Una tienda en San Petersburgo prohíbe la entrada a homosexuales
El nuevo supermercado ecológico “El pan y la sal” coloca en la entrada un cartel en el que dice que se prohíbe la entrada a homosexuales
Es el primero de una cadena propiedad de un excéntrico millonario ruso, muy nacionalista y ultra ortodoxo
En la ciudad rusa de San Petersburgo acaba de abrir la primera tienda de El pan y la sal, un supermercado de productos ecológicos que pretende expandirse con al menos 15 locales más y una cafetería. Hasta aquí todo perfecto, muy hipster y muy cuqui. El problema es que es también una tienda que prohíbe expresamente la entrada a homosexuales. Tal como han informado varios medios rusos y como se puede ver en las fotografías que han hecho los primeros visitantes del local, en la entrada se puede ver un cartel en el que se puede leer que está “prohibida la entrada a pederastas”. Ya sabéis que en el imaginario homófobo más rancio y extremista las dos palabras son sinónimas y al parecer en Rusia es una forma habitual de insultar a los homosexuales.
El propietario de esta nueva cadena es German Sterligov, un personaje muy conocido en Rusia porque se convirtió oficialmente en el primer millonario del país después de la caída de la URSS. También es conocido por su carácter excéntrico, porque es un ecologista convencido (debe ser lo único bueno que tiene), ultra nacionalista y un fanático ortodoxo (y no tengáis ninguna duda que ahí está la explicación de su homofobia militante)
La fiesta de inauguración del local fue todo un acto político en el que, entre otras cosas, Sterligov habló de la necesidad de que los campesinos rusos cobren precios justos por su trabajo. Aparentemente eso justifica los precios altísimos de su tienda, como 750 rublos (unos 12 euros) por una hogaza de pan. Según él, que reconoce que su tienda no es para todo el mundo, los empleados tienen instrucciones de rechazar sin miramientos a los clientes que protesten si algo les parece caro, aunque en las cajas hay un cartel en el que dice que “a nadie se le niega un bollo de pan de 250 g, por el amor de Dios”. A nadie, menos a los homosexuales, se entiende, ya estamos muy acostumbrados a que caridad cristiana solo se pueda aplicar a quien sea buen colega de los fanáticos.
Es realmente grave que con el clima de homofobia institucionalizada que ya hay en Rusia de por sí, y que mientras en la República de Chechenia dicen barbaridades cada vez mayores que preocupan a todo el mundo menos al gobierno de Moscú, se le permita a un negocio una discriminación tan clara que nos recuerda a los carteles en los que se podía leer “En este negocio los judios no son bienvenidos” de la Alemania nazi. Por desgracia, ya nos podemos imaginar que si a alguien se le ocurre plantear una demanda por discriminación contra este supermercado la respuesta de las autoridades rusas será… alguna tontería sobre la libertad de expresión o sobre el derecho de admisión, como mucho.
Fuente | Instinct Magazine, vía EstoyBailando
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