Emily Dickinson: “Historia de una pasión”.
Genial artículo que nos acerca a esta inmensa poeta…
Cynthia Nixon como Emily Dickinson.
Tras tan bobalicón y trillado título se esconde una película hermosa, dura y precisa como un láser, que corta con el frío de una noche de invierno y es contundente cual casco de la pata de un caballo. Eso sí, solo para fans. Este tipo de cine va a aburrir a las vacas del blockbuster. Por tema y por forma esta película es un rara avis que exige mucho del espectador, que le pone a prueba todo el tiempo, que no le da respiro y que, aunque por tema está alejadísima, formalmente funciona como una película gore bestia y sangrienta. Ríete tú del sobrevalorado Michael Haneke ese de los huevos.
Pero, ¿quién era Emily Dickinson? Pues era una poeta (que no, que ya no se dice nunca poetisa; antigua, que eres una antigua) estadounidense que vivió entre los años 1830-1886. Hija de una buenísima familia de Massachusetts, fue criada a la inglesa. Era dueña de una extraordianria sensibilidad para la poesía y la literatura siendo, al mismo tiempo, una persona solitaria, de carácter vehemente, que jamás se casó ni tuvo relaciones sexuales y que nunca salió de su comunidad. A la muerte de su padre se recluyó en su casa, se vistió de blanco, no volvió a salir durante los veinte años siguientes y los muchachos del barrio le llamaban loca.
Emily, a pesar de ser de familia millonaria y católica, fue educada con libertad y tuvo unos padres, hermana y hermano permisivos, cultos, con ideas avanzadas; por ejemplo, abogaban por la erradicación de la esclavitud. Sin embargo, Emily iba más allá: creía que la mujer debía de tener los mismos derechos que los hombres, que una chica no tenía que casarse para tener una vida digna o que la religión no era la respuesta para nada. Eso chocaba, sin embargo, con algunas ideas rancias propias de su linaje y de su clase: creía en el príncipe azul, no soportaba la idea de mantener relaciones sexuales, desaprobaba el adulterio o veía bien ser una “mantenida” por su familia.
Lo anterior es un gran acierto del director, Terence Davies (Deep Blue Sea, Sunset Song), esto es, no hacer una hagiografía del personaje sino mostrar también sus fallos y contradicciones. Además, Davies aprovecha para hacer un repaso por el modo de vida de los estadounidenses ricos del noreste americano, sus formas, sus maneras, sus movimientos… hasta cómo hablaban. Un filme hecho a la antigua. Esos planos, silencios, puesta en escena son más propios de un melodrama clásico de la RKO que de una película del siglo XXI.
Y es fascinante comprobar todo ello no como si estuvieras ante una pantalla de cine sino como si lo vivieras en tus propias carnes. No sé, es difícil de explicar. Hay que sentirlo.
La Dickinson está considerada hoy una de las diez más grandes poetas en la historia de la literatura de Estados Unidos (nos referimos tanto a poetas masculinos como femeninos, se entiende) y, sin embargo, esta mujer hermética tan solo publicó algunos poemas en un periódico local, anónimamente y siendo mutilados por el editor del diario. Y todo gracias a que su amado padre metió mano para que se editaran. En aquella época, el que una mujer escribiera y publicara estaba en contra de la moral y de las buenas costumbres y solo el tesón de Emily, y la mediación de su progenitor, hicieron que en vida pudiera ver, aun en esas condiciones, algo de su trabajo publicado. Todo ello se narra en la película más como muestra desnuda de lo que fueron esos sucesos que como denuncia de la situación de la mujer de la alta sociedad en aquella época, tratadas más como niñas que como seres adultos con entidad propia. Y es otro acierto del director, no tomar partido sino enseñarnos cómo fue la vida en esa mitad del siglo XIX en aquellas circunstancias.
La película, sin embargo, y a pasar de su desnudez y mostrarnos cosas a las claras, no ahorra escenas de emoción auténtica, verdadera: como cuando cada miembro de la familia se hace un retrato fotográfico; las veces en que la voz de la actriz principal, Cynthia Nixon, recita, en off poemas de Emily o cuando se pone música, con voz, a una de sus poesías. Son momentos de gran cine, del de toda la vida, de los que te aprisionan el corazón y te hacen tener un nudo en la garganta.
La auténtica Emily Dickinson en un daguerrotipo de época.
Destacar las briosas interpretaciones de Cynthia Nixon (Sexo en N.Y.), como la Dickinson; Jennifer Ehle, en el papel de su hermana Vinnie y el gran Keith Carradine haciendo de padre de familia. Otro acierto del director es el mostrar tipos físicos como los de hace ciento cincuenta años, con gestos y movimientos que hoy nos parecerían forzados, como de muñeca de cera y, además, no ahorra en enseñarnos los rostros como seguramente fueron, con algún diente de menos, arrugas, verrugas muy notorias… También hemos de hacer honor a una buena música magistralmente bien empleada y administrada; se oye poca música incidental, pero en momentos clave. Igualmente, mencionar la corta participación de Emma Bell, encarnando a Emily de joven, cuya luminosa y etérea interpretación encandila al respetable los diez primeros minutos del metraje.
Lo dicho, un film alucinante y rompedor, con un ritmo al que no estamos acostumbrados y una manera de hacer las cosas completamente fuera de serie y de lo que se hace actualmente. Todo un tour de force para corazones valientes y amantes de las emociones fuertes.
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FICHA.
A quiet passion. A QUIET PASSION. (Reino Unido, 2016).
DIRECCIÓN: Terence Davies.
REPARTO: Cynthia Nixon, Jennifer Ehle, Emma Bell, Keith Carradine, Duncan Duff.
Fuente Estoy Bailando
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