Arquidiócesis de México afirma que “El cuerpo humano no está diseñado para la relación homosexual”
Andanada de odio contra el matrimonio igualitario de la Iglesia mexicana: “el ano del hombre no está diseñado para recibir, solo para expeler”
La Iglesia católica en México se opone al matrimonio igualitario porque considera que esta unión conlleva “daños a la salud espiritual, sicológica y física”, señaló en el semanario Desde la Fe la Arquidiócesis Primada de México.
La Iglesia católica mexicana rabia de odio contra el matrimonio igualitario, cuya prohibición es considerada inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que diversos estados del país han legalizado ya. Pero no ha sido hasta que el presidente Felipe Peña Nieto anunció en mayo su intención de promover la reforma tanto de la Constitución mexicana como del Código Civil federal para asegurar su plena vigencia en todo el territorio mexicano que la Iglesia católica ha elevado el tono hasta un nivel que roza lo repulsivo. Buen ejemplo de ello es el artículo publicado este domingo por Desde la Fe, publicación semanal dependiente de la arquidiócesis de México, que ataca el matrimonio igualitario con argumentos del tipo de “el cuerpo humano no está diseñado para la relación homosexual” .
En el segundo texto, de cinco partes, publicado este domingo en el semanario Desde la Fe, apunta que “el cuerpo humano no está diseñado para la relación homosexual”.
Cita el informe del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH y sida, de 2013, del que destaca que los hombres que tienen sexo con otros hombres “son los principales propagadores de enfermedades de transmisión sexual”.
“Se convierte en un problema de salud público porque una parte importante de personas homosexuales reconoce tener adicción al sexo, e inclinación hacia un estilo de vida promiscuo”, apunta el texto.
Resalta que, “la Iglesia no odia a los homosexuales, los ama y sufre si ellos sufren, por eso se opone al matrimonio igualitario, porque quienes participan en este tipo de unión tienen una altísima probabilidad de sufrir daños enumerados anteriormente”, concluye.
Reproducimos a continuación el artículo. Estómagos delicados abstenerse:
Es muy común que cuando un niño sale por primera vez al kínder o a la escuela, su mamá lo llene de recomendaciones (que si hace frío no se quite el sweater, que si hace calor no se asolee; que coma lo que le preparó y no lo intercambie por comida ‘chatarra’, que no beba agua de la llave, que si un compañerito estornuda, no se le acerque), todas nacidas de su corazón amoroso de madre, que no quiere que su hijito se enferme.
Y no importa si sus consejos son o no bien recibidos, ella los hace de todos modos.
Así pasa con la Iglesia. Ella, como Madre, se preocupa por todos sus hijos, quiere que estén lo mejor posible, y si percibe que corren algún riesgo, se los advierte.
Es el caso del llamado ‘matrimonio igualitario’.
La Iglesia se opone porque no quiere que nadie sufra los daños que este tipo de unión suele provocar: daños a la salud espiritual, psicológica y física.
Consideremos en este número el daño a la salud física.
El cuerpo humano no está diseñado para la relación homosexual.
La mujer tiene una cavidad especialmente preparada para la relación sexual, que se lubrica para facilitar la penetración, resiste la fricción, segrega sustancias que protegen al cuerpo femenino de posibles infecciones presentes en el semen.
En cambio, el ano del hombre no está diseñado para recibir, solo para expeler. Su membrana es delicada, se desgarra con facilidad y carece de protección contra agentes externos que pudieran infectarlo. El miembro que penetra el ano lo lastima severamente pudiendo causar sangrados e infecciones.
También en el sexo lésbico puede haber contagio de enfermedades de transmisión sexual, así como daños por la penetración de objetos que sustituyen el miembro masculino.
Según informe del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA, emitido hace dos años, los hombres que tienen sexo con otros hombres son los principales propagadores de enfermedades de transmisión sexual.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) reportaron que en 2010, “los hombres que tienen sexo con hombres sumaron el 78 por ciento de nuevas infecciones de VIH entre los hombres y el 63 por ciento de todas las nuevas infecciones”.
Más del 50 por ciento de las personas con atracción al mismo sexo que sostienen relaciones sexuales contraerán algún tipo de enfermedad de transmisión sexual: VIH, herpes, papiloma humano, sífilis, gonorrea, etc.
Se convierte en un problema de salud pública porque una parte importantes de personas homosexuales reconoce tener adicción al sexo, e inclinación hacia un estilo de vida promiscuo.
Aun sabiendo esto, la Iglesia insiste como pedía san Pablo, a tiempo y a destiempo, en que la continencia es la única solución.
Y cabe añadir, que así como sucede cuando el niño al que su mamá hizo recomendaciones, no las sigue y se enferma, que ella no lo rechaza sino lo atiende amorosamente, también la Iglesia Católica dedica su amoroso cuidado maternal a los homosexuales que enferman por tener relaciones sexuales.
Por ejemplo, cuando surgieron los primeros enfermos de SIDA y nadie se les quería acercar, no los ayudaron quienes aplaudían su estilo de vida, ni los que critican a la Iglesia por oponerse al uso del condón (del que se sabe que deja pasar virus microscópicos así que realmente no ofrece segura protección), los ayudó la Iglesia Católica, que les abrió las puertas en sus centros de salud atendidos por religiosas y un caritativo personal, que les dio atención digna hasta el final. Hasta hoy en día la Iglesia Católica es la institución que más hace por los enfermos de SIDA a nivel mundial.
La Iglesia no odia a los homosexuales, los ama, y sufre si ellos sufren, por eso se opone el ‘matrimonio igualitario’, porque quienes participan en este tipo de unión tienen una altísima probabilidad de sufrir los daños enumerados anteriormente.
Ataques al presidente, a la Suprema Corte de Justicia y al poder político
Este vergonzoso artículo, de hecho, no es el único en el que la publicación de la arquidiócesis de México carga este domingo contra el matrimonio igualitario. En su editorial, por ejemplo, dirige toda una andanada de críticas contra Peña Nieto, a quien acusa, entre otras cosas, de “conceder prestaciones y compensaciones multimillonarias a once ministros del Poder Judicial [en referencia a la Corte Suprema de Justicia] apoltronados y envueltos en carísimas togas de seda de más de medio millón de pesos, que encubren su pragmatismo y favoritismo por ideologías que dinamitan instituciones del Derecho, vulnerando preciadísimos valores sociales como el Matrimonio entre un hombre y una mujer, la protección de la familia o el respeto a la vida de los niños en el seno materno”.
Se da la circunstancia de que una semana antes el editorial también había versado sobre el matrimonio igualitario. Entonces la arquidiócesis de México cargaba contra los poderes ejecutivo y legislativo de Morelos del estado de Morelos, uno de los estados que el pasado mayo aprobaba también el matrimonio igualitario, aunque la ley no ha entrado en vigor hasta el 5 de julio, después de que la ratificase la mayoría de las municipalidades del estado (el cambio implicaba una reforma constitucional). “La decadencia política y legislativa de Morelos es, por un lado, el reflejo de lo que la izquierda sufre y padece a nivel nacional; la otra cara de la moneda es el repudio de la mayoría ante iniciativas impopulares, como también lo es la presentada por el Presidente de la República a nivel federal sobre uniones homosexuales. Es lamentable cómo se quiere ver a la ciudadanía, como si fuera menor de edad, dándole la espalda, negando su derecho de consulta y opinión. Es la izquierda hipócrita y convenenciera que, en los hechos, traiciona lo que dice defender”, aseguraba el editorial, que llamaba a los electores a “reprobar a los gobiernos traidores de la soberanía popular”.
Al frente de la ofensiva, el cardenal Norberto Rivera
Al frente de la arquidiócesis de México se sitúa Norberto Rivera, cardenal primado de México, conocido opositor a los derechos LGTB y un personaje especialmente siniestro. Fue acusado en su momento de encubrir varios casos de abusos sexuales a menores por parte del sacerdote Nicolás Aguilar, además de haber sido uno de los grandes protectores de Marcel Maciel (el fundador de los Legionarios de Cristo, otro personaje despreciable, ya fallecido, acusado también de múltiples abusos sexuales). Y ahora ha desatado una auténtica campaña de odio contra la comunidad LGTB que dista mucho de la supuesta voluntad del papa Francisco de que la Iglesia se disculpe por el daño causado… Por no hablar del acoso y derribo contra el presidente Peña Nieto simplemente por su voluntad de querer ser fiel al orden constitucional en materia de igualdad y no discriminación.
¿Lucha soterrada en la Iglesia mexicana?
Cabe tener en cuenta, en cualquier caso, que en el seno de la Iglesia mexicana también se libra una batalla soterrada entre sus sectores conservador, del que Rivera es máximo representante, y progresista, que cuenta por ejemplo entre sus filas con el obispo de Saltillo, José Raúl Vera, que siempre ha mostrado una especial sensibilidad hacia la realidad LGTB (hace un par de años recogíamos su mediático bautizo a la hija de una pareja de mujeres) y que en la visita que Francisco realizó hace pocos meses a México mostró una especial complicidad con el pontífice.
Francisco, de hecho, acaba de nombrar un nuevo nuncio en México, Franco Coppola, cuya misión, según aseguraba el diario El País, es lidiar “con los sectores más inmovilistas del episcopado de México” y “dar un nuevo impulso a la regeneración de la conservadora Iglesia mexicana”. No lo tiene fácil, desde luego…
Fuente Agencias/Cáscara Amarga/Dosmanzanas
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