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Fiesta de la Epifanía del Señor. 6 de enero de 2019

Domingo, 6 de enero de 2019
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Leído en Koinonia:

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Isaías 60, 1-6: La gloria del Señor amanece sobre ti. 
Salmo responsorial: 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra. 
Efesios 3, 2-6: Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos. 
Mateo 2, 1-12: Venimos de Oriente para dorar al Rey.

 La época en que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías (Tercer Isaías) corresponde a la restauración, es decir, al regreso a Jerusalén de los exiliados en Babilonia, regreso a la gran ciudad de Dios. Cuando este grupo de exiliados llegó a Israel encontró sus ciudades destruidas, sus campos abandonados o apropiados por otras familias, las murallas derruidas y el templo, el lugar donde Yahvé habitaba, incendiado. Esta dramática realidad los desanimó completamente, centrando sus esperanzas y sus motivaciones únicamente en la reconstrucción de sus viviendas y sus campos, dejando de lado la restauración del templo y, con ello, la confianza en la venida gloriosa de Yahvé, quien traería para Israel la salvación plena en la misma historia. Isaías anima la fe de su pueblo, los invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su pueblo, por ello Jerusalén será una ciudad radiante, llena de luz, en donde la presencia de Dios como rey hará de ella una nación grande, ante cuya presencia se postrarán todos los pueblos de la tierra. El profeta manifiesta con esta gran revelación que Dios es quien dará inicio a una nueva época para Israel, una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas todas las fuerzas del mal, pues Dios se hace presente en Israel y ya más nadie podrá hacerle daño.

Esta visión profética posee una comprensión muy reducida de la acción salvífica de Dios, ya que es asumida como una promesa que se cumplirá en beneficio única y exclusivamente del pueblo de Israel y no de toda la tierra. Pablo, a través de la carta a los Efesios, ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación venida por Dios, a través de Jesús, es para “todos”, judíos y paganos. El plan de Dios, según Pablo, consiste en formar un solo pueblo, una sola comunidad creyente, un solo cuerpo, una sola Iglesia, un organismo vivo capaz de comunicar a toda la creación la vida y la salvación otorgada por Dios. La carta a los Efesios expresa que el misterio recibido por Pablo consiste en que la Buena Nueva de Cristo se hace efectiva también en los paganos, ellos son coherederos y miembros de ese mismo Cuerpo; esto significa que Dios se ha querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos, salva a todos, reconcilia a todos sin excepción.

El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la «Epi-fanía», confirma este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel, heredero del trono de David; para ello el evangelista insiste en nombrar con exactitud el lugar donde nació Jesús y en confirmar, a través del Antiguo Testamento, que con su presencia en la historia se da cumplimiento a las palabras de los profetas. Por otro lado, el rechazo de este nacimiento por parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos, venidos de Oriente, anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del evangelio a los paganos y su vinculación a la comunidad cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas, que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual.

En un tiempo como el que vivimos, marcado radicalmente por el pluralismo religioso, y marcado también, crecientemente, por la teología del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la «universalidad cristiana» han cambiado profundamente. Hasta ahora, en demasiados casos, lo misionero era sinónimo de proselitismo, de «convertir al cristianismo» a los «gentiles», y la «universalidad cristiana» era entendida desde la centralidad del cristianismo: éramos la religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, la religión-destino de la humanidad. Todos los pueblos (universalidad) estaban destinados a abandonar su religión ancestral y a hacerse cristianos… Tarde o temprano el mundo llegaría a su destino: a ser «un sólo rebaño, con un solo pastor»…

Hoy todo esto ha cambiado, aunque muchos cristianos (incluidos muchos de sus pastores) todavía siguen en la visión tradicional. Buen día hoy, pues, para presentar estos desafíos y para profundizarlos. No desaprovechemos la oportunidad para actualizar también personalmente nuestra visión en estos temas. En la RELaT (servicioskoinonia.org/relat) hay muchos materiales para estudiar el tema, así como para debatirlo en grupos de estudio o de catequesis.

En el Nuevo Testamento, además de Juan 7,42, encontramos referencias a Belén en las narraciones de Mateo 2 y Lucas 2 acerca del nacimiento del Salvador en la ciudad de David. La tradición de que el Mesías debía nacer en Belén tiene su base en el texto de Miqueas 5,2, donde se señala que de Belén Efrata debía salir quien gobernaría Israel y sería pastor del pueblo. Hoy ya sabemos que Jesús nació probablemente en Nazaret, y que la afirmación de que nació en Belén es una afirmación con intenció teológica.

El término “magos” procede del griego “magoi”, que significa matemático, astrónomo y astrólogo. Estas dos últimas disciplinas eran una misma en la antigüedad, por lo que con ambas se podía estudiar el destino y designio de las personas. Es decir, los «reyes magos» no fueron ni reyes ni magos en el sentido actual de estas palabras; habrían sido astrólogos o estudiosos del cielo. Fue el teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (160-220 d.C.) quien aseguró que los magos serían reyes y que procederían de Oriente. En la visita de los magos a Jesús, los Padres de la Iglesia vieron simbolizadas la realeza (oro), la divinidad (incienso) y la pasión (mirra) de Cristo. Leer más…

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6.1.19. Me pido un abrazo. Epifanía de Dios: Magas, mujeres (y reyes)

Domingo, 6 de enero de 2019
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48422018_2276606585947275_8657895783669956608_nDel blog de Xabier Pikaza:

Dice una tradición que los Magos trajeron a Jesús Oro, Incienso y Mirra, pero que lo hicieron para despistar, pues en realidad lo que ellos querían era sólo abrazar a Jesús, y así lo hicieron, dejándose abrazar por él.

Sigue diciendo esa misma tradición que no eran reyes, ni varones, sino mujeres sabias, eficientes y buenas (o quizá dos mujeres y un hombre: Melchora, Gaspar y Baltasara…), pues lo que Jesús niño y María con José necesitaban no eran hombres barbudos y sesudos, sino mujeres cercanas, amorosas, sabias, parta ofrecer su presencia y enseñarle a ser Mesías (con María y José, sus padres).

Sea como fuere, la Iglesia celebra el 6 de Enero la fiesta de la Epifanía, es decir, de la revelación de Dios a los Magos/as de Oriente, esto es, a los sabios, astrónomos… que buscan la Estrella de Dios, es decir, el signo de la Vida (la Promesa Mesiánica) en las tradiciones del judaísmo.

a) No se dice que sean Reyes, sino magos”, representantes de la sabiduría y religión de Oriente (Persia, India, China, el mundo entero…), hombres de culturas distintas, muy sabia, que interpretan los signos de los “astros” (la sacralidad cósmica), pero que siguen buscando algo más, que puede ofrecerles el Mesías Judío de los pobres y excluidos de la tierra.

49704075_1146217962222061_3092584488450916352_nb) Son mujeres sabias, como la Reina de Saba, que vino a ver a Salomón, como recuerda el mismo Jesús (Mt 12, 42‒44), que trajeron a Jesús lo más importante: El cariño, el cuidado, comida apropiada. Sí, estoy convencido de que eran “magas” en el sentido radical de la palabras, porque sólo las mujeres saben recibir a los que vienen, acompañando a la madre (como en la historia famosa de Gloria Fuertes, con portada e ilustración de su libro).

c) Son el Oriente… No vienen de Grecia (sabiduría racional), ni de Roma (orden político), sino del ancho mundo de la vida abierta al misterio y a la verdadera fraternidad. Vienen impulsados por su propia religión. No tienen que renunciar a nada (a sus posibles dioses, a sus tradiciones zoroastrianas o hindúes, budistas o taoístas…), sino a culminar su camino. Son la humanidad que busca, desde sus propias religiones.

d) Buscan al Rey de los Judíos… pero encuentran a Jesús, simplemente un Niño, como ellas sospechaban ya, un niño que fuera signo de la Humanidad Nueva. No llegan a la Iglesia organizada de tiempos posteriores, ni al cristianismo cultual, sino sólo a Jesús, rechazado por los representantes políticos del judaísmo o de la religión establecida de su tiempo. En este contexto se sitúa el texto, que tiene muchos rasgos, que ahora no quiero destacar. Sólo presentaré la lectura y una breve aplicación.

49439064_1146211245556066_2304244869062721536_nA todos los lectores y amigos del blog: Buen días de magos y magas, es decir, de reyes verdaderos, amorosos, viniendo llenos de abrazo.

Texto. Mateo 2, 1-12

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel””.
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: “Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo”. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

EXPLICACIÓN GENERAL

49338801_1146209512222906_6510249154545975296_nEl texto es muy rico, está lleno de indicaciones que deberían estudiarse con más cuidado. Ahora sólo ofrezco algunas indicaciones generales

1. Jesús, Mesías de Dios, no está encerrado en el templo y ley de Jerusalén, sino abierto en Belén para todos los que vengan. No es Rey que impone su derecho en Sión, sino Niño necesitado, en brazos de su madre. No es Sacerdote que expande la sacralidad divina desde el tabernáculo del templo, sino niño amenazado, que debe exilarse en Egipto, asumiendo así la historia del auténtico Israel, Hijo de Dios (cf. 2, 15).

2. Los representantes religiosos y sociales de Israel (de la Gran Iglesia de entonces), todos ellos varones, no han venido a Belén para adorar al Rey de los judíos. Ellos conocen de algún modo el misterio (saben que el Mesías debe nacer en Belén), pero no quieren buscarle, ni le ofrecen el tesoro de su vida (cf. Mt 2, 11), pues están fijados en sus sacralidades nacionales y sociales. Esta es la paradoja de un mesías de Israel que los israelitas no aceptan. La subida mesiánica de los pueblos hacia Jerusalén queda truncada, pues Jerusalén no les reciba.

3. Herodes, el rey de los hombres poderosos, varones impositivos, no acepta el mesianismo de Jesús y decide matarle. De manera consecuente, la venida de los magos se inscribe en un contexto de persecución: el rey de turno persigue al verdadero Rey de los judíos, obligándole a exilarse, mientras los buscadores mesiánicos de oriente vuelven a sus tierras por otro camino. De esa forma, el Israel histórico de Herodes queda en manos de su propia violencia destructora (relato de los inocentes). Eso significa que la búsqueda de los pueblos que quieren adorar en Jerusalén al Rey Mesías ha fracasado, pues el Mesías no se encuentra allí.

4. El camino de los magos (es decir, de todos los pueblos que buscan de hecho a Dios, buscando la luz, en especial las mujeres) forma parte del mesianismo de Jesús: Como he dicho, estos magos gentiles que han buscado y le siguen buscando, para ofrecerle el homenaje de sus dones, son mujeres amigas: Ella traen el oro de la realeza, el incienso de la sacralidad, la mirra del perfume gozoso… Pero traen sobre todo el cariño, el abrazo la presencia, la palabras… La vida de los hombres ha sido y sigue siendo un don de mujeres, de madres, de hermanas, de amigas.

49787429_1146212082222649_5991821729763164160_n5. A lo largo de la historia de la cristiandad, muchos han aplicado y siguen aplicando a Jesús sólo un modelo de graves varones, reyes impositivos, que tiende a confundir el evangelio con sus intereses culturales o sociales, en Roma o Londres, en Moscú o América. Este ha sido quizá el mayor problema cristológico moderno: la vinculación de Jesús con los poderes dominantes de occidente, con un mundo de hombres-reyes que buscan poder y dinero. Los magos antiguos eran distintos, eran magos y magas, personas abiertas al amor. Muchos de nosotros (y, de algún modo, la iglesia) hemos secuestrado a Jesús en los muros de nuestra cultura dominante, sea filosófica o social, económica o militar.

6. La cristiandad posterior ha sentido miedo de esta universalidad del Cristo, encerrándole de nuevo bajo llaves religiosas de dominio, dentro de estructuras de poder cultural o social de graves varones; no ha dejado que emerja el Cristo verdaderamente ecuménico, capaz de unificar en amor a todas las naciones de la tierra. Se plantea así uno de los grandes retos de la iglesia ante el siglo XXI: o la cristología se vuelve católica (universal), capaz de recibir a los magos y de abrirse a todas las culturas de la tierra, en respeto fuerte y búsqueda de amor, o ella termina convirtiéndose en ideología particular de un pequeño grupo de cristianos, cada vez más perdidos dentro de una humanidad que busca otros caminos de realización, en clave de violencia.

7. El camino de los magos que buscan a Jesús… es el camino de todos los hombres (es decir, de mujeres y hombres), de todas las religiones… El Jesús de Belén o del Monte de pascua ha de estar dispuesto a recibir el oro de la cultura de los pueblos, el incienso de todas las formas de cultura religiosa… la mirra de todos los dolores… Los cristianos tenemos que sentirnos capaces de acoger la cultura religiosa de los pueblos… Sólo en ese sentido se puede hablar de “epifanía”. No se trata sólo de ir y llevar a los otros lo que tenemos, sino de recibir lo que nos ofrecen otros, en abrazo de amor…desde las mujeres sabias que fueron a visitar y engrandecer a Jesús.

AMPLIACIÓN TEOLÓGICA

Para los que tengan algo más de tiempo, he querido ampliar lo anterior, volviendo al texto del evangelio, vinculando este pasado de los magos (Mt 2, 1‒11) con el final del Evangelio (28, 16-20), distinguiendo así dos tipos misión:

a) Hay una misión centrípeta, es decir, de testimonio y levadura: Ofrecer una estrella de luz a quienes busquen y venga, de Oriente (como los Magos) o de Occidente (como serían en el caso de Jesús los Romanos). Esta es la misión de la vida y el ejemplo, la atracción creadora, como la de Jesús en Belén, que con su misma humanidad llama a todos los pueblos.

b) Hay una misión centrífuga, es decir, de salida y siembra: Extender la palabra entre todos los pueblos y personas. Se trata de dejar lo que tenemos, de perder nuestras seguridades, para buscar y enriquecer a todos con nuestra palabras. Así lo índice Jesúa, ya crecido, al final del evangelio, tras la pascua, desde el Monte de Galilea: «Id y haced discípulos entre todos los pueblos… y yo estaré con vosotros…” (Mt 28, 16-20).
Ambas misiones se implican y completan, la de Epifanía (testimonio) y la de Pentecostés (envío). Así lo mostraré en lo que sigue. Buen final de Epifanía a todos.

Introducción

Mateo ha evocado en torno al nacimiento de Jesús el tema de la expansión misionera de la iglesia (con el relato de los Magos), recuperando un tema clásico de la tradición israelita: la peregrinación de pueblos de Oriente, que vienen a Sión para ofrecer sus dones en el templo. Pues bien, según Mateo, ellos no quedan ya en Sión (ciudad del templo), sino que continúan el camino y llegan a Belén, lugar de las promesas mesiánicas. No adoran al Dios judío, que reina glorioso desde el santuario nacional de Jerusalén, sino que vienen a inclinarse ante el Niño que ha nacido en Belén, como signo de bendición para las naciones. Leer más…

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Los reyes magos somos nosotros. Fiesta de la Epifanía.

Domingo, 6 de enero de 2019
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images21Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El autor del primer evangelio (el de Mateo), que probablemente vive en Antioquía de Siria, lleva años viviendo una experiencia muy especial: aunque Jesús fue judío, la mayoría de los judíos no lo aceptan como Mesías, mientras que cada vez es mayor el número de paganos que se incorporan a la comunidad cristiana. Algunos podrían interpretar este extraño hecho de forma puramente humana: los paganos que se convierten son personas piadosas, muy vinculadas a la sinagoga judía, pero no se animan a dar el paso definitivo de la circuncisión; los cristianos, en cambio, no les exigen circuncidarse para incorporarse a la iglesia.

Mateo prefiere interpretar este hecho como una revelación de Dios a los paganos. Para expresarlo, se le ocurre una idea genial: anticipar esa revelación a la infancia de Jesús, usando un relato que no debemos interpretar históricamente, sino como el primer cuento de Navidad. Un cuento precioso y de gran hondura teológica. Y que nadie se escandalice de esto. Las parábolas del hijo pródigo y del buen samaritano son también cuentecitos, pero han cambiado más vidas que infinidad de historias reales.

La estrella

Los antiguos estaban convencidos de que el nacimiento de un gran personaje, o un cambio importante en el mundo, era anunciado por la aparición de una estrella. Orígenes escribía en el siglo III:

“Se ha podido observar que en los grandes acontecimientos y en los grandes cambios que han ocurrido sobre la tierra siempre han aparecido astros de este tipo que presagiaban revoluciones en el imperio, guerras u otros accidentes capaces de trastornar el mundo. Yo mismo he podido leer en el Tratado de los Cometas, del estoico Queremón, que han aparecido a veces en vísperas de algún aconteci­miento favorable; de lo que nos proporciona numerosos ejemplos” (Contra Celso I, 58ss).

Sin necesidad de recurrir a lo que pensasen otros pueblos, la Biblia anuncia que saldrá la estrella de Jacob como símbolo de su poder (Nm 24,17). Este pasaje era relacionado con la aparición del Mesías.

El bueno: los magos

De acuerdo con lo anterior, nadie en Israel se habría extrañado de que una estrella anunciase el nacimiento del Mesías. La originalidad de Mt radica en que la estrella que anuncia el nacimiento del Mesías se deja ver lejos de Judá. Pero la gente normal no se pasa las noches mirando al cielo, ni entiende mucho de astronomía. ¿Quién podrá distinguirla? Unos astrónomos de la época, los magos de oriente.

La palabra “mago” se aplicaba en el siglo I a personajes muy distin­tos: a los sacerdotes persas, a quienes tenían poderes sobrenaturales, a propagandis­tas de religiones nuevas, y a charlatanes. En nuestro texto se refiere a astrólogos de oriente, con conocimientos profundos de la historia judía. No son reyes. Este dato pertenece a la leyenda posterior, como luego veremos.

El malo: Herodes, los sumos sacerdotes y los escribas

La narración, muy sencilla, es una auténtica joya literaria. El arran­que, para un lector judío, resulta dramático. “Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes”. Cuando Mt escribe su evangelio han pasado ya unos ochenta años desde la muerte de este rey. Pero sigue vivo en el recuerdo de los judíos por sus construcciones, su miedo y su crueldad. Es un caso patológico de apego al poder y miedo a perderlo, que le llevó incluso a asesi­nar a sus hijos y a su esposa Mariamme. Si se entera del nacimiento de Jesús, ¿cómo reaccionará ante este competidor? Si se entera, lo mata.

Un cortocircuito providencial

Y se va a enterar de la manera más inesperada, no por delación de la policía secreta, sino por unos personajes inocentes. Mt escribe con asombrosa habili­dad narrativa. No nos presenta a los magos cuando están en Oriente, observando el cielo y las estre­llas. Omite su descubrimiento y su largo viaje.

La estrella podría haberlos guiado directamente a Belén, pero entonces no se advertiría el contraste entre los magos y las autoridades políticas y religiosas judías. La solución es fácil. La estrella desaparece en el momento más inoportuno, cuando sólo faltan nueve kilómetros para llegar, y los magos se ven obligados a entrar en Jerusalén.

Nada más llegar formulan, con toda ingenuidad, la pregunta más compromete­do­ra: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”. Una bomba para Herodes.

El contraste

Y así nace la escena central, importantísima para Mt: el sobresalto de Herodes y la consulta a sacerdotes y escribas. La respuesta es inmediata: “En Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas”. Herodes informa a los magos y éstos parten. Pero van solos. Esto es lo que Mt quiere subrayar. Entre las autori­dades políticas y religiosas judías nadie se preocupa por rendir homenaje a Jesús. Conocen la Biblia, saben las respuestas a todos los proble­mas divinos, pero carecen de fe. Mientras los magos han realizado un largo e incómodo viaje, ellos son incapa­ces de dar un paseo de nueve kilómetros. El Mesías es rechazado desde el principio por su propio pueblo, anunciando lo que ocurrirá años más tarde.

Los magos no se extrañan ni desaniman. Emprenden el camino, y la reapari­ción de la estrella los llena de alegría. Llegan a la casa, rinden homenaje y ofrecen sus dones. Estos regalos se han interpretado desde antiguo de manera simbólica: realeza (oro), divinidad (incienso), sepultura (mirra). Es probable que Mt piense sólo en ofrendas de gran valor dentro del antiguo Oriente. Un sueño impide que caigan en la trampa de Herodes.

Los Reyes magos, somos nosotros

A alguno quizá le resulte una interpretación muy racionalista del episodio y puede sentirse como el niño que se entera de que los reyes magos no existen. Podemos sentir pena, pero hay que aceptar la realidad. De todos modos, quien lo desee puede interpretar el relato históricamente, con la condición de que no pierda de vista el sentido teológico de Mt. Desde el primer momento, el Mesías fue rechazado por gran parte de su pueblo y aceptado por los paganos. La comunidad no debe extrañarse de que las autoridades judías la sigan rechazando, mientras los paganos se convierten.

La mitificación de la estrella

La estrella ha atraído siempre la atención, y sigue ocupando un puesto capital en nuestros naci­mientos. Mt, al principio, la presenta de forma muy sencilla, cuando los magos afirman: “hemos visto salir su estrella”. Sin embargo, ya en el siglo II, el Protoevangelio de Santiago la aumenta de tamaño y de capacidad lumínica: “Hemos visto la estrella de un resplandor tan vivo en medio de todos los astros que eclipsaba a todos hasta el punto de dejarlos invisibles”. Y el Libro armenio de la infancia dice que acompañó a los magos durante los nueve meses del viaje.

En tiempos modernos incluso se ha intentado explicarla por la conjunción de dos astros (Júpiter y Saturno, ocurrida tres veces en 7/6 a.C.), o la aparición de un cometa (detectado por los astrónomos chinos en 5/4 a.C.). Esto es absurdo e ingenuo. Basta advertir lo que hace la estrella. Se deja ver en oriente, y reaparece a la salida de Jerusalén hasta pararse encima de donde está el niño. Puesta a guiarlos, ¿por qué no lo hace todo el camino, como dice el Libro armenio de la infancia? ¿Y cómo va a pararse una estre­lla encima de una cuna? Para Dios «nada hay imposible», pero dentro de ciertos límites.

El número y nombre de los magos

En el Libro armenio de la infancia (de finales del siglo IV) se dice: “Al punto, un ángel del Señor se fue apresurada­mente al país de los persas a avisar a los reyes magos para que fueran a adorar al niño recién nacido. Y éstos, después de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el momento en que la Virgen daba a luz… Y los reyes magos eran tres hermanos: el primero Melkon (Melchor), que reinó sobre los persas; el segundo, Baltasar, que reinó sobre los indios, y el tercero, Gaspar, que tuvo en posesión los países de los árabes”. Para Mt, el dato esencial es que no son judíos, sino extranjeros.

            Según Justino proceden de Arabia. Luego se impone Persia. En cuanto al número, la iglesia siria habla de doce.

El contraste entre la primera lectura y el evangelio

La liturgia parece ver en el relato de los magos el cumplimiento de lo anunciado en el libro de Isaías (Is 60,1-6).

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;

la gloria del Señor amanece sobre ti!

Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos,

pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti.

Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora.

Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti;

tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.

Entonces lo verás, radiante de alegría;

tu corazón se asombrará, se ensanchará,

cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar

y te traigan las riquezas de los pueblos.

Te inundará una multitud de camellos,

de dromedarios de Madián y de Efá.

Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,

y proclamando las alabanzas del Señor.

            Sin embargo, la relación es de contraste. En Isaías, la protagonista es Jerusalén, la gloria de Dios resplandece sobre ella y los pueblos paganos le traen a sus hijos, los judíos desterrados, la inundan con sus riquezas, su incienso y su oro. En el evangelio, Jerusalén no es la protagonista; la gloria de Dios, el Mesías, se revela en Belén, y es a ella adonde terminan encaminándose los magos. Jerusalén es simple lugar de paso, y lugar de residencia de la oposición al Mesías: de Herodes, que desea matarlo, y de los escribas y sacerdotes, que se desinteresan de él.

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06 Enero. Epifanía. Ciclo C

Domingo, 6 de enero de 2019
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“¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?

Hemos visto salir en Oriente su estrella, y venimos a adorarle.”

(Mt 2,1-12)

Hoy recordamos la visita de unos sabios extranjeros a Jesús recién nacido. La historia es como un juego de reyes: en primer lugar, para entrar en el espíritu del Evangelio, podemos olvidarnos de todas las ideas sobre Melchor, Gaspar y Baltasar que pueblan nuestro imaginario. El segundo rey es Herodes, el rey de Judea. Y el tercer rey es Jesús, el Mesías judío que ya desde el comienzo atrae a gente de otras naciones.

En la escena, los sabios son quienes van de acá para allá. Vienen de lejos siguiendo una estrella que les ha de llevar hasta el rey de los judíos. Mirándoles sentimos el sabor que nos dejan las personas libres: lo que les guía es una estrella del cielo, están en movimiento, les llena la alegría. Van sin expectativas, prejuicios ni intereses, saben reconocer a Jesús. Y, lo más importante: lo adoran.

Esto es lo que la liturgia nos invita a hacer en este tiempo: como los sabios, ponernos delante de Jesús vacías de nosotras mismas, sin pedir, sin querer comprender, sin esperar nada. Solo permanecer en silencio.

La actitud de Herodes es completamente diferente. Quiere saber dónde está el Mesías, pero tiene miedo. Teme por su propio poder. Pretende encontrar a Jesús sin moverse de su palacio.

Y Jesús, tan pequeñín, ya mueve a tanta gente. Este tiempo nos ayuda tal vez a acercarnos a él con más sencillez, confianza, silencio. Cuando crece, a veces sentimos que no le comprendemos, que le pedimos demasiado y hacemos demasiado poco, que no tenemos ganas de acercarnos a él por miedo a que la vida se nos complique más de lo que ya está… Hoy se nos regala una buena ocasión para estar, para poner el corazón, sin más propósito, delante del Señor de nuestra vida.

Oración

Padre, que tu Santa Ruah nos vaya transformando en personas sabias y libres,

capaces de cruzar oasis y desiertos buscando a tu Hijo en nuestro mundo.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Dios se está manifestando siempre en todo lo que es.

Domingo, 6 de enero de 2019
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mirando-al-cieloMt 2, 1-12

Es una de las fiestas más antiguas, anterior a la Navidad. “Epifanía” significa en griego manifestación. Parece ser que en su primer significado hacía referencia a la primera luz que aparecía en Oriente y anunciaba el nuevo día. Hasta hace bien poco se conmemoraban este día tres ‘manifestaciones’ de Jesús: la adoración de los magos, la boda de Caná y el bautismo. Hoy celebramos en occidente la adoración de los magos, más conectada con la Navidad y como símbolo de la llamada de todos los pueblos a la salvación ofrecida por Dios en Jesús. En oriente se sigue celebrando hoy la Navidad.

No hay la más mínima posibilidad de que el relato, que hoy leemos del evangelio de Mt, sea histórico. Esto no nos debe preocupar en absoluto, porque lo que se intenta con esa “historia” es dar un mensaje teológico. Dios se está manifestando siempre. El que lo descubre tiene que convertirlo en imágenes para poder comunicarlo a los que no lo han descubierto. Si nos quedamos en los signos, no descubriremos la realidad. Dios se manifiesta siempre, pero nosotros lo descubrimos solo en circunstancias muy concretas.

El concebir la acción de Dios como venida de fuera, y haciendo o deshaciendo algo en el mundo material, sigue jugándonos muy malas pasadas. Muchas veces he intentado explicar cómo es la actuación de Dios, pero acepto que es muy difícil de comprender, mientras sigamos creyendo en un Dios todopoderoso, apto para deshacer cualquier entuerto. Pensemos, por ejemplo, en el comienzo de la mayoría de las oraciones de la liturgia: “Dios todopoderoso y eterno… para terminar poniendo el cazo.

Debemos superar la idea de Dios creador como hacedor de algo que deja ahí fuera. Dios no puede desentenderse de la criatura, como hacemos nosotros al ‘crear’ algo. Lo que llamamos creación es manifestación de Dios, que está ahí sosteniendo en el ser a su criatura. Imaginad que la creación es la figura que se refleja en el espejo. Si quitamos del medio la realidad reflejada, el espejo no podría reflejar ninguna imagen. Dios crea porque es amor y en la creación manifiesta su capacidad de darse. Al crear, Dios solo puede buscar el bien de las criaturas, no puede esperar nada para Él.

La creación no falla nunca. Siempre está manifestando a su creador. En el Génesis se repite una y otra vez, que lo que iba haciendo Dios era “bueno”. Cuando llega a la creación del hombre, dice: era todo “muy bueno”. La idea de un Dios que tiene que estar haciendo chapuzas con la creación, es mezquina. La idea de una salvación como reparación de una creación que le salió mal, es consecuencia de un maniqueísmo mal disimulado. Cada ser humano puede no ser consciente de lo que es y vivir como lo que no es, pero en el fondo seguirá siendo manifestación de Dios, y como tal, único y perfecto.

Podemos seguir diciendo que Dios actúa puntualmente en la historia, que se sigue manifestando en los acontecimientos, pero conscientes de que es una manera impropia de hablar. Con ello queremos indicar que el hombre, en un momento determinado, se da cuenta de la presencia de Dios, y para él es como si en ese momento Dios se hiciera presente. Como Dios está en toda criatura y en todos los acontecimientos, está ahí en todo momento. La manifestación de Dios es siempre la misma para todos, pero sólo algunos, en circunstancias concretas, llegan a descubrir su teofanía.

La presencia de Dios nunca puede ser apodíctica, nunca se puede demostrar, porque no tiene consecuencias que se puedan percibir por los sentidos y por lo tanto no se puede obligar a nadie a admitir esa presencia. Es indemostrable. Tener esto claro equivaldría a desmontar todo el andamiaje de las acciones espectaculares como demostración de la presencia del poder de Dios. No digamos nada cuando ese poder se quiere poner al servicio de los “buenos”, e incluso, en contra de los “malos”. Pascal decía: “Toda religión que no confiese un Dios escondido es falsa”.

Dios es a la vez, el Dios que se revela siempre y el Dios que siempre está escondido. La experiencia de los místicos les llevó a concluir que Dios es siempre el ausente. S. Juan de la Cruz lo dejó claro: “A dónde te escondiste, Amado y me dejaste con gemido. Como el ciervo huiste, habiéndome herido. Salí tras ti clamando y eres ido.” Y el místico sufí persa Rumi dice: “Calla mi labio carnal. Habla en mi interior la calma, voz sonora de mi alma, que es el alma de otra Alma eterna y universal. ¿Dónde tu rostro reposa, Alma que a mi alma das vida? Nacen sin cesar las cosas, mil y mil veces ansiosas de ver Tu faz escondida.

El relato de los Magos. No hace referencia a personas sino a personajes. Ni eran reyes ni eran magos ni eran tres. Eran sabios que escudriñaban el cielo para entender la tierra. Porque estaban buscando, encontraron. Fijaos que lo descubren los que estaban lejos, pero no se enteraron de nada lo que estaban más cerca del niño. Para descubrir la presencia de Dios, lo único definitivo es la actitud. Al descubrir algo sorprendente, se pusieron en camino. No sabían hacia donde encaminarse, pero arriesgaron.

Otro mensaje importantísimo para los primeros cristianos, casi todos judíos, es que todos los seres humanos están llamados a la salvación. Para nosotros hoy esto es una verdad obvia, pero a ellos les costó Dios y ayuda salir de la conciencia de pueblo elegido. Pablo lo propone como un misterio que no había sido revelado en otro tiempo: “También los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la de la promesa”. Lo definitivo no es pertenecer al pueblo elegido, sino estar en sincera búsqueda.

Preguntan por un Rey, contrapuesto al rey Herodes. La ciudad se sobresaltó con él, es decir identificada con el rey en su tiranía. Es Herodes el que lo identifica con el Mesías. Los sacerdotes y escribas “sabían” donde tenía que nacer, pero no experimentan ninguna reacción ante acontecimiento tan significativo. Una vez más se demuestra que el conocimiento puramente teórico no sirve de nada.

En aquellas culturas, el signo de la presencia extraordinaria de Dios en una vida humana era la estrella. Se creía que el nacimiento de todo personaje importante estaba precedido por la aparición de su estrella. El relato nos dice que la estrella de Jesús solo la pudo ver el que está mirando al cielo. Solo los que esperan algo nuevo están en condiciones de aceptar esa novedad. Los magos, insatisfechos, siguen escudriñando el cielo y por eso pueden detectar la gran novedad de Jesús. En Jerusalén nadie la descubre.

Los dones que le ofrecen son símbolo de lo que significa aquel niño para los primeros cristianos después de haber interpretado su vida y su mensaje. El oro, el incienso y la mirra son símbolos místicos de lo que el niño va a ser: el oro era el símbolo de la realeza;

El incienso se utilizaba en todos los cultos que solo se tributan a Dios; la mirra se utilizaba para desparasitar el cuerpo y para embalsamar, como hombre.

Meditación

¿Por qué no descubrimos a Dios? Muy sencillo:
O busco un dios que no existe.
O le busco donde no está.
O le busco con la razón y no con el corazón.
No hay que buscar a Dios
si no la luz que nos permita verlo en todas partes.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Una Estrella en Oriente.

Domingo, 6 de enero de 2019
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_reyesmagos“Cuando miras el cielo y fijas una estrella, si sientes escalofríos bajo la piel, no te abrigues, no busques calor, no es frío, es solo amor” (Kahlil Gibran)

6 domingo. Festividad de los Reyes Magos

Mt 2, 1-12

Vimos su estrella en oriente y venimos a adorarle (v 2)

El llamado evangelio del Pseudo Tomás -o Evangelio de la infancia- del siglo II, es un evangelio apócrifo, no incluido en la actual Biblia, y dice que estos magos tenían vínculos familiares entre sí, y que llegaron a Belén con tres legiones de soldados: una de Persia, otra de Babilonia y otra de Asia. De ahí, puede ser, que se les considerara reyes o líderes.

¿Os imagináis el espanto, de San José, la Virgen, el niño, el buey, la vaca, los pastores, las ovejas, y hasta los ángeles, que estuvieron quizás a punto de reclamar el rápido descenso de las doce legiones celestiales al son de divinas trompetas celestiales, ante semejante terrenal comitiva?

“¿Quién nos dio ojos para ver los astros, sin darnos los brazos para alcanzarlos?, dijo la escritora portuguesa Florbela Spanca. Mis brazos se alargaron más allá del oriente y se perdieron abrazando y besando estrellas buscando al niño en la cuna. Porque, como también dijo el francés Christian Bobin Hay una estrella en el cielo para cada uno de nosotros, lo suficientemente lejos para que nuestros errores no la opaquen jamás”.

El pasaje evangélico de La adoración de los magos, es una de las escenas religiosas más representadas en la pintura, sobre todo en le época que va desde el románico hasta el barroco, en todas sus etapas, aunque se sigue practicando en todos los estilos posteriores hasta la actualidad.

El Greco pintó una escena que muestra la Adoración de los Reyes Magos. En la composición, María y el Niño Jesús son la figura central. El niño extiende un brazo para recibir los presentes que le ofrecen los magos, quienes se muestran tanto con atuendos como con colores de piel diferentes; alegoría pictórica de los continentes conocidos en el contexto del autor. El que le ofrece directamente el regalo deja su corona en el suelo como símbolo de la jerarquía divina de Jesús. La escena transcurre en un ambiente palaciego, de la que se observa detrás de las columnas plasmadas con trazos clasicistas, una cúpula.

Lionello Puppi comenta, en El Greco en Italia y el arte italiano, haciendo referencia a la Adoración que se conserva en el Museo Benaki: “…manifiesta una evidencia híbrida en la que se mezclan y conviven, si bien con algunos desequilibrios estridentes, signos iconográficos y estilemas de procedencia italiana y griega”.

Kahlil Gibran, decía: “Cuando miras el cielo y fijas una estrella, si sientes escalofríos bajo la piel, no te abrigues, no busques calor, no es frío, es solo amor”.

Yo por las noches miro más allá de las nubes y clavo estrellas en el cielo sin sentir temblores en el cuerpo. No me pongo el abrigo de colores, ni busco calentar mis sentidos, porque desde que veo una Estrella en oriente, el frío se convierte en amores.

Rubén Darío nos introduce el la escena con el siguiente Poema modernista:

LOS REYES MAGOS

Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso.
Vengo a decir: la vida es pura y bella.
Existe Dios. El amor es inmenso.
¡Todo le sé por la divina Estrella! 

Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo
Existe Dios. Él es la luz del día.
La blanca flor tiene sus pies en todo.
¡Y en el placer hay la melancolía!

Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro
que existe Dios. Él es el grande y fuerte.
Todo lo sé por el lucero puro
que brilla en la diadema de la Muerte.

Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos.
Triunfa el amor y a su fiesta os convida,
¡Cristo resurge, hace luz del caos
y tiene la corona de la Vida!

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Epifanía del Señor.

Domingo, 6 de enero de 2019
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fichero_25918_20130104(Mt 2, 1-12)

Epifanía: Manifestación de Jesús como Mesías esperado, como salvador universal, a todos los pueblos y culturas. El relato de “la Adoración de los Magos” representa de manera simbólica que, en Jesús, Dios se hace visible, se manifiesta. Epifanía es, también, la fiesta de la luz. Dios, desde Jerusalén, es la luz para todos los pueblos (1ª lectura de hoy). Jesús de Nazaret es la luz de todos los hombres. Y Jesús nos encomienda a sus seguidores “ser luz del mundo y sal de la tierra”.

Mateo escribe para una comunidad de judeo-cristianos en lenguaje y simbología judía del siglo I de nuestra era. Su audiencia conoce el Antiguo Testamento y Mateo lo usa como punto de partida para la enseñanza de la Buena Nueva que les trae. En el relato de la Adoración de los Magos, actualiza y adapta los siguientes textos bíblicos: Num 24,17. Is 60,6 (nuestra primera lectura de hoy) y el Salmo 72. Diríamos que Mateo se acomoda a su audiencia para facilitarles los nuevos aprendizajes. Les habla en su vocabulario a partir de sus conocimientos previos y su cultura. Es un buen ejemplo que tenemos que imitar nosotros. Para comprender y asimilar el mensaje que la Biblia trasmite, tenemos que traducir ese texto a pensamiento cristiano del siglo XXI. Leerlo y predicarlo desde nuestra cultura, con nuestro vocabulario, metáforas y modos de pensar.

En el Evangelio de hoy, la Adoración de los Magos, se nos relata cómo unos sabios (astrólogos) de Oriente buscan lo que una estrella nueva les revela. Buscan al Rey de los judíos. A los Magos su inquietud, (“han visto su estrella”) los lleva a lo imposible e inverosímil. Nada los detiene. Tienen muy claro lo que quieren y no renuncian a su logro. La necesidad no repara en medios. Tesón no les falta. Los guía una estrella que han visto nacer.

Los Magos (sabios) de Oriente son símbolo (semeia significa que trasmite “experiencias”) del ser humano en su búsqueda de Dios, su anhelo de infinito y plenitud. La estrella simboliza la fuerza de los anhelos más profundos del ser humano. Es la impronta, la huella, la marca de cantero que Dios ha dejado en nosotros. La nostalgia de lo divino, lo sublime, lo infinito, lo pleno, lo Otro.

Intentemos seguir los pasos del proceso de búsqueda-encuentro-manifestación que siguieron los Magos. Los Magos buscan al Rey de los judíos porque “hemos visto su estrella” (los prohombres de la Antigüedad eran anunciados por una estrella. Ejemplos: Alejandro Magno, César Augusto). Lo encuentran en un niño, en casa, con su madre, María. Descubren lo divino en lo humano, en lo más débilmente humano. Este es el núcleo del mensaje del relato de la Adoración de los Reyes Magos. Lo divino está en lo humano. Cuanto más humano más divino. ¡Hace falta tener ganas para descubrirle de esa guisa! ¿Dudarían los Magos de lo que estaban viendo? ¿Cómo puede ser que este niño sea “el Rey de los judíos que ha nacido “el hijo del Altísimo”?

Como los Magos nosotros también somos buscadores de Dios. Y como ellos debemos preguntarnos ¿A qué Dios buscamos? ¿Dónde lo encontraremos? ¿Cómo sabremos que lo hemos encontrado? A nosotros también nos será difícil descubrir a Dios donde hoy sabemos que está pero no parece que nos convenza la propuesta. En nuestra cultura postmoderna, con frecuencia, nos hemos hecho “incapaces de Dios”. Dios no cuenta en nuestras vidas tanto como necesitamos. Nuestra fe está descafeinada, es demasiado líquida, inoperante. Confundimos a Dios con los ídolos. Parece que no necesitamos a Dios, superficialmente, pero en el fondo “mi alma tiene sed de Ti”. Este es nuestro dilema, nuestra contradicción.

El Dios que necesitamos buscar es el Dios de Jesús, el Abba, el Padre, que es Amor-ágape (fusión). El Dios que es Uno con nosotros y en nosotros. El Dios que solo puede amar y busca solo nuestra felicidad. Toda otra imagen de Dios no nos vale. Nos destruye. Lejos de ser nuestra fuerza es nuestro peligro, nuestro placebo. De ahí el miedo y temor a esas imágenes “tétricas” del dios que no puede ser Dios en quien confiar ya quien amar. La fe cristiana es la experiencia de la bondad de Dios, de su amor para con nosotros, de su presencia en nuestra historia personal y comunitaria. Por eso podemos vivir con confianza en su preocupación por nuestra felicidad.

A este Dios hay que buscarle en donde está. En ti, en los otros, en la naturaleza, en el Evangelio, en Jesús. No le busques fuera, está dentro de ti. Más íntimo a ti que tu mismo (S. Agustín) o como Elías en el Horeb. Dios no esta en el viento, ni en el terremoto, ni en el fuego. Está en la brisa suave: paz, silencio, sosiego, esperanza. Lo que buscas está en ti y en los otros.

Por último ¿cómo puedo saber que lo he encontrado? Por los frutos. Si de mí surge la necesidad de un compromiso con las tareas del Reinado de Dios. Si lo que he recibido gratis yo lo doy gratis. Si soy amor porque Dios es amor. Si mi vida no tiene sentido sin “el principio Dios”. Si soy para mis próximos un regalo de Reyes. Entonces ten la seguridad de que has encontrado lo que buscabas, tu plenitud humana. Y ahora serás lámpara encendida y puesta en el candelero para iluminar a los que te rodean.

En resumen: El mensaje del evangelio de los Reyes Magos es un mapa que nos muestra el terreno a pisar en la búsqueda, encuentro y manifestación del “Enmanuel”, Dios con nosotros. Y en versión siglo XXI. “Dios en nosotros”.

África De La Cruz Tomé

Fuente Fe Adulta

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La estrella y el camino de la verdad. Fiesta de Epifanía.

Domingo, 6 de enero de 2019
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reyes estrella6Mt 2, 1-12

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

-“¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”.

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:

-“En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: «Y tú Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel»”.

Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

-“Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarle”.

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abrieron sus cofres y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Parece claro que el presente texto es una construcción del evangelista, que le sirve para mostrar la dimensión universal del nacimiento de Jesús, como apertura o “epifanía” (manifestación) a todos los humanos, personificados en los “magos de Oriente”.

Con ello prepara el próximo relato –debido a la persecución de Herodes, los padres del niño huirán con él a Egipto–, en el que se hace presente la intención de Mateo de presentar a Jesús como el “nuevo Moisés” que vendrá de Egipto para liberar a su pueblo.

Más allá de la intencionalidad del evangelista, el texto encierra un profundo simbolismo, cargado de sabiduría.

Todo empieza con una “estrella”. Es la luz interior (intuición, insight) la que desencadena el proceso de búsqueda y nos pone en camino. Puede aparecer de manera inesperada en cualquier momento y, con frecuencia, suele surgir en una situación de crisis que, al remover nuestros hábitos, hace que nos abramos a una dimensión más profunda.

En cualquier caso, se trata siempre de la voz del anhelo que nos habita, y que no es otra cosa que expresión de nuestra verdadera identidad que nos llama para “volver a casa”.

La estrella no tiene otra finalidad que la de conducirnos a “casa”. Pero apenas iniciamos el camino aparecen las dificultades: los apegos que no estamos dispuestos a soltar, las formas de funcionar que se nos han hecho habituales, el miedo a la incomodidad que supone todo cambio, el susto ante lo desconocido… y, en último término, la ignorancia básica que nos hace tomarnos por lo que no somos y nos mantiene en esa noria de insatisfacción que empieza y acaba en el yo.

El relato dice que los magos llevaron oro, incienso y mirra. La meta a la que apunta la voz del anhelo requiere desapego y desprendimiento de nuestros “tesoros”. Y eso solo es posible cuando comprendemos que aquello a lo que nos habíamos aferrado palidece ante la verdad de lo que somos.

En efecto, el camino en el que nos introduce el anhelo es el camino de la verdad: la estrella siempre conduce a la verdad. Y sabemos o intuimos que la verdad nos va a desnudar de todo aquello que habíamos absolutizado. Por ese motivo es importante que nos preguntemos si realmente buscamos la verdad… o nos conformamos con cualquier sucedáneo.

Puede ser que afirmemos alegremente que deseamos la verdad y, sin embargo, nos embarquemos en el llamado “camino espiritual” buscando sencillamente bienestar, tranquilidad o seguridad, es decir, una situación que podamos controlar. Si es así, no será extraño que nos veamos zarandeados por la Vida y, antes o después, confrontados con la motivación real que mueve nuestra búsqueda.

¿Busco la verdad por encima de cualquier otra cosa o busco que se puedan realizar mis expectativas?

Enrique Martínez Lozano

Boletín Semanal

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No hay sueño sin ensueño.

Domingo, 6 de enero de 2019
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estrella-belenDel blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

01. BÚSQUEDA DE LOS MAGOS DE ORIENTE.

Los Magos, gente pagana y extranjera han visto salir la estrella en ORIENTE (¿Y quién no es extranjero y medio pagano en esta vida?)

Las palabras tienen significados que pueden quedar olvidados o gastados. En castellano decimos: “ORIENTAR”, “estoy ORIENTADO / DESORIENTADO”, etc. La luz, el sol nace en Oriente.

Los Magos están en una espesa noche, como todos y como casi siempre. Si ven la estrella es porque están de noche, pero siempre que es media noche, comienza un nuevo día. Vienen de ORIENTE, vienen del sol naciente y caminan hacia la luz. Están ORIENTADOS.

Oriente es donde nace el sol, la luz. Los Magos siguen la luz, siguen la estela de la estrella. Aman y, por ello, buscan la verdad.

La vida nos puede ser favorable o menos, podemos atravesar por noches oscuras y valles de tinieblas, pero como antiguamente Abraham y los Magos, si miramos la estrella, estamos ORIENTADOS, quizás sufrientes, pero ORIENTADOS

Ya quisiéramos que los medios de comunicación, los planes de educación, colegios-ikastolas, universidades, incluidos obispos y mundo eclesiástico orientaran y transmitieran luz…

02. ¿DÓNDE ESTÁ EL REY DE LOS JUDÍOS? ¿DÓNDE ESTÁ DIOS?

v 2. PREGUNTARON: ¿DÓNDE ESTÁ EL REY DE LOS JUDÍOS? HEMOS VISTOS SALIR SU ESTRELLA Y VENIMOS A ADORARLE.

¿Dónde está el rey de los judíos?

Herodes es rey de Judea. Los magos buscan al rey de los judíos (¿). Y es que quien ama y busca la luz y la verdad únicamente se postran ante la Luz, la Verdad. Solamente la verdad os hará libres. (Jn 8,32).

Cristo es el rey de los judíos (de los seres humanos). Los magos están hablando con el rey Herodes, pero ni le buscan a él, ni se postran ante él, ni le adoran. Le preguntan: dónde está el rey, porque “tú no lo eres”.

En la vida tendemos a adorar, a postrarnos o a hacer el “rendez vous” al jefe, al político de turno, al obispo, porque así “guardo la viña”, el puesto de trabajo, el cargo, etc. Esto es algo muy frecuente y lo vemos continuamente en las ideologías, en las instituciones económicas, religiosas, en el obispado…

El “dónde”, el lugar del hombre es Dios, y “Dios con nosotros” se llama Jesús, Enmanuel.

Pero no basta con el lugar físico: con el cuerpo, con Belén, o en otro orden de cosas con una supuesta seguridad doctrinal, institucional, etc. Aunque lo sepamos “todo”: el lugar del nacimiento de Jesús, todo el NT, toda la teología y el catecismo, hemos de hacer el recorrido personal lo mismo que los Magos, con las incertidumbres de las noches, con las dudas y esperanzas, siguiendo los parpadeos de las estrellas que aparecen y desaparecen. La fe es una luz (luminosidad) pero no una demostración.

“Los sabios y entendidos” (el poder) lo saben todo, pero no creen en nada. Conocen las formulaciones legales, dogmáticas, pero se hallan muy lejos de la verdad, están lejos de ella; aman el poder no la verdad, ni la luz.

mas-punteroLos amigos de Job conocían la doctrina respecto de la escatología, y la repiten como “charlatanes de feria”, pero no dan un paso “siguiendo la estrella” en búsqueda de la verdad y la esperanza.

Hay muchas apreciaciones en la vida que no coinciden con la formulación y el dogma oficiales, pero son búsquedas. La verdad no está en el armario de “DVD” verdades, sino en el corazón y en el pensamiento que sufren y buscan.

Decía San Agustín que “El alma (el ánima) está más presente donde ama (en el “lugar”, en la persona que ama) que en el cuerpo que la anima”. (San Agustín). La luz está presente en la estrella del cielo y en quien la mira con nostalgia que en Jerusalén y en los entendidos. Abraham miró las estrellas y creyó.

v. 12 OTRA VEZ EL SUEÑO: LOS MAGOS SE VUELVEN A SU CASA POR OTRO CAMINO.

Los magos, como José, son sensibles y reciben el mensaje de Dios en sueños. Le oyen, le escuchan.

(El sueño es siempre un lugar un poco enigmático. Por eso en la Biblia se creía que Dios hablaba en el sueño y los sueños del ser humano)

Los Magos se vuelven a su casa por otro camino. Y no cambian de camino para evitar a Herodes, sino porque han encontrado el camino.

La luz no está en los caminos y pretensiones de Herodes (y hay mucho Herodes y faraones sueltos por la historia), sino en el débil y acostado en un pesebre.

Tras haber intuido la luz de la estrella.

Volvamos también nosotros a casa por otro camino.

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Otra vez Epifanía

Sábado, 5 de enero de 2019
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Del blog de Amigos de Thomas Merton:

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Hemos compartido este texto muchas veces, y lo seguiremos haciendo, porque vale la pena que volvamos a él una y otra vez. Ahora que se acerca la Navidad, recordemos lo que somos de verdad ante los ojos de Dios, la fragilidad y la belleza que compartimos. Todo eso está ahí, en el niño de Belén:

Ayer, en Louisville, en la esquina de las calles Cuarta y Walnut, comprendí de pronto que yo amaba a todo el mundo y que nadie me era o podía ser totalmente extraño. Fue como si despertase de un sueño: el sueño de mi distanciamiento, de la vocación «especial» de ser diferente. Realmente, mi vocación no me hace diferente del resto de los hombres ni me sitúa en una categoría especial, a no ser de manera artificial, jurídicamente. Yo sigo siendo un miembro de la raza humana, y ningún otro destino es más glorioso para el hombre, si tenemos en cuenta que la Palabra se hizo carne, convirtiéndose también en miembro de la Raza Humana.

¡Gracias, Dios! ¡Gracias, Dios! Yo soy un miembro más de la raza humana, como el resto de los seres humanos. ¡Tengo la inmensa satisfacción de ser un hombre! ¡Como si los sinsabores de nuestra condición pudieran importar realmente cuando empezamos a entender quiénes somos y lo que somos, como si pudiéramos empezar alguna vez a comprender esto en la tierra!”

*

Diarios I,
Thomas Merton,
19 marzo 1958.

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Todo estaba abierto.

Sábado, 5 de enero de 2019
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49898104_2137881866277789_8624378550381707264_nFiesta de la Epifanía. 6 de enero. Mateo 2, 1-12
Bernardo Baldeón
Madrid.

ECLESALIA, 04/01/19.- Muchas veces me he puesto a pensar por qué decimos “Portal de Belén”. Como si el establo, que no era sino un cobertizo, tuviese puertas o portones. Total no servía más que para guardar a las ovejas y protegerlas de la lluvia. Por eso carecía de puertas. Dios nació en una casa sin puertas.

Por eso cuando llegaron los Magos no necesitaron tocar el timbre ni el picaporte y esperar a que alguien por la mirilla preguntase ¿quiénes son? ¿de dónde vienen? ¿qué bucan? Sencillamente llegaron y entraron porque todo estaba abierto.

Es impresionante la descripción que hace Edith Stein cuando un día, aún antes de convertirse, entró en la catedral de Francfort.

Entramos unos minutos a la catedral y, mientras permanecíamos dentro en un silencio respetuoso, entró una mujer con la canasta de la compra. Se arrodilló en uno de los bancos. Permaneció en esa postura el tiempo suficiente, para rezar una breve plegaria. Aquello era algo completamente nuevo para mí. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que yo había visitado se entra solo para los actos litúrgicos de la comunidad. Pero aquí alguien puede entrar en una Iglesia vacía, durante las horas laborables de un día cualquiera de la semana para mantener una conversación familiar. Jamás he podido olvidar esto”.

La presencia de los Magos en Belén fue un poco la visita de Ediht Stein a la Catedral Francfort. Es que lo más maravilloso de Dios es que le repugnan las puertas. Las quiere siempre abiertas para que todo el que quiera verlo y hablarle y adorarle no necesite ni llamar, ni tocar el timbre, ni pedir visita previa con hora fija.

Dios está abierto siempre y a todos. No hace distinciones. El Niño no se fijó si el uno era negro y el otro blanco y el otro amarillo. Ni se asustó viendo lo grandes que era los camellos. Sencillamente les recibió con una sonrisa. Por algo le llamamos la fiesta de la Epifanía, de la manifestación, de la revelación de Dios al mundo gentil y pagano. Se reveló como el Dios de todos y para todos.

La mujercita que entró a la Catedral de Francfort, de seguro que venía o iba a la compra, porque entró con su cesta. No la dejó por respeto en la puerta. También con la cesta se puede entrar a hablar con Dios. No sabemos de qué hablaron ella y Dios. Posiblemente de lo caras que estaban las cosas y que de seguro no le iba llegar el dinero para llenar su cesta. Y Dios se sintió complacido de aquella visita. Posiblemente los dos se cruzaron una sonrisa sin decirse nada. Los otros habían entrado de simple curiosidad turística. Y aún ellos salieron distintos. Porque Edith salió impresionada y tocada en su alma de esta disponibilidad de Dios.

El Dios de la Epifanía no es el Dios de las puertas cerradas. Tampoco el Dios a quien hay que pedir visita previamente. Es el Dios de las puertas abiertas a todos. Es el Dios que siempre está disponible a recibirnos. Es el Dios que nunca está ocupado para atendernos. Es el Dios siempre disponible para todos nosotros, llevemos oro, incienso y mirra, o simplemente llevemos la cesta de la compra. ¿Por qué nosotros nos empeñaremos tanto en encerrar a Dios?

Solemos decir: “Que todo el año debiera ser Navidad”. Y estoy de acuerdo. Pero yo añadiría: “Todos los días debiera ser Epifanía”, Dios con las puertas abiertas dispuesto a recibirnos a todos y a aceptarnos y charlar con todos. Dios que cada día nos dice: “Pasad, la puerta está siempre abierta”.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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“¿Orientarnos hacia Dios”. Epifanía del Señor – B (Mateo 2,1-12) 6 de enero 2015

Sábado, 6 de enero de 2018
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epifania6-1024x785No hay técnicas ni métodos que conduzcan de forma automática hacia Dios. Pero sí hay actitudes y gestos que nos pueden disponer a las personas a prepararnos al encuentro con él. Más aún. Las palabras más bellas y los discursos más brillantes sobre Dios son inútiles si cada uno no nos abrimos él. ¿Cómo?

Lo más importante para orientarnos hacia Dios es invocarlo desde el fondo del corazón, a solas, en la intimidad de la propia conciencia. Es ahí donde uno se abre confiadamente al misterio de Dios o decide vivir solo, de forma atea, sin Dios. Pero ¿se puede invocar a Dios cuando uno no cree en él ni está seguro de nada? Carlos de Foucauld y otros no creyentes iniciaron su búsqueda de Dios con esta invocación: «Dios, si existes, muéstrame tu rostro». Esta invocación humilde y sincera en medio de la oscuridad es, probablemente, uno de los caminos más puros para hacernos sensibles al misterio de Dios.

Para orientarnos hacia Dios también es importante eliminar de la propia vida aquello que nos está impidiendo encontrarnos con él. Si uno, por ejemplo, tiene la pretensión de saberlo todo y de haber comprendido ya el misterio último de la realidad, del ser humano, de la vida y de la muerte, es difícil que busque de verdad a Dios. Si uno vive encogido por diferentes miedos o hundido en la desesperanza, ¿cómo se abrirá con confianza a un Dios que lo ama sin fin? Si alguien se encierra en su propio egoísmo y solo siente desamor e indiferencia hacia los demás, ¿cómo podrá abrirse a un Dios que es solo Amor?

Para orientarnos hacia Dios es importante mantener el deseo, perseverar en la búsqueda, seguir invocando, saber esperar. No hay otra forma de caminar hacia el Misterio de quien es la fuente de la vida. El relato de los magos destaca de muchas formas su actitud ejemplar en la búsqueda del Salvador. Estos hombres saben ponerse en camino hacia el Misterio.

  • Saben preguntar humildemente,
  • superar momentos de oscuridad,
  • perseverar en la búsqueda
  • y adorar a Dios encarnado en la fragilidad de un ser humano.

 

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

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”Venimos de Oriente para adorar al Rey”. Sábado 6 de enero de 2017

Sábado, 6 de enero de 2018
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08-epifania (C) cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 60, 1-6: La gloria del Señor amanece sobre ti.
Salmo responsorial: 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.
Efesios 3, 2-6: Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos.
Mateo 2, 1-12: Venimos de Oriente para adorar al Rey

Hoy la Iglesia católica celebra con gozo desbordante la fiesta de los reyes magos. Litúrgicamente se denomina “epifanía” que significa manifestación de la salvación de Dios. Con esta fiesta vamos concluyendo el ciclo de navidad que nos permitirá contemplar a Jesús pequeño, humilde y pobre… niño que, a su vez, revela la grandeza del amor de Dios.

El profeta Isaías exalta la grandeza de la ciudad de Jerusalén porque se convertirá en luz para todos los pueblos. Es la luz para toda la humanidad, es la esperanza para los pobres. La oscuridad de la injusticia y la violencia, la opresión y la marginación será vencida definitivamente por la presencia luminosa de Dios manifestada en el niño de Belén. El salmo 71 también canta las maravillas que hace Dios en medio de su pueblo. Manifiesta la esperanza que todos los reyes y poderosos se abajen y se postren ante la pequeñez y la humildad. Los motivos de la alabanza es la justicia de Dios que derrota a los opresores y defiende a los pobres y oprimidos. La justicia de Dios a favor de lo empobrecidos y excluidos de todos los tiempos se hace motivo de regocijo y alabanza para el salmista.

 La época en que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías (Tercer Isaías) corresponde a la restauración, es decir, al regreso a Jerusalén de los exiliados en Babilonia, regreso a la gran ciudad de Dios. Cuando este grupo de exiliados llegó a Israel encontró sus ciudades destruidas, sus campos abandonados o apropiados por otras familias, las murallas derruidas y el templo, el lugar donde Yahvé habitaba, incendiado. Esta dramática realidad los desanimó completamente, centrando sus esperanzas y sus motivaciones únicamente en la reconstrucción de sus viviendas y sus campos, dejando de lado la restauración del templo y, con ello, la confianza en la venida gloriosa de Yahvé, quien traería para Israel la salvación plena en la misma historia. Isaías anima la fe de su pueblo, los invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su pueblo, por ello Jerusalén será una ciudad radiante, llena de luz, en donde la presencia de Dios como rey hará de ella una nación grande, ante cuya presencia se postrarán todos los pueblos de la tierra. El profeta manifiesta con esta gran revelación que Dios es quien dará inicio a una nueva época para Israel, una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas todas las fuerzas del mal, pues Dios se hace presente en Israel y ya más nadie podrá hacerle daño.

Esta visión profética posee una comprensión muy reducida de la acción salvífica de Dios, ya que es asumida como una promesa que se cumplirá en beneficio única y exclusivamente del pueblo de Israel y no de toda la tierra.

En la carta de Pablo a la comunidad de Éfeso hace caer en cuenta a todos los creyentes que las promesas hechas al pueblo de la ley y la alianza ahora se extienden a los gentiles, es decir, a toda la humanidad. De tal manera que la salvación no será propiedad exclusiva de un pueblo sino de todos los pueblos, del gran pueblo de Dios, es decir, de todos los seres humanos que se abren a la buena noticia de la salvación.

Pablo, a través de la carta a los Efesios, ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación venida por Dios, a través de Jesús, es para “todos”, judíos y paganos. El plan de Dios, según Pablo, consiste en formar un solo pueblo, una sola comunidad creyente, un solo cuerpo, una sola Iglesia, un organismo vivo capaz de comunicar a toda la creación la vida y la salvación otorgada por Dios. La carta a los Efesios expresa que el misterio recibido por Pablo consiste en que la Buena Nueva de Cristo se hace efectiva también en los paganos, ellos son coherederos y miembros de ese mismo Cuerpo; esto significa que Dios se ha querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos, salva a todos, reconcilia a todos sin excepción.

Dos actitudes totalmente opuestas se reflejan en el relato de la visita de los reyes, sabios o magos de oriente que presenta el evangelista Mateo. Más allá de si es o no es un acontecimiento histórico, lo hermoso de este texto es hacer ver al lector cómo el corazón de los poderosos de Israel se cierra ante la presencia de la pequeñez del niño de Belén. En cambio los gentiles, los paganos o extranjeros se abajan de su realeza para reconocer en la pobreza, humildad y pequeñez de aquel niño la revelación de la propuesta salvífica de Dios ofrecida a toda la humanidad que le busca con sincero corazón. ¿En qué personas y situaciones de la vida reconoces a Jesús?

El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la «Epi-fanía», confirma este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel, heredero del trono de David; para ello el evangelista insiste en nombrar con exactitud el lugar donde nació Jesús y en confirmar, a través del Antiguo Testamento, que con su presencia en la historia se da cumplimiento a las palabras de los profetas. Por otro lado, el rechazo de este nacimiento por parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos, venidos de Oriente, anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del evangelio a los paganos y su vinculación a la comunidad cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas, que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual.

En un tiempo como el que vivimos, marcado radicalmente por el pluralismo religioso, y marcado también, crecientemente, por la teología del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la «universalidad cristiana» han cambiado profundamente. Hasta ahora, en demasiados casos, lo misionero era sinónimo de proselitismo, de «convertir al cristianismo» a los «gentiles», y la «universalidad cristiana» era entendida desde la centralidad del cristianismo: éramos la religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, la religión-destino de la humanidad. Todos los pueblos (universalidad) estaban destinados a abandonar su religión ancestral y a hacerse cristianos… Tarde o temprano el mundo llegaría a su destino: a ser «un sólo rebaño, con un solo pastor»…

Hoy todo esto ha cambiado, aunque muchos cristianos (incluidos muchos de sus pastores) todavía siguen en la visión tradicional. Buen día hoy, pues, para presentar estos desafíos y para profundizarlos. No desaprovechemos la oportunidad para actualizar también personalmente nuestra visión en estos temas. En la RELaT (servicioskoinonia.org/relat) hay muchos materiales para estudiar el tema, así como para debatirlo en grupos de estudio o de catequesis.

En el Nuevo Testamento, además de Juan 7,42, encontramos referencias a Belén en las narraciones de Mateo 2 y Lucas 2 acerca del nacimiento del Salvador en la ciudad de David. La tradición de que el Mesías debía nacer en Belén tiene su base en el texto de Miqueas 5,2, donde se señala que de Belén Efrata debía salir quien gobernaría Israel y sería pastor del pueblo. Hoy ya sabemos que Jesús nació probablemente en Nazaret, y que la afirmación de que nació en Belén es una afirmación con intenció teológica.

El término “magos” procede del griego “magoi”, que significa matemático, astrónomo y astrólogo. Estas dos últimas disciplinas eran una misma en la antigüedad, por lo que con ambas se podía estudiar el destino y designio de las personas. Es decir, los «reyes magos» no fueron ni reyes ni magos en el sentido actual de estas palabras; habrían sido astrólogos o estudiosos del cielo. Fue el teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (160-220 d.C.) quien aseguró que los magos serían reyes y que procederían de Oriente. En la visita de los magos a Jesús, los Padres de la Iglesia vieron simbolizadas la realeza (oro), la divinidad (incienso) y la pasión (mirra) de Cristo. Leer más…

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6.I.18. Magos de Oriente: Son sabios, no reyes. Epifania

Sábado, 6 de enero de 2018
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26167934_912510362259490_2707551226322798223_nDel blog de Xabier Pikaza:

Epifania es manifestación (de Dios) y conocimiento profundo de los hombres. No es una parte final de la Navidad, sino la Navidad entera.

Por eso se celebra esta tarde la cabalgata de magos, los sabios que vienen de “oriente” (amanecer de la luz) en busca del Niño, y mañana será la gran Epifanía, que hoy presento con el Icono de Navidad del Monasterio Copto de Santa Catalina del Sinai, de formas casi etíopes, de origen egipcio , del que trataré al fin de esta postal.

Éste es quizá el más significativo y completo (antiguo) de los iconos del misterio completo de la Navidad, anterior a la gran lucha de los iconoclastas. Éste es en resumen su sentido:

a- Del Círculo más alto (divino) con la tres estrellas de Dios Padre, desciende a Jesús y en él se encarna. como “rayo” de vida, la Palabra hecha carne, por el Espíritu que todo lo viste de rojo… Jesús en una cuna, con aureola de Cruz (se condensa así en el niño toda el misterio del Cristo pascual)

b- En el panel superior están los cuatro Arcángeles, que cantan la gloria de Dios y anuncian la epifanía a los tres magos (cf. arcángel de la derecha); este mundo angélico,presente en los grandes libros sagrados de Daniel y Henoc, desemboca en la encarnación de la Palabra de Dios, a cuyo servicio se pone.

c. En el panel del centro está María, humanidad que da a luz al Niño, entronizado con Cruz en la cuna, y a su lado vienen los tres magos, para descubrir la Sabiduría de Dios que es Jesús (vienen ya a pie, los caballos quedan abajo, a la izquierda). No son “reyes” (poder político), son “magos”, esto es los “sabios” más grandes de Babilonia,de Persia y de Egipto/Etiopía, las tres partes del mundo, en la línea de los sabios de gran conocimiento del libro de Daniel.

d. En el panel inferior, un ángel músico entre cabras llama con su flauta a los pastores, y hay así aparece uno de ellos, a la derecha,con su zurrón. Los caballos de los magos están prontos a la izquierda, junto a José (que es Israel) pensativo y descubriendo el misterio, mientras dos mujeres (que son la humanidad entera, una de las cuales ha de ser María ¿y la otra Isabel?) limpian y visten al niño. Los caballos de los sabios aguardan a la izquierda, para llevar el buen conocimiento al mundo entero, en cabalgata de Navidad y Pascua.

Hay más elementos en la escena, pero voy a quedarme con estos. Es evidente que estos “magos” no son reyes, sino sabios. Vienen de oriente (lugar donde nace el Sol de la Sabiduría, encarnada ahora en Jesús: el rayo de Dios le llena). Estos sabios representan la sabiduría ancestral de oriente, en línea de misterio y humanidad sagrada, más que la filosofía griega y la política de Roma. Así queda representada en la Epifanía de Dios que es Jesús Niño la sabiduría universal del mundo, en claves simbólicas.

Ésta es quizá una recreación del más misterioso de los libros del Antiguo Testamento, el de Daniel, que es una disputa de sabios/magos babilonios, persas, sirios… con Daniel y sus tres amigos sabios judíos (y en esa línea se sitúan otros elementos de la literatura profético-apocalíptica de Isaías a Henoc, recreada por los evangelios de Lucas, Mateo y Juan.

Pero aquí la Sabiduría de Dios no es una palabra apocalíptica sobre el fin del mundo, sino la vida del Niño/Dios que se dispone a recorrer con los hombres el camino de la humanidad, de la historia cósmica.

Ésta escena muestra que la Sabiduría de Dios y de los Hombres es un Niño que Nace, con los cuatro arcángeles arriba, María y los sabios junto al Niño en el centro, y el otro ángel músico con cabras y pastores que vienen, en un entorno de naturaleza sagrada, mientras José medita, los caballos están listos para llevar por todo el mundo el mensaje y dos mujeres acogen y cuidan al Niño.

La revelación de Dios es un niño

Éste es, a mi juicio, el contenido más hondo de la experiencia natal de las antiguas iglesias de Oriente, y en especial de la copta (de Egipto y de Etiopía), que presenté con extensión hace algunas semanas en este mismo blog.

La revelación del Dios niño enciende su Estrella (tres estrellas) en lo más alto del icono (el Oriente es la altura divina), para que todos los pueblos puedan contemplar y aceptar el misterio de la vida que nace.

La estrella de la sabiduría-vida de Dios conduce a los sabios del mundo, de oriente y occidente, hasta un Niño que, siendo el Dios-Sabiduría en plenitud, sólo podrá vivir si le acogemos y cuidamos, como María y José, con la otra mujer y con los pastores,que acogieron, celebraron y cuidaron al Niño, conforme a este icono de la Natividad.

Ángeles y hombres, con los tres sabios, están aquí al servicio del niño más frágil, para descubrir en él y con él (en camino de entrega de la vida, en anticipo de Cruz y de Resurrección) la Sabiduría divina.

Creer en Dios significa cuidar a los niños, a todos, y con ellos a los seres más frágiles del mundo. Eso es Navidad.

Texto. Mt 2, 1-12

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

— ¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:

— En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: “Y tú. Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; Pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”.

Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles:

— Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que había visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron: después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

1. Un niño, Sabiduría de Dios, Rey de los judíos

Los magos vienen a Jerusalén porque han visto en oriente la estrella del Rey de los judíos… Ese tema nos sitúa en el centro de una extensa tradición astro-lógica y asto-nómica que vincula al ser humano (y especialmente al salvador) con un (=el) Astro del cielo: es como luz en el firmamento y futuro de la historia. Por eso, allí donde ha nacido el Rey de los judíos ha debido encenderse una luz, se expande una esperanza de salvación sobre la tierra.

Esa luz atrae a los “magos”, que vienen hacia Jerusalén, iniciando la marcha de los pueblos hacia el futuro de su plena humanidad. Por eso, como venimos suponiendo, este pasaje debe interpretarse en la línea que lleva al mesianismo universal de Mt 28, 16-20.

Los magos preguntan por el Mesías en Jerusalén, pero no lo encuentran allí (en la ciudad del templo, donde habita un rey de este mundo), sino en Belén, capital donde se centran y cumplen las promesas. De esa forma, este segundo capítulo de Mt, con su procesión de pueblos buscando al Mesías, puede entenderse ya como anuncio de la culminación pascual del evangelio: una prolepsis de lo que será la misión final cristiana, interpretada aquí en forma centrípeta (desde el modelo de la gran peregrinación de pueblos hacia el centro de la tierra, que es Jerusalén). Esta es la salvación: buscar la presencia de Dios en un niño, en todos los niños del mundo.

Adorar a Dios, encontrar a Cristo en los niños

– Los magos son signo de todos los pueblos paganos de Oriente (y del mundo entero: tres es la totalidad humana) que vienen hacia Jerusalén, para adorar al Rey de los judíos, que ha nacido ya, pues ha surgido su Estrella. Ellos, los magos, son signo de un camino de búsqueda y fe universal, que desborda el nivel israelita, tanto por su origen como por su meta.

Por su origen:
la fuerza que les lleva hacia Jesús no es la ley de Israel, sino la luz o estrella de su propia religión (de su paganismo), desde Persia y/o Babilonia, desde el mundo entero.

Por su meta: tras adorar a Jesús no quedan allí, para formar un pueblo espacial, sino que vuelven a sus tierras, como indicando que el camino y luz del Rey israelita ha de interpretarse desde sus propias tradiciones religiosas y culturales. Ellos conocen la nueva verdad: Dios está en un niño, en todos los niños necesitados.

Por eso, al final del evangelio (Mt 28, 16-20), los cristianos tienen que salir de Belén y Galilea, para llevar a todos los pueblos el nuevo mensaje, propio de los Magos (que son judíos o cristianos, musulmanes o hindúes… o gentes que no tienen religión externa). Dios se ha hecho niño, Dios se encuentra y vive (alienta, espera) en todos los niños del mundo. Siendo religión del nacimiento, el cristianismo es religión de amor ofrecido a todos los necesitados de la tierra, empezando por los más necesitados de todos, que son los niños. Los discípulos de Jesús deben llevar ese mensaje, pero no desde Jerusalén (pues los sacerdotes no quieren ir), sino desde la montaña de la pascua.

Expertos en buscar y cuidar a los niños. Conclusiones

1. Jesús, Mesías de Dios, no está encerrado en el templo y ley de Jerusalén, sino abierto en Belén para todos los que vengan, como niño que necesita de todos. No es Rey que impone su derecho en Pión, sino Niño necesitado, en brazos de su madre. No es Sacerdote que expande la sacralidad divina desde el tabernáculo del templo, sino niño amenazado, que debe exiliarse en Egipto, asumiendo así la historia del autentico Israel, Hijo de Dios (cf. 2, 15). Jesús es la sabiduría angélica, la sabiduría de la naturaleza (pastores y cabras), con la mujer María y su compañero, con José y con los magos-

2. Los representantes religiosos y sociales de Israel no han venido a Belén para adorar al Rey de los judíos, no quieren una religión de niños. Ellos conocen de algún modo el misterio (saben que el Mesías debe nacer en Belén), pero no quieren buscarle, ni le ofrecen el tesoro de su vida (cf. 2, 11), pues están muy preocupados en sus sacralidades nacionales y sociales. Esta es la paradoja de un Mesías Niño, que nos cuesta aceptar. Queremos otras cosas, no sabemos dejar todo y cuidar a los niños

3. Herodes rey no acepta el mesianismo de Jesús y decide matarle. De manera consecuente, la venida de los magos se inscribe en un contexto de persecución: el rey de turno persigue al verdadero Rey de los judíos, obligándole a exilarse, mientras los buscadores mesiánicos de oriente vuelven a sus tierras por otro camino. Herodes tiene miedo de los niños que pueden nacer fuera de su dominio, hijos de exilados, de emigrantes… Tiene miedo de que los niños que hoy nacen le quiten el trono. Por eso está dispuesto a matar a los niños, de un modo o de otro, para mantener su dominio.

4. La verdadera sabiduría y santidad consiste en acoger y cuidar a los niños, a los propios, a los ajenos, a todos los niños. Tomado así, el dogma cristiano es muy sencillo: sólo hay un Dios, aquel que se manifiesta como Padre en todos los niños, aquel que nace como Hijo, hijo de todos. Ésta es la sabiduría, ésta es la santidad: acoger y cuidar a los niños, abriendo para ellos las puertas de paz de este mundo.

Conclusión

Miremos de nuevo otra vez este icono, que nos llega de una de las iglesias más ricas de la cristiandad, antes de la gran disputa de los iconoclastas (los que destruían las imágenes). Estas pueden ser las conclusiones:


— La Sabiduría de Dios es un niño que nace
, Dios encarnado. La navidad es cuidar a los niños y necesitados

— Los sacerdotes de esta Navidad son ante todo María y los Magos, la mujer grávida de Dios, los magos buscadores de su sabiduría, que llegan a pie (sus caballos quedan ya sin jinetes en la parte bajo, a la izquierda).

— Éste es el gran misterio para José el Varón Israelita, mientras toca música el ángel de la flauta y llegan también los pastores…

Nota sobra la imagen:

Vengo evocando esta postal desde hace varios días, desde que presenté la Navidad como fiesta judía de “natalidad” con H. Harendt (y desde que expuse en el blog hace un mes el sentido y trayectoria de la Teología Copta, centrada en el nacimiento humano de Dios Niño).

Para presentar el tema pensé en este icono que conozco hace tiempo, pero en versiones menos claras (como la que pongo en segundo lugar…).
Pero tuve la suerte de descubrir la versión que había colgado en FB mi colega/amigo Rafael Castellano (con P. d’Ors) y pregunté sobre su origen, suponiendo que que era de Etiopia, y me respondió (en mi FB) Gerardo Jofre GG, experto y sabio colega, diciéndome que este icono de la Natividad proviene del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí (Egipto), y que es del VII/IX dC (cf. Inventario Michigan 171, Universidad de Princeton USA).

Hay otras versiones del icono en google: Iconos del Monasterio de Santa Catalina

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“Los reyes magos somos nosotros.” Epifanía. Ciclo B

Sábado, 6 de enero de 2018
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los-reyes-magos-ante-el-senadoDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El autor del primer evangelio (el de Mateo), que probablemente reside en Antioquía de Siria, lleva años viviendo una experiencia muy especial: aunque Jesús fue judío, la mayoría de los judíos no lo aceptan como Mesías, mientras que cada vez es mayor el número de paganos que se incorporan a la comunidad cristiana. Algunos podrían interpretar este extraño hecho de forma puramente humana: los paganos que se convierten son personas piadosas, muy vinculadas a la sinagoga judía, pero no se animan a dar el paso definitivo de la circuncisión; los cristianos, en cambio, no les exigen circuncidarse para incorporarse a la iglesia.

Mateo prefiere interpretar este hecho como una revelación de Dios a los paganos. Para expresarlo, se le ocurre una idea genial: anticipar esa revelación a la infancia de Jesús, usando un relato que no debemos interpretar históricamente, sino como el primer cuento de Navidad. Un cuento precioso y de gran hondura teológica. Y que nadie se escandalice de esto. Las parábolas del hijo pródigo y del buen samaritano son también cuentecitos, pero han cambiado más vidas que infinidad de historias reales.

La estrella

Los antiguos estaban convencidos de que el nacimiento de un gran personaje, o un cambio importante en el mundo, era anunciado por la aparición de una estrella. Orígenes escribía en el siglo III:

“Se ha podido observar que en los grandes acontecimientos y en los grandes cambios que han ocurrido sobre la tierra siempre han aparecido astros de este tipo que presagiaban revoluciones en el imperio, guerras u otros accidentes capaces de trastornar el mundo. Yo mismo he podido leer en el Tratado de los Cometas, del estoico Queremón, que han aparecido a veces en vísperas de algún aconteci­miento favorable; de lo que nos proporciona numerosos ejemplos” (Contra Celso I, 58ss).

Sin necesidad de recurrir a lo que pensasen otros pueblos, la Biblia anuncia que saldrá la estrella de Jacob como símbolo de su poder (Nm 24,17). Este pasaje era relacionado con la aparición del Mesías.

El bueno: los magos

De acuerdo con lo anterior, nadie en Israel se habría extrañado de que una estrella anunciase el nacimiento del Mesías. La originalidad de Mt radica en que la estrella que anuncia el nacimiento del Mesías se deja ver lejos de Judá. Pero la gente normal no se pasa las noches mirando al cielo, ni entiende mucho de astronomía. ¿Quién podrá distinguirla? Unos astrónomos de la época, los magos de oriente.

La palabra “mago” se aplicaba en el siglo I a personajes muy distin­tos: a los sacerdotes persas, a quienes tenían poderes sobrenaturales, a propagandis­tas de religiones nuevas, y a charlatanes. En nuestro texto se refiere a astrólogos de oriente, con conocimientos profundos de la historia judía. No son reyes. Este dato pertenece a la leyenda posterior, como luego veremos.

El malo: Herodes, los sumos sacerdotes y los escribas

La narración, muy sencilla, es una auténtica joya literaria. El arran­que, para un lector judío, resulta dramático. “Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes”. Cuando Mt escribe su evangelio han pasado ya unos ochenta años desde la muerte de este rey. Pero sigue vivo en el recuerdo de los judíos por sus construcciones, su miedo y su crueldad. Es un caso patológico de apego al poder y miedo a perderlo, que le llevó incluso a asesi­nar a sus hijos y a su esposa Mariamme. Si se entera del nacimiento de Jesús, ¿cómo reaccionará ante este competidor? Si se entera, lo mata.

Un cortocircuito providencial

Y se va a enterar de la manera más inesperada, no por delación de la policía secreta, sino por unos personajes inocentes. Mt escribe con asombrosa habili­dad narrativa. No nos presenta a los magos cuando están en Oriente, observando el cielo y las estre­llas. Omite su descubrimiento y su largo viaje.

La estrella podría haberlos guiado directamente a Belén, pero entonces no se advertiría el contraste entre los magos y las autoridades políticas y religiosas judías. La solución es fácil. La estrella desaparece en el momento más inoportuno, cuando sólo faltan nueve kilómetros para llegar, y los magos se ven obligados a entrar en Jerusalén.

Nada más llegar formulan, con toda ingenuidad, la pregunta más compromete­do­ra: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”. Una bomba para Herodes.

El contraste

Y así nace la escena central, importantísima para Mt: el sobresalto de Herodes y la consulta a sacerdotes y escribas. La respuesta es inmediata: “En Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas”. Herodes informa a los magos y éstos parten. Pero van solos. Esto es lo que Mt quiere subrayar. Entre las autori­dades políticas y religiosas judías nadie se preocupa por rendir homenaje a Jesús. Conocen la Biblia, saben las respuestas a todos los proble­mas divinos, pero carecen de fe. Mientras los magos han realizado un largo e incómodo viaje, ellos son incapa­ces de dar un paseo de nueve kilómetros. El Mesías es rechazado desde el principio por su propio pueblo, anunciando lo que ocurrirá años más tarde.

Los magos no se extrañan ni desaniman. Emprenden el camino, y la reapari­ción de la estrella los llena de alegría. Llegan a la casa, rinden homenaje y ofrecen sus dones. Estos regalos se han interpretado desde antiguo de manera simbólica: realeza (oro), divinidad (incienso), sepultura (mirra). Es probable que Mt piense sólo en ofrendas de gran valor dentro del antiguo Oriente. Un sueño impide que caigan en la trampa de Herodes.

Los Reyes magos no son los padres, somos nosotros

A alguno quizá le resulte una interpretación muy racionalista del episodio y puede sentirse como el niño que se entera de que los reyes magos no existen. Podemos sentir pena, pero hay que aceptar la realidad. De todos modos, quien lo desee puede interpretar el relato históricamente, con la condición de que no pierda de vista el sentido teológico de Mt. Desde el primer momento, el Mesías fue rechazado por gran parte de su pueblo y aceptado por los paganos. La comunidad no debe extrañarse de que las autoridades judías la sigan rechazando, mientras los paganos se convierten.

La mitificación de la estrella

La estrella ha atraído siempre la atención, y sigue ocupando un puesto capital en nuestros naci­mientos. Mt, al principio, la presenta de forma muy sencilla, cuando los magos afirman: “hemos visto salir su estrella”. Sin embargo, ya en el siglo II, el Protoevangelio de Santiago la aumenta de tamaño y de capacidad lumínica: “Hemos visto la estrella de un resplandor tan vivo en medio de todos los astros que eclipsaba a todos hasta el punto de dejarlos invisibles”. Y el Libro armenio de la infancia dice que acompañó a los magos durante los nueve meses del viaje.

En tiempos modernos incluso se ha intentado explicarla por la conjunción de dos astros (Júpiter y Saturno, ocurrida tres veces en 7/6 a.C.), o la aparición de un cometa (detectado por los astrónomos chinos en 5/4 a.C.). Esto es absurdo e ingenuo. Basta advertir lo que hace la estrella. Se deja ver en oriente, y reaparece a la salida de Jerusalén hasta pararse encima de donde está el niño. Puesta a guiarlos, ¿por qué no lo hace todo el camino, como dice el Libro armenio de la infancia? ¿Y cómo va a pararse una estre­lla encima de una cuna? Para Dios «nada hay imposible», pero dentro de ciertos límites.

El número y nombre de los magos

En el Libro armenio de la infancia (de finales del siglo IV) se dice: “Al punto, un ángel del Señor se fue apresurada­mente al país de los persas a avisar a los reyes magos para que fueran a adorar al niño recién nacido. Y éstos, después de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el momento en que la Virgen daba a luz… Y los reyes magos eran tres hermanos: el primero Melkon (Melchor), que reinó sobre los persas; el segundo, Baltasar, que reinó sobre los indios, y el tercero, Gaspar, que tuvo en posesión los países de los árabes”. Para Mt, el dato esencial es que no son judíos, sino extranjeros.

Según Justino proceden de Arabia. Luego se impone Persia. En cuanto al número, la iglesia siria habla de doce.

El contraste entre la primera lectura y el evangelio

La liturgia parece ver en el relato de los magos el cumplimiento de lo anunciado en el libro de Isaías (Is 60,1-6).

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;

la gloria del Señor amanece sobre ti!

Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos,

pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti.

Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora.

Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti;

tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.

Entonces lo verás, radiante de alegría;

tu corazón se asombrará, se ensanchará,

cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar

y te traigan las riquezas de los pueblos.

Te inundará una multitud de camellos,

de dromedarios de Madián y de Efá.

Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,

y proclamando las alabanzas del Señor.

Sin embargo, la relación es de contraste. En Isaías, la protagonista es Jerusalén, la gloria de Dios resplandece sobre ella y los pueblos paganos le traen a sus hijos, los judíos desterrados, la inundan con sus riquezas, su incienso y su oro. En el evangelio, Jerusalén no es la protagonista; la gloria de Dios, el Mesías, se revela en Belén, y es a ella adonde terminan encaminándose los magos. Jerusalén es simple lugar de paso, y lugar de residencia de la oposición al Mesías: de Herodes, que desea matarlo, y de los escribas y sacerdotes, que se desinteresan de él.

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Dios se manifiesta siempre, pero desde dentro.

Sábado, 6 de enero de 2018
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1_epifaniaMt 2, 1-12

Esta fiesta es la más antigua que se conoce. Fue la única fiesta de Navidad que se celebró en toda la Iglesia, hasta que en Occidente se empezó a celebrar el 25 de Diciembre la Natividad. La palabra “Epifanía” significa en griego “manifestación”, sobre todo la aparición de la primera claridad de la mañana, antes de que aparezca el sol. Siguió celebrándose la fiesta de Epifanía, pero con otros significados. Durante mucho tiempo se celebraban en ella tres “epifanías”: la adoración de los Magos, el bautismo de Jesús y las bodas de Caná. El 6 de Enero se celebraba en Roma el triple triunfo de Augusto César.

Empezábamos el tiempo de Navidad con un relato del evangelista Lucas que hablaba de pastores, ángeles y el niño en el pesebre. Hoy terminamos con otro relato no menos fantástico de Mt, sobre unos magos que vienen a adorar a Jesús. En esta “historia” está recogida la tradición del AT y la experiencia de los primeros cristianos. Se intenta expresar una cristología ya avanzada. Debemos recordar que el título de Rey no se le dio a Jesús hasta después de su muerte. También debemos tener presente que los tres títulos que en el relato se sobreentienden (Rey, Hijo de Dios y Mesías) se implican unos en otros.

La apertura de los primeros cristianos a los paganos fue un salto cualitativo en la manera que tenía el pueblo judío de interpretar sus relaciones con Dios. Este cambio de perspectiva no se llevó a cabo sin traumas dentro de la primera comunidad. Los escritos del NT dejan bien claro que solo se consiguió después de muchas discusiones y mucha reflexión. No nos debe extrañar esta dificultad. Los judíos se consideraban el pueblo elegido. Creían sinceramente que Dios había hecho por ellos prodigios que no había hecho con ningún otro pueblo. Todavía nos cuesta mucho a nosotros aceptar que Dios no puede tener privilegios con ninguna persona ni con ningún pueblo ni con ninguna religión.

Esta universalidad del mensaje es el tema de las tres lecturas e incluso del salmo de la liturgia de hoy. Desde distintos ángulos, todas nos hablan de una novedad en la relación de Dios con los hombres. Dios se manifiesta siempre a todos, aunque solo le descubre el que le busca. La originalidad de la experiencia religiosa del pueblo judío, no la puso Dios sino la peculiar manera de ser de este pueblo, capaz de interpretar los acontecimientos de la vida como manifestación del amor de Dios hacia ellos. En realidad, Dios no puede hacer por uno lo que no hace por otro. Dios es AMOR absoluto y total. En Él, el amor es su esencia, no una cualidad, que podría tener o no tener, como pasa en nosotros.

Dios constantemente se está manifestan­do en su creación, para todo aquel que está atento. Esa atención no se refiere a los sentidos sino al ser. Muchas veces os he dicho que Dios no actúa desde fuera como las causas segundas, sino desde el ser de cada criatura y acomodándose a la manera de ser de cada una; por lo tanto, será inútil todo intento de percibir esas acciones con nuestros sentidos. Para descubrir esas manifestaciones de Dios  hay que desplegar una muy especial atención, dirigida al centro de nuestro propio ser.

El relato de los Magos va en esta dirección. Ellos descubrie­ron la estrella, porque se dedicaban a escudriñar el cielo; fueron capaces de levantar los ojos de la tierra… Ellos a pesar de estar lejos vieron la estrella; la inmensa mayoría de los que estaban alrededor del recién nacido, ni se enteraron. Nuestra religiosidad no consigue su objetivo, porque nos empeñamos en encontrar a Dios donde no está. Porque nos empeñamos en descubrir, no al verdadero Dios, sino al ídolo que nos hemos fabricado.

Dios no está en los fenómenos que percibimos por los sentidos. Mejor dicho, Dios está en todos los fenómenos, aunque no de una manera especial en los que nosotros percibimos como maravillosos. Nosotros nos empeñamos en descubrirlo solo en lo extraordina­rio, pero la verdad es que Dios se manifiesta exactamente igual en los acontecimientos más sencillos y cotidianos. Hay que aprender a descubrir esa presencia. En la fragancia de una flor, en un amanecer, en la sonrisa de un niño, en el sufrimiento de un enfermo, etc.

La experiencia de todos los místicos les llevó a concluir que Dios es siempre el escondido, el ausente. S. Juan de la Cruz: “A donde te escondiste, Amado y me dejaste con gemido. Como el ciervo huiste, habiéndome herido. Salí tras ti clamando y eres ido.” Y el místico sufí persa Edwin Rumi dice: Calla mi labio carnal. Habla en mi interior la calma, voz sonora de mi alma, que es el alma de otra Alma eterna y universal. ¿Dónde tu rostro reposa, Alma que a mi alma da vida? Nacen sin cesar las cosas, mil y mil veces ansiosas de ver Tu faz escondida. También dice Pascal: Toda religión que no predique un Dios escondido, es falsa. De Dios nunca se podrá decir está aquí o está allí, es esto o es lo otro. Y cuando lo hacemos, fallamos estrepitosamente.

Me preocupa que los católicos estemos convencidos de que no hay nada que aprender sobre Dios, porque ya lo sabemos todo. Sea en cuanto a las verdades, sea en cuanto a las normas morales, sea en cuanto a las celebraciones litúrgicas, el hecho de que no haya capacidad de innovación, es la mejor prueba de que estamos en una religión sin vivencia, es decir en una religión muerta. Dios se manifiesta siempre como novedad. Si encontramos dos veces el mismo dios, estamos relacionándonos con un ídolo.

Ya hemos dicho que la clave de esta celebración es la universalidad del mensaje. En Navidad veíamos a Dios encarnado. Hoy celebramos a Dios manifestado. La manifestación de Dios es universal, en cuanto al tiempo y en cuanto a espacio; es decir, se está siempre manifestando y se manifiesta en todo lo creado. Esto no lo hemos asumido del todo los cristianos. Seguimos creyéndonos unos privilegiados porque conocemos a Jesús. Seguimos lamentando la situación de los que no creen en él, porque los pobrecitos no podrán participar de su salvación. Es verdad que desde el Vaticano II, hemos avanzado mucho en esta materia, pero no hemos dado el paso definitivo.

Hoy debíamos tener ya muy claro que Jesús no vino a fundar una religión frente a la religión judía; ni una Iglesia frente a otras Iglesias. Jesús predicó el Reino de Dios. Jesús nos trajo un evangelio (buena noticia) para todas las religiones, para todas las Iglesias, para todos los pueblos, para todos y cada uno de los seres humanos. Nuestra religión, como todas las demás, tiene que estar abierta a la buena noticia de Jesús. No debemos dar por supuesto que somos portadores de esa buena noticia; mucho menos que somos los únicos depositarios de ella.

Es curioso que el término “católica” que significa universal, haya terminado significando solamente una parte de los seguidores de Jesús. Claro que el término universal se puede entender de dos maneras. Universal porque todos pertenezcan a ella (así lo hemos entendido siempre). Universal por el objetivo de nuestra preocupación y nuestra entrega. Para mí, este segundo aspecto sería mucho más evangélico que el primero. Que el objeto de la preocupación, del cariño; en una palabra, del amor, fueran todos los seres humanos sin excepción. Si no tenemos claro lo segundo, es que no hemos entendido el evangelio.

El relato era completamente verosímil en aquel tiempo. Todos, incluidos los más ilustrados, creían que el nacimiento de grandes personajes estaba precedido de fenómenos astrológicos. La aparición de una nueva estrella era el más común. El hecho de que fuera verosímil no quiere decir que el relato sea histórico. Los cristianos tenían motivos para apoyarse en tales relatos, una vez que estaban convencidos del significado de Cristo a todos los niveles.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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“Epifanía: Atención a la luz”, por Rogelio Cárdenas.

Sábado, 6 de enero de 2018
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1106DiosesluzAun habiendo estrenado el año con la colectiva expectativa de que las cosas sean mejores, en todos los sentidos, persisten muchas situaciones que oscurecen y ensombrecen la vida de mucha gente. Como cada año, no faltan las profecías fatalistas, que ennegrecen el panorama. En medio de eso, celebramos una fiesta que, más allá de las tradiciones populares, embellece la etapa final del tiempo de Navidad y nos ofrece pistas sugerentes para la vuelta paulatina a la vida cotidiana en la luz.

Tenemos en todas partes vestigios de oscuridad. Millones de personas en el mundo, sobreviven como pueden, entre el acecho y la amenaza. La violencia cobra cada día más víctimas, y padecemos las consecuencias de la avaricia y el egocentrismo crispado. Constatamos además lo que sucede cuando las ideologías se crispan, y los narcisismos gobiernan. Sobran razones para la incertidumbre y el pesimismo.

El punto de partida de la fiesta de la Epifanía es la luz de Dios, que se manifiesta en medio de la densa oscuridad. El primer elemento es la luz del astro que llamó la atención de los magos de Oriente. Dios expresa su amor incondicional, poderoso en todo, que nos ofrece luz que orienta nuestros pasos, y nos llena de inmensa alegría. La luz de Dios mueve a seguir andando, buscando el reinado de paz para todo el mundo, sin darnos por vencidos. Por más densa que sea la oscuridad, hay luz.

No quepa duda alguna: Dios manifiesta su gloria, que resplandece en medio de la oscuridad; pero es preciso que pongamos atención, pero necesitamos poner atención, y fijarnos bien, y buscar, y adorar y ofrecer; para sentir inmensa alegría. ¿De qué serviría la luz si no nos percatáramos de ella? Vivamos mirando, pero no de manera descuidada, sino poniendo atención. Vivir lo más atentamente posible, reconociendo lo que en realidad está sucediendo, y lo que ante ello pensamos y sentimos.

Caminar atentamente, sí, pero en actitud de búsqueda. Porque mirar y escuchar, entre tantos destellos deslumbrantes que saturan los caminos, puede ser muy complicado. Buscar a Dios nos da rumbo, nos orienta y da sentido al camino, para no rendirnos. No tiene sentido andar por andar, hay que saber por qué y para qué, o para quién caminamos. Buscamos a Dios en el camino. Vivamos poniendo atención, sí, pero ejercitando la capacidad de captar la presencia divina en cada circunstancia.

Iniciemos el año proponiéndonos vivir con atención y buscando a Dios; a ejemplo de los magos de Oriente, que buscaban al Rey.  No confundamos vivir en búsqueda, con vivir en ansiedad; no confundir la sana esperanza, con la enfermiza expectativa. Busquemos a Dios; aprendiendo a agradecer y celebrar. Busquemos primero, no el propio confort; sino el reinado de Dios, tal como nos enseñó Jesús, y ayudándonos unos a otros a buscar lo que en realidad necesitamos, nos da luz y paz.

Otra pista sugerente para iniciar el año, en la escena evangélica de los magos de Oriente, es cuando, al encontrarse con Jesús y su familia, aquellos sabios, reconociendo en esa pequeña humanidad, la más hermosa manifestación de la divinidad, se postraron y le adoraron. Adorar en este tiempo, tan de narcisismos, no es fácil. Mucha gente idolatra su imagen, inflada de elogios y mesianismos, o maquillada con causas aparentemente razonables. Vivir sin adorar, a nadie más que a Él, nos libera y llena de inmensa alegría.

Nos gusta, sin duda, no solamente idolatrar, sino ser el centro. Que nos regalen, presos de la compulsión obsesiva de retener, acumular, negociar o recibir reconocimiento. De los magos de Oriente que, adorando a Dios, abren sus cofres y ofrecen los tesoros que han llevado consigo a Jesús, aprendemos otra importante actitud: Ofrecer. Cuando ponemos atención en Dios, podemos abrir nuestros cofres y ofrecer; no sólo lo que tengamos, sino quienes seamos. Del miedo a perder, que difícilmente nos libera del propio ego, sanamos dándonos gratuitamente, generosamente, humildemente.

Así que, al iniciar el año, no nos dejemos vencer por el miedo y la oscuridad y, poniendo atención a la luz divina que se manifiesta, caminemos buscando y ofreciendo, para sentir inmensa alegría…

¡Atención, mucha atención en Epifanía!

Miremos con atención, para percatarnos de la Luz.

Dejémonos conmover con la alegría que sólo puede venir de Dios.

Adorémosle con cariño y gratitud, y ofrezcámonos como don a los demás.

Hoy Dios se está manifestando en nuestra vida…

Recibamos con gratitud, los regalos que nutren nuestra vida.

Recuperemos la capacidad de encontrar y dejarnos guiar por la luz.

Recordemos la alegría que viene de encontrarnos y contemplar a Jesús.

Regalemos, no sólo cosas, sino lo mejor de nosotros mismos a los demás…

Rogelio Cárdenas, msps

Fuente Fe Adulta

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Cuando nace un niño, se enciende una estrella

Sábado, 6 de enero de 2018
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estrella_belenDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. OSCURIDAD Y NOCHES EN LA VIDA.

Hoy en día no andamos muy lejos de lo que hemos escuchado al profeta Isaías en la primera lectura: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos.

Y no es menos cierto que también vivimos en lo que anunciaba Isaías: sobre ti amanecerá el Señor, que es lo que hemos celebrado, estamos
celebrando estos días de Navidad y Epifanía.

Sigamos el consejo de Juan XXIII y no seamos “profetas de calamidades”, pero no es menos cierto que es densa la noche cultural, política, económico-consumista, eclesiástica (si no fuese por la brecha hacia la luz que abre el papa Francisco), que nos embarga.

02. CUANDO NACE UN NIÑO, SE ENCIENDE UNA ESTRELLA.

Tal vez el relato de los magos y la estrella tenga sus raíces en la hermosa tradición judía que dice: cuando un niño nace, se “enciende” una estrella en el cielo. Por eso en el cielo hay tantas estrellas. Cuando nace un niño se enciende una luz, un mundo de posibilidades, un universo personal en el ámbito de la comunidad humana.

Sigamos en el mundo poético y pensemos que cuando Jesús nació, una gran luz, una estrella se nos ha aparecido el cielo. (Quizás habríamos de tener una sensibilidad más poética a la hora de escuchar el EVANGELIO, los evangelios).

tumblr_o15rzkf2ys1qfcut3o1_128003. ¿ADÁN, DÓNDE ESTÁS? ¿DÓNDE ESTÁ EL REY DE LOS JUDÍOS?

Los Magos preguntan a Herodes: ¿Dónde está el Rey de los judíos?

Tras el mal uso de la libertad del ser humano (pecado), lo primero que Dios le pregunta es ¿Adán dónde estás? (Gn 3,9).

Es evidente de que no se trata de una pregunta “geográfica”.

La pregunta “¿dónde estás?”,” ¿dónde está?” no es una pregunta banal.,

En la Biblia aparece con alguna frecuencia

o Tras el mal uso de la libertad, Dios le pregunta a Adán ¿Dónde estás?, (Gn 3,9).

o Cuando Caín mata a Abel, Dios le pregunta ¿Dónde está tu hermano? (Gn 4,9).

o Job en su desgracia se encara con Dios con una pregunta semejante a la del evangelio de los Magos: ¿dónde está Dios?, (Job 20,7)

o Job se pregunta: ¿dónde estará el hombre a su muerte? (Job 17,15)

o Ojalá si pudiera saber dónde hallar a Dios (Job 23,3 / 35,1)

o María Magdalena vuelve desconcertada del sepulcro de Jesús al grupo de discípulos y les dice: se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto, (Jn 20,2).

¿Dónde estoy yo? ¿Dónde me encuentro en la vida?, ¿dónde está Dios? son cuestiones de hondo calado en las que se ventila el sentido de una existencia realizadora y serena

A veces hemos de pararnos, como los magos, en la vida, para pensar y siempre preguntar-nos, también como los magos: ¿dónde estoy? ¿En qué momento de la vida me encuentro? Cada cual con nuestras situaciones, PROBLEMAS, CAMINOS, DESORIENTACIONES en la vida.

El “dónde” del ser humano es Dios.

04. MAGOS DE ORIENTE: MOMENTO ECLESIAL.

Los Magos, no eran judíos, sino gente pagana y extranjera; pero han visto salir la luz en la noche de la vida.

Pero Herodes, la institución, no sabe dónde tenía que nacer la luz, el mesías. “Los sabios y entendidos” (el poder) lo saben todo, pero no creen en nada. Conocen la verdad, pero están lejos de ella, no la aman. Los amigos de Job conocían la doctrina respecto de la escatología, y la repiten como “charlatanes de feria”, pero no dan un paso “siguiendo la estrella” en búsqueda de la verdad y la esperanza.

Es lo que suele ocurrir en la Iglesia. En el Obispado, en los ámbitos de poder. Ya Cristo bendecía a Dios porque has escondido estas cosas a los inteligentes y poderosos de este mundo y se las has revelado a la gente sencilla

Quienes ven la luz, la estrella son unos extranjeros. Son los paganos quienes buscan y encuentran la luz.

Este relato de Mateo, escrito para cristianos de cultura judía, le tuvo que sentar muy mal al mundo judío, porque son los paganos, extranjeros los ven la luz. Dios no es patrimonio exclusivo de un lugar o de una nación. Dios se da a todos, sean de la nación que sean, Rm 2,11).

Lo estamos viendo ahora mismo con lo que le está ocurriendo al papa Francisco. Los sabios y entendidos, la curia, etc. son los que se oponen a la luz, a la estrella, a una Iglesia más evangélica como quiere seguir Francisco. Sin embargo, los sencillos, los marginados son los que caminan con el momento eclesial de Francisco. (Sínodo, iglesia sinodal significa caminara juntos como Abrahán, como el éxodo, como los Magos, los dos de Emaús, etc…).

fcf5d57e040d7eed0863aa41d0e89c66-stained-glass-panels-stained-glass-patterns05. LOS MAGOS VIENEN DE ORIENTE.

Sigamos leyendo y pensando estas cosas poéticamente.

Los Magos vienen de ORIENTE, -de donde nace el sol- y caminan hacia la luz. Están ORIENTADOS. Oriente es donde nace el sol, la luz. Los Magos siguen la luz, siguen la estela de la estrella. Aman y, por ello, buscan la verdad.
Las palabras tienen significados que, con el uso y el tiempo, pueden quedar olvidados o gastados. En castellano decimos: “ORIENTAR”, “estoy DESORIENTADO”, etc. Oriente significa donde nace la luz. La desorientación es la pérdida del sentido, del camino.

La vida nos puede ser favorable o menos, podemos atravesar por noches oscuras y valles de tinieblas, pero como antiguamente Abraham y los Magos, si miramos la estrella, viviremos ORIENTADOS, quizás sufrientes, pero ORIENTADOS

Decía San Agustín que “El alma (el ánima) está más presente donde ama (en el “lugar”, en la persona que ama) que en el cuerpo que la anima”. (San Agustín). La luz está más presente en la estrella del cielo y en quien la mira con nostalgia que en Jerusalén y en los entendidos. Abraham miró las estrellas y creyó.

06. EPIFANÍA ES ABRIR CAMINOS:

Epifanía es buscar y caminar hacia la luz:

01. DIÁLOGO INTERCRISTIANO. Muchas cosas hemos de repensar los cristianos y las iglesias, pero no desde el poder (Herodes), sino desde la Luz.

02. DIÁLOGO INTERRELIGIOSO: la globalización y el mismo concepto de revelación nos ha de llevar a pensar que Dios también ha hablado a otros pueblos y culturas. La estrella está y sale en el cielo (Dios) para todos, no para unos pocos.

03. PENSAMIENTO INTRACATÓLICO: La revelación, la estrella, están en el flujo de la historia de la Iglesia, los creyentes, las comunidades cristianas hemos de procurar hacer nuestra esa luz para que ilumine cada situación humana y eclesial. No está dicho todo, no está todo formulado definitivamente, caminante no hay camino, se hace camino al andar…

04. Abrir caminos en la VIDA SOCIO-POLÍTICA, en la pacificación de los pueblos, incluido el nuestro. No todo está dicho ni hecho: ser cristiano –y humano- es saber ver o cuando menos buscar la luz –salidas- en las diversas situaciones y problemas.

05. MIGRACIONES. Por muy diversas circunstancias estamos viviendo una gran movilidad de gentes: migraciones desde todas y a todas las partes del mundo. Siempre se han producido movimientos migratorios: desde la época bíblica, las migraciones del norte de Europa hacia el sur, los movimientos de Asia hacia Europa, la deportación de negros africanos a América, migraciones de nuestro propio pueblo a América por motivos de trabajo (pastores, pelotaris) o por motivos políticos (guerra civil española). No está lejana la gran emigración interna dentro de España de los años 40´, después en los años 50-60 a Europa, así como la emigración del sur al norte de Europa allá por los años 60.

Por otra parte, hoy en día vivimos en una gran movilidad: cualquier chaval puede hacer un Erasmus en Hamburgo o en Inglaterra. La movilidad por motivos profesionales, de estudios o simplemente de vacaciones, vivimos en una gran movilidad. Ante las migraciones podemos seguir los caminos de Herodes, que en gran medida son los nuestros cuando no los acogemos, o les hacemos un contrato basura, o les despreciamos porque son de otro color o no tienen nuestros modos de vivir. (Mostrad, pues, amor al extranjero, porque vosotros fuisteis extranjeros en la tierra de Egipto. Dt 10,19).

07. EL SUEÑO: LOS MAGOS SE VUELVEN A SU CASA POR OTRO CAMINO.

Los magos, como José, son sensibles y reciben el mensaje de Dios en sueños. Le oyen, le escuchan.

Los Magos se vuelven a su casa por otro camino. Y no cambian de camino para evitar a Herodes, sino porque han encontrado el camino, Yo soy el camino, la verdad, la vida (Jn 14,6).

Jesús, la luz, no está en los caminos y pretensiones de Herodes (y hay mucho Herodes y faraones sueltos por la historia), sino en el débil y acostado en un pesebre.

Herodes fue un rey, pero todos llevamos un Herodes dentro de nosotros mismos, podemos tener temores de que nos quiten nuestra cota de poder.

Cuando uno escucha a Dios se da cuenta de que los caminos de Herodes: del poder, del anquilosamiento producen muerte (inocentes).

Como los magos, levántate y volvamos a casa por otro camino.

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Adoración ante lo bello…

Jueves, 4 de enero de 2018
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Del blog Nova Bella:

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Venid a ver el rostro de Dios

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…abierto sobre el silencio de la tierra. Bello hasta cansar mi corazón, Dios mío.

rembrandt

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No sabemos qué hacer con un momento epifánico
Adam Zagajewsky

Este instante….
en el que toda la belleza del mundo
queda atrapada en un verso

ahora mismo
en lo cotidiano
en lo invisible

te manifiestas
aquí
apareces

para que te adore
para que te entregue
una vez más
la vida
que tú me entregas
en tu carne débil
recién nacida
desapercibida
estremecida de humanidad
gloriosa en su pobreza
sencilla
humilde
silenciosa
derrocada
en la cruz
en la cruz de tantos
semejantes nuestros
que sufren

asombro
admiración
epifanía

Epifanía

me llamas
a contemplarte en el misterio

alumbras mi vida
en medio de la noche
en la oscuridad más oscura
del sinsentido
en el vacío
de tu plenitud ofrecida
en esta carne débil
recién nacida
del vientre de María

así
aquí
te adoro
abatido por tu amor.

*

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Asombro

Miércoles, 18 de enero de 2017
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Del blog Nova Bella:

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Asómbrate para ser humano

El ser humano ha sido moldeado por la capacidad de asombro ante la naturaleza, ante la vida, ante las demás; una capacidad de asombro que les ayuda a descubrir la realidad como algo maravilloso, extraño y admirable. “La gente debe de sentir que el mundo natural es importante y valioso, hermoso y maravilloso, asombroso y placentero.” (David Attenborough).

*

Asómbrate como los niños y aliméntate de su capacidad de asombro. Ellos conservan esa infinita capacidad de asombro ante la realidad que descubren y nada les parece irrebatible. Su mente se halla abierta al mundo y hasta la realidad más simple es un motivo de sorpresa. ¡Viven asombrándose! Por eso, “un maestro  debe caminar con asombro, como si estuviera sorprendido de ser él mismo.” (WalterBagehot).

*

Asómbrate para orar

Déjate sorprender. Así sabrás lo que es oración. “En el asombro hay siempre un elemento positivo de plegaria”.(Gilbert K. Chesterton).

Porque “el asombro es la base de la adoración”. (Thomas Carlyle).

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