Del blog de Xabier Pikaza:
Dom 17. Tiempo ordinario. Mt 13, 44-52. Este evangelio ha recogido dos parábolas fulgurantes de Jesús: Una del tesoro, otra de la perla (13, 44-46). Ellas nos sitúan ante una experiencia desencadenante de vida, ante la sorpresa de Dios, y así exponen y ponen en marcha el camino del Reino.
Pero el mismo gran Mateo ha tenido miedo de ellas y por eso ha querido “domarlas”, añadiendo una “honesta” alegoría que habla de peces buenos y malos (13, 47-50), en la línea del mejor moralismo sensato, propio de “buenos” rabinos y escribas. No ha sido capaz de “soportar” el brillo de las dos breves parábolas, y así añade este “buen razonamiento”, para gente sensata y moralista, con miedo al evangelio.
Finalmente, un comentarista posterior (quizá el mismo Mateo) ha introducido aquí la enseñanza sobre el “buen escriba”, que junta y matiza lo nuevo con lo antiguo (13, 51-52), en contra de Mc 2, 21-22. Este hombre de iglesia tiene miedo de Jesús y de alguna forma “camufla” su enseñanza (como se ha hecho desde el buen Mateo, hasta el Magisterio de hoy, 2014.)
Tenemos miedo a las parábolas:
— Nos asusta el tesoro, la perla ¿Qué hacemos? Preferimos la vulgar mediocridad.
— Nos da miedo el riesgo: No queremos vender todo para vivir de/con el tesoro.
— No creemos y por eso las camuflamos y las embellecemos para no cumplirlas…
Esta es nuestra situación, éste el sentido del comentario que sigue:
Damos muchas gracias a ese escriba (a esta iglesia)que administra el gran arcón de los recuerdos y riquezas de la Iglesia. Le agradecemos también su alegoría (peces buenos y malos)…, pues sirve de aviso para mareantes. Pero no podemos seguirle sin más, sino que debemos volver a las parábolas originarias de Jesús. Eso deseo a todos mis lectores, si siguen entrando en el texto. Buen fin de semana a todos.
(He desarrollado el tema en La Historia de Jesús, VD, Estalla 2013)
TEXTO ENTERO: MT 13, 44-52
Parábola 1. En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo (Mt 13, 44).
Parábola 2. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra (Mt 13, 45-46).
Alegoría. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes (Mt 13, 47-50).
Aplicación final. ¿Entendéis bien todo esto?” Ellos le contestaron: “Sí.” Él les dijo: “Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.
JESÚS. DOS PARÁBOLAS
‒ En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
‒ El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
A los pobres de Galilea les hablaba Jesús de un inmenso tesoro escondido en el campo de su vida, de una perla preciosa, de más valor que todo lo que ellos podían imaginar. Hablaba Jesús a los pobres, que nada tenían, y les ofrece un tesoro una perla más preciosa.
Entendido así, el Reino de Dios no es pobreza, ni es sacrificio, sino la más alta riqueza, mayor que todos los tesoros de los reyes y que todos los diamantes de los comerciantes. Hay algo mayor, es un don, algo que todos pueden encontrar y adquiriri. Ellos que no tienen nada pueden encontrar y encuentran (reciben por Jesús) el Tesoro del Reino, la Perla del Rey
Estas dos parábolas (tesoro, perla) nos sitúan ante la máxima riqueza; pero ellas exigen, el mismo tiempo, el mayor desprendimiento: hay que dejarlo (venderlo), jugárselo todo para alcanzar el tesoro, para obtener la perla. Estas parábolas no pueden entenderse en sentido moralista, pues rompen la lógica del mundo:
‒ ¿Es justo engañar al dueño del campo, no decirlo que tiene un tesoro y comprarla la tierra?
‒ ¿Es razonable venderlo todo para comprar la perla…? ¿De qué vivirá la familia del comerciante en perlas si se arruina al comprar la perla más valiosa.
El evangelio no responde a esas ni a otras preguntas que hagamos, sino que nos invita a romper las redes de un puro pensamiento instrumental, centrado en el negocio… para soñar en lo más alto, para pensar en lo más hondo, para comprometernos a descubrir y cultivar nuestro tesoro, la perla de la vida.
EVANGELISTA, HOMBRE DE IGLESIA (MT 13, 47-50). UNA MORAL DE JUICIO
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
El Reino se parece a una red… No es ya una parábola, es una alegoría, que nos sitúa ante un tipo de moral ordinaria de juicio, según la cual Dios condena a los flacos (los peces pequeños, expulsados de nuevo) y salva a los “gordos y ricos”, en una línea de justicia conmutativa… Dios recibe en su reino a los “peces gordos”…, Dios vuelve a echar al mar a los peces flacos y malos…
Ciertamente, en un sentido, esa moral de la justicia es buena, responde a la división de los hombres (peces buenos, peces malos; obras buenas, obras malas…). Pero, en sí misma, esa alegoría no responde al mensaje de Jesús que viene a salvar precisamente a los pecadores y excluidos, como puso de relieve Pablo. Ésta es una advertencia moral de la Iglesia posterior, no una parábola de Jesús, que ha venido a salvar precisamente a los “peces flacos”.
Ciertamente, esta alegoría tiene cierto valor… pues nos invita a descubrir lo que somos, para transformarnos y así convertirnos en peces buenos… Pero es una alegoría de prudencia “humana”, no de enseñanza salvadora de Jesús, que se expresa en las dos parábolas anteriores paradójicas y sorprendentes (del tesoro y de la perla). Pero esa separación no se puede hacer en este mundo, como sabía la parábola de la cizaña. Además, las redes de Dios son distintas a las redes de este mundo… y Jesús ha muerto para salvar a todos.
APLICACIÓN FINAL, UNA “BUENA TEOLOGÍA”: EL BUEN ESCRIBA
¿Entendéis bien todo esto?” Ellos le contestaron: “Sí.” Él les dijo: “Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.
Jesús pregunta a sus discípulos si entienden…. y luego se presenta como un “escriba sabio” que mezcla lo antiguo y lo nuevo… El mensaje de Israel y las palabras de Jesús… Ese escriba bueno y sabio que mezcla lo antiguo y lo nuevo está actuando en la elección de los textos anteriores, y en su vinculación.
Mt 13, 44-45 es mensaje nuevo, es parábola de Jesús, es don de Dios que se ofrece a todos, como perla, como tesoro… Ahí está hablando Jesús. Mt 13, 47-50 forma parte del discurso moral y apocalíptico del judaísmo del tiempo de Jesús. En sentido escrito no es evangelio (va en contra del mensaje de Jesús). Pero el buen maestro (el buen escriba) tiene que recuperar también eso e integrarlo en el mensaje de Jesús…
Esta aplicación recoge la función y tarea del buen evangelista (es decir, de Mateo), que recoge las parábolas de Jesús (tesoro, perla) y las vincula con la enseñanza moral judía del juicio (con los peces gordos y los flacos, con los buenos y los malos…). Marcos es un hombre de “arcón”, alguien que saca de su “despensa” pensamientos nuevos de Jesús y pensamientos y alegorías anteriores del judaísmo.
Mateo lo quiere ser infiel a Jesús, pero tiene que vincular el fulgor de sus parábolas con un tipo de ley judía (que se expresa en la alegoría anterior), para que así el “buen judaísmo” (de los peces gordos, religiosos) pueda entrar en la novedad de las parábolas de Jesús.
Desde nuestra perspectiva, podemos dejar a un lado la alegoría (peces grandes y pequeños), lo mismo que la enseñanza final del escriba (que guarda en su arcón cosas nuevas y viejas) para volver a las parábolas de Jesús.
PARÁBOLAS DE JESÚS, MÁS ALLÁ DE LA LÓGICA
Las parábolas son relatos breves, de carácter figurado, que despliegan el sentido de la realidad desde una perspectiva imprevista, rompiendo el orden normal del pensamiento discursivo. Así aparecen en muchos pueblos y culturas, donde se vinculan con los enigmas y los cuentos, los koan y las paradojas, los poemas breves y las adivinanzas, los apólogos y las alegorías y otras composiciones de la literatura oral más que de la escrita. Leer más…
Biblia, Espiritualidad
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