Un nuevo informe alerta de la terrible situación de la comunidad LGTB en Honduras
América Latina es una región de contrastes en lo que se refiere a la realidad de las personas LGTB. Si hace pocos días nos felicitábamos por la introducción del matrimonio igualitario en Colombia, recientemente también hemos conocido un informe sobre la terrible situación de la comunidad LGTB en Honduras. La violencia homófoba y tránsfoba en este país centroamericano alcanza, desde hace varios años, cotas escalofriantes.
En su informe para la publicación Index on Censorship, Duncan Tucker revela el exponencial aumento de la violencia LGTBfoba en los últimos tiempos. Antes de 2009, año en el que tuvo lugar el golpe de estado que destituyó al presidente Manuel Zelaya, se producían, de media, dos asesinatos de personas LGTB al año. Después de esa fecha, la cifra se ha incrementado a los 31. Además de los homicidios, las torturas, violaciones y desapariciones son una constante en el país.
Los activistas explican las causas de esta violencia en la militarización de la vida hondureña desde la llegada al poder de Porfirio Lobo, que presidió el país entre 2010 y 2014. Según Erick Martínez Salgado, el Gobierno que sustituyó al de Zelaya inició una campaña de acoso a las organizaciones LGTB por considerarlas críticas con el golpe y una amenaza al orden público. Muchas de las víctimas de ataques rehúsan denunciar por miedo a que la policía tome represalias contra ellos.
Aunque la mayor parte de los asesinatos en Honduras se deben a las pandillas o maras, en el caso de la población LGTB son las propias instituciones del país las que destilan mensajes de odio y promueven su persecución. Según la reportera Dina Meza, los medios de comunicación vinculan a las asociaciones pro derechos humanos con el tráfico de drogas y el crimen organizado, propiciando un clima de hostilidad con las minorías sexuales. Los periodistas y los activistas que salen en su defensa también son objeto de los ataques.
Meza apunta también al papel de la iglesia católica y los grupos evangélicos como instigadores del odio a los ciudadanos LGTB. El activista Donny Reyes regresó hace un año a su país tras refugiarse en el extranjero durante diez meses por miedo a los ataques. Cita al Estado, la iglesia y los medios de comunicación como los principales responsables de la propagación de “la impunidad, el fundamentalismo, el machismo y la misoginia” en el país centroamericano. Reyes volvió a Honduras para “luchar por que la próxima generación tenga un sitio para vivir en un mundo mejor”.
Un entorno infernal para las personas LGTB
Desgraciadamente no le concedemos la atención que se merece, pero como se ha dicho, los ataques en forma de agresiones, palizas, persecuciones y hasta asesinatos de personas LGTB en Honduras (muy singularmente mujeres transexuales) son continuos. En agosto de 2014 recogíamos con detalle una de estas agresiones, la sufrida por Darwin René Reyes, conocida también como Mónica Shakira, que a diferencia de lo que sucede en otras ocasiones fue registrada en vídeo. La joven trabajadora del sexo fue brutalmente agredida por otro ciudadano, médico de profesión, y por un miembro de la policía militar.
La situación empeoró tras el golpe de Estado de 2009. A partir de ahí se produjeron episodios terribles, como la muerte del activista LGTB Walter Tróchez en diciembre de 2009 tras recibir una paliza por los que se sospecha eran miembros de la Dirección Nacional de Investigación Criminal o el asesinato de los también activistas Wilmer García Alvarado y Erick Martínez Ávila en septiembre de 2010 y en mayo de 2012. Pero no solo han sido asesinados activistas. A Jonathan José Pineda un guardia de seguridad homófobo lo mató de un disparo a plena luz del día en febrero de 2012. José Enrique Castro (a quien la prensa se refería a veces como gay y a veces como travesti) apareció asesinado a balazos en marzo de 2012. Marlon Javier Jiménez, una joven trans, fue secuestrada de su domicilio y asesinada en agosto de 2012. Los tres tenían solo 22 años.
Son solo algunos ejemplos que alcanzaron un mayor eco mediático, pero por desgracia hay muchos más, y la situación no parece haberse aliviado con la relativa “normalización” de la vida política hondureña, país en el que el respeto a los derechos humanos sigue siendo una asignatura pendiente (su gobierno goza, sin embargo, del respaldo de las potencias occidentales, por lo que no ocupa las portadas y titulares que se conceden a otros países de la zona…). En 2012 recogíamos precisamente un estudio realizado por la Red Lésbica Cattrachas que arrojaba un total de 71 asesinatos de personas LGTB en Honduras desde septiembre de 2008 a febrero de 2012. Informaciones posteriores incrementaban ese número hasta cerca del centenar de casos. Y a finales del año pasado nos hacíamos eco de las denuncias de activistas centroamericanos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que elevaban a 76 las víctimas solo en Honduras durante 2014. Un panorama estremecedor.
Fuente Doamanzanas
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