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La fábula

Sábado, 6 de julio de 2024
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Georges Rouault, Jesús con sus discípulos

         Afortunadamente, hay una ‘fábula’ que es siempre verdadera, y lo sigue siendo cada día. Una ‘fábula’ vivida por alguien o por algo que, en general, no tiene nombre ni vistosidad, y se propone al libro de la vida desde su escondite lleno de sol. A veces es descubierta y contada por periódicos y libros, aunque es más frecuente que siga siendo desconocida por la publicidad, atareada en temas que no son en absoluto fabulosos.

        La encuentran, como una gracia, los que buscan la luz: o bien porque tienen la mirada iluminada o bien porque sienten la desesperación del vacío. La ‘fábula’ cotidiana confirma en la paz a los primeros y lleva a la paz a los segundos. Es la maravilla que Dios mantiene en la tierra, donde son muchos los que trabajan para que sea cada vez menos maravillosa, aunque su maravilla acaba por imponerse siempre, sin escenarios ni estrépito, en la naturaleza y entre los hombres.

        La llamamos ‘fábula’ de manera inapropiada, dado que es verdadera, aunque le conviene este nombre porque no parece verdadera, por lo mucho que se ha vuelto excepcional y obsoleta, cuando debía ser casi normal por el hecho de que todo hombre está llamado a ser y a obrar, y por el hecho de que está difundida por todas partes en la naturaleza. La ‘fábula’ se llama don, amor, unidad. Se cuenta en las casas de los pobres que se sienten seńores y en las casas de los ricos que comparten lo que tienen. Se encuentra en el asfalto, donde, junto con los ‘viajeros luctuosos’, va un peregrino de humanísima libertad; y se encuentra también en la estancia donde sonríe la enfermedad como sobreabundancia de vida. Se lee en el vuelo de las mariposas, en el canto del mirlo, en las conchas de las playas, en el juego de luces de un abetal de montańa. Verla y sentirla, tan difundida en su escondite, hace pensar que el ‘invierno’ de la vida diaria no es, de verdad, la estación dominante.

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G. Agresti,

Fresas sobre el asfalto, 

Milán 1987, pp. 165-166

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P. James Keenan: La Iglesia necesita una teología donde la sexualidad sea un regalo, no una maldición

Viernes, 9 de febrero de 2024
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IMG_2675James Keenan, SJ

La tradición de la ética sexual no nos llevó a la grandeza sino a la negatividad y las minucias, escribe el P. James Keenan, S.J. un destacado especialista en ética católica. En el National Catholic Reporter, Keenan rastrea el desarrollo histórico de la ética sexual católica, mostrando cómo se ha vuelto cada vez más restrictiva y negativa con el tiempo, un análisis con claras implicaciones para las cuestiones LGBTQ+.

La perspectiva histórica de Keenan refuta las afirmaciones conservadoras sobre la “consistencia” de la enseñanza de la iglesia que condena la actividad sexual no heteronormativa. El sacerdote, profesor del Boston College, describe en su ensayo cómo “una serie de adiciones bastante negativas se fueron añadiendo unas a otras hasta que, en el siglo XVII, tenemos básicamente una estimación absolutamente negativa de los deseos sexuales”.

El término pecado contra naturaleza, acuñado en el siglo XI, significaba “usar el miembro para un uso ilegítimo”; dicho más claramente, “que el semen iba a otro lugar que no fuera el ‘recipiente adecuado’ [útero] y al ir a otro lugar el el pecado era ‘antinatural’. Esta idea trazó una línea firme entre el sexo potencialmente procreativo y cualquier otro tipo de actividad sexual. Keenan explica el impacto de esta idea en la trayectoria de la ética sexual:

“Desde Alberto Magno y Tomás de Aquino hasta el siglo XX, los tratados morales distinguían entre pecados sexuales ‘conformes a la naturaleza’ y aquellos ‘contrarios a la naturaleza’. Mientras que los primeros podían incluir la fornicación, el adulterio, el incesto e incluso la violación, en general estos últimos pecados (masturbación solitaria o mutua, anticoncepción, coito anal u oral, bestialidad) se consideraban más graves, tal era la obsesión por la finalidad del semen y el “recipiente adecuado”. más grave que la violación podría hacernos reflexionar sobre el argumento de la coherencia. Y también podría sugerir cuán insuficientemente grave era la violación para los teólogos célibes”.

Tres siglos más tarde, la noción de “mal intrínseco” se apropió de este concepto y se basó en él, afirmando que cualquier acción contra la naturaleza era “absolutamente, siempre incorrecta, independientemente de las circunstancias”. Keenan escribe que con esta medida, Todos los actos sexuales contra la naturaleza ahora fueron clasificados como intrínsecamente malos… Ninguna circunstancia podría mitigar su pecaminosidad”.

Keenan introduce un último término importante, “parvidad de la materia”, que, en el siglo XVIII, las autoridades eclesiásticas utilizaban para consolidar los pecados sexuales en una categoría de condena moral propia. Esta idea fijó la enseñanza de que todos los deseos sexuales y la actividad subsiguiente eran siempre pecado mortal a menos que fuera la acción conyugal de los cónyuges que aseguraban que su ‘acto’ quedaba en sí mismo abierto a la procreación”. La afirmación de que ningún pecado sexual podía ser simplemente venial señalaba a la sexualidad como un pecado particularmente grave. “Es notable que esta posición no se aplicara a ninguno de los otros mandamientos, dice Keenan, señalando el tipo especial de negatividad reservado para el pecado sexual dentro de la tradición moral católica.

Keenan se apresura a reconocer que esta visión negativa de la sexualidad surgió de las experiencias personales (o la falta de ellas) de quienes establecen las reglas: “En su mayor parte, las enseñanzas se derivan de las preocupaciones de los hombres célibes que, mientras persiguen una vida de santidad , encontró que los deseos sexuales eran obstáculos más que ayudas en esa búsqueda. Las primeras condenas de la masturbación, por ejemplo, se aplicaban sólo a monjes y monjas que habían hecho votos de castidad. Sólo siglos después se aplicó esta norma a todos los cristianos, independientemente de su vocación. Keenan resume:

En efecto, así como el monje en el primer milenio buscaba mediante prácticas ascéticas integrarse en cuerpo y alma pero a costa de prescindir de sus propios deseos sexuales, así también, en el segundo milenio […] los teólogos célibes de la iglesia lograron tomar lejos de los laicos cualquier sentido de la legitimidad del amor sexual y cualquier sentido de que esos deseos podrían alguna vez conducir a algo bueno excepto bajo ciertas condiciones muy claras para las relaciones maritales procreadoras”.

Keenan sostiene que mientras la iglesia enfrenta la crisis de abuso sexual del clero y los efectos nocivos de su ética sexual negativa, tiene la responsabilidad de “articular una teología de la ética sexual que vea la sexualidad como un regalo y no una maldición”. Concluye: “De hecho, si algo está claro aquí es que la sabiduría experiencial de los laicos debe participar plenamente en la articulación de estas enseñanzas tan necesarias”.

Se podría agregar que la participación de los laicos LGBTQ+ es particularmente importante en este proceso de reevaluación de las ideas y enseñanzas de la iglesia sobre la ética sexual. De hecho, sólo con la representación de voces LGBTQ+ la iglesia puede esperar generar, en palabras de Keenan, “una ética sexual cristiana, vivificante y orientada al amor, digna de su nombre.

—Ariell Watson Simon (ella), New Ways Ministry, 25 de enero de 2024

Fuente New Ways Ministry

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Echar raíces

Martes, 18 de febrero de 2020
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Entremos en las sencillas y cotidianas realidades del vivir de cada persona. Hay un proyecto, una expectativa, un compromiso: está el deseo de alcanzar cierta posición social, de realizar algunos sueños cultivados largamente en la adolescencia y en la primera juventud; hay un conjunto de ideales que forman casi la plataforma de las opciones más inmediatas. Mirando por todas partes, escuchando todas las voces, dejando que desde dentro de sí irrumpa el grito espontáneo, puede decirse que todo va repitiendo: «¡La vida es tuya!». La vida es la bella invención que cada día brota de la mente y de los sentimientos del hombre, es la hermosa aventura que cada hombre realiza de manera personal, es la incógnita que cada día es descifrada y explotada para nuestra propia felicidad. La vida es tuya. Ahora bien, si miras alrededor, te darás cuenta de que la vida no está para nada en tus manos: no puedes hacer con ella lo que quieras.

        La vida te ha sido dada: no la has pedido tú, no la has programado, no la has diseñado como un proyecto que debes seguir. La vida me ha sido dada para que pueda gozarla de una manera tan plena que agote el proyecto de Dios, de suerte que pueda convertirla en un momento, en un paso, en un elemento palpitante de todo el universo, en un punto importante en el camino de la civilización humana. Desde esta perspectiva, todo hombre tiene ante sí campos ¡limitados de acción, modos inagotables de elección, posibilidades continuas para «inventar su propia vida», para administrar esta inmensa riqueza y hacer de él mismo y de toda la humanidad una aventura nunca acabada y cada vez más fascinante.

        La primera regla para inventar la vida, para dar consistencia y garantía de crecimiento y de solidez a nuestra personalidad, es la de echar raíces. Echar raíces significa adherirse a una realidad concreta, pertenecer a un territorio, a una experiencia, a un contexto: todo eso equivale a reconocer una realidad que nos precede y a declarar de manera positiva nuestro carácter concreto. Equivale a aceptar el ambiente en el que estamos, sentir que pertenecemos a ese pedazo de tierra, a ese segmento de la sociedad, al círculo de personas con las cuales, queramos o no, vivimos: equivale a aceptar como propia la realidad cotidiana.  Echar raíces supone siempre una actitud libre y responsable que compromete a una presencia inteligente e invita a la fantasía a encontrar nuevas posibilidades y nuevas soluciones destinadas a cambiar y mejorar todo lo que encontramos.

*

G. Basadonna,
Inventare la vita,
Milán 31990, pp. 28-42, passim

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Don

Viernes, 24 de enero de 2020
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Del blog Nova bella:

 

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“Siempre la claridad viene del cielo;

es un don”.

*

Claudio Rodriguez

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Don

Viernes, 4 de enero de 2019
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Del blog Nova Bella:

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Todo lo que es valioso en mí,

sin excepción,

viene de fuera de mí,

no como un don,

sino como un préstamo

que debe ser renovado sin pausa.

*

Simone Weil

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Don inmenso

Viernes, 9 de febrero de 2018
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Del blog Nova Bella:

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“El Señor, dice, me ha engrandecido con un don tan inmenso y tan inaudito, que no hay posibilidad de explicarlo con palabras, ni apenas el afecto más profundo del corazón es capaz de comprenderlo; por ello ofrezco todas las fuerzas del alma en acción de gracias, y me dedico con todo mi ser, mis sentidos y mi inteligencia a contemplar con agradecimiento la grandeza de aquel que no tiene fin, ya que mi espíritu se complace en la eterna divinidad de Jesús,”

*

San Beda el venerable

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Mucho me has dado

Lunes, 5 de junio de 2017
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Del blog Nova Bella:

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Mucho me has dado, pero aún te pido más.

No vengo a ti solo por beber el agua,

vengo por el manantial…

no solo por la dádiva del amor,

sino por el amante mismo.

*

Rabindranath Tagore

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“La vida y Dios me premiaron con un hijo gay”

Lunes, 10 de abril de 2017
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sergio-4“A los heterosexuales no nos están cuestionando quién nos atrae o de quién nos enamoramos, entonces por qué nos vamos a sentir con el derecho de hacerlo. Amor es amor”,
Adriana Iannini.

Aprendan, señores obispos y gentes varias de HazteOir y similares… Al contrario que muchos padres que sienten desilusión o rabia cuando se enteran de que tienen un hijo LGBT, para Adriana Iannini esto es un don. No duda de que la relación entre padres e hijos está fundamentada en el amor, un sentimiento que no discrimina.

El domingo 3 de julio de 2016 Adriana Iannini, de 57 años, participó por primera vez en la marcha LGBT de Bogotá. Ella no es lesbiana, gay, bisexual ni trans, pero su único hijo, Sergio Camacho, es homosexual. Y Adriana siempre había querido ir a este evento que para ella es sinónimo de libertad, solidaridad y de “la unión hace la fuerza”.

No había asistido porque su hijo no participaba y a ella le aburría ir sola. Pero este año Sergio celebró su cumpleaños número 30 en esta fiesta de la diversidad. Así que el sábado anterior le preguntó a su mamá “¿te gustaría ir?”. “Que él me dijera que quería ir conmigo fue lo máximo”, recuerda Adriana.

La marcha le gustó más de lo que imaginaba. “Me encantaron las arengas, admiré los cuerpos de muchas mujeres trans y los tambores que invitaban a moverse. Fue un ambiente de fiesta que me gocé al máximo”.

Adriana, psicopedagoga y diseñadora, siempre supo que Sergio era homosexual. “En la adolescencia mucha gente le preguntaba ‘¿y tú novia?’. Y yo decía qué jartera la presión de por qué no tienes novia”, señala Adriana.

Un día Sergio le dijo que quería hablar con ella. “Yo pensaba: no puede ser que perdió el año porque acababa de graduarse. Así que sí alcancé a preguntarme ‘¿será que me va a decir que es gay?’”. El momento llegó y, en medio de un almuerzo, Sergio le dijo lo que ella sospechó. Su respuesta fue un abrazo y las palabras “hoy te amo más que nunca”. “Para mí es un premio ser su mamá”. Así que le dio las gracias no por contarle sino por ser quien es. “Uno de mamá siempre lo sabe. Solo le confirman una información”.

La única preocupación que le surgió era que alguien le fuera a hacer daño a Checho, como le dice a Sergio, miedo que ya superó. “Me acuerdo que alguna vez, antes de eso, él me contó que en el colegio le habían dicho ‘marica’ porque no jugaba fútbol. Yo le respondí que la orientación sexual no depende de si a una persona le gusta o no un deporte. A mí no me gusta y soy heterosexual”, le explicó Adriana.

Después de enterarse de que Sergio era gay, la relación entre ellos se fortaleció aún más. Finalmente Adriana se separó de Eduardo, el papá de Sergio, cuando él tenía 12 años y desde entonces viven juntos con Lorenzo (el gato). Adriana dice que Sergio vive muy ocupado con su trabajo como periodista en Presidencia de la República y con el diplomado que cursa, pero que siempre saca el espacio para decirle que vayan a tomarse algo, a almorzar o a cine.

Para ella, tener un hijo gay es un don. “Yo veo su forma de ser y de trabajar y pienso que si hubiera sido heterosexual no tendría esa sensibilidad tan bonita que lo caracteriza. Habla de las mujeres con un profundo respeto y se siente muy mal cuando escucha casos de violencia contra ellas. La vida y Dios me premiaron con un hijo gay ¿por qué? No sé”.

sergio-2Adriana nunca pasó por los sentimientos de culpa por los que suelen atravesar algunos papás cuando se enteran de que uno de sus hijos es LGBT. Jamás pasaron por su mente frases como “qué habré hecho mal” o “en qué fallé para que mi hijo fuera homosexual”. Adriana no tiene la menor duda de que mucha gente quiere a Sergio porque es un ser de luz. “De qué iba a sentir culpa si ser homosexual no es un defecto ni una enfermedad. Ningún papá se cuestiona por qué su hijo es heterosexual, entonces por qué habría de cuestionarme si es homosexual”. Tampoco pasó por la fase de “es una etapa que se le pasará” o “eso se debe a ser una mamá sobreprotectora”.

De hecho, al poco tiempo de enterarse, le dijo feliz a una amiga “¡Sergio es gay!”. “A mí me pasa algo: si una pareja heterosexual está enamorada, me parece bien, pero si es una pareja del mismo sexo me inspira una ternura infinita”.

Poco después de esa conversación, Sergio empezó a presentarle a sus amigos a quienes ahora ella considera sus hijos. “Ellos saben que pueden ir a la casa cuando quieran. Acá se pueden dar besos, a mí no me importa lo que hagan”. Hace unos días Sergio le mostró que un amigo suyo que vive en Francia se casó con su pareja. “Me parecieron divinos y pensé que el día que Sergio se case, moriré de la emoción y de la ternura”. Aunque hasta ahora, agrega, su hijo solamente ha tenido dos novios. “Él busca una persona con muy buena conversación, un hombre profundo, para él la parte intelectual es muy importante. Yo le digo que cuando tenga novio, no olvide presentarme a mi ‘nuero’”, con quienes siempre se ha llevado muy bien.

Una de las cosas que Adriana más admira de su hijo, es el respeto que siente por las mujeres. Según Sergio, él es así por su mamá, pero ella dice que Sergio llegó así a este mundo.

Adriana se sorprende cuando escucha casos de papás que rechazan a sus hijos por ser quienes son. Por ejemplo, un buen amigo de Sergio del colegio salió del clóset con su mamá y ella lo echó de la casa. “¿Cómo puede hacer eso?”, se pregunta. También sabe de casos de papás que sienten desilusión, tristeza o rabia cuando se enteran de que uno de sus hijos es LGBT. Aquellos que dicen: “esto es terrible”, “su vida va a ser un fracaso” o “va a sufrir”. “No juzgo a esos papás ni me siento lo máximo porque no diferencio entre tener un hijo homosexual, heterosexual o bisexual, pero sí siento que esta es una relación fundamentada en el amor y este es un sentimiento que no discrimina”.

Sabe que detrás de esas ideas de rechazo se oculta una educación tradicional, conservadora y fundamentada en principios religiosos. Justo como la que Adriana recibió, pero que no logró influenciarla.

sergio-5“Yo formo parte de una familia católica, donde me obligaban a ir a misa. Recuerdo que a los 9 años, cuando iba a hacer la primera comunión, me dijeron que fuera a confesar mis pecados. Como yo ni siquiera entendía qué era un pecado, me inventé cualquier cosa”, recuerda Adriana.

En su casa, como en muchas otras, jamás se habló de sexo y mucho menos de homosexualidad. “Eran temas prohibidos. Y en el colegio la educación sexual se limitaba a explicar cuáles eran los órganos genitales masculinos, cuáles los femeninos, cómo se hace un bebé y cómo nace”. Aunque su mamá era una mujer que se fijaba en los apellidos de la gente para ubicar su clase social, Adriana nunca ha sido así. “Por el contrario, mi base es el amor en todos los aspectos de la vida”. Por tanto, nunca le aterró ni se sorprendió cuando sabía que alguien era gay. Siempre ha tenido muy claro que todas las personas son iguales, sin importar la clase social u orientación sexual. “Nunca me pregunto si una persona es o no homosexual”.

Adriana tampoco siguió la tradición católica que le enseñaron en su casa. No cree en los sacerdotes, no va a misa y no tiene una religión. De cada una toma lo que le gusta. “Soy más de filosofías de vida como el budismo y de servir a los demás”. Desde hace varios años, Adriana está dedicada a elaborar mandalas en técnica de vitral, así como móviles y pulseras inspiradas en rosarios budistas hechas con material reciclado (o recuperado, como prefiere llamarlo). “Los elaboro con la intención de tener paz interna y con esta misma intención los entrego”. Y paz interior tiene de sobra.

Fuente Sentiido

Cristianismo (Iglesias), General, Historia LGTBI , , , , ,

Nuestra carne

Sábado, 30 de julio de 2016
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Nuestra carne está hecha para morar en Dios,
para convertirse en templo de Dios.
La carne de Jesús es el templo de Dios.
De este templo
correrán ríos de agua viva
para alimentar, curar, revelar el amor y la compasión.
Nuestra carne,
transfigurada por el Verbo encarnado,
se vuelve un instrumento
para difundir el amor de Dios.
Igual que para María, también para nosotros
la carne de Cristo, su humanidad,
son el medio a través del cual y en el cual
nos encontramos con Dios.
La llamada que hemos recibido no es a dejar la humanidad de Cristo
para ir al encuentro de Dios, que trasciende la carne,
sino a descubrir y a vivir
la carne de Jesús como carne de Dios,
su cuerpo como un sacramento
que da un sentido nuevo a nuestra carne humana,
que nos revela el amor eterno de la Trinidad
donde el Padre y el Hijo, en la unidad del Espíritu Santo,
se aman desde toda la eternidad.
Nuestros cuerpos han sido concebidos en el silencio y en el amor.
Nuestra primera relación, con nuestra madre,
ha sido una relación de comunión,
a través del tacto y de la fragilidad de la carne.
Hemos sido llamados a crecer, a desarrollarnos,
a volvernos competentes
y a luchar por la justicia y por la paz;
pero, en definitiva, todo está destinado a la entrega de nosotros mismos,
al reposo y a la celebración de la comunión.
Todo empieza en la comunión,
todo culmina en la comunión.
Todo empieza en la fiesta de las bodas
y todo se consuma en la fiesta de las bodas,
en la que nos entregamos con amor.

*

Jean Vanier,
Jesús, el don del Amor
[edición catalana: Jesús, el do de l’amor, Editorial Claret, Barcelona 1994].

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Los dones del Espíritu

Viernes, 5 de junio de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

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A todos los “poderosos”, dáles el espíritu de humildad.

A todos los “solitarios”, dáles el espíritu comunitario.

A todos los “tacaños”, dáles el espíritu de generosidad.

A todos los “arrinconados“, dáles el espíritu de apertura.

A todos los “viejos”, dáles el espíritu de juventud.

A todos los “jóvenes”, dáles el espíritu de sabiduría.

A todos los “retorcidos”, dáles el espíritu de rectitud.

A todos los “excluidos”, dáles el espíritu de integración.

A todos los “perdidos“, dáles el espíritu de orientación.

A todos los “presionados”, dáles el espíritu de paciencia.

A todos los “agitados”, dáles el espíritu de sosiego.

A todos los “fanáticos“, dáles el espíritu de tolerancia.

A todos los “despreciados”, dáles el espíritu de amor.

 A mí, que soy a veces arrinconado, retorcido, presionado, perdido, viejo, avaro, fanático …

Dame tu Espíritu, aliento de vida.

*

Bernard Hubler

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Amar es darlo todo y darse uno mismo.

Domingo, 29 de junio de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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Ed Knippers, “El lavatorio de pies” (Cristo y sus discipulos)

Tan pronto como se olvida la  divina pobreza, tan pronto como se deja de ve en Dios el amor que se da, que no  puede sino darse, tan pronto como se deja de vivir este amor dándose, se acabó. Esta luz se desvanece, todo el dogma se convierteb en una fórmula y se materializa, todos los sacramentos se transforman en rito externo, toda la jerarquía se hace una tiranía, toda la Iglesia se convierte en una pérdida de tiempo y un absurdo, toda la Biblia, un tejido de mitos.

*
Maurice Zundel
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Asombro.

Sábado, 26 de abril de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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Desde este día, cada instante de mi vida tomó por mí el sabor de novedad de un don absolutamente inefable. Así he vivido en una estupefacción apasionada y casi perpetua. Llegaba muy rápido a la embriaguez y me complacía en marchar en una suerte de asombro. “

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André Gide, en ” Los alimentos terrestres

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Recordatorio

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