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El universo y nosotros

Lunes, 19 de abril de 2021
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Del blog Pays de Zabulon:

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Nuestros cuerpos son parte del cosmos. . .

. . . Estamos hechos de su materia – su agua, su carbono, sus electrones, protones y neutrones. Tenemos masa y experimentamos inercia. La electricidad dentro de nuestras fibras nerviosas, por ejemplo, es parte de la electricidad del cosmos. Los átomos de nuestro cuerpo, como los de las sustancias que estudian los químicos, se mantienen unidos por enlaces. El núcleo de cada uno de nuestros átomos, y también de los que se encuentran en materiales distintos de nosotros, se mantiene unido por misteriosas fuerzas nucleares. El aliento de nuestra vida depende de la atmósfera que nos proporcione átomos de oxígeno. Sin embargo, no somos dueños de nuestros átomos. Los tomamos prestados para usarlos a lo largo de nuestras vidas y los entregamos al morir.

Our Bodies Are Part of the Cosmos . . .

. . . We are made of its matter – its water, its carbon, its electrons, protons, and neutrons. We have mass and we experience inertia. The electricity within our nerve fibers, for example, is part of the electricity of the cosmos. The atoms in our bodies, like those in the substances that chemists study, are held together by bondings. The core of each of our atoms, and also of those in materials apart from ourselves, is held together by mysterious nuclear forces. The breath of our life depends on the atmosphere that provide us with oxygen atoms. Yet we do not own our atoms. We borrow them to use throughout our lives and surrender them at death.

– Henry A. Garon, The Cosmic Mystique, Orbis Books, 2006, p. 29
citado por The Wild Reed

Pero entonces, ¿nuestra alma, nuestras energías, nuestro ser también?

La Biblia nos dice que Dios sondea los riñones y los corazones. Sin embargo, no son los órganos corporales los que se designan (aunque Dios puede  preocuparse por nuestra salud física) sino más bien lo que los habita: las energías vitales y las intenciones, en el sentido de dirección de la vida. Los riñones son concebidos como la sede de la energía vital, y especialmente de la potencia sexual, pero no sólo. El corazón es concebido como el centro del ser, donde residen a la vez, tanto las emociones como la voluntad. El Antiguo Testamento no distingue entre corazón y cabeza como lo hacemos hoy. Para él, todo es uno, es lo mismo.

Cuando Jesús es resucitado, ¿qué es resucitado?
¿Qué es lo que está vivo?

Y yo, cuando resucite,
¿Qué es lo que resucitará

¿Tomo prestado del universo y lo devuelvo?
¿Es que cruzo el universo
y recupero mi integridad
después de estar un tiempo encerrado
en la materia?

Donde esta la vida

¿Qué es la vida?

No lo sabemos.
No completamente.

Y el acontecimiento de Pascua
viene a alimentar positivamente
todas estas preguntas.

Los amigos de Jesús dicen que lo han visto resucitado,
aunque les cuesta reconocerlo.

Hay, sin embargo, este impulso,
esta fuerza  de vida.
Que los despierta, que los confirma, que los arrastra.

Experiencia pascual.
Paso de Pascua.

*

***

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“Materia, energía, información”, por Enrique Martínez Lozano.

Sábado, 9 de diciembre de 2017
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imagesPara el materialismo vulgar, del que ha adolecido en exceso la ciencia e incluso la cultura en general en Occidente, todo es materia. Por tanto, solo existe aquello que se puede medir y pesar.

No deja de ser curioso que tal afirmación se siga sosteniendo todavía, a pesar de los nuevos datos que la propia ciencia ha aportado: desde Einstein (1879-1955) sabemos que la materia, en último término, es energía, según queda reflejado en su famosísima ecuación E = mc2 (donde “E” significa energía; “m”, masa; y “c”, velocidad de la luz (300.000 kms/seg). Según tal ecuación, lo que llamamos “materia” no es sino “energía condensada”, lo cual sucede en determinadas condiciones. Por tanto, lo que aparentemente percibimos como irreductiblemente sólido y consistente no es, en realidad, sino energía.

Pero no es solo eso: la física cuántica, en su tarea de desentrañar la estructura del átomo –considerado hasta hace solo un siglo como el “ladrillo básico” o pieza última de la realidad material-, ha descubierto que eso que nos parece tan compacto es, en realidad, un gran vacío. (Para hacernos una idea: si el núcleo de un átomo midiera 1 cm de diámetro, los electrones de ese mismo átomo orbitarían a 1 km de distancia).

A la vez, esa misma física afirma que, por debajo de la materia y la energía, hay un “hervidero” de actividad subatómica. Es el “campo cuántico”, hecho de ondas de información, cuyas variaciones provocan una “fluctuación cuántica”, la cual permite la creación y la aniquilación constante de partículas y antipartículas.

La ciencia actual ha comprobado que el vacío, en sí mismo, es vibración, de donde brotan todas las formas. Un equipo de científicos liderados por Peter Higgs, tras rigurosas investigaciones –que le valdrían al propio Higgs el Premio Nobel de Física en 2013-, llegó a una conclusión notablemente sorprendente: lo que afecta a lo real no es propiamente el vacío, sino la vibración del vacío. Y a esta vibración la llamaron bosón: este genera un campo –bosón y campo de Higgs- que, afectando a todo el espacio, otorga a las partículas elementales la propiedad que llamamos masa. La “masa”, que percibimos a través de los sentidos, existe sencillamente gracias a la vibración del vacío, como fuente, origen y matriz de todo lo manifestado. Ese es el motivo por el que “algunos físicos piensan que la nada es el verdadero bloque básico de construcción de la materia”[i].

Parece, por tanto, que tampoco todo acaba en la energía. Por “debajo” de ella operan “ondas de información” en campos cuánticos (electromagnético, gravitatorio…) que están hechos de información, es decir, de consciencia. Un campo cuántico es fuerza invisible en movimiento -en último término, información- que moldea la materia.

No resulta fácil definir qué es la consciencia, pero apunta a “un saber que sabe”, inteligencia creativa, código de instrucciones… Lo que regiría todo el proceso sería justamente eso, la consciencia que, en forma de “manual de instrucciones”, posibilita y explica el despliegue de la infinidad de formas que llegan a nuestros sentidos. Se entiende, así, que algún biólogo se haya atrevido a afirmar que una célula es, en rigor, “memoria envuelta en una membrana”, lo que significa reconocer que la materia (la célula) es en sí misma información, es decir, consciencia. La “in-formación” no es otra cosa que códigos que dirigen las formas (dan forma, “in-forman”), consciencia, saber que sabe, inteligencia creativa…

Dicho de otro modo: las formas que percibimos son el producto de un “código de instrucciones” que se halla en el origen de las mismas. En realidad, ¿no es eso mismo el ADN?… “El ADN –escribe Alejandro Martínez Gallardo- es fundamentalmente un programa (bio)informático que ha logrado replicarse con éxito —una especie chip cósmico o libro orgánico (¿el “axis mundi” de la galaxia?)— y la forma más efectiva de transmitir información de la cual tenemos conocimiento es el entrelazamiento cuántico” [ii].

La ciencia no sabe cuál es la “pieza” última de la que está hecho el universo. Más aún, es la misma ciencia la que asegura que apenas podemos percibir un 4 ó 5% de la realidad que sabemos que existe. Si esto es así, ¿cómo no dejar nuestra mente en suspenso en lugar de asumir conclusiones siempre precipitadas y, por ello mismo, erróneas? ¿Quién se atrevería a reducir la totalidad de lo real a ese ínfimo 4 ó 5% que nuestros sentidos son capaces de percibir?

La ciencia nos ayuda a deshacer nuestras creencias equivocadas, entre ellas, la que reduce lo real a lo material. Por su parte, los sabios nos recuerdan una y otra vez que no necesitamos conocer todas esas respuestas para empezar a vivir lo que ya somos, Eso que queda cuando se silencia la mente. Y lo que descubrimos entonces es que, admirablemente, Eso es consciencia.

Enrique Martínez Lozano

Boletín Semanal

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[i] M. TALBOT, Misticismo y física moderna, Kairós, Barcelona 1986, p.80.

[ii] A. MARTÍNEZ GALLARDO, Entrelazamiento cuántico o “efecto de Dios”: el pegamento entre el espíritu y la materia, en: http://pijamasurf.com/2012/01/entrelazamiento-cuantico-el-pegamento-entre-el-espiritu-y-la-materia/

 Vía Fe Adulta

Espiritualidad , ,

La segunda vez.

Sábado, 12 de julio de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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 Un día, cuando hayamos dominado los vientos, las olas, las mareas y la gravedad,

nosotros aprovecharemos la energía del amor.

Entonces, por segunda vez en la historia del mundo, el hombre habrá descubierto el fuego.

*

Pierre Teilhard de Chardin

(Extracto de “El lugar del hombre en la naturaleza“)
***

Nota

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