siempre -como apunta Queiruga– al lado del oprimido y del que sufre, apoyando su lucha y alimentando su esperanza”.

Y la resurrección se da en ese mismo momento, cuando la vida puede transformarse, puede cambiar, cuando lo que hacemos, por grande que sea su error, no puede dictar la sentencia final. A pesar de los pesares, Dios no se cansa, como ha apuntado Francisco en muchas ocasiones, de perdonarnos, del mal que ejercemos sobre las personas. Como diría C. Rahner, “si la muerte tiene la última palabra, ¿con qué base podemos esperar?”. El horizonte de la resurrección es el horizonte de la esperanza. Por ello la Pascua es el acontecimiento de salvación para toda persona y para la humanidad entera. Al mal sólo se le puede combatir con el bien y con la esperanza en el espíritu humano.

Para ello se necesitan de las armas más poderosas que existen, las que pueden variar el rumbo de la historia, armas que están silenciadas, que no están financiadas por ningún Estado o industria bélica: el perdón y la misericordia. En la medida que hacemos uso de la explotación y la violencia nos estamos alejando de Dios porque violamos lo que somos y aquello que nos hace ser personas. El Domingo de Ramos, Francisco escribió este tuit que debería guiarnos en esta Pascua: “Cuando se usa la violencia ya no se sabe nada de Dios, que es Padre, ni tampoco de los demás, que son hermanos. Se nos olvida por qué estamos en el mundo y llegamos a cometer crueldades absurdas”.

Estamos en el mundo para construir una civilización de amor y de encuentro. Sólo cuando ofrezcamos esa medida al mundo y a la humanidad esteremos resucitando porque hemos sido creados desde el amor. La cuestión estriba en qué papel queremos despeñar. Nuestro carácter radical de libertad es inevitable y su relación con el mal, también. Pero depende de nosotros, desde el magisterio del sacrificio de Jesús, el modo en cómo afrontamos la realidad que se nos mostrará entre tinieblas, qué duda cabe, pero que serán vencidas por la luz del amor.

2. La esperanza de la Resurrección  

Esta victoria se fundamenta en la creencia que es la base de toda existencia cristiana: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quién según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo entre los muertos” (1Pedro, 1-3). ¿Nacer de nuevo? ¿Qué significa? Jesús se granjeó enemigos por explicar y proclamar las consecuencias de una vida que ha resucitado, que ha vuelto a la vida. Al final de la Cuaresma, el evangelio de Juan así lo constata: “Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre” (Jn 8, 51-52). Hoy, como en tiempos de Jesús, expresar aquello que no tiene la fuerza y la presencia de la corriente de la moda, de lo que se lleva y se acepta sin rechistar, incomoda, y Él lo pagó con su vida.

De igual forma, en la actualidad afirmar que la resurrección es posible va contra los cimientos de la ciencia que se basan en lo tangible y material y, más todavía, contra los postulados del endiosamiento de las personas que llevan a disfrutar todas sus acciones sin límite alguno, explotando a otras personas por el bien y progreso personal. Por el contrario, nuestra esperanza no puede circunscribirse a lo que podemos tocar porque tiene fecha de caducidad, desapareciendo de inmediato de nuestro horizonte personal.

La esperanza a la que acogernos tiene que situarse ante algo que no dependa del vaivén del tiempo ni de las circunstancias; tenemos que sostenernos ante una realidad que nos guarde en todas y cada una de las situaciones de nuestra vida. Como diría el teólogo alemán de la esperanza, Jürgen Moltmann, “creer es esperar, si no espero realmente no creo”. ¿Qué esperamos? ¿Esperamos algo? ¿Nuestra fe, nuestra creencia se basa en la resurrección? ¿Podemos decir que el tiempo pascual no es un tiempo más, sino que es la canalización de la expresión máxima de nuestra fe y esperanza?

Con el paso de los años comprenderemos la envergadura y la talla de Francisco. Pasará a la historia con muchos atributos que calificarán toda su acción pastoral. Lo recordaremos, entre muchas cosas, como el que cristalizó el pontificado de la esperanza. Es crítico, como pocos, de todos los vacíos y sin sentidos del sistema económico, social y de vida que llevamos. Sin embargo, no pierde la esperanza en la resurrección de toda persona, en sus posibilidades de transformación, de cambiar y de rehacer su historia para presentar una biografía diferente a la que fue: “No todo está perdido, porque los seres humanos capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse. Son capaces de mirarse a sí mismos y de iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad”(Laudatio si).

O, “hacer saber a las personas que no hay situaciones de las que no se puede salir, que mientras estemos vivos es siempre posible volver a empezar”(El nombre de Dios es misericordia). Esta esperanza sólo puede surgir de un Dios que se ha hecho uno de nosotros, que ha dado la vida por ti con independencia del color de piel, procedencia, estatus social, inclinación sexual, formación cultural que tengamos, ya que ama sin condiciones, donde se abaja de tal forma que desciende a nuestras heridas, a nuestras necrosis y miserias, para decirnos que en la vida lo más importante no es lo que hemos hecho, sino lo que hacemos y haremos. ¿Quién está libre de tirar piedras equivocadas? ¿Quién? Hasta los que comieron con Él lo traicionaron y no condenó ni afeó su conducta. Los acogió para que forjaran el porvenir de forma diferente; para que hicieran efectivo el Reino de Dios en la tierra.

Como expresó Pablo d’Ors en Religión Digital en plena pandemia: “Creer que todo cuanto sucede -bueno, malo o neutro- es en último término para bien. Ver lo que acontece no como una amenaza, sino como una ocasión para fortalecer el carácter y la relación con los otros y con Dios. Jesús sabe que el mal no tiene verdadero poder sobre este mundo”.

El tiempo pascual representa la victoria de la vida frente al sepulcro. Seremos hombre y mujeres de resurrección cuando no nos dejemos llevar por el derrotismo y la pesadumbre actual; seremos hombres y mujeres de resurrección cuando cada día demos esperanza y vida a cuantos nos necesiten; seremos hombres y mujeres de resurrección cuando trabajemos por la convivencia y la paz ahí donde estemos; seremos hombres y mujeres de resurrección cuando nos convirtamos en la voz de los sin voz del mundo. De esa forma resucitaremos a diario y lo asumiremos como el elemento mas definitorio de nuestra vida y no como un dogma o una quimera de tiempos pasados. Feliz Pascua.

Fuente Religión Digital

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Fragilidad endémica. Gratuidad desbordante

Viernes, 29 de abril de 2022
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D4157A15-E756-4B09-9382-685E1272D413Del blog de Ramón Hernández Martín, Esperanza radical:

La vida humana, lo único que importa desde cualquier enfoque que se dé al relato que cada cual pueda escribir, es el epicentro del que proviene y meta a la que se orienta todo quehacer. Es nuestro todo y, sin embargo, es sumamente frágil. De poco sirve convertirse en un “hércules” tras haber desarrollado en el gimnasio una musculatura de acero, o haber sido capaz de coronar los ochomiles del planeta a las bravas, sin mecanismos de apoyo, e incluso haber alcanzado la sabiduría o las habilidades de un genio en algunas de las infinitas ramas en que se bifurcan las actividades humanas, porque basta un vientecillo de nada, un malestar repentino, un imperceptible virus de pacotilla o una simple célula rebelde para llevarnos por delante, en un santiamén, y borrar del mapa cuanto somos y hasta nuestras huellas. Frente a tan palmaria constatación, puede que nuestro más preciado tesoro sea nuestra radical fragilidad para acoplarnos debidamente a lo que hay para sacarle el mejor partido.

A la reflexión de hoy en busca de la sabiduría que dimana de tal circunstancia siguen aflorando la naturaleza y la guerra, los dos tremendos azotes, sumamente destructores, que abordamos en la reflexión anterior, uno de los cuales, la guerra ruso ucraniana, todavía nos azota y acongoja. Por el lado de la naturaleza, el volcán de La Palma, nos referíamos como ejemplo al sufrimiento a que se vieron sometidos los palmeros, y nosotros con ellos, cuando tuvieron que poner pies en polvorosa por los vómitos ígneos de la tierra a la que habían confiado sus vidas y en la que habían depositado sus caudales. Por el otro lado, el de la guerra de Ucrania, esa factura de venta humana que termina siempre en quiebra, constatábamos el tremendo sufrimiento que los seres humanos nos infligimos unos a otros, sufrimiento que va desde la muerte en estos momentos de tantos ucranianos al expolio y a la depauperación permanente de la inmensa mayoría de los ciudadanos de todo el mundo por la avaricia de unos pocos.

De los peores errores que podemos cometer a lo largo de la vida es creernos invulnerables, como si tuviéramos esqueletos de acero inoxidable, y confundir el ser que somos, tan nimio y limitado, con un tener sin límites ni fronteras que nos engaña miserablemente al hacernos creer que lo podemos todo y que viviremos para siempre. Frente a la insensata pretensión primera, la decepción llega en cuanto una vulgar gripe o un simple dolor de huesos se apoderan de nuestro organismo para demostrarnos que hasta el acero inoxidable de nuestra fantasía se convierte en mierda pestilente, dicho queda para no andarnos con rodeos. Frente a la no menos insensata pretensión segunda, la de enriquecerse como si la posesión agrandara nuestro ser, la ruina que uno va dejando tras de sí pronto desmontará el castillo de naipes en que nos hemos convertido al evidenciar que nos hemos dedicado, en vez de a construir, a demoler el rico mundo recibido como regalo de nacimiento.

En contraste con la fatalidad de quienes cometen tamaños errores están, por un lado, los aciertos de quienes, conociendo a fondo su fragilidad, utilizan su flexibilidad entitativa para mantenerse en pie incluso frente a los malos vientos y para echar una mano a otros a conseguir lo propio, y, por otro, la maestría de quienes, por necesitar poco para la vida austera que han elegido, se libran del pernicioso síndrome de Diógenes, del afán desmedido de acumular cachivaches en el trastero de sus cuentas corrientes. No tengo la más mínima duda de que la vida nos va colocando de alguna manera a cada cual en su sitio y de que, en el caso de tener cuentas pendientes y de necesitar ser sometidos a un espantoso juicio final, no hay juez mejor posicionado ni más cualificado que la vida misma. Así lo certifica el aforismo de “quien la hace, la paga” y la certeza de que el juez más insobornable e impasible para juzgar nuestra causa somos nosotros mismos. De ahí que quien se pavonee exhibiéndose como potentado indestructible no tardará en sentir la piltrafa que es de hecho al ver que una minucia cualquiera se lo lleva por delante, y que quien aspire a ser Dios pronto saboreará la amargura de su humillante nadería. Justo lo contrario de lo que le ocurre a quien es consciente de la perentoriedad de su propia existencia, pues ello lo habilita para vivir intensamente sus días, y también a quien necesita poco para vivir, pues siempre andará sobrado.

Abundando en la condición de nuestra fragilidad consubstancial, baste recordar que, cuando la COVID-19 arreciaba, casi todos éramos conscientes de que, caminando por la calle, podíamos “coger un aire” que nos llevaría directamente a la UCI para pasar en ella unos días de vida prestada, en el mejor de los casos, o para, tras prolongados sufrimientos indecibles, tirarla por la alcantarilla en la más absoluta soledad; que, cuando veíamos descender los ríos de lava incandescente por las laderas de La Palma, contemplando atónitos con qué facilidad se tragaba viviendas y haciendas, se nos erizaba el bello imaginando con qué facilidad podíamos convertirnos en carne de parrilla; y, finalmente, que ahora mismo, viendo riadas de ucranianos huyendo de un país tan insensatamente demolido (¿cuánto cuesta levantar una ciudad?) y convertido en cementerio de no pocos soldados invasores, de muchos defensores y de tantos ancianos, mujeres y niños, nos sobrecoge la sinrazón de que un solo hombre, mal aconsejado, pueda convertir la tierra entera en un infierno perdurable.

La conciencia de esta fragilidad radical debería conducirnos fácilmente a la convicción de que la vida es un soplo, aunque vivamos noventa años, y arrastrarnos no solo a desterrar del quehacer humano la muerte como estrategia para obtener algún beneficio, sino también a saborear en cada momento las enormes riquezas que la vida nos ofrece gratuitamente. Raramente somos conscientes de la cantidad ingente de riquezas que la naturaleza nos regala a cada instante. A ellas hemos de añadir las muchas que nosotros mismos podemos conseguir con nuestra industria y las muchísimas más que nuestros semejantes consiguen para nosotros. ¿Somos realmente conscientes de lo que cada día recibimos de los investigadores, del personal hospitalario y farmacéutico, de los agricultores y de los transportistas, por no citar más que un sector social que está soportando el agobio de nuestro insensato desbarajuste social?  ¿Cuántas manos han dejado huella en lo que comemos y en lo que vestimos?

Lo más hermoso de la existencia humana, a pesar de su endeblez y fragilidad consubstanciales, se halla en que los unos nos ayudemos a los otros a vivir, en que los unos nos preocupemos del bienestar y de la felicidad de los otros. Bombazos como los que arroja Rusia sobre Ucrania deberían despertarnos y hacernos caer del guindo para no seguir entronizando el dinero, esclavista de todo acontecer, a fin de no confiarle jamás la dirección de la orquesta humana, tal como desgraciadamente vemos que ocurre todos los días en todas las latitudes. Es muy rica la vida humana para reducirla a una mercancía que puede ser tasada y es muy soberano el hombre, cualquier hombre, para encerrarlo en la mazmorra de la esclavitud. Vivimos poco y, además, lo hacemos por la confluencia de una serie de equilibrios difíciles de mantener, pero, quizá por ello, se nos ha dotado de razón y sentido común capaces de mandar la guerra al carajo y de lograr que florezca la paz. Capaces, en definitiva, de sepultar de una vez por todas el odio y de conseguir que se encarne en nuestro quehacer la utopía del amor. La naturaleza equilibra nuestra estratégica fragilidad con sobreabundancia de riquezas, sobradas para convertir los volcanes en jardines y el infierno humano en cielo de factura cristiana.

Ramón Hernández Martín

Religión Digital, 27.03.2022

 

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No tentarás al Señor, tu Dios

Domingo, 6 de marzo de 2022
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¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
Él es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Por eso, no triunfarán los malvados en el juicio,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.

*

Salmo 1

***

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.

Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.

Entonces el diablo le dijo:

“Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.”

Jesús le contestó:

– “Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre»”.

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:

“Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.”

Jesús le contestó:

“Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto»”.

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:

“Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras»”.

Jesús le contestó:

“Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios»”.

Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

*

Lucas 4, 1-13

***

El Evangelio nos presenta este duelo entre Jesús y Satanás. Jesús fue tentado. También él quiere conocer el combate entre el alma que desea permanecer fiel a Dios y el invasor que tratará de desviarla e inducirla al mal. Hay que recordar que cuanto se refiere a Jesús nos toca también a nosotros. La vida de Jesús configura la nuestra; lo que a él le acontece se refleja en nosotros.

¿Fue tentado Jesús? Tanto más podemos o debemos serlo nosotros.

Parece lógica la pregunta, puesto que vivimos en un mundo asediado y turbado por esa iniciativa oculta del que san Pablo llama “el príncipe de este mundo de tinieblas”. Estamos rodeados de algo funesto, malo, perverso, que excita nuestras pasiones, se aprovecha de nuestras debilidades, se deja insinuar en nuestras costumbres, sigue nuestros pasos y nos sugiere el mal. La tentación consiste, pues, en el encuentro entre la buena conciencia y la atracción del mal, y esto del modo más insidioso que se pueda imaginar.

El mal, de hecho, no se nos presenta con su rostro real de enemigo, como algo horripilante y espantoso. Sucede precisamente lo contrario: la tentación es simulación del bien; es el engaño del mal disfrazado de bien, es la confusión entre bien y mal. Este equívoco, que se puede presentar siempre ante nosotros, tiende a hacernos retener como bien donde, por el contrario, está el mal.

*

Pablo VI,
7 de marzo de 1965,
en U. Gamba, [ed.], Pensieri di Paolo VI per ogni giorno dell’anno, Vigodarzere 1983, 279).

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