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La mitad de lxs ciudadanxs de Baleares no aprueba las adopciones entre parejas del mismo sexo

Viernes, 31 de marzo de 2017
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FAMILIA-HOMOPARENTAL-1Según un reciente estudio que la Fundación GADESO que ha hecho entre la población de las islas Baleares, la mitad de las personas no aceptan la adopción entre parejas compuestas por personas del mismo sexo.

Por otra parte, en el estudio también se ha preguntado por la aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo. En este apartado, los residentes de las Baleares, aceptan el matrimonio gay en un 64%. Es decir, siguen rechazando en marzo de 2017 el matrimonio igualitario el 36%.

Grados de aceptación de los distintos tipos de familia

La encuesta de la fundación Gadeso es sobre El papel de la familia y los encuestados eran preguntados sobre diversos temas. El papel de la familia,el papel de la administración para la mejora de la familia y la relación con los distintos miembros de las familias y el que nos ocupa: el grado de aceptación de los distintos tipos de familia.

distintos-tipos-de-familia1

El estudio se ha hecho con una muestra de 900 entrevistas, en Marzo de 2017. Y tiene un nivel de confianza del 95,5% y un margen de error máximo de +/-3%. Por lo que diría que es una muestra bastante representativa y un estudio muy reciente -aunque la estadística es eso, estadística-.

Me ha sorprendido bastante. No se si es que peco de naive, o es que no consigo que me entre en la cabeza “desaprobar lo que hacen los demás” -siempre y cuando no hagan daño a nadie-. ¿Porqué tanta gente desaprueba lo que hace su vecino, si no le afecta? ¿No tienen suficiente en preocuparse de sus cosas?

Fuente Fundacion Gadeso, vía AmbienteG

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La Fuerza Aérea de Israel usa a una pareja gay como ejemplo de familia

Sábado, 4 de marzo de 2017
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fuerzas-aereas-israel-gaysLa Fuerza Aérea Israelí ha dado un buen ejemplo en cuanto a respeto y tolerancia se trata. Recientemente fue el Día de la Familia en Israel, y los perfiles de las redes sociales de este colectivo militar se llenaron de una foto más familiar que nunca: la de dos hombres y su perro.

Los protagonistas de la foto son Adir Gabbai y Dean, dos miembros de las Fuerzas Aéreas Israelíes, así que la cosa no se trata de quedar bien buscando una foto random de una pareja gay, sino celebrando que en las Fuerzas Aéreas nadie tiene miedo a salir del armario y a vivir su vida como cualquier otro compañero.

La pareja se acaba de casar, aunque lleva ya 8 años de relación. Se conocieron en la misma unidad de las Fuerzas Aéreas y, junto a otras familias, son un ejemplo de que cada persona tiene el derecho y la obligación a ser feliz con quién quiera. Además de ellos, una pareja heterosexual con dos hijos y una madre soltera con su hija conformaban la galería de fotos del Día de la Familia.

Los mensajes fueron de todos los tipos, pero los más emocionantes fueron los positivos, que acabaron enterrando a los más trolls. Lo importante es quedarnos con el apoyo recibido y con que ayude a crear un ambiente de tolerancia en todos los sectores profesionales.

Fuente Cromosomax

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Acusan de “homófobo” al Ayuntamiento de Almería

Martes, 27 de diciembre de 2016
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ayuntamiento_almeriaColega Almería y Familias por la Diversidad pide amparo al Defensor del Pueblo Andaluz por sentirse excluidos del Consejo Local de Familias por lo que ha calificado de política discriminatoria y homófoba por parte del equipo de gobierno de Almería.
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El colectivo almeriense de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, Colega Almería y la asociación de padres y madres con hijos e hijas LGBT Familias por la Diversidad de Almería, denuncian al equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Almería por su “homofobia”. Le acusan de no contemplar la pluralidad de los modelos familiares en el reciente creado Consejo Local de la Familia.

Según informan en un comunicado, ambos colectivos pedirán amparo a la Oficina del Defensor del Pueblo andaluz.

“El Ayuntamiento actúa de manera discriminatoria al vulnerar el principio de igualdad de todo los modelos familiares entre ellos el que tanto nos ha costado reconocer legalmente como son las familias homoparentales y a los hijos e hijas de ellas, si la reciente constitución del Consejo Local de la Familia, que trata de ser una iniciativa pionera en nuestro municipio nace con la invisibilidad de este tipo de este tipo de modelos familiares, poco fidedigno es con la realidad actual, no obstante pedimos al resto de grupos municipales que pidan y reclamen al equipo de Gobierno municipal que se incluyan a las entidades LGBT, Colega-Almería y Familias por la Diversidad de Almería en el Consejo municipal de la Familia, denuncia Antonio Ferre, presidente de Colega Almería.

“No sabemos el criterio que ha llevado a cabo la concejal del Área Pilar Ortega ya que no hemos recibido invitación ni por vía de correo, teléfono, fax o email, para formar parte del Consejo Local de la Familia, nadie se ha puesto en contacto con nosotros, se ha vetado, se excluido a las familias creadas por el colectivo LGBT, parece mentira que después de 11 años de que somos reconocidos legalmente como familias tengamos que seguir reivindicando nuestro sitio en los distintos foros sociales de la ciudad, por lo cual solicitamos una reunión urgente al Alcalde de Almería para arreglar esta situación de marginalidad y discriminación en la que nos estamos encontrando, dice Antonio Ferre.

Familias por la Diversidad considera que si un foro o Consejo Local de la Familia nace como un órgano de carácter consultivo, informativo y asesor para buscar las medidas necesarias para la protección a las familias y con carácter transversal, “poco o nada puede informar si soslaya a las familias creadas por nuestros familiares”, señala Francisco Ferre, presidente de Familias por la Diversidad de Almería.

Fuente Cáscara Amarga

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Lista de mitos sobre la familia, los hijos y el matrimonio que han sido derribados en Chile

Viernes, 30 de septiembre de 2016
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familia-homoparentalEl Movilh da a conocer el listado, tras informe del Registro Civil sobre las cifras familiares del 2016.

Desde fundado el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), en 1991, diversos sectores sociales y políticos, tanto del Gobierno, como del Congreso Nacional, levantaron una serie de argumentos para oponerse a la ley antidiscriminatoria, la unión civil y el matrimonio igualitario.

El peso de la realidad sociocultural demuestra que dichos argumentos, sustentados en muchas ocasiones en creencias religiosas, son sólo mitos.

Tras las recientes cifras del Registro Civil, el Movilh da a conocer el siguiente listado de mitos que han sido derribados:

1.- El matrimonio tiene por fin por la procreación. Este mito, del cual se abusa para oponerse al matrimonio igualitario, se cae no sólo porque hay parejas heterosexuales infértiles o que no desean tener hijos. También se despedaza porque en el transcurso del 2016, de los 126 mil nacidos, 96 mil lo hicieron fuera del matrimonio, es decir el 73%, la cifra más alta de la historia.

La verdad es que fuera del matrimonio nace la mayor cantidad de niños y muchos casados no tienen hijos. Por tanto, el matrimonio no tiene por fin la procreación, por más que una anticuada ley así lo sostenga.

2.-La unión civil debilita al matrimonio y la familia. Esta fue unas de las principales ideas para oponerse al Acuerdo de Unión Civil (AUC)

Pues bien, resulta que en los últimos cinco años el matrimonio se ha estabilizado y en el transcurso del primer semestre del 2016 las ceremonias celebradas corresponden al 54% del total del 2015

Más aún, el 85% de los nacidos fuera del matrimonio, son reconocidos por ambos padres, lo que demuestra la permanencia del vínculo tradicional familiar.

Así, justo en los meses de entrada en vigencia del AUC, es cuando el matrimonio es estable y la familia tradicional mantiene sus vínculos, por lo que la unión civil lejos de debilitar tales formas de relación, viene a fortalecer otras.

3.- Las parejas heterosexuales no se unirán civilmente. Con este argumento se pretendía crear una ley apartheid, un AUC sólo para homosexuales, y seguir imponiendo al matrimonio como única forma de unión legal a los heterosexuales que no deseaban casarse

De acuerdo al Boletín Informativo 2016 del Registro Civil, el 75% de los que han celebrado el AUC son heterosexuales y el 25% del mismo sexo, con lo que AUC se convierte en una herramienta de gran valor para todas las parejas, sea cual sea su orientación sexual.

Considerando además que el 10% del total de parejas, unidas o no legalmente, serían del mismo sexo, la cifra del 25% con AUC es especialmente alta en el caso de los homosexuales.

4.- El Acuerdo de Unión Civil carece de valor propio, pues es sólo un calmante ante la demanda por el matrimonio igualitario. Esa repetida frase es otro mito, pero proveniente se sectores que se dicen progresistas.

La verdad es que el AUC es una norma que tiene su propio mérito y valor, al margen del matrimonio, y cuya vigencia es necesaria, existiera o no la plena igualdad de derechos para parejas del mismo sexo.

Así como hay parejas heterosexuales que contraen el AUC porque no quieren casarse, tras la aprobación del matrimonio igualitario seguirá uniéndose civilmente un número importante de homosexuales.

La explicación dada recientemente por el actor Jorge Zabaleta, quien contrajo el AUC con su pareja durante 23 años y madre de tres hijos, es bien clara para demostrar el valor propio que tiene el AUC.

“No me gustan los rituales de ningún tipo. Para mí, el matrimonio es como una puesta en escena, la lista en la multitienda incluida. Encuentro que son cosas tan íntimas, que yo tengo un compromiso de compañeros de vida con mi mujer, no con los parientes o los amigos de mis papás. Entiendo a los que les gusta todo eso, pero a mi no”, dijo.

5.- Derribados estos mitos, llamamos a la ciudadanía y autoridades a tener conciencias de los mismos y a respetar al Estado laico, pues similares falsas apreciaciones se siguen repitiendo para oponerse al matrimonio igualitario. El país, ya con la experiencia tras el AUC, debe madurar, y no permitir que las visiones de pocos, basadas en mitos, se impongan en nuestras leyes.

Fuente MOVILH

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Apple retira la escena de una pareja de lesbianas de sus anuncios en ciertos países

Martes, 7 de junio de 2016
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AppleLesbianasA veces nos preguntamos qué hay de ciertas en las iniciativas relativas a la Responsabilidad Social Corporativa de algunas empresas, es decir, si realmente creen en lo que promueven o simplemente pretenden ampliar su mercado y atraer a ciertos sectores de la población. A pesar de contar con un CEO abiertamente homosexual como Tim Cook, Apple ha sido acusada homofobia al retirar las escenas de un anuncio relativas a una familia compuesta por una pareja de mamás lesbianas y sus hijos de las campañas publicitarias de algunos países.

El anuncio “Fotografiado con iPhone” fue lanzado por Apple este mes en muchos países por el día de la Madre, protagonizado por diversas familias. Entre ellas, aparecía la formada por las mamás lesbianas Melanie y Vanessa Roy y sus respectivos retoños. El anuncio original con la parte de familia con mamás homosexuales aparecía en la versión de Estados Unidos, Canadá y Australia, no así en otros países como Turquía, Alemania, Japón o Francia, eso sí, todo lo demás se mantenía exactamente igual.

¿Casualidad o un hecho premeditado? Casualmente, en todos esos países a excepción de Francia, el matrimonio igualitario aun no es legal. En una industria en la que se deja tan poco al azar se echa en falta un poquito más de compromiso en algo más que intentar vender el último dispositivo de turno, y más sabiendo la capacidad de penetración de la industria audiovisual en la sociedad.

Versión original:

Versión libre de mamás lesbianas:

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El cardenal Cañizares arremete contra “el imperio gay” y el “feminismo” destructor

Viernes, 20 de mayo de 2016
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BwRwlmIIIAI_Xa_.jpg largeHombre por Dios, no pensemos, nosotros, soldados del Imperio Gay, que tenemos derecho a nombrar familia a esas personas que nos rodean…. Y que lo diga este señor con más pinta de adefesio que de obispo… ¿Pero a este personajillo nadie le va a decir que tenga cuidado con el anisette? Exijimos a Francisco que deje ya de hacer gestos, menos palabrería y falso buenismo y empiece a pedir renuncias de estos obispos, cardenales y curas inmisericordes…

El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, defendió anteayer en Valencia el “bien precioso de la familia cristiana” al tiempo que ha lamentado que en los últimos años “ha asistido a una importante escalada contra la familia por parte de dirigentes políticos, ayudados por otros poderes como el ‘imperio gay’ y ciertas ideologías feministas”.

En una misa celebrada en el Pontificio Instituto Juan Pablo II de Valencia, Cañizares ha recordado a Benedicto XVI cuando, antes de su llegada a Valencia en el 2006 para el quinto Encuentro Mundial de las Familias, animó a todos los pueblos a «no ignorar el bien precioso de la familia» fundada sobre el matrimonio.

Según informa el Arzobispado, el cardenal ha dicho a continuación que ese llamamiento papal sigue siendo especialmente necesario en España, que en los últimos años «ha asistido a una importante escalada contra la familia por parte de dirigentes políticos, ayudados por otros poderes como el ‘imperio gay’ y ciertas ideologías feministas».

«España ocupa uno de los últimos lugares de Europa en política familiar; junto con Grecia es el país con más bajo índice de natalidad, donde la población juvenil ha decrecido más en los últimos veinte años; y donde más se ha incrementado el número de abortos, las rupturas matrimoniales y las uniones de hecho», ha señalado el titular de la archidiócesis de Valencia.

En cuanto a la próxima aprobación en la Comunitat Valenciana y en otras regiones de «leyes que fomentan la ideología de género», Cañizares ha opinado que se trata de «la más insidiosa que ha habido en toda la historia de la humanidad».

Todo ello, a su juicio, provoca que se esté socavando «el núcleo central de toda sociedad, que es la familia, ámbito inigualable de la solidaridad y escuela de convivencia pacífica que merece toda tutela y ayuda para cumplir su cometido». Ante esta situación, el cardenal ha destacado que la Universidad Católica de Valencia «no puede permanecer inerte en absoluto» a estos «ataques», sino que toda la comunidad universitaria «debe trabajar por la familia, ya que es ahí donde está el futuro del hombre y de la humanidad».

 

Fuente Religión Digital/Agencias

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Toyota saluda a las familias diversas en su nueva campaña publicitaria

Lunes, 25 de abril de 2016
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33833_toyota-corolla-spot-inclusivoEl gigante automovilístico japonés ha lanzado un anuncio en nuestro país para promocionar su nuevo modelo: el RAV4 hybrid. En el spot, la marca se apunta a los cambios sociales, nos recuerda que la evolución es imparable y se encarga de brindar por las nuevas composiciones familiares.

Toyota es una de las marcas de automóviles más valientes de todo el mercado. El gigante japonés lleva años luchando por crear una publicidad alejada de los cánones heterosexualizados que suelen campar a sus anchas en el conservador mundo de la automoción para sorprendernos con campañas de lo más inclusivas.

Unas campañas de marketing que están aportando un valor enorme a la marca y que consiguen que el mundo del motor se empape del color de la diversidad, como así demuestra la última campaña que ha lanzado en nuestro país.

El eslogan es tan claro como directo: ”el mundo está cambiando”. A partir de este mensaje, Toyota se lanza a repasar los cambios que están produciéndose de una manera vertiginosa y que están reconfigurando la sociedad: nuevos trabajos, nuevas tecnologías y, por supuesto, nuevas familias.

Un spot que Toyota lanzó hace unos meses en Italia, único país de la Europa Occidental que no ha aprobado el matrimonio igualitario, y que ahora trae hasta España. Todo un brindis automovilístico por las familias diversas.

Vídeo: Spot inclusivo de Toyota

Por Redacción Chueca

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Honey Maid nos anima a ver el mundo a través de los ojos de la aceptación

Sábado, 16 de abril de 2016
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33754_honey-maid-mis-hijosLa compañía alimentaria ha lanzado una campaña publicitaria que bajo el nombre de ‘Esto es lo bueno’ nos muestra diferentes historias que encuentran en la aceptación un final feliz. Historias inspiradas en familias que aprenden de los cambios con tolerancia y cariño.

Una de las reglas de oro de las historias breves es que tienen que tener un comienzo que enganche. En el caso de la que acaba de presentar Honey Maid, esta máxima se cumple a pie juntillas. La marca alimentaria ha lanzado por tercer año consecutivo su campaña Esto es lo bueno’ (‘This is Wholesome’), con la que nos muestra diferentes historias de aceptación.

El spot nos recuerda que aunque las apariencias externas de las familias se reconstruyan de diferentes maneras, la esencia de lo familiar sigue siendo la misma: amor, cariño y comprensión.

Una de estas historias está protagonizada por una pareja del mismo sexo. ‘Mis hijos’ nos muestra el punto de vista del padre de uno de ellos, un inmigrante latino que vive en EEUU. A través de la mirada del progenitor, la marca nos descubre que aprender a aceptar puede tomar tiempo, pero que al final la comprensión siempre vale la pena.

Vídeo: Honey Maid – ‘Mis Hijos

Fuente Redacción Chueca

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Candidato presidencial de Perú sostiene que “una pareja homosexual no es una familia”

Lunes, 22 de febrero de 2016
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Cbc6NGUXIAA0eBASe trata del candidato presidencial de Solidaridad Nacional de Perú, Nano Guerra García, quien realizó polémicas declaraciones sobre la unión civil de parejas homosexuales.

“La familia natural se basa en papa, mamá e hijos. Una pareja homosexual no es una familia, es otra institución que tiene también sus derechos”, indicó el candidato presidencial de Solidaridad Nacional de Perú, Nano Guerra García en una carta.

“Eso no me hace homofóbico. No estoy contra esa comunidad ni contra ninguna minoría. Solo soy un defensor absoluto de la familia”, agregó el aspirante a presidente de la República, según informa Americatv.

“Este es el gran combo anti-familia: unión civil, matrimonio gay, adopción de niños y luego meter el tema en la educación de nuestros hijos. Es un combo importado. Tienen libertad de proponerlo. Ojalá lo hicieran claramente”, finalizó.

Fuente Universo Gay

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Los obispos y cardenales no se ponen de acuerdo sobre la familia homosexual y proponen hacer un Sínodo específico

Sábado, 24 de octubre de 2015
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Dios es Familia¡Toma ya!… Según los resúmenes publicados, todo parece indicar que los obispos han dejado de lado el tema de la acogida de la Iglesia a los homosexuales al considerar que no guarda relación con las cuestiones de la familia que aborda el Sínodo.

Müller, hasta ahora en contra, defiende la comunión “en casos específicos”

Los círculos hispanoablantes, italianos y alemanes, a favor de “un movimiento generoso”

El Sínodo se aproxima a su fin dividido aún sobre si se debe seguir negando sacramentos a divorciados y parece prevalecer la idea de que sea el papa quien decida finalmente o que incluso se deje el tema para futuras reuniones. Según el tercero de los resúmenes de los diferentes grupos lingüísticos de los participantes del Sínodo en el que se afronta esta cuestión, todo parece indicar que los padres sinodales evitarán tomar decisiones.

La condición de las personas homosexuales se enfocó sobre todo desde la perspectiva del contexto familiar. El grupo inglés C insistió en que es un tema que se debe abordar como pastores que buscan comprender la realidad de la vida de las personas y no las cuestiones abstractas. También sus miembros pidieron que el documento final del Sínodo incluyese una afirmación clara de la enseñanza de la Iglesia de que las uniones del mismo sexo no son en modo alguno equivalentes al matrimonio.

Sobre el mismo tema el círculo inglés A reitera que ”la Iglesia como esposa de Cristo sigue las huellas de su Señor Jesús, cuyo amor universal se ofrece a todas las personas sin excepción. Los padres y hermanos de los miembros de la familia con tendencias homosexuales están llamados a amar y aceptar a estos miembros de su familia con un corazón indiviso y con comprensión”.

Algunos Padres Sinodales propusieron que el argumento se eliminase de la discusión del Sínodo sobre la Familia porque dada su importancia merecería un sínodo específico en materia. Peter Erdö, relator de la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de la Familia lo decía hace unos días: ‘No existes analogías entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios para la familia’. La cuestión levanta tantas ampollas en el sector más conservador de la Iglesia que algunos padres sinodales han propuesto reservar el tema del acompañamiento a las personas homosexuales para un sínodo específico sobre esta materia, al tiempo que otros han pedido que se aclare en el documento final que para la Iglesia las uniones entre personas del mismo sexo no son equivalentes al matrimonio.

Concretamente, algunos participantes de la Asamblea del Sínodo de la Familia han propuesto durante sus reuniones del pasado lunes y del martes que el argumento sobre la condición de las personas homosexuales “se eliminase de la discusión del Sínodo sobre la Familia porque dada su importancia merecería un sínodo específico en materia”, según informa el Vaticano. Por su parte, los miembros de uno de los grupos de habla inglesa pidieron que el documento final del Sínodo incluyese “una afirmación clara de la enseñanza de la Iglesia de que las uniones del mismo sexo no son en modo alguno equivalentes al matrimonio”.

Respecto a los divorciados y vueltos a casar civilmente, el Vaticano constata un acuerdo general sobre la necesidad de un acompañamiento pastoral más eficaz para estas parejas y sus hijos. Además, en algunos círculos, como el grupo de hispanohablantes cuyo relator es el arzobispo venezolano Baltazar Enrique Porras Cardozo, ha suscitado “perplejidad” lo que el Instrumentum Laboris llama “camino penitencial” y sugieren cambiar este término por “itinerarios de reconciliación”.

Sobre el acceso a los sacramentos, algunos participantes del Sínodo han planteado “quitar muchas trabas” para que los divorciados vueltos a casar puedan participar en la vida de la Iglesia, como las que les impiden ser padrinos, catequistas o dar clases de Religión.

“¿Qué pasa cuando se plantea el acceso a los sacramentos?
–dicen en el círculo hispanohablante cuyo relator es el cardenal de Panamá José Luis Lacunza Maestrojuan–. Sin duda, tenemos que plantear un movimiento generoso quitando del camino muchas trabas para que los divorciados vueltos a casar puedan participar más ampliamente en la vida de la Iglesia: no pueden ser padrinos, no pueden ser catequistas, no pueden dar clases de religión”.

Por otra parte, algunos círculos menores, como el encabezado por el arzobispo australiano Mark Benedict Coleridge, han tratado el tema de las parejas que conviven sin casarse y aunque han subrayado que la convivencia “no puede ser considerada como un bien en sí misma”, reconocen que “puede existir un bien entre los que conviven”.

Mientras, el círculo francés cuyo relator es el obispo Laurent Ulrich, ha abordado la situación de aquellas familias divididas, mixtas, monoparentales y sin matrimonio civil. “No podemos descartarlas. Creemos que en ellas vive el Espíritu del Señor que inspira muchos comportamientos de sus vidas”, han subrayado.

Finalmente, algunos obispos como el canadiense Paul-André Durocher, se han hecho algunas preguntas sobre la eficacia de la metodología del Sínodo: “¿Está bien ajustado a su propósito? Derrochamos una enorme cantidad de energía, desde todos los puntos de vista. Las personas se han agotado a fuerza de trabajo. ¿El resultado valdrá la pena?“. Leer más…

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13 propuestas para el Sínodo sobre la Familia 2015

Miércoles, 21 de octubre de 2015
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:
Hoy se votan en el Sínodo de Roma las propuestas sobre la familia cristiana, y así conoceremos pronto su contenido, más allá de las filtraciones más o menos secretas e interesadas que se han venido publicando estos días.

Evidentemente, no puedo publicar en mi blog todavía esas propuestas, pero puedo y quiero ofrecer las mías, pues he venido siguiendo con interés de cristiano y “complicidad” de teólogo los avatares del sínodo desde el comienzo de su preparación, el 2013, hasta ahora. En ese contexto de avance y reflexión sobre el sínodo publiqué además un libro (La Familia en la Biblia, 2014), que ofrece una base de conocimiento sobre el tema.

Mientras aparecen, pues, las propuesta oficiales, presento yo las mías, elaboradas en un contexto de estudio de la Biblia, escucha de la voz de muchísimos cristianos (¡sensus fidei!), reflexión y valoración de algunas aportaciones del Sínodo, tomando como base las últimas páginas de mi libro sobre La familia en la Biblia. Buen día a todos.

13 propuestas para el Sínodo sobre la Familia 2015

1. La familia es un institución histórica, que se va expresando y realizando a través del tiempo. Ciertamente, tiene un elemento natural, vinculado a la historia de la naturaleza y de la vida, como muestra la dualidad sexual (varón y mujer) y el hecho de que el hombre es un ser natal que proviene de otros hombres, no sólo en un plano biológico, sino (y sobre todo) cultural, a través de la palabra que le ofrecen y en la que le inician otros seres humanos.

Lógicamente, a partir de esa esa “base natural”, las formas de la vida familia han cambiado, como sabemos por la historia, y conocemos por la misma Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. En ese sentido, podemos afirmar que la Biblia es un libro sobre las “transformaciones” de la familia, pues su sentido y valor no está dado de antemano, sino que se va configurando a lo largo de la historia. En esa misma línea podemos decir que, sobre la base de los principios de Jesús, las formas de familia han cambiado también a lo largo de la vida de la Iglesia.
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2. Tendencia al matrimonio monogámico. A pesar del predominio del patriarcalismo y de la existencia de la poligamia, la Biblia ha dado primacía al matrimonio monogámico, igualitario y duradero (para toda la vida) entre dos personas (normalmente un hombre y una mujer), como muestra el camino que va de Gen 1-2 hasta Mc 10, 1-9 (mensaje de Jesús) y el gran signo de Ap 21-22 (las Bodas del Cordero). En ese contexto resulta fundamental la vinculación entre monoteísmo profético (Dios ama a su pueblo como esposo fiel) y la monogamia (el amor y la fidelidad entre un hombre y una mujer es signo y presencia divina en la historia).

Pero la monogamia no se ha impuesto por ley, ni en la Biblia ni en la Iglesia, pues, más que una norma que obliga desde fuera, ha sido y es una experiencia de maduración humana, en línea de unión personal, para el amor de dos y para el engendramiento de la vida. La realidad modélica de la familia, vinculada al despliegue de la vida, está básicamente vinculada al matrimonio monogámico entre un hombre y una mujer.

3. Otras formas experiencias, la poligamia. El matrimonio monogámico y heterosexual ha de entenderse como punto de referencia, pero se han dado y pueden darse otras formas de matrimonio, entre las que empiezo indicando, desde la Biblia, el modelo de unión poligámica, que se ha dado en ciertos momentos de la Biblia y sigue dándose en algunas culturas religiosas y sociales, de manera que la iglesia, en principio, debe respetarlo e incluso admitirlo de hecho en algunas situaciones quizá marginales, pero significativas de África y Asía.

Pero ese tipo de matrimonio parece ir en contra de la igualdad y exclusividad en el amor de la pareja, tal como aparece no sólo en el camino del Antiguo Testamento, sino en la experiencia de Jesús. De todas formas, a fin de que el matrimonio monogámico sea efectivo, en contra de una poligamia conteporánea o sucesiva (con cambio frecuente de mujeres o maridos), tiene que cambiar la visión de la libertad personal (de la estructura social y de la economía) de cada uno de los casados, para un compromiso unitario y duradero, partiendo del valor y autonomía de cada una de las personas (en especial de las mujeres).

4. Otras formas de matrimonio. Parejas homosexuales. La realidad humana es compleja, y no responde a un único modelo de relación personal. Por eso, junto a un centro más extenso, formados por las parejas heterosexuales (con posibilidad de engendrar hijos propios) pueden darse y se dan, dentro del gran arco-iris de colores de la vida, otros tipos de afecto y vinculación personal, que se expresan sobre todo en las relaciones gays, y en las parejas homosexuales.

La Iglesia, por ahora, no se atreve a llamar matrimonio a las parejas estables de homosexuales, pero la reconoce y bendice, como expresión de la riqueza y variedad de la vida humana, deseando que ellas puedan ser relaciones duraderas y fieles, no sólo para bien de los que así se vinculan en amor, sino para enriquecimiento de la misma sociedad, y de un modo especial de la Iglesia. Los homosexuales, célibes o casados, que quieran ser fieles al evangelio (a los principios del Sermón de la Montaña) pueden y deber ser admitidos en la comunidad cristiana, participando no sólo de la comunión eucarística, sino de todos los derechos y deberes de los demás cristianos en un plano de confesión de la fe y de recepción y ejercicio de los diversos ministerios eclesiales.

5. Familia e hijos. El matrimonio no es sólo unión para engendrar, sino para vivir en comunión y fidelidad personal. Por eso, no es necesario que todas las parejas matrimoniales tengan como finalidad el surgimiento de nuevas vidas. Pero, dicho eso, debemos añadir que el hombre es un ser natal: Un ser engendrado a partir de la comunión de otras personas (un hombre, una mujer), no fabricado, de manera que en ese contexto es básica la institución del matrimonio. Las cosas se producen y fabrican, pero los hijos no son “obra” fabricada, sino que nacen por generación creadora de los padres, en la que interviene de un modo especial el mismo Dios.

Por eso, cada nacimiento es un signo de Dios, una expresión de su Palabra. Este carácter “natal” y comunitario del ser humano, que existe por obra/amor otros seres humanos (al menos dos), constituye un elemento clave de la experiencia cristiana. Así dice la Biblia que el hombre nace de Dios (de su Palabra: cf. Jn 1, 11-12) a través de la palabra que le ofrecen otros seres humanos, especialmente los padres. Por eso, el ser humano no es alguien que se limita a compartir la esencia humana (como han pensado falsamente algunos pensadores helenistas y después cristianos), sino que un individuo concreto que “nace” de individuos hombres concretos, en un contexto de genealogía/familiar.

6. Experiencia “sexual”, recuperación del placer. Quedando claro lo anterior (el hombre es ser natural, su esencia es la familia) puede darse un paso más, afirmando el valor prioritario de la experiencia sexual, como aparece no sólo el Cantar de los Cantares, sino en la primera palabra del hombre cuando despierta a la vida (Gen 2, 23-24). Una larga tradición helenista, defensora de la oposición entre materia y espíritu, que se ha introducido sobre todo en la gnosis y en algunos eclesiásticos antiguos (como San Agustín), ha minusvalorado (y casi demonizado) el placer, afirmando que el sexo sólo puede expresarse de un modo legítimo al servicio de la generación.

Pero esa oposición al sexo es no sólo antibíblica (contraria al Antiguo Testamento), sino también anticristiana, como muestra el mismo San Pablo cuando pide a los esposos que expresen su amor y cohabiten todos los días, privándose sólo durante algunos tiempos limitados, para orar en común, por decisión compartida (cf. 1 Cor 7, 3-5). Ciertamente, una parte de la Iglesia Católica ha sentido prevención ante el sexo, y de esa forma ha corrido el riesgo de entender mal el sentido de las relaciones humanas y de la familia, como fuente y espacio de encuentro creador entre personas

7. Libertad personal, una posible opción por el celibato. En esa línea, la familia cristiana es una experiencia concreta y muy fuerte de libertad, aunque en muchos momentos la Biblia y la misma Iglesia ha tendido a entender el matrimonio como algo que ha de hacerse por necesidad, no sólo al servicio de la procreación, sino también de la casa-hacienda. En esa línea, en muchos casos, no existía verdadera libertad para casarse o para quedar solteros, y eso se aplicaba en especial a las mujeres, que debían someterse al dictado de sus familiares, casándose por conveniencia económica y social, con un hombre buscado por otros.

Pero esa “imposición” matrimonial ha sido superada en la misma Biblia, y de un modo especial por Jesús, no sólo al recibir en su seguimiento a varones y mujeres que podían estar casados o solteros, sino también al valorar y acoger a personas que no podían o solían casarse (eunucos, prostitutas…). Por lo que sabemos, quien más ha desarrollado las implicaciones de esta novedad de Jesús ha sido Pablo, que ha puesto de relieve el valor de la Iglesia (comunidad cristiana), dejando a los hombres y mujeres concretos en libertad para el matrimonio o celibato, que no son, por tanto, imposición ni obligación, sino vocación. Hombres y mujeres tienen valor en sí mismos, dentro de una Iglesia que les acepta y aprecia como tales, de tal forma que no están obligados a casarse, sino que pueden vivir en celibato (virginidad), al servicio de los demás (es decir, del evangelio), con las dificultades que ello implica y los valores que ofrece.

En esa línea, conforme a la enseñanza de Pablo en 1 Cor 7, puede haber personas célibes (eunucos…: Mt 19, 12) por el Reino de los Cielos, tanto por condición antropológica, como por opción personal. El célibe o eunuco, así entendido, no es un hombre o mujer carente de amor, sino al contrario, un hombre o mujer que convive desde el mensaje del Reino con otros eunucos, expulsados sociales o necesitados y con el conjunto de la sociedad, pudiendo ofrecer un testimonio familiar distinto, no para oponerse a la familia matrimonial con hijos, sino para ofrecerle un complemente muy valioso. Pero puede y debe haber también matrimonios en perspectiva del Reino de los Cielos, como amor de pareja (comunión personal) que se expande no sólo al servicio de los hijos propios, sino también de otros excluidos y necesitados. Entendido así, ni el matrimonio es una ley, ni es una ley el celibato, sino que ambos aparecen como expresión de un amor abierto, de modos distintos, a la familia.

8. Un camino a favor de la igualdad real de la mujer. La Biblia es una “historia de la familia”, no un tratado teórico, y de esa forma va narrando acontecimientos y trazando caminos, sin imponer una determinada perspectiva. Por eso, en un nivel, ella acoge desde el principio a la mujer como persona (Gen 1-2), pero, en otro, tiende a convertirla en sierva del varón patriarca, destacando su función materna. Sólo en algunos momentos especiales, el Antiguo Testamento ha valorado a la mujer, en distinción e igualdad radical con el varón (así en el Cantar de los Cantares), sin necesidad de que ella sea madre en una familia al servicio del varón y de la casa (hacienda).

Esa nueva valoración aparece en el Nuevo Testamento, pero cierta tradición cristiana posterior ha tenido dificultad en aceptarla, volviendo a ratificar una visión patriarcalista de la vida y de los ministerios eclesiales (Cartas Pastorales). Volviendo a la raíz de Gen 1-2, con el Cantar de los Cantares y el mensaje de Jesús y Pablo, debemos reforzar la igualdad radical del varón y mujer, no en forma de identificación, sino de complementariedad, pues cuanto más se diferencia más iguales son, valorándolos como personas.

Así pasamos del plano de la naturaleza al de la dignidad personal, descubriendo que la diferencia sexual está al servicio de la mayor igualdad, y la igualdad al servicio de la diferencia, personal de manera que, siendo iguales y distintos, en comunión personal (pudiendo ser célibes), hombres y mujeres pueden crear parejas de relaciones estables (de diverso tipo), destacando entre ellas las parejas heterosexuales, capaces de engendrar nuevas vidas.

9. Amor es palabra, la esencia dialogal de toda familia. Crear familia es en el fondo dar y compartir palabra, abriendo así un espacio de comunión entre personas. La misma diferencia de sexo, al servicio del encuentro personal, se desarrolla en forma de trasmisión de conocimiento de vida. Ciertamente, los hijos nacen del semen masculino/femenino, en un plano biológico, y cada nuevo ser humano tiene un genoma distinto. Pero el verdadero nacimiento personal humano acontece en el nivel de la palabra que le ofrecen los padres (biológicos y/o personales) al acogerle y educarle. El germen humano sólo se personaliza a través de la palabra engendradora, de forma que sin ella no hay nacimiento personal, pues un hijo simplemente “biológico”, sin educación cultural (amor, palabra, comunidad) es inviable como persona.

La familia nace y se expande de esa forma en un espacio de palabra compartida que los padres y/o los educadores ofrecen al niño que así nace de un modo personal. Se podría pensar que en los primeros años el niño recibe sólo la palabra de los padres y/o de algunos pocos familiares y educadores, pero a través de ella le llega la voz y la cultura de todo un pueblo, que se expresa en el idioma. Por eso, lo que suscita y define a la familia es la hondura de palabra que cada uno de sus miembros ofrece, recibe y comparte. De un modo consiguiente, el matrimonio (y el engendramiento de hijos) constituye un compromiso de vida compartida que se establece y expresa en el nivel de la palabra. Sólo en la medida en que un hombre y una mujer se “conocen” en sentido bíblico, siendo sujetos de palabra, y la comparten en libertad, puede haber matrimonio (con hijos “humanos”).

10. Indisolubilidad, una más alta experiencia de comunión. El matrimonio sólo tiene sentido allí donde abre un espacio en el que cada esposo madure en humanidad, de forma que su amor mutuo (común), expresado en forma de palabra dialogada, sea forma de vida permanente, que nada ni nadie puede romper. En esa línea, el matrimonio es una promesa de vida compartida y regalada: Varones y mujeres son los únicos seres que pueden prometerse vida (com-prometerse) desde Dios, es decir, uno con el otro, creando una realidad más alta, algo que antes no había, y que no es la mera suma de dos, pues los casados no son ya lo que antes eran, sino que tienen una nueva realidad de tipo dual, una vida más alta, siendo principio común de vida.

Sin duda, puede haber otras uniones temporales o definitivas muy dignas, y también otras formas de vida, como sabe Jesús al hablar de los eunucos (Mt 19, 12): uniones de amigos o amigas, del mismo o diverso sexo, comunidades religiosa, parejas homo- y/o hétero-sexuales, y su valor dependerá de la “palabra” de comunión que susciten y desarrollen, y también de la vida que desplieguen en compromiso de amor (aunque no tengan hijos). La dignidad de esas uniones no dependerá de leyes estatales (aunque cierta regulación social puede ser importante), sino de la humanidad que ellas logren compartir y expresar.

11. Divorcio, nueva comunión. En principio, como digo, el matrimonio es indisoluble: compromiso de unión definitiva y creadora de dos personas, y en esa línea Jesús ha criticado y condena (Mt 10, Mt 19 etc.) el poder que en su tiempo tenían los varones de “expulsar” a sus mujeres, rompiendo así el compromiso matrimonial. El ideal y camino del matrimonio es por tanto la unidad indisoluble de dos personas. Pero, firme eso, el mismo, el NT y la Iglesia saben (como dicen Mt 19 y Pablo en 1 Cor 7) que hay casos en los que el matrimonio se rompe por dentro, volviéndose inválido o nulo, de manera que los antiguos esposos quedan en libertad de casarse de nuevo.

En los casos en que los esposos declaren su matrimonio inválido o roto (nulo), la Iglesia puede ratificar su ruptura, con el consenso de la comunidad que respeta y acoge su proceso de separación, como una forma de recuperación de auténtica libertad para vivir como célibes o para establecer un nuevo matrimonio, con la prudencia que exigen cada caso, buscando siempre el bien de los esposos, de sus posibles hijos y de la comunidad creyentes.

12. El valor de los niños. En este contexto sigue siendo fundamental la experiencia y tarea de engendramiento de la vida, pues cada familia empieza siendo “una” realidad de “dos” que se unen (se transfiguran), engendrando vida en común, de manera que ya no se aman solamente uno al otro, en línea horizontal, sino abriéndose juntos a un tercero. Su amor mutuo viene a presentarse así como principio de vida, y así cuanto más fuerte sea la intimidad de la unión de pareja o familia, más grande será (ha de ser) su apertura creadora (la de cada uno de sus miembros) hacia los hombres y mujeres de su entorno.

Mirado desde nuestra perspectiva, el Antiguo Testamento en su conjunto apenas ha logrado establecer uniones igualitarias de familias. Sólo el descubrimiento del valor radical de la mujer, y la experiencia más honda de fidelidad personal de ambos (varón y mujer), puede hacer que nazca la paternidad/maternidad compartida. Esta visión latía ya en el mismo libro del Génesis, donde Adán y Eva aparecen como iguales en humanidad, pero ella sólo ha logrado desarrollarse lentamente, sin haber culminado aún hasta el día de hoy, a pesar de la experiencia radical de comunión que implica el evangelio cristiano.

El matrimonio aparece así como proyecto de comunicación definitiva entre dos personas, como relación de crecimiento y generación de nuevos seres humanos, a quienes madre y padre ofrecen no sólo su ADN (herencia genética), sino algo mucho más importante, que podemos llamar ADN personal, en palabra y amor.

13. Fidelidad matrimonial y servicio a los pobres, es decir, al Reino de Dios. El amor matrimonial cristiano sólo es completo allí donde dos personas se vinculan (se entregan/conocen) mutuamente para amar juntos a un “tercero”, es decir, a los hijos o al conjunto de la sociedad, al servicio de la vida, y de un modo especial de aquellos que no tienen familia… En ese contexto se sitúa el proyecto de Jesús, que ha sido célibe, pero no por falta de amor, sino al contrario, por apertura de amor concreto hacia los marginados y expulsados familiares y sociales.

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Diputados evangélicos de Brasil pretenden limitar los derechos conseguidos por el colectivo LGTB

Viernes, 9 de octubre de 2015
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Hidekazu_TakayamaHidekazu Takayama, uno de los 70 diputados promotores de esta iniciativa homófoba

Con la etiqueta #NuestraFamiliaExiste, cientos de usuarios publicaron en la red fotos y mensajes de apoyo a la diversidad familiar: hijos de madres solteras, parejas homosexuales con hijos adoptivos, matrimonios sin hijos, nietos con abuelos…

Un grupo de diputados que compatibilizan su función pública con otros cargos en instituciones religiosas se anotó este mes una importante victoria: la aprobación en una comisión parlamentaria del Estatuto de la Familia que, al igual que la Constitución, define la familia como la unión estable entre un hombre y una mujer y le reserva a ese modelo la protección del Estado en salud, educación y seguridad, entre otros. La votación fue abrumadora: 17 a favor y 5 en contra.

Si el proyecto llegase a convertirse en ley, un juez podría negar esos derechos hoy vigentes para uniones estables del mismo sexo pese a que la Corte Suprema las considerara una entidad familiar, alegando que la Constitución prohíbe discriminar ciudadanos por su preferencia sexual.

“Satanás está riéndose, desordenando la estructura de la familia, con los fuertes argumentos de los derechos humanos de la mujer moderna”, había reflexionado Takayama en su cuenta de Facebook algunos días antes de la votación.

Analistas concuerdan que Brasil tiene hoy el Congreso más conservador de la historia reciente del país, que impulsa una pauta contraria a los planes del gobierno de izquierda y que también aboga por la reducción de la edad penal a 16 años, mayores castigos en los casos de aborto y la liberación del porte de armas.

Una decisión de la Corte Suprema de 2011 equiparó en la práctica los derechos de las parejas homosexuales con los de las heterosexuales, otorgándoles acceso a la adopción, herencia y pensión por muerte.

La unión entre personas del mismo sexo es rechazada por el 53% de los brasileños, que tampoco concuerda con la adopción de niños por parte de parejas homosexuales.

Tras la votación del Estatuto, el diputado de izquierda Jean Wyllys, conocido activista por los derechos de la comunidad LGBT, convocó una campaña por las redes sociales en contra de la medida. Con la etiqueta #NuestraFamiliaExiste, cientos de usuarios publicaron en la red fotos y mensajes de apoyo a la diversidad familiar: hijos de madres solteras, parejas homosexuales con hijos adoptivos, matrimonios sin hijos, nietos con abuelos…

“¿Qué país ese este? ¿Qué sociedad estamos construyendo?”, se preguntó Carlos Bacelar, uno de los diputados que se opuso al Estatuto, e ironizó: “Tal vez sería más fácil sustituir la Constitución por la Biblia“.

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“Acoger a los pequeños”. 27 Tiempo Ordinario – B (Marcos 10,2-16)

Domingo, 4 de octubre de 2015
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27-852863-300x198El episodio parece insignificante. Sin embargo, encierra un trasfondo de gran importancia para los seguidores de Jesús. Según el relato de Marcos, algunos tratan de acercar a Jesús a unos niños y niñas que corretean por allí. Lo único que buscan es que aquel hombre de Dios los pueda tocar para comunicarles algo de su fuerza y de su vida. Al parecer, era una creencia popular.

Los discípulos se molestan y tratan de impedirlo. Pretenden levantar un cerco en torno a Jesús. Se atribuyen el poder de decidir quiénes pueden llegar hasta Jesús y quiénes no. Se interponen entre él y los más pequeños, frágiles y necesitados de aquella sociedad. En vez de facilitar su acceso a Jesús, lo obstaculizan.

Se han olvidado ya del gesto de Jesús que, unos días antes, ha puesto en el centro del grupo a un niño para que aprendan bien que son los pequeños los que han de ser el centro de atención y cuidado de sus discípulos. Se han olvidado de cómo lo ha abrazado delante de todos, invitándoles a acogerlos en su nombre y con su mismo cariño.

Jesús se indigna. Aquel comportamiento de sus discípulos es intolerable. Enfadado, les da dos órdenes: «Dejad que los niños se acerquen a mí. No se lo impidáis». ¿Quién les ha enseñado a actuar de una manera tan contraria a su Espíritu? Son, precisamente, los pequeños, débiles e indefensos, los primeros que han de tener abierto el acceso a Jesús.

La razón es muy profunda pues obedece a los designios del Padre: «De los que son como ellos es el reino de Dios». En el reino de Dios y en el grupo de Jesús, los que molestan no son los pequeños, sino los grandes y poderosos, los que quieren dominar y ser los primeros.

El centro de su comunidad no ha de estar ocupado por personas fuertes y poderosas que se imponen a los demás desde arriba. En su comunidad se necesitan hombres y mujeres que buscan el último lugar para acoger, servir, abrazar y bendecir a los más débiles y necesitados.

El reino de Dios no se difunde desde la imposición de los grandes sino desde la acogida y defensa a los pequeños. Donde estos se convierten en el centro de atención y cuidado, ahí está llegando el reino de Dios, la sociedad humana que quiere el Padre.

José Antonio Pagola

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“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. Domingo 4 de octubre de 2015 Domingo 27º ordinario

Domingo, 4 de octubre de 2015
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54-ordinarioB27 cerezoLeído en Koinonia:

Génesis 2, 18-24: Y serán los dos una sola carne.
Salmo responsorial: 127: Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Hebreos 2, 9-11: El santificador y los santificados proceden todos del mismo.
Marcos 10, 2-16: Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

 En la primera lectura nos encontramos con el segundo relato de la creación, que está centrado en la creación del hombre y de la mujer, ambos formados de tierra y aliento divino. Los dos son hechura de Dios, y por lo tanto deberían ser iguales, a pesar de su diversidad. La relación perfecta entre los dos no está garantizada ni escrita en su sangre: es una conquista de la libertad que ellos deben construir. Un proyecto de unidad que compromete la responsabilidad de cada uno.

El autor de la carta a los hebreos nos dice que la pasión y la muerte de Jesús no son fines en sí mismos, sino solamente un camino hacia la resurrección y la salvación plena. Los cristianos no nos podemos quedar contemplando al crucificado del viernes santo, construyendo nuestra vida desde el dolor, el sufrimiento y la muerte. La misma epístola nos dice que el propio Jesús “en los días de su vida mortal presentó, con gritos y lágrimas, oraciones y súplicas, al que lo podía salvar de la muerte”. Esto quiere decir que él mismo luchó por encontrar una alternativa que no estaba sujeta a su voluntad sino a hacer la voluntad del Padre. Estamos en hora de superar todo tipo de devoción que se queda en la contemplación de los sufrimientos y dolores de Jesús y construir nuestra vida cristiana desde la esperanza que nos ofrece la resurrección.

En el evangelio, los fariseos ponen a prueba a Jesús preguntándole qué piensa sobre el divorcio y si era lícito repudiar a una mujer. La respuesta de Jesús es significativa cuando caemos en cuenta de que, tanto en el judaísmo como en el mundo greco-romano, el repudio era algo muy corriente y estaba regulado por la ley. Si Jesús respondía que no era lícito, estaba contra la ley de Moisés. Por eso les devuelve la pregunta y les dice que la ley de Moisés es provisional y que ahora se han inaugurado los tiempos de la plenitud en los que la vida se construye desde un orden social nuevo, en el que el hombre y la mujer forman parte de la armonía y el equilibrio de la creación. La novedad de esta afirmación de Jesús saltaba a la vista; en su interpretación desautorizaba no sólo las opiniones de los maestros de la ley que pensaban que a una mujer se le podía repudiar incluso por una cosa tan insignificante como dejar quemar la comida, sino incluso, relativizaba la misma motivación de la ley de Moisés. Además tiraba por tierra las pretensiones de superioridad de los fariseos, que despreciaban a la mujer, como despreciaban a los niños, a los pobres, a los enfermos, al pueblo. Nuevamente, al defender a la mujer, Jesús se ponía de parte de los rechazados, los marginados, los ‘sin derechos’.

Pero como los discípulos en esto compartían las mismas ideas de los fariseos, no entendieron y, ya en casa, le preguntaron sobre lo que acababa de afirmar. Jesús no explicó mucho más, simplemente les amplió las consecuencias de aquello: “Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra la primera; y lo mismo la mujer: si repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio”.

El segundo episodio de nuestro evangelio nos presenta un altercado de Jesús con sus discípulos porque ellos no permiten que los niños se acerquen a Jesús para que él los bendiga. Los discípulos pensaban que un verdadero maestro no se debía entretener con niños porque perdía autoridad y credibilidad. Decididamente algo no era claro en ellos. No acababan de asimilar las actitudes de Jesús ni los criterios del Reino. Y Jesús se enojó con ellos; su paciencia también tenía límites y si algo no toleraba era el desprecio hacia los marginados. Y les dijo con mucha energía: dejen que los niños se me acerquen. ¿Con qué derecho se lo impiden, cuando el Padre ha decidido que su Reinado sea precisamente en favor de ellos? ¿No entienden todavía que en el Reino de Dios las cosas se entienden totalmente al contrario que en el mundo?

Los niños que no pueden reclamar méritos, carecen de privilegios y no tienen poder, son ejemplo para los discípulos, porque están desprovistos de cualquier ambición o pretensión egoísta y por eso pueden acoger el Reino de Dios como un don gratuito. De los que son como ellos es el Reino de Dios, dice Jesús.

Es necesario que nuestra experiencia cristiana sea verdaderamente una realidad de acogida y de amor para todos aquellos que son excluidos por los sistemas injustos e inhumanos que imperan en el mundo. Nuestra tarea fundamental es incluir a todos aquellos que la sociedad ha desechado porque no se ajustan al modelo de ser humano que se han propuesto. Si nos reconocemos como verdaderos seguidores de Jesús, es necesario comenzar a trabajar por la humanidad que a los débiles de este mundo se les ha arrebatado.

Una nota crítica:

Para este tema del evangelio, que centrará hoy la homilía de este domingo en muchas comunidades cristianas, el divorcio, la liturgia propone como primera lectura el relato de la creación del hombre y de la mujer, en el relato del Génesis, lógicamente. Por ser de la Biblia, por ser del Génesis, por ser del relato de la creación… todo pareciera dar a suponer que contiene en sí mismo el fundamento religioso último y máximo de la visión cristiana del matrimonio. Probablemente, en muchas homilías, el relato bíblico se constituirá en la única referencia, en la referencia totalizante y suprema, y se querrá sacar de ella el fundamento integral de la postura actual de la Iglesia sobre el matrimonio. ¿No será eso fundamentalismo?

Hoy ya sabemos que el relato de la «creación» no es un relato científico, de historia natural; más aún: no tiene nada que decir ante lo que la ciencia nos dice hoy sobre el origen de la Tierra, de la Vida, de nuestra especie humana o sobre nuestra sexualidad. El relato no es histórico, no hay que entenderlo como una narración de algo que realmente ocurrió… hoy nadie sostiene lo contrario. En las catequesis bíblicas solemos decir ahora que tenemos que «tratar de captar lo que los autores bíblicos querían decir…», que no era lo que la mera letra dice… En realidad, no se trata ni de eso siquiera, porque los autores bíblicos no escribían para nosotros, ni estaban pensando en un mensaje distinto de lo que leemos.

La verdad es que no deberíamos abandonar una postura de profunda humildad en este campo, porque los cristianos, durante casi toda nuestra historia, hasta hace unos cien años –algo más para los protestantes– hemos estado pensando lo contrario de esto que ahora decimos. Hemos estado pensando que eran textos históricos, que había que entender al pie de la letra y que había que creerlos ciegamente, y que su contenido era real, e incluso «más que científico, estaba por encima de la ciencia» (la ciencia no podría contradecirlos): porque eran textos directamente divinos, revelados, y por tanto dogmáticos. Hace apenas 100 años el Pontificio Instituto Bíblico, la máxima autoridad oficial católico-romana, condenó taxativamente a quienes pusieran en duda el «carácter histórico» de los once primeros capítulos del Génesis… y en todo el conjunto de la Iglesia se pensaba así, desafiando arrogantemente a la ciencia.

Durante siglos, durante más de un milenio, el texto del relato de la creación que hoy leemos ha sido utilizado para justificar directa o indirectamente el androcentrismo, o sea, la inferioridad de la mujer, creada «en segundo lugar», y «de una costilla de Adán». Más aún: durante más de dos mil años –y aún hoy, para la mayor parte de la civilización occidental– este texto ha justificado el antropocentrismo, el mirar y entender la realidad toda como puesta al servicio de este ser diferente, superior a todos los demás, «sobre-natural», que sería el ser humano, poniéndolo todo bajo «el valor absoluto de la persona humana», a cuyo servicio y bajo cuyo dominio habría puesto Dios toda la «creación», con el mandato de explotar omnímodamente la naturaleza: «crezcan y multiplíquense, y dominen la Tierra»…

Desde hace medio siglo un coro reciente y creciente de científicos y humanistas achacan a los textos bíblicos la minusvaloración y el desprecio que la tradición cultural occidental ha sentido y ejercido sobre la naturaleza, hasta provocar la actual crisis ambiental que nos ha puesto al borde del colapso y amenaza con colapsar efectivamente.

Viene todo esto a decir que hoy no podemos deducir directamente de los textos bíblicos nuestra visión de los problemas humanos -matrimonio y divorcio incluidos-, como si la construcción de nuestra visión moral y humana dependiera de unos textos que en buena parte contienen las experiencias religiosas de unos pueblos nómadas del desierto hace unos tres mil años… Sería bueno que los oyentes de las homilías supieran discernir con sentido crítico la dosis de fundamentalismo que algunas de nuestras construcciones morales clásicas pueden contener. Sería todavía mejor que los autores de las homilías incorporaran a sus contenidos esta visión crítica y esta superación del fundamentalismo. Debemos salir del bibliocentrismo: no podemos vivir encerrados en un libro, con toda nuestra perspectiva, categorías y normas sometidas al limitado alcance cultural de un libro de hace varios milenios… Si queremos buscar las palabras más profundas que puedan iluminarnos, debemos buscarlas también y sobre todo en la Realidad, en la Naturaleza, en el libro del cosmos, de la Vida y de nuestra propia misteriosa naturaleza… Leer más…

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Dom 4.9.15. Sí al divorcio, en caso de… Un evangelio para el Sínodo

Domingo, 4 de octubre de 2015
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 27, tiempo ordinario. No podía empezar mejor la segunda parte de este sínodo sobre la familia, el próximo domingo (4.9.15), que leyendo el evangelio de ese día (Mc 10, 2-6), con la palabra de Jesús sobre el matrimonio y divorcio.

Jesús no ofrece aquí una doctrina unitaria (canónica), desarrollada expresamente sobre el tema, de un modo completo, sino que responde a una pregunta-trampa que le plantean unos fariseos para tentarle, con una cuestión muy concreta sobre el poder que cierta ley antigua daba al hombre de expulsar a su mujer.

Se trata, como digo, de una pregunta-trampa (para poner a prueba a Jesús), pues, tanto si responde “sí” como si responde “no”, pueden acusarle, en un caso de dureza contra la mujer, en otro caso de infidelidad a la Ley. Éste es un texto que ha sido poderosamente reelaborado por Pablo en 1 Cor y por los evangelios de Lucas y Mateo.

Por cuestión de “oportunidad”, y porque será el texto más discutida en el Sínodo, quiero presentar y comentar hoy, en vez de la versión de Marco, la paralela de Mateo, que ofrece algunas novedades importantes, como podrá ver quien siga leyendo. Resulta evidente que Jesús no resolvió el tema con un sí o con un no (como querían entonces los fariseos, y como quieren hoy algunos “padres” famosos del Sínodo).

Debo recordar que los votantes del Sínodo sobre el matrimonio y divorcio serán sólo “padres espirituales”, sin hijos reconocidos (¿dónde están las madres, los maridos, las mujeres, los hermanos, los novios, las novias, las parejas… para decir su experiencia y palabra sobre el tema?).
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Se trata, pues, claramente, de un sínodo “manco”, que Jesús no habría celebrado así. Pero es lo que hay, y le deseamos mucho “éxito”, para que después el Papa Francisco pueda elaborar, según la ley actual, el documento y doctrina sobre la familia.

Con esa idea, para ilustración de aquellos que quieran conocer mejor la visión de Jesús y el evangelio, presento aquí esta reflexión algo extensa, que DM formará parte de mi próximo Comentario de Marcos. Es un texto largo, algo erudito, pero estoy convencido de que podrá servir para algunos lectores amigos silenciosos, que van acompañando en gran número. Gracias a todos.

Texto: Mt 19, 3-9

19, 3 Y se le acercaron unos fariseos que, poniéndole a prueba y diciéndole: ¿Puede uno expulsar a su mujer por un motivo cualquiera? 4 El respondió: ¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra; 5 y que dijo también: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne? 6 De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.

‒ 7 Le contestaron: ¿Por qué pues prescribió Moisés dar acta de divorcio y repudiarla? 8 Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. 9 Os digo pues que quien repudie a su mujer ‒a no ser por fornicación ‒ y se case con otra, comete adulterio.

Presentación

La perícopa, tomada básicamente de Mc 10, 2-12, ofrece dos novedades muy significativas.

(a) Mateo introduce la cláusula de la porneia (19, 9: me epi porneia), que aparecía también en Mt 5, 31-32, por la que (a diferencia de lo que sucede en Marcos) permite que el varón pueda expulsar a la mujer (no la mujer al varón) a causa de la fornicación en sentido extenso.

(b) Mateo formula el tema en una clave estrictamente judía, desde la perspectiva del varón, sin añadir una enseñanza “eclesial” para los discípulos (en casa, es decir, en la iglesia) a diferencia de Mc 10, 10-12, que “iguala” así (en ese contexto) el derecho matrimonial de los hombres y de las mujeres, desde una perspectiva que puede tener un fondo cristiano, pero que puede entenderse también desde la legislación romana (que concedía a las mujeres el derecho de divorciarse).

Eso significa que Mateo se mantiene (quizá ha querido mantenerse expresamente) en una perspectiva más tradicional, limitándose al caso concreto de la situación de Jesús, con la pregunta de los fariseos (si el varón puede expulsar a la mujer) y la respuesta que él les ofrece. Lo que más le importa es, según eso, la manera de entender y/o quizá de reinterpretar la norma del Dt 24, 1-3, por la que se supone que el varón podía expulsar a la mujer (romper de esa manera el matrimonio), con tal de que le diera el “libelo” o documento de divorcio.

Éste parece haber sido el caso y respuesta original de Jesús, que no intentó resolver el tema del matrimonio en general, sino el planteado por el Deuteronomio, apelando a Gen 1, 27; 2, 24 (varón y mujer los hizo, serán una sola carne…, como he destacado en mi Comentario de Marcos, Verbo Divino, Estella 2012). Pero, siendo más fiel a la formulación de Jesús, desde una perspectiva judía, Mateo añade la cláusula de la “porneia” (fornicación), que parece vincularse más con el tema y concesión de Dt 24, 1-3, y que nos sigue situando así en un nivel de legislación muy cercano al judaísmo.

La cláusula de la porneia

Esa palabra, añadida como excepción por el Jesús de Mateo, parece situarnos pues en una perspectiva cercana al judaísmo…, pero que ofrece una inquietante y poderosa actualidad. Por eso debemos agradecer a los fariseos la pregunta… y a Jesús que les respondiera, aceptando su parte de verdad.

Los fariseos habían preguntado a Jesús si el hombre puede expulsara la mujer “por cualquier causa”. No preguntan si puede hacerlo o no (pues les parecía evidente que puede), sino sólo si puede hacerlo por toda causa (kata pasan aitian: 19, 3), en una línea que parece cercana a las controversias que mantenían las escuelas rabínicas de Shammai y Hillel.

Jesús responderá en principio que no (que el hombre no puede expulsar a la mujer), pero añadiendo que hay un caso en el que puede hacerlo, por una causa específica, como es la porneia o fornicación, de la que seguiré tratanto.

Todo nos permite suponer que el tema de la porneia alude en principio a la fornicación de la mujer, en un perspectiva muy judía, pues conforme a la ley y costumbre israelita, el marido tenía derecho a la fidelidad de la mujer, de manera que si ella no la guardaba, sino que cometía algún tipo de porneia (que debía ser, por tanto, propia de ella, es decir, de la mujer) el hombre podía expulsarla (pues no estaba obligado a mantener su matrimonio con una mujer acusada de porneia).

(Pero una vez situado así el tema en el evangelio, al ampliar y universalizar el contexto, lo que se dice de la porneia de la mujer puede y debe aplicarse a la porneia del hombres… es decir, de los dos…es decir: del matrimonio hecho porneia y destruído, como seguiré mostrando).

Mateo, un planteamiento conservador, pero muy actual


Éste es el tema de fondo del pasaje, que había aparecido en Mt 5, 31-32.
Pero el significado del texto no es tan claro porque si se tratara de una verdadera porneia en el sentido de infidelidad matrimonial tendría que haber utilizado la palabra moikheia (adulterio), pues Mt 15, 19 ha distinguido perfectamente ambas palabras, hablando de moicei/ai( pornei/ai, es decir, de adulterios y fornicaciones. Leer más…

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El problema del divorcio. Domingo 27. Ciclo B

Domingo, 4 de octubre de 2015
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divorcio1Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El relato del evangelio consta de dos escenas: en la primera, los fariseos preguntan a Jesús si se puede repudiar a la mujer y reciben su respuesta (2-9); en la segunda, una vez en la casa, los discípulos insisten sobre el tema y reciben nueva respuesta (10-12).

Los fariseos y Jesús

            Desde allí se encaminó al territorio de Judea al otro lado del Jordán. De nuevo concurrió a él la gente y, según su costumbre, los enseñaba. Se acercaron unos fariseos y, para ponerlo a prueba, le preguntaron:

            ‒ ¿Puede un hombre repudiar a su mujer?

                  Les contestó:

            ‒ ¿Qué os mandó Moisés?

                  Respondieron:

            ‒ Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.

                  Jesús les dijo:

            ‒ Porque sois obstinados escribió Moisés semejante precepto. Pero al principio de la creación Dios los hizo hombre y mujer, y por eso abandona un hombre a su padre y a su madre, se une a su mujer, y los dos se hacen una carne. De suerte que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha juntado que el hombre no lo separe.

La pregunta de los fariseos resulta desconcertante, porque el divorcio estaba permitido en Israel y ningún grupo religioso lo ponía en discusión. Que el matrimonio es una institu­ción divina lo sabe cualquier judío por el Génesis, donde Dios crea al hombre y a la mujer para que se compenetren y complemen­ten. Pero el judío sabe también que los problemas matrimoniales comienzan con Adán y Eva. El matrimonio, incluso en una época en la que la unión íntima y la convivencia amistosa no eran los valores primordiales, se presta a graves conflictos.

            Por eso, desde antiguo se admite, como en otros pueblos orientales, la posibilidad del divorcio. Más aún, la tradición rabínica piensa que el divorcio es un privilegio exclusivo de Israel. El Targum Palestinense (Qid. 1,58c, 16ss) pone en boca de Dios las siguientes palabras: «En Israel he dado yo separación, pero no he dado separación en las naciones»; tan sólo en Israel «ha unido Dios su nombre al divorcio».

            La ley del divorcio se encuentra en el Deuteronomio, capítulo 24,1ss donde se estipula lo siguiente:

«Si uno se casa con una mujer y luego no le gusta, porque descubre en ella algo vergonzoso, le escribe el acta de divorcio, se la entrega y la echa de casa…»

Un detalle que llama la atención en esta ley es su tremendo machismo: sólo el varón puede repudiar y expulsar de la casa. En la perspectiva de la época tiene su lógica, ya que la mujer se parece bastante a un objeto que se compra (como un televisor o un frigorífico), y que se puede devolver si no termina convenciendo. Sin embargo, aunque la sensibilidad de hace veinte siglos fuera distinta de la nuestra (tanto entre los hombres como entre las mujeres), es indudable que unas personas podían ser más sensibles que otras al destino de la mujer. Este detalle es muy interesante para comprender la postura de Jesús.

En cualquier caso, la ley es conocida y admitida por todos los grupos religiosos judíos. Por consiguiente, la pregunta de los fariseos resulta desconcertante. Cualquier judío piadoso habría respondido: sí, el hombre puede repudiar a su mujer. Sin embargo, Jesús, además de ser un judío piadoso, se muestra muy cercano a las mujeres, las acepta en su grupo, permite que le acompañen. ¿Estará de acuerdo con que el hombre repudie a su mujer? Así se comprende el comentario que añade Mc: le preguntaban «para ponerlo a prueba». Los fariseos quieren poner a Jesús entre la espada y la pared: entre la dignidad de la mujer y la fidelidad a la ley de Moisés. En cualquier opción que haga, quedará mal: ante sus seguidoras, o ante el pueblo y las autoridades religiosas.

La reacción de Jesús es tan atrevida como inteligente. Porque él también va a poner a los fariseos entre la espada y la pared: entre Dios y Moisés. Empieza con una pregunta muy sencilla que se puede volver en contra suya: “¿Qué os mandó Moisés?” Y luego contraataca, distinguiendo entre lo que escribió Moisés en determinado momento y lo que Dios proyectó al comienzo de la historia humana.

En el Génesis, Dios no crea a la mujer para torturar al varón (como en el mito griego de Pandora), sino como un complemento íntimo, hasta el punto de formar una sola carne. En el plan inicial de Dios, no cabe que el hombre abandone a su mujer; a quienes debe abandonar es a su padre y a su madre, para formar una nueva familia.

Las palabras de Génesis 1,27 sugieren claramente la indisolubilidad: el varón y la mujer se convierten en un solo ser. Pero Jesús refuerza esa idea añadiendo que esa unión la ha creado Dios; por consiguiente, «lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». Jesús rechaza de entrada cualquier motivo de divorcio.

La aceptación posterior del repudio por parte de Moisés no constituye algo ideal sino que se debió a «vuestro carácter obstinado». Esta interpretación de Jesús supone una gran novedad, porque sitúa la ley de Moisés en su contexto histórico. La tendencia espontánea del judío era considerar toda la Torá (el Pentateuco) como un bloque inmutable y sin fisuras. Algunos rabinos condenaban como herejes a los que decían: «Toda la Ley de Moisés es de Dios, menos tal frase». Jesús, en cambio, distingue entre el proyecto inicial de Dios y las interpretaciones posteriores, que no tienen el mismo valor e incluso pueden ir en contra de ese proyecto.

(Si aplicamos este mismo criterio a la historia de la moral cristiana comprenderemos su importancia: hay cosas que hoy se permiten o se mandan, pero eso no significa que sean automáticamente buenas o mejores que la propuesta inicial del evangelio.)

Los discípulos y Jesús

            Entrados en casa, le preguntaron de nuevo los discípulos acerca de aquello. El les dice:

            ‒ Quien repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio contra la primera. Si ella se divorcia del marido y se casa con otro, comete adulterio.

            Esta escena saca las conclusiones prácticas de la anterior, tanto para el varón como para la mujer que se divorcian. Las palabras: Si ella se divorcia del marido y se casa con otro, comete adulterio, cuentan con la posibilidad de que la mujer se divorcie, cosa que no contemplaba la ley judía, pero sí la romana. Por eso, algunos autores ven aquí un indicio de que el evangelio de Marcos fue escrito para la comunidad de Roma. Aunque en los cinco primeros siglos de la historia de Roma (VIII-III a.C.) no se conoció el divorcio, más tarde se introdujo.

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Walter Kasper: “A muchos la doctrina les resulta muy alejada de la realidad; hay un cisma práctico”

Martes, 8 de septiembre de 2015
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monsenor-kasper_270x250¿Para qué quieren escuchar al pueblo si lueo no hacen caso? Por ahí… por ahí va lo del cisma práctico…

“Francisco se concibe como el iniciador de un proceso. Yo espero que sea un proceso irreversible”

Sobre los divorciados: “Hay situaciones distintas, y no necesariamente tiene que haber una solución única”

La Comisión Teológica Internacional resaltó la importancia de escuchar la voz de los fieles antes de ponerse a hablar de un tema

“A muchos la doctrina les resulta muy alejada de la realidad; hay un cisma práctico, señala el cardenal Walter Kasper. El teólogo alemán, uno de los principales colaboradores del Papa Francisco, habla en una entrevista con Mariano Vedia en La Nación de los desafíos de la Iglesia ante el Sínodo, como la situación de los divorciados vueltos a casar. “El camino -señaló- es la misericordia, salir al encuentro del hombre actual que está herido por todas partes.”

Kasper llegó a Buenos Aires por dos días, para exponer sobre los desafíos de la Iglesia, a 50 años del Concilio Vaticano II, en un Congreso Internacional por el centenario de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA).

-¿Qué implica la decisión de Francisco de promover el perdón a las mujeres arrepentidas que confiesan su aborto?

Francisco es el papa de las sorpresas. Relaciona el perdón con el profundo sufrimiento de las mujeres que abortan. Así, la Iglesia sale al encuentro no sólo del pecado, sino de un sufrimiento que se prolonga en la mujer mucho más allá de ese momento traumático.

-¿Puede generar reacciones en sectores conservadores?

-Hay que entender que no es una gracia barata que se da a la ligera. Implica la metanoia, que exista una sincera conversión. Junto al sufrimiento que provoca en la mujer haberse sometido a un aborto, requiere un deseo verdadero de cambiar la vida. No es fácil reconocer la culpa. En mi experiencia en Stuttgart, donde atendí como obispo realidades extremas del mundo carcelario, me encontré con gente que había cometido hasta tres homicidios, que con un arrepentimiento muy profundo pedían el perdón sacramental y yo se los daba. Las personas tenían que seguir en prisión, pero sus actitudes en la cárcel cambiaban mucho.

-¿Percibe un abismo en la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia y las convicciones con que viven muchos cristianos?

– A muchos la doctrina les resulta muy alejada de la realidad. Hay una especie de cisma práctico. Matrimonios cristianos muy comprometidos con la Iglesia, por ejemplo, no viven las enseñanzas de la encíclica Humanae Vitae, acerca de la anticoncepción. Es un problema que hay que pensar.

-¿Cómo enfrenta hoy la Iglesia esa realidad?

-En silencio. No se habla, en general, de este problema. Tal vez porque no deseamos perder a muchos católicos… En el próximo sínodo seguramente habrá que hablar de estos temas. En un reciente documento, la Comisión Teológica Internacional resaltó la importancia de escuchar la voz de los fieles antes de ponerse a hablar de un tema.

– ¿Existe en la Iglesia una tensión entre la doctrina y la acción pastoral?

-La pastoral no puede ir en contra de la doctrina, pero la doctrina no puede ser una afirmación abstracta. Su interpretación va unida a la vida real. Jesucristo habló siempre de la realidad de la persona, consciente de que somos todos pecadores. Puede haber una cierta tensión entre la doctrina y la pastoral. Pero esa tensión es normal, distinta al cisma práctico, que causa división.

– ¿Se abordará ese cisma práctico en el sínodo sobre la familia que se hará en octubre?

– No lo sé, espero que sí. En el último sínodo extraordinario sobre la familia, el año pasado, no se habló lo suficiente. Yo no tengo soluciones; puedo hablar como experto en teología dogmática, que enseña lo que Dios hace. Pero no soy, por suerte, especialista en teología moral, que enseña lo que los hombres tienen que hacer (risas)…

-¿Se pueden esperar novedades, por ejemplo, en la situación de los divorciados vueltos a casar?

-Es un problema complejo. Se discutieron posiciones el año pasado, en favor de una apertura. Hay situaciones distintas, y no necesariamente tiene que haber una solución única. Es necesario un consenso fundamental y posiblemente esa postura de fondo pueda diversificarse según las realidades locales.

-¿La misericordia, que es central para Francisco, estaba olvidada en la Iglesia?

-No en los fieles ni en la piedad popular. Ahí siempre estuvo presente. Pero tal vez en la reflexión teológica se había relegado un poco la misericordia como un atributo central de Dios. La misericordia no niega la justicia, la supera..

-¿Francisco es un papa de transición? ¿O marcará una bisagra en la Iglesia?

– El propio Francisco se concibe como el iniciador de un proceso, que va más allá de su pontificado. Yo espero que sea un proceso irreversible.

Fuente Religión Digital

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Las familias diversas serán protagonistas del festival de cine LGTB de Uruguay

Miércoles, 2 de septiembre de 2015
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afiche-llamale-hEl festival uruguayo de cine y diversidad sexual Llamale H festejará en su novena edición la “libertad” del colectivo LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transexuales) e instará a “enriquecer el diálogo” y hablar de “familias diversas”, según su directora, Mercedes Martín.

El evento, que se desarrollará del 8 al 14 de septiembre en cuatro salas de Montevideo, contará con una selección de 20 películas, pero también con un compendio de actividades paralelas a las funciones.

“A pesar de que nos vemos como una sociedad más tolerante y más inclusiva, a veces lo somos menos de lo que pensamos. Sigue habiendo episodios de discriminación serios, sigue habiendo asesinatos de mujeres trans, por lo que tenemos motivos de recordar la libertad (del colectivo)”, dijo Martín.

De este modo, “Llamale H” vuelve a las pantallas de Uruguay luego de una interrupción de un año, gracias a un intenso trabajo de gestión comercial que cosechó el apoyo de emprendedores privados, que apoyaron este acontecimiento cinematográfico.

“Ya no hay miedo de los privados de apoyar un festival de temática (de diversidad sexual)”, indicó Martín sobre esta muestra cinematográfica que cuenta desde sus inicios con el apoyo de la española Fundación Triángulo, en su proyecto de crear una red de festivales LGBT a lo largo y ancho de América Latina.

A criterio de la directora del festival, la selección de películas incluye una “variedad de contenidos” para atraer “públicos nuevos que quieran ver buen cine” independientemente de su “orientación sexual o su identidad de género”, con programación más reducida para llegar a un amplio espectro de espectadores.

En ese sentido, “Llamale H” transmitirá cinco funciones en el canal de televisión abierta del Gobierno de Montevideo, lo que le brindará una mayor “visibilidad” al festival, dijo su directora.

Además de disfrutar de óperas primas de nuevos realizadores, o de los últimos títulos de directores como los canadienses Xavier Dolan y Bruce LaBruce y el argentino Marco Berger, los espectadores podrán participar de talleres, mesas redondas, fiestas musicales, muestras de fotografía y obras de teatro.

El eje temático de esta edición serán las familias, para “enriquecer el diálogo” y hablar de “familias diversas”, que en el país suramericano se legitimaron con la modificación de la ley de adopciones en 2009, que permite la adopción de menores a parejas homosexuales, y la aprobación del matrimonio igualitario en 2013.

La apertura del festival se llevará a cabo el 8 de septiembre con entrada libre y gratuita en la sala principal del Auditorio Nacional de Uruguay, donde se proyectará la comedia dramática holandesa “Verano“, de Colette Bothof.

Fuente Facebook LLamale H y Montevideo.com

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Sínodo sobre la Familia. Jesús y su familia en los evangelios: Una relación conflictiva y superadora Evaristo Villar

Domingo, 23 de agosto de 2015
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cuerpo CristoLeído en la página web de Redes Cristianas

En la cultura y espiritualidad cristiana domina, en general, el monolitismo referente a la familia. Se habla de la “familia cristiana” como institución unívoca que prolonga la familia modélica de Jesús. Pero, a la luz de los evangelios, ¿fue tan modélica la familia de Jesús?

1. El conflicto en la familia de Jesús

Entre la extrañeza por las obras que hace y el poco aprecio de sus paisanos por la humildad de su origen, los tres evangelios sinópticos dejan constancia de la familia nuclear de Jesús: “¿No es este el carpintero [Mt 13,55 dice “el hijo del carpintero, y Lc 4, 22, del “hijo de José”], el hijo de María y hermano de Santiago y José, de Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas con nosotros”, Mc 6,3?1

Como atestigua Lucas en el libro de los Hechos 1, 14, parte de esta familia se encuentra en la naciente Iglesia después de la pascua. Santiago, a quien se conoce como “hermano del Señor” (Gal 1,9), presidió la Iglesia madre de Jerusalén (Hch 15,13), y, junto a Pedro y Juan, “dio la mano” a Pablo y Bernabé cuando tuvieron que acudir a Jerusalén para dar cuenta de su predicación entre los gentiles (Gal 2,9). Este dato se mantiene también durante el s. II en la tradición extracanónica2.

Pero, contrariamente a esta aparente “armonía familiar”, los evangelios sinópticos, más pegados al tiempo real de Jesús, dan algunas noticias sobre el comportamiento de la familia de Jesús antes de la pascua. Y no son precisamente apologéticas. Reflejan grandes tensiones entre Jesús y sus familiares. Una relación nada armónica que va desde el escepticismo que refleja el evangelio de Juan (“es que ni siquiera sus hermanos creían en él”, Jn 7,5) hasta el conflicto, como veremos a continuación. El modo extraño de comportarse Jesús acaba rompiendo la armonía de la familia que llega a pensar que padece “trastorno mental”. Y, para salvar ante el pueblo su reputación, la familia se siente en la obligación de recluirlo.

La escena que cuenta Marcos Mc 3, 21-31, seguido de Mateo y de Lucas, es paradigmática. Jesús está en casa de Pedro y una multitud, descontenta con el sistema (“no podían ni comer”) se apiña a su entorno. Pero “al enterarse los suyos se pusieron en camino para echarle mano, pues decían que había perdido el juicio… Llegó su madre con sus hermanos y, quedándose fuera, lo mandaron llamar”.

La fama de la familia, en especial de María, su madre, está en entredicho. “El hijo sensato, como rezaba el refrán popular, es alegría del padre, pero el hijo necio es pena para la madre” (Prov 10,1). En una sociedad agraria como aquella, el reconocimiento de la madre está en el número y valía de hijos varones; pero el fracaso de estos acarrea también el fracaso de la madre. Por esta razón han venido su madre y sus hermanos para retornarlo a la cordura familiar.

Entre la multitud, sentada en semicírculos a los pies de Jesús, alguien le pasa el aviso: “Tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera”. Ni siquiera entran para no hacerse cómplices de sus extravíos. Sin inmutarse, Jesús reacciona con una pregunta: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?” A nadie, y menos a su madre, le podía dejar buen estómago esta respuesta. Si no fuera por la aclaración que, después de observar la reacción del auditorio, él mismo hace, cabría pensar en una grave desconsideración con su familia y hasta de una humillación pública de su madre. Pero no parece ser esa la intención de Jesús. En su respuesta deja claro que lo que más profundamente vincula a los seres humanos no es el origen, sino la participación en el mismo proyecto. “Mi madre y mis hermanos, dice, son quienes se ponen en camino para hacer lo que Dios anhela”. La participación en el Reino de Dios, viene a decir, no se funda tanto en la sangre o la carne, representada allí por su madre, cuanto en el proyecto de fraternidad que constituye a la gente por igual en hermanos y hermanas.

Reforzando esta escena emblemática de la casa de Pedro —pero ahora sin la presencia de los familiares directos— está esta otra que narra exclusivamente Lucas en 11, 27-28. Para todo el mundo es notorio que el establishment judío no soporta de buen grado la transformación física y mental de la gente que sigue y oye los discursos de Jesús. El poder oficial le acusa de magia por la terapia que practica y le exige señales del cielo para acreditar el origen divino de sus poderes. En estas, una mujer que lo viene siguiendo y conoce perfectamente el bienestar y la esperanza que infunde en las masas, grita mirando a Jesús y contra la ceguera de los dirigentes: “dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”. Jesús no la desmiente, pero aclara en seguida que la dicha, aun de esa madre afortunada, no está tanto en la vinculación natural con él, sino en la fidelidad de ambos al proyecto global de Dios: “Dichosos, mejor, los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen”.

Mantener estos datos conflictivos, contra la poderosísima tendencia de esa primera época cristiana a convertir a Jesús en leyenda y objeto de culto es, a juicio de Gerd Theissen, profesor de Nuevo testamento en Heidelberg, un buen indicio de su historicidad3.

2. Apuntando directamente a las causas

El extraño comportamiento de Jesús con su madre y sus hermanos apunta directamente a las causas: su modelo de familia, como luego veremos, no coincide con el que ellos representan. El de Jesús es justamente la alternativa a la familia patriarcal. Frente a la dependencia y sumisión de la primera, Jesús apuesta abiertamente por la autonomía y la igualdad en las funciones y en los sexos. Veamos algunos ejemplos paradigmáticos:

. El referente a la paz y la espada, en Lc 12 51-53: “¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? Os digo que paz no, sino división. Porque, de ahora en adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; se dividirá padre contra hijo e hijo contra padre, madre contra hija e hija contra madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra”. La decisión a favor o en contra de Jesús está causando, en las comunidades de Lucas, una división profunda en el seno de las familias. No hay paz, sino guerra porque, en el fondo, se están enfrentando dos proyectos alternativos, el de la verticalidad patriarcal y el de horizontalidad del proyecto de Jesús. Y todo esto se manifiesta tanto en el conflicto generacional que enfrenta a los hijos con los padres como en el conflicto de género que rompe la dependencia de las mujeres frente a los varones.4

. Odiar a la propia familia (Lc 14, 26). La expresión, para nuestra sensibilidad, resulta hiriente. No nos está permitido odiar a nadie y menos a la propia familia. Tampoco, así como suena, encaja bien en el pensamiento real de Jesús. Este aparece más certeramente expresado en este dicho a propósito de los enemigos: “Os han enseñado que se mandó: amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos” (Mt 5, 43). Los paralelismos con otros lugares del Antiguo y Nuevo Testamento han inclinado a los exégetas a traducir el verbo griego “miseo” (odiar) por “amar menos” o “amar más” (como en Mt 10,37). Las nuevas Biblias castellanas5 entienden adecuadamente la opción alternativa por el seguimiento de Jesús al traducir este semitismo por “preferir”: ”Si uno quiere ser de los míos y no me prefiere a su padre y a su madre…”. Superado este semitismo, estamos, como en el dicho anterior sobre la paz y la espada, ante la doble ruptura generacional y de género. Ante el peligro de convertir la familia en gueto privilegiado y clasista, excluyente de los extraños y frecuente foco de egoísmo colectivo y posesivo, Jesús ofrece un proyecto de familia abierta, levantada sobre la gratuidad y la universalidad6.

. El divorcio o la igualdad del hombre y la mujer (Mc 10, 11; Mt 19, 8; Lc 16,18). Los tres evangelios sinópticos reflejan este dicho de Jesús. Pero, mientras Marcos lo acomoda a la mentalidad grecorromana, más liberal, Lucas se mantiene más pegado a la tradición androcéntrica judía: “Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una repudiada comete adulterio”. Como afirma Dominic Crossan7, Jesús no se opone directamente al divorcio, sino a la legislación judía que lo convierte en privilegio exclusivo del varón. En este contexto jurídico, contra el que Jesús reacciona, se rompe el proyecto ideal del Génesis 2, 24 que apunta a la constitución, desde el amor, de un solo ser sin sometimientos ni dominios en la pareja. La ley judía está siendo injusta porque deshumaniza a la mujer y a toda la familia sometiéndolos al capricho y dominio del patriarca. El conflicto, una vez más, surge entre la igualdad que propugna el Reino y el sometimiento que vige en la familia patriarcal, reflejo, a su vez, del dominio de la clase dominante sobre el pueblo.

3. La alternativa de Jesús o la familia Dei

Chris-Calvey-as-Jesus-Approving-of-GaysEl tipo de familia que propone Jesús es en definitiva una respuesta crítica y, a la vez, una propuesta alternativa al modelo patriarcal vigente. Surge como reacción espontánea a la provocación ética que está generando la realidad sociopolítica y religiosa de la Galilea de su tiempo. Una realidad impuesta desde el poder que está dejando fuera de las instituciones oficiales a mucha gente. No podía ser nunca bueno un sistema que ignora y excluye a la mayoría social. Y la familia androcéntrica y patriarcal, que reproduce en el espacio doméstico este mismo desajuste social, es, por este motivo, rechazable. La alternativa de Jesús apuesta por una forma de articulación social que, invirtiendo el (des)orden establecido por las instituciones oficiales del imperio y del templo, comienza desde abajo, desde las víctimas que estas mismas instituciones están creando. Su propuesta o tipo de familia que Jesús propone y pone él mismo en marcha se concentra en lo que él mismo consideraba la familia Dei8. En esquema, se reduce a las dos claves siguientes:

Frente a la familia patriarcal fundada sobre la propiedad de los bienes y de las personas que se convierte en un sistema cerrado, excluyente, y frecuentemente posesivo, el nuevo proyecto se levanta sobre la sociabilidad y la gratuidad de los bienes y las personas, abierto a la inclusión y la universalidad. Y frente a la verticalidad que se impone desde arriba y reproduce el viejo (des)orden de autarquía y sumisión, Jesús propone un nuevo tipo desde abajo que se levanta desde la autonomía e igualdad de todos los miembros. Al poder monárquico y absoluto de la figura del padre que todo lo somete y domina se opone la toma de conciencia de la igual dignidad desde la que todas y todos son hermanos: “vosotros, en cambio, no llaméis a nadie “padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro “Padre”: el del cielo” (Mt 23, 9).

De entre la multitud de gente que lo seguía, algunas personas se comprometen con el nuevo modelo. Provienen desde distintas situaciones. Un colectivo amplio lo constituyen los que nada tienen, víctimas del sistema; otros lo hacen por vocación.

El primer grupo lo constituyen los que Holl calificó de “malas compañías”, es decir, los pobres y mendigos, los sin hogar y sin tierra, desarraigados y siempre en camino. Entre los segundos se cuentan los que, por opción, han dejado casa, hacienda o familia. Unos y otros van creando en torno a Jesús círculos de pertenencia de forma espontánea., desde los “meros oidores de su palabra” y los discípulos y discípulas que lo siguen de forma itinerante entre las aldeas hasta los mismos labradores que ponen su casa y sus bienes a disposición de los que anuncia un nuevo estilo de vida, el del Reino de Dios.

Una reflexión final

Pretender trasladar la realidad de hoy al evangelio y querer descubrir en él la presencia explícita de todos y cada uno de los tipos de convivencia que hoy se dan, es, quizás, demasiado artificial. Pero tampoco sería correcto dejar tanta vida fuera del evangelio.

Hay, a mi modo de ver, dos instancias desde las que todos estos tipos de familia entran por la puerta grande en la nueva Familia de Jesús o Familia Dei: desde la situación de exclusión, rechazo y marginación de la que—si no jurídicamente en algunos países— están siendo objeto sociopolítica y religioso-culturalmente en la “buena sociedad” y en las viejas iglesias. Son ellos hoy aquellas “malas compañías” de las que quiso rodearse Jesús en su día. Esto en primer lugar. Y, luego, desde el principio del amor, omnipresente en todos los rincones de los evangelios9. También hoy se puede oír la propuesta de Jesús: “amadlos como yo los he amado”.

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Un camino de familia: Libertad, justicia, fraternidad

Sábado, 22 de agosto de 2015
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Se está preparando para octubre el Sínodo de la Familia (2014-2015) y hay filas de espadas elevadas a lo alto, para defender y/o atacar. Algunos que se dicen fieles a la tradición pretenden (al parecer en contra del mismo Papa):

— Condenar de hecho a los homosexuales, no dejando que vivan su mayoría de edad cristiana, cerrándoles la puerta al amor evangélico y a los ministerios reales de la iglesia (a no ser que se encierren en hondos armarios y lo nieguen);

— rebajar cristianamente a los divorciados sin más, diciendo ciertamente (con el Papa Francisco) que no están “excomulgados” al modo canónico antiguo, ya desfasado, pero negándoles de hecho la comunión real (en contra del parecer de Francisco), poniendo un tipo de ley impersonal por encima de su vida personal de creyentes (que parece no importar);

— mantener en su ostracismo a los que han decidido abandonar un tipo de ministerios por razones varias, entre ellas, al menos algunos, por haber contraído matrimonio, en aras de una ley eclesiástica que ponen por encima de la libertad de Cristo, ratificando así un clasismo antievangélico.

Estos y otros problemas de familia (homosexualidad, divorcio, celibato ministerial…) han de ser objeto de estudio del Sínodo (si es que quiere tratar de verdad de la familia cristiana, en sus diversas dimensiones), no desde una ley superior a las personas, sino desde la experiencia radical de las personas, todas distintas, todas dignas, según el evangelio.

Nos hallamos, sin duda, ante un riesgo de “enroque” , el riesgo de que se ratifique una iglesia mono-tona, que puede acabar quedándose por desgracia sin tono ni voz de evangelio, en un mundo deseoso y más sediento que nunca de evangelio. Estamos ante el riesgo de una ley por encima del evangelio (para lo que dicen algunos de esos que critican el camino de familia que quiere abrir el Para no hubiera sido necesario que viniera Jesús, bastaba un buen fariseísmo)

En este contexto, en sintonía/sinfonía con la visión fundamental del Papa Francisco, me atrevo a repasar mi largo itinerario teológico, no para dar lecciones, sino para espigar y retomar algunas ideas que quizá permitan elevar el plano de la discusión y situar el tema en una línea de evangelio, una revolución evangélica de la familia:

— Es primer descubrimiento de la teología cristiana ha sido y sigue siendo la libertad, entendida en plano individual y social, como gracia y tarea; todo lo que no vaya en esa línea no es cristiano, por más “sinodal” que parezca.

— El segundo ha sido y sigue siendo la justicia, interpretada como misericordia creadora, en línea profética de Israel, en la línea mesiánica de Jesús, en forma de no violencia activa, pero muy activa, al servicio de los últimos de la tierra.

images2— El tercer descubrimiento ha sido la fraternidad universal, entendida en forma de solidaridad, es decir, de vinculación entre todos los seres humanos. En esa línea hay que añadir que todo lo que “excomulgue” y expulse no es cristiano; puede haber hombres o mujeres que se “excomulgan” a sí mismos, pero siempre ha de ser “en contra del deseo y tarea de la Iglesia”, que seguirá ofreciendo espacios de comunión, dentro y fuera de su “mediterráneo”.

Éstos son los ideales de una teología que algunos venimos cultivando hace decenios, recreando desde el evangelio los principios que la Revolución Francesa quiso elevar de un modo racional, como principio de convivencia humana. La segunda imagen pone de relieve los riesgos a los que han podido llevar esos principios.

No se trata aquí de condenar los ideales de la modernidad racional, sino de volver a volver a situarlos (e implantarlos) en el humus de una revolución originaria de la vida humana, a la luz del evangelio, destacando la justicia, para que pueda haber verdadera igualdad (que no aparece en este esquema, sino que ha de “buscarse”).

Éstos son, a mi entender, los principios de la nueva Revolución de la Familia humana en la que todos estamos implicados, de la que muchos venimos pensando hace tiempo.

Imagen 1: Caminamos juntos, con el sol que nos alumbra, desde las espaldas, porque alguien/algo no impulsa y anima por delante.
Imagen 2: Que la “fácil” interrogación sobre los lemas de la Revolución Francesa (qué libertad, para quién la igualdad, cuándo la fraternidad) nos lleve a plantear mejor los temas de fondo de la familia humana.

Buen domingo a todos.

1. En el principio está la Libertad, entendida gracia y tarea, en plano individual y social.

En la formulación de este principio ha influido mi contexto personal y la tradición mercedaria de liberación de los cautivos, de la que he vivido y vivo a lo largo de los años. Ciertamente, me ilusiona el pensamiento bien articulado, me producen nostalgia las bellas ceremonias litúrgicas, me impresionan las tradiciones sacrales, cristianas o no… Pero, en el fondo, sólo tengo un interés teológico: que se exprese el gozo de Dios (=de la Vida) como gracia, y que hombres y mujeres puedan vivir en libertad y comunión, empezando por los pobres.

Sobre esa experiencia de gracia y libertad, desde el Dios que nos ha creado en Jesús, como responsables de nosotros mismos, he querido pensar desde la fe la vida humana. Me interesa el pan, la casa y la palabra (como reza el título de uno de mis libros, dedicado al Evangelio de Marcos); los asuntos de administración son importantes (hay que organizar la vida común), pero en sí mismos siguen siendo secundarios; para nada sirven si no hay vida para administrar.

Ciertamente, como teólogo cristiano acepto los siglos de vida y tradición de la iglesia, pero quiero reinterpretarlos desde esos temas del evangelio de Marcos: que todos (cristianos o no) puedan habitar en una casa, compartiendo el pan de la comida y la palabra, abriendo un futuro de esperanza (resurrección) para las nuevas generaciones.

Para la libertad nos ha liberado Jesús por su gracia, como ha formulado Pablo en la carta a los de Galacia. Testigos de esa gracia hemos de ser, no sólo en plano externo, de transformación social, sino también interno, de experiencia orante, sin dictaduras morales, sin imposiciones de sistema, en libertad advida. Desde hace más de treinta años he tenido el convencimiento de que cierta iglesia sigue demasiado pegada a tradiciones legales, ajenas al evangelio: vive hipotecada por una tipo de jerarquización masculina de los ministerios que discrimina a varones como tales y, sobre todo, a las mujeres (sin acceso a esos ministerios), bajo un secretismo administrativo y un tipo de supremacía clerical, que desemboca en un moralismo sin verdadera moral, a una cura (o des-cura) de almas sin alma.

Muchos me dicen que, por mandato de Jesús, los «responsables de la institución eclesiástica» deben mantenerse sobre los otros fieles, para ayudarles desde su altura, inmune de errores y faltas. Otros añaden que hace falta un “derecho supra-moral”, para que las “almas” no se tuerzan, como estamos viendo en la preparación de este final de Sínodo 2015. A pesar de ello, sigo pensando que sólo la libertad libera y que sólo la igualdad iguala y que los pobres son la única jerarquía de la iglesia y el amor misericordioso y creador el único “mandamiento” moral.

2. Mi segundo principio ha querido ser la justicia,

interpretada como gratuidad y «no violencia», desde la perspectiva de la tsedaqá bíblica, vinculada con la dikaiosyne o derecho universal que se extiende a todos los seres humanos, como vivientes racionales a hijos de Dios. No he pertenecido directamente a la teología de la liberación, pero pienso que ella ha ejercido, y debe ejercer, una influencia saludable en el conjunto de la iglesia.

En nombre del Dios cristiano habíamos sacralizado o, al menos, avalado ciertas instituciones de poder, alimentando así las injusticias económicas y sociales del sistema. Es más, muchos cristianos estaban (y están) convencidos de que el poder en sí es sagrado, de manera que la jerarquía en cuanto tal es signo de Dios. Pues bien, en contra de eso pienso, que la justicia de Dios no es poder universal, sino amor abierto y liberador, desde los expulsados del conjunto social, de manera que la misma palabra jerarquía (=poder sagrado) puede acabar siendo contraria al evangelio (Mc 10, 35-45 par), pues la buena nueva sólo se puede anunciar y vivir donde el hombre asume su pobreza y acompaña a los los demás, especialmente a los pobres y expulsados del sistema, en línea de comunión fraterna (cf. Lc 6, 20 par; 4, 18; Mt 11, 5).

La misma libertad creadora de Dios, que es amor a los pobres, se vuelve principio de justicia, pues el evangelio llama “justos” precisamente a los que acogen a los exilados y visitan a los encarcelados, es decir, a los que ponen su vida al servicio de los excluidos del sistema (cf. Mt 25, 31-46).

— Más que la posible desacralización de occidente en los últimos siglos o decenios, me importa el hecho de que sigan existiendo (y creciendo) los hambrientos en el mundo.
— Más que la caída de las prácticas sacrales antiguas, que han decrecido mucho en los países más industrializados, me preocupa el hecho de que Cristo pueda decir «estuve exilado y no me acogisteis, en la cárcel y no me visitasteis». No me importa el triunfo externo de la iglesia, sino el proyecto de Jesús, en favor del reino y su justicia (cf. Mt 6, 33).

Al servicio de esa justicia de Dios, que es libertad para los oprimidos, pan para los pobres y acogida universal, he querido elaborar mi pensamiento. Por eso, más que la universidad y el orden sacral interno de la iglesia me ha importado siempre la vida concreta de los hombres y mujeres y así, al menos de deseo, me ha gustado encontrarme con los marginados, allí donde Jesús quiso que estuvieran los que anuncian su banquete (cf. Lc 14, 15-24 par), junto a los pobres, enfermos e incapacitados (cf. Mt 11, 2-5).

3. El tercer principio (en otro orden el primero) es la misericordia fraterna,

creadora de fraternidad. En nuestra cultura occidental, la misericordia tiende a entenderse como una actitud de compasión intimista, que se duele del mal de los otros, pero sin cambiar por ello el orden y sentido de las cosas. En esa línea se dice que Jesús ha sido “misericordioso”, en la línea de la palabra griega “splagnisthein”, que significa sentir con la entrañas (con hesed, en hebreo) el mal de los demás. En este sentido, la misericordia se identifica con la compasión, apareciendo así como un “dolor interno” por el dolor de los demás, pero sin comprometerse a transformar las condiciones y las circunstancias que lo han suscitado.

Pues bien, el evangelio sabe y dice que esa “misericordia entrañable” (de la entrañas) sólo tiene es verdadera y alcanza su sentido cuando se convierte en principio de “justicia”, conforme a la palabra griega “eleemosyne” (eleein) que se identifica en el fondo con la tsedaqa, es decir, con la justicia. Por eso, los verdaderos misericordiosos de la bienaventuranza de Jesús (Mt 5) no son simplemente y sin más los compasivos de puro corazón, sino los liberadores de palabra y obra, los que se comprometen a crear un mundo “fraterno”, donde todos los hombres y mujeres, por el hecho de serlo (y en especial los más necesitados) son “hermanos nuestros” (siendo hermanos del Cristo, sus representantes en la tierra: Mt 25, 31-46).

Reflexión final ¿No he puesto igualdad?

Verá el lector que no he puesto en esta triada, de fondo fondo bíblico y de reminiscencias de revolución francesa, la palabra igualdad, no porque quiera ir en contra de ella, sino todo lo contrario: Porque quiero descubrirla y potenciar en su raíz, no como nivelación universal, sino como potenciación de cada uno, para que todos podamos vivir en libertad, en justicia, en fraternidad.

No quiero una igualdad impuesta, ni en las religiones ni en las culturas, ni en las naciones ni en la economía… Quiero libertad y justicia, quiero fraternidad, de manera que cada uno (hombre y/o mujer) pueda ser aquello que decida por sí mismo, en comunión fraterna con otros que piensan de manera diferente, en libertad radical, en justicia, sin imponerse a los demás (ni querer que todos sean a su imagen y semejanza), con medios suficientes para formarse y vivir (convivir) como persona.

En el fondo, esa igualdad que busco es la libertad, vinculada a la justicia y a la fraternidad, en un mundo y una historia en que es hermoso que todos sean (y sean distintos), pero en comunión. Ciertamente, el Dios bíblico es “uno”, pero es uno en comunión trinitaria, donde las mismas personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) son distintas, pero teniendo cada una la misma esencia que la otra.

Sobre esto volveremos otro día. Hoy bastan las reflexiones anteriores, desde el esquema de la revolución francesa (libertad, igualdad, fraternidad), pero poniendo la justicia en lugar de la igualdad, no para negarla (negar la igualdad), sino para potenciarla.

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