La carta contra el hambre
JEAN ZIEGLER, CARLOS PEREDA, MIGUEL ÁNGEL DE PRADA, BENJAMÍN FORCANO, JOSÉ RAMÓN GONZÁLEZ PARADA, XABIER PIKAZA, NURIA ROSADO, FERNANDO GONZÁLEZ (GONZO), MARGARITA SÁENZ, ROSA MORO, IGNACIO DUQUE y EVARISTO VILLAR, evaristo.villar@gmail.com
MADRID.
ECLESALIA, 10/07/15 .- Por más que se la quiera ocultar como palabra maldita, prohibida en el lenguaje políticamente correcto, el hambre es una incómoda realidad que nos interpela cada día. Junto a la guerra, la peste y vecina de la muerte, el hambre vuelve a cabalgar con todo su poder destructor, como los cuatro jinetes del Apocalipsis, sobre los azarosos comienzos del siglo xxi.
Y no es fácil librarse de esta plaga. Porque, entre otras poderosas razones, en una sociedad secularizada como la nuestra, ya no disponemos del fácil concurso de una veleidosa y vengativa divinidad que descarga toda su ira sobre la perversión y egoísmo de los humanos. Las causas reales del hambre, hoy como ayer, se encuentran más a ras de tierra. Y la solución también: es cuestión de repartir con justicia y solidaridad.
Pero, bien miradas las cosas, lo cierto es que, mientras sigamos asistiendo impasibles a la muerte de la democracia en aras de un sistema del capital injusto y despiadado, estaremos asumiendo el empobrecimiento de millones de personas, y, como consecuencia, el hambre.
Contra la sorpresa y posterior silenciamiento de la FAO –no hablamos del mal llamado Tercer Mundo– el hambre ya ha rebasado los poderosos muros de la UE. Madrid, Atenas y Lisboa se han convertido hoy día en capitales de la pobreza en Europa. Y España, según el último informe de Eurostat, es, después de Letonia, el país con mayor desigualdad en el reparto de la renta.
Y lo que resulta más preocupante de una sociedad, que se considera desarrollada y moderna, es que ésta se permita desentenderse institucionalmente del grito de esta injusticia y que vuelque todo el peso de la responsabilidad sobre la espalda de instituciones privadas, filantrópicas y/o religiosas. Desde Éxodo denunciamos esta práctica irresponsable porque consideramos que no es justo ni razonable reservar al voluntariado y a la caridad lo que se debe hacer por derecho.
No deja de ser significativo, a este propósito, que una de las primeras urgencias a que han tenido que atender las nuevas administraciones locales, surgidas del 24 M en España, haya sido, junto a la paralización de los desahucios, la atención a los comedores escolares y al reparto de alimentos en los barrios precarizados. Solo en la Comunidad de Madrid, según la última Encuesta de Condiciones de Vida, se cuentan más de 330.000 personas bajo el umbral de la pobreza severa.
La Carta contra el Hambre, en cuya gestación y difusión ha estado implicada esta revista desde el principio (ver páginas interiores) ha cosechado no solo el apoyo de múltiples instituciones privadas de ámbito local y estatal, sino que ha conseguido también el compromiso por escrito de la práctica totalidad de los nuevos administradores locales en orden a erradicar esta lacra que a toda la sociedad nos humilla. Desde la Plataforma de la Carta contra el Hambre vamos a seguir vigilando para que estos compromisos escritos empiecen a ser, desde ya, una realidad
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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